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EL PROGRESO MATERIAL Y ESPIRITUAL

2 de noviembre


Dijo ‘Abdu'l-Bahá:
¡Qué día más hermoso hace hoy! El cielo está despejado, el sol brilla y, por ello, el corazón de la gente está alegre.
Un día tan radiante y hermoso otorga nueva vida y fuerzas a todo el mundo, y si alguien estaba enfermo, siente renacer en su corazón la jubilosa esperanza de la salud. Todos estos dones de la naturaleza conciernen a la parte física del ser humano, pues sólo su cuerpo puede recibir los beneficios materiales.
Si un individuo triunfa en su negocio, en su arte o profesión, gracias a ello, es capaz de mejorar su bienestar físico, proporcionando a su cuerpo el descanso y la tranquilidad que le agradan. Hoy vemos a nuestro alrededor cómo las personas procuran rodearse de todas las comodidades modernas y de lujo, sin negarle nada al lado físico y material de su naturaleza. Pero tened cuidado, no sea que por pensar demasiado en las cosas del cuerpo os olvidéis de las cosas del alma; pues los progresos materiales no elevan el espíritu humano. La perfección en las cosas mundanas es una dicha para el cuerpo humano, pero en modo alguno glorifica su alma.
Puede suceder que un individuo que posee todos los beneficios materiales y que vive rodeado de la mayor opulencia que la civilización moderna es capaz de proporcionarle, esté desprovisto de todos los importantes dones del Espíritu Santo.
Sin duda, el progreso material es algo bueno y digno de alabanza, pero al proceder así, no olvidemos el importantísimo progreso espiritual, cerrando nuestros ojos a la luz divina que está brillando entre nosotros.
Sólo progresando tanto espiritual como materialmente, podemos evolucionar verdaderamente y convertirnos en seres perfectos. Todos los grandes Maestros han aparecido para traer al mundo esta vida espiritual y esta luz. Vinieron para que el Sol de la Verdad pudiera manifestarse y brillar en los corazones de los seres humanos, y para que, a través de su poder maravilloso, pudiesen alcanzar la Luz Sempiterna.
Cuando el Señor Jesucristo vino, derramó la luz del Espíritu Santo sobre todos los que Le rodeaban, y sus discípulos y todos los que recibieron su iluminación fueron inspirados, convirtiéndose en seres espirituales.
Bahá'u'lláh nació y vino a este mundo para manifestar esta luz. Él enseñó la Verdad Eterna a los seres humanos, y derramó los rayos de Luz Divina por doquier.
¡Ay!, ved cómo la humanidad menosprecia esta Luz. Aún sigue su camino de oscuridad y de desunión, y las discordias y las terribles guerras aún continúan vigentes.
El ser humano emplea el progreso material para satisfacer su ansia de guerra, y fabrica instrumentos y dispositivos de destrucción para aniquilar a sus hermanos.
A pesar de ello, esforcémonos por alcanzar los beneficios espirituales, pues éste es el único modo de lograr el verdadero progreso, aquel que proviene de Dios y que sólo a Dios pertenece.
Ruego por todos vosotros para que podáis recibir las Munificencias del Espíritu Santo; para que verdaderamente seáis iluminados, y avancéis siempre hacia adelante y hacia lo alto, hacia el Reino de Dios. Entonces vuestros corazones se hallarán preparados para recibir las buenas nuevas, vuestros ojos se abrirán, y veréis la Gloria de Dios; vuestros oídos se limpiarán y podrán percibir el llamado del Reino, y con lenguaje elocuente llamaréis a los seres humanos a la comprensión del Poder Divino y el Amor de Dios.







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LA EVOLUCIÓN DE LA MATERIA Y
EL DESARROLLO DEL ALMA

3 de noviembre


París se está poniendo muy frío, tan frío que pronto me veré obligado a marchar, pero el calor de vuestro amor aún me retiene aquí. Dios mediante, espero estar todavía un breve tiempo entre vosotros; el calor y el frío del cuerpo no pueden afectar al espíritu, pues éste recibe su calor del fuego del Amor de Dios. Cuando seamos capaces de comprender esto, empezaremos a entender algo de nuestra vida en el mundo venidero.
Dios, en Su Munificencia, nos ha dado un conocimiento previo aquí, nos ha proporcionado ciertas pruebas de la diferencia que existe entre el cuerpo, el alma y el espíritu.
Vemos que el frío, el calor, el sufrimiento, etc., sólo conciernen al cuerpo, sin afectar al espíritu.
Cuán frecuentemente vemos a un individuo, pobre, enfermo, miserablemente vestido y sin medios de subsistencia, pero fuerte espiritualmente. Aunque su cuerpo ha sufrido, su espíritu está intacto y en perfecto estado. Y cuán a menudo vemos a una persona rica, físicamente fuerte y saludable, pero con el alma mortalmente enferma.
Es suficientemente evidente para la mente perspicaz que el espíritu del ser humano es algo muy diferente de lo que es su cuerpo físico.
El espíritu es inmutable, indestructible. El progreso y el desarrollo del alma, la alegría y el pesar del alma, son independientes del cuerpo físico.
Si algún amigo nos causa alegría o pena, si un amor resulta verdadero o falso, es el alma la afectada. Si nuestros seres queridos están lejos de nosotros, es el alma la que sufre, y las penas y las tribulaciones del alma pueden manifestarse en el cuerpo.
De este modo, cuando el espíritu se alimenta de virtudes santas, entonces el cuerpo está alegre; si el alma cae en el pecado, el cuerpo sufre.
Cuando encontramos verdad, constancia, fidelidad y amor, nos sentimos felices; pero si encontramos mentira, infidelidad y engaño, nos sentimos desgraciados.
Todas estas cosas pertenecen al alma, y no son enfermedades corporales. Por ello vemos claramente que el alma, lo mismo que el cuerpo, tiene su propia individualidad. Pero si el cuerpo experimenta algún cambio, el espíritu no resulta necesariamente afectado. Cuando se rompe un espejo en el cual brilla el sol, el espejo queda roto, pero ¡el sol continúa brillando! Si una jaula que contiene un pájaro es destruida, el pájaro no sufre ningún daño. Si se rompe una lámpara, ¡la llama puede continuar ardiendo!
Lo mismo puede aplicarse al espíritu del ser humano; aunque la muerte destruya su cuerpo, no tiene poder sobre el espíritu, éste es eterno, indestructible, sin principio ni fin.
En lo que respecta al alma del ser humano después de la muerte, ésta permanece en el grado de pureza hasta el que ha evolucionado durante su vida en el cuerpo físico, y después que ha sido liberada del cuerpo, permanece sumergida en el océano de la Misericordia de Dios.
Desde el momento en que el alma deja el cuerpo y alcanza el Mundo Celestial, su evolución es espiritual, y dicha evolución es el acercamiento a Dios.
En la creación física, la evolución consiste en pasar de un grado de perfección a otro mayor. El mineral, con sus perfecciones minerales, pasa al mundo vegetal; los vegetales, con sus perfecciones, pasan al mundo animal, y así sucesivamente, hasta el de la humanidad. Este mundo está lleno de aparentes contradicciones; en cada uno de estos reinos (mineral, vegetal y animal), la vida existe en diferentes grados; si bien, cuando la comparamos con la vida en el ser humano, la tierra parece estar muerta, y sin embargo, vive y tiene vida propia. En este mundo las cosas viven y mueren, y continúan viviendo en otras formas de vida, pero en el mundo del espíritu es absolutamente diferente.
El alma no evoluciona de un grado a otro como siguiendo una ley; sólo evoluciona en su acercamiento a Dios, por la bondad y la Munificencia de Dios.
Es mi sincera oración que todos podamos alcanzar el Reino de Dios, y acercarnos a Él.







21

LAS REUNIONES ESPIRITUALES EN PARÍS

4 de noviembre


En la actualidad, en toda Europa se oye que se celebran reuniones y asambleas, y que se forman sociedades de todo tipo. Hay algunas interesadas en el comercio, en las ciencias, la política, y muchas otras. El propósito de todas ellas es material, pues su deseo es el progreso y esclarecimiento del mundo de la materia. Pero raramente sopla sobre ellas un hálito del mundo del espíritu. Parecen inconscientes a la Voz Divina, indiferentes a las cosas relacionadas con Dios. Pero esta reunión en París, en verdad, es una reunión espiritual. El Hálito Divino se está derramando entre vosotros, la luz del Reino está brillando en todos los corazones. El Amor Divino de Dios es un poder que está entre vosotros, y con almas sedientas recibís las buenas nuevas de gran felicidad.
Todos vosotros os halláis aquí reunidos de común acuerdo, con vuestros corazones atraídos, vuestras almas llenas de amor divino, trabajando y anhelando la unidad del mundo.
¡En verdad, ésta es una reunión espiritual! ¡Es como un hermoso y perfumado jardín! Sobre ella el Sol Celestial derrama sus dorados rayos, y su calor penetra y alegra cada corazón expectante. El amor de Cristo, que trasciende todo conocimiento, está entre vosotros, y el Espíritu Santo es vuestra ayuda.
¡Día a día esta reunión crecerá y se hará más poderosa, hasta que gradualmente su espíritu conquistará todo el mundo!
Esforzaos de todo corazón para estar dispuestos a ser canales para la Munificencia de Dios. Por cuanto os digo que Él os ha escogido para que seáis sus mensajeros de amor a lo largo y ancho del mundo, para que seáis los portadores de los dones espirituales para la humanidad, y para que a través de vosotros se difundan sobre la tierra la unidad y la concordia. Dad gracias a Dios de todo corazón por haberos otorgado tal privilegio. Pues una vida dedicada a la alabanza no es suficiente para agradecer a Dios un favor tan grande.
¡Elevad vuestros corazones más allá del presente y contemplad el futuro con fe! Hoy la semilla ha sido sembrada, sus granos caen sobre la tierra, mas aguardad el día cuando se convertirá en un árbol glorioso y sus ramas se llenarán de frutos. ¡Regocijaos y estad contentos, pues este día ha amanecido, tratad de comprender su poder, pues, en verdad, es maravilloso! ¡Dios os ha coronado con honor y en vuestros corazones ha puesto una estrella radiante; verdaderamente, su luz iluminará el mundo entero!







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LAS DOS CLASES DE LUZ

5 de noviembre


¡Hoy el cielo está nublado y el día es triste! En Oriente el sol brilla a diario, las estrellas nunca están veladas, y hay muy pocas nubes. La luz siempre amanece en Oriente, e irradia su esplendor sobre Occidente.
Hay dos clases de luz. Una es la luz visible del sol, con cuya ayuda podemos discernir las bellezas del mundo que nos rodea; sin ella no podríamos ver nada.
No obstante, aun cuando la función de esta luz es hacer visibles las cosas, no nos puede dar el poder de ver o comprender los variados encantos que encierran, pues esa luz no tiene inteligencia, ni discernimiento. Es la luz del intelecto la que nos otorga conocimiento y entendimiento, y sin esta luz los ojos físicos serían inútiles.
La luz del intelecto es la luz más sublime que existe, pues nace de la Luz Divina.
La luz del intelecto nos permite conocer y comprender todo lo que existe, pero tan sólo la Luz Divina puede proporcionarnos una visión de las cosas invisibles, y permitirnos visualizar verdades que sólo serán evidentes al mundo dentro de miles de años.
Fue la Luz Divina la que permitió a los profetas ver con dos mil años de anticipación lo que iba a suceder, y hoy en día contemplamos la realización de su visión. Por ello debemos esforzarnos por buscar esta Luz, pues es más grande que ninguna otra.
Gracias a esta Luz, Moisés pudo ver y comprender la Aparición Divina, y oyó la Voz Celestial que le habló desde la Zarza Ardiente.1
Mu¥ammad habla acerca de esta Luz cuando dice: "¡Alláh es la luz de los cielos y de la tierra!"
Buscad con todo vuestro corazón esta Luz Celestial para que podáis ser capacitados en la comprensión de las realidades, para que podáis conocer las cosas secretas de Dios, y que los caminos ocultos se vuelvan claros ante vuestros ojos.
Esta Luz puede compararse con un espejo, y así como el espejo refleja todo lo que se halla delante de él, así esta Luz muestra a los ojos de nuestro espíritu todo lo que existe en el Reino de Dios, y logra que la realidad de las cosas se haga visible. Con la ayuda de esta resplandeciente Luz, todas las interpretaciones espirituales de las Sagradas Escrituras han sido aclaradas, las cosas ocultas del Universo de Dios se han hecho manifiestas, y hemos sido capacitados para comprender los propósitos divinos para el ser humano.
Ruego que Dios en su Misericordia ilumine vuestros corazones y vuestras almas con su gloriosa Luz, para que cada uno de vosotros brille como una estrella radiante en los lugares oscuros del mundo.







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EL ANHELO ESPIRITUAL EN OCCIDENTE


Dijo ‘Abdu'l-Bahá:
¡Sed bienvenidos! He venido desde las tierras de Oriente a Occidente a convivir por un tiempo con vosotros. En Oriente se oye decir muy a menudo que la gente de Occidente carece de espiritualidad, pero yo no he encontrado que eso sea así. Gracias a Dios, veo y siento que existe un gran anhelo espiritual entre los pueblos de Occidente y, en algunos casos, su percepción espiritual es incluso más aguda que la de sus hermanos orientales. Si las enseñanzas dadas en Oriente hubiesen sido difundidas conscientemente en Occidente, en la actualidad el mundo sería un lugar más iluminado.
Aunque en el pasado todos los grandes Maestros Espirituales aparecieron en Oriente, aún existen allí muchas personas que están absolutamente desprovistas de espiritualidad. Con respecto a las cosas del espíritu, están tan faltas de vida como una piedra; ni siquiera desean ser diferentes, pues consideran que el ser humano no es más que una forma de animal superior, y que las cosas de Dios no le conciernen.
Pero la ambición del ser humano debería estar por encima de esto; debería dirigir siempre su mirada más allá de sí mismo, siempre hacia lo alto y hacia adelante, hasta que por la Misericordia de Dios pueda alcanzar el Reino de los Cielos. Además, existen personas cuyos ojos están abiertos sólo para el progreso físico y la evolución en el mundo de la materia. Estas personas prefieren estudiar la semejanza entre su propio cuerpo físico y el del mono, en lugar de contemplar la gloriosa relación entre su espíritu y el de Dios. En verdad, esto es extraño, pues el ser humano solamente se asemeja a la creación inferior en la parte física, pero con respecto a su intelecto es absolutamente diferente.
El individuo está siempre progresando. Su círculo de conocimiento está ampliándose continuamente, y su actividad mental fluye a través de muchos cauces diferentes. Observad lo que el ser humano ha realizado en el campo de la ciencia; considerad sus múltiples descubrimientos y sus incontables invenciones, y su profundo entendimiento de las leyes naturales.
En el mundo del arte ocurre exactamente lo mismo, y este maravilloso desarrollo de las facultades humanas se torna cada vez más rápido a medida que transcurre el tiempo. Si los descubrimientos, los inventos, y los logros materiales de los últimos mil quinientos años pudieran juntarse, veríais que ha habido más adelantos en los últimos cien años que en los mil cuatrocientos años anteriores. Pues la rapidez con la que el ser humano está progresando se incrementa de siglo en siglo.
El poder del intelecto es uno de los dones más grandes que Dios ha otorgado al ser humano; es el poder que hace de él una criatura superior al animal. Porque, mientras que siglo tras siglo y edad tras edad la inteligencia humana aumenta y se hace más penetrante, la del animal permanece siempre igual. ¡Ellos no son más inteligentes de lo que eran hace mil años! ¿Se necesita mayor prueba que ésta para demostrar la desigualdad entre la creación humana y la creación animal? Seguramente está tan claro como el día.
En cuanto a las perfecciones espirituales, son un derecho de nacimiento de la persona y sólo a ella pertenecen entre todos los seres creados. El ser humano es, en realidad, un ser espiritual, y solamente cuando vive en espíritu es, en verdad, feliz. Este anhelo y percepción espirituales pertenecen a todo el mundo por igual, y tengo la firme convicción de que las gentes de Occidente poseen una gran aspiración espiritual.
Es mi más ferviente oración que la estrella de Oriente derrame sus brillantes rayos sobre el mundo occidental, y que los pueblos de Occidente se levanten con fuerza, con entereza y valor, para ayudar a sus hermanos orientales.







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CONFERENCIA OFRECIDA EN UN
ESTUDIO DE PARÍS

6 de noviembre


Verdaderamente, ésta es una casa bahá'í. Cada vez que se establece una casa o un lugar de reunión de esta naturaleza, se convierte en una de las ayudas más grandes para el progreso general de la ciudad y el país a los que pertenece. Estimula el desarrollo de la erudición y la ciencia, y es conocida por su intensa espiritualidad y por el amor que difunde entre la gente.
El establecimiento de uno de estos lugares de reunión siempre viene acompañado de una gran prosperidad. ¡La primera Asamblea Bahá'í que existió en Teherán fue especialmente bendecida! En sólo un año creció tan rápidamente que el número de sus miembros había aumentado nueve veces. En la actualidad, en la lejana Persia, existen muchas asambleas similares donde los amigos de Dios se reúnen llenos de alegría, de amor y unidad. Enseñan la Causa de Dios, educan al ignorante, y estrechan sus corazones con un amor fraternal. Son ellos los que ayudan al pobre y al necesitado y les suministran el pan de cada día. Aman y cuidan de los enfermos, y son mensajeros de esperanza y consuelo para los desolados y oprimidos.
¡Oh vosotros en París, esforzaos para que vuestras asambleas puedan ser como éstas, y que logren los mayores frutos!
¡Oh amigos de Dios! Si tenéis confianza en la Palabra de Dios y sois fuertes; si seguís los preceptos de Bahá'u'lláh de atender al enfermo, levantar al caído, cuidar del pobre y del necesitado, dar cobijo al indigente, proteger al oprimido, consolar a los atribulados y amar al género humano con todo vuestro corazón, entonces puedo deciros que antes de que pase mucho tiempo, este lugar de reunión recogerá una maravillosa cosecha. Día a día cada miembro progresará y se volverá más y más espiritual. Pero debéis tener una base firme, y vuestros propósitos y aspiraciones deben ser comprendidos claramente por cada uno de los miembros. Deben ser los siguientes:

1.- Mostrar compasión y buena voluntad a todo el género humano.
2.- Rendir servicio a la humanidad.
3.- Esforzarse por guiar e iluminar a quienes están en oscuridad.
4.- Ser bondadosos con todos, y manifestar afecto hacia toda alma viviente.
5.- Ser humildes en vuestra actitud hacia Dios, ser constantes en la oración a Él, para crecer diariamente en el acercamiento a Dios.
6.- Ser tan fieles y sinceros en todas vuestras acciones que cada uno de los miembros se distinga por la encarnación de las cualidades de honestidad, amor, fe, amabilidad, generosidad y valor. Ser desprendidos de todo lo que no sea Dios, atraídos por el Hálito Celestial, un alma divina; para que el mundo pueda conocer que un bahá'í es un ser perfecto.

Tratad de alcanzar esto en vuestras reuniones. ¡Entonces, en verdad, vosotros, los amigos de Dios, os reuniréis con gran alegría! Ayudaos los unos a los otros, convertíos en un solo ser, y habréis alcanzado la unidad perfecta.
Ruego a Dios que diariamente podáis avanzar en espiritualidad, que el amor a Dios se manifieste cada vez más en vosotros, que los pensamientos de vuestros corazones se purifiquen, y que vuestros rostros puedan estar siempre vueltos hacia Él. Que todos y cada uno de vosotros alcance el umbral de la unidad y entre en el Reino. Que cada uno de vosotros sea como una antorcha llameante, encendida y ardiendo vivamente con el fuego del Amor de Dios.







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BAHÁ'U'LLÁH

7 de noviembre


Dijo ‘Abdu'l-Bahá:
Hoy les hablaré de Bahá'u'lláh. Al tercer año después que el Báb había declarado su Misión, Bahá'u'lláh, acusado por los fanáticos mullás de ser un creyente de la nueva doctrina, fue arrestado y encerrado en prisión. Al día siguiente, sin embargo, varios ministros del gobierno y otros hombres influyentes lograron ponerle en libertad. Más tarde, fue arrestado nuevamente y los sacerdotes Le condenaron a muerte. El gobernador vaciló en llevar a cabo esta sentencia, por temor a una revolución. Los sacerdotes se reunieron en la mezquita ante la cual se hallaba el lugar de la ejecución. Todos los habitantes del pueblo se reunieron en masa fuera de la mezquita. Los carpinteros llevaron sus serruchos y sus martillos, los carniceros llegaron con sus cuchillos, los albañiles y constructores con palas sobre sus hombros; todos estos hombres, incitados por los enardecidos mullás, estaban ansiosos por participar en el honor de matarle. Dentro de la mezquita estaban reunidos los doctores de la religión. Bahá'u'lláh, de pie frente a ellos, respondía a todas sus preguntas con gran sabiduría. El sabio más importante, en particular, había enmudecido completamente ante Bahá'u'lláh, Quien refutaba todos sus argumentos.
Surgió una discusión entre dos de estos sacerdotes respecto al significado de algunas palabras de los escritos del Báb; le acusaban de errores, y desafiaron a Bahá'u'lláh para que Le defendiera, si Le era posible. Estos sacerdotes fueron completamente humillados, pues Bahá'u'lláh probó ante la asamblea en pleno que el Báb tenía razón, y que la acusación se había formulado por ignorancia.
Los derrotados Le condenaron a la tortura del bastinado, y más enfurecidos que antes, Le condujeron fuera ante los muros de la mezquita, al lugar de la ejecución, donde el descarriado pueblo Le aguardaba.
El gobernador todavía se resistía a aceptar la demanda del clero de ejecutarle. Comprendiendo el peligro en el cual Se hallaba el digno prisionero, envió a algunos hombres a rescatarlo. Pudieron llevar a cabo su cometido abriendo un boquete en una de las paredes de la mezquita, y guiando a Bahá'u'lláh a través de la abertura hasta un lugar seguro, aunque no hacia la libertad; pues el gobernador eludió la responsabilidad que recaía sobre sus propios hombros enviándole a Teherán. Aquí fue encarcelado en una mazmorra subterránea, donde nunca llegaba la luz del día. Se Le colocó al cuello una pesada cadena por medio de la cual fue encadenado a otros cinco bábís; estos grilletes fueron asegurados con fuertes y pesados cerrojos y candados. Su ropa fue hecha jirones, lo mismo que su taj. Y en esta terrible condición permaneció durante cuatro meses.
Durante este tiempo, ninguno de sus amigos pudo llegar hasta Él.
Un oficial de la prisión trató de envenenarle, pero el veneno no tuvo efecto, aunque Le provocó grandes sufrimientos.
Después de cierto tiempo, el gobierno Le puso en libertad y Le desterró con toda su familia a Baghdád, donde permaneció durante once años. En este lapso de tiempo, soportó severas persecuciones, y estuvo rodeado y acechado por el odio encarnizado de sus enemigos.
Sobrellevó todas las tribulaciones y tormentos con el mayor coraje y fortaleza. A menudo, cuando Se levantaba por la mañana, no sabía si llegaría vivo a la puesta del sol. Mientras tanto, todos los días los sacerdotes venían para hacerle preguntas sobre religión y metafísica.
Finalmente, el gobernador turco Le exilió a Constantinopla, de donde fue enviado a Adrianópolis; aquí vivió durante cinco años. Por último, fue desterrado a la remota fortaleza-prisión de San Juan de Acre. Aquí fue encarcelado en la zona militar de la fortaleza, y custodiado bajo la más estricta vigilancia. No tengo palabras suficientes para expresarles las muchas tribulaciones que tuvo que sufrir, y toda la miseria que padeció en esa prisión. No obstante, desde esta prisión Bahá'u'lláh escribió a todos los monarcas de Europa, y esas cartas, con una sola excepción, fueron enviadas por correo.
La Epístola a NáÐiri'd-Dín Sháh fue confiada a un bahá'í persa, Mírzá Badí Khurásání, quien se comprometió a entregarla en las propias manos del Sháh. Este hombre valiente esperó en las cercanías de Teherán a que pasara el Sháh, que tenía la intención de recorrer esa ruta hacia su palacio de verano. Este valeroso mensajero siguió al Sháh hasta su palacio, y estuvo esperando en el camino cerca de la entrada durante varios días. Siempre se le veía en el mismo lugar aguardando en el camino hasta que la gente comenzó a preguntarse la razón de que estuviera allí. Por fin la noticia llegó a oídos del Sháh, y ordenó a sus sirvientes que lo llevaran ante sí.
"¡Oh servidores del Sháh!, soy portador de una carta que debo entregar en sus propias manos", dijo Badí, y luego le dijo al Sháh: "¡Os traigo una carta de Bahá'u'lláh!"
Inmediatamente fue detenido e interrogado por aquellos que querían obtener información que los ayudara en futuras persecuciones de Bahá'u'lláh. Badí no respondió una sola palabra; entonces lo torturaron, pero él se mantuvo firme. Después de tres días, le asesinaron, habiendo fracasado en sus intentos de hacerle hablar. Estos hombres crueles lo fotografiaron mientras se hallaba bajo tortura.1
El Sháh entregó la carta de Bahá'u'lláh a los sacerdotes para que se la explicaran. Transcurridos unos días, estos sacerdotes dijeron al Sháh que la carta procedía de un enemigo político. El Sháh se enojó, y respondió: "Ésa no es una explicación. Os pago por leer y contestar mis cartas, por consiguiente, obedeced."
El espíritu y el significado de la Tabla a NáÐiri'd-Dín Sháh era, en resumen, el siguiente:
"Ahora que el tiempo ha llegado, cuando la Causa de la Gloria de Dios ha aparecido, pido que se Me permita ir a Teherán para responder a todas las preguntas que los sacerdotes quieran hacerme.
Os exhorto a que os desprendáis de la magnificencia mundana de vuestro Imperio. Recordad a todos los grandes reyes que han vivido antes que vos: sus glorias han pasado."
La carta estaba redactada con una corrección admirable, y continuaba advirtiéndole al Rey con respecto al futuro triunfo del Reino de Bahá'u'lláh, tanto en Oriente como en Occidente.
El Sháh no prestó ninguna atención a las advertencias de esta carta, y continuó viviendo del mismo modo hasta el fin de su vida.
¡Aunque Bahá'u'lláh estaba encarcelado, el Gran Poder del Espíritu Santo se hallaba con Él!
Ningún otro estando en prisión, podría haber hecho lo que Él hizo. A pesar de los terribles padecimientos que sufrió, nunca Se quejó.
En la dignidad de Su Majestad, siempre rehusó ver al gobernador, o a las personas influyentes de la ciudad.
Aunque la vigilancia era sumamente estricta, Él iba y venía a voluntad. Falleció en una casa situada a unos tres kilómetros de San Juan de Acre.







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LAS BUENAS IDEAS DEBEN
TRANSFORMARSE EN ACCIÓN

8 de noviembre


Por todas partes se oye cómo ensalzan los dichos hermosos y admiran los nobles preceptos. ¡Todo el mundo dice que ama lo que es bueno y aborrece todo lo que es malo! La sinceridad debe ser admirada, mientras que la mentira es despreciable. La fe es una virtud, y la traición es una ignominia para la humanidad. Es una bendición alegrar el corazón de las personas, y una maldad causarles pena. Ser amable y generoso es bueno, en tanto que el odio es un pecado. La justicia es una noble cualidad, y la injusticia una iniquidad. Es un deber de cada uno ser compasivo y no dañar a nadie, y evitar la envidia y la malicia a toda costa. La sabiduría es la gloria del ser humano, no la ignorancia. ¡Luz, no oscuridad! Es bueno volver el rostro hacia Dios, y una necedad el ignorarlo. Es nuestro deber guiar al ser humano hacia lo alto, y no desviarlo para provocar su caída. Existen infinidad de ejemplos como éstos.
Mas todos estos dichos no son más que palabras, y vemos que muy pocos de ellos se trasladan al dominio de la acción. Por el contrario, percibimos que las personas se dejan llevar por la pasión y el egoísmo, y que cada cual sólo piensa en lo que puede beneficiarle, aun cuando ello signifique la ruina de su hermano. Todas están ansiosas por hacer fortuna, y se preocupan poco o nada por el bienestar de los demás. Sólo les importa su propia tranquilidad y comodidad, mientras que la condición de sus semejantes no les preocupa en absoluto.
Lamentablemente, éste es el sendero que hollan la mayoría de los seres humanos.
Pero los bahá'ís no deben ser así; deben elevarse por encima de esta condición. Para ellos las acciones deben ser más que las palabras. Deben ser misericordiosos con sus acciones, y no sólo con sus palabras. Sus hechos deben probar su fidelidad, y sus acciones deben manifestar la Luz Divina.
Permitid que vuestras acciones proclamen al mundo que sois verdaderos bahá'ís, pues son las acciones las que hablan al mundo y son la causa del progreso de la humanidad.
Si somos verdaderos bahá'ís la palabra no es necesaria. Nuestras acciones ayudarán al mundo, difundirán la civilización, ayudarán al progreso de la ciencia y permitirán el desarrollo de las artes. Sin acción no puede llevarse a cabo nada en el mundo material, ni las palabras por sí solas pueden hacer que el ser humano progrese en el Reino espiritual. No sólo a través de la expresión han alcanzado la santidad los elegidos de Dios, sino que por sus pacientes vidas de servicio activo han difundido la luz en el mundo.
Por consiguiente, esforzaos para que vuestras acciones sean a diario hermosas oraciones. Volveos hacia Dios, y procurad hacer siempre aquello que es justo y noble. ¡Ayudad al pobre, levantad al caído, confortad al afligido, procurad remedio al enfermo, tranquilizad al temeroso, librad al oprimido, brindad esperanza al desesperado, y albergue al desamparado!
Éste es el trabajo del verdadero bahá'í, y esto es lo que se espera de él. Si nos esforzamos por hacer todo esto, entonces podremos considerarnos verdaderos bahá'ís, pero si no lo hacemos, no seremos seguidores de la Luz, y no tendremos derecho al nombre.
Dios, Quien ve todos los corazones, sabe hasta qué punto nuestras vidas son el cumplimiento de nuestras palabras.






27

EL VERDADERO SIGNIFICADO DEL
BAUTISMO CON AGUA Y FUEGO

9 de noviembre


En el Evangelio según San Juan, Cristo ha dicho: "A menos que el ser humano nazca del agua y del Espíritu, no podrá entrar en el Reino de los Cielos."1 Los sacerdotes han interpretado esto en el sentido de que el bautismo es necesario para la salvación. En otra parte del Evangelio se dice: "Él os bautizará con Espíritu Santo y con fuego."2
¡Y así, el agua del bautismo y el fuego son una misma cosa! Ello no puede significar que el "agua" de la cual se habla sea agua física, por cuanto es el opuesto directo de "fuego", y una destruye al otro. Cuando en los Evangelios Cristo habla de "agua" se refiere a aquel agua que es causa de vida, pues sin agua ninguna criatura en el mundo puede vivir; los minerales, los vegetales, los animales y el ser humano, todos dependen del agua para su misma existencia. Los últimos descubrimientos científicos nos demuestran que incluso los minerales poseen alguna forma de vida, y que también necesitan agua para su existencia.
El agua es la fuente de vida, y cuando Cristo habla de agua, simboliza aquello que es la causa de la Vida Sempiterna.
Este agua de vida a la cual Él se refiere es como el fuego, por cuanto éste no es más que el Amor de Dios, y este amor significa vida para nuestras almas.
Con el fuego del Amor de Dios se quema el velo que nos separa de las Realidades Celestiales, y así con una visión clara estaremos capacitados para esforzarnos en nuestro camino hacia lo alto, progresando constantemente en los senderos de la virtud y la santidad y convirtiéndonos en los instrumentos de luz para el mundo.
¡No hay nada más grande ni más sagrado que el Amor de Dios! Da salud al enfermo, bálsamo al herido, alegría y consuelo al mundo entero, y sólo a través de él puede el ser humano alcanzar la Vida Sempiterna. La esencia de todas las religiones y el fundamento de todas las enseñanzas sagradas es el Amor de Dios.
Fue el Amor de Dios el que guió a Abraham, a Isaac y Jacob, el que fortaleció a José en Egipto y concedió a Moisés valor y paciencia.
Por medio del Amor de Dios, Cristo fue enviado al mundo con su inspirador ejemplo de una vida perfecta de autosacrificio y devoción, trayendo a todo el mundo el mensaje de la Vida Sempiterna. Fue el Amor de Dios el que otorgó a Mu¥ammad el poder de conducir a los árabes desde el estado de degradación animal en que se hallaban hacia una existencia más elevada.
El Amor de Dios sustentó al Báb y le condujo a su sacrificio supremo, haciendo de su seno la diana anhelante de miles de balas.
Por último, fue el Amor de Dios el que trajo a Bahá'u'lláh a Oriente, y el que ahora está extendiendo la luz de sus enseñanzas hasta los confines de Occidente, y de polo a polo.
Por tanto, os exhorto a cada uno de vosotros a que, comprendiendo su poder y belleza, sacrifiquéis todos vuestros pensamientos, vuestras palabras y acciones para llevar el conocimiento del Amor de Dios a todos los corazones.







28

DISCURSO EN "LA ALIANZA ESPIRITUALISTA"

Sala del Ateneo; St. Germain
9 de noviembre


Deseo expresaros mi gratitud por vuestra hospitalidad, y mi alegría al veros inclinados a lo espiritual. Me siento feliz de encontrarme en una reunión como ésta, congregados para escuchar un Mensaje Divino. Si pudieseis ver con el ojo de la verdad, contemplaríais grandes ondas de espiritualidad en este lugar. El poder del Espíritu Santo está aquí para todos. ¡Alabad a Dios por haber inspirado vuestros corazones con el divino fervor! Vuestras almas son como las olas en el mar del espíritu; aunque cada individuo es una ola diferente, el océano es uno solo, todos estamos unidos en Dios.
Todos los corazones deberían irradiar unidad, para que la Luz del único Manantial Divino de todas las cosas pueda resplandecer con gran luminosidad. No debemos considerar las olas por separado, sino el mar como un todo. Deberíamos elevarnos de lo individual a la totalidad. El espíritu es como un gran océano y sus olas son las almas de los seres humanos.
Se nos ha dicho en las Sagradas Escrituras que la Nueva Jerusalén aparecerá sobre la tierra. Ahora bien, es evidente que esta ciudad celestial no será construida con piedra y argamasa, ni levantada con las manos, sino que será eterna en los Cielos.
Éste es un símbolo profético, que significa un nuevo advenimiento de las Enseñanzas Divinas para iluminar los corazones de las personas. Hace ya mucho tiempo que la Guía Sagrada no ha conducido las vidas de la humanidad. Pero ahora, al fin, la Ciudad Santa de la Nueva Jerusalén ha vuelto nuevamente al mundo, ha aparecido una vez más bajo el cielo de Oriente; de los horizontes de Persia ha surgido la refulgencia que iluminará el mundo entero. Observamos en estos días el cumplimiento de la Divina Profecía. Jerusalén ha desaparecido. La ciudad celestial que fue destruida, ahora es reconstruida; fue arrasada hasta sus cimientos, pero ahora sus muros y pináculos han sido restaurados, y se yerguen en lo alto con renovada y gloriosa belleza.
En el mundo occidental, la prosperidad material ha triunfado, mientras que en Oriente ha brillado el sol espiritual.
Siento mucha alegría al ver una asamblea como ésta en París, donde el progreso espiritual y material están unidos en armonía.
El ser humano -el verdadero ser humano- es alma, no cuerpo; aunque físicamente pertenece al reino animal, sin embargo su alma lo eleva por encima del resto de la creación. Observad cómo la luz del sol ilumina el mundo de la materia; de la misma manera la Luz Divina derrama sus rayos sobre el reino del alma. ¡El alma es lo que hace de las criaturas humanas una entidad celestial!
Por el poder del Espíritu Santo, actuando a través de su alma, el ser humano es capaz de percibir la realidad Divina de las cosas. Todas las grandes obras de arte y de la ciencia son testigos de este poder del Espíritu.
Este mismo Espíritu otorga la Vida Sempiterna.
Tan sólo aquellos que sean bautizados por el Espíritu Divino, estarán capacitados para atraer a todos los pueblos a la alianza de la unidad. Es por medio del poder del Espíritu, que el mundo oriental de los pensamientos espirituales puede amalgamarse con el mundo occidental de la acción, para que el mundo de la materia pueda transformarse en divino.
De ello se deduce, que todos aquellos que trabajan para el Designio Supremo, son soldados del ejército del Espíritu.
La luz del mundo celestial lucha contra el mundo de las sombras y de la falsedad. Los rayos del Sol de la Verdad dispersan la oscuridad de la superstición y de las interpretaciones erróneas.
¡Vosotros pertenecéis al Espíritu! A vosotros que buscáis la verdad, ¡la Revelación de Bahá'u'lláh os traerá una gran alegría! Esta doctrina es del Espíritu, en ella no existe ningún precepto que no sea del Espíritu Divino.
El Espíritu no puede ser percibido con los sentidos materiales del cuerpo físico, excepto cuando se manifiesta en acciones y signos externos. El cuerpo humano es visible, el alma es invisible. No obstante, es el alma la que dirige las facultades del ser humano, la que gobierna su existencia.
El alma tiene dos facultades esenciales: a) Así como las circunstancias exteriores son transmitidas al alma por los ojos, los oídos y el cerebro del ser humano, así también el alma comunica sus deseos y propósitos a través del cerebro a las manos y a la lengua del cuerpo físico, utilizando a éstos como un medio de expresión. El espíritu en el alma es la esencia misma de la vida. b) La segunda facultad del alma se expresa en el mundo de la visión, donde el alma, animada por el espíritu, tiene su existencia y funciona sin la ayuda de los sentidos materiales del cuerpo. Allí, en el reino de la visión, el alma ve sin la ayuda del ojo físico, oye sin la mediación del oído material, y viaja sin depender del movimiento físico. Resulta claro, por consiguiente, que el espíritu en el alma del ser humano puede funcionar a través del cuerpo físico, empleando los órganos de los sentidos, pudiendo también vivir y actuar sin su ayuda en el mundo de la visión. Ello prueba, sin duda alguna, la superioridad del alma sobre el cuerpo, la superioridad del espíritu sobre la materia.
Por ejemplo, observad esta lámpara: ¿no es acaso su luz superior a la lámpara que la sostiene? No obstante lo hermosa que pueda ser la forma de la lámpara, si no tiene luz no cumple su propósito, no tiene vida, es una cosa muerta. La lámpara necesita de la luz, pero la luz no necesita de la lámpara.
El espíritu no necesita un cuerpo, pero el cuerpo necesita del espíritu, de lo contrario no puede vivir. El alma puede vivir sin un cuerpo, pero el cuerpo sin un alma muere.
Si una persona pierde la vista, el oído, una mano o un pie, vivirá si su alma aún permanece en el cuerpo, y puede manifestar las divinas virtudes. Por el contrario, sin espíritu, le sería imposible existir incluso a un cuerpo perfecto.
El poder más grande del Espíritu Santo existe en las Divinas Manifestaciones de la Verdad. A través del poder del Espíritu, la Enseñanza Celestial ha sido concedida al Mundo de la Humanidad. Por medio del poder del Espíritu, la vida sempiterna ha alcanzado a toda la raza humana. Mediante el poder del Espíritu, la Gloria Divina ha resplandecido desde Oriente a Occidente, y a través del poder del mismo Espíritu, se harán manifiestas las divinas virtudes de la humanidad.
Nuestros mayores esfuerzos deben estar dirigidos hacia el desprendimiento de las cosas del mundo; debemos luchar por ser más espirituales, más luminosos, por seguir el consejo de las Enseñanzas Divinas, por servir a la causa de la unidad y de la verdadera igualdad, por ser generosos, por reflejar el amor del Altísimo sobre todos los seres humanos, para que la luz del Espíritu se manifieste en todos nuestros actos, con el fin de que toda la humanidad se una, que el turbulento mar del mundo se calme, y que las rugientes olas desaparezcan de la superficie del océano de la vida, y esté por siempre tranquilo y apacible. Entonces la humanidad verá la Nueva Jerusalén, entrará a través de sus puertas y recibirá la Munificencia Divina.
Agradezco a Dios que me haya permitido estar entre vosotros esta tarde, y os doy las gracias por vuestra sensibilidad espiritual.
Ruego para que podáis crecer en fervor divino, y que el poder de la unidad en el Espíritu aumente, a fin de que se cumplan las profecías, y que en este gran siglo de la Luz de Dios puedan ocurrir todas las buenas nuevas a que hacen referencia los Libros Sagrados. Éste es el tiempo glorioso del que el Señor Jesucristo habló cuando nos dijo que oráramos: "Venga a nosotros tu Reino, hágase tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo." Espero que ésta sea también vuestra esperanza y vuestro gran deseo.
¡Estamos unidos en el mismo propósito y la misma esperanza, de que todos seamos como uno solo y que cada corazón sea iluminado por el Amor de nuestro Padre Divino, Dios!
¡Que todas nuestras acciones sean espirituales, y que todos nuestros intereses y afectos se concentren en el Reino de Gloria!







29

LA EVOLUCIÓN DEL ESPÍRITU

Rue Greuze 15
10 de noviembre


Dijo ‘Abdu'l-Bahá:
Esta noche os hablaré de la evolución o el progreso del espíritu.
En la naturaleza, el reposo absoluto no existe. Todas las cosas progresan o retroceden. Todo se mueve hacia adelante o hacia atrás, nada existe sin movimiento. Desde su nacimiento, un ser humano progresa físicamente hasta alcanzar la madurez y, entonces, habiendo llegado a la plenitud de su vida, comienza a declinar; la fuerza y el poder de su cuerpo van decreciendo hasta llegar gradualmente a la hora de la muerte. Del mismo modo, una planta progresa desde la semilla hasta su madurez, luego su vida comienza a declinar hasta que se marchita y muere. Un pájaro se remonta a una cierta altura y, habiendo alcanzado en su vuelo el punto más alto posible, comienza su descenso a la tierra.
Así pues, es evidente que el movimiento es esencial a toda existencia. Todas las cosas materiales progresan hasta cierto punto, luego comienzan a declinar. Ésta es la ley que gobierna a toda la creación física.
Consideremos ahora el alma. Hemos visto que el movimiento es esencial a la existencia; nada que tenga vida permanece inmóvil. Toda la creación, ya sea del reino mineral, del vegetal, o del animal, está compelida a obedecer la ley del movimiento: debe ascender, o bien descender. Pero en el caso del alma humana, no existe declive. Su único movimiento es hacia la perfección; sólo el crecimiento y el progreso constituyen el movimiento del alma.
La perfección divina es infinita, por lo cual el progreso del alma es también infinito. Desde el mismo nacimiento del ser humano, el alma progresa, la inteligencia crece y el conocimiento aumenta. Cuando el cuerpo muere, el alma sobrevive. ¡Todos los diferentes grados de los seres físicos tienen límite, pero el alma es ilimitada!
En todas las religiones existe la creencia de que, a la muerte del cuerpo, el alma sobrevive. Se hacen oraciones para las personas queridas fallecidas, oraciones para su progreso y para el perdón de sus pecados. Si el alma pereciera con el cuerpo, todo esto no tendría significado alguno. Además, si al alma no le fuese posible avanzar hacia la perfección tras haber sido liberada del cuerpo, ¿para qué servirían todas estas oraciones de amor y devoción?
Leemos en las sagradas escrituras que "todas las buenas obras se vuelven a encontrar."1 Ahora bien, si el alma no sobreviviese, esto no tendría ningún significado.
El mismo hecho de que nuestro instinto espiritual, que con seguridad no nos ha sido dado en vano, nos impulse a orar por el bienestar de aquellos a quienes amamos, que se han alejado del mundo material, ¿no es un testimonio de la continuidad de su existencia?
En el mundo del espíritu el retroceso no existe. El mundo de la mortalidad es un mundo de contradicciones, de opuestos; siendo que el movimiento es obligatorio, todo debe ir hacia adelante, o bien retroceder. En el reino del espíritu no hay retroceso posible, todo el movimiento tiende hacia un estado perfecto. "Progreso" es la expresión del espíritu en el mundo de la materia. La inteligencia del ser humano, su poder de raciocinio, su conocimiento, sus logros científicos, al ser todos ellos manifestaciones del espíritu, participan de la ley inevitable del progreso espiritual y, por consiguiente, son necesariamente inmortales.
Mi esperanza es que vosotros progreséis en el mundo del espíritu, como también en el mundo de la materia, que vuestra inteligencia se desarrolle, que vuestro conocimiento aumente, y que vuestro entendimiento se amplíe.
Debéis avanzar siempre, nunca deteneros; evitad el estancamiento, el primer paso hacia el movimiento retrógrado, hacia la decadencia.
La creación física, en su totalidad, es perecedera. Estos cuerpos materiales están compuestos de átomos; cuando estos átomos comienzan a separarse, se produce la descomposición, y entonces sobreviene lo que llamamos muerte. Esta composición de átomos, que constituye el cuerpo o elemento mortal de todo ser creado, es temporal. Cuando el poder de atracción que mantiene unidos a estos átomos cesa de actuar, el cuerpo como tal deja de existir.
Con el alma ocurre algo diferente. El alma no es una combinación de elementos, no se compone de muchos átomos, sino de una sustancia indivisible y, por consiguiente, eterna. Está completamente fuera del orden de la creación física. ¡Es inmortal!
La filosofía científica ha demostrado que un elemento simple ("simple", en el sentido de "no compuesto") es indestructible, eterno. El alma, al no ser una composición de elementos es, por naturaleza, un elemento simple y, por consiguiente, no puede dejar de existir.
Siendo una sustancia indivisible, el alma no puede sufrir desintegración, ni destrucción, por lo que no hay razón para que sobrevenga su fin. Todas las cosas vivientes expresan los signos de su existencia, por lo que estos signos no podrían existir por sí mismos, si aquello que ellos expresan o testifican no existiera. Por supuesto, una cosa que no existe no puede mostrar signos de su existencia. Los múltiples signos de la existencia del espíritu están siempre ante nosotros.
Las huellas del Espíritu de Jesucristo, la influencia de sus Enseñanzas Divinas, están hoy presentes con nosotros, y lo estarán eternamente.
Estamos de acuerdo en que una cosa no existente no puede manifestarse por sus signos. Para poder escribir debe existir una persona, pues alguien no existente no puede escribir. La escritura es, en sí misma, un signo del alma y la inteligencia del escritor. Las Sagradas Escrituras (siempre con las mismas Enseñanzas) prueban la continuidad del espíritu.
Considerad el propósito de la creación: ¿es posible que todo haya sido creado para evolucionar y desarrollarse a través de incontables edades, con este exiguo propósito, unos pocos años de la vida de un ser humano sobre la tierra? ¿No es impensable que éste pudiera llegar a ser el propósito final de la existencia?
El mineral evoluciona hasta que es absorbido en la vida de la planta; la planta progresa hasta que finalmente pierde su vida en la del animal; el animal, a su vez, formando parte del alimento del ser humano, es absorbido en la vida humana.
Por ello el ser humano demuestra ser la suma de toda la creación, el ser superior entre las criaturas vivientes, la meta hacia la cual han progresado incontables edades de existencia.
En el mejor de los casos, todo lo que un individuo vive en este mundo son noventa años, ¡un corto tiempo, por cierto!
¿Cesa de existir el ser humano cuando abandona su cuerpo? ¡Si su vida finaliza, entonces, toda su anterior evolución ha sido en vano, todo ha sido para nada! ¿Puede alguien imaginar que la Creación no tiene mayor propósito que éste?
El alma es eterna, inmortal.
Los materialistas dicen: "¿Dónde está el alma? ¿Qué es? No podemos verla, ni podemos tocarla."
Esto es lo que debemos contestarle: por mucho que pueda progresar el mineral, nunca podrá comprender al mundo vegetal. Ahora bien, ¡la falta de tal comprensión no prueba la inexistencia de la planta!
Por muy elevado que sea el grado de evolución que alcance la planta, está incapacitada para comprender el mundo animal; pero ¡esta ignorancia no es prueba de que el animal no exista!
El animal, por más desarrollado que se encuentre, no puede imaginar la inteligencia del ser humano, ni puede comprender la naturaleza de su alma. Pero, una vez más, ello no prueba que el ser humano carezca de intelecto, o de alma. Sólo demuestra que una determinada forma de existencia es incapaz de comprender a una forma superior a sí misma.
Esta flor puede ser inconsciente de la existencia de un ser como el ser humano, pero el hecho de su ignorancia no impide la existencia de la humanidad.
De igual modo, si los materialistas no creen en la existencia del alma, su incredulidad no prueba que no exista un reino tal como el mundo del espíritu. La misma existencia de la inteligencia del ser humano prueba su inmortalidad; además, la oscuridad justifica la presencia de la luz, pues sin luz no habría sombras. La pobreza demuestra la existencia de la riqueza pues, sin riqueza, ¿cómo podríamos medir la pobreza? La ignorancia prueba que el conocimiento existe, pues sin conocimiento, ¿cómo podría existir la ignorancia?
Por consiguiente, la idea de la mortalidad presupone la existencia de la inmortalidad, pues si no existiese la Vida Eterna, ¡no sería posible medir la vida de este mundo!
Si el espíritu no fuese inmortal, ¿cómo podrían las Manifestaciones de Dios soportar pruebas tan terribles?
¿Por qué Jesucristo sufrió la horrible muerte en la cruz?
¿Por qué Mu¥ammad soportó las persecuciones?
¿Por qué el Báb consumó el supremo sacrificio, y por qué Bahá'u'lláh pasó tantos años de Su vida en prisión?
¿Por qué habrían de existir todos estos sufrimientos sino para probar la vida sempiterna del espíritu?
Cristo sufrió; Él aceptó todas las pruebas por la inmortalidad de Su espíritu. Si alguien reflexiona podrá comprender el significado espiritual de la ley del progreso, de cómo todo se mueve desde el grado inferior al grado superior.
Sólo un individuo sin inteligencia, después de considerar estas cosas, puede imaginar que el gran plan de la creación pudiera repentinamente dejar de progresar, y que la evolución pudiera llegar a tan incongruente final.
Los materialistas que razonan de este modo y sostienen que estamos incapacitados para ver el mundo del espíritu o para percibir las bendiciones de Dios, son indudablemente como los animales que no tienen entendimiento; tienen ojos y no ven, tienen oídos pero no oyen. Y esta falta de visión y de audición no es más que una prueba de su propia inferioridad; acerca de ellos leemos en el Qur'án: "Son seres ciegos y sordos al Espíritu." Ellos no emplean ese gran don de Dios, el poder del entendimiento, por medio del cual podrían ver con los ojos del espíritu, oír con los oídos espirituales, y además comprender con un corazón divinamente iluminado.
La incapacidad de la mente materialista de captar la idea de la Vida Eterna, no es prueba de la no existencia de esa vida.
¡La comprensión de esa otra vida depende de nuestro nacimiento espiritual!
Oro por vosotros para que vuestras facultades y vuestras aspiraciones espirituales crezcan cada día, y para que nunca permitáis que los sentidos materiales oculten a vuestros ojos los esplendores de la Iluminación Celestial.







30

LOS ANHELOS Y LAS ORACIONES
DE ‘ABDU'L-BAHÁ

15 de noviembre


Dijo ‘Abdu'l-Bahá:
Sois todos bienvenidos, y os amo mucho a todos.
Día y noche ruego al cielo para que os fortalezca y que todos y cada uno de vosotros podáis participar de las bendiciones de Bahá'u'lláh, y que entréis en el Reino.
Suplico que os convirtáis en seres nuevos, iluminados con la Luz divina como lámparas brillantes, y que de uno a otro extremo de Europa pueda difundirse el conocimiento del amor de Dios.
Ojalá que este amor infinito colme vuestros corazones y vuestras mentes, de forma que la melancolía no pueda encontrar lugar en ellos, y con corazones alegres os elevéis como pájaros hacia el Resplandor Divino.
Ojalá que vuestros corazones se vuelvan claros y puros como bruñidos espejos, en los que pueda reflejarse la gloria plena del Sol de la Verdad.
Ojalá que vuestros ojos se abran para ver los signos del Reino de Dios, y que vuestros oídos se destapen para oír con entendimiento perfecto la Proclamación Celestial que resuena entre vosotros.
Ojalá que vuestras almas reciban ayuda y consuelo, y así fortalecidas, puedan estar capacitadas para vivir de acuerdo con las enseñanzas de Bahá'u'lláh.
Ruego por todos y cada uno de vosotros para que seáis como llamas de amor en el mundo, y que el resplandor de vuestra luz y el calor de vuestro afecto, alcancen el corazón de todos los tristes y afligidos hijos de Dios.
Ojalá que seáis como estrellas brillantes, radiantes y eternamente luminosas en el Reino.
Os aconsejo que estudiéis con empeño las enseñanzas de Bahá'u'lláh, para que, con la ayuda de Dios, os convirtáis en bahá'ís de palabra y de acción.







31

CONCERNIENTE AL CUERPO, AL ALMA
Y AL ESPÍRITU

Av. de Camoëns 4
Viernes por la mañana, 17 de noviembre


En el mundo de la humanidad existen tres grados: los del cuerpo, el alma y el espíritu.
El cuerpo es el grado físico o animal del ser humano. Desde el punto de vista del cuerpo, el ser humano participa del reino animal. Los cuerpos, tanto de las personas como de los animales, se componen de elementos que se mantienen unidos por la ley de atracción.
Como el animal, el ser humano posee las facultades de los sentidos, está sometido al calor, al frío, al hambre, a la sed, etc.; pero a diferencia del animal, la persona posee un alma racional, la inteligencia humana.
Esta inteligencia humana es la intermediaria entre su cuerpo y su espíritu.
Cuando el individuo permite que el espíritu, a través de su alma, ilumine su entendimiento, entonces abarca toda la Creación; pues al ser la culminación de todo lo anterior y, por consiguiente, superior a todas las anteriores evoluciones, el ser humano contiene dentro de sí mismo la totalidad del mundo inferior. Iluminado por el espíritu, a través de la mediación del alma, la inteligencia radiante del ser humano lo convierte en el punto culminante de la Creación.
Pero, por otra parte, cuando una persona no abre su corazón y su entendimiento a la bendición del espíritu, sino que vuelve su alma hacia las cosas materiales, hacia la parte corpórea de su naturaleza, entonces cae de su elevada posición y llega a un estado inferior al de los seres del reino animal. ¡En este caso el individuo desciende a una lamentable condición! Pues si las cualidades espirituales del alma, abiertas al hálito del Divino Espíritu, nunca se emplean, se atrofian, se debilitan y, finalmente, se inutilizan; mientras que si sólo se ejercitan las cualidades materiales del alma, éstas alcanzan un poder terrible, y ese individuo infeliz y extraviado se vuelve más salvaje, más injusto, más vil, más cruel, más malvado que los mismos animales inferiores. Estando sus aspiraciones y deseos fortalecidos por el lado más bajo de la naturaleza de su alma, se hace cada vez más brutal, hasta que todo su ser no es en modo alguno superior al de las bestias que perecen. Tales personas son las que planean hacer el mal, dañar y destruir; carecen en absoluto de espíritu de compasión Divina, pues la cualidad celestial del alma ha sido dominada por la material. Si, por el contrario, la naturaleza espiritual del alma ha sido fortalecida hasta el punto de someter bajo su dominio al lado material, entonces el ser humano se aproxima a lo Divino; su condición humana se glorifica y las virtudes de la Asamblea Celestial se manifiestan en él; irradia la Misericordia de Dios, y estimula el progreso espiritual de la humanidad, por cuanto se convierte en una lámpara que ilumina su camino.
Vosotros comprendéis cómo el alma es la intermediaria entre el cuerpo y el espíritu. Del mismo modo este árbol1 es el intermediario entre la semilla y el fruto. Cuando el fruto aparece en el árbol y alcanza la madurez, entonces sabemos que el árbol es perfecto; si el árbol no produjera fruto su crecimiento sería inútil, y no cumpliría su propósito.
Cuando el alma posee la vida del espíritu, entonces produce buenos frutos y se convierte en un árbol divino. Deseo que tratéis de comprender este ejemplo. Espero que la inmensa bondad de Dios os fortalezca a tal punto que la cualidad celestial de vuestra alma, la que la pone en contacto con el espíritu, domine por siempre el lado material, gobernando tan enteramente los sentidos, que vuestra alma se aproxime a las perfecciones del Reino Celestial. Que vuestros rostros, constantemente dirigidos hacia la Luz Divina, se tornen tan luminosos que todos vuestros pensamientos, vuestras palabras y acciones brillen con el Esplendor Espiritual, dominando vuestras almas, para que en las reuniones del mundo demostréis la perfección de vuestras vidas.
Las vidas de algunas personas están ocupadas tan sólo con las cosas de este mundo; sus mentes están tan circunscritas a las formas exteriores y los intereses tradicionales, que están ciegas a cualquier otro reino de existencia, al significado espiritual de todas las cosas. Ellas piensan y sueñan con la fama terrenal, con el progreso material. Los deleites sensuales y el confort que les rodean limitan su horizonte, y sus más elevadas ambiciones se centran en el éxito de las condiciones y circunstancias mundanas. No refrenan sus bajas inclinaciones; comen, beben y duermen. Como los animales, no conciben otro pensamiento más allá de su propio bienestar físico. Es verdad que estas necesidades deben ser atendidas. La vida es una carga que debemos sobrellevar mientras estamos en la tierra, pero el cuidado de las cosas inferiores de la vida no debería monopolizar todos los pensamientos y aspiraciones del ser humano. Las ambiciones del corazón deberían elevarse hacia una meta más gloriosa, y la actividad mental debería ascender a niveles superiores. Todas las personas deberían tener en su alma la visión de la perfección celestial, y preparar en ella la morada de la inextinguible munificencia del Espíritu Divino.
¡Que vuestra ambición sea la realización en la tierra de una civilización celestial! Yo pido para vosotros la suprema bendición, que os colméis con la vitalidad del Espíritu Celestial, para que seáis la causa de la vida en el mundo.







32

LOS BAHÁ'ÍS DEBEN TRABAJAR CON TODO SU CORAZÓN Y SU ALMA PARA LOGRAR UNA
MEJOR CONDICIÓN DEL MUNDO

19 de noviembre


Qué alegría se siente al ver una reunión como ésta, pues se trata, en verdad, de una reunión de "seres celestiales".
Estamos todos unidos en un único propósito divino; nuestros motivos no son materiales, y nuestro más caro deseo es difundir el Amor de Dios a través de todo el mundo.
Trabajamos y oramos por la unidad de la humanidad, para que todas las razas de la tierra se conviertan en una sola raza, que todos los países sean un solo país, y que todos los corazones puedan palpitar como un solo corazón, trabajando juntos por una unidad y hermandad perfectas.
Alabado sea Dios, pues nuestros esfuerzos son sinceros y nuestros corazones están vueltos hacia el Reino. Nuestro mayor deseo es que la verdad pueda ser establecida en el mundo, y con esta esperanza nos acercamos más unos a otros con amor y afecto. Todos y cada uno de vosotros estáis dispuestos, con todo vuestro corazón y libres de egoísmo, a sacrificar toda ambición personal por el gran ideal que todo el mundo persigue: amor fraternal, paz y unión entre los seres humanos.
No dudéis que Dios está con nosotros, a nuestra derecha y a nuestra izquierda, que día a día hará que nuestro número aumente y que nuestras reuniones crezcan en fuerza y utilidad.
Es mi mayor esperanza que podáis llegar a ser una bendición para los demás, que deis vista a los ciegos espirituales, que hagáis oír a los espiritualmente sordos, y deis vida a aquellos que yacen en el pecado.
Que ayudéis a los caídos en el materialismo a comprender que son criaturas divinas, y alentadlos a elevarse y a ser dignos de sus derechos de nacimiento; para que por vuestros esfuerzos el mundo de la humanidad se convierta en el Reino de Dios y de sus elegidos.
Agradezco a Dios que seamos como uno solo en este gran ideal, que mis anhelos sean también los vuestros y que trabajemos juntos en perfecta unidad.
Hoy vemos sobre la tierra el triste espectáculo de la guerra cruel. ¡El ser humano extermina a su hermano por ganancias egoístas y para aumentar su territorio! ¡Por esta innoble ambición el odio se ha posesionado de su corazón, y se continúa derramando cada vez más sangre!
¡Las batallas se suceden, los ejércitos aumentan, se envían más cañones, más rifles y más explosivos de toda clase, y la amargura y el odio aumentan día a día!
Pero esta asamblea, gracias a Dios, sólo anhela la paz y la unidad, y debe trabajar con todo su corazón y su alma para lograr una mejor condición en el mundo.
Vosotros que sois los siervos de Dios, luchad contra la opresión, el odio y la discordia, para que las guerras puedan cesar y las leyes de Dios, de paz y amor, sean establecidas entre los seres humanos.
¡Trabajad! Trabajad con todas vuestras fuerzas; difundid la Causa del Reino entre las gentes; enseñad a los presuntuosos a volverse humildemente hacia Dios, a los pecadores a no pecar más y, con alegre expectación, esperad la llegada del Reino.
Amad y obedeced a vuestro Padre Celestial, y descansad seguros de que la ayuda divina está con vosotros. ¡Verdaderamente os digo que vosotros conquistaréis el mundo!
¡Tan sólo tened fe, paciencia y valor; éste no es nada más que el comienzo, pero seguramente triunfaréis, pues Dios está con vosotros!







33

REFERENTE A LA CALUMNIA

Lunes, 20 de noviembre


Desde el comienzo del mundo hasta el presente, cada "Manifestación"1 enviada por Dios, ha sido combatida por una encarnación de los "Poderes de las Tinieblas".
Este tenebroso poder siempre se ha empeñado en extinguir la luz. La tiranía ha tratado constantemente de vencer a la justicia. La ignorancia ha procurado persistentemente aplastar el conocimiento bajo sus pies. Desde épocas remotas, éste ha sido el método del mundo material.
En el tiempo de Moisés, el faraón mismo trató de impedir que la Luz Mosaica se extendiera.
En los días de Cristo, Anás y Caifás sublevaron al pueblo judío en Su contra, y los eruditos doctores de Israel se unieron para resistir Su poder. Circularon contra Él toda clase de calumnias. Los escribas y fariseos conspiraron para hacer creer al pueblo que Él era un impostor, un apóstata y un blasfemo. Difundieron estas calumnias contra Cristo por todo el mundo oriental, y fueron los causantes de que se Le condenara a una muerte vergonzosa.
También en el caso de Mu¥ammad, los eruditos doctores de su día decidieron extinguir la luz de Su influencia. Por medio del poder de la espada trataron de impedir la difusión de Su enseñanza.
A pesar de todos sus esfuerzos, el Sol de la Verdad brilló desde el horizonte. En todos los casos, el ejército de la luz venció a los poderes de las tinieblas en el campo de batalla del mundo, y el esplendor de las Enseñanzas Divinas iluminó la tierra. Aquellos que aceptaron las Enseñanzas y trabajaron por la Causa de Dios, se transformaron en estrellas luminosas en el firmamento de la humanidad.
Ahora, en nuestros días, la historia se repite.
Aquellos que desearían mantener a las gentes en la creencia de que la religión es de su propiedad privada, una vez más dirigen sus esfuerzos contra el Sol de la Verdad; se resisten al Mandato de Dios; inventan calumnias al no tener argumentos ni pruebas contra Él. Atacan encubiertamente, sin atreverse a mostrarse a la luz del día.
Nuestros métodos son diferentes; nosotros no atacamos, ni calumniamos; no deseamos disputar con ellos; nosotros presentamos pruebas y argumentos; les invitamos a refutar nuestras declaraciones. Ellos no pueden responder, y en cambio escriben todo lo que se les ocurre contra el Divino Mensajero, Bahá'u'lláh.
¡No permitáis que vuestros corazones se apenen por estos escritos difamatorios! Obedeced las palabras de Bahá'u'lláh y no les respondáis. Más bien alegraos, pues hasta esas falsedades facilitarán la difusión de la verdad. Cuando esas calumnias aparecen, se hacen investigaciones y los que investigan son guiados hacia el conocimiento de la Fe.
Si alguien declarase: "En el cuarto contiguo hay una lámpara que no da luz", algunos de los oyentes podrían quedar satisfechos con esta declaración, pero una persona más inteligente entrará en el cuarto para investigar por sí misma y, he aquí, cuando encuentre la luz brillando resplandeciente en la lámpara conocerá la verdad.
Nuevamente, alguien exclama: "Allí hay un jardín en el que los árboles tienen las ramas rotas y no dan frutos, por lo que las hojas están secas y amarillas. En ese mismo jardín hay plantas de flor, sin flores, y rosales marchitos que se están secando. No entréis en ese jardín". Una persona justa, oyendo tales cosas sobre el jardín, no se sentirá satisfecha sin ver por sí misma si es cierto o no. Por consiguiente, entra en el jardín y, he aquí que lo halla bien cuidado; las ramas de los árboles son robustas y fuertes, cargadas a su vez de los frutos maduros más dulces, entre la exuberancia de hermosas hojas verdes. Las plantas de flor se encuentran radiantes con flores de variados tonos; los rosales están cubiertos con bellas y fragantes rosas y todo está pleno de verdor y muy bien cuidado. Cuando la gloria del jardín se despliega ante los ojos del individuo justo, él alaba a Dios pues, por las indignas calumnias, ha sido guiado a un lugar de tan maravillosa belleza.
Éste es el resultado de la obra de los difamadores: ser causa de guía para que las gentes descubran la verdad.
Sabemos que todas las falsedades que se difundieron acerca de Cristo y sus apóstoles y todos los libros escritos contra Él, sólo sirvieron para inducir a la gente a indagar sobre su doctrina; entonces, al haber visto la belleza e inhalado la fragancia, se internaron para siempre entre las rosas y los frutos de ese jardín celestial.
Por tanto os digo, difundid la Verdad Divina con todas vuestras fuerzas, para que la inteligencia de las personas pueda ser iluminada; ésta es la mejor respuesta para aquellos que difaman. No deseo hablar de esas personas, ni mucho menos decir algo malo sobre ellas; es solamente para haceros comprender que la difamación carece de importancia.
Las nubes pueden cubrir el sol pero, por muy densas que sean, sus rayos las traspasarán. Nada puede impedir que el resplandor del sol descienda para calentar y vivificar el Divino Jardín.
¡Nada puede impedir que la lluvia caiga del Cielo!
¡Nada puede impedir que se cumpla la Palabra de Dios!
Así pues, cuando veáis libros y periódicos escritos contra la Revelación, no os desesperéis, sino consolaos con la certeza de que por ellos la Causa cobrará fuerza.
¡Nadie arroja piedras a un árbol que no tiene frutos! ¡Nadie trata de extinguir una lámpara que no tiene luz!
Considerad los tiempos pasados. ¿Tuvieron algún efecto las calumnias del faraón? Afirmó que Moisés era un asesino, que había dado muerte a un hombre, y que merecía ser ejecutado. También declaró que Moisés y Aarón fomentaban la discordia y que trataban de destruir la religión de Egipto y que, por consiguiente, debían ser ejecutados. Las palabras del faraón fueron en vano. La luz de Moisés brilló. ¡El esplendor de la Ley de Dios ha circundado el mundo!
Cuando los fariseos dijeron de Cristo que Él había quebrantado el descanso del sábado, que había desafiado la Ley de Moisés, que había amenazado con destruir el Templo y la Ciudad Santa de Jerusalén, y que merecía ser crucificado, sabemos que todos estos ataques calumniosos no impidieron la difusión del Evangelio.
¡El Sol de Cristo brilló resplandeciente en el firmamento y el hálito del Espíritu Santo sopló sobre toda la tierra!
Y por eso os digo que ninguna calumnia puede prevalecer contra la Luz de Dios; ello sólo ayudará a que sea más universalmente reconocida. Si una Causa no tuviera importancia alguna, ¡quién se tomaría la molestia de trabajar contra ella!
Pero es bien sabido que cuanto más grande sea la causa, mayor será el número de enemigos que tratarán de derribarla. Cuanto más brillante sea la luz, más oscura será la sombra. Nuestra parte consiste en actuar en conformidad con la enseñanza de Bahá'u'lláh, con humildad y firme determinación.







34

NO PUEDEN EXISTIR FELICIDAD Y PROGRESO VERDADEROS SIN ESPIRITUALIDAD

21 de noviembre


La ferocidad y el salvajismo son propios de los animales, pero el ser humano debería demostrar cualidades de amor y afecto. Dios envió a todos sus Profetas a este mundo con un único propósito, el de sembrar en los corazones humanos amor y buena voluntad, y por esta gran aspiración ellos estuvieron dispuestos a sufrir y a ofrendar sus vidas. Todos los Libros Sagrados fueron escritos para guiar y dirigir a las gentes por los senderos del amor y la unidad; y, no obstante, a pesar de ello, tenemos ante nosotros el triste espectáculo de la guerra y del derramamiento de sangre.
Cuando hojeamos las páginas de la historia, pasada y presente, vemos la negra tierra enrojecida de sangre humana. Los seres humanos se matan unos a otros como lobos salvajes, y olvidan las leyes del amor y la tolerancia.
Ahora ha llegado esta época luminosa, trayendo consigo una maravillosa civilización y progreso material. El intelecto de la persona se ha ampliado, su percepción ha aumentado, pero lamentablemente, a pesar de todo ello, día a día continúa derramándose más sangre. Observad la actual guerra turco-italiana. ¡Considerad por un momento la suerte de esas infelices gentes! ¡Cuántos han muerto durante este triste tiempo! ¡Cuántos hogares en ruinas, cuántas viudas desoladas, cuántos niños huérfanos! ¿Y qué es lo que se va a ganar a cambio de tanta angustia y sufrimiento? ¡Sólo una pequeña porción de tierra!
Todo esto muestra que el progreso exclusivamente material no eleva al ser humano. Por el contrario, cuanto más inmerso se encuentre en el progreso material, mayor será su oscuridad espiritual.
En tiempos pasados el progreso en el plano material no era tan rápido, ni el derramamiento de sangre era tan abundante. En las guerras de la antigüedad no existían cañones, ni rifles, ni dinamita, ni bombas, ni torpederos, ni buques de guerra, ni submarinos. ¡Ahora, gracias a la civilización material, tenemos todos estos inventos, y la guerra va de mal en peor! Europa se ha convertido en un inmenso arsenal, lleno de explosivos, y que Dios nos guarde de que exploten, pues si esto llegase a suceder, el mundo entero se vería involucrado.
Deseo haceros comprender que el progreso material y el progreso espiritual son dos cosas completamente distintas, y que sólo si el desarrollo material marcha a la par del crecimiento espiritual, podrá alcanzarse un verdadero progreso, y hacer que reine en el mundo la Paz Más Grande. Si todas las personas siguieran los Sagrados Consejos y las Enseñanzas de los Profetas, si la Luz Divina brillara en todos los corazones y si fuesen realmente religiosas, muy pronto veríamos la paz sobre la tierra y el Reino de Dios entre los seres humanos. Las leyes de Dios pueden ser comparadas con el alma, y el progreso material con el cuerpo. Si el cuerpo no estuviese animado por el alma, cesaría de existir. Es mi más ferviente plegaria que la espiritualidad crezca y se desarrolle en el mundo, para que las costumbres sean iluminadas, y la paz y la concordia puedan ser establecidas.
La guerra y la rapiña con todas las crueldades que las acompañan, son una abominación hacia Dios, y traen consigo su propio castigo, pues el Dios de amor es también un Dios de justicia, y cada individuo inevitablemente debe cosechar lo que ha sembrado. Procuremos comprender los mandamientos del Altísimo y ordenemos nuestras vidas de acuerdo a como Él nos dirige. La verdadera felicidad depende del bien espiritual y de mantener el corazón siempre dispuesto para recibir la Munificencia Divina.
Si el corazón se aparta de las bendiciones que Dios ofrece, ¿cómo puede esperar la felicidad? Si no deposita su esperanza y su confianza en la Misericordia de Dios, ¿dónde podrá encontrar descanso? ¡Oh, confiad en Dios, pues Su Munificencia es eterna, y en Sus Bendiciones, porque son espléndidas! ¡Oh, depositad vuestra fe en el Todopoderoso, pues Él nunca os abandona y Sus bondades perduran eternamente! Su Sol brinda Luz continuamente, y las Nubes de Su Misericordia están colmadas con las aguas de la compasión, con las que refresca los corazones de todos aquellos que confían en Él. Su refrescante brisa siempre lleva en sus alas la curación para las abrasadas almas de los seres humanos. ¿Sería sabio alejarse de un Padre tan amoroso, Quien derrama sus bendiciones sobre nosotros, y escoger por el contrario ser esclavos de la materia?
Dios en Su infinita bondad nos ha exaltado a tan alto honor, y nos ha hecho los amos del mundo material. ¿Debemos, pues, convertirnos en esclavos de ese mundo? ¡No! Clamemos más bien por nuestro derecho de nacimiento, y esforcémonos por vivir la vida de las criaturas espirituales de Dios. El glorioso Sol de la Verdad se ha elevado nuevamente en Oriente. Desde el lejano horizonte de Persia su esplendor se ha extendido a lo largo y a lo ancho, dispersando los densos nubarrones de la superstición. La luz de la unidad de la humanidad ha comenzado a iluminar el mundo, y muy pronto el estandarte de la armonía Divina y de la solidaridad de las naciones será enarbolado muy alto en los cielos. ¡Sí, las brisas del Espíritu Santo inspirarán al mundo entero!
¡Oh pueblos y naciones! ¡Levantaos y trabajad, y sed felices! ¡Reuníos todos bajo la tienda de la unidad de la humanidad!







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PENAS Y SUFRIMIENTOS

22 de noviembre


En este mundo estamos influidos por dos sentimientos: alegría y pena.
¡La alegría nos da alas! Cuando estamos contentos nuestra fuerza es más vital, nuestra inteligencia más aguda y nuestro entendimiento menos nublado. Nos sentimos más capacitados para enfrentarnos con el mundo y para encontrar nuestra esfera de utilidad. Pero cuando la tristeza nos visita nos debilitamos, nuestro vigor nos abandona, nuestro entendimiento se nubla y nuestra inteligencia se vela. Las realidades de la vida parecen eludir nuestra comprensión, los ojos de nuestro espíritu no aciertan a descubrir los misterios sagrados, y nos convertimos en seres casi muertos.
No existe ser humano que no esté sometido a estas dos influencias; pero todos los sufrimientos y las penas que existen provienen del mundo material; el mundo espiritual sólo confiere alegría.
Si sufrimos, es el resultado de las cosas materiales, y todas las pruebas y desgracias provienen de este mundo de ilusión.
Por ejemplo, un comerciante puede perder su negocio, y la depresión le sobreviene. Un trabajador es despedido, y la miseria aparece ante él. Un labrador tiene una mala cosecha, y la ansiedad llena su mente. Una persona construye una casa, que es consumida por el fuego hasta los cimientos, y de inmediato se queda sin hogar, arruinada y desesperada.
Todos estos ejemplos son para demostraros que las pruebas que nos surgen a cada paso, todos nuestros sufrimientos, penas, vergüenzas y dolores, nacen del mundo de la materia; mientras que el Reino Espiritual nunca nos causa tristeza. El individuo que vive con sus pensamientos puestos en ese Reino conoce la felicidad perpetua. Los males que toda carne hereda también pasan por él, pero sólo tocan la superficie de su vida; en lo más profundo de su ser está en calma y sereno.
Hoy en día, la humanidad se encuentra agobiada con problemas, aflicción y sufrimientos; nadie puede escapar a ello. El mundo está empapado en lágrimas; pero, gracias a Dios, el remedio está a nuestro alcance. Apartemos nuestro corazón del mundo material y vivamos en el mundo espiritual. Sólo eso puede liberarnos. Si estamos rodeados por las dificultades sólo tenemos que implorar a Dios, y por su gran Misericordia, seremos ayudados.
Si el sufrimiento y la adversidad nos visitan, dirijamos nuestros rostros hacia el Reino, y el consuelo celestial nos será otorgado.
Si estamos enfermos o en desgracia, imploremos la curación de Dios, y Él responderá a nuestra súplica.
¡Cuando nuestros pensamientos estén ocupados con las amarguras de este mundo, dirijamos nuestra mirada hacia la dulzura de la compasión de Dios, y Él nos concederá calma celestial! ¡Si estamos encarcelados en el mundo material, nuestro espíritu podrá ascender a los Cielos, y seremos verdaderamente libres!
¡Cuando nuestros días se acerquen a su fin pensemos en los mundos eternos, y nos sentiremos plenos de alegría!
Vosotros veis a vuestro alrededor evidencias de lo inadecuado de las cosas materiales: cómo la alegría, el consuelo y la paz no se encuentran en las cosas transitorias de este mundo. ¿No es entonces una insensatez negarse a buscar esos tesoros donde pueden encontrarse? Las puertas del Reino Espiritual están abiertas para todos, y fuera reina la oscuridad absoluta.
Gracias a Dios que vosotros en esta reunión tenéis este conocimiento, pues en todas las penalidades de la vida obtendréis el supremo consuelo. Aunque vuestros días sobre la tierra están contados, vosotros sabéis que la vida eterna os aguarda. Si la ansiedad material os envuelve en una nube oscura, el esplendor espiritual alumbrará vuestro camino. Verdaderamente, aquellos cuya mente está iluminada por el Espíritu del Altísimo poseen el consuelo supremo.
Yo mismo estuve encarcelado durante cuarenta años; un solo año hubiese sido imposible de soportar. ¡Nadie sobrevivía a ese encarcelamiento más de un año! Pero, gracias a Dios, durante todos esos cuarenta años fui sumamente feliz. Cada día, al despertarme, era como si escuchase buenas nuevas, y cada noche sentía una infinita felicidad. La espiritualidad era mi consuelo y dirigirme a Dios, mi mayor dicha. Si no hubiera sido así, ¿pensáis que hubiera podido sobrevivir a esos cuarenta años en prisión?
Por ello, la espiritualidad es el más grande de los dones que recibimos de Dios, y "Vida Eterna" significa "Volverse hacia Dios." Ojalá que cada uno de vosotros pueda crecer diariamente en espiritualidad, que os fortalezcáis en toda bondad y que seáis ayudados cada vez más por el consuelo divino, liberados por el Espíritu Santo de Dios, y que el poder del Reino Celestial viva y actúe entre vosotros.
Éste es mi más ardiente deseo, y ruego a Dios que os conceda este favor.







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LAS VIRTUDES Y SENTIMIENTOS
HUMANOS PERFECTOS

23 de noviembre


Dijo ‘Abdu'l-Bahá:
Todos vosotros deberíais sentiros felices y agradecidos a Dios por el gran privilegio que os ha concedido.
Ésta es una reunión enteramente espiritual. Alabado sea Dios, vuestros corazones están vueltos hacia Él, vuestras almas son atraídas hacia el Reino, tenéis aspiraciones espirituales, y vuestros pensamientos se remontan sobre el mundo del polvo.
Pertenecéis al mundo de la pureza, y no os conformáis con vivir la vida de los animales, empleando vuestros días en comer, beber y dormir. ¡En verdad, sois humanos! Vuestros pensamientos y ambiciones están dispuestos para adquirir la perfección humana. Vivís para hacer el bien y llevar la felicidad a otros. Vuestro mayor anhelo es confortar a aquellos que sufren, fortalecer al débil, y llevar confianza al alma desesperada. Día y noche vuestros pensamientos se dirigen hacia el Reino, y vuestros corazones están plenos del Amor de Dios.
Por ello, no conocéis ni la aversión, ni la antipatía, ni el odio, por cuanto toda criatura viviente os es querida, y buscáis el bien de cada una.
Éstas son virtudes y sentimientos humanos perfectos. Si una persona no tiene ninguno de ellos, sería preferible que dejara de existir. Si una lámpara ha cesado de brindar luz, mejor sería destruirla. Si un árbol no produce fruto, debería ser derribado, pues sólo estorba en el suelo.
En verdad, es mil veces preferible para una persona morir que continuar viviendo sin virtud.
Tenemos ojos para ver pero, si no los usamos, ¿de qué nos sirve tenerlos? Tenemos oídos para oír pero, si somos sordos, ¿de qué nos sirve tenerlos?
Tenemos una lengua para alabar a Dios y proclamar las buenas nuevas pero, si permanecemos mudos, ¡cuán inútil es tenerla!
El Todoamoroso Dios creó al ser humano para que irradiara la Luz Divina e iluminase al mundo con sus palabras, sus acciones y su vida. Si no tiene virtud no será mejor que un simple animal, y una criatura carente de inteligencia es una cosa vil.
El Padre Celestial dio al ser humano el inapreciable don de la inteligencia, para que pudiera convertirse en una luz espiritual, penetrando la oscuridad de la materialidad, y llevando benevolencia y verdad al mundo. Si vosotros seguís con ahínco las enseñanzas de Bahá'u'lláh, sin duda os transformaréis en la luz del mundo, el consuelo y la ayuda de la humanidad, y la fuente de salvación para el universo entero. Esforzaos entonces, con alma y corazón, por seguir los preceptos de la Bendita Perfección, y podéis estar seguros que si lográis vivir la vida que Él os ha señalado, la vida eterna y la felicidad perpetua en el Reino Divino serán vuestras, y todos vuestros días os será enviado el sustento celestial para fortaleceros.
¡Es mi más sincera oración que cada uno de vosotros pueda alcanzar esta felicidad perfecta!







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LA CRUEL INDIFERENCIA DE LA GENTE HACIA
LOS SUFRIMIENTOS DE LAS RAZAS EXTRANJERAS

24 de noviembre


Dijo ‘Abdu'l-Bahá:
Me acaban de anunciar que ha ocurrido un terrible accidente en este país. Un tren ha caído al río y han muerto por lo menos veinte personas. Hoy éste será un tema de discusión en el Parlamento francés, y convocarán al Director de los Ferrocarriles del Estado para que informe. Le harán múltiples preguntas sobre las condiciones del ferrocarril y sobre las causas del accidente, y habrá una acalorada discusión. Estoy sumamente sorprendido y maravillado por el interés y excitación que se ha despertado por todo el país por la muerte de veinte personas, mientras que la gente permanece fría e indiferente ante el hecho de que miles de italianos, turcos y árabes sean asesinados en Trípoli. ¡El horror de este colosal exterminio no ha conmovido en absoluto al gobierno! Sin embargo, esas desgraciadas personas también son seres humanos.
¿Por qué se muestra tal interés y tan vehemente compasión hacia veinte individuos, mientras que para cinco mil personas no hay ninguna? Todos son seres humanos, todos pertenecen a la familia de la humanidad, aunque sean de otras tierras y otras razas. A los países no involucrados no les preocupa si estas gentes son hechas pedazos; esta gigantesca matanza no les afecta. ¡Qué injusto, qué cruel es esto, cuán absolutamente desprovisto de todo sentimiento bueno y verdadero! ¡Las gentes de esas otras tierras tienen hijos y esposas, madres, hijas y niños pequeños! Ahora en esos países es difícil que exista una casa ajena al amargo sonido del llanto, y apenas será posible hallar un hogar que no haya sido tocado por la cruel mano de la guerra.
¡Ay! Vemos por doquier qué cruel e injusto es el ser humano y cuán cargado de prejuicios, y qué lento es para creer en Dios y seguir sus mandatos.
Si estos pueblos se amaran y se ayudaran unos a otros en lugar de estar tan ansiosos de destruirse con la espada y el cañón, ¡cuánto más noble sería! ¡Cuánto mejor sería si vivieran como una bandada de palomas, en paz y armonía, en lugar de ser como los lobos y hacerse pedazos unos a otros!
¿Por qué el ser humano es tan duro de corazón? La razón es que aún no conoce a Dios. Si tuviese conocimiento de Dios, no podría obrar en directa oposición a sus leyes. Si tuviera aspiraciones espirituales, tal línea de conducta sería imposible. Si tan sólo se hubiesen creído, comprendido y obedecido las leyes y preceptos de los Profetas de Dios, las guerras no oscurecerían más la faz de la tierra.
Si el ser humano tuviese al menos algunos rudimentos de justicia, tal estado de cosas sería impensable.
Por consiguiente os digo, orad y volved vuestros rostros hacia Dios, para que Él, en su infinita compasión y misericordia, pueda ayudar y socorrer a esos seres extraviados. Orad para que Él les conceda entendimiento espiritual y les enseñe tolerancia y piedad, para que los ojos de sus mentes sean abiertos y puedan ser dotados con el don del espíritu. Entonces, la paz y el amor marcharán mano a mano a través de las naciones, y esos pobres e infelices pueblos podrán tener descanso.
Esforcémonos noche y día por contribuir al logro de mejores condiciones. Mi corazón está desgarrado por estos terribles sucesos y clama con fuerza. ¡Ojalá este grito llegue a otros corazones!
Entonces los ciegos verán, los muertos serán resucitados, y la Justicia vendrá y reinará sobre la tierra.
Os suplico que roguéis con toda vuestra alma y vuestro corazón para que esto pueda cumplirse.







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NO DEBEMOS DESALENTARNOS POR LA
PEQUEÑEZ DE NUESTRO NÚMERO

25 de noviembre


Cuando apareció Cristo Se manifestó en Jerusalén. Convocó a las personas al Reino de Dios, les invitó a la Vida Eterna, y les habló acerca de la adquisición de perfecciones humanas. La Luz de Guía fue derramada por aquella brillante Estrella, y al final entregó Su vida en sacrificio por la humanidad.
Durante toda Su bendita vida sufrió opresión e injusticia y, a pesar de todo, esta humanidad fue Su enemigo.
Le negaron, se burlaron de Él, Le maltrataron y maldijeron. No fue tratado como un hombre y, no obstante todo ello, fue la personificación de la piedad y de la suprema bondad y amor.
Amó a toda la humanidad, pero le trataron como a un enemigo, y fueron incapaces de comprenderle. No dieron valor a Sus palabras y no fueron iluminados por la llama de Su amor.
Más tarde se dieron cuenta de Quién se trataba; que Él era la Sagrada y Divina Luz, y que sus palabras contenían la Vida Eterna.
Su corazón rebosaba de amor hacia todo el mundo, su bondad estaba destinada a alcanzar a todos, y en cuanto comenzaron a darse cuenta de ello, se arrepintieron, pero Él ya había sido crucificado.
No fue sino muchos años después de su ascensión que supieron Quién había sido, pero en el tiempo de su ascensión Él tenía muy pocos discípulos; sólo un grupo relativamente pequeño de seguidores creyó en sus preceptos y siguió sus leyes. Los ignorantes dijeron: "¿Quién es este individuo? ¡Sólo tiene unos cuantos discípulos!" Pero aquellos que sabían dijeron: "Es el Sol que brillará en Oriente y en Occidente, es la Manifestación que dará vida al mundo."
Aquello que los primeros discípulos habían visto, el mundo lo comprendió mucho después.
Por consiguiente, vosotros que estáis en Europa, no os desalentéis porque seáis pocos o porque la gente crea que vuestra Causa carece de importancia. Si asisten pocas personas a vuestras reuniones no os descorazonéis, y si se os ridiculiza y se os contradice, no os aflijáis, pues los apóstoles de Cristo tuvieron que sufrir lo mismo. Ellos fueron ultrajados y perseguidos, maldecidos y maltratados, pero al final resultaron victoriosos y se reconoció que sus enemigos estaban equivocados.
Si la historia se repitiese y todas estas mismas cosas os ocurriesen, no estéis tristes, sino por el contrario, estad plenos de felicidad, y agradeced a Dios que hayáis sido llamados a sufrir, como los santos de la antigüedad sufrieron. Si se os enfrentan, sed amables; si os contradicen, sed firmes en vuestra fe; si os abandonan y se apartan de vosotros, buscadles y tratadles con bondad. No hagáis daño a nadie; orad por todos; procurad que vuestra luz brille en el mundo y dejad que vuestra enseña ondee en lo alto de los Cielos. El agradable perfume de vuestras nobles vidas penetrará por todas partes. La luz de la verdad encendida en vuestros corazones resplandecerá en el distante horizonte.
La indiferencia y el escarnio del mundo no importan en absoluto, mientras que vuestras vidas serán muy importantes.
Todos aquellos que buscan la verdad en el Reino Celestial brillan como las estrellas; son como árboles frutales cargados con el fruto escogido, como mares colmados de perlas preciosas.
Tan sólo tened fe en la Misericordia de Dios, y difundid la Verdad Divina.







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PALABRAS PRONUNCIADAS POR ‘ABDU'L-BAHÁ
EN LA IGLESIA DEL PASTOR WAGNER
(FOYER DE L'AME)

26 de noviembre


Me siento profundamente emocionado por las cariñosas palabras que me han sido dirigidas, y espero que día a día el amor verdadero y el afecto crezcan entre nosotros. Dios ha querido que el amor sea una fuerza vital en el mundo, y todos vosotros sabéis cómo me alegra hablar de amor.
A través de las edades los profetas de Dios han sido enviados al mundo para servir la causa de la verdad; Moisés trajo la ley de la verdad, y todos los profetas de Israel que Le sucedieron, trataron de difundirla.
Cuando vino Jesús encendió la antorcha de la verdad, y la llevó muy alto, para que iluminase al mundo entero. Después de Él vinieron sus apóstoles escogidos, y ellos viajaron en todas direcciones, llevando la luz de las enseñanzas de su Maestro al oscuro mundo, y cuando les llegó su turno pasaron a mejor vida.
Luego vino Mu¥ammad, Quien, en su tiempo y a su modo, difundió el conocimiento de la verdad entre gente salvaje; pues ésta siempre ha sido la misión de los elegidos de Dios.
Y, finalmente, cuando Bahá'u'lláh surgió en Persia, Su más ardiente deseo fue reavivar la débil luz de la verdad en todas las naciones. Todos los santos de Dios han luchado con toda su alma y todo su corazón por difundir la luz del amor y la unidad a través del mundo, para que la oscuridad del materialismo pueda desaparecer, y la luz de la espiritualidad pueda brillar entre todos los seres humanos. Entonces desaparecerían el odio, la calumnia y el crimen, reinando en su lugar el amor, la unidad y la paz.
Todas las Manifestaciones de Dios vinieron con el mismo propósito, y todas han procurado guiar a los seres humanos por los senderos de la virtud. No obstante, nosotros, sus siervos, continuamos luchando entre nosotros. ¿Por qué ocurre esto? ¿Por qué no nos amamos unos a otros y vivimos en unidad?
Ello es debido a que hemos cerrado nuestros ojos al principio fundamental de todas las religiones, que Dios es uno, que Él es el Padre de todos nosotros, que todos estamos inmersos en el océano de Su misericordia, y amparados y protegidos por Su amoroso cuidado.
El glorioso Sol de la Verdad brilla para todos por igual, las aguas de la Divina Misericordia sumergen a todos, y Sus divinos favores son otorgados a todos Sus hijos.
Este Dios amoroso desea la paz para todas sus criaturas, ¿por qué, entonces, malgastan su tiempo en guerras?
Él ama y protege a todos Sus hijos, ¿por qué se olvidan de Él?
Él nos confiere Su paternal cuidado, ¿por qué abandonamos a nuestros hermanos?
Seguramente, si nos diéramos cuenta de cómo Dios nos ama y cuida de nosotros, ordenaríamos nuestra vida para asemejarnos a Él.
Dios nos ha creado a todos, a cada uno de nosotros, ¿por qué actuamos contrariamente a Sus deseos, cuando todos somos Sus hijos y amamos al mismo Padre? Todas estas divisiones que vemos por doquier, todas estas disputas y antagonismos, se originan porque el ser humano se apega al ritual, y a las observancias externas, y olvida la simple y fundamental verdad. La práctica externa es la que hace que las religiones sean tan diferentes, y es la causa de enemistades y disputas, mientras que la realidad es siempre una y la misma. La Realidad es la Verdad, y la verdad no tiene división. La verdad es la guía de Dios, es la luz del mundo, es amor, es misericordia. Estos atributos de la verdad son también virtudes humanas inspiradas por el Espíritu Santo.
Por tanto, ¡aferrémonos todos y cada uno de nosotros firmemente a la verdad, y seremos realmente libres!
Llegará el día cuando todas las religiones del mundo se unirán, pues, en principio, son una. Ya no existe ninguna necesidad de división, al ver que es tan sólo por las formas exteriores por lo que están desunidas. Entre toda la humanidad algunas almas están sufriendo debido a la ignorancia, apresurémonos a enseñarles; otras son como niños necesitadas de cuidado y educación hasta que crezcan, y otras están enfermas; a éstas debemos llevarles la curación divina.
Aunque sean ignorantes, como niños o enfermos, deben ser amados y ayudados, y no menospreciados por su imperfección.
Los doctores de la religión fueron instituidos para llevar a los pueblos la curación espiritual, y para ser causa de unidad entre las naciones. Si ellos se convierten en fuente de división, ¡mejor sería que no existieran! Si se administra un remedio para curar una enfermedad, pero sólo sirve para agravar el mal, es mejor abandonarlo. Si la religión sólo ha de ser causa de desunión, es mejor que no exista.
Todas las Manifestaciones Divinas enviadas por Dios al mundo, han soportado terribles dificultades y sufrimientos, con la única esperanza de difundir la Verdad, la unidad y la concordia entre los seres humanos. Cristo sobrellevó una vida de sufrimiento, pena y dolor, para dar un ejemplo perfecto de amor al mundo y, a pesar de ello, continuamos actuando unos hacia otros con un espíritu de enfrentamiento.
El amor es el principio fundamental del propósito de Dios para la humanidad, y Él nos ha ordenado amarnos los unos a los otros como Él nos ama. Todas estas discordias y disputas que vemos y oímos por todas partes, sólo tienden a aumentar el materialismo.
El mundo, en su mayoría, está hundido en el materialismo, y las bendiciones del Espíritu Santo son ignoradas. Existe tan sólo un pequeño sentimiento espiritual auténtico, y el progreso del mundo es, en su mayor parte, meramente material. El género humano se está asemejando a las bestias que perecen, pues sabemos que ellas no tienen sentimientos espirituales, no se dirigen a Dios, no tienen religión. Estas cosas sólo pertenecen al ser humano, y si carece de ellas se convierte en un prisionero de la naturaleza, y no es ni un ápice mejor que un animal.
¿Cómo puede la persona conformarse con llevar solamente una existencia animal, cuando Dios ha hecho de ella una criatura tan noble? Toda la creación ha sido subyugada a las leyes de la naturaleza, pero el ser humano ha sido dotado para conquistar estas leyes. El sol, no obstante su poder y su gloria, está limitado por las leyes de la naturaleza, y no puede cambiar su curso ni tan siquiera en el espesor de un cabello. El inmenso y poderoso océano es impotente para cambiar el flujo y reflujo de sus mareas. ¡Nada puede enfrentarse a las leyes de la naturaleza, salvo el ser humano!
Sólo al individuo Dios le ha dado un poder tan maravilloso que puede guiar, controlar y vencer a la naturaleza.
La ley natural del ser humano es la de caminar sobre la tierra, pero él construye aviones y vuela por el aire. Fue creado para vivir sobre tierra seca, pero puede atravesar el mar y aun viajar bajo su superficie.
Ha aprendido a controlar el poder de la electricidad, y la toma a su arbitrio y la aprisiona en una lámpara. La voz humana se hizo para hablar a corta distancia, pero el poder del ser humano es tal, que construye instrumentos con los que puede hablar de Oriente a Occidente. Todos estos ejemplos os demuestran cómo puede gobernar a la naturaleza, y cómo, por decirlo de algún modo, le arranca la espada de sus manos para emplearla en contra de ella misma. Viendo que el ser humano ha sido creado amo de la naturaleza, ¡cuán insensato es que se convierta en su esclavo! ¡Qué ignorancia y qué necedad es venerar y adorar a la naturaleza, cuando Dios en Su bondad nos ha hecho amos de ella! El poder de Dios es visible para todos y, no obstante, las gentes cierran sus ojos para no verlo. ¡El Sol de la Verdad está brillando en todo su esplendor, pero la humanidad, con los ojos cerrados, no puede contemplar Su gloria! Es mi más ferviente oración a Dios que, por Su Misericordia y Amorosa Bondad, todos lleguéis a estar unidos y rebosantes de la máxima felicidad.
Os ruego a todos y cada uno de vosotros que unáis vuestras oraciones a las mías, a fin de que cesen la guerra y el derramamiento de sangre, y que el amor, la amistad, la paz y la unidad lleguen a reinar en el mundo.
A través de las edades hemos visto cómo la sangre ha teñido la superficie de la tierra; mas ahora, un rayo de una luz mayor ha venido, la inteligencia del ser humano es superior, la espiritualidad está comenzando a crecer, y seguramente llegará un día cuando las religiones del mundo se hallarán en paz. Dejemos los argumentos discordantes que se refieren a las formas exteriores, y reunámonos para apresurar el establecimiento de la Divina Causa de la unidad, hasta que toda la humanidad se considere a sí misma como una sola familia, unidos todos en el amor.
1 Cf. Ex. 3:2.
1 Cierto individuo que se hallaba presente cuando Badí fue convocado para llevar la Epístola al Sháh, dijo que lo vio transfigurarse; estaba radiante.
1 Cf. Jn 3:5.
2 Mt 3:11.
1 Es decir: Todas las buenas acciones traen su propia recompensa.
1 Un pequeño naranjo sobre una mesa cercana.
1 Es decir: Manifestación Divina.
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LA SABIDURÍA DE ‘ABDU'L-BAHÁ

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