Lesen: Seleccion de los Escritos




Selección de
los Escritos
de 'Abdu'l-Bahá




Recopilado por
DEPARTAMENTO DE ESTUDIOS DE LA
CASA UNIVERSAL DE JUSTICIA



Título original en inglés:
Selections from the Writings of 'Abdu'l-Bahá



Prefacio

La exposición sobre la Revelación Bahá'í que realiza 'Abdu'l-Bahá, está constituida por sus obras escritas, por numerosas recopilaciones de sus disertaciones, y por su correspondencia. Algunas de sus obras escritas, tales como The Secret of Divine Civilization, A Traveller's Narrative, Will and Testament, están disponibles en su traducción inglesa -la primera y la última, también disponibles en castellano con los títulos El Secreto de la Civilización Divina, y Voluntad y Testamento respectivamente-. Así también muchas recopilaciones de sus disertaciones, entre las que pueden mencionarse Some Answered Questions, Memorials of the Faithful, Paris Talks, con varias ediciones en inglés -la primera y la última, también editadas en castellano, con los títulos Contestación a unas Preguntas y La Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá respectivamente-. Sin embargo, durante sesenta años, no se había realizado ninguna recopilación extensa de sus innumerables cartas; los tres volúmenes de Tablets of 'Abdu'l-Bahá publicados en los Estados Unidos entre 1909 y 1916, aunque fueron reeditados, hace tiempo que están agotados.
La presente recopilación abarca una selección mucho más amplia que la de aquellos primeros volúmenes, y su lectura dará una idea de la vastedad de temas tratados por el Maestro en su correspondencia. Se incluyen algunas Tablas traducidas -al inglés- por un Comité del Centro Mundial, empleando algunos borradores que Shoghi Effendi realizó en vida de 'Abdu'l-Bahá, y un gran número por Marzieh Gail, remitidas a ella de la colección del Centro Mundial, la cual incluye más de diecinueve mil originales y copias auténticas. Algunas Tablas famosas, como la correspondencia con Auguste Forel, o la mayor parte de la Tabla a La Haya no se han incluido, ya que están disponibles en otras publicaciones.
Los venturosos destinatarios de la vasta mayoría de las Tablas recopiladas aquí fueron los primeros creyentes de Oriente y Occidente, ya se tratara de individuos, grupos, u organizados comités o Asambleas de los amigos, y su valor para las nacientes comunidades de Occidente en aquellos días, cuando la literatura bahá'í en inglés era tan exigua, no puede tan siquiera ser imaginado.
Creemos que la publicación de estos escritos del Maestro servirá para acrecentar el fervor de sus amantes por responder a su llamado, y se sumará a su percepción de aquella maravillosa armonía de lo humano y lo divino que Él, el Misterio de Dios, ejemplificó tan perfectamente.







1

¡Oh pueblos del mundo! El Sol de la Verdad ha aparecido para iluminar la tierra entera, y para espiritualizar a la comunidad del hombre. Loables son sus resultados y sus frutos, abundantes las santas evidencias que proceden de esta gracia. Esta es misericordia pura y la más inmaculada generosidad; es luz para el mundo y todos sus pueblos; es armonía y confraternidad, y amor y solidaridad; en verdad, es compasión y unidad y el fin de la separación; es estar mancomunados, en completa dignidad y libertad, con todos en la tierra.
La Bendita Belleza dice: "Vosotros todos sois los frutos de un solo árbol y las hojas de una sola rama." Así, Él ha comparado a este mundo del ser con un árbol único, y a todos sus pueblos, como las hojas del mismo y sus capullos y sus frutos. Es necesario que la rama florezca y que la hoja y el fruto prosperen, y de la interconexión de todas las partes del árbol del mundo, depende el desarrollo de la hoja y la flor, y la dulzura del fruto.
Por esta razón todos los seres humanos deben apoyarse firmemente unos en otros y buscar la vida sempiterna; y por este motivo, los amantes de Dios, en este mundo contingente, deben llegar a ser las mercedes y las bendiciones enviadas por aquel Rey clemente de los reinos visible e invisibles. Purifiquen su vista y consideren a toda la humanidad como hojas y flores y frutos del árbol del ser. En todo momento ocúpense en hacer una buena obra para alguno de sus congéneres, ofreciendo a alguien amor, consideración, atenta ayuda. No consideren a nadie como a un enemigo, o como deseoso de su mal, sino piensen que toda la humanidad es como sus amigos, contemplando al forastero como a un allegado, al extraño como a un compañero, permaneciendo libres de todo prejuicio, sin hacer distinciones.
En este día, el preferido ante el Umbral del Señor es aquel que hacer circular la copa de la fidelidad; quien concede, aun a sus enemigos, la joya de la munificencia, y presta su ayuda incluso al opresor que ha caído; es aquel que hasta para el más cruel de sus enemigos, ha de ser un amigo cariñoso. Estas son las Enseñanzas de la Bendita Belleza; estos los consejos del Más Grande Nombre.
¡Oh vosotros queridos amigos! El mundo está en guerra, y la raza humana se halla atormentada y combate mortalmente. La negra noche del odio ha prevalecido, y la luz de la buena fe ha sido eclipsada. Los pueblos y linajes de la tierra han aguzado sus garras y se arrojan unos contra otros. El fundamento mismo de la raza humana está siendo destruido. Son miles las familias que deambulas desposeídas, y cada año se ven miles y miles de seres humanos retorciéndose en su propia sangre en polvorientos campos de batalla. Las tiendas de la vida y la alegría están caídas. Los generales practican sus estrategias, jactándose de la sangre que derraman, compitiendo unos con otros en incitación a la violencia. "¡Con esta espada", dice uno de ellos, "decapité a un pueblo!" Y otro más: "¡Derroqué a un gobierno!" ¡De semejantes cosas se enorgullecen los hombres; en tales cosas ellos se glorían! El amor y la rectitud son censurados por doquier, mientras se desprecia la armonía y la devoción a la verdad.
La Fe de la Bendita Belleza está emplazando a la humanidad a la seguridad y al amor, a la amistad y a la paz; ha alzado su tabernáculo en las cumbres de la tierra, y dirige su llamado a todas las naciones. Por tanto, oh vosotros quienes sois los amantes de Dios, conoced la valía de este preciosa Fe, obedeced sus enseñanzas, caminad por este sendero de recto trazado y enseñad este camino a la gente. Alzad vuestra voz y entonad el canto del Reino. Difundid por todas partes los preceptos y consejos del amoroso Señor, para que este mundo se transforme en otro mundo, y esta sombría tierra se inunde de luz, y el cuerpo muerto de la humanidad se levante y viva; para que toda alma clame por la inmortalidad, a través de los santos hálitos de Dios.
En breve vuestros fugaces días habrán pasado, y la fama y las riquezas, las comodidades, las alegrías proporcionadas por este montón de escombros que es el mundo, habrán desaparecido sin dejar rastro. Emplazad, entonces, a las gentes ante Dios, e invitad a la humanidad a seguir el ejemplo de la Compañía en lo alto. Sed padres amorosos para el huérfano, y un refugio para el desamparado, y un tesoro para el pobre, y una cura para el enfermo. Sed los auxiliadores de cada víctima de la opresión, los protectores de los perjudicados. Pensad en todo momento en hacer algún servicio a cada miembro de la raza humana. No prestéis oído a la aversión y al rechazo, al desdén, la hostilidad, la injusticia: actuad del modo contrario. Sed sinceramente amables, no solo en apariencia. Cada uno de los amados de Dios debe poner su atención en esto: ser la misericordia del Señor para el hombre; ser la gracia del Señor. Que haga algún bien a todo aquel que se cruce en su camino, y sea de algún beneficio para él. Que mejore el carácter de todos y cada uno, y reoriente las mentes de los hombres. De este modo, resplandecerá la luz de la guía divina y las bendiciones de Dios acunarán a toda la humanidad; pues el amor es luz, en cualquier morada que habite, y el odio es oscuridad, dondequiera que haga su nido. ¡Oh amigos de Dios! A fin de que el oculto Misterio pueda quedar revelado, y la secreta esencia de todas las cosas pueda ser descubierta, esforzaos por disipar esa oscuridad por siempre jamás.

2

¡Oh mi Señor! Me he acercado a Ti, en las profundidades de esta noche oscura, confiando en Ti con la lengua de mi corazón, estremecido de alegría por las dulces fragancias que soplan desde tu dominio, el Todoglorioso, llamándote y diciendo:
¡Oh mi Señor, no encuentro palabras para glorificarte; no veo manera de que el pájaro de mi mente se remonte hasta tu Reino de Santidad; pues Tú, en tu misma esencia, estás santificado por encima de esos atributos, y en tu propio ser, estás más allá del alcance de esas alabanzas que Te son ofrendadas por la gente que Tú has creado. En la santidad de tu propio ser has sido exaltado por encima de la comprensión de los doctos en medio de la Compañía en lo alto, y por siempre permanecerás envuelto en la beatitud de tu propia realidad, sin ser alcanzado por el conocimiento de aquellos habitantes de tu exaltado Reino, quienes glorifican tu Nombre.
¡Oh Dios, mi Dios! Cómo puedo glorificarte o describirte, inaccesible como Tú eres; inmensamente elevado y santificado eres Tú por encima de toda descripción y alabanza.
¡Oh Dios, mi Dios! Ten misericordia, entonces, de mi desamparo, de mi pobreza, de mi miseria, de mi humillación! Dame de beber del generoso cáliz de tu gracia y tu perdón, anímame con las dulces fragancias de tu amor, regocija mi pecho con la luz de tu conocimiento, purifica mi alma con los misterios de tu unicidad, vivifícame con la suave brisa que proviene de los jardines de tu misericordia, hasta apartarme de todo salvo de Ti, y adherirme al borde de tu vestidura de grandeza, y relegar al olvido todo lo que no seas Tú, y ser acompañado por los perfumados aromas que se esparcen durante éstos, tus días, y alcanzar la fidelidad en tu Umbral de Santidad, y levantarme para servir a tu Causa, y ser humilde ante tus amados, y que, en la presencia de tus favorecidos, llegue a ser la misma nada.


Verdaderamente, Tú eres el Auxiliador, el Sostenedor, el Exaltado, el Más Generoso.
¡Oh Dios, mío Dios! Te ruego, por el amanecer de la luz de tu Belleza que ha iluminado toda la tierra, y por la mirada del ojo de tu divina compasión que examina todas las cosas, y por el agitado mar de tus dádivas en el cual están inmersas todas las cosas, y por tus fluyentes nubes de generosidad que derraman sus dones sobre la esencia de todas las cosas creadas, y por los esplendores de tu misericordia, la cual ya existía antes de que el mundo fuese, que ayudes a tus escogidos a ser fieles, y que asistas a tus amados para que sirvan en tu exaltado Umbral, y les hagas alcanzar la victoria mediante los batallones de tu poder que subyuga todas las cosas, y les fortalezcas con una gran hueste combatiente procedente del Concurso en lo alto.
¡Oh mi Señor! Son almas débiles de pie ante tu puerta; son indigentes en tu atrio, que desesperan de tu gracia, en extrema necesidad de tu socorro, que dirigen sus rostros hacia el reino de tu unicidad, anhelantes de la munificencia de tus dádivas. ¡Oh mi Señor! Inunda sus mentes con tu santa luz; purifica sus corazones con la gracia de tu ayuda; regocija sus pechos con la fragancia de las alegrías, la cual sopla desde tu Compañía en lo alto; ilumina sus ojos con la contemplación de los signos y señales de tu poder; haz que sean emblemas de pureza, banderas de santidad, flameando muy por encima de todas las criaturas en las cumbres de la tierra; haz que sus palabras conmuevan a los pétreos corazones. Que se levanten para servirte y se consagren al Reino de tu divinidad, y dirijan sus rostros hacia el dominio de tu autosuficiencia, y difundan tus signos por doquier, y sean iluminados por tus torrentes de luz, y descubran tus misterios ocultos. Que guíen a tus siervos hacia las aguas tranquilas y a la fuente de tu misericordia, que mana y brinca en el íntimo corazón del Cielo de tu unicidad. Que icen la vela del desprendimiento en el Arca de Salvación, y naveguen en los mares de tu conocimiento; que desplieguen las alas de tu unidad y, con su ayuda, se remonten hacia el Reino de tu singularidad, para llegar a ser los siervos a quienes el Supremo Concurso habrá de aclamar. Cuyas alabanzas los moradores de tu todo glorioso dominio habrán de proferir; que escuchen a los heraldos del mundo invisible pregonar la Mas Grande Buena Nueva; que ellos, en su anhelo por encontrarte, te invoquen y oren entonando maravillosas plegarias al amanecer de la luz -¡ oh mi Señor, Quien dispones todas las cosas!- vertiendo sus lágrimas al alba y al atardecer, ansiando albergarse a la sombre de tu infinita misericordia.
Ayúdales, oh mi Señor, en todas las condiciones, sosténles en todo momento con tus ángeles de santidad, ellos, quienes son tus huestes invisibles, tus batallones celestiales, quienes provocan la derrota de los ejércitos concentrados de este mundo inferior.
En verdad, Tú eres el Poderoso, el Fuerte, el Todoabarcador, Quien ejerce dominio sobre todo lo que existe.
¡Oh sacrosanto Señor! ¡Oh Señor de amorosa bondad! Deambulamos alrededor de tu morada, ansiando contemplar tu Belleza y amando todos tus modos de obrar. Somos desventurados, humildes y de poca importancia. Somos indigentes, muéstranos misericordia, concédenos munificencia; no veas nuestras flaquezas, esconde nuestros pecados sin fin. Seamos lo que seamos, aún somos tuyos, y lo que decimos y lo que oímos es alabanzas a Ti, y es tu rostro el que buscamos, tu sendero el que seguimos. Tú eres el Señor de amorosa bondad; nosotros somos los pecadores, extraviados y lejos de nuestro hogar. Por tanto, ¡oh Nube de Misericordia, concédenos algunas gotas de lluvia! ¡Oh Florido Jardín de gracia, exhala una fragante brisa! ¡Oh Mar de todas las dádivas, haz rodar hacia nosotros una gran ola! ¡O h Sol de Munificencia, envíanos un haz de luz! Concédenos piedad, concédenos gracia. Por tu belleza, no traemos más provisión que nuestros pecados, sin buenas acciones de que hablar, tan solo esperanzas. A menos que nos cubra tu velo ocultador, y nos escude y envuelva tu protección, ¿qué poder tienen esta almas desvalidas para levantarse y servirte? ¿Que hacienda tienen estos seres miserables para hacer un gallardo despliegue? Tú, Quien eres el Poderoso, el Omnipotente, ayúdanos, favorécenos; aunque estemos marchitos, vivifícanos con las lluvias de tus nubes de gracia; aunque humildes, iluminaos con los brillantes rayos del Sol de tu unicidad. Arroja a estos peces sedientos al océano de tu misericordia, guía a esta extraviada caravana al refugio de tu singularidad; conduce a la fuente de guía a quienes se han extraviado tanto y a aquellos que han errado el camino, concédeles un amparo dentro de los recintos de tu poder. Alza hasta los abrasados labios las generosas y fluyentes aguas celestiales, resucita a estos muertos a la vida sempiterna. Concede al ciego ojos que ven. Haz que el sordo oiga, que el mundo hable. Anima al abatido, vuelve atento al negligente, advierte al orgulloso, despierta a quienes duermen.
Tú eres el Fuerte, Tú eres el Donador, Tú eres el Amoroso. Verdaderamente, Tú eres el Benéfico, el Más Exaltado.
¡Oh vosotros amados de Dios, vosotros quienes ayudáis a este evanescente siervo! Cuando el Sol de la Realidad derramó sus ilimitadas munificencias desde el Punto de Amanecer de todos los anhelos, y este mundo del ser se encendió de polo a polo con esa sagrada lumbre, y lanzó sus rayos con tal intensidad que borró por siempre la estigia oscuridad, entonces esta tierra de polvo llegó a ser la envidia de las esferas celestes, y este humilde lugar adquirió la condición y el esplendor del dominio supremo. La apacible brisa de la santidad sopló sobre él, esparciendo los perfumados aromas por doquier; los vientos primaverales del cielo pasaron por él, y sobre él, provenientes de la Fuente de todos los dones, difundiendo fructíferos aires portadores de ilimitada gracia. Entonces surgió la luminosa aurora y llegaron nuevas de gran alegría. La primavera divina estaba allí levantando sus tiendas en este mundo contingente, de modo que toda la creación saltaba y danzaba. La tierra mustia produjo capullos inmortales, el polvo muerto despertó a la vida eterna. Entonces aparecieron las flores de la erudición mística y, revelando el conocimiento de Dios, una nueva lozanía surgió del suelo. El mundo contingente desplegó los generosos dones de Dios, el mundo visible reflejó las glorias de los dominios que estaban ocultos a la vista. El llamado de Dios fue proclamado, la mesa del Convenio Eterno fue dispuesta, el cáliz del Testamento pasó de mano en mano, la invitación universal fue enviada. Entonces, algunos de entre el pueblo se inflamaron con el vino del cielo; y algunos otros se quedaron con su parte de ésta, la más grande entre las dádivas. La vista y la perspicacia de algunos fueron iluminadas por la luz de la gracia, y hubo quienes, oyendo los himnos de unidad, retozaron de alegría. Hubo aves que comenzaron a cantar en los jardines de santidad, y hubo ruiseñores que en las enramadas de la rosaleda del cielo elevaron su quejumbroso pregón. Entonces se ataviaron y adornaron tanto el Reino en lo alto como la tierra abajo. Y este mundo llegó a ser la envidia del encumbrado cielo. Mas, ¡ay! ¡ay!, el negligente ha persistido en su atolondrado sueño, y el necio ha desdeñado ésta, las más sagrada de las dádivas. El ciego permanece envuelto en sus velos, el sordo no participa de lo que ha sucedido, en muerto no tiene esperanza de alcanzarlo, pues como Él dice. "Ellos desesperan de la vida por venir, como los infieles desesperan de que los habitantes de las tumbas se levanten nuevamente."1
En cuanto a vosotros, ¡oh amados de Dios! Desatad vuestras lenguas y ofreced vuestras gracias a Él; alabad y glorificad la belleza del Adorado, pues habéis bebido de éste, el más puro de los cálices y estáis animados y encendidos con ese vino. Habéis descubierto las dulces fragancias de santidad, habéis aspirado el almizcle de la fidelidad de la vestidura de José. Os habéis alimentado con la miel de la lealtad en las manos de Aquel Quien es el solo y único Amado, habéis festejado con manjares inmortales en la munífica mesa de banquetes del Señor. Esta abundancia es un favor especial conferido por un Dios amante; estas son bendiciones y raros dones provenientes de su gracia. En el Evangelio Él dice: "Porque muchos son los llamados y pocos los escogidos."2 Ello es, a muchos les es ofrecida, pero rara es el alma que es señalada para recibir la gran dádiva de la guía. "Tal es la munificencia de Dios: a quien Le place, Él concede, y de inmensa munificencia es Dios."3
¡Oh amados de Dios! De los pueblos del mundo soplan vientos contrarios que baten la Candela del Convenio. El Ruiseñor de la fidelidad es perseguido por los renegados, quienes son como los cuervos del odio. La Paloma de la rememoración de Dios es hostigada por las insensatas aves de la noche, y la Gacela que mora en los prados del amor de Dios es acosada por las bestias feroces. Mortal es el peligro, torturante el dolor.
Los amados de Dios deben permanecer inconmovibles como las montañas, firmes como murallas inexpugnables. Deben mantenerse imperturbables aun frente a las más terribles adversidades, y no afligirse ni ante el pero de los desastres. Que se aferren a la orla de Dios Todopoderoso y depositen su fe en la Belleza del Altísimo; que confíen en la infalible ayuda que proviene del Antiguo Reino, y dependan de cuidado y protección del generoso Señor. Que en todo momento se refresquen y restablezcan con el rocío de la gracia celestial, y con los hálitos del Espíritu Santo se vivifiquen y renueven continuamente. Que se levanten para servir a su Señor, y hagan todo lo que esté en su poder para esparcir por doquier los hálitos de santidad. Que sean una poderosa fortaleza en defensa de su Fe, una ciudadela inexpugnable para las huestes de la Antigua Belleza. Que guarden fielmente el edificio de la Causa de Dios por todos sus lados; que se conviertan en las estrellas brillantes de sus cielos luminosos. Pues las hordas de la oscuridad arremeten contra su Causa desde todas las direcciones, y los pueblos de la tierra están decididos a extinguir esta Luz manifiesta Y ya que todos los linajes del mundo están lanzando su ataque, ¿como puede distraerse nuestra atención, aunque sea por un momento? Conoced con certeza estas cosas, permaneced vigilantes, y guardad la Causa de Dios.
El deber fundamental es hoy día purificar vuestros caracteres, corregir vuestros modales, y mejorar vuestra conducta. Los amados del Todo Misericordioso deben manifestar tal carácter y conducta entre sus criaturas, que la fragancia de su santidad pueda derramarse sobre el mundo entero, y pueda resucitar a los muertos, dado que el propósito de la Manifestación de Dios y del amanecer de las luces ilimitadas del Invisible, es educar las almas de los hombres y refinar el carácter de todo hombre viviente; para que los seres benditos que se han librado de la lobreguez del mundo animal, se levanten con aquellas cualidades que constituyen el ornamento de la realidad del hombre. El propósito es que las criaturas terrenales se conviertan en la gente del Cielo, y aquellos que caminan en la oscuridad entren en la luz y quienes están excluidos ingresen al círculo íntimo del Reino, y los que son como nada lleguen a ser los confidentes de la Gloria sempiterna. Que los desposeídos obtengan su porción del ilimitado mar, y los ignorantes beban hasta saciarse de la fuente de vida del conocimiento; que aquellos que están sedientos de sangre abandonen su salvajismo, y los que están armados de garras se vuelvan mansos y tolerantes, y quienes aman la guerra que busquen en cambio la verdadera conciliación; que las bestias de afiladas uñas disfruten de los beneficios de la paz perdurable; que los impuros sepan que hay un reino de pureza, y los corrompidos encuentren el camino que conduce a los ríos de santidad.
A menos que estas dádivas divinas sean reveladas desde el propio ser interior de la humanidad, la munificencia de la Manifestación resultará estéril, y los deslumbrantes rayos del Sol de la Verdad no tendrán efecto alguno.
Por tanto, ¡oh amados del Señor!, esforzaos con el corazón y el alma por recibir una parte de sus santos atributos y tomar vuestra porción de las mercedes de su santidad; para que lleguéis a ser las señales de la unidad, los estandartes de la singularidad, y tratéis de descubrir el significado de la unicidad; para que, en este jardín de Dios, elevéis vuestras voces y cantéis los venturosos himnos del espíritu. Llegad a ser como los pájaros que Le ofrendan su gratitud, y que en los florecientes vergeles de la vida entonéis tales melodías que hagan deslumbrar las mentes de aquellos que conocen. Alzad una enseña sobre las más altas cumbres del mundo, una bandera del favor de Dios que ondee y flamee en los vientos de su gracia; plantad en el campo de la vida, en medio de las rosas de este mundo visible, un árbol que produzca un fruto fresco y fragante.
Juro, por el verdadero Maestro, que si actuáis de acuerdo con las admoniciones de Dios, como han sido reveladas en sus luminosas Tablas, este oscuro polvo reflejará el Reino del cielo, y este mundo inferior, el dominio del Todoglorioso.
¡Oh vosotros, amados del Señor! Alabado sea Él; las invisibles y fluyentes mercedes del Sol de la Verdad os rodean por todas partes, y en todas las direcciones están entreabiertos los portales de su misericordia. Ahora es el momento de aprovechar estas dádivas y obtener beneficio de ellas. Conoced la valía de este momento; no dejéis que esta oportunidad se os escape. Permaneced absolutamente libres de lo que atañe a este oscuro mundo, y haced que os conozcan por los atributos de aquellas esencias que construyen su hogar en el Reino. Entonces veréis cuán intensa es la gloria del Sol Celestial, y cuán deslumbrantemente luminosas son las señales de munificencia que provienen del dominio invisible.

3

¡Oh vosotros, amados de Dios! ¡Oh vosotros, hijos de su Reino! En verdad, en verdad, el nuevo cielo y la nueva tierra han llegado. La Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, ha descendido de lo alto en la forma de una doncella del cielo, velada, hermosa y única, y preparada para la reunión con sus amantes en la tierra. La angelical compañía del Concurso Celestial se ha unido en un llamado que se ha extendido por todo el universo, proclamando a todos en voz fuerte y poderosa: "Esta es la ciudad de Dios y su morada, en la cual habitarán los puros y santos entre sus siervos. Él vivirá con ellos, porque ellos son su pueblo, y Él es su Señor."
Él ha enjugado sus lágrimas, encendido su luz, alegrado sus corazones y extasiado sus almas. Nunca más les alcanzará la muerte, ni les afligirá el dolor, el llanto o la tribulación. El Señor Dios Omnipotente ha sido entronizado en su Reino y ha hecho nuevas a todas las cosas. Esta es la verdad y, qué verdad puede ser más grande que aquella anunciada por el Apocalipsis de San Juan el Teólogo?
Él es Alfa y Omega. Él es Quien dará de beber al sediento de las fuentes del agua de vida, y conferirá al enfermo el remedio de la verdadera salvación. Aquel a quien ayude semejante gracia es en verdad quien recibe la más gloriosa herencia de los Profetas de Dios y sus santos. El Señor será su Dios y Él, su amado hijo.
Regocijaos entonces, oh vosotros amados del Señor y sus escogidos; y vosotros, los hijos de Dios y su pueblo, alzad vuestra voz para loar y magnificar al Señor, el Altísimo; pues su luz ha brillado, sus signos han aparecido, y las olas de su creciente océano han diseminado sobre todas las playas numerosas perlas preciosas.

4

La alabanza sea para Aquel Quien ha creado el mundo del ser y ha forjado todo cuanto existe, Aquel que ha elevado a los sinceros a una posición de honor,4 y ha hecho que el mundo invisible surja al plano de lo visible; no obstante, los hombre, en su ebrio estupor,5 vagan extraviados.
Él ha echado los cimientos de la excelsa Ciudadela, Él ha inaugurado el Ciclo de gloria, Él ha originado una nueva creación en este día que es, claramente, el Día del Juicio y, sin embargo, los desatentos persisten en su ebrio sueño.
Ha sonado el Clarín, se ha tocado la trompeta,6 el pregonero ha elevado su llamado, y todos en la tierra se han desvanecido; pero aun así, los muertos, en las tumbas de sus cuerpos, continúan durmiendo.
Y la segunda clarinada7 ha resonado, el segundo toque ha venido a continuación del primero,8 y la espantosa calamidad ha llegado, y toda madre que amamanta ha olvidado a su criatura;9 mas, aun así, la gente, confusa y perturbada, no repara en ello.
La Resurrección ha surgido, y la Hora ha sonado, y el Sendero ha sido rectificado, y la Balanza ha sido establecida, y todos en la tierra han sido reunidos,10 mas, aun así, la gente no ve ningún indicio del camino.
La luz ha brillado y el fulgor inunda el Monte Sinaí, y una suave brisa sopla desde los jardines del Señor Siempre Perdonador; las dulces fragancias del espíritu están pasando, y aquellos que yacían sepultados en sus tumbas se están levantando, mas, no obstante, los desatentos duermen en sus sepulcros.
Las llamas del infierno se han hecho arder, y el cielo se ha acercado; los jardines celestiales están en flor, y rebosan los frescos estanques, y el paraíso resplandece en su belleza, mas, los inconscientes continúan atrapados en sus vanos sueños.
Ha caído el velo, se ha levantado el telón, las nubes se han partido, el Señor de los Señores está a simple vista; mas, no obstante, todo ha pasado inadvertido a los pecadores.
Es Él quien ha hecho para vosotros la nueva creación,11 y ha acarreado la calamidad12 que sobrepasa a todas las demás, y ha reunido a los santos en el reino en lo alto. En verdad, en esto hay signos para aquellos que tienen ojos para ver.
Y entre sus signos está el surgimiento de los augurios y de las jubilosas profecías, de alusiones e indicios, la difusión de muchas y diferentes nuevas, y las predicciones de los justos, quienes ahora han alcanzado su meta.
Y entre sus signos están sus esplendores, surgiendo sobre el horizonte de la unicidad, sus luces fluyendo desde las auroras del poder, y el anuncio de la Más Grande Buena Nueva, por su Heraldo, el Único, el Incomparable. En verdad, en ello hay una brillante prueba para la compañía de aquellos que saben.
Entre sus signos está el haberse manifestado, visto por todos, siendo Él su propia prueba, y está su presencia ante testigos, en todas las regiones, entre pueblos que cayeron sobre Él como si fueran lobos, y Le rodearon desde todas partes.
Entre sus signos está su resistencia ante las naciones poderosas y los Estados que todo lo conquistan, y frente a una hueste de enemigos sedientos de su sangre, en todo momento empeñados en su ruina, dondequiera que Él pudiese estar. Ciertamente, este es un tema que merece el análisis de aquellos que meditan acerca de los signos y las señales de Dios.
Otro de sus signos es la maravilla de su discurso, la elocuencia de su expresión, la rapidez con la que fueron revelados sus Escritos, sus palabras de sabiduría, sus versículos, sus epístolas, sus meditaciones, su desarrollo del Qur'án, tanto de sus versículos abstrusos como de los explícitos. ¡Por tu propia vida! Esto, para cualquiera que lo observe con el ojo de la justicia, es tan manifiesto como el día.
Por otra parte, entre sus signos está el sol naciente de su conocimiento, y la luna surgente de sus artes y habilidades, y su perfección demostrada en todos sus modos de obrar, tal como lo atestiguan los doctos e instruidos de muchas naciones.
Y, por otra parte, entre sus signos está el hecho de que su belleza permaneció inviolada, y su templo humano fue protegido al revelar sus esplendores, quienes Le acometieron por millares con sus afiladas saetas, sus lanzas y espadas. En esto, ciertamente, hay un milagro y una advertencia para cualquier juez imparcial.
Y entre sus signos está su longanimidad, sus tribulaciones y su infortunio, su agonía en las cadenas y grillos, y su exclamación, en todo momento: "¡Venid a Mí, venid a Mí, oh justos! ¡Venid a Mí, venid a Mí, oh vosotros amantes del bien! ¡Venid a Mí, venid a Mí, oh puntos de amanecer de la luz!" En verdad, las puertas del misterio están abiertas de par en par; mas, aun así, ¡los inicuos se distraen con sus vanos reparos!13
Y aún otro de sus signos es la promulgación de su Libro, su Texto Sagrado decisivo, en el cual Él censuró a los reyes, y su grave advertencia a aquel14 cuyo poderoso dominio se hacía sentir alrededor del mundo -y cuyo gran trono se vino abajo en cuestión de unos pocos días-, lo cual es un hecho claramente establecido y ampliamente reconocido.
Y entre sus signos está la sublimidad de su grandeza, su eminente estado, su imponente gloria, y el esplendor de su belleza por encima del horizonte de la Prisión, de modo que las cabezas se inclinaban ante Él, y se bajaban las voces, y humildes eran los rostros que se volvían en su dirección. Esta es una prueba jamás atestiguada en las edades del pasado.
Además, entre sus signos están las cosas extraordinarias que Él hizo continuamente, los milagros que realizo, las maravillas que manaron de Él sin interrupción, como lluvia de sus nubes, y el reconocimiento, hasta de los no-creyente, de su potente luz. ¡Por su propia vida! Esto fue claramente verificado, esto fue demostrado a aquellos de todas las creencias que llegaron a la presencia del Señor viviente, el Autosuficiente.
Y aún otro de sus signos son los rayos ampliamente difundidos del sol de su era, la naciente luna de sus tiempos en el cielo de todas las edades: su día, el cual se halla en la cima de todos los días, por su rango y su poder, sus ciencias y sus artes, llegando a todas partes, las cuales han deslumbrado al mundo y asombrado a las mentes de los hombres.
En verdad, esta es una cuestión establecida y demostrada para siempre.

5

La gran Luz del mundo, otrora resplandeciente sobre toda la humanidad, se ha puesto, para brillar eternamente desde el horizonte de Abhá, su Reino de inmarcesible gloria, y vierte su esplendor sobre sus amados desde lo alto, e inspira en sus corazones y en sus almas el hálito de eterna vida.
Ponderad en vuestro corazón lo que Él ha predicho en su Tabla de la Divina Visión, la cual ha sido desplegada a través del mundo. En la misma Él dice: "Luego ella se lamentó exclamando: 'Que el mundo y todo lo que en él existe sean una redención por tus pesares. ¡Oh Soberano del cielo y de la tierra! ¿Por qué Te has entregado en las manos de los habitantes de esta ciudad prisión de 'Akká? Ve de prisa a otros dominios, a tus retiros en lo alto, donde la vista de los pueblos de los nombres jamás se ha posado.' Sonreímos y no hablamos. Reflexiona acerca de estas exaltadísimas palabras, y comprende el propósito de este oculto y sagrado misterio."
¡Oh vosotros amados del Señor! Cuidado, cuidado, no sea que vaciléis y dudéis. No dejéis que el temor caiga sobre vosotros, ni estéis perturbados o consternados. Prestad atención, no sea que este calamitoso día debilite las llamas de vuestro ardor, y extinga vuestras tiernas esperanzas. Hoy es el día de la tenacidad y la constancia. Bienaventurados aquellos que permanecen firmes e inmutables como la roca y que afrontan la conmoción y la tensión de esta hora tempestuosa. Ellos, ciertamente, serán los recipientes de la gracia de Dios; ellos, ciertamente, recibirán su divina asistencia, y serán en verdad victoriosos. Ellos resplandecerán entre la humanidad con un fulgor que alaban y magnifican los moradores del Pabellón de Gloria. A ellos se les proclama este llamado celestial, revelado en su Libro Más Sagrado: "Que vuestros corazones no se perturben, oh pueblo, cuando se haya retirado la gloria de mi Presencia y acallado el océano de mi Palabra. Hay una sabiduría en mi presencia entre vosotros, y en mi ausencia hay aún otro, inescrutable para todos salvo Dios, el Incomparable, el Omnisciente. En verdad, os contemplamos desde nuestro reino de gloria, y ayudaremos a quienquiera que se levante para el triunfo de nuestra Causa, con las huestes del Concurso en lo alto y una compañía de nuestros ángeles predilectos."
El Sol de la Verdad, aquella Más Grande Luz, se ha puesto sobre el horizonte del mundo, para surgir con imperecedero esplendor por sobre el Reino del Infinito. En su Libro Más Sagrado, Él hace un llamamiento a los firmes y constantes de sus amigos: "No os consternéis, oh pueblos del mundo, cuando el sol de mi belleza se haya puesto, y el cielo de mi tabernáculo esté oculto a vuestros ojos. Levantaos a promover mi Causa y exaltar mi Palabra entre los hombres."

6

¡Oh vosotros pueblos del Reino! Cuántas almas se dedicaron durante todo el transcurso de su vida a la adoración, sufrieron la mortificación de la carne, anhelaron alcanzar la entrada en el Reino y, sin embargo, fracasaron, en tanto que vosotros, sin esfuerzo, ni dolor, ni abnegación, habéis ganado el premio y entrado en él.
Es como en el tiempo del Mesías, cuando los fariseos y los píos se quedaron sin una porción, en tanto que Pedro, Juan y Andrés, quienes no eran dados a la adoración pía ni a la práctica ascética, lograron el triunfo. Por consiguiente, agradeced a Dios por haber colocado sobre vuestras cabezas la corona de la gloria sempiterna, por haberos concedido esta inmensurable gracia.
Ha llegado el momento cuando, en acción de gracias por esta dádiva, debierais crecer en fe y constancia día tras día, y acercaros cada vez más al Señor, vuestro Dios, llegando a estar en tal grado magnetizados e inflamados, que vuestras santas melodías de alabanzas al Bienamado logren ascender hasta la Compañía en lo alto; y que cada uno de vosotros, como un ruiseñor en esta rosaleda de Dios, glorifique al Señor de las Huestes,15 y llegue a se el maestro de todos los que habitan en la tierra.

7

¡Oh vosotros, amigos espirituales de 'Abdu'l-Bahá! Un leal mensajero ha llegado y, en el mundo del espíritu, ha entregado un mensaje de los amados de Dios. Este correo de buen augurio son las emanaciones de gran vehemencia y las brisas vivificadoras del amor de Dios. Hace danzar de alegría al corazón, y colma el alma con un éxtasis de amor y embeleso. Tan intensamente ha penetrado las almas y los corazones la gloria de la Unidad Divina, que todos están ahora ligados los unos a los otros con lazos celestiales, y todos son como un solo corazón, como una sola alma. Por esta razón, las imágenes del espíritu y las impresiones de los Divino se reflejan ahora clara y nítidamente en lo más profundo del corazón. Ruego a Dios que fortalezca estos lazos espirituales con cada día que pasa, y haga que esta mística unidad resplandezca siempre con más brillantez hasta que, al final, todos sean como tropas en formación bajo la bandera del Convenio, a la sombra protectora de la Palabra de Dios; que se esfuercen con todos sus poderes hasta que la confraternidad universal, cercana y afectuosa, y el amor sin impurezas, y las relaciones espirituales, entrelacen a todos los corazones en el mundo. Entonces, la humanidad toda, debido a esta nueva y deslumbrante munificencia, será reunida en un único suelo patrio. Entonces, el conflicto y la disensión de desvanecerán de la faz de la tierra; entonces, la humanidad será acunada en el amor a la belleza del Todoglorioso. La discordia se transmutará en acuerdo; la disensión, en armonía. Las raíces de la malevolencia serán arrancadas, y destruida la base de la agresión. Los brillantes rayos de la unión borrarán la oscuridad de las limitaciones, y los esplendores del cielo harán que el corazón humano legue a ser como una mina ricamente veteada con el amor de Dios.
¡Oh vosotros, amados del Señor! Esta es la hora en la que debéis asociaros con todos los pueblos de la tierra con suma amabilidad y amor, y ser para ellos los signos y señales de la gran misericordia de Dios. Debéis llegar a ser el alma misma del mundo, el espíritu viviente en el cuerpo de los hijos de los hombres. En esta Edad maravillosa, en este tiempo cuando la Antigua Belleza, el Más Grande Nombre, portando innumerables dones, Se ha elevado por sobre el horizonte del mundo, la Palabra de Dios ha infundido tan temible poder en la íntima esencia de la humanidad, que ha hecho que Él haya despojado a las humanas cualidades de los hombre de todo efecto y, con su avasalladora fuerza, haya unificado a los pueblos en un vasto mar de unidad.
Ahora es el tiempo para que los amados de Dios, enarbolando los estandartes de unidad, entonen, en las asambleas del mundo, los versos de amistad y amor, y demuestren a todos que la gracia de Dios es una. Así serán erigidos los tabernáculos de santidad sobre las cumbres de la tierra, reuniendo a todos los pueblos a la sombra protectora de la Palabra de Unicidad. Esta gran munificencia amanecerá sobre el mundo en el momento en que los amantes de Dios se levantes para llevar a cabo sus Enseñanzas, para difundir por doquier las frescas, las dulces fragancias del amor universal.
En toda dispensación ha existido el mandamiento de la confraternidad y el amor, pero ha sido un mandamiento limitado a la comunidad de aquellos en mutuo acuerdo, y no para el enemigo disidente. En esta edad maravillosa, no obstante, alabado sea Dios, los mandamientos no están limitados ni restringidos a algún grupo de personas, sino que, por el contrario, a todos los amigos se les ha impuesto expresar confraternidad y amor, consideración y generosidad, y bondad a toda comunidad sobre la tierra. Ahora, los amantes de Dios deben levantarse para llevar a la práctica éstas sus instrucciones: que sean padres bondadosos para los hijos de la raza humana, y hermanos compasivos para los jóvenes, y abnegados vástagos para aquellos encorvados por los años. El significado de ello es que debéis demostrar ternura y amor a todo ser humano, aun a vuestros enemigos, y acoger a todos con inmaculada amistad, con buen humor y amorosa bondad. Cuando os encontréis con la crueldad y la persecución en manos de otro, tratadle con lealtad; cuando la malevolencia es dirigida a vosotros, responded con un corazón amistoso. A las lanzas y flechas que caen sobre vosotros, exponed vuestro pecho como un blanco que brilla cual un espejo; y a cambio de las maldiciones, las burlas y las palabras hirientes, demostrad abundante amor. De este modo, todos los pueblos presenciarán el poder del Más Grande Nombre, y todas las naciones reconocerán la fuerza de la Antigua Belleza, y verán como Él ha derribado los muros de la discordia y con cuánta seguridad ha guiado hacia la unidad a todos los pueblos de la tierra; cómo Él ha encendido al mundo del hombre, haciendo que esta tierra de polvo irradie haces de luz.
Estas criaturas humanas son como niños, impetuosos y despreocupados. Estos niños deben ser criados con infinito, con amoroso cuidado, y tiernamente nutridos en los brazos de la misericordia, para que puedan gustar la meliflua dulzura espiritual del amor de Dios; para que lleguen a ser como candelas difundiendo sus rayos por todo este oscuro mundo, y perciban claramente cuán deslumbrantes coronas de gloria, el Más Grande Nombre, la Antigua Belleza, ha colocado en la frente de sus amados; qué mercedes ha conferido a los corazones de aquellos a quienes Él guarda su afecto; qué amor ha vertido en el pecho de los seres humanos, y qué tesoros de amistad ha hecho aparecer entre todos los hombres.

¡Oh Dios, mi Dios! Ayuda a tus siervos leales a que posean un corazón amante y sensitivo. Asísteles para que difundan, entre todas las naciones de la tierra, la luz de guía que proviene de la Compañía en lo alto. En verdad, Tú eres el Fuerte, el Potente, el Poderoso, el Todosojuzgador, el Eterno Dador. Verdaderamente, Tú eres el Generoso, el Benévolo, el Afectuoso, el Más Munífico.

8

¡Oh vosotros amados de 'Abdu'l-Bahá, y vosotras siervas del Misericordioso! Es de mañana, muy temprano, y los vivificantes vientos del Paraíso de Abhá soplan sobre toda la creación, mas solo pueden conmover a los puros de corazón, y solo el sentido puro puede percibir su fragancia. Solo el ojo sensible contempla los rayos del sol, y solo el oído atento puede escuchar el canto del Concurso en lo alto. Aunque las copiosas lluvias de la primavera, las dádivas del Cielo, se derraman sobre todas las cosas, ellas solo pueden hacer fructificar el buen suelo; ellas no aman el suelo salobre, donde no puede percibirse ningún resultado de toda esa munificencia.
Hoy en día, las suaves y sagradas brisas del Reino de Abhá pasan por todos los países, pero solo los puros de corazón se acercan y sacan provecho de ello. Es la esperanza de esta alma agraviada que, por la gracia del Autosuficiente y por el manifiesto poder de la Palabra de Dios, se despeje la cabeza de los desatentos, para que puedan percibir estas dulces fragancias provenientes de las secretas rosaledas del espíritu.
¡Oh vosotros, amigos de Dios! Los verdaderos amigos son como los médicos expertos, y las Enseñanzas de Dios son como un bálsamo curativo, una medicina para la conciencia del hombre. Despejan la cabeza, a fin de que un hombres pueda aspirarlas y deleitarse con su perfumada fragancia. Despiertan a los que duermen. Llevan conciencia al desatento, y una ración al indigente, y esperanza al desesperado.
Si un alma en este día actuara de acuerdo a los preceptos y consejos de Dios, sería como un médico divino para la humanidad, y como la trompeta de Isráfíl,16 llamará a la vida a los muertos de este mundo contingente; porque las confirmaciones del Reino de Abhá jamás se interrumpen, y esa alma virtuosa tendrá para asistirle la ayuda infalible de la Compañía en lo alto. De este modo, un miserable mosquito se volverá un águila en la plenitud de su fuerza, y un débil gorrión se transformará en halcón real en las alturas de antigua gloria.
Por tanto, no reparéis en el grado de vuestra capacidad, no preguntéis si sois merecedores de esa tarea: depositad vuestra esperanza en la ayuda y la bondad, en los favores y las dádivas de Bahá'u'lláh, ¡que mi alma sea una ofrenda por sus amigos! Impulsad al corcel del elevado empeño hacia el campo del sacrificio, y obtened en esta vasta arena el premio de la divina gracia.
¡Oh vosotras, siervas del misericordioso Señor! Cuántas reinas de este mundo descansaron su cabeza sobre una almohada de polvo y desaparecieron. No quedó de ellas ningún fruto, ninguna huella, ningún signo, ni tan siquiera sus nombres. Para ellas no hubo más dádivas; para ellas no hubo más vida en absoluto. No así para las siervas que han asistido en el Umbral de Dios; ellas han resplandecido como estrellas rutilantes en los cielos de antigua gloria, derramando sus esplendores a través de toda la extensión del tiempo. Ellas han dado cumplimiento a sus más caras esperanzas en el Paraíso de Abhá; ellas han gustado la miel de la reunión en la congregación del Señor. Almas como éstas aprovecharon su existencia aquí en la tierra; cosecharon el fruto de la vida. En cuanto al resto, "ciertamente, les llegó el tiempo en el que fueron una cosa de la que no se habla."
¡Oh vosotros, amantes de este Agraviado! Purificad vuestros ojos para que no consideréis a ningún hombre como diferente a vosotros mismos. No veáis extraños; más bien, mirad a todos los hombres como amigos, pues el amor y la unidad difícilmente se originan cuando fijáis vuestra mirada en lo que es diferente. Y las Sagradas Escrituras dicen que en esta nueva y maravillosa edad debemos estar unidos con todas las gentes; que no debemos ver crueldad, ni injusticia, ni malevolencia, ni hostilidad, ni odio, sino más bien dirigir nuestra mirada hacia el cielo de antigua gloria. Puesto que cada una de las criaturas es un signo de Dios, y fue por la gracia del Señor y su poder que cada una entró en el mundo; por tanto, no son extraños, sino que pertenecen a la familia; no son ajenos, sino amigos, y deben ser tratados como tales.
Por consiguiente, los amados de Dios deben asociarse en afectuosa camaradería con extraños y amigos por igual, demostrando a todos la mayor bondad, sin tener en cuenta el grado de su capacidad, sin preguntarse nunca si merecen ser amados. Que en todos los casos los amigos sean considerados e infinitamente bondadosos. Que nunca se dejen vencer por la malignidad de la gente, por su agresión y su odio, por muy intensos que fueren. Si otros lanzan sus dardos contra vosotros, ofrecedles a cambio leche y miel; si envenenan vuestra vidas, endulzad sus almas; si os lastiman, enseñadles a consolarse; si os provocan una herida, sed un bálsamo para sus llagas; si os aguijonean, colocad en sus labios una copa refrescante.
¡Oh Dios, mi Dios! Estos son tus débiles siervos; ellos son tus esclavos leales y tus siervas, quienes se han inclinado ante tu exaltada Prolación y se han humillado ante tu Umbral de luz, y han dado testimonio de tu unicidad, mediante el cual se ha hecho brillar el Sol en su esplendor meridiano. Ellos han escuchado el llamado que Tú elevaste desde tu oculto Reino y, con sus corazones vibrando de amor y embeleso, han respondido a tu llamado.
Oh Señor, derrama sobre ellos todas las efusiones de tu misericordia, haz llover sobre ellos todas las aguas de tu gracia. Hazles crecer como hermosas plantas en el jardín del cielo, y de las plenas y desbordantes nubes de tus dádivas y los profundos remansos de tu abundante gracia, has que este jardín florezca, y manténlo siempre verde y brillante, siempre fresco, reluciente y hermoso.
Tú eres, verdaderamente, el Fuerte, el Exaltado, el Poderoso, Aquel Quien, en los cielos y en la tierra, es el único que permanece inmutable. No existe otro Dios fuera de Ti, el Señor de las señales y los signos manifiestos.

9

¡Oh tú, cuyo corazón rebosa con el amor del Señor! Me dirijo a ti, desde este consagrado sitio, para alegrar tu pecho con mi epístola a ti, pues esta es una carta tal que hace que el corazón de quien cree en la unicidad de Dios, alce el vuelo hacia las cumbres de la bienaventuranza.
Agradece a Dios por haberte permitido entrar en su Reino de poder. En breve las dádivas de tu Señor descenderán sobre ti, sucediéndose unas a otras, y Él hará de ti un signo para todo buscador de la verdad.
Aférrate firmemente al Convenio de tu Señor, y a medida que transcurren los días, aumenta tu provisión de amor para con sus amados. Inclínate con ternura ante los servidores del Todomisericordioso, para que puedas izar la vela del amor sobre el arca de paz, la cual surca los mares de la vida. Que nada te apene, y no te enfades con nadie. Te incumbe estar contento con la Voluntad de Dios, y ser un verdadero amante y leal amigo de todos los pueblos de la tierra, sin excepción alguna. Esta es la cualidad de los sinceros, la conducta de los santos, el emblema de aquellos quienes creen en la unidad de Dios, y el atuendo del pueblo de Bahá.
Agradece y glorifica al Señor, pues Él te ha permitido ofrecerle el Derecho de Dios.17 Esto es, ciertamente, un favor especial de su parte, para ti; alábale, entonces, por este mandamiento que está establecido en las Escrituras de tu Señor, Aquel Quien es el Antiguo de los Días.
Él, en verdad, es el Amoroso, el Afectuoso, el Eterno Dador.

10

¡Oh tú, querida sierva de Dios! Tu carta ha sido recibida y nos hemos informado de su contenido. Tú has solicitado una norma para guía de ti vida.
Cree en Dios y mantén tus ojos fijos en el exaltado Reino; permanece enamorada de la Belleza de Abhá; sosténte firme en el Convenio; asía ascender al Cielo de la Luz Universal. Libérate de este mundo y renace mediante las dulces fragancias de santidad que soplan desde el dominio del Altísimo. Sé una convocadora de amor y sé bondadosa con toda la raza humana. Ama a los hijos de los hombres y participa de sus pesares. Sé de aquellos que promueven la paz. Ofrece tu amistad, sé digna de confianza. Sé un bálsamo para toda herida, una medicina para todo mal. Enlaza las almas. Recita los versos de guía. Ocúpate en la adoración de tu Señor, y levántate para conducir rectamente a la gente. Libera tu lengua y enseña, y haz que tu rostro reluzca con el fuego del amor de Dios. No descanses ni por un momento, ni te des respiro. Y así llegarás a ser un signo y un símbolo del amor de Dios, y un estandarte de su gracia.

11

El servicio a los amigos es servicio al Reino de Dios, y mostrar consideración hacia el pobre, es una de las más grandes enseñanzas de Dios.

12

Sabe con certeza que el Amor es el secreto de la sagrada Dispensación de Dios, la manifestación del Todomisericordioso, la fuente de las efusiones espirituales. El Amor es la bondadosa luz del cielo, el eterno hálito del Espíritu Santo que vivifica el alma humana. El Amor es la causa de la revelación de Dios al hombre, el vínculo vital que, de acuerdo con la creación divina, es inherente a las realidades de las cosas. El Amor es el único medio que asegura la verdadera felicidad, tanto en este mundo como en el venidero. El Amor es la luz que guía en la oscuridad, el eslabón viviente que une a Dios con el hombre, que confirma el progreso de toda alma iluminada. El amor es la más grande ley que rige este potente y celestial ciclo, el único poder que une los diversos elementos de este mundo material, la suprema fuerza magnética que dirige los movimientos de las esferas en los dominios celestiales. El Amor revela con infalible e ilimitado poder los misterios latentes en el universo. El Amor es el espíritu de vida para el ataviado cuerpo de la humanidad, el fundador de la verdadera civilización en este mundo mortal, y el derramador de imperecedera gloria sobre toda raza y toda nación altruista.
Cualquier pueblo que sea benevolentemente favorecido por Dios con él, ciertamente, su nombre será magnificado y enaltecido por el Concurso en lo alto, y por la compañía de los ángeles, y por los habitantes del Reino de Abhá. Y cualquier pueblo que aparte su corazón de este Amor Divino -la revelación del Misericordioso- errará gravemente, caerá en la desesperación, y será totalmente destruido. A ese pueblo le será negado todo refugio, llegará a ser hasta como las más viles criaturas de la tierra, víctima de la degradación y la vergüenza.
¡Oh vosotros, amados del Señor! Esforzaos por llegar a ser las manifestaciones del amor de Dios, las lámparas de guía divina brillando en medio de los linajes de la tierra, con la luz del amor y la concordia.
¡Todas las salutaciones sean para los reveladores de esta gloriosa luz!

13

¡Oh tú, hija del Reino! Tu carta fechada el 5 de diciembre de 1918 fue recibida. Ella transmitía las buenas nuevas de que los amigos de Dios y las siervas del Misericordioso se ha reunido en el verano en Green Acre, y han estado ocupados día y noche en la conmemoración de Dios, han servido a la unicidad del mundo de la humanidad, han expresado su amor a todas las religiones, se han mantenido alejados de todo prejuicio religioso, y han sido bondadosos con todos. Las religiones divinas deben ser la causa de unión entre los hombres, y el instrumento de amor y unidad; deben promulgar la paz universal, liberar al hombre de todo prejuicio, conferir alegría y felicidad, practicar la bondad hacia todos los hombres, y suprimir toda diferencia y distinción. Tal como dice Bahá'u'lláh dirigiéndose al mundo de la humanidad: "¡Oh pueblo! Sois los frutos de un solo árbol y las hojas de una misma rama". A lo sumo se trata de que algunas almas son ignorantes y deben ser educadas; algunos están enfermos y deben ser sanados; algunos son todavía de tierna edad, y se les debe ayudar a alcanzar la madurez, y debe mostrárseles la mayor bondad. Esta es la conducta del pueblo de Bahá.
Espero que tus hermanos y hermanas lleguen todos a ser los bienquerientes del mundo de la humanidad.

14

¡Oh vosotros dos, benditas almas! Vuestras cartas han sido recibidas. Ellas mostraban que habéis investigado la verdad y que os habéis librado de las imitaciones y las supersticiones, que observáis con vuestros propios ojos y no con los de los demás, que escucháis con vuestros propios oídos y no con los oídos de los demás, y que descubrís los misterios con la ayuda de vuestra propia conciencia, y no con la de los demás. Pues el imitador dice que tal hombre ha visto, que tal hombre ha escuchado, y que tal conciencia ha descubierto; en otras palabras, él depende de la vista, del oído y de la conciencia de los demás, y no tiene voluntad propia.
Ahora bien, alabado sea Dios, vosotros habéis mostrado fuerza de voluntad y os habéis vuelto hacia el Sol de la Verdad. El llano de vuestro corazón ha sido iluminado por las luces del Señor del Reino, y habéis sido guiados al recto sendero, habéis marchado por el camino que conduce al Reino, habéis entrado en el Paraíso de Abhá y obtenido una porción y una participación del fruto del Árbol de la Vida.
Bienaventurados sois, y un buen hogar os aguarda. Salutaciones y alabanzas sean para vosotros.

15

¡Oh tú, cautiva del amor de Dios! La carta que escribiste en el momento de tu partida ha sido recibida. Ella me proporcionó alegría; y es mi esperanza que tu vista interior se abra de par en par, para que te sea descubierta la esencia misma de los misterios divinos.
Comenzaste tu carta con una frase bendita: "¡Yo soy cristiana!" ¡Oh , si todos fuesen realmente cristianos! Es fácil ser un cristiano de palabra, pero es difícil serlo realmente. En la actualidad, alrededor de quinientos millones de almas son cristianas, pero el verdadero cristiano es muy raro; es aquella alma en cuyo donoso rostro reluce el esplendor de Cristo, y que manifiesta las perfecciones del Reino; este es un asunto de gran importancia, ya que ser cristiano es encarnar todas las excelencias que existen. Yo espero que tú también llegues a ser una verdadera cristiana. Alaba a Dios, pues al fin, por medio de las enseñanzas divinas, has obtenido tanto vista como perspicacia en grado sumo, y te has arraigado firmemente en la certidumbre y la fe. Es mi esperanza que otros también lleguen a adquirir ojos iluminados y oídos atentos, y alcancen la vida sempiterna; que estos numerosos ríos, cada uno fluyendo separadamente por distintos cauces, encuentren su curso de regreso al mar que los circunda, y se fusionen y se eleven formando una única ola de ondulante unión; que la unidad de la verdad, mediante el poder de Dios, haga que estas diferencias ilusorias se desvanezcan. Esto es lo esencial, pues si se logra la unidad, todos los demás problemas desaparecerán por sí mismos.
¡Oh tú, honorable dama! Según las enseñanzas divinas, en esta gloriosa dispensación no deberíamos menospreciar a nadie ni llamarle ignorante, diciéndole: "Tú no conoces y yo sí conozco". Más bien deberíamos mirar a los demás con respeto, y al tratar de explicar y demostrar algo, deberíamos hablar como si estuviésemos investigando la verdad, y decir: "He aquí, ante nosotros, estas cosas. Investiguemos para determinar dónde y en qué forma puede hallarse la verdad". El maestro no debería considerarse a sí mismo instruido, y a los demás ignorantes. Tal pensamiento engendra orgullo, y el orgullo no conduce a ejercer influencia. El maestro no debe ver en sí mismo ninguna superioridad; debería hablar con la mayor bondad, con humildad y modestia, pues tales palabras ejercen influencia y educan las almas.
¡Oh tú, honorable dama! Todos y cada uno de los Profetas han sido enviados a la tierra con un único propósito; por esto Cristo Se hizo manifiesto, por esto Bahá'u'lláh elevó el llamado del Señor: que el mundo del hombre llegue a ser el mundo de Dios; que este dominio inferior llegue a ser el Reino; esta oscuridad, la luz; esta perversidad satánica, todas las virtudes del cielo, y que la unidad, la hermandad y el amor sean conquistados por toda la raza humana, que reaparezca la unidad orgánica y las bases de la discordia sean destruidas, y que la vida eterna y la gracia sempiterna se conviertan en la cosecha de la humanidad.
¡Oh tú, honorable dama! Observa el mundo a tu alrededor: aquí, la unidad, la atracción mutua, la reunión, engendran la vida; mas la desunión y la falta de armonía significan la muerte. Cuando consideres todos los fenómenos verás que todas las cosas creadas han venida a la existencia a través de la combinación de muchos elementos, y una vez que esta combinación de elementos es disuelta y esta armonía de componentes es dispersada, la forma de vida se destruye.
¡Oh tú, honorable dama! En los ciclos del pasado, aunque fuera establecida la armonía, no obstante, debido a la falta de medios, no podría haberse logrado la unidad de la humanidad. Los continentes permanecían absolutamente incomunicados; es más, aun entre los pueblos de un mismo continente, la asociación y el intercambio de ideas eran poco menos que imposibles. Por tanto, la intercomunicación, el entendimiento y la unidad entre todos los pueblos y linajes de la tierra, eran inalcanzables. En este día, no obstante, los medios de comunicación se han multiplicado, y los cinco continentes de la tierra, virtualmente, se han convertido en uno solo. Y para todos es ahora fácil viajar a cualquier país, asociarse e intercambiar puntos de vista con sus pueblos, y familiarizarse, a través de las publicaciones, con las condiciones, las creencias religiosas y los pensamientos de todos los hombres. De igual modo, todos los miembros de la familia humana, ya sean pueblos o gobiernos, ciudades o aldeas, han llegado a ser cada vez más interdependientes. A nadie le es posible ya bastarse a sí mismo, por cuanto los lazos políticos unen a todos los pueblos y naciones, y los vínculos del comercio y la industria, de la agricultura y la educación, se fortalecen cada día más. En consecuencia, la unidad de toda la humanidad puede ser alcanzada en este día. En verdad, éste no es sino uno de los portentos de esta edad maravillosa, de este glorioso siglo. De ello han sido excluidas todas las edades del pasado, pues este siglo -el siglo de la luz- ha sido dotado con una gloria, una iluminación y un poder únicos y sin precedentes. De esto el milagroso despliegue de una nueva maravilla cada día. Finalmente, se verá con cuánta luminosidad resplandecerán sus candelas en la comunidad de los hombres.
Contempla cómo su luz está ahora despuntando por sobre el oscuro horizonte del mundo. La primera candela es la unidad en el dominio político, cuyos tempranos destellos pueden discernirse en la actualidad. La segunda candela es la unidad de pensamiento en los emprendimientos mundiales, la consumación de la cual será pronto atestiguada. La tercera candela es la unidad en libertad, la cual sin duda habrá de venir. La cuarta candela es la unidad de religión, la piedra angular del fundamento mismo, la cual, mediante el poder de Dios, será revelada en todo su esplendor. La quinta candela es la unidad de naciones, una unidad que seguramente será establecida en este siglo, haciendo que todos los pueblos del mundo se consideren a sí mismos como ciudadanos de una única patria común. La sexta candela es la unidad de razas, la cual hará de todos los que habitan la tierra, pueblos y linajes de una misma raza. La séptima candela es la unidad de lenguaje, ello es, la elección de una lengua universal en la que serán instruidos y conversarán todos los pueblos. Todas y cada una de ellas inevitablemente habrán de venir, por cuanto el poder del Reino de Dios ayudará y asistirá en su realización.

16

¡Oh vosotros, iluminados amados, y vosotras, siervas del Misericordioso! En una época cuando la sombría noche de la ignorancia, de la negligencia hacia el mundo divino, de estar apartado de Dios como por un velo, se había extendido sobre la tierra, despuntó una luz naciente en una mañana luminosa, la que encendió el cielo de Oriente. Entonces apareció el Sol de la Verdad y los esplendores del Reino fueron derramados sobre el este y el oeste. Aquellos quienes tenían ojos para ver se regocijaron con la buenas nuevas y exclamaron: "¡Oh, bienaventurados, bienaventurados somos!", y presenciaron la realidad interior de todas las cosas, y descubrieron los misterios del Reino. Librados, entonces, de sus fantasías y sus dudas, contemplaron la luz de la verdad y se volvieron tan dichosos al apurar el cáliz del amor de Dios, que se olvidaron completamente del mundo y de sí mismos. Danzando de alegría, se dirigieron presurosos al lugar de su propio martirio y allí, donde los hombres mueren por amor, desdeñaron sus cabezas y sus corazones.
Pero aquellos cuyos ojos no ven, asombrados ante este tumulto, gritaron: "¿Dónde está la luz?", y nuevamente: "¡No vemos ninguna luz! ¡No vemos ningún sol naciente! Aquí no está la verdad. Esto es solo fantasía y nada más." Como murciélagos huyeron a la oscuridad subterránea y allí, para su modo de pensar, encontraron un cierto grado de seguridad y de paz.
Ello, sin embargo, es solo el comienzo del amanecer, y el calor del ascendente Orbe de la Verdad no está aún en la plenitud de su poder. Una vez que el sol se haya elevado a su apogeo, sus fuegos arderán de modo que hasta las cosas que reptan bajo la tierra serán conmovidas; y aunque no les sea posible contemplar la luz, no obstante, serán todas puestas en frenético movimiento por efecto del calor.
Por tanto, oh vosotros amados de Dios, dad las gracias, ya que, en el día del amanecer, habéis vuelto vuestros rostros hacia la Luz del Mundo y contemplado sus esplendores. Habéis recibido una parte de la luz de la verdad, habéis disfrutado de una porción de aquellas bendiciones que perduran por siempre; y, por consiguiente, en agradecimiento por esta merced, no descanséis ni tan solo un momento, ni estéis silenciosos; llevad a los oídos de los hombres las buenas nuevas del Reino, difundid por doquier la Palabra de Dios.
Actuad de acuerdo con los consejos del Señor; ello es, levantaos de tal manera y con tales cualidades, como para dotar al cuerpo de este mundo con un alma viviente, y llevar a este pequeño niño, la humanidad, a su edad adulta. Mientras os sea posible, encended un cirio de amor en cada reunión, y afectuosamente, regocijad y alentad a cada corazón. Cuidad al extraño como a uno de los vuestros; mostrad a sus almas la misma bondad que dispensad a vuestros fieles amigos. Si alguien llega a golpearos, tratad de amigaros con él; su alguien os apuñala el corazón, sed un ungüento curativo para sus llagas; si alguien os insulta o se mofa de vosotros, recibidle con amor. Si alguno os inculpa, alabadle; si os ofrece un veneno mortal, dadle a cambio la escogida miel; y si amenaza vuestra vida, concededle un remedio que lo sane para siempre. Si él es el dolor mismo, sed vosotros su medicina; si es una espina, sed sus rosas y fragantes hierbas. Quizá, tales modales y palabras vuestras hagan que este oscuro mundo pueda al fin brillar; hagan que esta polvorienta tierra se vuelva celestial, que este diabólico lugar de encarcelamiento, se convierta en un palacio real del Señor; así, la guerra y la lucha pasarán y no serán más, y el amor y la confianza podrán levantar sus tiendas en las cumbres del mundo. Tal es la esencia de las admoniciones de Dios; tales, en suma, son las enseñanzas para la Dispensación de Bahá.

17

¡Oh vosotros, quienes sois los escogidos del Reino de Abhá! Alabad al Señor de las Huestes,18 pues Él, cabalgando sobre las nubes, ha bajado a este mundo desde el cielo del dominio invisible, de modo tal que Oriente y Occidente han sido iluminados por la gloria del Sol de la Verdad, y se ha elevado el llamado del Reino, y los pregoneros del dominio celestial, con melodías del Concurso en lo alto, anunciaron las buenas nuevas de la Venida. Entonces, todo el mundo del ser se estremeció de felicidad y, sin embargo, las gentes, tal como dice el Mesías, continuaron durmiendo; pues el día de la Manifestación, cuando el Señor de las Huestes descendió, los encontró sumidos en el sueño de la inconsciencia. Como Él dice en el Evangelio: mi venida es como cuando el ladrón está en la casa, y el amo de la casa no vigila.
De entre toda la humanidad, Él os ha escogido a vosotros, y vuestros ojos han sido abiertos a la luz de guía, y vuestros oídos han sido armonizados con la música de la Compañía en lo alto; y bendecidos por abundante gracia, vuestros corazones y vuestras almas han nacido a una nueva vida. Agradeced y alabad a Dios, pues la mano de los infinitos dones ha colocado sobre vuestras cabezas esta corona guarnecida con piedras preciosas, esta corona cuyas brillantes joyas fulgurarán y emitirán destellos por toda la extensión del tiempo.
En agradecimiento por ello haced un ingente esfuerzo, y escoged para vosotros una noble meta. Mediante el poder de la fe, obedeced las enseñanzas de Dios, y haced que todas vuestras acciones concuerden con sus leyes. Leed Las Palabras Ocultas, ponderad sus íntimos significados, y actuad de acuerdo con ello. Leed, con mucha atención, las Tablas de (r)arázát (Ornamentos), Kalimát (Palabras del Paraíso), Tajallíyyát (Efulgencias), Ishráqát (Esplendores), y Bishárát (Buenas Nuevas), y levantaos como se os demanda en las enseñanzas celestiales. Así, cada uno os demanda en las enseñanzas celestiales. Así, cada uno de vosotros puede ser como una candela que vierte su luz, el centro de atracción dondequiera que la gente se reúna; y que de vosotros, cual un macizo de flores, se esparzan dulces aromas.
Elevad un clamor cual un mar que brama; como una pródiga nube, haced llover la gracia del cielo. Alzad vuestra voz y entonad los cánticos del Reino de Abhá. Extinguid los fuegos de la guerra, enarbolad las banderas de la paz, trabajad por la unidad de la humanidad, y recordad que la religión es el canal del amor para todos los pueblos. Sed conscientes de que los hijos de los hombres son ovejas de Dios, y Él es su amante Pastor que tiernamente cuida de todas sus ovejas, hace que se alimenten en los verdes prados de su gracia, y les da de beber de la fuente de vida. Tal es el sendero del Señor. Tales son sus generosidades. Tal es, de entre sus enseñanzas, su precepto de la unidad de la humanidad.
Los portales de sus bendiciones están abiertos de par en par, y sus signos se dan a conocer ampliamente, y resplandece la gloria de la verdad; inagotables son las bendiciones. Conoced la valía de este tiempo. Esforzaos con todo vuestro corazón, elevad vuestra voz y exclamad, hasta que este oscuro mundo se colme de luz, y este estrecho lugar de sombras se ensanche, y este montón de polvo de un momento efímero se transforme en un espejo de los eternos jardines del cielo, y esta esfera terrenal reciba su porción de gracia celestial.
Entonces la agresión se desintegrará, y todo lo que contribuye a la desunión será destruido, y será erigida la estructura de la unidad; para que el Árbol Bendito despliegue su sombra sobre el este y el oeste, y se establezca en las altas cumbres el Tabernáculo de la singularidad del hombre, y flameen en sus astas las banderas que anuncian en todo el mundo el amor y la camaradería, hasta que el mar de la verdad alce en alto sus olas, y la tierra produzca rosas y perfumadas hiervas de bendiciones sin fin, y se convierta, de polo a polo, en el Paraíso de Abhá.
Estos son los consejos de 'Abdu'l-Bahá. Es mi esperanza que por las dádivas del Señor de las Huestes llegaréis a ser la esencia espiritual y el esplendor mismo de la humanidad, enlazando los corazones de todos con lazos de amor; que a través del poder de la Palabra de Dios deis vida a los muertos que ahora están enterrados en las tumbas de sus deseos sensuales; que con los rayos del Sol de la Verdad restituyáis la vista a aquello cuyo ojo interior está ciego; que llevéis curación espiritual a quienes están espiritualmente enfermos. Estas cosas yo espero, de las munificencias y las dádivas del Amado.
En todo momento hablo de vosotros, y os recuerdo. Ruego al Señor y con lágrimas Le imploro que haga descender todas estas bendiciones sobre vosotros, y alegre vuestros corazones, y haga dichosas vuestras almas, y os conceda grande gozo y delicias celestiales...

¡Oh Tú, amante Proveedor! Estas almas han escuchado los llamados del Reino, y han contemplado la gloria del Sol de la Verdad. Se han elevado hacia los refrescantes cielos del amor; están enamoradas de tu naturaleza, y adoran tu belleza. Se han vuelto hacia Ti, conversando de Ti entre ellas, tratando de encontrar tu morada, y ansiando los arroyos de tu celestial dominio.
Tú eres el Dador, el Conferidor, el Eterno Amante.

18

¡Oh tú, poseedor de un corazón vidente! Aunque materialmente hablando, tú estás privado de la visión física, no obstante, alabado sea Dios, la perspicacia espiritual es tuya. Tu corazón ve y tu espíritu oye. La vista corporal está expuesta a un millar de enfermedades y, con seguridad, finalmente se perderá. Por eso no se le debe atribuir importancia. Pero la vista del corazón es iluminada. Discierne y descubre el Reino Divino. Es perdurable y eterna. Alaba a Dios, entonces, pues la vista de tu corazón está iluminada y el oído de tu mente es sensible.
Cada una de las reuniones que habéis organizado, en las cuales vosotros sentís emociones celestiales y comprendéis realidades y significados, es como el firmamento, y esas almas son como estrellas resplandecientes brillando con la luz de guía.
Feliz es el alma que busca, en esta era radiante, las enseñanzas celestiales, y bendito es el corazón que se siente conmovido y atraído por el amor de Dios.

19

La alabanza sea para Aquel por cuyos esplendores están encendidos los cielos y la tierra, por cuyos fragantes hálitos vibran de alegría los jardines de santidad que engalanan los corazones de los escogidos, Aquel que ha derramado su luz y ha iluminado la faz del firmamento. En verdad, han aparecido luminosas y centelleantes estrellas, rutilantes y resplandecientes, lanzando sus rayos sobre el supremo horizonte. Su gracia y fulgor los han obtenido de la munificencias del Reino de Abhá, y luego, estrellas de guía, derramaron sus luces sobre esta tierra.
La alabanza sea para Aquel Quien ha forjado esta nueva era, esta época de majestuosidad, tal como el despliegue de un espectáculo en que se exponen a la vista las realidades de todas las cosas. Ahora se descargan las nubes de la munificencia y están claramente manifiestas las dádivas del amante Señor; pues tanto el mundo visible como el invisible han sido iluminados, y el Prometido ha venido a la tierra, y la belleza del Adorado ha resplandecido.
Salutaciones, bendiciones y bienvenida a esa Realidad Universal, esa Palabra Perfecta, aquel Libro Manifiesto, ese Esplendor que ha amanecido en el más encumbrado cielo, esa Guía de todas las naciones, esa Luz del mundo, el ondulante océano cuya abundante gracia ha inundado a toda la creación, de tal modo que sus olas han vertido sus brillantes perlas sobre las arenas de este mundo visible. Ahora la Verdad ha aparecido, y la falsedad ha huido; ahora el día ha amanecido y el júbilo ha tomado posesión, por lo cual son santificadas las almas de los hombres, purificados sus espíritus, regocijados sus corazones, clarificadas sus mentes, sus pensamientos secretos se han vuelto saludables, su conciencia, limpia; su íntimo ser se ha hecho santo; pues el Día de la Resurrección se ha cumplido, y las dádivas de tu Señor, el Perdonador, han abarcado todas las cosas. Salutaciones y alabanzas sean para esas estrellas luminosas y resplandecientes que emiten sus rayos desde el más encumbrado cielo, esos cuerpos celestiales del círculo zodiacal del Reino de Abhá. Que la gloria descanse sobre ellos.
Y ahora, oh tú hombre honorable que has escuchado el Gran Anuncio, levántate para servir a la Causa de Dios con el irresistible poder del Reino de Abhá, y los hálitos que provienen del espíritu de la Compañía en lo alto. No te acongojes por lo que los fariseos y quienes suministran falsos rumores de entre los escritores de la prensa, están diciendo sobre Bahá. Recuerda los días de Cristo, y las aflicciones que la gente acumuló sobre Él, y todos los tormentos y tribulaciones infligidos a sus discípulos. Puesto que sois los amantes de la Belleza de Abhá también debéis, por amor a Él, sufrir la reprobación de las gentes, y todo lo que les aconteció a los de aquella época, debe asimismo aconteceros a vosotros. Entonces, los rostros de los escogidos se iluminarán con los esplendores del Reino de Dios, y brillarán a través de las edades, aún más, a través de todos los ciclos del tiempo; en tanto que los negadores permanecerán en su manifiesta pérdida. Será tal como fue dicho por el Señor Jesucristo: os perseguirán a causa de mi nombre.
Recuérdales estas palabras, y diles: "En verdad, los fariseos se alzaron contra el Mesías, a pesar de la radiante belleza de su faz y toda su hermosura, y clamaron que Él no era el Mesías (Masí¥), sino un monstruo (Masíkh), pues había declarado ser el Dios Todopoderoso, el soberano Señor de todo, y les había dicho: 'Yo soy el Hijo de Dios y, verdaderamente, el Padre está en el íntimo ser de su único Hijo, su poderoso Custodio, claramente revelado con todos sus atributos, con todas sus perfecciones.' Esto, ellos dijeron, era flagrante blasfemia y difamación contra el Señor, en concordia con los claros e irrefutable textos del Antiguo Testamento. Por esta razón pronunciaron sentencia contra Él, decretando que su sangre fuera derramada, y Le colgaron en la cruz, donde exclamó: ¡Oh mi amado Señor, ¿hasta cuándo me abandonarás a ellos? Elévame hacia Ti, cobíjame a tu lado, hazme una morada en tu trono de gloria. ¡En verdad, Tú eres el Respondedor de las oraciones, y Tú eres el Clemente, el Misericordioso! ¡Oh, mi Señor! En verdad, este mundo, con toda su vastedad, ya no puede contenerme, y yo amo esta cruz, por amor a tu belleza, y anhelando por tu Reino en lo alto, y debido a este fuego que, avivado por las ráfagas de tu santidad, arde en mi corazón. ¡Socórreme, oh Señor, para que ascienda a Ti, sosténme para que alcance tu sagrado Umbral, oh mi amoroso Señor! ¡En verdad, Tú eres el Misericordioso, el Poseedor de gran munificencia! ¡En verdad, Tú eres el Generoso! ¡En verdad, Tú eres el Compasivo! ¡En verdad, Tú eres el Omnisciente! ¡No existe otro dios sino Tú, el Fuerte, el Poderoso!'"
Nunca se habrían atrevido los fariseos a calumniarle y acusarle de tan grave pecado, si no hubiera sido por su desconocimiento del centro mismo de los misterios, y por el hecho de que no prestaron atención a sus esplendores, y de que no tomaron en cuenta sus pruebas. De lo contrario, ellos habrían reconocido sus palabras y atestiguado los versículos que Él había revelado, habrían confesado la verdad de sus expresiones, habrían buscado refugio a la sombra protectora de su enseña, habrían tomado conocimiento de sus signos y señales, y regocijado por sus bienaventuradas nuevas.
Has de saber que la Esencia Divina, la cual es llamada el Invisible de los Invisibles, nunca ha de ser descrita, que está más allá del alcance de la mente, que es santificada por encima de toda mención, de toda definición, o insinuación, o alusión, de toda celebración o alabanza. En el sentido de que Él es lo que Él es, el intelecto jamás podrá comprenderle, y el alma que busca el conocimiento de Él no es sino un vagabundo en el desierto, completamente extraviado: "Ninguna visión Le abarca, mas Él abarca toda visión: Él es el Sutil, el Todoinformado."19
No obstante, al contemplar la íntima esencia de todas las cosas y la individualidad de cada una de ellas, contemplarás los signos de la misericordia de tu Señor en todas las cosas creadas, y verás los diseminados rayos de sus nombres y atributos que se difunden en toda la extensión del dominio del ser, con evidencia que nadie habrá de negar, salvo los díscolos y los inconscientes. Entonces observarás que el universo es un pergamino que descubre sus secretos ocultos, los cuales están preservados en la bien guardada Tabla. Y no existe un átomo de entre todos los átomos de la existencia, ni criatura de entre las criaturas, que no exprese su alabanza y hable de sus atributos y nombres, que no revele la gloria de su poder y que no guíe hacia su unicidad y su misericordia; y esto no contradice a nadie que tenga oídos para oír, ojos para ver, y una mente sana.
Y cuando quiera que contemples la creación en su totalidad, y observes sus mismos átomos, distinguirás que los rayos del Sol de la Verdad se extienden sobre todas las cosas y brillan dentro de ellas, y hablan de los esplendores de ese Sol, de sus misterios, y de la difusión de sus luces. Observa los árboles, las flores, y los frutos, y hasta las piedras. También aquí contemplarás los rayos del Sol derramados sobre ellos, claramente visibles dentro de ellos, y manifiestos a través de ellos.
Si, no obstante, volviera tu mirada a un Espejo, bruñido, inmaculado y puro, en el cual se refleje la Divina Belleza, encontrarías allí al Sol brillando con sus rayos, su calor, su disco, y toda su hermosa forma. Pues cada entidad independiente posee la porción de luz solar que le ha sido asignada, y que habla del Sol; mas aquella Realidad Universal en todo su esplendor, ese inmaculado Espejo cuyas cualidades son apropiadas a las cualidades del Sol reveladas dentro de Él, expresa en su totalidad los atributos de la Fuente de Gloria. Y esa Realidad Universal es el Hombre, el Ser divino, la Esencia que perdura por siempre. "Di: invocad a Dios, o invocad al Todomisericordioso; como quiera que Le invoquéis, muy hermosos son sus Nombres."20
Este es el significado de las Palabras del Mesías, acerca de que el Padre está en el Hijo.21 ¿No ves que si un inmaculado espejo proclamase: "En verdad, el sol brilla dentro de mí, conjuntamente con todas sus cualidades, sus señales y sus signos", semejante declaración por un espejo tal no sería ni engañosa ni falsa? ¡No, por Aquel que Le creó, Le formó, Le modeló y Le hizo una entidad acorde con los atributos de la gloria que hay dentro de Él! ¡Alabado sea Aquel que Le creó! ¡Alabado sea Aquel que Le modeló! ¡Alabado sea Aquel que Le hizo manifiesto!
Tales fueron las palabras expresadas por Cristo. Como consecuencia de esta palabras Le pusieron reparos y Le atacaron cuando Él les dijo: "En verdad, el Hijo está en el Padre, y el Padre está en el Hijo."22 Infórmate de ello, y aprende los secretos de tu Señor. En cuanto a los negadores, están separados de Dios por un velo; ellos no ven, no oyen, ni comprenden. "Déjalos que se entretengan en sus cavilaciones."23 Abandónalos a sus divagaciones por lechos de ríos donde no fluye corriente alguna. Como las bestias que pacen no pueden distinguir la imitación de la perla. ¿No están excluidos de los misterios de tu Señor, el Clemente, el Misericordioso?
Por tu parte, regocíjate de ésta, la mejor de todas las buenas nuevas, y levántate para exaltar la Palabra de Dios y esparcir sus dulces fragancias en todo ese vasto e importante país. Sabe con certeza que tu Señor vendrá en tu ayuda con una compañía del Concurso en lo alto y las huestes del Reino de Abhá. Estas prepararán el araque, y furiosamente asaltarán a las fuerzas de los ignorantes, los ciegos. A corto plazo verás el arrebol del alba extendiéndose desde el Más Exaltado Reino, y el amanecer abarcando todas las regiones. Pondrá en fuga a la oscuridad, y la lobreguez de la noche se desvanecerá y pasará, y el luminoso semblante de la Fe resplandecerá, y el Sol surgirá y cubrirá el mundo. En ese día se regocijarán los fieles y los firmes serán dichosos; entonces los difamadores se marcharán, y los vacilantes serán aniquilados, tal como las sombras más profundas desaparecen con la primera luz, al despuntar el alba.
Salutaciones y alabanza sean para ti.

¡Oh Dios, mi Dios! Este es tu radiante siervo, tu cautivo espiritual, quien se ha acercado a Ti y se ha aproximado a tu presencia. Ha vuelto su rostro hacia Ti, reconociendo tu unicidad, confesando tu singularidad, y ha exclamado en tu nombre entre las naciones, y ha conducido a las gentes hacia las fluyentes aguas de tu misericordia. ¡Oh Tú, generosísimo Señor! A quienes lo han pedido, Él les ha dado de beber del cáliz de guía que rebosa con el vino de tu gracia inmensurable.
¡Oh Señor, ayúdale en todas las condiciones, hazle conocer tus bien guardados misterios y derrama sobre él tus perlas ocultas! Has de él una enseña ondeando en la cima de los castillos, a los vientos de tu socorro celestial; haz de él un manantial de aguas cristalinas.
¡Oh mi Señor perdonador! Enciende los corazones con los rayos de una lámpara que vierte sus rayos por doquier, revelando las realidades de todas las cosas a aquellos de entre tu pueblo a quienes muníficamente has favorecido.
¡En verdad, Tú eres el Poderoso, el Potente, el Protector, el Fuerte, el Benéfico! ¡En verdad, Tú eres el Señor de todas las mercedes!

2024

Cuando, hace veinte siglos, apareció Cristo, aunque los judíos esperaban ansiosamente su llegada y rogaban todos los días, con lágrimas en los ojos, diciendo: "¡Oh Dios!, apresura la Revelación del Mesías", con todo, cuando el Sol de la Verdad amaneció, lo negaron y se levantaron contra Él con la más grande saña; crucificaron a ese Divino Espíritu, el Verbo de Dios, y Le llamaron Belcebú, el demonio, como lo relata el Evangelio. La razón de esto fue que ellos pensaron: "La Revelación de Cristo, de acuerdo con los textos de la Tora, debe ser atestiguada por ciertos signos, y en tanto que esos signos no hayan aparecido, aquel que pretenda ser el Mesías será un impostor. Entre esos signos está éste, que el Mesías vendrá de un lugar desconocido. Sin embargo, todos conocemos la casa de este hombre en Nazaret y ¿puede algo bueno salir de Nazaret? Un segundo signo es que Él reinará con vara de hierro, es decir, que traerá la espada, y este Mesías no tiene siquiera un bastón de madera. Otra de las condiciones y signos es que Él deberá sentarse sobre el trono de David y establecer la soberanía de David; pero, lejos de poseer un trono, este hombre no tiene ni siquiera una estera sobre la cual sentarse. Otra de las condiciones es la promulgación de todas las leyes de la Tora, y este hombre ha abrogado esas leyes y hasta ha quebrantado el sábado, y la Tora dice claramente que aquel que se diga profeta, haga milagros y quebrante el sábado, debe ser muerto. Otro de los signos es que en Su reinado la justicia será tan perfecta, que la virtud y la felicidad se extenderán del mundo humano al mundo animal, de tal manera que la serpiente y el ratón compartirán el mismo agujero, la perdiz y el águila el mismo nido, el león y la gacela pacerán juntos y el lobo y el cabrito beberán de la misma fuente. ¡Sin embargo, la injusticia y la tiranía reinan en su tiempo en tal forma que lo han crucificado! Otra de las condiciones es que en los días del Mesías los judíos prosperarán y triunfarán sobre todos los pueblos de la tierra, pero ellos viven en la más grande humillación y esclavitud en el imperio de los romanos. Entonces, ¿cómo podía ser éste el Mesías prometido por la Tora?"
Así fue como ellos rechazaron a ese Sol de la Verdad, a pesar de que ese Espíritu de Dios era en realidad el Prometido en la Tora. Mas como no comprendían el significado de esos signos, crucificaron al Verbo de Dios.
Ahora, los bahá'ís afirman que los signos profetizados existieron en la Manifestación de Cristo, aunque no en el sentido que los judíos entendían, puesto que la descripción de la Tora era alegórica. Por ejemplo, entre los signos está aquel de la soberanía. Los bahá'ís dicen que la soberanía de Cristo era celestial, divina, eterna, no una soberanía napoleónica, pasajera. La soberanía de Cristo se estableció hace poco menos que dos mil años, perdura todavía, y por toda la eternidad ese Santo Ser será exaltado sobre un trono eterno.
De una manera análoga se han manifestado todos los otros signos, pero los judíos no los comprendieron. A pesar de que han transcurrido casi veinte siglos desde que Cristo apareció con divino esplendor, los judíos esperan aún la llegada del Mesías, considerándose a sí mismos como justos y a Cristo como falso.

21

¡Oh tú, distinguida personalidad, oh tú, buscador de la verdad! Tu carta fechada el 4 de abril de 1921 ha sido leída con amor.
La existencia del Ser Divino ha sido claramente establecida sobre la base de pruebas lógicas, pero la realidad de la Deidad está más allá de la captación de la mente. Cuando consideres cuidadosamente este tema verás que un plano inferior jamás puede comprender a uno superior. El reino mineral, por ejemplo, el cual es inferior, está imposibilitado de comprender al reino vegetal; pues para el mineral una comprensión semejante le sería absolutamente imposible. De igual modo, por mucho que pueda desarrollarse el reino vegetal, no logrará concebir el sentido del oído y el de la visión. Y el reino animal, por mucho que pueda evolucionar, nunca puede llegar a ser consciente de la realidad del intelecto, el cual descubre la esencia íntima de todas las cosas, y comprende aquellas realidades que no son visibles; ya que el plano humano, comparado con el del animal, es muy elevado. Y aunque todos estos seres coexisten en el mundo contingente, en cada caso la diferencia en su posición impide la captación de la totalidad; pues ningún grado inferior puede comprender a uno superior, siendo tal comprensión un imposible.
El plano superior, sin embargo, tiene conocimiento del inferior. El animal, por ejemplo, comprende al mineral y al vegetal; el humano comprende los planos animal, vegetal y mineral. Pero al mineral no le es posible entender los dominios del hombre. Y, no obstante el hecho de que estas entidades coexisten en el mundo fenoménico, con todo, ningún grado inferior puede jamás comprender a uno superior.
Entonces, ¿sería posible para una realidad contingente, ello es, el hombre, concebir la naturaleza de aquella Esencia preexistente, el Ser Divino? La diferencia de posición entre el hombre y la Realidad Divina, es miles de miles de veces más grande que la diferencia entre el vegetal y el animal. Y aquello que un ser humano concibiese en su mente no es sino la imagen quimérica de su propia condición humana; ella no abarca la realidad de Dios sino, por el contrario, es abarcada por ella. Es decir, el hombre capta sus propias concepciones ilusorias, pero la realidad de la Divinidad no puede jamás ser captada: ella, por sí sola, abarca todas las cosas creadas, y todas las cosas creadas están en su poder. Esa Divinidad que el hombre imagina en sí mismo existe tan solo en su mente, no en la realidad. El hombre, no obstante, existe tanto en su mente como en la realidad; y es así como el hombre es más grande que esa realidad quimérica que es capaz de imaginar.
Los límites más remotos de esta pájaro de arcilla son estos: puede aletear y avanzar una corta distancia, hacia el vasto infinito; mas nunca podrá remontarse hasta el Sol en los altos cielos. Debemos, no obstante, exponer pruebas racionales o inspiradas acerca de la existencia del Ser Divino, ello es, pruebas en la medida del entendimiento del hombre.
Es obvio que todas las cosas están entrelazadas unas con otras por un vínculo completo y perfecto, así como lo están, por ejemplo, los miembros del cuerpo humano. Observa cómo todos los miembros y partes componentes del cuerpo humano están entrelazados unos con otros. De igual modo, todos los miembros de este universo infinito están vinculados unos con otros. El pie y el paso, por ejemplo, están conectados con el oído y con el ojo; el ojo debe mirar al frente antes de dar el paso. El oído debe oír antes que el ojo observe cuidadosamente. Y cualquier miembro del cuerpo humano que sea deficiente, produce una deficiencia en los demás miembros. El cerebro está vinculado al corazón y al estómago, los pulmones están relacionados con todos los miembros. Y así ocurre con los demás miembros del cuerpo.
Y cada uno de estos miembros tiene su propia función especial. La fuerza de la mente -ya sea que la consideremos preexistente o contingente- dirige y coordina todos los miembros del cuerpo humano, velando porque cada parte o miembro desempeñe debidamente su propia y especial función. Si, no obstante, se produjera alguna interrupción en el poder de la mente, todos los miembros cesarían de ejercer sus funciones esenciales, aparecerían deficiencia en el cuerpo y en el funcionamiento de sus miembros, y el poder resultaría ineficaz.
Asimismo, observa este universo sin fin: inevitablemente, existe un poder universal que todo lo abarca, el cual dirige y regula todas las partes de esta creación infinita; y no fuera por este Director, este Coordinador, el universo sería imperfecto y deficiente. Sería como un demente; en cambio, podéis ver que esta creación infinita lleva a cabo sus funciones en perfecto orden, y cada parte de ella desempeña su propia tarea con absoluta exactitud, sin que se descubra imperfección alguna en todo su funcionamiento. De este modo, es evidente que existe un Poder Universal, que dirige y regula este universo infinito. Toda mente racional puede captar este hecho.
Por otra parte, aunque todas las cosas creadas crecen y se desarrollan, sin embargo, están sometidas a influencias externas. Por ejemplo, el sol brinda calor, la lluvia nutre, el viento trae la vida, y así el hombre puede desarrollarse y crecer. Por tanto, resulta claro que el cuerpo humano se encuentra bajo las influencias externas, y que sin esas influencias el hombre no puede crecer. Y, asimismo, tales influencias externas, a su vez, están sometidas a otras influencias. Por ejemplo, el crecimiento y desarrollo de un ser humano depende de la existencia del agua, y el agua depende de la existencia de la lluvia, y la lluvia depende de la existencia de las nubes, y las nubes dependen de la existencia del sol, el cual hace que el suelo y el mar produzcan vapor, cuya condensación forma las nubes. Y así, cada una de estas entidades ejerce su influencia y, del mismo modo, a su turno es influenciada. Luego, ineludiblemente, el proceso conduce a Aquel Quien todo lo influencia y que, sin embargo, no es influenciado por nada, rompiendo así la cadena. La realidad íntima de ese Ser, no obstante, no es conocida, aunque sus efectos son claros y evidentes.
Y además, todos los seres creados son limitados, y esta misma limitación de todos los seres prueba la realidad del Ilimitado; pues la existencia de un ser limitado denota la existencia de Uno Ilimitado.
Para resumir: existen muchas pruebas similares que establecen la existencia de esa Realidad Universal. Y ya que esa Realidad es preexistente, Ella no es afectada por las condiciones que rigen los fenómenos; pues toda entidad está sometida a circunstancias, y el juego de los acontecimientos es contingente, no preexistente. Luego, has de saber que la divinidad que otras comuniones y otros pueblos han ideado, pertenecen al ámbito de su imaginación, y nada más, en tanto que la realidad de la Deidad está más allá de toda concepción.
En cuanto a las Santas Manifestaciones de Dios, Ellos son los puntos focales donde aparecen en todo su esplendor los signos, las señales y las perfecciones de aquella sagrada, de esa preexistente Realidad. Son una gracia eterna, una gloria celestial, y de Ellos depende la vida perdurable de la humanidad. Para ilustrar el concepto: el Sol de la Verdad habita en un cielo al cual ninguna alma tiene acceso y el cual ninguna mente puede alcanzar, y está mucho más allá de la comprensión de todas las criaturas. Sin embargo, las Santas Manifestaciones de Dios son como un espejo, bruñido y sin mácula, que recoge los haces de luz de aquel Sol, y luego esparce la gloria sobre el resto de la creación. En esa pulida superficie se revela claramente el Sol en toda su majestad. De este modo, si este Sol reflejado proclama: "¡Yo soy el Sol!", esto no es sino la verdad; y si clama: "¡Yo no soy el Sol!", esto también es la verdad. Y aunque el Sol, con toda su gloria, su belleza, sus perfecciones, sea claramente visible en ese espejo sin mácula, no obstante, Él no ha descendido desde su propia sublime posición en los dominios de lo alto, Él no ha entrado en el espejo sino, más bien, continúa morando, como lo hará eternamente, en las supremas alturas de su propia santidad.
Y además, todas las criaturas de la tierra requieren la munificencia del sol, pues su misma existencia depende de la luz y el calor del sol. Si fueran privadas del sol, serían aniquiladas. Esto es lo que significa estar con Dios, como lo mencionan los Libros Sagrados: el hombre debe estar con su Señor.
Es evidente, entonces, que la realidad esencial de Dios se revela en sus perfecciones; y el Sol, con sus perfecciones, al reflejarse en un espejo, es una cosa visible, una entidad que expresa claramente la munificencia de Dios.
Es mi esperanza que tú adquieras un ojo perspicaz, un oído atento, y que los velos sean removidos de tu vista.

22

¡Oh tú que estás volviendo tu rostro hacia Dios! Cierra tus ojos a todas las otras cosas, y ábrelos al reino del Todoglorioso. Pídele a Él solamente todo lo que desees; busca de Él solamente todo lo que busques. Con una mirada Él otorga cien mil esperanzas, de un vistazo Él cura cien mil enfermedades incurables, con una seña Él pone bálsamo en toda herida, con una mirada Él libera los corazones de los grillos del dolor. Él hace lo que hace y, ¿qué recurso tenemos nosotros? Él lleva a cabo su Voluntad, Él ordena lo que Le place. Luego, es mejor para ti inclinar tu cabeza en sumisión, y depositar tu confianza en el Señor Todomisericordioso.

23

¡Oh tú, que buscas la verdad! Tu carta, fechada el 13 de diciembre de 1920 ha llegado.
Desde los días de Adán hasta hoy, las religiones de Dios se han puesto de manifiesto, una detrás de la otra, y cada una de ellas cumplió debidamente su función, revivió a la humanidad, y proveyó educación e ilustración. Ellas libraron a las gentes de la oscuridad del mundo de la naturaleza y les hicieron entrar en el esplendor del Reino. A medida que cada Fe y cada Ley sucesiva se revelaba, permanecía, durante algunos siglos, como un árbol cargado de frutos, y a ella le era encomendada la felicidad de la humanidad. Sin embargo, al ir transcurriendo los siglos, envejecía, ya no florecía ni entregaba frutos , por lo cual era entonces nuevamente rejuvenecida.
La religión de Dios es tan solo una religión, mas debe ser siempre renovada. Moisés, por ejemplo, fue enviado al hombre; Él estableció una Ley, y los hijos de Israel, a través de esa Ley Mosaica, fueron librados de su ignorancia y entraron a la luz; fueron rescatados de su abyección, alcanzando una gloria que no empalidece. Sin embargo, a medida que transcurrieron lentamente los años, aquel esplendor pasó, aquella refulgencia se ocultó, y aquel día luminoso se volvió noche; y una vez que esa noche se hizo triplemente oscura, la estrella del Mesías despuntó, de modo que, nuevamente, una gloria iluminó al mundo.
El significado es este: la religión de Dios es solo una, y es la educadora de la humanidad, mas, no obstante, necesita ser renovada. Cuando plantas un árbol, su altura aumente de día en día. Produce flores, y hojas, y sabrosos frutos. Pero después de un largo tiempo, se vuelve viejo y ya no produce ningún fruto. Entonces, el Labrador de la Verdad recoge la semilla de ese mismo árbol y la siembra en un suelo virgen; y he aquí el primer árbol, tal como era antes.
Observa atentamente que en este mundo de la existencia todas las cosas deben ser permanentemente renovadas. Contempla al mundo material en torno tuyo, y ve cómo ahora ha sido renovado. Los pensamientos han cambiado, los modos de vida han sido modificados, las ciencias y las artes muestran un nuevo vigor, los descubrimientos y las invenciones son nuevos, las percepciones son nuevas. ¿Cómo podría ser entonces que un poder tan vital como la religión -el garante de los grandes progresos de la humanidad, el medio mismo de lograr la vida sempiterna, el promotor de excelencia infinita, la luz de ambos mundos-, no sea renovada? Ellos sería incompatible con la gracia y la amorosa bondad del Señor.
La religión, por otra parte, no es una serie de creencias, un conjunto de costumbres; la religión son las enseñanzas de Dios nuestro Señor, enseñanzas que constituyen la vida misma de la humanidad, que impulsan a la mente hacia pensamientos elevados, refinan el carácter, y establecen el fundamento del honor sempiterno del hombre.
Observa: estas fiebres del mundo de la mente, estos fuegos de guerra y de odio, de resentimiento y de malignidad entre las naciones, esta agresión de pueblos contra pueblos, los cuales han destruido la tranquilidad del mundo entero, ¿pueden alguna vez calmarse por otro medio que no sean las aguas vivientes de las enseñanzas de Dios? ¡No, nunca!
Y además esto es evidente: un poder por encima y más allá de los poderes de la naturaleza debe imponerse, para transformar esta tenebrosa oscuridad en luz, y estos odios y resentimientos, estos aborrecimientos y rencores, estos interminables enfrentamientos y guerras, en confraternidad y amor entre todos los pueblos de la tierra. Este poder no es otro que los hálitos del Espíritu Santo y el poderoso influjo de la Palabra de Dios.

24

¡Oh tú, joven espiritual! Alaba a Dios ya que has encontrado el camino para entrar en el Reino de los Esplendores, y has descorrido el velo de las vanas imaginaciones, y te ha sido dada a conocer la esencia del íntimo misterio.
Estas gentes, todas ellas, han imaginado un Dios en el dominio de su mente, y adoran esa imagen que ellos mismos han creado. Con todo, esa imagen es abarcada, siendo la mente humana su abarcador y, ciertamente, el abarcador es más grande que aquello que está en su poder; pues la imaginación no es más que la rama, mientras que la mente es la raíz y, ciertamente, la raíz es más grande que la rama. Considera entonces sólo los pueblos del mundo doblan la rodilla a una fantasía de su propia invención, cómo han creado a un creador dentro de sus propias mentes, y lo llaman el Modelador de todo lo que es, mientras que en verdad no es más que una ilusión. De este modo, las gentes adoran tan solo a un error de percepción.
Mas aquella Esencia de las Esencias, aquel Invisible de los Invisibles, está santificado por encima de toda especulación humana, y nunca será alcanzado por la mente del hombre. Nunca jamás aquella Realidad inmemorial morará dentro de los límites de un ser contingente. El suyo es otro dominio, y ese dominio nunca podrá ser comprendido. No hay acceso a él; todas entrada está prohibida. A lo sumo se puede decir que su existencia puede ser probada, pero las condiciones de tal existencia son desconocidas.
Que tal Esencia existe, todos los filósofos y eruditos lo han comprendido; mas toda vez que trataron de conocer algo de su Ser, quedaron perplejos y consternados y, al final, desesperados, con sus esperanzas en ruina, continuaron su camino fuera de esta vida. Ya que para comprender el estado y el misterio interior de aquella Esencia de Esencias, de aquel Más Secreto de los Secretos, uno debe necesariamente poseer otro poder y otras facultades; y tal poder y tales facultades serían más de lo que los seres humanos son capaces de sobrellevar; por consiguiente, ni una palabra de Él puede alcanzarles.
Si, por ejemplo, uno está dotado con los sentidos del oído, del gusto, del olfato, del tacto, pero está privado del sentido de la visión, no le será posible contemplar a su alrededor, pues la visión no puede llevarse a cavo a través del oído o del gusto, o del olfato o del tacto. De igual modo, con las facultades que el hombre tiene a su disposición, está más allá del dominio de sus posibilidades la comprensión de aquella Realidad invisible, santa y santificada por encima de todas las dudas de los escépticos. Para ello se requieren otras facultades, otros sentidos; y si tales poderes estuvieran disponibles para él, entonces podría un ser humano recibir algún conocimiento de ese mundo; de lo contrario, jamás.

25

¡Oh tú, sierva de Dios! En historias orientales se registra que Sócrates viajó a Palestina y a Siria, y allí, de hombres versados en las cosas de Dios, adquirió ciertas verdades espirituales; que cuando regresó a Grecia promulgó dos creencias: una, la unidad de Dios, y la otra, la inmortalidad del alma después de su separación del cuerpo; que estos conceptos, tan extraños a su pensamiento, causaron gran conmoción entre los griegos, hasta que, finalmente, lo envenenaron, causándole la muerte.
Y esto es auténtico: pues los griegos creían en muchos dioses, y Sócrates estableció el hecho de que Dios es uno, lo cual, obviamente, se hallaba en conflicto con sus creencias.
El fundador del monoteísmo fue Abraham; a Él se remonta este concepto, y la creencia era corriente entre los hijos de Israel, aun en los días de Sócrates.
Lo dicho, no obstante, no puede ser hallado en las historias judaicas. Existen muchos hechos que no están incluidos en la historia judaica. No todos los acontecimientos de la vida de Cristo están referidos en la historia de Josefo, a pesar de que este historiador judío escribió acerca de la historia de los tiempos de Cristo. Uno no puede, por tanto, rehusar creer en los acontecimientos de los días de Cristo sobre la base de que ellos no se encuentran en la historia de Josefo.
Las historias orientales también relatan que Hipócrates permaneció largo tiempo en la ciudad de Tiro, la cual es una ciudad de Siria.

26

¡Oh tú, quien buscas el Reino del Cielo! Tu carta ha sido recibida, y se ha tomado debida nota de su contenido.
Las Santas Manifestaciones de Dios tienen dos posiciones: una es la posición física, y la otra es la espiritual. En otras palabras, una posición es la de un ser humano, y la otra, la posición de la Realidad Divina. Si las Manifestaciones son sometidas a pruebas, es en su posición humana solamente, no en el esplendor de su Realidad Divina.
Y además, esas pruebas son tales solo desde el punto de vista de la humanidad. Ello es, en apariencia, la condición humana de las Santas Manifestaciones es sometida a pruebas, y cuando por su intermedio se han revelado su fortaleza y paciencia en la plenitud del poder, otros hombres reciben conocimiento de ello y se dan cuenta de cuán grande ha de ser su propia firmeza y su paciencia ante las pruebas y aflicciones. Pues el Divino Educador debe enseñar con la palabra y también con los hechos, revelando a todos, de esta manera, el recto camino de la verdad.
En cuanto a mi posición, es la de siervo de Bahá, 'Abdu'l-Bahá, la expresión visible de la servidumbre en el Umbral de la Belleza de Abhá.

27

En los ciclos del pasado, cada una de las Manifestaciones de Dios ha tenido su propio rango en el mundo de la existencia, y cada una ha representado una etapa en el desarrollo de la humanidad. Pero la Manifestación del Más Grande Nombre -que mi vida sea un sacrifico por sus amados- es la expresión de la llegada a la mayoría de edad, la maduración de la realidad íntima del hombre en este mundo de la existencia. Pues el sol es la fuente y manantial de luz y calor, el punto focal de los esplendores, y contiene todas las perfecciones que son puestas de manifiesto por las demás estrellas que han despuntado sobre el mundo. Haz un esfuerzo para que puedas ocupar tu lugar bajo el sol, y recibir una abundante cantidad de su deslumbradora luz. En verdad te digo que cuando hayas alcanzado esa posición, verás a los santos inclinando, con toda humildad, sus cabezas ante Él. Apresúrate hacia la vida antes de que llegue la muerte; apresúrate hacia la primavera antes de que aparezca el otoño; y antes de que se declare la enfermedad, apresúrate hacia la curación, que llegues a ser un médico del espíritu que, con los hálitos del Espíritu Santo, sabe todo tipo de dolencia, en esta edad afamada y gloriosa.

28

¡Oh tú, hoja del Árbol de la Vida! El Árbol de la Vida, del cual se hace mención en la Biblia, es Bahá'u'lláh, y las hijas del Reino son las hojas de ese bendito Árbol. Luego, agradece a Dios porque has llegado a entroncar con ese Árbol, y floreces tierna y fresca.
Los portales del Reino están abiertos de par en par, y toda alma favorecida está sentada a la mesa del banquete del Señor, recibiendo su porción de esa fiesta celestial. Abalado sea Dios; tú también estás presente en esa mesa, tomando tu parte del munífico alimento del cielo. Tú estás sirviendo al Reino, y te son bien conocidos los fragantes aromas del Paraíso de Abhá.
Empéñate, entonces, con todas tus fuerzas en guiar a la gente, y aliméntate del pan que ha descendido del cielo. Pues este es el significado de las palabras de Cristo: "Yo soy el pan vivo que descendió del cielo... el que come de este pan, vivirá eternamente."25

29

¡Oh tú quien estás cautivado por la verdad y magnetizado por el Reino Celestial! Tu extensa carta ha llegado, trayendo gran alegría, como claramente lo demuestran tus denodados esfuerzos y tus elevados propósitos. Alabado sea Dios, tú deseas el bien a los hombres, y luego anhelas el Reino de Bahá, y estás deseando ver avanzar a la raza humana. Es mi esperanza que como consecuencia de estos elevados ideales, de estas nobles insinuaciones del corazón y estas nuevas del cielo, llegues a ser tan deslumbrante que la luz de tu amor a Dios derrame su gloria a través de todas las edades.
Te has descrito a ti mismo como un estudiante en la escuela del progreso espiritual. ¡Cuán afortunado eres! Si estas escuelas del progreso conducen a la universidad del cielo, entonces se desarrollarán las ramas del conocimiento, con las cuales la humanidad contemplará la Tabla de la existencia como un pergamino que se despliega interminablemente; y todas las cosas creadas se verán en ese pergamino como letras y palabras. Entonces, los diferentes planos del significado serán adquiridos, y entonces, dentro de cada átomo del universo se observarán los signos de la unicidad de Dios. Entonces, el hombre oirá el llamado del Señor del Reino, y contemplará las confirmaciones del Espíritu Santo viniendo en su socorro. Entonces, sentirá tal dicha, tal éxtasis, que el ancho mundo con toda su vastedad no podrá ya contenerle, y partirá hacia el Reino de Dios, y se dirigirá de prisa al dominio del espíritu. Pues una vez que al ave le han crecido las alas, no permanece más en tierra, sino que se remonta hacia el alto cielo, a excepción de aquellas aves que están atadas de una pata, o aquellas otras cuyas alas están quebradas, o enlodadas.
¡Oh tú, buscador de la verdad! El mundo del Reino es uno solo. La única diferencia es que la primavera regresa una y otra vez, y causa una nueva gran conmoción en todas las cosas creadas. Entonces, el llano y la colina cobran vida, y los árboles se vuelven delicadamente verdes, y las hojas, las flores y los frutos aparecen en toda su infinita y grácil belleza. Por lo cual las Dispensaciones de épocas pasadas están estrechamente vinculadas con aquellas que les suceden: en verdad, son una y la misma, mas a medida que el mundo crece, crece también la luz, crece también la lluvia de gracia celestial, y entonces el Sol brilla en su esplendor meridiano.
¡Oh tú, buscador del Reino! Cada Manifestación Divina es la vida misma del mundo y el médico hábil para toda alma doliente. El mundo del hombre está enfermo, y ese competente médico conoce la curación, siendo que surge con las enseñanzas, los consejos y admoniciones que constituyen el remedio para cada dolor, el bálsamo curativo para toda herida. Es indudable que el médico sabio puede diagnosticar las necesidades de su paciente en cualquier estación, y aplicar el remedio. Por lo cual, relaciona tú las Enseñanzas de la Belleza de Abhá con las urgentes necesidades del presente día, y verás que ellas proveen un remedio instantáneo para el cuerpo doliente del mundo. En efecto, ellas son el elixir que brinda salud eterna.
El tratamiento prescrito por los médicos sabios del pasado, y los que les suceden, no es siempre el mismo, sino que depende más bien de los que aqueja al paciente; y aunque el remedio pueda cambiar, el objetivo es siempre devolver la salud al paciente. En las dispensaciones pasadas, el débil cuerpo del mundo no podía resistir una cura rigurosa o enérgica. Por esta razón, Cristo dijo: "Aún tengo muchas cosas que deciros, asuntos que deben ser comunicados, mas no estáis capacitados para oírlos ahora. Sin embargo, cuando venga el Espíritu Consolador, a Quien el Padre ha de enviar, Él os hará evidente la verdad."26
Por consiguiente, en esta edad de esplendores, las enseñanzas que antes estaban limitadas a unos pocos se hallan ahora en disposición de todos, para que la misericordia del Señor pueda abarcar tanto al Este como al Oeste, que la unidad del mundo de la humanidad pueda surgir en toda su belleza, y que los deslumbrantes rayos de la realidad puedan inundar de luz al reino de la mente.
El descendimiento de la Nueva Jerusalén denota una Ley celestial, aquella Ley que es el garante de la felicidad humana, y la refulgencia del mundo de Dios.
Emanuel27 fue sin duda el Heraldo de la Segunda Venida de Cristo, y un Emplazador hacia el camino del Reino. Es evidente que la Letra es un miembro de la Palabra, y por pertenecer a la Palabra significa que la valía de la Letra depende de la Palabra, ello es, su gracia deriva de la Palabra; tiene una afinidad espiritual con la Palabra, y se le considera una parte integral de la Palabra. Los apóstoles eran como Letras, y Cristo era la esencia de la Palabra misma; y el significado de la Palabra, el cual es gracia sempiterna, arrojaba esplendor sobre esas Letras. Por otra parte, ya que la Letra es un miembro de la Palabra, por consiguiente, en su significado interior está en consonancia con la Palabra.
Es nuestro deseo que te levantes en este día a promover lo que predijo Emanuel. Sabe a ciencia cierta que lograrás hacerlo, puesto que las confirmaciones del Espíritu Santo están descendiendo continuamente, y el poder de la Palabra ejercerá una influencia tal que la Letra llegará a ser el espejo en el cual se reflejará el espléndido Sol -la Palabra misma-, y la gracia y la gloria de la Palabra iluminarán la tierra entera.
En cuanto a la Jerusalén celestial que ha venido a descansar sobre las cumbres del mundo, y el Sanctasanctórum de dios, cuyo pabellón se halla ahora enarbolado en lo alto, esto comprende dentro de sí a todas las perfecciones, todo el conocimiento de las dispensaciones pasadas. Además de esto, anuncia la unidad de los hijos de los hombres. Es la bandera de la paz universal, el espíritu de la vida eterna; es la gloria de las perfecciones de Dios, la gracia abarcadora de toda la existencia, el ornamento que engalana a todas las cosas creadas, la fuente de quietud interior para toda la humanidad.
Dirige tu atención a las Tablas sagradas; lee el Ishráqát, el Tajallíyyát, las Palabras del Paraíso, las Buenas Nuevas, el (r)arázát, el Libro Más Sagrado. Entonces, verás que estas Enseñanzas celestiales son hoy el remedio para un mundo enfermo y doliente, y un bálsamo curativo para los males del cuerpo de la humanidad. Ellas son el espíritu de vida, el arca de salvación, el imán que atrae la eterna gloria, la fuerza dinámica que motiva el íntimo ser del hombre.

30

La existencia es de dos clases: una es la existencia de Dios, la cual está más allá de la comprensión del hombre. Él, el invisible, el excelso y el incomprensible, no es precedido por ninguna causa, sino, más bien, es el Originador de la causa de causas. Él, el Antiguo, no ha tenido principio y es independiente de todo. La segunda clase de existencia es la existencia humana. Es una existencia común, comprensible a la mente humana, no es antigua, es dependiente y tiene una causa. La sustancia mortal no se transforma en eterna, y viceversa; el género humano no se transforma en Creador, y viceversa. La transformación de la sustancia innata es un imposible.
En el mundo de la existencia -la existencia que es comprensible- hay etapas de mortalidad: la primera etapa es el mundo mineral; la siguiente es el mundo vegetal. En este último mundo el mineral existe, pero con un rasgo distintivo, el cual es la característica vegetal. Asimismo, en el mundo animal están presentes las características mineral y vegetal, y agregado a ello se encuentran las características del mundo animal, las cuales son las facultades de la audición y de la visión. En el mundo humano se encuentran las características de los mundos mineral, animal y vegetal, y agregado a ello, la del género humano, a saber, la característica intelectual, la cual descubre las realidades de las cosas y comprende los principios universales.
En el plano del mundo contingente, por tanto, el hombre es el ser más perfecto. Por hombre se quiere decir el individuo perfecto, quien es semejante a un espejo en el cual se manifiestan y reflejan las divinas perfecciones. Pero el sol no desciende desde su altura de santidad para introducirse en el espejo, sino que cuando este se purifica y se vuelve hacia el Sol de la Verdad, las perfecciones de este Sol, que consisten en la luz y el calor, son reflejadas y se manifiestan en ese espejo. Estas almas son las Divinas Manifestaciones de Dios.

31

¡Oh tú, quien eres tan querido y tan sabio! Tu carta fechada el 27 de mayo de 1906 ha sido recibida, y su contenido es muy grato y ha traído gran alegría.
Has preguntado si esta Causa, esta nueva y viviente Causa, podría sustituir a los fenecidos ritos religiosos y ceremonias de Inglaterra; si sería posible, ahora que varios grupos han surgido, cuyos miembros son sacerdotes y teólogos de encumbrada posición, muy superiores en sus logros a los del pasado, que esta nueva Causa impresione a los miembros de tales grupos de un modo que logre reunirlos a ellos y a los demás, bajo su toda protectora sombra.
¡Oh tú, querido amigo! Has de saber que el Ser distinguido de cada época está dotado de acuerdo con las perfecciones de su época. Aquel se que en épocas pasadas fue puesto por encima de sus semejantes estaba agraciado de acuerdo con las virtudes de su tiempo. Pero en esta época de esplendores, en esta era de Dios, el Personaje preeminente, el Orbe luminoso, el Individuo escogido, irradiará tales perfecciones y tal poder que, finalmente, deslumbrará las mentes de toda comunidad y de toda agrupación. Y puesto que tal Personaje es superior a todos los demás en perfecciones espirituales y en logros celestiales, y que es realmente el centro focal de las bendiciones divinas y el eje del círculo de luz, Él abarcará a todos los demás, y no existe duda alguna de que irradiará tal poder que reunirá a todas las almas al amparo de su sombra.
Cuando consideréis este asunto con atención, se hará evidente que esto está de acuerdo con una ley universal, la cual uno puede encontrar actuando en todas las cosas: el todo atrae a la parte, y en el círculo, el centro es el punto de giro del compás. Reflexiona acerca del Espíritu28: debido a que Él era el centro focal del poder espiritual, el manantial de las mercedes divinas, aunque al comienzo reunió consigo tan solo a muy pocas almas, posteriormente, debido a que estaba dotado de ese poder todo subyugador, fue capaz de unir dentro del Tabernáculo protector de la Cristiandad a todas las sectas contendientes. Compara el presente con el pasado, y observa cuán grande es la diferencia; así podrás llegar a la verdad y la certeza.
Las diferencias entre las religiones del mundo se deben a los variados tipos de mente. Mientras los poderes de la mente sean variados, con seguridad los juicios y opiniones de los hombres diferirán unos de otros. Si, no obstante, se introdujera un único poder perceptivo universal -un poder que abarque a todo lo demás- las diferentes opiniones se fusionarían, y se haría evidente una armonía y una unidad espirituales. Por ejemplo, cuando el Cristo Se hizo manifiesto, las mentes de los diversos pueblos contemporáneos, sus puntos de vista, sus actitudes emocionales, tanto fueran romanos, como griegos, sirios, israelitas u otros, estaban en desacuerdo. Mas una vez que se hubo aplicado su poder universal, gradualmente logró, luego de un lapso de trescientos años, reunir a todas esas mentes divergentes bajo la protección y la autoridad de un Punto central, compartiendo todos, en sus corazones, las mismas emociones espirituales.
Empleando una metáfora, cuando un ejército se coloca a las órdenes de varios comandantes, cada cual con su propia estrategia, obviamente diferirán con respecto a los frentes de batalla y a los movimientos de las tropas; pero una vez que asume el Comandante supremo, quien es completamente versado en las artes de la guerra, los demás planes desaparecen, pues el superdotado general tomará al ejército entero bajo su control. Esto es solo una metáfora, no una comparación exacta. Ahora bien, si decís que cada uno de esos otros generales es muy experto en el arte militar, es absolutamente versado y experimentado, y que por tanto no se someterá a la autoridad de ningún individuo, aunque fuere indescriptiblemente grande, vuestra afirmación es insostenible, ya que se puede demostrar que la situación antes descrita es lo que ocurre, y de ello no existe ninguna duda.
Tal es el caso de las Santas Manifestaciones de Dios. Tal es, en particular, el caso de la divina realidad del Más Grande Nombre, la Belleza del Abhá. Una vez que Él se revela a los pueblos congregados del mundo y aparece con tal gracia, con tales encantos -fascinante como un José en el Egipto del espíritu- cautiva a todos los amantes de la tierra.
En cuanto a aquellas almas que nacen a esta vida como etéreas y radiantes entidades y, sin embargo, debido a sus impedimentos y pruebas son privadas de los grandes y reales beneficios, y dejan el mundo sin haber vivido en plenitud, ciertamente, ellos es causa de gran pesar. Esta es la razón por la cual las Manifestaciones universales de Dios descubren su semblante a los hombres, y por la que soportan toda calamidad y dolorosa aflicción, y sacrifican su vida en rescate; es para hacer que estas mismas gentes, los preparados, los que tienen capacidad, se conviertan en puntos de amanecer de la luz, y para conferirles la vida que no se marchita. Este es el verdadero sacrificio: la ofrenda de sí mismo, tal como hizo Cristo, en rescate por la vida del mundo.
En cuanto a la influencia de los Seres santos y la continuación de su gracia para la humanidad luego de desechar su forma humana, ello es para los bahá'ís un hecho irrefutable. En efecto, la inundante gracia, los fluyentes esplendores de las santas Manifestaciones, aparecen después de su ascensión de este mundo. La exaltación de la Palabra, la revelación del poder de Dios, la conversión de las almas temerosas de Dios, el otorgamiento de la vida eterna; todas estas cosas crecieron y se intensificaron después del martirio del Mesías. De igual modo, desde la ascensión de la Bendita Belleza, las dádivas han sido siempre más abundantes, la luz que se difunde es más brillante, las señales del poder del Señor son más intensas, la influencia de la Palabra es más poderosa, y no pasará mucho tiempo antes de que el movimiento, el calor, el esplendor, las bendiciones del Sol de su realidad lleguen a abarcar toda la tierra.
No te aflijas por el lento avance de la Causa Bahá'í en ese país. Estos no son más que los primeros albores. Considera cómo, para la Causa de Cristo, tuvieron que transcurrir trescientos años antes de que se pusiera de manifiesto su gran influencia. En la actualidad, cuando aún no han transcurrido sesenta años desde su nacimiento, la luz de esta Fe ya se ha esparcido alrededor del planeta.
Con respecto a la sociedad para la salud de la cual tú eres miembro, tan pronto como acuda al abrigo de esta Fe, su influencia aumentará un centenar de veces.
Observa cuán grande es el amor entre los bahá'ís, y ese amor es lo más importante. Así como el poder del amor ha sido desarrollado a tan alto grado entre los bahá'ís y es mucho mayor que entre las gentes de otras religiones, así también es con todo lo demás; puesto que el amor es la base de todas las cosas.
Con respecto a la traducción de los Libros y las Tablas de la Bendita Belleza, pronto se harán traducciones a todas las lenguas, con poder, claridad y gracia. Cuando sean traducidos, siguiendo los originales, y con poder y gracia de estilo, los esplendores de sus íntimos significados se esparcirán por doquier, e iluminarán los ojos de toda la humanidad. Da lo mejor de ti para asegurar que la traducción esté en conformidad con el original.
La Bendita Belleza viajó a Haifa en muchas ocasiones, Tú Le viste allí, pero no Le conocías entonces. Es mi esperanza que llegues al verdadero encuentro con Él, el cual es verle con el ojo interior, no con el exterior.
La esencia de la Enseñanza de Bahá'u'lláh es el amor que todo lo abarca, ya que el amor incluye todas las excelencias de la humanidad. Él hace progresar a todas las almas. Confiere a todos, por herencia, la vida inmortal. Dentro de poco atestiguarás que sus celestiales Enseñanzas, al gloria misma de la realidad, iluminarán los cielos del mundo.
La breve oración que transcribiste al término de tu carta es realmente original, conmovedora y hermosa. Recítala en todo momento.

32

¡Oh vosotras, siervas del Señor! En este siglo -el siglo del Todopoderoso Señor- el Sol de los Dominios en lo alto, la Luz de la Verdad, brilla con esplendor meridiano, y sus rayos iluminan todas las regiones. Pues ésta es la edad de la Antigua Belleza, el día de la revelación de la fuerza y el poder del Más Grande Nombre, que mi vida sea una ofrenda en sacrifico por sus amados.
En las edades por venir, aunque la Causa de Dios se eleve y crezca un centenar de veces y la sombra del Sadratu'l-Muntahá cobije a toda la humanidad, con todo, este siglo que transcurre permanecerá sin rival, pues ha presenciado el despuntar de aquella Mañana y la salida de aquel Sol. Es siglo es, en verdad, la fuente de su Luz y la aurora de su Revelación. Las edades y las generaciones futuras contemplarás la difusión de su esplendor y las manifestaciones de sus signos.
Por tanto, esforzaos para que quizá podáis obtener de sus dádivas una porción completa.

33

¡Oh siervo de Dios! Hemos tomado nota de lo que has escrito a Jináb-i-Ibn Abhar, y tu pregunta acerca del versículo: "Quienquiera que sostenga la pretensión de ser una Revelación directa de Dios, antes de la expiración de un lapso de mil años, tal hombre es, con seguridad, un impostor mentiroso."
El significado de ello es que cualquier individuo que antes de que expire un lapso de mil amos -años conocidos y claramente establecidos por el uso corriente y que no requieren interpretación- sostuviere la pretensión de ser una Revelación directa de Dios, aun cuando revelare ciertos signos, tal hombre, con toda seguridad, es un falso e impostor.
Esta no es una referencia a la Manifestación Universal, ya que está claramente expresado en las Sagradas Escrituras que siglos, no, millares de años deben llegar a su término, antes de que aparezca nuevamente una Manifestación semejante a esta Manifestación.
Es posible, no obstante, que después que se complete el lapso de mil años, ciertos Seres Santos sean facultados para transmitir una Revelación; sin embargo, ello no será a través de una Manifestación Universal. Por tanto, cada día del ciclo de la Bendita Belleza es en realidad equivalente a un año, y cada año de él es igual a un millar de años.
Considera, por ejemplo, el sol: su tránsito de un signo zodiacal al siguiente ocurre en un breve período, mas solo después de un largo período llega a alcanzar la plenitud de su refulgencia, de su calor y de su gloria, en el signo de Leo. Primeramente debe completar una revolución entera a través de las demás constelaciones antes de entrar nuevamente en el signo de Leo, para brillar en todo su esplendor. En sus otras estaciones no revela la plenitud de su calor y su luz.
Lo esencial es que antes de que se complete el término de mil años ningún individuo puede atreverse a susurrar una palabra. Todos deben considerarse como pertenecientes a la categoría de súbditos, sumisos y obedientes a los mandamientos de Dios y a las leyes de la Casa de Justicia. Si alguien se desviare tanto como la punta de una aguja de los decretos de la Casa Universal de Justicia, o vacilara en acatarlos, es entonces de los proscritos y excluidos.
En cuando al ciclo de la Bendita Belleza -los tiempos del Más Grande Nombre- no está limitado a mil o a dos mil años...
cuando se dice que el período de un millar de años comienza con la Manifestación de la Bendita Belleza y cada día del mismo es un millar de años, el sentido de ello es con referencia al ciclo de la Bendita Belleza, el cual, en este contexto, se prolongará por muchas épocas en la extensión del tiempo por venir.

34

¡Oh tú que estás al servicio del mundo de la humanidad! Tu carta ha sido recibida y su contenido nos hizo sentir muy felices. Constituyó una prueba decisiva y una evidencia brillante. Es muy apropiado y conveniente que en esta edad iluminada -la edad del progreso del mundo de la humanidad- seamos abnegados y nos pongamos al servicio dela raza humana. Toda causa universal es divina, y toda causa particular es temporal. Los principios de las Divinas Manifestaciones de Dios han sido, por tanto, enteramente universales y absolutamente inclusivos.
Toda alma imperfecta es egocéntrica y solo piensa en su propio bien. Mas a medida que sus pensamientos se expanden un poco, comienza a pensar en el bienestar y el confort de su familia. Si sus ideas se amplían algo más, su preocupación será la felicidad de sus conciudadanos; y si continúan ensanchándose, pensará en la gloria de su país y de su raza. Pero cuando las ideas y opiniones alcanzan el grado más elevado de expansión y llegan a la etapa de perfección, la persona se interesa en la exaltación de la humanidad. Será entonces un bienqueriente de todos los hombres y procurará el bien y la prosperidad de todos los países. Esto es un indicativo de perfección.
Y así, las divinas Manifestaciones de Dios tienen una concepción universal y todo inclusiva. Se han esforzado en aras de la vida de los demás y se han puesto al servicio de la educación universal. El ámbito de sus propósitos no es limitado, no, más bien, es amplio y lo incluye todo.
Por tanto, vosotros también debéis pensar en todos, de modo que la humanidad sea educada, que se modele el carácter y este mundo se convierta en un Jardín del Edén.
Amad a todas las religiones y a todas las razas con un amor que sea verdadero y sincero, y demostrad ese amor a través de los hechos y no a través de la lengua; pues esto no tiene importancia, ya que la mayoría de los hombres son bienquerientes de palabra, en tanto que la acción es lo mejor.

35

¡Oh ejército de Dios! Una carta firmada por todos vosotros ha sido recibida. Es muy elocuente y tiene mucho sabor, y leerla fue un placer.
Escribisteis acerca del mes del ayuno. Afortunados sois por haber obedecido el mandamiento de Dios y observado este ayuno durante la sagrada estación. Pues este ayuno material es un signo exterior del ayuno espiritual; es un símbolo del dominio de sí mismo, las abstención de todos los apetitos del yo, adquiriendo las características del espíritu, y siendo transportados por los hálitos del cielo y encendidos con el amor de Dios.
Vuestra carta también ofrece pruebas de vuestra unidad y de la cercanía de vuestros corazones. Es mi esperanza que el Occidente, a través de la ilimitada gracia que Dios está derramando en esta nueva era, se convierta en el Oriente, el punto de amanecer del Sol de la Verdad, y los creyentes occidentales, en las auroras de luz y las manifestaciones de los signos de Dios; que sean protegidos de las dudas de los negligentes y permanezcan firmes e inamovibles en el Convenio y Testamento; que trabajen con empeño día y noche hasta despertar a los que duermen, y volver atentos a los inconscientes, e incluir a los proscritos, para que sean amigos íntimos del círculo interior, y concedan a los desposeídos su porción de gracia eterna. Que sean los pregoneros del Reino, y convoquen a los habitantes de este mundo inferior, y los exhorten a entrar en el dominio de lo alto.
¡Oh ejército de Dios! En la actualidad, en este mundo, cada pueblo se halla deambulando en su propio desierto, moviéndose de un lado al otro según los dictados de sus fantasías y sus antojos, persiguiendo su propio y particular capricho. Entre todas las profusas masas de la tierra, tan solo esta comunidad del Más Grande Nombre está libre y exenta de estratagemas humanas, y sin propósitos egoístas que promover. Solo entre todas ellas, este pueblo se ha puesto de pie con propósitos purificados del yo, siguiendo las Enseñanzas de Dios, trabajando asiduamente y esforzándose por una única meta: convertir este polvo inferior en el encumbrado cielo, hacer de este mundo un espejo del Reino, transformar este mundo en un mundo diferente, y hacer que toda la humanidad adopte los caminos de la rectitud y una nueva manera de vivir.
¡Oh ejército de Dios! Por medio de la protección y la ayuda concedidas por la Bendita Belleza -que mi vida sea un sacrificio por sus amados- debéis comportaros de un modo tal que podáis descollar entre otras almas, distinguidos y brillantes como el sol. Si alguno de vosotros entrara en una ciudad, debería convertirse en un centro de atracción, por su sinceridad, su lealtad y amor, su honestidad y fidelidad, su veracidad y su amorosa bondad hacia todos los pueblos del mundo, para que los habitantes de esa ciudad puedan exclamar: "Indudablemente, este hombre es un bahá'í, pues sus maneras, su comportamiento, su conducta, su moral, su naturaleza y disposición, reflejan los atributos de los bahá'ís." Hasta que no alcancéis esta posición, no podréis decir que habéis sido fieles al Convenio y Testamento de Dios. Pues Él, mediante irrefutables Textos, ha establecido con todos nosotros un Convenio obligatorio, que nos exige actuar de acuerdo con sus sagradas instrucciones y consejos.
¡Oh ejército de Dios! El tiempo ha llegado cuando los efectos y las perfecciones del Más Grande Nombre han de hacerse manifiestos en esta edad excelente, con el objeto de establecer, fuera de toda duda, que esta era es la era de Bahá'u'lláh, y esta edad es distinguida por sobre todas las demás edades.
¡Oh ejército de Dios! Cuandoquiera que contempléis a un individuo cuya entera atención se halla dirigida hacia la Causa de Dios, cuyo único propósito es hacer que se ponga en vigor la Palabra de Dios, que de día y de noche, con intención pura, está prestando servicios a la Causa, en cuyo proceder no se percibe la menor traza de egoísmo o de motivos personales, quien más bien vaga distraído por el desierto del amor de Dios, y que solo bebe del cáliz del conocimiento de Dios, y que está completamente dedicado a difundir las dulces fragancias de Dios, y enamorado de los santos versículos del Reino de Dios; sabed con certeza que este individuo será sostenido y fortalecido por el cielo; que, como la estrella matutina, por siempre resplandecerá brillantemente en los cielos de la gracia eterna. Mas, si mostrare la más leve mancha de deseos egoístas y de narcisismo, sus esfuerzos no conducirán a nada y, al final, será destruido y abandonado sin esperanza.
¡Oh ejército de Dios! Alabado sea Dios; Bahá'u'lláh ha quitado las cadenas de la cerviz de la humanidad, y ha librado a los hombres de todo lo que les estorbaba, diciéndoles: Vosotros sois los frutos de un solo árbol y las hojas de una misma rama; sed compasivos y bondadosos con toda la raza humana. Tratad a los desconocidos igual que a los amigos, estimad a los demás como si fueran los vuestros. Ved a los enemigos como amigos; a los demonios como ángeles; ofreced al tirano el mismo gran amor que demostráis a los leales y verdaderos, y al igual que gacelas de las fragantes ciudades de Khatá y Khután,29 brindad al lobo voraz el perfumado almizcle. Sed un refugio para el temeroso; llevad descanso y paz al perturbado; proveed al menesteroso; sed un tesoro de riqueza para el pobre; sed una medicina curativa para aquellos que sufren dolor; sed un médico y una enfermera para el doliente; promoved la amistad, y el honor, y la conciliación, y la devoción a Dios, en este mundo de la no-existencia.
¡Oh ejército de Dios! Realizad un vigoroso esfuerzo: tal vez inundéis de luz a esta tierra, para que esta choza de barro que es el mundo, llegue a ser el Paraíso de Abhá. La oscuridad ha enseñoreado y prevalecen los rasgos del bruto. El mundo del hombre es ahora un ruedo de las bestias salvajes, un campo donde los ignorantes, los negligentes, aprovechan su ocasión. Las almas de los hombres son lobos rapaces y animales enceguecidos o bien son veneno mortal, o bien inservible cizaña; todos, salvo unos pocos, quienes en verdad abrigan propósitos y planes altruistas para el bienestar de sus semejantes; mas, en este aspecto, ello es, en el servicio a la humanidad, debéis sacrificar vuestras propias vidas y, al entregaros, sentiros gozosos.
¡Oh ejército de Dios! El Exaltado, el Báb, renunció a la vida. La Bendita Perfección, con cada hálito, renunciaba a cien vidas. Padeció calamidades; sufrió angustia; fue apresado; fue encadenado; fue despojado de su hogar y desterrado a lejanos países. Luego, finalmente, terminó sus días en la Más Grande Prisión. Asimismo, una gran multitud de los amantes de Dios que siguieron su sendero han gustado la miel del martirio, renunciando a todas las cosas: a la vida, a los bienes, a la familia, a todo lo que poseían. Cuántos hogares fueron reducidos a escombros; cuántas moradas fueron violadas y saqueadas; cuántos nobles edificios fueron derribados; cuántos palacios fueron demolidos y convertidos en tumbas. Y todo ello acaeció para que la humanidad pudiese ser iluminada, que la ignorancia ceda al conocimiento, que los hombres de la tierra lleguen a ser hombres del cielo, que la discordia y la disensión sean arrancadas de raíz, y el Reino de Paz llegue a establecerse en todo el mundo. Esforzaos ahora para que esta merced se haga manifiesta y ésta, la más amada de entre todas las esperanzas, se lleve a cabo con gran magnificiencia en toda la comunidad del hombre.
¡Oh ejército de Dios! Cuidado, no sea que hagáis daño a algún alma, o que hagáis entristecer a algún corazón; no sea que con vuestra palabra hiráis a algún hombre, ya sea conocido o desconocido, ya sea amigo o enemigo. Orad por todos; togas que todos sean bendecidos, que todos sean perdonados. Cuidado, cuidado, no sea que alguno de vosotros intente venganza, aunque fuese contra alguien que está sediento de vuestra sangre. Cuidado, cuidado, no sea que hiráis los sentimientos de alguien, aun cuando fuere un malhechor y os deseare el mal. No consideréis a las criaturas, volveos a su Creador. No veáis a la gente como pertinaz, sino al Señor de las Huestes. No contempléis el polvo, contemplad el radiante sol, el cual ha hecho que todo fragmento de tierra oscura resplandezca de luz.
¡Oh ejército de Dios! Cuando irrumpa la calamidad, sed pacientes y estad en calma. Por muy aflictivos que puedan ser vuestros sufrimientos, permaneced impasibles y, con perfecta confianza en la abundante gracia de Dios, afrontad la tempestad de las tribulaciones y las feroces ordalías.
El pasado año, un cierto número de los infieles, tanto de adentro como de afuera, tanto conocidos por nosotros como desconocidos, presentaron al Sul¶án de Turquía cargos calumniosos contra estos exiliados sin hogar, formulando contra nosotros graves acusaciones carentes, de hecho, de base alguna. El gobierno, en conformidad con la prudencia, determinó examinar esos cargos, y envió a una comisión de investigación a esta ciudad. Es obvio qué oportunidad proporcionaba esto a nuestros malquerientes, y qué tormenta desataron, todo lo cual está más allá de la descripción de la lengua o pluma alguna. Tan solo alguien que lo presenciara podría darse cuenta qué tumulto crearon y el terremoto de angustia que trajo como consecuencia. Y, no obstante ello, la respuesta fue una entera dependencia en Dios, y permanecer sereno, confiado, paciente, impasible, a un punto tal que una persona que no supiese nada de la situación nos hubiese creído tranquilo en mente y corazón, perfectamente feliz, próspero y en paz.
Entonces ocurrió que los propios acusadores, aquellos que habían presentado los cargos difamatorios contra nos, se unieron a los miembros de la Comisión para investigar las acusaciones, de modo que demandantes, testigos y el juez eran todos uno y el mismo, y la conclusión estaba predeterminada. No obstante, para ser justos, debe dejarse en claro que hasta ahora Su Majestad el Sul¶án de Turquía no ha prestado atención a estos falsos cargos, a esta difamación, a estas fábulas y calumnias, y ha obrado con justicia...
¡oh Tú, Proveedor! Tú has exhalado sobre los amigos de Occidente la dulce fragancia del Espíritu Santo, y con la luz de guía divina has iluminado el cielo del Oeste. Has hecho que quienes otrora se hallaban alejados se acerquen a Ti; Tú has convertido a los extraños en amigos amantes; Tú has despertado a aquellos que dormían; Tú has hecho conscientes a los desatentos.
¡Oh Tú, Proveedor! Ayuda a estos nobles amigos a obtener tu beneplácito, y hazles bienquerientes de extraños y de amigos por igual. Condúceles al mundo que perdura por siempre, concédeles una porción de la gracia celestial; haz que sean verdaderos bahá'ís, sinceramente de Dios; guárdalos de las apariencias y establécelos firmemente en la verdad. Hazlos signos y señales del Reino, estrellas luminosas sobre los horizontes de este mundo inferior. Haz que sean un consuelo y un solaz para el mundo de la humanidad, y siervos para la paz del mundo. Anímales con el vino de tu consejo, y concede que todos puedan hallar el sendero de tus mandamientos.
¡Oh Tú, Proveedor! El más caro deseo de este siervo de tu Umbral es contemplar a los amigos de Oriente y Occidente en estrecho abrazo; ver a todos los miembros de la sociedad humana amorosamente reunidos en una única gran asamblea, como si fueran individuales gotas de agua reunidas en un grandioso mar; contemplar a todos como si fueran pájaros de un mismo jardín de rosas, colmo perlas de un mismo océano, como hojas de un mismo árbol, como rayos de un mismo sol.
Tú eres el Fuerte, el Poderoso, y Tú eres el Dios de fuerza, el Omnipotente, el Todovidente.

36

¡Oh vosotras dos, favorecidas siervas del Señor! Ha sido recibida la carta de mamá Beecher y, verdaderamente, habla por vosotras dos, por lo cual me dirijo a ambas en conjunto. Esto me parece muy bien, pues vosotras, dos seres puros, sois como una preciosa gema, sois dos ramas que se han bifurcado de un mismo árbol; ambas adoráis al mismo Amado, ambas anheláis el mismo Sol resplandeciente.
Mi esperanza es de que todas las siervas de Dios en esa región se unan como las olas de un mar infinito; pues aunque éstas son impelidas como lo quiere el viento, en sí mismas están separadas; mas, ciertamente, todas ellas están en consonancia con la insondable profundidad.
Cuán bueno es que los amigos estén próximos como haces de luz, que se mantengan unidos lado a lado, en una fila sólida y continua. Pues ahora los rayos de la realidad, provenientes del Sol del mundo de la existencia, han unido en fervor a todos los adoradores de esta luz; y estos rayos, mediante la gracia infinita, han reunido a todos los pueblos en este amplio resguardo; por tanto, todas las almas deben llegar a ser como una sola alma, y todos los corazones, como un solo corazón. Que todos sean librados de las múltiples identidades que nacen de la pasión y el deseo, y en la unidad de su amor a Dios hallen un nuevo modo de vida.
¡Oh vosotras dos, siervas de Dios! Ahora es el momento de que lleguéis a ser como munificentes copas plenas hasta desbordar y, al igual que las vivificantes ráfagas que provienen del Paraíso de Abhá, difundáis la fragancia almizclada a través de todo ese país. Despojaos de la vida de este mundo y, en toda ocasión, anhelad la inexistencia; pues cuando el rayo regresa al sol, es aniquilado, y cuando la gota llega al mar, desaparece, y cuando el verdadero amante encuentra a su Amado, entrega su alma.
Hasta que un ser no asiente su pie en el llano del sacrificio, se hallará privado de todo favor y de toda gracia; y este llano del sacrificio es el dominio de la muerte del yo, para que el resplandor del Dios viviente pueda entonces fulgurar. El campo del mártir es el lugar del desprendimiento del yo, para que los himnos de eternidad puedan ascender. Haced todo cuanto podáis para que lleguéis a estar completamente hastiadas del yo, y vinculadas a aquel Semblante de Esplendores; y en cuanto hayáis alcanzado tales alturas de servidumbre encontraréis, reunidas a vuestra sombra, a todas las cosas creadas. Esta es la gracia ilimitada, esta es la más encumbrada soberanía, esta es la vida que no muere. Todo lo demás, fuera de esto, no es al final sino manifiesta condenación y una gran pérdida.
Loado sea Dios; el portal de la gracia ilimitada está abierto de par en par, la mesa celestial está servida, y presentes en el banquete los siervos y siervas del Misericordioso. Esforzaos por recibir vuestra porción de este alimento eterno, para que seáis amados y apreciados en este mundo y en el venidero.

37

¡Oh vosotros, queridos amigos de 'Abdu'l-Bahá! Se ha recibido vuestra bendita carta, informando de la elección de una Asamblea Espiritual. Mi corazón se ha regocijado al saber que, loado sea Dios, los amigos de esa región, con absoluta unidad, camaradería y amor, han celebrado esta nueva votación, y han logrado elegir a santificadas almas, quienes son favorecidas en el Sagrado Umbral, y son bien conocidas entre los amigos como constantes y firmes en el Convenio.
Los representantes elegidos deben ahora levantarse para servir con espiritualidad y alegría, con pureza de intención, con fuerte atracción hacia las fragancias del Todopoderoso, y sustentados plenamente por el Espíritu Santo. Que enarbolen al estandarte de guía y, como soldados de la Compañía en lo alto, enaltezcan la Palabra de Dios, difundan sus dulces fragancias, eduquen las almas de los hombres, y promuevan la Más Grande Paz.
En verdad, han sido elegidas almas benditas. En el momento en que leí sus nombres sentí un estremecimiento de alegría espiritual, al saber que, loado sea Dios, han surgido en ese país algunas personas que son siervos del Reino, y están dispuestas a entregar sus vidas por Aquel Quien no tiene par ni semejante.
¡Oh queridos amigos míos! Encended a esta Asamblea con el esplendor del amor de Dios. Haced que resuene con la gozosa música de las sagradas esferas, haced que prospere con los alimentos que son servidos en la Cena del Señor, en la celestial mesa de banquetes de Dios. Reuníos con alegría inmaculada y, al comienzo de la reunión, recitad esta plegaria:

¡Oh Tú, Señor del Reino! Aunque nuestros cuerpos están aquí reunidos, nuestros hechizados corazones son arrobados por tu amor, y somos transportados por los rayos de tu faz resplandeciente. Aunque somos débiles, esperamos las revelaciones de tu fuerza y poder. Aunque somos pobres, sin bienes ni medios, obtenemos la riqueza de los tesoros de tu Reino. Aunque somos gotas, buscamos ayuda en las profundidades de tu océano. Aunque somos partículas de polvo, fulguramos en la gloria de tu espléndido Sol.
¡Oh Tú, nuestro Proveedor! Haz descender tu ayuda; que cada uno de los aquí reunidos llegue a ser un cirio encendido; cada uno, un centro de atracción; cada uno, un emplazador ante tus reinos celestiales, hasta que, finalmente, hagamos de este mundo inferior la imagen reflejada de tu Paraíso.

¡Oh queridos amigos míos! Incumbe a las asambleas de esas regiones estar relacionadas unas con otras y mantener correspondencia entre ellas, y además comunicarse con las asambleas de Oriente, para llegar así a ser instrumentos de unión en el mundo entero.
¡Oh vosotros, amigos espirituales! Tal debe ser vuestra constancia que si los malquerientes quitaran la vida a todo creyente y tan solo quedare uno, éste, a solas y sin ayuda, resistirá a todos los pueblos de la tierra y continuará difundiendo por doquier las dulces y santas fragancias de Dios. Por consiguiente, si os llegare de Tierra Santa alguna temible noticia, algún aviso de terribles acontecimientos, procurad no vacilar, no os desconsoléis ni os desalentéis. Más bien, levantaos inmediatamente, con férrea determinación, y servid al Reino de Dios.
Este Siervo del Umbral del Señor ha estado en peligro en todo momento. Está ahora en peligro. En ningún momento ha abrigado esperanza alguna de seguridad, y es mi más caro deseo beber de la generosa y rebosante copa del mártir, y morir en el campo del sacrificio, deleitándome con aquel vino, el cual es el más precioso de los dones de Dios. Esta es mi más elevada esperanza, este es mi más vehemente deseo.
Oímos decir que las Tablas de Ishráqát (Esplendores), (r)arázát (Ornamentos), Bishárát (Buenas Nuevas), Tajallíyyát (Efulgencias), y Kalimát (Palabras del Paraíso), han sido traducidas y publicadas en esas regiones. En estas Tablas hallaréis un modelo de cómo ser y cómo vivir.

38

¡Oh sierva de Dios, quien te estremeces como una fresca y tierna rama con los vientos del amor de Dios! He leído tu carta, la cual habla de tu abundante amor, tu intensa devoción, y de que estás ocupada en la recordación de tu Señor.
Sé dependiente de Dios. Abandona tu propia voluntad y aférrate a la suya, desecha tus propios deseos y arráigate a los de Él, para que llegues a ser, para sus siervas, un ejemplo, santificado, espiritual y perteneciente al Reino.
Sabe tú, oh sierva, que ante la vista de Bahá, las mujeres son consideradas iguales a los hombres, y Dios ha creado a toda la humanidad a su propia imagen y semejanza. Es decir, tanto los hombres como las mujeres son los reveladores de sus nombres y atributos, y desde el punto de vista espiritual no existe diferencia entre ellos. Quienquiera que se acerque a Dios, es el más favorecido, ya sea hombre o mujer. Cuántas siervas, ardientes y devotas, a la sombra protectora de Bahá, han demostrado ser superiores a los hombres, y han sobrepasado a los famosos de la tierra.
La Casa de Justicia, sin embargo, de acuerdo con el texto explícito de la Ley de Dios, está limitada a los hombres; ello, en virtud de una sabiduría de Dios, el Señor, la cual, a corto plazo, será puesta de manifiesto con tanta claridad como la del sol del mediodía.
En cuanto a vosotras, las demás siervas que estáis enamoradas de las fragancias celestiales, organizad reuniones santas y fundad Asambleas Espirituales, pues ellas son las bases para la difusión de los perfumados aromas de Dios, exaltando su Palabra, alzando la lámpara de su gracia, promulgando su religión y promoviendo sus Enseñanzas. ¿Existe una merced más grande que ésta? Estas Asambleas Espirituales son ayudadas por el Espíritu de Dios. Su defensor es 'Abdu'l-Bahá. Sobre ellas Él extiende sus alas. ¿Existe una merced más grande que ésta? Estas Asambleas Espirituales son lámparas encendidas y jardines celestiales, desde los cuales las fragancias de santidad son difundidas sobre todas las regiones, y las luces del conocimiento son derramadas sobre todas las cosas creadas. De ellas fluye el espíritu de vida en todas las direcciones. Ellas son, de hecho, las poderosas fuentes del progreso del hombre, en todo tiempo y en todas las condiciones. ¿Existe una merced más grande que ésta?

39

¡Oh sierva de Dios! Tu carta, con la noticia de que se ha establecido una Asamblea en esa ciudad, ha sido recibida.
No consideréis lo escaso de vuestro número, más bien, tratad de hallar corazones puros. Un alma consagrada es preferible a un millar de otras almas. Si un pequeño número de personas se reúnen amorosamente, con pureza y santidad absolutas, con sus corazones, libres del mundo, experimentando las emociones del Reino y las poderosas fuerzas magnéticas de lo divino, y estando unidas en feliz camaradería, esa reunión ejercerá su influencia sobre toda la tierra. La naturaleza de esa asociación, las palabras que expresan, las acciones que realizan, liberarán los dones del cielo, y proveerán un anticipo del deleite eterno. Las huestes de la Compañía en lo alto las defenderán, y los ángeles del Paraíso de Abhá, en continua sucesión, descenderán en su ayuda.
El significado de "ángeles" son las confirmaciones de Dios y sus poderes celestiales. Asimismo, los ángeles son seres benditos, quienes han cortado todos los lazos con este mundo inferior, se han librado de las cadenas del yo y de los deseos de la carne, y han anclado sus corazones en los dominios celestiales del Señor. Éstos son del Reino, celestiales; éstos son de Dios, espirituales; éstos son reveladores de la abundante gracia de Dios; éstos son los puntos de amanecer de sus dádivas espirituales.
¡Oh sierva de Dios! Loado sea Él; tu querido esposo ha percibido las dulces esencias que provienen de los jardines del cielo. Ahora, con cada día que transcurre debes, mediante el amor de Dios y tus propias buenas acciones, acercarle siempre más a la Fe.
En verdad, fueron terribles los acontecimientos de San Francisco.30 Los desastres de esta clase deberían servir para despertar a la gente y disminuir el amor de sus corazones por este mundo inconstante. Es en este mundo inferior donde cosas trágicas como éstas tienen lugar; esta es la copa que entrega amargo vino.

40

¡Oh vosotros, quienes sois amados por 'Abdu'l-Bahá! He leído vuestros informes con gran alegría; son de una naturaleza tal que animan y refrescan el corazón y regocijan el alma. Si esa Asamblea, por medio de los santos hálitos del Todomisericordioso y sus divinas confirmaciones, perdura y se mantiene firme e inconmovible, producirá notables resultados y tendrá éxito en emprendimientos de gran importancia.
Las Asambleas Espirituales que han de establecerse en esta Era de Dios, en esta sagrada centuria, no han tenido, indiscutiblemente, ni par ni semejante en los ciclos del pasado. Pues aquellas corporaciones que ejercían el poder están basadas en la sustentación de la Belleza de Abhá. Los defensores y patrocinadores de aquellas otras corporaciones eran ya un príncipe, o un rey, o un sumo sacerdote, o bien la masa del pueblo. Pero estas Asambleas Espirituales tiene por defensor, por sustentador, por auxiliador, por inspirador, al omnipotente Señor.
No tengáis en cuenta el presente, fijad vuestra mirada en los tiempos por venir. Al comienzo, cuán pequeña es la semilla y, sin embargo, al final, es un árbol enorme. No dirijáis la mirada a la semilla, dirigidla al árbol, y a sus flores, y a sus hojas, y a sus frutos. Considerad los días de Cristo, cuando nadie Le siguió, salvo un pequeño grupo; luego observad cuán enorme árbol llegó a ser esa semilla, contemplad sus frutos. Y ahora han de ocurrir cosas aun más grandes que ésas, pues ésta es la convocación del Señor de las Huestes, ésta es la llamada de trompeta del Señor viviente, éste es el himno de la paz mundial, éste es el estandarte de rectitud y confianza y entendimiento enarbolado entre la diversidad de los pueblos del globo, éste es el esplendor del Sol de la Verdad, ésta es la santidad del espíritu de Dios mismos. Ésta, la más poderosa de las dispensaciones, envolverá toda la tierra, y bajo su emblema todos los pueblos se reunirán y encontrarán un abrigo común. Conoced, entonces, la importancia vital de esta minúscula semilla que, con las manos de su misericordia, ha sembrado el verdadero Labrador, en los arados campos del Señor, regándola con la lluvia de las dádivas y mercedes, y que ahora cultiva al calor y a la luz del Sol de la Verdad.
Por tanto, oh vosotros amados de Dios, ofecedle vuestra gratitud, pues Él os ha hecho el objeto de tales mercedes y los depositarios de tales dones. Benditos sois, buenas nuevas para vosotros por esta abundante gracia.

41

¡Oh tú, quien eres firme en el Convenio, y constante! Se me ha mostrado la carta que has escrito a... y las opiniones allí expresadas son muy loables. Es de incumbencia de la Asamblea Espiritual Consultiva de Nueva York estar en completo acuerdo con la de Chicago, y estos dos organismos de consulta deben aprobar en conjunto todo cuanto consideren apropiado para ser publicado y distribuido. A continuación deben enviar una copia a 'Akká, para que sea aprobada aquí también, luego de lo cual el material será devuelto para su publicación y circulación.
La cuestión de coordinar y unificar a las dos Asambleas Espirituales, la de Chicago y la de Nueva York, es de la mayor importancia, y una vez que se haya formado debidamente una Asamblea Espiritual en Washington, esas dos Asambleas también deberían establecer lazos de unidad con esta Asamblea. Para resumir, es el deseo de Dios nuestro Señor que los amados de Dios y las siervas del Misericordioso en Occidente, se reúnan más estrechamente en armonía y unidad con cada día que transcurre, y en tanto que ello no se logre, la tarea no avanzará. Las Asambleas Espirituales son, en su conjunto, el más efectivo de todos los medios para el establecimiento de la unidad y la armonía. Este aspecto es de la mayor importancia; es éste el imán que atrae las confirmaciones de Dios. Tan pronto como la belleza de la unidad de los amigos -esa Amada Divina- se atavíe con los ornamentos del Reino de Abhá, es indudable que a breve plazo esos países llegarán a ser el Paraíso del Todoglorioso, y que desde el Oeste los esplendores de la unidad esparcirán sus brillantes rayos sobre toda la tierra.
Nos estamos esforzando con alma y corazón, sin descansar ni de día ni de noche, sin aspirar a un momento de tranquilidad, por hacer de este mundo del hombre el espejo de la unidad de Dios. Luego, ¿cuánto más deben reflejar los amados de Dios esa unidad? Y esta acariciada esperanza, y este nuestro anhelado deseo se cumplirá ostensiblemente, solo el día en que los verdaderos amigos de Dios se levanten para llevar a la prácticas las Enseñanzas de la Belleza de Abhá, ¡sea mi vida una redención para sus amados! Una entre sus Enseñanzas es ésta: que el amor y la buena fe dominen de tal modo el corazón humano que los hombres consideren al desconocido como si fuera un amigo íntimo; al malhechor, como a uno de los suyos; al forastero, como a un ser amado; al enemigo, como a un compañero querido y cercano. A quien les quite la vida le llamarán un conferidor de vida; a quien se aparte de ellos le mirarán como a alguien que se vuelve a ellos; a quien niega su mensaje, le considerarán como uno que reconoce su verdad. El significado de ello es que deben tratar a toda la humanidad como tratarían a sus partidarios, sus correligionarios, sus seres queridos y sus amigos íntimos.
Si una antorcha tal iluminara la comunidad del mundo, encontraríais que la tierra entera exhalaría fragancia, que habría llegado a ser un paraíso de deleites, y su faz sería la imagen del encumbrado cielo. Entonces, la totalidad del mundo sería una única tierra nativa; los diferentes pueblos, una única raza; las naciones de Oriente y Occidente, un único hogar.
Es mi esperanza que tal día llegará, que tal esplendor relucirá, y que tal visión será revelada en toda su plena belleza.

42

¡Oh vosotros, mis colaboradores que estáis sostenidos por los ejércitos que provienen de los dominios del Todoglorioso! Bienaventurados sois, pues os habéis reunido a la sombra protectora de la Palabra de Dios, y habéis encontrado un amparo en la gruta de su Convenio; habéis concedido paz a vuestro corazón, construyendo vuestro hogar en el Paraíso de Abhá, y sois arrullados por las leves brisas que soplan desde su origen, en su amorosa bondad; os habéis levantado para servir a la Causa de Dios y difundir su religión por doquier, para promover su Palabra y enarbolar en lo alto las banderas de santidad a través de todas esas regiones.
¡Por la vida de Bahá! Ciertamente, el consumado poder de la Realidad Divina exhalará en vosotros las dádivas del Espíritu Santo, y os asistirá en llevar a cabo una proeza cuyo igual el ojo de la creación jamás ha contemplado.
¡Oh vosotros, Sociedad del Convenio! En verdad, la Belleza de Abhá hizo una promesa a los amados que son firmes en el Convenio: que Él consolidaría sus esfuerzos con el más sólido de los apoyos, y los socorrería con su triunfante poderío. Dentro de poco veréis cómo vuestra iluminada Asamblea habrá dejado signos y señales evidentes en los corazones y en las almas de los hombres. Aferraos a la orla del manto de Dios, y dirigid todos vuestros esfuerzos hacia la promoción de su Convenio y ardiendo cada vez más brillantemente con el fuego de su amor, para que vuestros corazones brinquen de alegría en los hálitos de servidumbre que fluyen del pecho de 'Abdu'l-Bahá. Reanimad vuestro corazón, haced firmes vuestros pasos, confiad en las sempiternas dádivas que serán derramadas sobre vosotros, una detrás de otra, desde el Reino de Abhá. Cuando quiera que os reunáis en esa radiante asamblea, sabed que los esplendores de Bahá estarán brillando sobre vosotros. Os corresponde buscar el acuerdo y ser unidos; os corresponde estar en estrecha comunión los unos con los otros, tanto en cuerpo como en alma, hasta que os asemejéis a las Pléyades o a una hilo de relucientes perlas. Así os estableceréis sólidamente; así vuestras palabras prevalecerán, vuestra estrella brillará y vuestros corazones serán confortados...
Cuando quiera que entréis a la cámara del consejo, recitad esta oración con el corazón palpitante por el amor de Dios y una lengua purificada de todo salvo de su recuerdo, para que el Todopoderoso os ayude bondadosamente a lograr la victoria suprema:

¡Oh Dios, mi Dios! Somos siervos tuyos que nos hemos vuelto con devoción hacia tu sagrado rostro, habiéndonos apartado de todo menos de Ti en este glorioso Día. Nos hemos reunido en esta asamblea espiritual, unidos en nuestros juicios y pensamientos, con nuestros propósitos armonizados para exaltar tu Palabra entre la humanidad. ¡Oh Señor, nuestro Dios! Haz de nosotros los signos de tu guía divina, estandartes de tu exaltada Fe entre los hombres, siervos de tu poderoso Convenio, oh Tú, nuestro altísimo Señor, manifestaciones de tu divina unidad en tu reino de Abhá y estrellas resplandecientes que brillan sobre todas las regiones. ¡Señor! Ayúdanos a convertirnos en mares que se agitan por el oleaje de tu maravillosa gracia; en corrientes que fluyen desde tus alturas todo gloriosas; en frutos excelentes del árbol de tu Causa empírea; como árboles que se mecen en tu viña celestial por las brisas de tu munificencia. ¡Oh Dios! Haz que nuestras almas dependan de los versos de tu divina unidad, que nuestros corazones se regocijen por las efusiones de tu gracia, para que nos unamos como las olas de un solo mar y lleguemos a fundirnos como los rayos de tu luz refulgente; para que nuestros pensamientos, nuestros juicios y nuestros sentimientos se conviertan en una sola realidad que manifieste el espíritu de la unión por todo el mundo. Tú eres el Benévolo, el Munífico, el Conferidor, el Todopoderoso, el Misericordioso, el Compasivo.

43

Los requisitos primordiales para aquellos que se reúnen a consultar, son pureza de intención, refulgencia de espíritu, desprendimiento de todo salvo de Dios, atracción a sus Divinas Fragancias, humildad y sumisión entre sus amados, paciencia y longanimidad en las dificultades, y servidumbre en su exaltado Umbral. Si son bondadosamente asistidos en la adquisición de estos atributos, les será concedida la victoria desde el invisible Reino de Bahá.

44

Sus miembros31 deben reunirse a consultar de modo tal que no pueda surgir motivo de resentimiento o discordias. Esto puede lograrse cuando cada miembros expresa con absoluta libertad su propia opinión y expone su argumento. Si alguien se le opusiera, no deberá de ninguna manera sentirse ofendido, pues no antes de que los asuntos hayan sido plenamente discutidos, el camino recto puede ser revelado. La brillante chispa de la verdad surge solo después del choque de diferentes opiniones. Si luego de la discusión una decisión es lograda por unanimidad, enhorabuena; mas si, el Señor no lo permita, surgieran diferencias de opinión, deberá prevalecer la mayoría de los votos.

45

La primera condición es observar armonía y amor absolutos entre los miembros de la asamblea. Deben estar completamente libres de distanciamiento y manifestar en sí mismos la Unidad de Dios, pues ellos son las olas de un mismo mar, las gotas de un mismo río, las estrellas de un mismo firmamento, los rayos de un mismo sol, los árboles de un mismo huerto, las flores de un mismo jardín. Si la armonía de pensamiento y la más absoluta unidad no existieran, esa reunión sería dispersada y dicha asamblea quedaría reducida a nada. La segunda condición es que los miembros de la asamblea deberían elegir conjuntamente un coordinador, y establecer pautas y estatutos para sus sesiones y deliberaciones. El coordinador debería estar a cargo de tales normas y reglamentos, y protegerlos y hacerlos cumplir; los demás miembros deberían ser obedientes y abstenerse de conversar sobre temas superfluos o extraños. Ellos deben dirigir sus rostros, cuando se reúnen, hacia el Reino en lo alto, y pedir ayuda del Reino de Gloria. Luego, con la mayor devoción, cortesía, dignidad, cuidado y moderación, deben expresar sus puntos de vista. Deben buscar cuidadosamente la verdad en cada asunto, y no insistir en su propia opinión, ya que la terquedad y la persistencia en el propio parecer conducirán en último término a la discordia y a la disputa, y la verdad permanecerá oculta. Los honorables miembros deben expresar sus propios pensamientos con toda libertad, y de ninguna manera está permitido que alguno menosprecie la idea de otro; no, con toda moderación deben exponer la verdad, y si surgen diferencias de opinión, debe prevalecer la voz de la mayoría, y todos deben obedecerla y someterse a ella. Además no es permisible que alguno de los honorables miembros objete o censure, ya sea en la reunión o fuera de ella, cualquier decisión a que se haya arribado previamente, aun cuando tal decisión no sea correcta, pues tales críticas impedirán que se lleva a cabo cualquier decisión. En breve, cualquier cosa que se resuelva en armonía y con amor y pureza de intención, dará como resultado la luz; y si prevaleciera la más leve señal de alejamiento, el resultado será oscuridad de oscuridades... Si ello se considera de esta manera, esa asamblea será de Dios; lo contrario, conducirá al enfriamiento y al distanciamiento, los cuales proceden del Malvado... Si ellos se esfuerzan por cumplir con estas condiciones la Gracia del Espíritu Santo les será conferida, y esa asamblea llegará a ser el centro de las divinas bendiciones, las huestes de la confirmación divina descenderán en su ayuda, y día a día ellos recibirán una nueva efusión de Espíritu.

46

¡Oh vosotros quienes sois firmes en el Convenio! 'Abdu'l-Bahá está constantemente ocupado en ideal comunicación con toda Asamblea Espiritual que sea instituida por la divina munificencia, y cuyos miembros, con la mayor devoción, se vuelvan al Reino Divino y sean firmes en el Convenio. Él tiene hacia ellos un afecto de todo corazón y está vinculado con ellos por lazos eternos. De este modo, la correspondencia con esa reunión es sincera, constante e ininterrumpida.
A cada instante pido para vosotros ayuda, munificencia, y un nuevo favor y bendición, para que las confirmaciones de Bahá'u'lláh, como el mar, se agiten constantemente, que las luces del Sol de la Verdad brillen sobre todos vosotros, y seáis confirmados en el servicio, que lleguéis a ser las manifestaciones de la munificencia, y cada uno de vosotros, al amanecer, se vuelva hacia la Tierra Santa y pueda experimentar emociones espirituales en toda su intensidad.

47

¡Oh vosotros, amigos verdaderos! Vuestra carta ha sido recibida, y fue portadora de gran alegría. Alabado sea Dios, habéis preparado un agasajo y establecido la fiesta que debe celebrarse cada diecinueve días. Cualquier reunión que se realice con el más grande amor, y en la que los asistentes vuelven sus rostros hacia el Reino de Dios, y donde la conversación se refiere a las Enseñanzas de Dios, y cuyo propósito es hacer progresar a los presentes, tal reunión es del Señor, y esa mesa festiva ha descendido del cielo.
Es mi esperanza que se celebre esta fiesta un día de cada diecinueve días, puesto que os hace acercaros unos a otros; es la fuente misma de la unidad y la amorosa bondad.
Observad hasta qué punto se halla el mundo en continua confusión y conflicto, y a qué extremo han llegado ahora sus naciones. Quizá, los amantes de Dios logren enarbolar el pabellón de la unidad humana, para que el tabernáculo unicolor del Reino del Cielo proyecte su sombra protectora sobre toda la tierra; que desaparezcan los malentendidos entre los pueblos del mundo; que todas las naciones se mezclen unas con otras, y unos con otros actúen como el amante con su amado.
Es vuestro deber ser bondadosísimos con cada ser humano, y desearle el bien; laborar por la edificación de la sociedad; inspirar en los muertos el hálito de vida; actuar en conformidad con las instrucciones de Bahá'u'lláh, y caminar por su sendero; hasta convertir el mundo del hombre en el mundo de Dios.

48

¡Oh vosotros, leales siervos de la Antigua Belleza! En todo ciclo y dispensación, el festejo ha sido favorecido y apreciado, y disponer la mesa para los amados de Dios ha sido considerado un acto loable. Tal es, en especial, el caso en la actualidad, en esta incomparable dispensación, en ésta la más generosa de las edades, cuando ello es altamente aclamado pues, en verdad, es considerado entre las reuniones que se celebran para adorar y glorificar a Dios. Aquí se entonan los sagrados versículos, las odas y loas celestiales, y el corazón es vivificado y transportado.
El propósito primorcial es encender estas inquietudes del espíritu, pero al mismo tiempo resulta natural que los presentes participen de los alimentos, para que el mundo del cuerpo pueda reflejar al mundo del espíritu, y la carne adquiera las cualidades del alma; y así como los deleites espirituales se hallan aquí en profusión, así también se hallan los deleites materiales.
Dichosos sois, por observar esta norma, con todos sus místicos significados, manteniendo así alertas y atentos a los amigos de Dios, y trayéndoles paz de espíritu, y alegría.

49

Tu carta ha sido recibida. Has escrito acerca de la festividad de los Diecinueve Días, y ello regocijó mi corazón. Estas reuniones hacen que descienda del cielo la mesa divina, y atraen las confirmaciones del Todomisericordioso. Es mi esperanza que los hálitos del Espíritu Santo se difundan sobre ellas, y que cada uno de los presentes, en grandes asambleas, con lengua elocuente y un corazón inundado con el amor de Dios, se dedique a aclamar el surgimiento del Sol de la Verdad, el amanecer del Astro que ilumina todo el mundo.

50

Habéis preguntado acerca de la fiesta de cada mes bahá'í. Esta fiesta se celebra para fomentar la camaradería y el amor, para recordar a Dios y suplicarle con corazones contritos, y para alentar las actividades caritativas.
Es decir, los amigos deberían referirse allí extensamente a Dios y glorificarle, leer las oraciones y los sagrados versículos, y tratarse uno a otro con el mayor afecto y amor.

51

En cuanto a la Fiesta de los Diecinueve Días, ella regocija la mente y el corazón. Si esta fiesta se celebra de manera apropiada, los amigos, cada diecinueve días, se sentirán espiritualmente restablecidos y dotados con un poder que no es de este mundo.

52

¡Oh siervo del único Dios verdadero! Alabado sea el Señor; los amados de Dios se encuentran en todos los países y, todos y cada uno de ellos se hallan a la sombra del Árbol de la Vida y bajo la protección de su buena providencia. Su cuidado y su bondad se agitan como las eternas olas del mar, y sus bendiciones son continuamente derramadas desde su Reino sempiterno.
Debe ser nuestra súplica para que sus bendiciones sean conferidas aún en mayor abundancia, y nos corresponde aferrarnos a aquellos medios que aseguren una más plena efusión de su gracia y una mayor cantidad de su divina asistencia.
Uno de los más grandes de estos medios es el espíritu de verdadera camaradería y amorosa comunión entre los amigos. Recuerda el dicho: "De todos los peregrinajes, el más grande es aliviar el corazón agobiado de dolor."

53

En verdad, 'Abdu'l-Bahá aspira la fragancia de Dios que proviene de todo lugar de reunión en que se expresa la Palabra de Dios, y donde se presentan pruebas y argumentos que vierten sus rayos a través del mundo, y se narran las tribulaciones de 'Abdu'l-Bahá por obra de las perversas manos de aquellos que han violado el Convenio de Dios.
¡Oh sierva del Señor! No expreses ninguna palabra acerca de la política; tu tarea concierne a la vida del ama, pues ello, ciertamente, conduce a la alegría del hombre en el mundo de Dios. A menos que sea para hablar bien de ellos, no hagas mención de los reyes de la tierra, y de sus gobiernos terrenales tampoco. Limita, más bien, tus palabras, a la difusión de las dichosas nuevas del Reino de Dios, y a la santidad de la Causa de Dios. Conversa acerca de la alegría perdurable, y de las delicias espirituales, y de las cualidades divinas, y de cómo el Sol de la Verdad ha surgido por sobre los horizontes de la tierra: conversa de la inspiración del espíritu de vida en el cuerpo del mundo.

54

Habéis escrito acerca de las reuniones de los amigos, y de cuán plenos de paz y de alegría se hallan. Por supuesto que ello es así: pues dondequiera que se reúnen los que tienen inclinaciones espirituales, allí, en su belleza, reina Bahá'u'lláh. Y así, de seguro, dichas reuniones producirán infinita felicidad y paz.
Hoy en día corresponde a todos abstenerse de la mención de todos los demás, y prescindir de todas las cosas. Que su decir y su estado interior puedan resumirse así: "Mantén todas mis palabras de oración y de alabanza limitadas a un único estribillo: haz que mi vida entera sea tan solo en servidumbre a Ti." Ello es, que concentren todos sus pensamientos, todas sus palabras, en la enseñanza de la Causa de Dios y en la difusión de la Fe de Dios, e inspirando a todos para que adopten las características de Dios; en amar a la humanidad; en ser puros y santos en todas las cosas, e inmaculados en su vida pública y privada; en ser rectos y desprendidos, y fervientes, y encendidos. Todo debe ser entregado, con la única excepción de recuerdo de Dios. Todo debe ser menospreciado, salvo su alabanza. Hoy en día, el mundo saltará y danzará con esta melodía de la Compañía en lo alto: "¡Gloria sea a mi Señor, el Todoglorioso!" Mas conoced esto: fuera de este cantar de Dios, ningún cantar conmoverá al mundo, y fuera de este clamor del ruiseñor de la verdad, proveniente del Jardín de Dios, ninguna melodía seducirá el corazón. "¿De dónde proviene este Cantor que menciona el nombre del Amado?"

55

Es conveniente que los amigos celebren una reunión, un encuentro, en el que glorifiquen a Dios, y consoliden en Él sus corazones, y lean y reciten las Sagradas Escrituras de la Bendita Belleza, que mi alma sea en rescate por sus amados. Las luces del Todoglorioso Dominio, los rayos del Supremo Horizonte, serán proyectados sobre tan luminosas asambleas, pues ellas no son sino los Mashriqu'l-Adhkár, los Puntos de Amanecer de la Rememoración de Dios, los cuales deben, por instrucciones de la Más Exaltada Pluma, ser establecidos en toda aldea y en toda ciudad... Estas reuniones espirituales deben celebrarse con la mayor pureza y consagración, para que del sitio mismo, y de su tierra y del aire circundante, se puedan aspirar los fragantes hálitos del Espíritu Santo.

56

Cuando un grupo de personas se reúne en un determinado lugar, dedicando su tiempo en glorificar a Dios, y hablando unos con otros de los misterios de Dios, sin la menor duda los hálitos del Espíritu Santo soplarán suavemente sobre ellos, y cada uno recibirá una parte de los mismos.

57

Hemos oído que te propones embellecer tu casa, de tiempo en tiempo, con una reunión de los bahá'ís, donde algunos de entre ellos se ocuparán en glorificar al Señor Todoglorioso... Has de saber que si llegan a realizarlo, esa casa terrenal se convertirá en una casa celestial, y ese edificio de piedra, en un congreso del espíritu.

58

Has preguntado acerca de los lugares de adoración y la razón fundamental de los mismos. La sabiduría de erigir tales edificios es que, a una hora determinada, la gente sepa que es el momento de reunirse, y que todos se congreguen y, en armoniosa concordancia mutua, estén dedicados a la oración; con el resultado de que, de esta reunión, la unidad y el afecto se desarrollen y florezcan en el corazón humano.

59

Durante mucho tiempo, 'Abdu'l-Bahá ha abrigado el deseo de que en esa región se levante un Mashriqu'l-Adhkár. Alabado sea Dios, gracias a los arduos esfuerzos de los amigos, las gozosas nuevas de ello han sido anunciadas en los últimos días. Este servicio es sumamente aceptable en el Umbral de Dios, pues el Mashriqu'l-Adhkár inspira a los amantes de Dios y deleita sus corazones, haciendo que se vuelvan constantes y firmes.
Esto representa un aspecto de la mayor significación. Si la erección de la Casa de Adoración en un lugar público suscitare la hostilidad de los obradores del mal, entonces, en cada población, el encuentro deberá realizarse en un sitio oculto. Incluso en cada aldea debe reservarse un lugar como Mashriqu'l-Adhkár, aunque fuera bajo tierra.
Ahora, alabado sea Dios, habéis tenido éxito en esto. Ocupaos en la recordación de Dios al amanecer; levantaos para alabarle y glorificarle. Bienaventurados sois, y vuestro es el regocijo, oh vosotros los justos, por haber establecido el Punto de Amanecer de las Alabanzas a Dios. En verdad, pido al Señor que os haga estandartes de salvación y enseñas de redención, ondeando en lo alto sobre valles y colinas.

60

Aunque en su apariencia exterior el Mashriqu'l-Adhkár es una estructura material, sin embargo, tiene un efecto espiritual. Forja vínculos de unidad de corazón a corazón; es un centro colectivo para las almas de los hombres. Toda ciudad en la cual se erigió un Templo durante los días de la Manifestación, ha creado seguridad y constancia y paz, por cuanto tales edificios fueron ofrecidos a la perpetua glorificación de Dios, y solo en la recordación de Dios puede el corazón encontrar descanso. ¡Dios bondadoso! El edificio de la Casa de Adoración tiene una poderosa influencia en cada fase de la vida. La experiencia en Oriente ha demostrado claramente que esto es un hecho. Incluso, si en un pequeño villorrio una casa era designada como Mashriqu'l-Adhkár, ello producía un efecto notable; cuánto mayor habría de ser la repercusión de uno erigido especialmente.

61

¡Oh Señor!, oh Tú que bendices a todos aquellos que se mantienen firmes en su Convenio, permitiéndoles, por su amor a la Luz del Mundo, gastar aquello que poseen como ofrenda al Mashriqu'l-Adhkár, la aurora de tus extendidos rayos y el proclamador de tus evidencias; ayúdales, tanto en este mundo como en el mundo venidero, a estos hombres rectos, probos y píos, a acercarse cada vez más a tu Sagrado Umbral, y haz luminosos sus rostros con tus deslumbrantes esplendores.
En verdad, Tú eres el Generoso, el Siempre Otorgador.

62

¡Oh tú, mi bienamada hija del Reino! La carta que habías escrito al Dr. Esslemont fue remitida por él a la Tierra del Deseo (Tierra Santa). La he leído del principio al fin con la mayor atención. Por una parte, me emocioné profundamente, pues tú has cortado tu hermosa cabellera con las tijeras del desprendimiento de este mundo, y de la abnegación en el sendero del Reino de Dios. Y, por otra parte, me sentí muy complacido, pues una hija tan amada ha demostrado tan grande espíritu de abnegación, que ha ofrecido una parte tan preciosa de su cuerpo en el sendero de la Causa de Dios. Si hubieses solicitado mi opinión, de manera alguna habría consentido en que cortases tan siquiera una sola hebra de tus hermosos y ondulados rizos; es más, yo mismo habría contribuido en tu nombre para el Mashriqu'l-Adhkár. Esta acción tuya es, sin embargo, un testimonio elocuente de tu noble espíritu de abnegación. Tú, en verdad, has sacrificado tu vida, y grandes serán los resultados espirituales que habrás de obtener. Ten confianza en que día a día progresarás y te harás grande en firmeza y en constancia. Las mercedes de Bahá'u'lláh te rodearán y las gozosas nuevas provenientes de lo alto te serán concedidas una y otra vez. Y aunque sea tu cabello lo que has sacrificado, sin embargo tú serás colmada con el Espíritu, y aunque sea una parte perecedera de tu cuerpo lo que has ofrendado en el sendero de Dios, con todo, encontrarás la Dádiva Divina, y contemplarás la Belleza Celestial, y obtendrás gloria imperecedera, y alcanzarás la vida sempiterna.

63

¡Oh vosotras almas benditas!32 La carta que habéis escrito a Ra¥matu'lláh ha sido cuidadosamente leída. Muchas y diversas han sido las gozosas nuevas que dio a conocer, ello es, que a través del poder de la fe y la constancia en el Convenio se han convocado numerosas reuniones, y que los amados están en todas partes afanosos y activos.
El ardiente deseo de 'Abdu'l-Bahá ha sido siempre que el suelo de ese reverenciado lugar, el cual en los tempranos días de la Causa ha sido refrescado y reverdecido con las lluvias primaverales de la gracia, florezca y se desarrolle a un punto tal como para colmar de alegría a cada corazón.
Loado sea el Señor; la Causa de Dios ha sido proclamada y promovida a través de Oriente y Occidente, de un modo tal que no existe mente que haya concebido jamás que las dulces fragancias del Señor perfumarían tan rápidamente todas las regiones. Ello, en verdad, se debe solo a las consumadas dádivas de la siempre Bendita Belleza, cuya gracia y cuyo triunfante poder se reciben en abundancia una y otra vez.
Uno de los maravillosos acontecimientos que han sucedido últimamente es que el edificio del Mashriqu'l-Adhkár está siendo erigido en el corazón mismo del continente americano, y que numerosas almas de las regiones vecinas están contribuyendo para la construcción de este Templo sagrado. Entre ellas se encuentra una sumamente estimada dama de la ciudad de Manchester, quien se ha sentido impulsada a ofrecer su parte.
No poseyendo ni bienes ni riqueza materiales, cortó con sus propias manos los delicados, los largos y preciosos cabellos que con tanta gracia adornaban su cabeza, y los ofreció en vente, a fin de que su precio sirviera para promover la causa del Mashriqu'l-Adhkár.
Considerad que aunque a los ojos de las mujeres nada es más precioso que los abundantes y ondulados bucles, no obstante eso, aquella altamente honorable dama ha mostrado tan raro y hermoso espíritu de abnegación.
Y aunque ello era innecesario, no habría consentido 'Abdu'l-Bahá en semejante acción, con todo, al manifestar tan elevado y noble espíritu de devoción, Él se sintió profundamente emocionado por ello. ¡Siendo tan precioso el cabello a la vista de las mujeres de Occidente, aún más precioso que la vida misma, con todo, ella lo ofreció en sacrificio por la causa del Mashriqu'l-Adhkár!
Se dice que cierta vez, en los días del Apóstol de Dios,33 Él expresó su deseo de que un ejército avanzara en una cierta dirección, y se permitió a los fieles recaudar contribuciones para la guerra santa. Entre muchos, había un hombre que donó mil camellos, cada uno cargado con grano; otro que entregó la mitad de sus bienes; y aún otro que ofreció todo lo que tenía. Pero una mujer entrada en años, cuya única posesión era un puñado de dátiles, llegó hasta el Apóstol y puso a sus pies su humilde contribución. Acto seguido, el Profeta de Dios -que mi vida sea ofrendada como un sacrificio hacia Él- ordenó que este puñado de dátiles fuese colocado por encima de todas las contribuciones que se habían reunido, aseverando así el mérito y superioridad de ella por sobre todas las demás. Esto fue hecho porque aquella anciana no tenía otra posesión terrenal más que ésta.
Y de la misma manera, esta estimada dama no tenía nada más para contribuir fuera de sus preciosos cabellos, y los sacrificó gloriosamente por la causa del Mashriqu'l-Adhkár.
¡Ponderad y reflexionad acerca de cuán fuerte y potente ha llegado a ser la Causa de Dios! Una mujer de Occidente ha ofrendado su cabello para la gloria del Mashriqu'l-Adhkár.
Es más, esto no es sino una lección para aquellos que perciben.
En conclusión, estoy gratamente complacido con los amados de Najaf-Ábád, ya que desde los primeros albores de la Causa hasta este día, todos y cada uno de ellos han mostrado, en todas las condiciones, un gran espíritu de abnegación.
Durante toda su vida, Zaynu'l-Muqarrabín ha orado con toda la sinceridad de su alma inmaculada en favor de los creyentes de Najaf-Ábád, y ha implorado para ellos la gracia de Dios y su divina confirmación.
Alabado sea el Señor, pues han sido respondidas las oraciones de esta alma bondadosa, ya que sus efectos se hallan manifiestos por doquier.

64

El Mashriqu'l-Adhkár es una de las instituciones más vitales del mundo, y posee muchas ramas subsidiarias. Aunque es una Casa de Adoración, también está relacionado con un hospital, un dispensario, una hospedería para viajeros, una escuela para huérfanos, y una universidad de estudios avanzados. Todo Mashriqu'l-Adhkár está relacionado con estas cinco cosas. Mi esperanza es que el Mashriqu'l-Adhkár sea ahora establecido en América, y que gradualmente le sigan el hospital, la escuela, la universidad, el dispensario y la hospedería, todo funcionando según los procedimientos más eficientes y ordenados. Haz conocer estos temas a los amados de Dios, para que comprendan cuán grande es la importancia de este "Punto del Amanecer de la Recordación de Dios." El Templo no es solamente un lugar de adoración; más bien, desde todo punto de vista, es completo e integral.
¡Oh tú, querida sierva de Dios! ¡Si tan solo supieras cuán elevada es la posición destinada a esas almas que están alejadas del mundo, y poderosamente atraídas a la Fe, y que están enseñando a la sombra protectora de Bahá'u'lláh! Cómo te alegrarías, cómo extenderías tus alas en exultación y embeleso, y te remontarías hacia el cielo, por ser un caminantes de tal sendero, y un viajero hacia semejante Reino.
En cuanto a los términos empleados en mi carta, proponiéndote que te consagraras al servicio de la Causa de Dios, el significado de ello es éste: limita tus pensamientos a enseñar la Fe. Actúa de día y de noche de acuerdo con las enseñanzas, los consejos y admoniciones de Bahá'u'lláh. Ello no impide el matrimonio. Puedes tener un esposo y al mismo tiempo servir a la Causa de Dios; uno cosa no excluye a la otra. Conoce el valor de estos días; que no se te escape esta oportunidad. Ruega a Dios que haga de ti un cirio encendido, a fin de que guíes a una gran multitud a través de este oscuro mundo.

65

¡Oh tú, agraciada sierva del Reino celestial! Tu carta ha sido recibida. Ella transmite elevadas aspiraciones y nobles metas, diciendo que te propones realizar un viaje al Lejano Oriente y que estás dispuesta a soportar extremas penalidades, con el objeto de guiar a las almas y difundir por doquier las buenas nuevas del Reino de Dios. Este propósito tuyo denota que tú, querida sierva de Dios, abrigas el más noble de todos los objetivos.
Al comunicar las buenas nuevas, exclama y di: el Prometido de todos los pueblos del mundo Se ha hecho ahora manifiesto. Pues todos y cada uno de los pueblos, y todas las religiones, esperan a un Prometido, y Bahá'u'lláh es el esperado por todos; y, por consiguiente, la Causa de Bahá'u'lláh establecerá la unicidad de la humanidad, y el tabernáculo de la unidad será erigido en las cimas del mundo, y los emblemas de la universalidad de todo el género humano serán desplegados en las cumbres de la tierra. Cuando liberes tu lengua para entregar esta gran buena nueva, éste se transformará en el medio de enseñar a la gente.
Tu proyectado viaje, no obstante, es a un país muy lejano, y a menos que un grupo de personas esté dispuesto, las buenas nuevas no tendrán mucho efecto en ese lugar. Si os parece mejor viajad en cambio a Persia, y en el viaje de regreso pasad por Japón y por China. Esto parecería ser mucho mejor, y bastante más agradable. En cualquier caso, hacer lo que os parezca factible, y ello será aprobado.

66

¡Oh tú quien has buscado iluminación de la luz de guía! Alaba a Dios por haberte dirigido hacia la luz de la verdad e invitado a entrar en el Reino de Abhá. Tu vista se ha iluminado y tu corazón se ha vuelto un jardín de rosas. Ruego por ti para que crezcas cada vez más en fe y certidumbre, que brilles como una antorcha en las asambleas, y les confieras la luz de guía.
Cuando quiera que una Asamblea iluminada de los amigos de Dios está reunida, 'Abdu'l-Bahá, aunque físicamente ausente, está sin embargo presente en espíritu y en alma. Yo estoy siempre viajando por América y asociándome ciertamente con los amigos iluminados y espirituales. La distancia desaparece y no impide la cercana e íntima asociación de dos almas que se hallan estrechamente ligadas de corazón, aunque se encuentren en dos países diferentes. Soy, por tanto, tu cercano compañero, en consonancia y en armonía con tu alma.

67

¡Oh tú, señora del Reino! Tu carta, enviada desde Nueva York, ha sido recibida. Su contenido ha infundido gozo y alegría, pues indicaba que con firmeza de propósito y pureza de intención has decidido viajar a París, para que en esa ciudad silente puedan encender el fuego del amor de Dios y, en medio de esa oscuridad de la naturaleza, brilles como un cirio resplandeciente. Este viaje es sumamente loable y conveniente. Cuando llegues a París debes procurar, sin tener en cuenta cuán pequeño pueda ser el número de amigos, instituir la asamblea del Convenio y vivificar las almas por medio del poder del Convenio.
París está sumamente decaída y en un estado de letargo, y hasta ahora no se ha encendido, aun cuando la nación francesa es muy activa y vivaz. Pero el mundo de la naturaleza ha desplegado enteramente su pabellón sobre París, suprimiendo los sentimientos religiosos. Mas este poder del Convenio infundirá calor a toda alma congelada, conferirá luz a todo lo que es oscuro y asegurará, para el que está cautivo en manos de la naturaleza, la verdadera libertad del Reino.
Levántate en París ahora, con un poder del Reino, con una confirmación divina, con un celo y un ardor genuinos, y con una llama del amor de Dios. Ruge como un león y expresa tal éxtasis y amor entre esas pocas almas, que el elogio y la glorificación puedan llegar continuamente desde el Reino divino y las poderosas confirmaciones puedan descender sobre ti. Ten la seguridad. Si actúas en la forma debida y enarbolas el estandarte del Convenio, París estallará en llamas. Permanece constantemente apegada a Bahá'u'lláh y pide siempre sus confirmaciones, pues ellas transforman a la gota en un mar, y convierten al mosquito en un águila.

68

¡Oh vosotros quienes sois firmes en el Convenio y Testamento! Vuestra carta ha sido recibida y vuestros benditos nombres han sido leídos uno por uno. La carta contenía divinas inspiraciones y manifiestas mercedes, por cuanto señalaba la unión de los amigos y la armonía de todos los corazones.
En la actualidad, el más destacable favor de Dios se concentra en torno a la unión y la armonía entre los amigos, a fin de que esta unidad y concordia puedan ser la causa de la promulgación de la unidad del mundo de la humanidad, que puedan emancipar al mundo de esta intensa oscuridad de enemistad y rencor, y que el Sol de la Verdad pueda brillar en plenitud y con perfecto esplendor.
En la actualidad, todos los pueblos del mundo están entregados a su propio provecho y dedican el máximo de su esfuerzo y empeño en la promoción de sus intereses materiales. Se adoran a sí mismos y no a la realidad divina ni al mundo de la humanidad. Buscan diligentemente su propio beneficio y no el bienestar común. Esto se debe a que son cautivos del mundo de la naturaleza y están inconscientes de las enseñanzas divinas, de la munificencia del Reino y del Sol de la Verdad. Mas vosotros, en el presente, alabado sea Dios, habéis llegado a ser de los escogidos, habéis sido informados de los preceptos celestiales, habéis ganado la admisión en el Reino de Dios, habéis llegado a ser los receptáculos de ilimitadas bendiciones, y habéis sido bautizados con el Agua de Vida, con el fuego del amor de Dios y con el Espíritu Santo.
Esforzaos, por tanto, con calma y corazón, para que lleguéis a ser candelas encendidas en la asamblea del mundo, astros rutilantes en el horizonte de la verdad, y que lleguéis a ser la causa de la propagación de la luz del Reino, a fin de que el mundo de la humanidad pueda convertirse en un reino divino, que el mundo inferior llegue a ser el mundo de lo alto, que el amor de Dios y la misericordia del Señor establezcan su dosel sobre la cima del mundo, las almas humanas se transformen en olas del océano de la verdad, el mundo de la humanidad se desarrolle hasta convertirse en un solo árbol bendito, los versos de unidad puedan ser entonados, y las melodías de santidad alcancen el Concurso Supremo.
Noche y día ruego y suplico al Reino de Dios, e imploro para vosotros infinita ayuda y confirmación. No toméis en consideración vuestras propias aptitudes y capacidades; fijad en cambio vuestra mirada en la consumada munificencia, en la divina dádiva y en el poder del Espíritu Santo, el poder que convierte una gota en un mar, y una estrella en un sol.
Alabado sea Dios, las huestes del Concurso Supremo nos aseguran la victoria, y el poder del Reino está presto a ayudar y a apoyar. Aunque a cada instante desatéis vuestra lengua en acción de gracias y en reconocimiento, no podríais cumplir con la obligación de expresar gratitud por estas dádivas.
Considerad: los eminentes personajes cuya fama se ha extendido por todo el mundo, dentro de poco se reducirán a la nada absoluta como consecuencia de hallarse privados de esta munificencia celestial; no dejarán ni nombre ni fama, y de ellos no habrá fruto ni rastro que sobrevivan. Mas como las refulgencias del Sol de la Verdad han amanecido sobre vosotros y habéis alcanzado la vida sempiterna, brillaréis y resplandeceréis por siempre en el horizonte de la existencia.
Pero era un pescador, y María Magdalena una campesina, mas por haber sido especialmente favorecidos por las bendiciones de Jesucristo, el horizonte de su fe se iluminó, y hasta el día de hoy brillan en el firmamento de gloria sempiterna. En esta posición, ni mérito ni capacidad deben ser tomados en consideración; por el contrario, los resplandecientes rayos del Sol de la Verdad, que han iluminado a estos espejos, son los que deben ser tomados en cuenta.
Vosotros me habéis invitado a América. Yo también anhelo contemplar esos iluminados semblantes y conversar y tratar con esos verdaderos amigos. Pero la fuerza magnética que me atraerá a esas playas es la unión y la armonía de los amigos, su comportamiento y su conducta en conformidad con las enseñanzas de Dios, y la firmeza de todos en el Convenio y Testamento.

¡Oh Divina Providencia! Esta asamblea está compuesta por tus amigos, quienes se sienten atraídos por tu belleza y están encendidos con el fuego de tu amor. Convierte a estas almas en ángeles celestiales, resucítales mediante el hálito de tu Espíritu Santo, concédeles lengua elocuente y corazón resuelto, confiéreles poder celestial y sentimientos misericordiosos, haz que lleguen a ser los promulgadores de la unidad del género humano, y la causa de amor y de concordia en el mundo de la humanidad, para que la peligrosa oscuridad del prejuicio ignorante se desvanezca mediante la Luz del Sol de la Verdad, que este lóbrego mundo llegue a ser iluminado, que este reino material absorba los rayos del mundo del espíritu, que estos diferentes colores se confundan en un único color, y que la melodía de alabanza se eleve hacia el reino de tu santidad.
¡En verdad, Tú eres el Omnipotente y el Todopoderoso!

69

Tú has escrito acerca de la organización. Las divinas enseñanzas y las admoniciones y exhortaciones de Bahá'u'lláh son manifiestamente evidentes. Ellas constituyen la organización del Reino y su cumplimiento es obligatorio. La menor desviación de ellas es el más absoluto error.
Tú has escrito acerca de mi viaje a América. Si pudieras ver cómo las olas de constante ocupación se están agitando, habrías considerado que no hay en absoluto tiempo para viajar; en tiempos de residencia fija incluso el descanso parcial es imposible. Dios mediante, confío en que, por medio de la munificencia de Bahá'u'lláh, tan pronto como se provean los medios para la serenidad de la mente y el corazón, decidiré viajar y te informaré al respecto.

70

¡Oh tú, encendido cirio! Tu carta ha sido recibida. Su contenido infundió una gran alegría espiritual, pues se hallaba compenetrado de sentimientos espirituales y expresaba la atracción de tu corazón, la devoción al Reino de Dios y el amor por sus divinas enseñanzas.
En verdad, tu manifiestas un elevado empeño, tienes un propósito puro y santificado, no deseas sino el beneplácito de Dios, no buscas otra cosa que no sea la obtención de ilimitadas dádivas, y estás ocupado en la promulgación de las enseñanzas divinas y en la elucidación de abstrusos problemas metafísicos. Es mi esperanza que, con el favor de Bahá'u'lláh, tú y tu honorable esposa crezcan diariamente en firmeza y en constancia, para que en ese exaltado país lleguéis a ser dos encumbrados estandartes y dos luces resplandecientes.
Sería muy aceptable que se efectuaran extensos viajes en el mes de octubre, hacia el norte, el sur, el este y el oeste, en compañía de ese cirio del amor de Dios, la Sra. Maxwell. Mi esperanza es que ella se recupera completamente; esta amada sierva de Dios es como una llama de fuego y día y noche no piensa en otra cosa que no sea el servicio a Dios. Por ahora viajad a través de los estados del norte, y en el invierno dirigíos con premura hacia los estados del sur. Vuestro servicio debe consistir en elocuentes disertaciones, desarrolladas en reuniones en las que podáis promulgar las enseñanzas divinas. En lo posible emprended en algún momento un viaje a las Islas Hawai.
Los acontecimientos que han ocurrido han sido todos consignados hace cincuenta años en las Tablas de Bahá'u'lláh, Tablas que han sido impresas, publicadas y esparcidas por todo el mundo. Las enseñanzas de Bahá'u'lláh son la luz de esta edad y el espíritu de este siglo. Exponed cada una de ellas en todas las reuniones.

La primera es la investigación de la verdad.
La segunda, la unidad del género humano.
La tercera, la paz universal.
La cuarta, la concordancia entre la ciencia y la revelación divina.
La quinta, el abandono de los prejuicios raciales, religiosos, mundanos y políticos, prejuicios que destruyen los fundamentos de la humanidad.
La sexta, es la rectitud y la justicia.
La séptima, el mejoramiento de la moralidad y la educación celestial.
La octava, la igualdad de los sexos.
La novena, la difusión del conocimiento y la educación.
La décima, las cuestiones económicas.

Y así sucesivamente. Esfuérzate para que las almas alcancen la luz de guía y se aferren a la orla de Bahá'u'lláh.
La carta que incluiste fue leída con detenimiento. Cuando el alma del hombre es refinada y purificada se establecen vínculos espirituales, y de estos lazos se producen sensaciones percibidas por el corazón. El corazón humano se parece a un espejo. Cuando éste se encuentra pulido, los corazones humanos están en consonancia, y se reflejan unos en otros, y de este modo se generan emociones espiritual. Es como el mundo de los sueños, cuando el hombre está desprendido de las cosas tangibles y experimenta aquellas que son del espíritu. ¡Qué asombrosas leyes intervienen y qué notables descubrimientos se realizan! Y puede ser que incluso se registren minuciosas comunicaciones...
Y, finalmente, espero que en Chicago los amigos lleguen a ser unidos y puedan iluminar esa ciudad, pues allí apareció la aurora de la Causa, y en ello reside su preferencia por sobre otras ciudades. Por tanto, debe ser tenida en especial consideración; para que quizá, Dios mediante, sea liberada de todas las aflicciones espirituales, y alcance perfecta salud, y llegue a ser un centro del Convenio y Testamento.

71

¡Oh tú, amada sierva de Dios! Tu carta ha sido recibida y su contenido revela el hecho de que los amigos, con perfecta energía y vitalidad, están ocupados en la propagación de las enseñanzas espirituales. Esta noticia ha causado intensa alegría y felicidad. Pues cada era tiene un espíritu; el espíritu de esta era iluminada radica en las enseñanzas de Bahá'u'lláh. Pues ellas establecen los fundamentos de la unidad del mundo de la humanidad, y promulgan la hermandad universal. Ellas están basadas en la unidad de la ciencia y la religión, y en la investigación de la verdad. Ellas sustentan el principio de que la religión debe ser la causa de amistad, de unión y armonía entre los hombres. Ellas establecen la igualdad de ambos sexos, y proponen los principios económicos, los cuales son en beneficio de la felicidad de los individuos. Ellas difunden la educación universal, para que, tanto como sea posible, todas las almas participen del conocimiento. Ellas abrogan y eliminan los prejuicios religiosos, raciales, políticos, patrióticos y económicos, y otros similares. Aquellas enseñanzas que están diseminadas a través de las Epístolas y Tablas son la causa de la iluminación y la vida del mundo de la humanidad. Quienquiera que las promulgue será, en verdad, asistido por el Reino de Dios.
El Presidente de la República, el Dr. Wilson, está sirviendo ciertamente al Reino de Dios, pues es incansable y se esfuerza de día y de noche para que los derechos de todos los hombres sean preservados, que estén seguros y a salvo, y para que tanto las naciones pequeñas, así como las más grandes, habiten en paz y en confort, bajo la protección de la Rectitud y la Justicia. Este propósito, de hecho, es excelso. Confío en que la incomparable Providencia asistirá y confirmará a tales almas, en todas las condiciones.

72

¡Oh tú, amigo verdadero! Lee, en la escuela de Dios, las lecciones del espíritu, y aprende del Maestro del amor las verdades más recónditas. Indaga los secretos del Cielo y habla acerca de la abundante gracia y favor de Dios.
Aun cuando la adquisición de las ciencias y las artes es la mayor gloria de la humanidad, ello es así solo a condición de que el río del hombre desagüe en el gran mar y obtenga su inspiración del antiguo manantial de Dios. Cuanto esto ocurre, entonces cada maestro es como un océano sin riberas, y cada alumno, una pródiga fuente de conocimiento. Si, entonces, la prosecución del conocimiento conduce a la belleza de Aquel Quien es el Objeto de todo conocimiento, cuán excelente es esta meta; mas, por el contrario, una mera gota podría tal vez excluir al hombre de la anegante gracia, pues con el saber viene la arrogancia y el orgullo, y ello acarrea error e indiferencia hacia Dios.
Las ciencias de hoy en días son puentes hacia la realidad; luego, si ellas no conducen a la realidad, nada queda sino una estéril ilusión. ¡Por el Dios único y verdadero! Si el saber no es un medio de acceso a Él, el Más Manifiesto, entonces no es sino evidente pérdida.
Es de tu incumbencia adquirir las diversas ramas del conocimiento, y dirigir tu rostro hacia la hermosura de la Manifiesta Belleza, para que sean un signo de guía salvadora entre los pueblos del mundo, y un centro focal de entendimiento en esta esfera, de la cual los sabios y su sabiduría están excluidos, a excepción de aquellos que entran en el Reino de las Luces, y llegan a estar informados del velado y oculto misterio, del bien guardado secreto.

73

¡Oh tú, hija del Reino! Tu carta ha llegado y su contenido deja bien en claro el hecho de que has dirigido todos tus pensamientos hacia la adquisición de la luz procedente de los dominios del misterio. Mientras los pensamientos de un individuo se hallen dispersos, él no logrará ningún resultado; mas si su pensamiento se concentra en un único punto, los frutos del mismo serán maravillosos.
Uno no puede obtener toda la fuerza de la luz solar cuando ella es proyectada sobre un espejo plano, mas en cuanto el Sol se refleja sobre un espejo cóncavo o sobre una lente convexa, todo su calor se concentra en un solo punto, y ese único punto arderá al máximo. Así, pues, es necesario enfocar el pensamiento en un único punto, para que llegue a ser una fuerza efectiva.
Tú deseabas celebrar el Día de Ri¤ván con una fiesta, y hacer que los asistentes se ocuparan en ese día en recitar Tablas con deleite y regocijo, y me has pedido que te envíe una carta para ser leída en ese día. Mi carta es ésta:
¡Oh vosotros mis amados, y vosotras siervas del Misericordioso! Este es el día cuando el Sol de la Verdad ha surgido sobre el horizonte de la vida, y se ha esparcido su gloria, y su brillo ha resplandecido con tal poder que ha hendido las densas y acumuladas nubes, ascendiendo por los cielos del mundo en todo su esplendor. De allí que atestigüéis una nueva agitación a través de todas las cosas creadas.
Ved cómo, en este día, el ámbito de las ciencias y de las artes se ha ensanchado, y qué maravillosos adelantos técnicos se han realizado, y en cuán alto grado los poderes de la mente han aumentado, y qué estupendas invenciones han surgido.
Esta época es, de hecho, como un centenar de otras épocas; si reunierais la producción de cien épocas y la cotejarais con el producto acumulado de nuestros tiempos, la producción de esta era resultaría mayor que la de un centenar de las eras pasadas. Tomad, por ejemplo, el conjunto de libros que han sido escritos en todas las épocas pasadas, y comparadlo con los libros y tratados que ha producido nuestra era: estos libros escritos en nuestro día solamente, exceden con mucho la cantidad total de volúmenes que han sido escritos a través de las épocas. ¡Observad cuán poderosa es la influencia ejercida por el Sol del mundo, por sobre la esencia misma de todas las cosas creadas!
Mas, ¡ay!, un millar de veces !ay! Los ojos no lo ven, los oídos están sordos, y los corazones y las mentes no tienen en cuenta esta suprema dádiva. Esforzaos vosotros entonces, con todo vuestro corazón y vuestra alma, por despertar a aquellos que duermen, por hacer que los cielos vean, y que los muertos resuciten.

74

¡Oh tú, ave que cantas dulcemente a la Belleza de Abhá! En esta nueva y maravillosa dispensación, los velos de la superstición han sido rasgados, y los prejuicios de los pueblos orientales se hallan condenados. Entre ciertas naciones del Este, la música era considerada censurable, mas en esta nueva época, la Manifiesta Luz, en sus Sagradas Tablas, ha proclamado específicamente que la música, cantada o instrumental, es alimento espiritual para el alma y el corazón.
El arte del músico está entre aquellas artes dignas de la mayor alabanza, y conmueve los corazones de quienes se hallan acongojados. Por tanto, oh tú Shahnáz,34 toca y canta las santas palabras de Dios con maravillosos tonos en las reuniones de los amigos, para que el oyente sea liberado de las cadenas de la ansiedad y la pena, y su alma salte de alegría, y se humille en oración al reino de Gloria.

75

Esforzaos de alma y corazón para hacer que exista unión y armonía entre los blancos y los negros, y probar con ello la unidad del mundo bahá'í, donde no tienen cabida las distinciones de color, sino que solo se consideran los corazones. Loado sea Dios, los corazones de los amigos están mutuamente unidos y enlazados, ya sean ellos del este o del oeste, del norte o del sur; ya sean alemanes, franceses, japoneses, americanos, o bien pertenecientes a las razas blanca, negra, cobriza, amarilla o malaya. Las variedades de color, de país y de raza no son de ninguna importancia en la Fe Bahá'í; por el contrario, la unidad bahá'í se sobrepone a todas y elimina esas fantasías e imaginaciones.

76

¡Oh tú, quien tienes un corazón iluminado! Tú eres exactamente como la pupila del ojo, el manantial mismo de la luz, pues el amor de Dios ha derramado sus rayos sobre tu íntimo ser y has vuelto tu rostro hacia el Reino de tu Señor.
Es intenso en los Estados Unidos el odio entre negros y blancos, pero mi esperanza es que el Poder del Reino los una en amistad, y les sirva de bálsamo curativo.
Que no consideren el color de un hombre sino su corazón. Si el corazón está lleno de luz, ese hombre está próximo al umbral de su Señor; mas si no lo está, ese hombre es indiferente para con su Señor, ya sea él blanco o negro.

77

¡Oh tú, venerable sierva de Dios! Tu carta desde Los Ángeles ha sido recibida. Agradece a la divina Providencia que te haya ayudado a servir y que hayas sido la causa de la promulgación de la unidad del mundo de la humanidad, para que la oscuridad de las diferencias entre los hombres se disipen, y que el pabellón de la unidad de las naciones proyecte su sombra sobre todas las regiones. Sin tal unidad, la tranquilidad y el confort, la paz y la reconciliación universal, son inalcanzables. Este siglo iluminado necesita y demanda su cumplimiento. En todo siglo, un tema particular y central, en un todo de acuerdo con los requerimientos de tal siglo, es confirmado por Dios. En esta época iluminada, aquello que está confirmado es la unidad del mundo de la humanidad. Toda alma que sirve a esta unidad será indudablemente asistida y confirmada.
Yo espero que en las reuniones tú entones alabanzas con una dulce melodía, y que llegues a ser causa de gozo y alegría para todos.

78

¡Oh tú, quien eres puro de corazón, santificado de espíritu, de carácter incomparable, de hermoso rostro! Se ha recibido tu fotografía, la cual revela tu forma física en la mayor gracia y en el mejor aspecto. Tú eres de semblante oscuro y de carácter luminoso. Tú eres como la pupila del ojo, la cual es de color oscuro, mas es la fuente de luz y la reveladora del mundo contingente.
No te he olvidado ni te olvidaré. Ruego a Dios que bondadosamente te haga el signo de su munificencia entre la humanidad, que ilumine tu rostro con la luz de aquellas bendiciones que son conferidas por el Señor misericordioso, que te escoja a ti para su amor, en esta edad que es distinguida entre todas las edades y centurias del pasado.

79

¡Oh ilustre personaje! He leído la obra suya, The Gospel of Wealth,35 y observado que posee, en verdad, sanas y apropiadas recomendaciones para aliviar la suerte de la humanidad.
Para exponer brevemente el tema, las Enseñanzas de Bahá'u'lláh proponen compartir voluntariamente, y esto es algo más grande que la equiparación de riqueza. Pues la igualdad debe ser impuesta desde afuera, mientras que compartir es un asunto de libre elección.
El hombre alcanza la perfección por medio de las buenas acciones, realizadas voluntariamente, no por las buenas acciones que le son impuestas. Y compartir es una acción justa por decisión personal; ello es, el rico debería conceder su ayuda al pobre, debería gastar sus bienes en favor del pobre, mas por su propio libre albedrío, y no porque el pobre haya obtenido esto por la fuerza. Pues la cosecha de la fuerza es el tumulto y la ruina del orden social. Por el contrario, la partición voluntaria, el libre desembolso de los propios bienes, conducen al confort y la paz de la sociedad. Ello ilumina al mundo, y confiere honor a la humanidad.
He observado los buenos resultados de su filantropía en los Estados Unidos, en varias universidades, en reuniones por la paz, y en asociaciones por la promoción del saber, cuando yo estaba viajando de ciudad en ciudad. Por consiguiente, ruego que siempre se encuentre rodeado de las dádivas y bendiciones del cielo, y que lleve a cabo muchas acciones filantrópicas en Oriente y en Occidente. De este modo, podrá resplandecer como un cirio encendido en el Reino de Dios, podrá alcanzar honor y vida sempiterna, y brillar como una estrella resplandeciente en el horizonte de la eternidad.

80

¡Oh tú, quien vuelves tu rostro hacia Dios! Tu carta ha sido recibida. De su contenido se desprende que tu deseo es servir al pobre. ¡Qué mejor deseo que éste! Las almas del Reino desean ansiosamente servir al pobre, compartir su dolor, expresar su amabilidad al miserable, y hacer que sus vidas fructifiquen. Feliz de ti por tener tal deseo.
Transmite a tus dos hijos mi más grande afecto y amor. Sus cartas han sido recibidas mas, por falta de tiempo, no me es posible por el momento escribir cartas separadamente. Exprésales mi más grande afecto.

81

Aquellas almas que durante la guerra han servido a los pobres y han estado en la tarea de la Misión de la Cruz Roja, sus servicios son aceptados en el Reino de Dios y son la causa de su vida sempiterna. Transmíteles estas buenas nuevas.

82

Oh tú, quien eres firme en el Convenio; tu carta ha sido recibida. Has realizado un gran esfuerzo en favor de ese prisionero; quizá rinda sus frutos. De todos modos, dile: "Los habitantes del mundo están confinados en la prisión de la naturaleza, una prisión que es permanente y eterna. Si tú, en la actualidad, te hallas restringido dentro de los límites de una prisión temporaria, no te apenes por ello; es mi esperanza que sean emancipado de la prisión de la naturaleza y puedas alcanzar la corte de la vida sempiterna. Ruega a Dios de día y de noche, y suplícale indulgencia y perdón. La omnipotencia de Dios resolverá todas las dificultades."

83

Transmite de parte de 'Abdu'l-Bahá mis saludos de Abhá a tu respetada esposa, y dile: "El afecto, el adiestramiento y la educación brindada a los prisioneros es extremadamente importante. Por consiguiente, como tú te has esforzado en ello, has despertado a algunos de ellos, y han sido la causa de que dirijan sus rostros al Reino divino, esta loable acción es sumamente aceptable. Persevera sin vacilación. Transmite de mi parte a los dos prisioneros de San Quintín mi mayor afecto, y diles: 'Esa prisión, a la vista de las almas sabias, es una escuela de adiestramiento y de desarrollo. Debéis esforzaros con alma y corazón para llegar a ser renombrados en carácter y en conocimiento'."

84

¡Oh tú, querida sierva de Dios! Ha sido recibida tu carta, y leído con atención su contenido.
Entre la masa del pueblo el matrimonio es un lazo físico, y esa unión solo puede ser temporaria, pues al final está condenada a una separación física.
Entre el pueblo de Bahá, sin embargo, el matrimonio debe ser la unión del cuerpo como así también del espíritu, pues aquí tanto el esposo como la esposa están encendidos por el mismo vino, ambos están enamorados del mismo incomparable Rostro, ambos viven y se mueven mediante el mismo espíritu, ambos están iluminados por la misma gloria. Esta relación entre ellos es espiritual, en consecuencia, es un lazo que perdurará por siempre. Del mismo modo, ellos gozan de vínculos firmes y duraderos también en el mundo físico, pues si el matrimonio está basado tanto en el espíritu como en el cuerpo, esa unión es verdadera, y por consiguiente perdurará. No obstante, si el vínculo es físico y nada más, con seguridad será temporario, e inexorablemente deberá terminar en separación.
Sin embargo, cuando la gente de Bahá decide unirse en matrimonio, la unión debe ser una relación verdadera, una comunión espiritual así como física, para que a través de todas las etapas de la vida y en todos los mundos de Dios, esa unión perdure; pues esta unicidad real es un destello del amor de Dios.
Del mismo modo, cuando las almas llegar a ser verdaderos creyentes, alcanzan una relación espiritual unos hacia otros, y evidencian una ternura que no es de este mundo. Todos ellos se regocijarán con un sorbo del divino amor, y esa unión entre ellos, esa relación también perdurará por siempre. Es decir, las almas que a sí mismas se releguen al olvido, se despojen de los defectos del género humano y se liberen de la servidumbre humana, serán sin duda alguna iluminadas con los esplendores celestiales de la unicidad, y todas alcanzarán la verdadera unión en el mundo que no muere.

85

En cuanto a la cuestión referente al matrimonio según la Ley de Dios: primero debes elegir a alguien que te agrade, y luego el asunto está sujeto al consentimiento de padre y madre. Antes de hacer tu elección, no tienen ellos ningún derecho a interferir.

86

El matrimonio bahá'í es el compromiso de ambas partes, una hacia la otra, y la mutua vinculación de mente y corazón. Cada uno, no obstante, debe poner el máximo cuidado por informarse profundamente del carácter del otro, para que el convenio obligatorio entre ellos sea un lazo que perdure por siempre. El propósito debe ser éste: convertirse en amorosos compañeros y camaradas cada uno para con el otro, por el tiempo y la eternidad...
El verdadero matrimonio de los bahá'ís, es que el esposo y la esposa se unan tanto espiritual como físicamente, para que siempre puedan mejorar mutuamente la vida espiritual de cada uno y puedan gozar de unidad sempiterna a través de los mundos de Dios. Éste es el matrimonio bahá'í.

87

¡Oh tú, recordación de aquel que murió por la Bendita Belleza! En los días recientes se han recibido las gozosas nuevas de tu boda con esa luminosa hoja, lo cual ha alegrado infinitamente los corazones del pueblo de Dios. Con toda humildad, se han ofrecido oraciones de súplica ante el Sagrado Umbral, para que este matrimonio sea un precursor de felicidad para los amigos, que sea un vínculo de amor para toda la eternidad, y que produzca beneficios y frutos imperecederos.
De la separación deriva toda clase de perjuicio y de daño, mas la unión de las cosas creadas produce siempre muy loables resultados. Por el apareamiento de hasta las más pequeñas partículas en el mundo de la existencia, la gracia y la munificencia de Dios se han manifiestas; y cuanto mayor sea el grado, más trascendental será la unión. "Glorificado sea Aquel que ha creado todas las parejas, de las cosas que están fuera de su comprensión."36 Y por encima de todas las demás uniones está aquella entre los seres humanos, en especial cuando se realiza en el amor de Dios. Así se hace aparecer la unicidad primordial; así se establecen los fundamentos del amor en el espíritu. Con seguridad que in matrimonio tal como el vuestro hará que las dádivas de Dios sean reveladas. Por tanto, os felicitamos y pedimos bendiciones para vosotros, y rogamos a la Bendita Belleza que, mediante su ayuda y su favor, haga de esa fiesta de bodas un júbilo para todos y que la adorne con la armonía del Cielo.

¡Oh mi Señor, oh mi Señor! Estos dos astros brillantes están desposados en tu amor, juntos en el servicio a tu Sagrado Umbral, unidos en la atención de tu Causa. Haz que este matrimonio sea como una hebra de luz de tu abundante gracia, oh mi Señor, el Todomisericordioso, y rayos luminosos de tus dádivas, oh Tú, el Benéfico, el Siempre Dador, que de este gran árbol crezcan ramas que se vuelvan verdes y florecientes por medio de los dones que descienden en tus nubes de gracia.
En verdad, Tú eres el Generoso; en verdad, Tú eres el Todopoderoso; en verdad, Tú eres el Compasivo, el Todomisericordioso.

88

¡Oh vosotros, mis dos amados hijos! La noticia de vuestra unión, tan pronto como me llegó, infundió infinita alegría y gratitud. Loado sea Dios, que esas dos fieles aves hayan buscado refugio en un único nido. Ruego a Dios que les permita establecer una familia honorable, ya que la importancia del matrimonio radica en la crianza de una familia rica en bendiciones, para que con completa felicidad, como si fueran candelas, iluminen el mundo. Pues el esclarecimiento del mundo depende de la existencia del hombre. Si no existiera el hombre, este mundo sería como un árbol sin fruto. Mi esperanza es de que ustedes dos lleguen a ser como un solo árbol y, por medio de las efusiones de la nube del bondadoso afecto, adquieran frescura y encanto, y puedan florecer y rendir sus frutos a fin de que vuestro linaje perdure eternamente.
Sea con vosotros la Gloria del Más Glorioso.

89

¡Oh tú, quien eres firme en el Convenio! La carta que habías escrito el 2 de mayo de 1919 ha sido recibida. Alabado sea Dios, pues eres firme y constante en las pruebas, y te aferras al Reino de Abhá. Ninguna aflicción te afecta ni te perturba calamidad alguna. Hasta que el hombre no es probado, el oro puro ni puede ser claramente separado de la escoria. El tormento es el fuego de la prueba en el cual el oro puro brilla resplandeciente, y la impureza se quema y ennegrece. En el presente, alabado sea Dios, tú eres firme y constante en las pruebas y aflicciones, y no te desconciertas por ellas.
Tu esposa no se halla en armonía contigo mas, gracias a Dios, la Bendita Belleza está complacido contigo y te confiere la más grande munificencia. Pero, a pesar de todo, trata de ser paciente con tu esposa, para que tal vez ella pueda ser transformada, y que su corazón se ilumine. La contribución que has hecho a la enseñanza es sumamente aceptable y será eternamente mencionada en el Reino Divino, pues es la causa de la difusión de las fragancias y de la exaltación de la Palabra de Dios.

90

¡Oh Dios, mi Dios! Ésta tu sierva está invocándote, confiando en Ti, volviendo su rostro hacia Ti, implorando que derrames sobre ella tus favores celestiales, y le descubras tus misterios espirituales, y que viertas sobre ella las luces de tu Deidad.
¡Oh mi Señor! Haz que los ojos de mi esposo vean. Regocija mi corazón con la luz del conocimiento de Ti, atrae su mente hacia tu luminosa belleza, anima su espíritu revelándole tus manifiestos esplendores.
¡Oh mi Señor! Descorre el velo que hay delante de su vista. Haz llover sobre él tu abundante munificencia, embriágale con el vino del amor por Ti, y hazle uno de tus ángeles cuyos pies hollan esta tierra, así como sus almas se remontan a través del encumbrado cielo. Has que llegue a ser una lámpara brillante, resplandeciendo en medio de tu pueblo con la luz de tu sabiduría.
En verdad, Tú eres el Preciado, el Siempre Conferidor, el Dadivoso.

91

¡Oh tú, quien te has prosternado en oración ante el Reino de Dios! Bienaventurada eres, pues la Belleza del Divino Semblante ha arrobado tu corazón, y la luz de la sabiduría interior lo ha colmado por completo, y dentro de él brilla el esplendor del Reino. Has de saber que Dios está contigo en todas las circunstancias, y que Él te guarda de los cambios y azares de este mundo, y que te ha hecho una sierva de su gran viña...
En cuanto a tu estimado esposo: corresponde que le trates con la mayor bondad, que consideres sus deseos y que en todo momento seas conciliadora con él, hasta que él pueda ver que debido a que tú te has dirigido hacia el Reino de Dios, tu ternura hacia él y tu amor a Dios no han sino aumentado, al igual que tu interés por sus deseos en todas las circunstancias.
Ruego al Todopoderoso que te mantenga firmemente establecida en su amor, y difundiendo siempre los dulces hálitos de santidad en todas esas regiones.

92

¡Oh vosotros dos, creyentes en Dios! El Señor, incomparable es Él, ha hecho que la mujer y el hombre vivan juntos en la más estrecha camaradería, y que sean como una sola alma. Ellos son dos compañeros, dos íntimos amigos, cada uno interesado en el bienestar del otro.
Si viven de ese modo, pasarán a través de este mundo en perfecta dicha, felicidad y paz del corazón, y llegarán a ser el objeto de la gracia divina y del favor divino en el Reino del cielo. Mas si lo hacen de otro modo, vivirán su vida en gran amargura, anhelando la muerte en todo momento, y estarán avergonzados en el mundo celestial.
Esforzaos entonces, con alma y corazón, por vivir el uno con el otro como dos palomas en el nido, pues ello es estar bendecidos en ambos mundos.

93

¡Oh tú, sierva de Dios! Toda mujer que llega a ser la sierva de Dios supera en gloria a las emperatrices del mundo, pues se halla en relación con Dios, y su soberanía es sempiterna, en tanto que un puñado de polvo borrará el nombre y la fama de aquellas emperatrices. En otras palabras, tan pronto como descienden a la tumba quedan reducidas a la nada. Las siervas del Reino de Dios, en cambio, gozan de soberanía eterna, la cual no es afectada por el transcurso de las edades y generaciones.
Considera cuántas emperatrices, desde el tiempo de Cristo, han venido y se han ido. Cada una de ellas fue la gobernante de un país, mas ahora todo rastro y nombre de ellas se han perdido, mientras que María Magdalena, quien tan solo era una campesina y una sierva de Dios, aún resplandece desde el horizonte de eterna gloria. Esfuérzate por tanto, por continuar siendo la sierva de Dios.
Tú has encomiado la Convención. Esa Convención alcanzará gran importancia en el futuro, pues sirve al Reino divino y al mundo de la humanidad. Ella promulga la paz universal y sienta las bases de la unidad de la humanidad; libera a las almas de prejuicios religiosos, raciales y mundano, y las reúne bajo la sombra del pabellón unicolor de Dios. Por consiguiente, ofrece alabanzas a Dios, por cuanto has asistido a tal Convención y has escuchado las Enseñanzas divinas.

94

¡Oh vosotras, siervas de la Belleza de Abhá! Vuestra carta ha llegado, y su lectura ha traído un gran regocijo. Loado sea Dios; las mujeres creyentes han organizado reuniones donde aprenderán cómo enseñar la Fe, donde esparcirán los dulces aromas de las Enseñanzas y harán planes para el adiestramiento de los niños.
Esta reunión debe ser completamente espiritual. Ello es, las discusiones deben limitarse a reunir pruebas claras y concluyentes de que el Sol de la Verdad realmente ha aparecido. Y, además, los presentes deben ocuparse con todos los medios a su alcance en la educación de las niñas; en la enseñanza de las diversas ramas del conocimiento, en la buena conducta, en un modo recto de vida, en la cultivación de un buen carácter, en la castidad y la constancia, la perseverancia, la fortaleza, la determinación, la firmeza de propósito, del manejo del hogar, de la educación de los niños, y de todo aquello que sea especialmente aplicable a las necesidades de las niñas, con el objeto de que estas niñas, criadas en la fortaleza de todas las perfecciones y con la protección de un buen carácter, luego, cuando a su vez lleguen a ser madres, críen a sus hijos para que desde la más tierna infancia tengan un buen carácter y se comporten correctamente.
Que estudien además todo lo que promueva la salud del cuerpo y el vigor físico, y cómo proteger a sus hijos de la enfermedad.
Cuando los asuntos están así bien ordenados, cada niño llegará a ser como una planta sin igual en los jardines del Paraíso de Abhá.

95

¡Oh siervas del Señor! La reunión espiritual que habéis establecido en esa ciudad iluminada, es de lo más propicia. Habéis dado grandes pasos; habéis superado a otros, os habéis levantado a servir en el Sagrado Umbral, y habéis conquistado las dádivas celestiales. Ahora, con todo el fervor espiritual, debéis congregaros en esa reunión iluminada y recitar las Sagradas Escrituras, y ocupándoos en recordar al Señor. Presentad sus argumentos y pruebas. Trabajad por la guía de las mujeres en esa tierra, enseñad a las jóvenes y a los niños, para que las madres puedan instruir a sus pequeños desde sus tempranos días, educarlos concienzudamente, criarlos para que posean un carácter benigno y buena moral, guiarlos hacia todas las virtudes de la humanidad, impedir el desarrollo de cualquier comportamiento censurable, y criarlos en los brazos de la educación bahá'í. Así, esos tiernos infantes serán nutridos del pecho del conocimiento de Dios y de su amor. Así crecerán y florecerán, y se les enseñará la rectitud y la dignidad humana, la resolución, la determinación y la paciencia. Así aprenderán perseverancia en todos los casos, deseos de progresar, magnanimidad y elevada resolución, castidad y pureza de vida. Así, todos serán capaces de llevar a feliz término cualquier cosa que emprendan.
Que las madres consideren de importancia primordial todo lo concerniente a la educación de sus hijos. Que se esfuercen en este sentido, pues cuando el tallo es verde y tierno crecerá en cualquier forma que se le enseñe. Por tanto, concierne a las madres criar a los pequeños igual que un jardinero cuidad sus tiernas plantas. Que procuren día y noche establecer la fe y la certidumbre en sus hijos, el temor de Dios, el amor por los Bienamados de los mundos, y todas las aptitudes y cualidades buenas. Cuando una madre vea que su hijo se ha portado bien, que le alabe y aliente y alegre su corazón; y si se manifestara el más pequeño rasgo indeseable, que ella lo aconseje y le castigue utilizando medios basados en la razón, incluso un leve castigo verbal si es necesario. Sin embargo, no está permitido golpear o vilipendiar al niño, pues su carácter se pervertirá totalmente si es sometido a golpe o abuso verbal.

96

¡Oh siervas del Misericordioso! Agradeced a la Antigua Belleza, ya que habéis sido creadas y reunidas en éste el más grande de los siglos, en ésta la más iluminada de las edades. En apropiado agradecimiento a tal merced manteneos firmes y resueltas en el Convenio, y siguiendo los preceptos de Dios y de la Sagrada Ley, amamantad a vuestros hijos, desde su más tierna infancia, con la leche de una educación universal, y criadlos de manera que desde sus primeros días, dentro de su íntimo corazón, de su naturaleza misma, se establezca firmemente un modo de vida que se ajuste, en todas las cosas, a las Enseñanzas divinas.
Pues las madres son las primeras educadoras, las primeras guías y, ciertamente, son las madres quienes determinan la felicidad, la futura grandeza, la cortesía y el saber, y el juicio, y el entendimiento, y la fe de sus pequeños.

97

Existen ciertos pilares que han sido establecidos como los fundamentos inconmovibles de la Fe de Dios. El más poderoso de ellos es el conocimiento y el empleo de la mente, la expansión de la conciencia y la comprensión de las realidades del universo y de los misterios ocultos de Dios Todopoderoso.
Promover el conocimiento es, por consiguiente, un deber ineludible asignado a cada uno de los amigos de Dios. Corresponde a esa Asamblea Espiritual, esa congregación de Dios, realizar todos los esfuerzos en la educación de los niños, a fin de que desde la infancia sean instruidos en la conducta bahá'í y en los modos de obras que son de Dios, y al igual que tiernas plantas, prosperen y florezcan en las suaves y fluyentes aguas que constituyen los consejos y admoniciones de la Bendita Belleza.

98

Si no existiese educador, todas las almas permanecerían en estado de salvajismo, y si no fuera por el maestro, los niños serían criaturas ignorantes.
Es por esta razón que en este nuevo ciclo, la educación y la enseñanza están consignadas en el Libro de Dios como obligatorias y no como voluntarias. Es decir, se les impone al padre y a la madre, como un deber, realizar todos los esfuerzos por instruir a la hija y al hijo, amamantarlos con el pecho del conocimiento, y criarlos en el regazo de las ciencias y las artes. Si desatendiesen este aspecto serían considerados responsables y dignos de reproche, en la presencia del severo Señor.

99

Has escrito acerca de los niños: desde el comienzo mismo, los niños deben recibir educación divina, y continuamente debe hacérseles recordar a su Dios. Que el amor de Dios llene su ser interior, mezclado con la leche de la madre.

100

Es mi deseo que estos niños reciban una educación bahá'í, con el objeto de que puedan progresar tanto aquí como en el Reino, y que alegren tu corazón.
En un futuro la moralidad se degradará en extremo. Es esencial que los niños sean criados al modo de ser bahá'í, para que ellos puedan encontrar la felicidad, tanto en este mundo como en el venidero. De lo contrario, serán acosados por las aflicciones y las tribulaciones, pues la felicidad humana está fundada en el comportamiento espiritual.

101

¡Oh vosotros, quienes poseéis la paz del alma! Entre los Textos Divinos expuestos en el Libro Más Sagrado, y también en otras Tablas, se halla éste: es de incumbencia del padre y de la madre adiestrar a sus hijos, tanto en la que respecta a la buena conducta como en el estudio de libros; es decir, en el grado que se requiera tal estudio, de modo que ningún niño, ya sea mujer o varón, permanezca iletrado. Si el padre faltare a su deber, debe ser obligado a afrontar su responsabilidad, y si no fuere capaz de cumplirla, que la Casa de Justicia se haga cargo de la educación de los hijos; en ningún caso ha de dejarse a un niño sin educación. Éste es uno de los mandamientos estrictos e ineludibles que de ser descuidado, atraerá la airada indignación de Dios Omnipotente.

102

¡Oh leales compañeros! Toda la humanidad es como los niños de una escuela; y los Puntos de Amanecer de la Luz, las Fuentes de la revelación divina, son sus maestros, maravillosos y sin igual. En la escuela de las realidades, ellos educan a estos hijos e hijas de acuerdo con las enseñanzas de Dios, y los crían en el regazo de la gracia, para que puedan desarrollarse en todo sentido, que muestren los excelentes dones y bendiciones del Señor, y reúnan las perfecciones humanas; para que puedan progresar en todos los aspectos de los emprendimientos humanos, ya sea en lo externo o interno, en lo oculto o visible, en lo material o espiritual, hasta que hagan de este mundo mortal un amplio espejo que refleje ese otro mundo que no perece.
¡Oh vosotros, amigos de Dios! Dado que en ésta, la más trascendental de las edades, el Sol de la Verdad ha ascendido hasta el punto más elevado del equinoccio de primavera, y ha proyectado sus rayos sobre todos los climas, encenderá tan trémula excitación, desencadenará tales vibraciones en el mundo del ser, estimulará tal crecimiento y desarrollo, emitirá tal gloria de luz, y las nubes de gracia derramarán tan copiosas aguas, y los campos y las planicies estarán cubiertos de tal galaxia de perfumadas plantas y flores, que esta humilde tierra llegará a ser el Reino de Abhá y este mundo inferior, el mundo de lo alto. Entonces, esta partícula de polvo será como el vasto círculo de los cielos; este lugar humano, la corte palaciega de Dios; esta mota de arcilla, la aurora de los interminables favores del Señor de los Señores.
Por lo cual, ¡oh amados de Dios!, haced un gran esfuerzo hasta que vosotros mismos seáis una evidencia de este adelanto y de todas estas confirmaciones, y lleguéis a ser los centros focales de las bendiciones de Dios, las auroras de la luz de su unidad, los promotores de los dones y las mercedes de la vida civilizada. Sed en ese país la vanguardia de las perfecciones de la humanidad; impulsad las diferentes ramas del conocimiento, sed activos y progresistas en el campo de las invenciones y las artes. Esforzaos en rectificar la conducta de los hombres, y buscad sobrepasar a todo el mundo en carácter moral. Mientras los niños se hallen todavía en su infancia, alimentadles del pecho de la gracia celestial, criadles en la cuna de toda excelencia, educadles en el abrazo de la munificencia. Concededles la ventaja de toda clase de conocimiento útil. Dejadles que participen en todo oficio o arte nuevos, extraordinarios y maravillosos. Educadles en el trabajo y el esfuerzo, y acostumbradles a las privaciones. Enseñadles a dedicar la vida a cosas de gran importancia, e inspiradles en el emprendimiento de los estudios que beneficien a la humanidad.

103

La educación e instrucción de los niños, es una de las acciones más meritorias del género humano, y atrae la gracia y el favor del Todomisericordioso, pues la educación es el fundamento indispensable de toda virtud humana, y le permite al hombre abrirse camino hacia las alturas de perdurable gloria. Si un niño es instruido desde su infancia, por medio del amoroso cuidado del Santo Jardinero, beberá de las cristalinas aguas del espíritu y del conocimiento, al igual que un arbolito en medio de fluyente arroyos. Y, ciertamente, reunirá para sí los brillantes rayos del Sol de la Verdad, y por medio de su luz y su calor crecerá siempre fresco y hermoso en el jardín de la vida.
Por consiguiente, el preceptor debe asimismo hacer de doctor, ello es, al instruir al niño él debe además remediar sus faltas; debe conferirle sabiduría y, al mismo tiempo, educarle para que posea una naturaleza espiritual. Que el maestro sea un doctor par el carácter del niño, de este modo él curará los males espirituales de los hijos de los hombres.
Si en esta trascendental tarea se realiza un gran esfuerzo, el mundo de la humanidad brillará con otros ornamentos, y emitirá la más hermosa luz. Entonces, este sitio oscuro se tornará luminoso, y esta morada de tierra se convertirá en el Cielo. Los mismos demonios se transformarán en ángeles, y los lobos en pastores del rebaño, y la manada de perros salvajes en gacelas que pastan en las praderas de unidad, y las bestias voraces en pacíficas manadas, y las aves de rapiña de espolones afilados como cuchillos, en aves canoras trinando sus dulces notas vernáculas.
Pues la íntima realidad del hombres es una línea demarcatoria entre la sombra y la luz, el lugar donde convergen los dos mares,37 el punto más bajo del arco del descenso38 y, por tanto, es capaz de ganar todos los grados superiores. Con la educación él puede alcanzar toda excelencia; desprovisto de educación, se quedará en el punto más bajo de la imperfección.
Potencialmente, cada niño es la luz del mundo y, al mismo tiempo, la oscuridad; por lo cual la cuestión de la educación debe ser considerada como de importancia primordial. Desde su infancia, el niño debe ser amamantado del pecho del amor de Dios y nutrido en el abrazo de su conocimiento, para que pueda irradiar luz, crecer en espiritualidad, colmarse de sabiduría y erudición, y adquirir las características de la hueste angelical.
Ya que vosotros habéis sido asignados para esta sagrada tarea, debéis realizar el mayor esfuerzo para hacer famosa a esta escuela, en todos los aspectos, por todo el mundo, hacer de ella la causa de la exaltación de la Palabra del Señor.

104

¡Oh amados de Dios y siervas del Misericordioso! Un numeroso grupo de eruditos opina que las variaciones entre las mentes y los distintos grados de percepción se deben a diferencias en la educación, la instrucción y la cultura. Es decir, ellos creen que en el comienzo las mentes son iguales, pero que el adiestramiento y la educación dan como resultado las variaciones mentales y los diferentes niveles de inteligencia, y que tales variaciones no forman parte inherente de la individualidad, sino que son el resultado de la educación, que nadie tiene superioridad innata sobre otro...
Las Manifestaciones de Dios están igualmente de acuerdo con el punto de vista de que la educación ejerce la más poderosa influencia posible sobre la humanidad. Ellos afirman, no obstante, que las diferencias en el nivel de inteligencia son innatas; y este hecho es obvio, y no merece discusión. Pues vemos que niños de la misma edad, del mismo país, de la misma raza, aun de la misma familia, e instruidos por la misma persona, son sin embargo diferentes en cuanto al grado de comprensión e inteligencia. Uno progresará rápidamente, otro asimilará la instrucción tan solo gradualmente, y aun otro quedará en el nivel más bajo de todos. Pues por mucho que podáis pulir una ostra no se transformará en una reluciente perla, no podréis convertir un guijarro opaco en una gema cuyos deslumbrantes rayos iluminen el mundo. Nunca, por medio del cuidado y el cultivo, la coloquíntida y el árbol amargo39 se transformarán en el Árbol de la Bienaventuranza.40 Es decir, la educación no puede modificar la esencia íntima del hombre, pero ejerce enorme influencia y, con este poder, es posible que se manifiesten en el individuo cualesquiera perfecciones y capacidades que están depositadas dentro de él. Un grano de trigo, cuando es cultivado por el labrador, produce una cosecha completa, y una semilla, por medio del cuidado del jardinero, crecerá hasta ser un gran árbol. Gracias a los amorosos cuidados de un maestro, los niños de la escuela primaria pueden alcanzar los más altos niveles de realización; de hecho, sus beneficios pueden elevar a un niño insignificante a un exaltado trono. Así queda claramente demostrado que por su naturaleza esencial las mentes tienen capacidades diferentes, mientras que la educación también desempeña un papel importante y ejerce un poderoso efecto en su desarrollo.

105

En cuanto a la diferencia existente entre esa civilización material, ahora prevaleciente, y la civilización divina, la cual será uno de los beneficios derivados de la Casa de Justicia, es la siguiente: la civilización material, mediante el poder de leyes punitivas y coercitivas, restringe a la gente en la perpetración de actos criminales; y a pesar de ello, mientras las leyes para castigar y reprimir a un hombre se hallan en continua proliferación, como podréis ver, no existen leyes para recompensarle. En todas las ciudades de Europa y América se han erigido grandes edificios que sirven como cárceles para los criminales.
Sin embargo, la civilización divina educa de tal manera a cada miembro de la sociedad que nadie, a excepción de unos pocos, intentará cometer un crimen. De este modo, hay una gran diferencia entre la prevención del crimen a través de medidas violentas y coercitivas, y la educación de la gente, mediante su iluminación y espiritualización, a punto tal que sin ningún temor al castigo o a la venganza por venir, evitarán todo acto criminal. En verdad, verán en la perpetración misma del crimen una gran desgracia y en el crimen en sí, el más severo de los castigos. Se enamorarán de las perfecciones humanas y consagrarán sus vidas a todo lo que traiga luz al mundo, y promoverán aquellas cualidades que son aceptables al Santo Umbral de Dios.
Observa entonces cuán amplia es la diferencia entre la civilización material y la divina. Por la fuerza y mediante castigos la civilización material pretende disuadir a la gente de hacer le mal, de infligir daño a la sociedad y de cometer crímenes. Pero en una civilización divina, el individuo está condicionado de tal forma que sin temor al castigo, evitará la perpetración de crímenes, ve en el crimen el más severo de los tormentos y con presteza y alegría se dispone a adquirir las virtudes de la humanidad, a promover el progreso humano, y a esparcir luz a través del mundo.

106

Entre los más grandes de todos los servicios que el hombre tiene posibilidades de ofrecer a Dios Todopoderoso, se halla la educación e instrucción de los niños, tiernas plantas del Paraíso de Abhá, para que estos niños, criados por la gracia en el sendero de la salvación, creciendo como perlas de divina munificencia en la ostra de la educación, enjoyen algún día la corona de gloria perdurable.
Es, no obstante, muy difícil llevar a cabo este servicio, y más aún tener éxito en él. Espero que te desempeñes bien en ésta, la más importante de las tareas, y que salgas adelante, convirtiéndote en enseña de la abundante gracia de Dios; que estos niños, educados todos en las santas Enseñanzas, desarrollen una naturaleza como la de los perfumados aires que soplan a través de los jardines del Todoglorioso, esparciendo su fragancia alrededor del mundo.

107

Es la esperanza de 'Abdu'l-Bahá que estas almas juveniles sean atendidas, en el aula del conocimiento profundo, por alguien que les enseñe a amar. Ojalá que todos ellos, abarcando la extensión del espíritu, aprendan bien los misterios ocultos; tan bien, que en el Reino del Todoglorioso, cada uno de ellos, como un ruiseñor dotado de habla, pregone los secretos del Reino Celestial y, al igual que un amante ansioso, vierta su extrema necesidad y su absoluto afán por el Bienamado.

108

Debéis considerar la cuestión de un buen carácter como de primerísima importancia. Incumbe a todo padre y a toda madre aconsejar a sus hijos durante un largo período, y guiarles hacia aquellas cosas que conducen al honor sempiterno.
Alentad a los escolares, desde sus primeros años, a desarrollar discursos de gran calidad, de modo que en sus momentos libres se ocupen en dar charlas convincentes y efectivas, expresándose con claridad y elocuencia.

109

¡Oh vosotros, los recipientes de los favores de Dios! En esta nueva y maravillosa Edad, el basamento inconmovible es la enseñanza de las ciencias y las artes. Según lo especifican los Textos Sagrados todos los niños deben aprender artes y oficios, en la medida de lo necesario. Por lo cual, en toda ciudad y aldea deben establecerse escuelas, y todo niño de esa ciudad y aldea habrá de dedicarse al estudio en el grado que sea necesario.
De lo cual se desprende que toda alma que ofrezca su ayuda para llevar ello a cabo, ciertamente, será aceptada en el Umbral Celestial, y exaltada por la Compañía en lo alto.
Ya que os habéis esforzado con denuedo por lograr este importantísimo objetivo, es mi esperanza que obtendréis vuestra recompensa del Señor de las claras señales y los signos, y que las miradas de la gracia celestial encaminarán vuestro derrotero.

110

En lo que respecta a la organización de las escuelas: de ser posible, los niños deberían usar la misma clase de indumentaria, aunque fuera de distinta tela. Es preferible que la tela sea también uniforme; no obstante, si ello no fuese posible, no sería perjudicial. Cuanto más aseados sean los alumnos, tanto mejor; ellos deberían ser inmaculados. La escuela debería estar ubicada en un lugar donde el aire sea delicado y puro. Los niños deben ser cuidadosamente adiestrados de modo que sean sumamente corteses y bien educados. Debe alentárseles permanentemente y lograr que estén deseosos por alcanzar todas las cimas de las realizaciones humanas, para que desde sus más tempranos años aprendan a tener elevadas metas, a conducirse bien, a ser castos, puros e inmaculados, a tener resolución poderosa y firmeza de propósito en las cosas. No permitáis que bromeen o chanceen, sino que avancen diligentemente hacia sus metas, para que en cualquier situación actúen con resolución y firmeza.
La educación moral y la buena conducta son mucho más importantes que la erudición que se adquiere de los libros. Un niño aseado, afable, de buen carácter, cortés, aunque fuera ignorante, es preferible a un niño rudo, desaseado, avieso y, sin embargo, muy versado en todas las ciencias y las artes. La razón de ello es que un niño que se porta bien, aunque sea ignorante, es de beneficio para los demás, mientras que un niño hosco, de mal comportamiento, está corrompido y es perjudicial para los demás, aunque sea ilustrado. Si, no obstante, el niño es adiestrado para ser tanto ilustrado como bueno, el resultado es luz sobre luz.
Los niños son como una rama fresca y tierna; crecerán según como se les eduque. Hay que tener el mayor cuidado en darles los más elevados ideales y metas, para que cuando lleguen a la mayoría de edad, al igual que cirios brillantes, difundan sus rayos sobre el mundo, y no sean manchados por la lujuria y las pasiones, como si fueran animales, descuidados e inconscientes, sino que, en cambio, dirijan sus corazones hacia el logro del honor eterno y la adquisición de todas las excelencias de la humanidad.

111

La razón fundamental de la perversidad es la ignorancia y, por consiguiente, debemos aferrarnos a las herramientas de la percepción y el conocimiento. Debe enseñarse a tener buen carácter. La luz debe esparcirse por doquier, para que, en la escuela de la humanidad, todos puedan adquirir las características celestiales del espíritu, y vean por sí mismos que, más allá de toda duda, no existe infierno más cruel ni abismo más ardiente, que poseer un carácter malvado e insano; no hay fosa más oscura ni tormento más aborrecible, que manifestar cualidades que merecen la condenación.
El individuo debería ser educado en un grado tal como para preferir que le corten la garganta a decir una mentira, y considerar más tolerable ser herido por una espada o traspasado por una lanza antes que decir calumnias o dejarse llevar por la ira.
De este modo se encenderá el sentido de la dignidad y el orgullo humanos, y el fuego consumirá la siega de los apetitos carnales. Entonces, cada uno de los amados de Dios resplandecerá con las cualidades del espíritu como si fuera una luna brillante, y la relación de cada uno con el Sagrado Umbral de su Señor no será ilusoria sino sólida y real, será como el basamiento mismo del edificio, y no algo que embellece su fachada.
Por consiguiente, la escuela para niños debe ser un lugar de la mayor disciplina y orden, la instrucción debe ser completa, y se deben tomar las medidas para la rectificación y el refinamiento del carácter; a fin de que, en sus primeros años, dentro de la misma esencia del niños, sea echado el fundamento divino y sea erigida la estructura de santidad.
Sabed que este tema de la educación, de la rectificación y el refinamiento del carácter, de alentar y estimular al niño, es de la más grande importancia, pues estos son principios básicos de Dios.
Y así, si Dios lo quiere, de estas escuelas espirituales surgirán niños iluminados, engalanados con las más hermosas virtudes de la humanidad, y que no solo irradiarán su luz a través de Persia, sino alrededor del mundo.
Es sumamente difícil enseñar al individuo y refinar su carácter, una vez que ha pasado la pubertad. Para entonces, tal como lo ha demostrado la experiencia, aun cuando se hagan todos los esfuerzos por modificar alguna de sus tendencias, ello no servirá de nada. Quizá pueda mejorar en algo hoy, pero al cabo de algunos días se olvidará y retornará a su condición habitual y a sus modos acostumbrados. Por tanto, es en la primera infancia cuando debe establecerse una base firme. Mientras la rama sea fresca y tierna puede enderezarse fácilmente.
Ello significa que las cualidades del espíritu son el fundamento básico y divino, y que engalanan la verdadera esencia del hombre; y el conocimiento es la causa del progreso humano. Los bienamados de Dios deben dar gran importancia a este tema, y llevarlo adelante con mucho celo y entusiasmo.

112

En esta santa Causa la cuestión de los huérfanos tiene la más grande importancia. Debe mostrarse la mayor consideración hacia los huérfanos; deben ser enseñados, adiestrados y educados. En especial, deben proporcionárseles las Enseñanzas de Bahá'u'lláh por todos los medios y todo cuanto sea posible.
Suplico a Dios que puedas llegar a ser un padre bondadoso para con los niños huérfanos, reanimándoles con las fragancias del Espíritu Santo, para que lleguen a la edad de la madurez como verdaderos siervos del mundo del género humano y como brillantes candelas en la asamblea de la humanidad.

113

¡Oh sierva de Dios!... A las madres se les deben proporcionar las Enseñanzas divinas y el consejo eficaz, y se les debe alentar y hacer que estén ansiosas por enseñar a sus hijos, ya que la madre es el primer educador del niño. Es ella quien debe, desde el comienzo mismo, amamantar al recién nacido en el pecho de la Fe de Dios y de la Ley de Dios, para que el amor divino ingrese en él junto con la leche de la madre, y le acompañe hasta su último suspiro.
Siempre que la madre deja de enseñar a sus hijos y de ayudarles a adoptar un modo apropiado de vida, la instrucción que reciban posteriormente no ejercerá efecto en forma plena. Es de incumbencia de las Asambleas Espirituales proporcionar a las madres un programa bien planeado para la educación de los niños, que muestre cómo, desde la infancia, se debe vigilar y enseñar al niño. Deben darse estas instrucciones a todas las madres para que sirvan de guía, a fin de que cada una instruya y críe a sus hijos de acuerdo con las Enseñanzas.
De este modo, estas tiernas plantas del jardín del amor de Dios crecerán y florecerán, bajo el calor del Sol de la Verdad, por los suaves vientos primaverales del Cielo, y la mano guiadora de la madre. Así, en el Paraíso de Abhá, cada una llegará a ser un árbol que brinda sus arracimados frutos, y cada una, en esta nueva y maravillosa estación, debido a las dádivas de la primavera, llegará a estar poseída de total belleza y de absoluta gracia.

114

¡Oh vosotras, madres amorosas! Sabed que a la vista de Dios la mejor manera de adorarles es educando a los niños e instruyéndolos en todas las perfecciones de la humanidad; y no puede ser imaginado un hecho más noble que éste.

115

¡Oh vosotras dos, bienamadas siervas de Dios! Sea lo que fuere que la lengua del hombre hable, que lo pruebe con sus acciones. Si sostiene ser creyente, entonces, que actúe de acuerdo con los preceptos del Reino de Abhá.
Loado sea Dios, vosotras dos habéis demostrado la verdad de vuestras palabras por medio de vuestras acciones, y habéis ganado las confirmaciones de Dios nuestro Señor. Cada día, con las primeras luces, vosotras reunís a los niños bahá'ís y les enseñáis acerca de las comuniones y las oraciones. Ésta es una acción muy meritoria, que produce gran alegría en los corazones de los niños: que cada mañana dirijan sus rostros hacia el Reino, haciendo mención del Señor y alabando su Nombre, y con la dulzura de sus voces, que canten y reciten.
Estos niños son como tiernas plantas, y enseñarles las oraciones es como dejar caer la lluvia sobre ellos, para que crezcan benignos y puros, y que soplen sobre ellos las suaves brisas del amor de Dios, haciéndoles estremecer de alegría.
La bienaventuranza y un apacible refugio os aguardan.

116

¡Oh tú, hija del Reino! Tus cartas han sido recibidas. Su contenido indica que tu madre ha ascendido al reino invisible y que tú te has quedado sola. Tu deseo es el de servir a tu padre, a quien quieres mucho, y además servir al Reino de Dios, y están confundida con respecto a cuál de las dos cosas deberías hacer. Sin duda, ocúpate en servir a tu padre e, igualmente, cuandoquiera que dispongas de tiempo, difunde las fragancias divinas.

117

¡Oh tú, ser querido de 'Abdu'l-Bahá! Sé el hijo de tu padre y el fruto de ese árbol. Sé un hijo que ha nacido de su alma y de su corazón, y no solo del agua y de la arcilla. Un hijo verdadero es aquel que ha brotado de la parte espiritual de un hombre. Pido a Dios que seas confirmado y fortalecido en todo momento.

118

¡Oh vosotros, pequeños niños bahá'ís, vosotros, indagadores de la comprensión y el conocimiento verdaderos! Un ser humano se distingue de un animal en varios aspectos. Ante todo, está hecho a imagen de Dios, a semejanza de la Luz Celestial, tal como lo dice la Tora: "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza."41Esta imagen divina significa todas las cualidades de perfección, cuyas luces, emanando del Sol de la Verdad, iluminan las realidades del hombre. Y entre los mayores de estos atributos de perfección se hallan la sabiduría y el conocimiento. Vosotros, por tanto, debéis desplegar un gran esfuerzo, empeñándoos día y noche y sin descansar un momento, por adquirir una abundante porción de todas las ciencias y las artes, para que la Imagen Divina, la cual brilla desde el Sol de la Verdad, ilumine el espejo de los corazones de los hombres.
Es el deseo vehemente de 'Abdu'l-Bahá ver que cada uno de vosotros sea considerado como el principal catedrático en las academias, y que en la escuelas de los íntimos significados cada uno llegue a ser un adalid en sabiduría.

119

Incumbe a los niños bahá'ís superar a los demás niños en la adquisición de ciencias y artes, pues ellos han sido acunados en la gracia de Dios.
Lo que otros niños aprenden en una año, que los niños bahá'ís lo aprendan en un mes. El corazón de 'Abdu'l-Bahá, en su amor, anhela comprobar que los jóvenes bahá'ís son, todos y cada uno de ellos, conocidos en el mundo entero por sus logros intelectuales. Indiscutiblemente, han de aplicar todos sus esfuerzos, sus energías, su sentido de la dignidad, en la adquisición de las ciencias y las artes.

120

¡Oh mis queridos niños! Vuestra carta ha sido recibida. Se alcanzó un grado de alegría tan grande que está más allá de las palabras o de la escritura, puesto que, gracias a Dios, el poder del Reino de Dios ha instruido a estos niños, quienes desde su más tierna infancia desean ansiosamente adquirir educación bahá'í, para así estar capacitados, desde el período de su niñez, para ocuparse en servir al mundo de la humanidad.
Mi más grande anhelo y mi mayor deseo es que vosotros, quienes sois mis niños, seáis educados en un todo de acuerdo con las enseñanzas de Bahá'u'lláh, y que podáis recibir una instrucción bahá'í; que cada uno de vosotros llegue a ser un cirio encendido en el mundo de la humanidad, que os dediquéis al servicio de todo el género humano, que renunciéis a vuestro descanso y confort, a fin de que lleguéis a ser la causa de la tranquilidad del mundo de la creación.
Tal es mi esperanza para con vosotros, y confío en que llegaréis a ser la causa de mi alegría, y de regocijo en el Reino de Dios.

121

¡Oh tú, cuyos años son pocos, pero cuyas dotes mentales son muchas! ¡Cuántos niños, aunque de corta edad son, no obstante, maduros y cabales en sus juicios! ¡Cuántas personas de edad son ignorantes y están confundidas! Pues el crecimiento y el desarrollo dependen de los poderes del intelecto y de la razón de uno, y no de su edad o de la extensión de sus días.
Aunque aún te hallas en la etapa de la niñez, no obstante, has reconocido a tu Señor, en tanto que miríadas de mujeres están olvidadas de Él y se hallan excluidas de su Reino Celestial y privadas de sus mercedes. Agradece a tu Señor por esta maravillosa dádiva.
Ruego a Dios que devuelva la salud a tu madre, quien es distinguida en el Reino del cielo.

122

En lo que respecta a tu pregunta referente a la educación de los niños: te corresponde nutrirlos en el seno del amor de Dios, e impulsarlos hacia las cosas del espíritu, para que vuelvan sus rostros hacia Dios; que sus modos de ser concuerden con las reglas de la buena conducta, y que su carácter no sea inferior al de nadie; que hagan suyas todas las virtudes y cualidades meritorias de la humanidad; que adquieran conocimiento profundo de las diversas ramas del saber, a fin de que desde el comienzo mismo de la vida puedan convertirse en seres espirituales, en habitantes del Reino, enamorados de los perfumados hálitos de santidad, y que reciban una educación religiosa, espiritual, y del Dominio Celestial. En verdad, rogaré a Dios que les conceda en esto un resultado feliz.

123

¡Oh tú, quien te diriges en contemplación al Reino de Dios! Tu carta ha sido recibida, y hemos observado que estás ocupado en enseñar a los hijos de los creyentes, que estos tiernos pequeños han estado aprendiendo Las Palabras Ocultas y las oraciones, y qué es lo que significa ser un bahá'í.
La instrucción de estos niños es exactamente como la labor de un esmerado jardinero, que cuida de sus tiernas plantas en los florecientes jardines del Todoglorioso. No cabe duda de que ello producirá los propósitos deseados; en especial esto es cierto en lo que respecta a las obligaciones bahá'ís y a la conducta bahá'í, ya que a los niños pequeños necesariamente debe hacérseles conscientes en sus propios corazones y en sus almas, que "Bahá'í" no es solo un nombre, sino una verdad. Cada niño debe ser adiestrado en las cosas del espíritu, para que encarne todas las virtudes y llegue a ser una fuente de gloria para la Causa de Dios. De otro modo, la mera palabra "Bahá'í", si no produce fruto, se reducirá a nada.
Esfuérzate, entonces, al máximo de tu habilidad, para que estos niños sepan que un "Bahá'í" es alguien que encarna todas las perfecciones, que debe brillar como un cirio encendido, no ser oscuridad sobre oscuridad y aún así llevar el nombre "Bahá'í".
Designa a esta escuela, Escuela Dominical Bahá'í.42

124

La escuela dominical para niños, en la cual se leen las Tablas y Enseñanzas de Bahá'u'lláh, y donde la Palabra de Dios es recitada por los niños es, en verdad, algo bendito. Ciertamente, debéis continuar sin cesar esta actividad organizada, asignarle importancia, a fin de que día a día crezca y se vivifique con los hálitos del Espíritu Santo. Si esta actividad es bien organizada, ten la seguridad de que producirá grandes resultados. No obstante, son necesarias la firmeza y la constancia; de otro modo esta actividad continuará por algún tiempo, pero más tarde será gradualmente olvidada. La perseverancia es una condición esencial. En todo proyecto, la firmeza y la constancia conducirán sin duda a buenos resultados; de otro modo esta actividad existirá durante algunos días, y luego será abandonada.

125

El cambio de maestros no debiera ser demasiado frecuente ni tampoco demasiado infrecuente; la moderación es preferible. Llevar a cabo vuestras reuniones, en el momento de orar, en otras iglesias, no es aconsejable; ello conduciría al alejamiento, ya que los niños bahá'ís, quienes tienen su propia escuela dominical, se verían privados de ella al tratar de asistir a otras escuelas dominicales. Por otra parte, es permisible la admisión de niños de padres no bahá'ís en la escuela para niños bahá'ís. Y si, en esta escuela, se expone una reseña de los principios fundamentales que sustentan todas las religiones, para información de los alumnos, no puede haber ningún mal en ello.
Como el número de niños es pequeño, no es posible tener clases diferentes y, naturalmente, se necesita una sola. Con referencia a la última pregunta acerca de las diferencias entre los niños, actuad como os parezca aconsejable.

126

Tu carta ha sido recibida. Loado sea Dios, comunicaba las buenas nuevas de tu salud y seguridad, e indicaba que estás dispuesto a ingresar en una escuela agrícola. Ello es sumamente conveniente. Esfuérzate todo cuanto te sea posible por llegar a ser un experto en la ciencia de la agricultura, ya que, de acuerdo con las enseñanzas divinas, la adquisición de las ciencias y la perfección de las artes son considerados actos de adoración. Si un hombre emplea toda su capacidad en la adquisición de una ciencia o en la perfección de un arte, es como si hubiese adorado a Dios en iglesias y templos. De este modo, al ingresar en una escuela de agricultura y al esforzarte en la adquisición de esa ciencia, estás día y noche ocupado en actos de adoración, actos que son aceptados en el Umbral del Todopoderoso. Qué merced más grande que ésta, que la ciencia sea considerada como un acto de adoración y el arte como un servicio al Reino de Dios.

127

¡Oh tú, siervo del único y verdadero Dios! En esta dispensación universal, la maravillosa artesanía del hombre es considerada como adoración a la Resplandeciente Belleza. Reflexiona acerca de qué merced y bendición es que la artesanía sea considerada como una adoración. En época anteriores se creía que tales habilidades eran equivalentes a ignorancia, cuando no un infortunio que impedía al hombre acercarse a Dios. Ahora bien, considera cómo sus infinitas dádivas y sus abundantes favores han convertido al fuego del infierno en el venturoso paraíso, y a un montón de oscuro polvo en un luminoso jardín.
Les corresponde a los artesanos del mundo ofrecer a cada momento un millar de muestras de gratitud en el Sagrado Umbral, y poner el mayor empeño y ejercer diligentemente su profesión, para que sus esfuerzos produzcan aquello que habrá de manifestar la más grande belleza y perfección ante los ojos de todos los hombres.

128

Tu carta ha sido recibida. Espero que sean protegido y asistido bajo la providencia del Único Verdadero, y que siempre estés ocupado en mencionar al Señor y que despliegues tus esfuerzos por completar tu profesión. Debes poner mucho empeño en llegar a ser único en tu profesión y famoso en esos lugares, pues lograr la perfección en la profesión de uno, en esta época misericordiosa, es considerado adoración a Dios. Y mientras estés ocupado en tu profesión, pueden recordar al Único Verdadero.

129

¡Oh amigos del Dios Puro y Omnipotente! Ser puro y santo en todas las cosas es atributo del alma consagrada y característica esencial de la mente no esclavizada. La mejor de las perfecciones es ser inmaculado y librarse a sí mismo de todo defecto. Una vez que el individuo, en todos los aspectos, esté limpio y purificado, entonces llegará a ser un centro focal reflejando la Luz Manifiesta.
Lo primero en el modo de vida de un ser humano debe ser la pureza, luego la frescura, la limpieza y la independencia de espíritu. Primeramente debe ser limpiado el cauce, luego las dulces aguas del río pueden ser conducidas en él. Los ojos castos gozan de la beatífica visión del Señor y saben lo que este encuentro significa; un sentido puro inhala las fragancias que provienen de las rosaledas de su gracia; un corazón bruñido reflejará al donoso rostro de la verdad.
Por ello, en las Sagradas Escrituras, los consejos del cielo son comparados con el agua, tal como dice el Qur'án: "... y envíanos desde el cielo agua purísima,"43 y el Evangelio: "... el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios."44 Luego resulta claro que las Enseñanzas que provienen de Dios son celestiales efusiones de gracia; son como copiosas lluvias de misericordia divina que limpian el corazón humano.
Con ello quiero significar que, en cada aspecto de la vida, la pureza y la santidad, la limpieza y el refinamiento, exaltan la condición humana y promueven el desarrollo de la realidad interior del hombre. Incluso en el dominio físico, la limpieza conduce a la espiritualidad, como lo señalan claramente las Sagradas Escrituras. Y aunque la limpieza corporal es un aspecto físico, tiene, sin embargo, una poderosa influencia en la vida del espíritu. Es como una voz maravillosamente dulce, o una melodía que se interpreta; aunque los sonidos son solo vibraciones del aires que afectan el nervio auditivo del oído, y estas vibraciones no son más que fenómenos accidentales transmitidos por el aire, con todo, ved cómo conmueven el corazón. Una maravillosa melodía es como alas para el espíritu y hace que el alma se estremezca de alegría. El significado es que la limpieza física también produce efecto en el alma humana.
Observa cuán grata es la limpieza a la vista de Dios, y cómo es específicamente enfatizada en los Libros Sagrados de los Profetas; pues las Escrituras prohíben la ingestión o el empleo de cualquier cosa inmunda. Algunas de estas prohibiciones eran absolutas, y obligatorias para todos, y quienquiera que transgrediese la ley dada era aborrecido por Dios y anatematizado por los creyentes. Tales, por ejemplo, eran las cosas categóricamente prohibidas, cuya perpetración era considerada un gravísimo pecado, entre ellas las acciones tan odiosas que hasta en vergonzoso mencionar su nombre.
Pero hay otras prohibidas que no causan un daño inmediato, y cuyos efectos perjudiciales solo se producen gradualmente; tales actos también son repugnantes al Señor, censurables a su vista y repulsivos. Sin embargo, no se ha declarado expresamente en el Texto la absoluta ilicitud de ellos, pero es necesario evitarlos para la pureza, la limpieza, la preservación de la salud, y para estar libres de adicciones.
Entre estos últimos está el de fumar tabaco, el cual es sucio, hediondo, desagradable; un mal hábito, y tal, que su carácter dañino se está haciendo para todos gradualmente manifiesto. Todo médico competente ha dictaminado y ello también ha sido probado por ensayos, que uno de los componentes del tabaco es un veneno mortal, y que el fumador es vulnerable a muchas y diversas enfermedades. Por lo cual, el fumar ha sido declarado francamente repugnante desde el punto de vista de la higiene.
El Báb, al comienzo de su misión, explícitamente prohibía el tabaco, y los amigos en su totalidad abandonaron su empleo. Pero como aquellos eran tiempos en que estaba permitida la disimulación y toda persona que se abstenía de fumar se hallaba expuesta al hostigamiento, la injuria, e incluso la muerte, los amigos, para no llamar la atención sobre sus creencias, fumaban. Posteriormente fue revelado el Libro de Aqdas, y como el fumar tabaco no era prohibido allí expresamente, los amigos no lo dejaron. Sin embargo, la Bendita Belleza siempre expresó repugnancia por él, y aun cuando en los tempranos días, por algunas razones, a veces Él fumaba algo de tabaco, con el tiempo lo abandonó completamente, y aquellas almas santificadas que en todo Le seguían, igualmente abandonaron su uso.
Con ello quiero significar que a la vista de Dios el fumar tabaco es censurable, aborrecible, y sucio en extremo; y, si bien gradualmente, es sumamente dañino para la salud. Es además un despilfarro de dinero y de tiempo, y vuelve al fumador presa de un enviciamiento nocivo. Para aquellos que permanecen firmes en el Convenio, este hábito es, en consecuencia, censurado tanto por la razón como por la experiencia, y renunciar a él trae alivio y tranquilidad de conciencia a todos los hombres. Además, ello hará posible tener la boca fresca y los dedos limpios, y el cabello libre de olor fétido y repulsivo. Luego de recibir esta misiva, los amigos, por todos los medios, y aun dentro de cierto tiempo, seguramente abandonarán este hábito pernicioso. Tal es mi esperanza.
En cuanto al opio, es repugnante y detestable. Dios nos proteja del castigo que inflige a quien lo utiliza. De acuerdo con el texto explícito del Libro Más Sagrado, está prohibido y su consumo es absolutamente condenado. La razón demuestra que fumar opio es un tipo de demencia, y la experiencia atestigua que quien lo utiliza se aísla completamente del reino humano. Quiera Dios proteger a todos de la perpetración de un acto tan horrible como éste, un acto que reduce a ruina el fundamento mismo de lo que es el ser humano, y que hace que el consumidor sea desposeído por siempre jamás. Pues el opio se fija en el alma, de modo que la conciencia del que lo utiliza muere, su mente se destruye y sus percepciones se corroen. Convierto lo vivo en muerto. Apaga el calor natural. No se puede concebir daño mayor que el causado por el opio. Afortunados aquellos que nunca siquiera lo mencionan; pensad entonces cuán miserable es el que lo emplea.
¡Oh vosotros amados de Dios! En éste, el ciclo del Dios Todopoderoso, la violencia y la fuerza, la compulsión y la opresión son todas ellas condenadas. Es forzoso, sin embargo, que el empleo del opio sea impedido por todos los medios, para que tal vez la raza humana pueda ser liberada de ésta, la más poderosa de las plagas. De otro modo, el dolor y la miseria sean para quien falte a su deber para con su Señor.45
¡Oh Divina Providencia! Concede pureza y limpieza en todas las cosas al pueblo de Bahá. Dispensa que sean liberados de toda contaminación, y salvados de toda adicción. Guárdalos de cometer acto repugnante alguno, desátalos de las cadenas de todo mal hábito, para que puedan vivir puros y libres, sanos y limpios, dignos de servir en tu Sagrado Umbral y de ser allegados a su Señor. Líbralos de las bebidas intoxicantes y del tabaco; sálvalos, rescátalos del opio que acarrea demencia, permíteles disfrutar de los fragantes aromas de la santidad, para que beban abundantemente del místico cáliz del amor celestial y conozcan el arrobamiento de aproximarse cada vez más al Dominio del Todoglorioso. Puesto que es tal como Tú lo has dicho: "Todo lo que tú tienes en tu bodega no apagará la sed de mi amor: ¡Tráeme, oh copero, del vino del espíritu una copa llena como el mar!"
¡Oh vosotros amados de Dios! La experiencia ha demostrado hasta qué punto renunciar a fumar, a las bebidas embriagantes y al opio, es conducente a la salud y al vigor, a la expansión y agudeza de la mente, y a la fortaleza corporal. Existe hoy en día un pueblo46 que evita estrictamente el tabaco, los licores embriagantes y el opio. Este pueblo es decididamente superior a los demás, en fortaleza y valentía física, en salud, belleza y donaire. Uno solo de sus hombre puede hacer frente a diez hombres de otra tribu. Esto ha resultado ser cierto para todo el pueblo: es decir, miembro por miembro, cada individuo de esta comunidad es, en todos los aspectos, superior a los individuos de otras comunidades.
Haced entonces un ingente esfuerzo, para que la pureza y la santidad, las cuales son queridas por 'Abdu'l-Bahá por sobre todo lo demás, distingan al pueblo de Bahá; que en todo tupo de excelencia el pueblo de Dios sobrepase a todos los demás seres humanos; que tanto exterior como interiormente sean superiores; que por su pureza, incorrupción, refinamiento, y preservación de la salud, sean guían en la vanguardia de aquellos que conocen. Y que por su liberación de la esclavitud, su sabiduría y dominio de sí mismos, sean los primeros entre los puros, los libres y los sabios.

130

¡Oh tú, distinguido médico!... La alabanza sea para Dios, puesto que tú tienes dos poderes: uno, para emprender la curación física y, el otro, la curación espiritual. Los aspectos relacionados con el espíritu del hombre tienen un gran efecto en su condición corporal. Por ejemplo, tú deberías transmitir alegría a tu paciente, proporcionando consuelo y regocijo, y conducirlo al éxtasis y la exultación. Cuántas veces ha ocurrido que esto ha causado una pronta recuperación. Por consiguiente, trata a los enfermos con ambos poderes. Los sentimientos espirituales tienen un efecto sorprendente en la curación de las dolencias nerviosas.

131

Al proporcionar tratamiento médico dirígete hacia la Bendita Belleza; luego sigue los dictados de tu corazón. Sana al enfermo por medio del regocijo celestial y la exultación espiritual, cura a quienes están penosamente afligidos impartiéndoles buenas nuevas de bienaventuranza, y sana a los heridos a través de sus resplandecientes dádivas. Cuando estés a la cabecera de un paciente, anima y alegra su corazón y arroba su espíritu mediante el poder celestial. De hecho, semejante hálito celestial vivifica todo corruptible hueso, y hace revivir el espíritu de todos los enfermos y dolientes.

132

Aun cuando la mala salud es una de las condiciones inevitables del hombre es, en verdad, difícil de sobrellevar. La dádiva de la buena salud es el más grande de todos los dones.

133

Existen dos maneras de curar las enfermedades: por medios materiales y por medios espirituales. La primera se efectúa por el tratamiento de los médicos; la segunda consiste en oraciones que los seres espirituales ofrecen a Dios, y en volverse hacia Él. Ambos medios deben utilizarse y practicarse.
Las dolencias que ocurren como consecuencia de las causas físicas, deberían ser tratadas por los doctores con remedios médicos; aquellas que son debidas a causas espirituales desaparecen a través de los medios espirituales. Así, una dolencia causada por la aflicción, el temor, o impresiones nerviosas, será curada más efectivamente por un tratamiento espiritual que por un tratamiento físico. En consecuencia, deberían seguirse ambas clases de tratamiento; ellas no son contradictorias. Por tanto, debieras aceptar igualmente los remedios físicos, ya que éstos también proceden de la misericordia y el favor de Dios, Quien ha revelado y puesto de manifiesto a la ciencia médica, para que sus siervos puedan también beneficiarse con esta clase de tratamiento. Deberías prestar igual atención a los tratamientos espirituales, puesto que ellos producen efectos maravillosos.
Ahora bien, se deseas conocer el verdadero remedio que sanará al hombre de toda enfermedad y le otorgará la salud del reino divino, has de saber que son los preceptos y enseñanzas de Dios. Concentra en ellos tu atención.

134

¡Oh tú quien eres atraído hacia los fragantes hálitos de Dios! He leído la carta que has enviado a la Sra. Lua Getsinger. Tú, en verdad, has examinado cuidadosamente las razones de la enfermedad en el cuerpo humano. Es el caso, ciertamente, que los pecados son una poderosa causa de dolencias físicas. Si la humanidad estuviese libre de la contaminación del pecado y el descarrío, y viviese de acuerdo con un equilibrio natural, innato, sin seguir a dondequiera que le conducen sus pasiones, es innegable que las enfermedades no irían en aumento, ni se diversificarían con tal intensidad.
Mas el hombre, perversamente, ha continuado al servicio de sus apetitos sensuales, y no se ha contentado con alimentos simples. Más bien, he preparado para sí alimentos compuestos de muchos ingredientes, de sustancias que difieran unas de las otras. En ello, y en la perpetración de acciones viles e indignas, ha monopolizado su atención, y ha abandonado la templanza y la moderación de un modo natural de vida. El resultado ha sido la generación de enfermedades tanto violentas como variadas.
Pues el animal, en lo que respecta a su cuerpo, está formado por los mismos elementos constitutivos que el hombre. Sin embargo, como el animal se contenta con alimentos simples y no trata de satisfacer, en una medida exagerada, sus insistentes impulsos, y no comete pecado, en comparación con el hombre sus dolencias son pocas. Vemos claramente, por tanto, cuán poderosos son el pecado y la contumacia como factores patogénicos. Una vez engendradas estas enfermedades, se combinan, se multiplican, y se transmiten a los demás. Tales son las causas espirituales, interiores, de la enfermedad.
El factor causal físico, externo, de la enfermedad, sin embargo, es un trastorno en el balance, en la proporción equilibrada de los elementos de que se compone el cuerpo humano. A modo de ilustración: el cuerpo del hombre es un compuesto de muchas sustancias constitutivas, y cada componente se halla presente en una cantidad prescrita, contribuyendo al equilibrio esencial del conjunto. Siempre que estos constituyentes permanezcan en la proporción debida, conforme al equilibrio natural del conjunto -ello es, que ningún componente sea aumentado no disminuido-, no existirá causa física para la incursión de las enfermedades.
Por ejemplo, las féculas deben estar presentes en una cantidad necesaria y el azúcar también. Siempre que cada uno permanezca en su natural proporción con respecto al conjunto, no habrá motivo para el comienzo de la enfermedad. Cuando, sin embargo, estos elementos constitutivos varían en cuanto a sus debidas cantidades naturales -ello es, cuando aumentan o disminuyen- esto, ciertamente, facilita la irrupción de enfermedades.
Esta cuestión requiera la más cuidadosa investigación. El Báb ha dicho que el pueblo de Bahá debe desarrollar la ciencia de la medicina a un grado tan elevado como para curar las dolencias por medio de los alimentos. La razón fundamental de esto es que si en alguna sustancia componente del cuerpo humano ocurriera un desequilibrio que alterara su correcta proporción con respecto al conjunto, este hecho daría como resultado, inevitablemente, el comienzo de la enfermedad. Si, por ejemplo, se aumentara indebidamente la proporción de féculas, o se disminuyera la proporción de azúcar, la enfermedad tomaría una influencia preponderante. Es función de un médico hábil determinar qué constituyente del cuerpo de su paciente ha sufrido disminución y cuál ha sido aumentado. Una vez que lo haya descubierto, deberá prescribir un alimento que contenga, en cantidad considerable, el elemento disminuido, con el objeto de restablecer el equilibrio esencial del cuerpo. El paciente, una vez que el equilibrio de su constitución se haya restituido, se habrá librado de la enfermedad.
La prueba de esto es que mientras los demás animales nunca han estudiado la ciencia médica, ni han realizado investigaciones acerca de enfermedades o medicina, tratamientos o curaciones, no obstante, cuando uno de ellos es presa de alguna dolencia, la naturaleza lo guía, en los campos o desiertos, hacia la planta precisa que, al ser ingerida, librará al animal de su enfermedad. La explicación de ello es que si, por ejemplo, la proporción de azúcar en el cuerpo del animal ha disminuido, según una ley natural, al animal le apetece una hierba rica en azúcar. Entonces, por un impulso natural, el cual es el apetito, entre un millar de diferentes variedades de plantas del campo, el animal descubrirá e ingerirá aquella hierba que contiene azúcar en gran cantidad. De este modo el equilibrio esencial de las sustancias que componen su cuerpo se restablece, y el animal se libra de su dolencia.
Esta cuestión requiere la más cuidadosa investigación. Cuando los médicos altamente capacitados examinen plenamente este tema, con minuciosidad y perseverancia, claramente se comprenderá que la incursión de la enfermedad se debe a una perturbación en las cantidades relativas a las sustancias componentes del cuerpo, y que el tratamiento consiste en la modificación de esas cantidades relativas, y que esto puede ser logrado y hecho posible por medio de los alimentos.
Es indudable que en esta nueva y maravillosa edad, el desarrollo de la ciencia médica conducirá a que los médicos curen a sus enfermos con alimentos. Pues el sentido de la vista, el sentido del oído, del gusto, del olfato, del tacto, son todos ellos facultades discriminatorias, y su propósito es separar lo que beneficia de lo que daña. Ahora, ¿es posible que el sentido humano del olfato, el sentido que diferencia los olores, encontrara repugnante algún olor, y que ese olor fuera beneficioso al cuerpo humano? ¡Absurdo! ¡Imposible! Del mismo modo, ¿podría el cuerpo humano, a través de la facultad de la vista, la facultad diferenciadora de las coas visibles, beneficiarse con la contemplación de una repugnante masa de excrementos? ¡Nunca! Nuevamente, si el sentido del gusto, el cual es asimismo una facultad que selecciona y rechaza, es ofendido por alguna cosa, ello ciertamente no es beneficioso; y si al principio produjera algún beneficio, a la larga su carácter dañino quedaría establecido.
Y asimismo, cuando la constitución se encuentra en estado de equilibrio, no existe duda de que todo lo que gusta es beneficioso para la salud. Observa cómo un animal pasta en un campo donde existen un centenar de miles de clases de hierbas y pasturas, y cómo, con su sentido del olfato, huele los olores de las plantas, y las prueba con su sentido del gusto; luego consume la hierba que es placentera a esos sentidos y obtiene provecho de ella. Si no fuera por este poder de selectividad, los animales morirían todos en un solo día, pues hay muchísimas plantas venenosas, y los animales nada saben de farmacopea. Y, sin embargo, observa qué confiable balanza de ellos tienen, por medio de la cual distinguen lo bueno de lo perjudicial. Cualquier constituyente de su cuerpo que haya disminuido, pueden restituirlo buscando y consumiendo alguna planta que tenga abundante cantidad de ese elemento disminuido, y así el equilibrio de sus componentes corporales es restablecido, y ellos se libran de su enfermedad.
En el momento en que médicos expertos hayan desarrollado la curación de enfermedades por medio de los alimentos, y prescriban comidas simples, y prohíban a la humanidad vivir como esclavos de sus apetitos sensuales, es seguro que disminuirá la incidencia de males crónicos y diversos, y que la salud general de la humanidad mejorará considerablemente. Esto está destinado a suceder. De igual manera, en el carácter, en la conducta y las costumbres del hombre, se producirán modificaciones universales.

135

De acuerdo con el decreto explícito de Bahá'u'lláh uno no debe apartarse del consejo de un doctor competente. Es imperativo consultarle, incluso si el mismo paciente es un médico famoso y eminente. En resumen, se trata de que debéis conservar vuestra salud consultando a un médico experto.

136

Es de incumbencia de todos tratar de obtener tratamiento médico y seguir las instrucciones del doctor, pues ello está de acuerdo con la ordenanza divina; mas, en realidad, es Dios Quien proporciona la curación.

137

¡Oh tú, que estás expresando las alabanzas a tu Señor! He leído tu carta, en la cual has manifestado asombro por algunas leyes de Dios, tales como aquella referente a la caza de animales inocentes, criaturas que no son culpables de ningún mal.
No te sorprendas por ello. Reflexiona acerca de las realidades intrínsecas del universo, de las secretas sabidurías que comprende, los enigmas, las interrelaciones, las reglas que todo lo gobiernan. Pues cada parte del universo está vinculada con todas las demás partes con lazos que son my poderosos y que no admiten ningún desequilibrio, ni tampoco descuido. En el dominio físico de la creación, todas las cosas se alimentan y sirven de alimento: la planta absorbe al mineral; el animal, al pacer, ingiera la planta; el hombre se alimenta del animal, y el mineral consume el cuerpo del hombre. Los cuerpos físicos son transferidos cruzando una barrera detrás de otra, de una vida a otra, y todas las cosas están sujetas a transformación y cambio, salvo únicamente la esencia de la existencias misma: ya que ésta es constante e inmutable, y en ella se basa la vida de toda especie o género, de toda realidad contingente a través de la totalidad de la creación.
Cuando quiera que examines, por medio de un microscopio, el agua que el hombre bebe, el aire que respira, verás que con cada inspiración el hombre absorbe gran abundancia de vida animal, y que con cada sorbo de agua también ingiere una gran variedad de animales. ¿Cómo habría de ser posible detener alguna vez este proceso? Pues todas las criaturas se alimentan y sirven de alimento, y la estructura misma de la vida se apoya en este hecho. Si no fuera así, se disolverían los vínculos que entrelazan a todas las cosas creadas dentro del universo.
Y además, cuando quiera que una cosa es destruida y se descompone, y es privada de la vida, es impulsada a un mundo que es más grande que el mundo que conocía antes. Deja, por ejemplo, la vida del mineral y avanza hacia la vida de la planta; luego abandona la vida vegetal y asciende hacia la del animal, a continuación de lo cual deja la vida animal y se eleva al dominio de la vida humana, y esto es por gracia de tu Señor, el Misericordioso, el Compasivo.
Ruego a Dios que te ayude a comprender los misterios que yacen en el corazón de la creación, y que descorra el velo que tienes ante tus ojos, y los de tu hermana, para que el bien guardado secreto te sea descubierto, y el misterio oculto se te revele tan claramente como el sol del mediodía; que Él asista a tu hermana y a tu esposo para ingresar en el Reino de Dios, y que te sane de todo mal, ya sea físico o espiritual, que le ataca a uno en esta vida.

138

¡Oh vosotros, amados del Señor! El Reino de Dios se basa en la equidad y la justicia y también en la misericordia, en la compasión y la bondad para con toda alma viviente. Esforzaos entonces, de todo corazón, por tratar compasivamente a toda la humanidad, a excepción de aquellos que tienen algún motivo egoísta y oculto, o alguna enfermedad del alma. No se puede mostrar bondad al tirano, o al embustero, o al ladrón, pues, lejos de hacerles ver el error de su comportamiento, les hace continuar en su perversidad, como hasta entonces. Por mucha amabilidad que prodiguéis al mentiroso, mentirá aún más, pues creerá que os ha engañado, mientras que vosotros le comprendéis demasiado bien, y solo por vuestra extrema compasión guardáis silencio.
En breve, no solo a sus semejantes del género humano deben los amados de Dios tratar con misericordia y compasión, sino que deben demostrar la mayor bondad hacia toda criatura viviente. Pues en todos los aspectos físicos, y en lo que concierne al espíritu animal, tanto el animal como el hombre comparten los mismos sentimientos. No obstante, el hombre no ha comprendido esta verdad y cree que las sensaciones físicas están limitadas a los seres humanos, por lo cual es injusto con los animales, y cruel.
Y, sin embargo, en verdad, ¿qué diferencia existe con respecto a las sensaciones físicas? Las percepciones son una y la misma, ya sea que causéis dolor al hombre o a la bestia. Aquí no existe ninguna diferencia. Y, de hecho, es peor que causéis daño al animal, pues el hombre tiene lenguaje; puede presentar una demanda, puede clamar y quejarse; si él es perjudicado puede recurrir a las autoridades, y éstas le protegerán de su agresor. Mas la desventurada bestia es muda, incapaz de expresar su dolor, ni de llevar su caso a las autoridades. Si un hombre inflige un millar de maldades a una bestia, ésta no puede defenderse contra él con palabras ni arrastrarle a la corte. Por tanto, es esencia que demostréis la mayor consideración a los animales, y que seáis con ellos más bondadosos aún que con vuestros semejantes.
Enseñad a vuestros hijos desde sus primeros días a ser infinitamente tiernos y cariñosos con los animales. Si un animal está enfermo, que los niños traten de sanarlo; si tiene hambre, que lo alimenten; si está sediento, que apaguen su sed; si está fatigado, que se preocupen de que descanse.
La mayoría de los seres humanos son pecadores, pero las bestias son inocentes. Ciertamente, los que están libres de pecado deben recibir la mayor bondad y amor, todos, a excepción de los animales que son dañinos, tales como los lobos sanguinarios, las serpientes venenosas y similares criaturas perniciosas, debido a que la bondad para con ellas es una injusticia hacia los seres humanos y también hacia los demás animales. Si sois compasivos con un lobo, por ejemplo, esto no es sino tiranía para con la oveja, pues in lobo destruye una manada entera de ovejas. Si se le permite, un perro rabioso puede matar a un millar de animales y hombres. Por consiguiente, la compasión que se demuestra a las bestias salvajes y voraces es crueldad para con las pacíficas; y así es como debe tratarse a las dañinas. Pero a los animales benditos debe expresárseles la más grande bondad, cuanto más, tanto mejor. La ternura y la bondad son los principios fundamentales del celestial Reino de Dios. Con el mayor cuidado, debéis tener siempre presente esta cuestión.

139

¡Oh tú, sierva de Dios! Las buenas nuevas celestiales deben ser transmitidas con la mayor dignidad y magnanimidad. Y hasta que un alma no se levante con las cualidades que son esenciales para el portador de estas nuevas, sus palabras no tendrán ningún efecto.
¡Oh esclava de Dios! El espíritu humano posee poderes maravillosos, mas debe ser fortalecido por el Espíritu Santo. Lo que oigas que sea diferente a esto es pura imaginación. Si, no obstante, es asistido por la munificencia del Espíritu Santo, entonces, su fuerza será algo como para maravillarse. Entonces aquel espíritu humano descubrirá realidades y desentrañará misterios. Vuelve por completo tu corazón hacia el Espíritu Santo, e invita a los demás a que hagan lo mismo; entonces contemplaréis portentosos resultados.
¡Oh sierva de Dios! Las estrellas del cielo no ejercen ninguna influencia espiritual en este mundo de polvo; pero todos los miembros y partes del universo están firmemente vinculados en ese espacio sin límites, y este vínculo produce una reciprocidad en los efectos materiales. Fuera de la munificencia del Espíritu Santo, cualesquiera cosas que oigas acerca del efecto de los trances, o de las trompetas de los médiums que transmitan las voces cantantes de los muertos, es pura y simple imaginación. Sin embargo, acerca de la munificencia del Espíritu Santo refiere todo cuanto desees, no podrá haber en ello exageración; cree, por tanto, en todo cuanto oigas acerca de ello. Mas las personas mencionadas, la gente de la trompeta, se hallan absolutamente excluidas de esta munificencia, y no reciben ninguna porción de ella; su modo de obrar es una ilusión.
¡Oh sierva de Dios! Las súplicas son concedidas por medio de las Manifestaciones Universales de Dios. Con todo, cuando el deseo es obtener cosas materiales, aunque se trate de los desatentos, si suplican implorando humildemente la ayuda de Dios, incluso su oración tendrá efecto.
¡Oh sierva de Dios! A pesar de que la realidad de la Divinidad es santificada e ilimitada, las metas y necesidades de las criaturas son restringidas. La gracia de Dios es como la lluvia que desciende del cielo: el agua no está restringida por limitaciones de forma, mas en el lugar en que llueve, adquiere limitaciones -dimensiones, aspecto, forma- según sean las características de tal lugar. En un estanque cuadrado, el agua, que anteriormente no se hallaban confinada, se convierte en un cuadrado; en un estanque de seis lados, se transformará en un hexágono; en un estanque de ocho lados, en un octágono, y así sucesivamente. La lluvia en sí misma no tiene geometría, ni límites, ni forma, pero adquiere una forma u otra según sean las limitaciones del recipiente. De igual modo, la Santa Esencia de Dios nuestro Señor, es ilimitada, inmensurable, pero su gracia y su esplendor se vuelven finitos en las criaturas, debido a sus limitaciones, por lo cual las oraciones de determinadas personas reciben respuesta favorable en ciertos casos.
¡Oh sierva de Dios! Con el Señor Jesucristo ocurre lo mismo que con Adán. ¿El primer hombre que vino a la existencia en esta tierra, tuvo padre o madre? Ciertamente, él no los tuvo. Mas Cristo solo carecía de padre.
¡Oh sierva de Dios! Las oraciones que han sido reveladas para implorar por la curación, son aplicables a la curación tanto física como espiritual. Recítalas, entonces, para curar tanto al alma como al cuerpo. Si la curación es beneficiosa para el paciente, ciertamente, le será concedida; pero para ciertas personas dolientes, la curación solo sería la causa de otros males y, por tanto, la sabiduría no permite una respuesta afirmativa a la oración.
¡Oh sierva de Dios! El poder del Espíritu Santo sana las dolencias tanto físicas como espirituales.
¡Oh sierva de Dios! Está registrado en la Tora: Y os daré el valle de Acor por puerta de esperanza. Este valle de Acor es la ciudad de 'Akká, y quienquiera que haya interpretado esto de otro modo, es de aquellos que no saben.

140

Has preguntado acerca de la transfiguración de Jesús, con Moisés y Elías y el Padre Celestial, en el Monte Tabor, a la que se refiere la Biblia. Este acontecimiento fue percibido por los discípulos con su ojo interior, por lo cual fue un secreto oculto y un descubrimiento espiritual que ellos hicieron. De otro modo, si el sentido fuera que presenciaron las formas físicas, ello es, que presenciaron aquella transfiguración con sus ojos externos, entonces, se hallaban cerca muchos otros en aquel llano y en aquella montaña, ¿y cómo es que ellos no lo pudieron ver? ¿Y, por qué les encargó el Señor que no se lo contasen a nadie? Es evidente que ésta fue una visión espiritual y una escena del Reino. Por lo cual el Mesías les ordenó guardarlo en secreto "hasta que el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos,"47 ello es, hasta que fuese exaltada la Causa de Dios, y la Palabra de Dios prevaleciese, y surgiese la realidad de Cristo.

141

¡Oh tú, anhelante llama, tú quien estás encendida con el amor de Dios! He leído tu carta, y su contenido, expresivo y elocuente, ha deleitado mi corazón, y me ha demostrado tu profunda sinceridad en la Causa de Dios, tus pasos perseverantes a lo largo del camino de su Reino, y tu firmeza en su Fe; pues de todas las grandes cosas, ésta es ante Él la más grande.
Cuántas almas se ha vuelto hacia el Señor y han entrado bajo la sombra protectora de su Palabra, y llegado a ser famosas en todo el mundo; Judas Iscariote, por ejemplo. Y luego, cuando las pruebas se hicieron severas y su violencia se intensificó, sus pies resbalaron en el sendero, y dieron su espalda a la Fe, después de haber reconocido su verdad, y la negaron, y apostataron de la armonía y el amor, cayendo en la maldad y el odio. De este modo se volvió visible el poder de las pruebas, el cual hace que los fuertes pilares tiemblen y se sacudan.
Judas Iscariote era el más grande de los discípulos, y emplazaba al pueblo ante Jesús. Entonces a él le pareció que Jesús manifestaba una creciente consideración hacia el apóstol Pedro, y cuando Jesús dijo: "Tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia," estas palabras dirigidas a Pedro y esta elección de Pedro para un honor tan especial, tuvieron marcado efecto sobre el apóstol, y despertaron la envidia en el corazón de Judas. Por esta razón aquel que una vez se había acercado, se apartó, y aquel que había creído en la Fe, renegó de ella, y su amor se transformó en odio, hasta que llegó a ser el causante de la crucifixión de ese glorioso Señor, de aquel manifiesto Esplendor. Tal es el resultado de la envidia, la principal razón por la que los hombres se apartan del Recto Sendero. Así ha ocurrido y así ocurrirá, en esta gran Causa. Mas no importa, pues engendra lealtad en los demás y hace que se levanten alma que no vacilan, que son fijas e inamovibles como las montañas, en su amor por la Luz Manifiesta.
Transmite a las siervas del Misericordioso el mensaje acerca de que, cuando una prueba se torna violenta, ellas deben permanecer impasibles y fieles en su amor por Bahá. En invierno vienen las tormentas y los fuertes vientos soplan, mas luego le sigue la primavera en toda su belleza, engalanando los montes y los llanos con sus perfumadas plantas y sus rojas anémonas, tan gratas a la vista. Entonces, sobre las ramas trinan los pájaros sus cantos de alegría, y en tonos melodiosos sermonean desde los púlpitos de los árboles. A corto plazo atestiguaréis que las luces se propagan, que los estandartes del dominio en lo alto están flameando, que las dulces fragancias del Todomisericordioso se difunden por doquier, que las huestes del Reino están descendiendo en formación, que los ángeles del cielo se lanzan hacia adelante, y que el Espíritu Santo está soplando sobre todas esas regiones. En ese día verás a los vacilantes, hombres y mujeres por igual, con sus esperanzas frustradas y en manifiesta pérdida. Esto está decretado por el Señor, el Revelador de los Versículos.
En cuanto a ti, bendita seas, puesto que eres constante en la Causa de Dios, firme en su Convenio. Ruego a Él que te confiera un alma espiritual y la vida del Reino, y que te convierta en una hoja fresca y floreciente en el Árbol de la Vida, que puedas asistir a las siervas del Misericordioso con espiritualidad y alegría.
Tu generoso Señor te ayudará a trabajar en su viña y hará que sea el medio de esparcir el espíritu de unidad entre sus siervas. Hará que tu ojo interior vea con la luz del conocimiento, perdonará tus pecados y los transformará n buenas acciones. En verdad, Él es el Perdonador, el Compasivo, el Señor de inmensurable gracia.

142

¡Oh tú, querida sierva de Dios! Alaba a Dios por cuanto eres favorecida en su Santo Umbral, y apreciada en el Reino de su poder. Eres la cabeza de una asamblea que es la huella misma de la Compañía en lo alto, la imagen exacta del todo glorioso dominio. Esfuérzate de alma y corazón, en devota humildad y modestia, por sostener la Ley de Dios y esparcir por doquier sus perfumadas fragancias. Empéñate por llegar a ser la verdadera presidenta de las asambleas de almas espirituales, y una compañera de los ángeles en el dominio del Todomisericordioso.
Tú has preguntado acerca de los versículos décimo a decimoséptimo del vigésimo primer capítulo del Apocalipsis de San Juan el Teólogo. Has de saber que, de acuerdo con los principios matemáticos, el firmamento del brillante sol de esta tierra ha sido dividido en doce constelaciones, a las cuales se las designa los doce signos zodiacales. De igual modo, el Sol de la Verdad resplandece y derrama su munificencia a través de doce posiciones de santidad, y con estos signos celestiales se quiere decir aquellos personajes inmaculados e impolutos quienes son las fuentes mismas de la santidad y los puntos de amanecer que proclaman la unicidad de Dios.
Considera cómo en los días del Interlocutor (Moisés) había doce seres santos quienes eran los líderes de las doce tribus; y asimismo, en la dispensación del Espíritu (Cristo), observa que había doce apóstoles reunidos a la sombra protectora de aquella Luz Celestial, y desde esos espléndidos puntos de amanecer el Sol de la Verdad resplandeció como el sol en el cielo. Y nuevamente, en los días de Mu¥ammad, observa que hubo doce puntos de amanecer de la santidad, quienes eran las expresiones de la confirmadora asistencia de Dios. Así son las cosas.
En un todo de acuerdo, San Juan el Teólogo habló de doce puertas en su visión, y de doce cimientos. Por "la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios", se quiere decir la santa Ley de Dios, y ello queda expresado en muchas Tablas y aun puede leerse en las Escrituras de los Profetas del pasado, por ejemplo, que se vio a esa Jerusalén adentrarse en el desierto.
El significado del pasaje es que esta Jerusalén celestial tiene doce puertas a través de las cuales los bienaventurados entran en la Ciudad de Dios. Estas puertas son almas que son como estrellas de guía, como portales del conocimiento y la gracia; y dentro de estas puertas se hallan doce ángeles. Por "ángel" se quiere decir el poder de las confirmaciones de Dios, que la candela del poder confirmador de Dios resplandece desde la hornacina de esas almas, significando que a cada uno de esos seres les será conferido el más vehemente sustento confirmador.
Estas doce puertas rodean al mundo entero, ello es, son como un amparo para todas las criaturas. Y además, estas doce puertas son el cimiento de la ciudad de Dios, la Jerusalén celestial, y sobre cada uno de estos cimientos está inscrito el nombre de uno de los apóstoles de Cristo. Es decir, cada uno pone de manifiesto las perfecciones, el gozoso mensaje y la excelencia de ese santo Ser.
En breve, la Escritura dice: "El que hablaba conmigo tenía una caña que medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y sus muros." El significado es que ciertos personajes guiaron al pueblo con un cayado que brotó de la tierra, y los pastorearon con una vara, semejante a la vara de Moisés. Otros enseñaron y pastorearon al pueblo con una vara de hierro, como en la dispensación de Mu¥ammad. Y en este presente ciclo, debido a que es la más poderosa de las dispensaciones, aquella vara brotada del reino vegetal y esa otra vara de hierro se transformarán en una vara de oro purísimo, extraída de los inagotables tesoros del Reino del Señor. Con esta vara será instruido el pueblo.
Observa bien la diferencia: en una época las Enseñanzas de Dios eran como un cayado, y por este medio las Sagradas Escrituras fueron divulgadas, se promulgó la Ley de Dios y se estableció su Fe. Luego siguió una época en que el cayado del verdadero Pastor era como de hierro. Y hoy en día, en esta nueva y espléndida edad, la cara es como de oro puro. ¡Cuán grande es aquí la diferencia! Has de saber, entonces, cuánto terreno ha sido ganado por la Ley de Dios y sus Enseñanzas en esta dispensación, cómo han alcanzado tales alturas que con mucho trascienden las dispensaciones anteriores; en verdad, esta vara es de oro purísimo, en tanto que aquellas de otros días eran de hierro y de madera.
Esta es una respuesta breve que ha sido escrita par ti, ya que no había tiempo para más. Seguramente tú me perdonarás. Las siervas de Dios deben elevarse a tal posición por sí solas y sin ayuda comprendan estos íntimos significados, y sean capaces de exponer en toda su extensión cada una de las palabras; una posición en la que, de la verdad de sus íntimos corazones, brote un venero de sabiduría y surta como una fuente que fluye impetuosa desde su propio manantial de origen.

143

¡Oh tú, quien te has acercado al espíritu de Cristo en el Reino de Dios! En verdad, el cuerpo está compuesto de elementos físicos, y todo lo compuesto debe necesariamente descomponerse. El espíritu, en cambio, es una esencia simple, fina y delicada, incorpórea, sempiterna, y de Dios. Por esta razón, quienquiera que busque a Cristo en su cuerpo físico habrá buscado en vano, y como por interposición de un velo será excluido de Él. Mas quienquiera que anhele encontrarle en el espíritu crecerá, de día en día, en alegría, en deseo y en amor ardiente, en la proximidad a Él, y en contemplarle manifiesto y evidente. En este nuevo y maravilloso día te incumbe ir en busca del espíritu de Cristo.
Verdaderamente, el cielo en el cual apareció el Mesías no era este cielo infinito, sino que su cielo era más bien el Reino de su benéfico Señor. Tal como Él mismo lo ha dicho: "he descendido del cielo,"48 y además: "El Hijo del Hombre que está en el cielo."49 De allí surge con claridad que su cielo está más allá de todos los puntos cardinales; rodea a toda la existencia, y se levanta para aquellos que adoran a Dios. Ruega e implora a tu Señor que te eleve a ese cielo y te dé de comer de su alimento, en esta época de majestad y poder.
Has de saber que las gentes, hasta este día, no han desentrañado los secretos ocultos del Libro. Ellos imaginan que Cristo estaba excluido de su cielo en los días en que caminaba sobre la tierra, que cayó de las alturas de su sublimidad, y que luego ascendió a las extensiones superiores del cielo, un cielo que no existe en absoluto, pues tan solo es espacio. Y esperan que Él descienda de allí nuevamente, cabalgando sobre una nube, e imaginan que existen nubes en ese espacio infinito y que Él cabalgará sobre ellas, y que por ese medio habrá de descender. Mientras que la verdad es que una nube es tan solo vapor que sube de la tierra, y no desciende desde el cielo. Más bien, la nube a la que se refiere el Evangelio es el cuerpo humano, llamado así porque el cuerpo es como un velo para el hombre, el cual, como si fuera una nube, le impide contemplar al Sol de la Verdad que brilla desde el horizonte de Cristo.
Suplico a Dios que abra ante tus ojos los portales de los descubrimientos y las percepciones, a fin de que llegues a estar informado de sus misterios en éste, el más manifiesto de los días.
Estoy muy ansioso por conocerte, pero el momento no es propicio. Dios mediante, te haremos saber de un mejor momento en el que gozoso puedas venir.

144

¡Oh amante del género humano! Se ha recibido tu carta, y ella habla, gracias a Dios, de tu salud y bienestar. Por tu respuesta a una carta anterior, se manifiesta que se han establecido sentimientos de afecto entre tú y los amigos.
Uno debe ver en cada ser humano solo aquello que sea digno de alabanza. Cuando se hace esto, se puede ser amigo de toda la raza humana. Sin embargo, si miramos a la gente desde el punto de vista de sus faltas, entonces ser amigo de ellos resulta una tarea formidable.
Sucedió cierto día en el tiempo de Cristo -que la vida del mundo sea un sacrificio por Él- que pasando Él delante de un cuerpo muerto de un perro, unos despojos nauseabundos, repugnantes, con sus miembros en putrefacción, uno de los presentes dijo: "¡Qué fuerte su hediondez!" Otro agregó: "¡Qué nauseabundo! ¡Qué asqueroso!" En resumen, cada uno de ellos agregó algo a la lista.
Pero luego Cristo mismo habló y les dijo: "¡Mirad los dientes de este perro! ¡Cuán blancos lucen!"
La mirada del Mesías, encubridora de los pecados, ni por un momento se detuvo en lo repulsivo de esa carroña. El único elemento de los restos de aquel perro muerto que no era abominable, eran los dientes, y Jesús observó su brillo.
Por tanto, al dirigir la mirada hacia otras personas, corresponde que veamos dónde ellos son excelentes, no donde ellos fallan.
Alabado sea Dios, ya que tu meta es promover el bienestar del género humano y ayudar a las almas a superar sus faltas. Esta buena intención producirá loables resultados.

145

Tú has escrito acerca de la cuestión de los descubrimientos espirituales. El espíritu del hombre es un poder que envuelve las realidades de todas las cosas. Todo lo que ves en torno a ti -los productos maravillosos de la pericia humana, las invenciones, los descubrimientos, y evidencias semejantes- cada uno de ellos era antes un secreto oculto en el dominio de lo desconocido. El espíritu humano puso al descubierto ese secreto y lo hizo salir de lo invisible al mundo de la visible. Está, por ejemplo, el poder del vapor, y la fotografía y el fonógrafo, y la telegrafía inalámbrica, y los avances de las matemáticas: todos y cada uno de ellos eran antes un misterios, y un secreto rigurosamente guardado y, sin embargo, el espíritu humano desentrañó esos secretos y los trajo desde lo invisible a la luz del día. Por tanto, es evidente que el espíritu humano es un poder que todo lo rodea y que ejerce su dominio sobre la esencia íntima de todas las cosas creadas, poniendo al descubierto los bien guardados misterios del mundo de los fenómenos.
El espíritu divino, sin embargo, revela las realidades divinas y los misterios universales que yacen dentro del mundo espiritual. Es mi esperanza que tú obtengas este espíritu divino, para que puedas descubrir los secretos del otro mundo, como así también los misterios del mundo terrenal.
Has preguntado acerca del capítulo catorce, versículo treinta, del Evangelio de San Juan, donde el Señor Jesucristo dice: "No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene el Príncipe de este mundo, y Él nada tiene en Mí." El Príncipe de este mundo es la Bendita Belleza; "y Él nada tiene en Mí," significa: después de Mí todos obtendrán la gracia de Mí, pero Él es independiente de Mí, y no obtendrá la gracia de Mí. Ello es, Él es rico por encima de toda gracia mía.
En lo que respecta a tu pregunta acerca de los descubrimientos que el alma hace después que se ha despojado de su forma humana; ciertamente., aquel mundo es un mundo de percepciones y descubrimientos, ya que el velo interpuesto será alzado, y el espíritu humano contemplará a las almas que están por encima, por debajo y a la par de él. Es similar a la condición de un ser humano en la matriz, donde sus ojos están velados, y todas las cosas están ocultas para él. Una vez que ha nacido del mundo uterino y entra a esta vida, encuentra que, en relación con aquel de la matriz, este es un lugar de percepciones y descubrimientos, y observa todas las cosas por medio de su ojo exterior. Del mismo modo, una vez que ha partido de esta vida, contemplará en aquel mundo todo lo que aquí estaba oculto para él; pero allí él observará y comprenderá todas las cosas con su ojo interior. Allí contemplará a sus semejantes y sus pares, y a aquellos de rango superior a él, e inferior a él. En cuanto al significado de la igualdad de las almas en el altísimo dominio, es lo siguiente: las almas de los creyentes, en el momento en que por vez primera se hacen manifiestas en el mundo del cuerpo, son iguales, y cada una es santificada y pura. En este mundo, sin embargo, comienzan a diferenciarse unas de otras; algunas, logrando la más alta posición; otras, una posición intermedia, y otras, permaneciendo en el grado más bajo de la existencia. Su condición indistinta es al comienzo de la existencia; la diferencia continúa luego del fallecimiento.
Tú escribiste acerca de Seir. Seir es una localidad cercada a Nazaret, en Galilea.
En cuanto a la afirmación de Job, capítulo 19, versículos 25-27: "Yo sé que mi Redentor vive, y al fin se levantará sobre el polvo", el significado aquí es: No seré humillado, tengo un Sostenedor y un Guardián, y mi Auxiliador, mi Defensor, al final se hará manifiesto. Y aunque ahora mi carne es débil y está ataviada con gusanos, no obstante sanaré, y con éstos mis propios ojos, es decir, con mi vista interior, Le contemplaré. Esto lo dijo Job, luego que le hubieron reprochado, y él mismo había lamentado el daño que le habían infligido sus tribulaciones. Y aun cuando, por la terrible irrupción de la enfermedad, estaba su cuerpo cubierto de gusanos, él procuraba decir a quienes le rodeaban que, no obstante, sanaría completamente, y que en su propio cuerpo y con sus propios ojos él contemplaría a su Redentor.
En cuanto a la mujer del capítulo 12 del Apocalipsis de San Juan, la que huyó al desierto, y el gran prodigio aparecido en los cielos; aquella mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies: lo que se quiere decir por la mujer es la Ley de Dios. Pues de acuerdo con la terminología de los Libros Sagrados, ésta es una referencia a la Ley, y la mujer es aquí su símbolo. Y las dos luminarias, el sol y la luna, son los dos tronos, el de Turquía y el de Persia, los cuales estaban ambos bajo el imperio de la Ley de Dios. El sol es el símbolo del Imperio Persa y la luna, ello es, la media luna, lo es del Imperio Turco. La corona de doce lados son los doce imanes, quienes, al igual que los apóstoles, sostuvieron la Fe de Dios. El Niño recién nacido es la Belleza del Adorado,50 proveniente de la Ley de Dios. Él dice luego que la mujer huyó al desierto, ello es, que la Ley de Dios fue llevada de Palestina al desierto de Æijáz, donde permaneció durante 1260 años, es decir, hasta el advenimiento del Niño prometido. Como es bien sabido, en los Libros Sagrados, cada día se cuenta como un año.


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¡Oh tú, sierva encendida con el amor de Dios! He considerado tu excelente carta, y he agradecido a Dios por tu arribo sana y salva a esa gran ciudad. Ruego a Él que, por medio de su infalible ayuda, haga que este retorno tuyo tenga un enorme efecto. Algo así solo puede realizarse si te deshaces de todo apego a este mundo y te colocas la vestidura de la santidad; si limitas todos tus pensamientos y todas tus palabras a la recordación de Dios y su alabanza; a esparcir por doquier sus dulces fragancias, y llevar a cabo virtuosas acciones, y si te dedicas a despertar a los negligentes y a restaurar la vista a los ciegos, el oído a los sordos, el habla a los mudos y, a través del poder del espíritu, a otorgar vida a los muertos.
Pues tal como dijo Cristo acerca de ellos en el Evangelio, la gente está sorda, está ciega, está muda; y él dijo: "Yo los sanaré."
Sé afectuosa y compasiva con tu debilitada madre, y háblale del Reino para que su corazón se alegre.
Haz llegar mis saludos a la Srta. Ford. Llévale las buenas nuevas de que éstos son los días del Reino de Dios. Dile a ella: bendita eres por tu nobles propósitos, bendita eres por tus buenas obras, bendita eres por tu naturaleza espiritual. Verdaderamente, te amo en virtud de estos tus propósitos, tus cualidades y tus obras. Dile además: recuerda al Mesías, y sus días en la tierra, y su humillación, y su tribulación, y cómo la gente no hacía caso de Él. Recuerda cómo los judíos Le ridiculizaban y se burlaban de Él y se dirigían a Él con estas palabras: "¡La paz sea contigo, Rey de los Judíos! ¡La paz sea contigo, Rey de Reyes!" Cómo decían que estaba loco, y se preguntaban cómo la causa de aquel Crucificado podría extenderse alguna vez a los Orientes del mundo, y a sus Occidentes. Nadie Le siguió entonces, salvo unas pocas almas, unos pescadores, carpinteros y otra gente simple. ¡Ay! ¡Ay, por tales ilusiones!
Y observa lo que sucedió luego: cómo sus poderosas banderas fueron arriadas, y cómo en su lugar, su exaltado estandarte fue enarbolado; cómo las brillantes estrellas de aquel cielo del honor y del orgullo se ocultaron, y cómo se sumieron en el poniente de todo lo que se desvanece, mientras que su brillante Orbe aún resplandece desde los cielos de gloria imperecedera, a medida que transcurren los siglos y las edades. ¡Estad entonces prevenidos, vosotros que tenéis ojos para ver! Dentro de poco contemplaréis cosas aún más grandes que esto.
Has de saber que todos los poderes combinados no tiene el poder de establecer la paz universal, ni de resistir el abrumador dominio, en todo tiempo y en toda época, de estas guerras sin fin. A corto plazo, no obstante, el poder del cielo, el dominio del Espíritu Santo, enarbolarán en las altas cumbres las enseñas de amor y de paz, y allí, sobre los castillos de majestad y poderío, esas enseñas ondearán en los impetuosos vientos que soplan desde la tierna misericordia de Dios.
Transmite mis saludos a la Sra. Florence, y dile: las diferentes congregaciones han abandonado el fundamento de su creencia, y han adoptado doctrinas que a los ojos de Dios no tienen ningún valor. Son como los fariseos que oraban y ayunaban, y que luego condenaron a muerte a Jesucristo. ¡Por la vida de Dios! ¡Esto es algo sumamente extraño!
En cuanto a ti, oh sierva de Dios, recita lentamente esta plegaria a tu Señor, y dile:

¡Oh Dios, mi Dios! Lléname la copa del desprendimiento de todas las cosas y regocíjame con el vino del amor a Ti en la asamblea de tus esplendores y tus dádivas. Líbrame de los asaltos de la pasión y del deseo, arranca de mí los grillos de este mundo inferior, atráeme con arrobamiento a tu reino celestial y vivifícame entre tus siervas con los hálitos de tu santidad.
¡Oh Señor! Haz brillar mi rostro con las luces de tus dádivas, ilumina mis ojos con la contemplación de los signos de tu poder que todo lo subyuga; deleita mi corazón con la gloria de tu conocimiento que abarca todas las cosas, alegra mi alma con tus vivificantes nuevas de gran felicidad, oh Tú, Rey de este mundo y del Reino de lo alto, oh Tú, Señor del dominio y del poder, para que yo pueda difundir tus signos y señales, proclamar tu Causa, promover tus Enseñanzas, servir a tu Ley y exaltar tu Palabra.
Verdaderamente Tú eres el Poderoso, el que siempre otorga, el Capaz, el Omnipotente.

Con respecto a los fundamentos de la enseñanza de la Fe: has de saber que la entrega del Mensaje puede llevarse a cabo solo por medio de las buenas obras y los atributos espirituales, una forma de expresión clara como el cristal, y la felicidad reflejada en el rostro de aquel que expone las Enseñanzas. Es esencial que las acciones del maestro atestigüen la verdad de sus palabras. Tal es el estado de quienquiera que difunde las dulces fragancias de Dios y la cualidad de aquel que es sincero en su fe.
Una vez que el Señor te haya permitido alcanzar dicha condición, te hallarás segura de que Él te inspirará con las palabras de la verdad, y te hará hablar por medio de los hálitos del Espíritu Santo.

147

Reflexiona acerca de los acontecimientos de la época de Cristo, y los acontecimientos del presente se harán claros y manifiestos.

148

¡Oh hijos e hijas del Reino! Agradecidas, las aves del espíritu solo tratan de volar en los altos cielos y entonar su canto con maravilloso arte. Pero a las lastimosas lombrices solo les gusta horadar el suelo y, ¡qué gran esfuerzo por sumirse en sus profundidades! Exactamente iguales son los hijos de la tierra. Su más elevado objetivo es el de aumentar sus medios para continuar, en este mundo que se desvanece, esta muerte en vida; y ello a pesar del hecho de que están atados de pies y manos por un millar de preocupaciones e infortunios, y nunca a salvo del peligro, ni siquiera por un abrir y cerrar de ojos; en ningún momento están a salvo, ni tan siquiera de una muerte repentina. Por consiguiente, luego de un breve lapso, son borrados totalmente, y no queda ningún signo que hable de ellos, y ninguna palabra de ellos nunca más se escucha.
Empeñaos, entonces, en alabar a Bahá'u'lláh, pues es por medio de su gracia y socorro que habéis llegado a ser los hijos y las hijas del Reino, es gracias a Él que ahora sois aves canoras en los prados de la verdad, y os habéis remontado a las alturas de la gloria que permanece por siempre. Habéis hallado vuestro lugar en el mundo que no muere; los hálitos del Espíritu Santo han soplado sobre vosotros; habéis adoptado otra vida, habéis obtenido el acceso al Umbral de Dios.
Por tanto, con gran alegría, estableced las asambleas espirituales, y dedicaos a manifestar la alabanza y la glorificación del Señor, y en llamarle Santo y el Más Grande. Elevad al dominio del Todoglorioso vuestro suplicante clamor por su ayuda, y expresad en todo momento una miríada de gracias por haber ganado este abundante favor y esta excelsa merced.

149

¡Oh tú que tienes ojos para ver! Lo que has presenciado es la más pura verdad, y pertenece al dominio de la visión.
El perfume está íntimamente mezclado y combinado con el capullo, y una vez que el capullo se ha abierto, se difunde su dulce fragancia. La hierba no carece de fruto aunque lo parezca, pues en este jardín de Dios cada plante ejerce su propia influencia y posee sus propios atributos, y cada una puede aun igualar a la festiva rosa de cien pétalos, al alegrar los sentidos con su fragancia. Has de estar seguro de ello. Aun cuando las páginas de un libro no conocen nada acerca de las palabras y los significados registrados en ellas, con todo, debido a su relación con estas palabras, los amigos las hacen pasar de mano en mano reverentemente. Esta relación , por otra parte, es la más pura munificencia.
Cuando el alma humana emprenda su vuelo desde este efímero montón de polvo y se eleve hacia el mundo de Dios, entonces caerán los velos, y saldrán a la luz las realidades, y todas las cosas desconocidas antes se volverán claras, y las verdades ocultas serán comprendidas.
Considera cómo en el mundo de la matriz la criatura estaba sorda, ciega y muda; cómo se hallaba privada de toda percepción. Mas al abandonar ese mundo de oscuridad e ingresar a este mundo de luz, su ojo vio, su oído oyó, su lengua habló. De igual modo, una vez que se haya alejado de este mundo de mortalidad par dirigirse al Reino de Dios, entonces habrá nacido en el espíritu; luego el ojo de su percepción se abrirá, el oído de su alma escuchará, y todas las verdades de las cuales, anteriormente, era ignorante, se harán comprensibles y claras.
Un viajero observador transitando en un camino, ciertamente recordará sus hallazgos, a menos que le ocurra un accidente que borre su memoria.

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¡Oh tú, sierva inflamada con el fuego del amor de Dios! No te aflijas por las dificultades y privaciones de este mundo inferior, no te alegres en los tiempos de holgura y bienestar, pues ambos pasarán. Este vida presente es como una ola que crece, o un espejismo, o como sombras pasajeras. ¿Puede alguna vez una imagen distorsionada, en el desierto, servir de agua refrescante? ¡No, por el Señor de los Señores! Nunca la realidad y la mera apariencia de la realidad podrán ser la misma cosa, y considerable es la diferencia entre la fantasía y el hecho, entre la verdad y el fantasma de la verdad.
Has de saber que el Reino es el mundo real, y que este lugar inferior es tan solo su sombra desplegada. Una sombra no tiene vida propia; su existencia es solo una fantasía, y nada más; no son sino imágenes reflejadas en el agua, y que al ojo parecen una pintura.
Cuenta con Dios; confía en Él. Alábale y recuérdale continuamente. Él, en verdad, troca la dificultad en tranquilidad, y la desgracia en consuelo, y el tráfago en completa paz. Él, verdaderamente, tiene dominio sobre todas las cosas.
Si quieres prestar atención a mis palabras, líbrate de las cadenas de cualquier cosa que ocurra. Es más, en todas las condiciones, agradece a tu amante Señor, y entrega tus asuntos a su Voluntad, la cual procede como a Él Le place. Ello, en verdad, es mejor para ti que todo lo demás, en cualquiera de los mundos.

151

¡Oh tú, creyente en la unicidad de Dios! Has de saber que nada aprovecha a un alma salvo el amor del Todomisericordioso; nada enciende un corazón, sino el esplendor que brilla en el dominio del Señor.
Desecha todo otro interés, y que el olvido se lleve el recuerdo de todo lo demás. Limita tus pensamientos a todo cuanto eleve al alma humana hacia el Paraíso de gracia celestial, y haga que toda ave del Reino vuele hacia el Supremo Horizonte, el punto central del honor sempiterno en este mundo contingente.

152

En cuanto a la pregunta referente al alma de un homicida, y de cuál sería su castigo, la respuesta es de que el homicida debe expiar su crimen: es decir, si se da muerte al homicida, su muerte es la expiación de su crimen y, a continuación de su muerte, Dios en su justicia no le impondrá una segunda pena, pues la justicia divina no lo admitiría.

153

¡Oh tú, sierva de Dios! En este día, agradecer a Dios por sus dádivas consiste en poseer un corazón radiante, y un alma abierta a los impulsos del espíritu. Ésta es la esencia de la acción de gracias.
En cuanto a la gratitud de palabra o por escrito, aunque es de hecho aceptable, no obstante, al comparársele con aquella otra acción de gracias es tan solo una apariencia irreal, pues lo esencial son esta intimaciones del espíritu, esta emanaciones de lo más recóndito del corazón. Es mi esperanza que seas favorecida con ello.
Con respecto a la falta de capacidad y a la propia falta de mérito, en el Día de la Resurrección, esto no es causa de que uno sea excluido de los dones y la munificencia, pues éste no es el Día de la Justicia sino el Día de la Gracia, siendo que la justicia asigna a cada cual según su merecido. Entonces, no consideres el grado de tu capacidad; considera el ilimitado favor de Bahá'u'lláh; su munificencia todo lo abarca, y consumada es su gracia.
Ruego a Dios que con su asistencia y su potente apoyo, puedas enseñar los íntimos significados de la Tora, con elocuencia, con conocimiento, con vigor y habilidad. Vuelve tu rostro hacia el Reino de Dios, suplica por las dádivas del Espíritu Santo, habla, y las confirmaciones del Espíritu vendrán.
En cuanto a ese potente orbe solar que contemplaste en tu sueño, era el Prometido, y los rayos que se esparcían eran sus mercedes, y la traslúcida superficie de la masa de agua significa los corazones inmaculados y puros, mientras que las olas que se elevan denotan la gran agitación de esos corazones y el hecho de que fueron sacudidos y profundamente conmovidos, es decir, las olas son los impulsos del espíritu, y las santas intimaciones del alma. Alaba a Dios, puesto que en ese mundo del sueño has presenciado tales revelaciones.
Con referencia a lo que quiere decirse por un individuo que llega a olvidarse enteramente de sí mismo: el propósito es que debería levantarse y sacrificarse en el verdadero sentido, ello es, debería borrar los impulsos de la condición humana, y librarse de aquellas características que son dignas de censura y que constituyen la lóbrega oscuridad de esta vida en la tierra, y no que debería permitir que su salud física se deteriore y que su cuerpo se debilite.
Suplico intensamente y con humildad ante el Sagrado Umbral que las bendiciones celestiales y el perdón divino rodeen a tu querida madre, al igual que a tus amorosas hermanas y familiares. En especial ruego por tu prometido, quien tan repentinamente ha dejado este mundo por el venidero.

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¡Oh tú, hijo del Reino! Tus gratísimas cartas, con su agradable estilo, siempre alegran nuestro corazón. Cuando el canto es del Reino regocija el alma.
Alaba a Dios porque has viajado a ese país51 con el propósito de hacer oír su Palabra y esparcir por doquier la santa fragancia de su Reino, y porque estás sirviendo como un jardinero en los jardines del cielo. A corto plazo tus esfuerzos serán coronados por el éxito.
¡Oh tú, hijo del Reino! Todas las cosas son beneficiosas si están unidas al amor de Dios; y son su amor todas las cosas son dañinas y actúan como un velo entre el hombre y el Señor del Reino. Cuando su amor existe, toda amargura se vuelve dulce, y toda dádiva produce un saludable placer. Por ejemplo, una melodía dulce al oído, trae el verdadero espíritu de vida al corazón enamorado de Dios; no obstante, mancha de concupiscencia a un alma absorta en los deseos sensuales. Y toda rama del conocimiento, conjuntamente con el amor de Dios, es aprobada y es digna de alabanza; mas privada de su amor la ilustración es estéril y, en verdad, conduce a la demencia. Toda clase de conocimiento, toda ciencia, es como un árbol: si su fruto es el amor de Dios, entonces es un árbol bendito, mas si no lo es, aquel árbol no es más que madera seca, y tan solo alimentará al fuego.
¡Oh tú, leal siervo de Dios y sanador espiritual del hombre! Cuando quiera que atiendas a un paciente dirige tu rostro hacia el Señor del Reino Celestial, pide al Espíritu Santo que venga en tu ayuda, y luego cura la enfermedad.

155

¡Oh tú, llama del Amor de Dios! Lo que has escrito ha traído gran alegría, pues tu carta es como un jardín desde el cual las rosas de significados interiores difunden por doquier las fragantes exhalaciones del amor de Dios. Del mismo modo, mis respuestas servirán como la lluvia y el rocío, para conferir a esas plantas espirituales que han florecido en el jardín de tu corazón, la mayor frescura y la más delicada belleza que las palabras puedan expresar.
Tú has escrito acerca de las aflictivas pruebas que te han acosado. Para el alma leal, una prueba no es sino la gracia y el favor de Dios; pues el valiente arremete con alegría en la furiosa batalla en el campo de la angustia, cuando el cobarde, gimoteando de miedo, tiembla y se estremece. Así también el estudiante hábil, que con gran competencia ha llegado a dominar sus materias y las ha aprendido de memoria, en el día de la prueba exhibirá feliz sus habilidades frente a sus examinadores. Y así también el oro sólido brillará esplendorosamente y deslumbrará en el fuego del ensayador.
Es evidente, entonces, que las pruebas y tribulaciones no son, para las almas santificadas, sino la munificencia y la gracia de Dios, mientras que para los débiles, ellas son una calamidad, inesperada y repentina.
Estas pruebas, tales como tú has escrito, no hacen más que limpiar la suciedad del yo del espejo del corazón, hasta que el Sol de la Verdad pueda verter sus rayos sobre él, pues no hay velo más obstructivo que el yo, y por muy tenue que pueda ser ese velo, al final excluirá completamente a una persona, y le privará de su porción de gracia eterna.
¡Oh tú, arrobada sierva del Señor! Cuando los creyentes, hombres y mujeres, pasan en pensamiento ante mi vista, me siento abrigado por el fuego del amor de Dios, y ruego que el Todopoderoso socorra a esas almas santas con sus huestes invisibles. Alabado sea el Señor, ya que las profecías de todas sus Manifestaciones se han cumplido ahora claramente, en éste el más grande de todos los días, esta santa y bendecida época.
¡Oh tú, arrobada sierva de Dios! La cercanía es, en verdad, del alma, no del cuerpo; y la ayuda que se implora, y la ayuda que llega, no es material sino del espíritu; no obstante, es mi esperanza que llegues a obtener la cercanía en todo sentido. Las dádivas de Dios abrazarán verdaderamente a una alma santificada, como la luz del sol lo hace con la luna y las estrellas; ten seguridad de ello.
Transmite a cada uno de los creyentes, hombre y mujeres por igual, de parte de 'Abdu'l-Bahá, los fragantes hálitos de santidad. Inspírales a todos e ínstales a difundir las dulces fragancias del Señor.

156

¡Oh tú, siervo del Sagrado Umbral! Hemos leído lo que surgió de tu pluma en tu amor por Dios, y hemos encontrado muy grato el contenido de tu carta. Es mi esperanza que por medio de la munificencia de Dios, los hálitos de Todomisericordioso te renueven y vivifiquen en todo momento.
Tú has escrito acerca de la reencarnación. La creencia en la reencarnación se remonta a la historia antigua de casi todos los pueblos, y la sostenían hasta los filósofos de Grecia, los sabios de Roma, los antiguos egipcios, y los grandes asirios. No obstante, tales supersticiones y dichos no son, a la vista de Dios, más que absurdos.
El mayor argumento de los creyentes en la reencarnación es que de acuerdo con la justicia de Dios, cada cual debe recibir su merecido; cuando quiera que, por ejemplo, un hombre es afligido por alguna calamidad, ello es debido a una injusticia que ha cometido. Mas considera a un niño que aún está en el vientre de su madre, el embrión recién formado, y ese niño es ciego, sordo, inválido, incompleto, ¿qué pecado ha cometido un niño semejante para merecer sus aflicciones? Ellos responden que, si bien en apariencia el niño que aún está en la matriz no es culpable de ningún pecado, no obstante, ha cometido una injusticia cuando se encontraba en su anterior forma y, por consiguiente ha llegado a merecer su castigo.
Estos individuos, sin embargo, han pasado por alto el siguiente aspecto. Si la creación avanzara de acuerdo a una sola regla, ¿cómo podría hacerse sentir el poder que todo lo abarca? ¿Cómo podría el Todopoderoso ser !Aquel que hace lo que Le place y ordena lo que desea?"52
En breve, las Sagradas Escrituras se refieren a un retorno, pero con esto se quiere decir el retorno de las cualidades, de las condiciones, los efectos, las perfecciones, y las realidades interiores de las luces que reaparecen en cada dispensación. La referencia no es a las almas e identidades individuales y específicas.
Se puede decir, por ejemplo, que la luz de esta lámpara es la misma de anoche, que ha regresado, o que la rosa del año anterior ha retornado este año al jardín. Aquí la referencia no es a la realidad individual, a la identidad fija, al ser particular de aquella otra rosa, sino que más bien significa que las cualidades, las características distintivas de aquella otra luz, de aquella otra flor, están presentes ahora en ésta. Aquellas perfecciones, esto es, aquellas gracias y dones de una primavera anterior han vuelto nuevamente este año. Decimos, por ejemplo, que este fruto es el mismo del año pasado; pero estamos pensando solo en su delicadeza, en su lozanía y frescura, y en su dulce sabor; pues es obvio que aquel inexpugnable centro de la realidad, aquella identidad específica, no puede jamás regresar.
¿Qué pasó, que sosiego y qué comodidad encontraron los Seres Santos de Dios durante su estancia en este mundo inferior, como para que continuamente tratasen de regresar para vivir otra vez esta vida? ¿No bastan una sola vez esta angustia, estas aflicciones, estas calamidades, estos apaleamientos, estos graves peligros como para que traten de hacer repetidas visitas a la vida de este mundo? Este cáliz no había sido tan dulce como para que alguno de ellos quisiese beber de él por segunda vez.
Por eso los amados de la Belleza de Abhá no desean otra recompensa que no sea alcanzar aquella posición, desde la cual puedan contemplarle en el Reino de Gloria, y no caminan por otros senderos que no sean las arenas desiertas del anhelo por esas exaltadas alturas. Ellos buscan el sosiego y ese solaz que perduran por siempre, y aquellas dádivas que están exaltadas por encima de la comprensión de la mente mundana.
Cuando observes en torno a ti con el ojo de la percepción, notarás que en esta tierra de polvo toda la humanidad está sufriendo. Aquí no hay ningún hombre en paz como recompensa de lo que realizara en vidas anteriores; ni nadie tan dichoso como para que aparentemente recoja el fruto de una angustia pasada. Y si una vida humana, con su ser espiritual, estuviese limitada a este lapso terrenal, entonces, ¿cuál sería la cosecha de la creación? Es más, ¿cuáles serían los efectos y los resultados de la Divinidad misma? Si tal noción fuese verdadera, entonces, todas las cosas creadas, todas las realidades contingentes, y la totalidad de este mundo de la existencia, carecerían todas de sentido. Dios no permita que alguien sostenga tal ficción y tan craso error.
Pues tal como los efectos y el fruto de la vida uterina no han de hallarse en aquel oscuro y estrecho lugar, y solo cuando el niño es transferido a esta espaciosa tierra recién son revelados los beneficios y la utilidad del crecimiento y desarrollo en ese mundo anterior, de igual manera, la recompensa y el castigo, el cielo y el infierno, la satisfacción y retribución por las acciones realizas en esta vida presente, aparecerán reveladas en ese otro mundo del más allá. Y así como, si la vida en la matriz estuviese limitada a ese mundo uterino, la existencia allí carecería de sentido, sería irrelevante, del mismo modo si la vida de este mundo, las acciones llevadas a cabo aquí y su fruto no se manifestaran en el mundo del más allá, el proceso entero sería irracional y absurdo.
Has de saber que Dios nuestro Señor posee reinos invisibles que el intelecto humano no puede jamás tener la esperanza de penetrar, ni la mente del hombre concebir. Una vez que hayas limpiado el canal de tu sentido espiritual de la contaminación de esta vida terrena, aspirarás las dulces fragancias de santidad que soplan desde las dichosas moradas de aquel país celestial.
Que la Gloria descanse sobre ti y sobre quienquiera que se vuelva y dirija la mirada hacia el Reino del Todoglorioso, el cual el Señor ha santificado por encima de la comprensión de aquellos que son negligentes para con Él, y ha ocultado de los ojos de aquellos que le manifiestan orgullo.

157

¡Oh vosotros, quienes estáis poderosamente atraídos! ¡Oh vosotros, quienes sois atentos! ¡Oh vosotros, quienes avanzáis hacia el Reino de Dios! Verdaderamente, con todo mi corazón y mi alma, con toda humildad, suplico a Dios nuestro Señor que haga de vosotros emblemas de guía, estandartes de rectitud, manantiales de comprensión y conocimiento, que por medio de vosotros Él conduzca a los buscadores hacia el recto sendero y les guíe por el ancho camino de la verdad, en ésta la más poderosa de las edades.
¡Oh vosotros, amados de Dios! Sabed que el mundo es como un espejismo que surge entre las arenas, que el sediento confunde con agua. El vino de este mundo no es más que un vapor en el desierto, su piedad y compasión no son sino fatiga y dificultades, el reposo que ofrece es solo cansancio y sufrimiento. Abandonadlo a aquellos que pertenecen a él y volved vuestros rostros hacia el Reino de vuestro Señor, el Todomisericordioso, que su gracia y munificencia viertan sobre vosotros los esplendores del amanecer, y que una mesa celestial descienda para vosotros, y que vuestro Señor os bendiga y derrame sobre vosotros sus riquezas, para alegrar vuestros pechos y colmar de dicha vuestros corazones, atraer vuestras mentes, y limpiar vuestras almas, y consolar vuestros ojos.
¡Oh amados de Dios! ¿Existe algún dador fuera de Dios? Él escoge para su misericordia a quienquiera que Él desea. Dentro de poco, Él abrirá ante vosotros los portales de su conocimiento, y colmará vuestros corazones con su amor. Él regocijará vuestras almas con las suaves brisas de su santidad y hará radiantes vuestros rostros con los esplendores de sus luces, y exaltará la memoria de vosotros entre todos los pueblos. Vuestro Señor es, en verdad, el Compasivo, el Misericordioso.
Él vendrá en vuestra ayuda con las huestes invisibles, y os sostendrá con los ejércitos de la inspiración desde el Concurso en lo alto; os enviará dulces aromas desde el altísimo Paraíso, y hará ondular sobre vosotros los hálitos puros que soplan desde las rosaledas de la Compañía en lo alto. Él infundirá en vuestros corazones el espíritu de vida, os hará entrar en el Arca de salvación, y os revelará sus claras pruebas y señales. Verdaderamente, esto es abundante gracia. Verdaderamente, ésta es la victoria que nadie puede negar.

158

No te apenes por la ascensión de mi bienamado Breakwell, pues él se ha elevado a una rosaleda de esplendores en el Paraíso de Abhá, amparado por la misericordia de su poderoso Señor, y está clamando con toda su voz: "¡Oh, si mi pueblos supiese cuán bondadosamente me ha perdonado mi Señor, y ha hecho que sea de aquellos que han alcanzado su Presencia!"53

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
¿Dónde está ahora tu hermoso rostro? ¿Dónde está tu lengua elocuente? ¿Dónde tu clara frente? ¿Dónde tu brillante gracia?

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
¿Dónde está tu fuego, inflamado con el amor de Dios? ¿Dónde está tu embeleso por sus sagrados hálitos? ¿Dónde están tus alabanzas a Él? ¿Dónde está el haberte levantado para servir a su Causa?

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
¿Dónde están tus hermosos ojos? ¿Tus sonrientes labios? ¿La principesca mejilla? ¿La grácil forma?

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
Te has ido de este mundo terrenal y ascendido al Reino, has alcanzado la gracia del dominio invisible, y te has ofrendado al umbral de tu Señor.

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
Tú has dejado aquí la lámpara que era tu cuerpo, el cristal que era tu forma humana, tus elementos terrenales, tu modo de vida en esta tierra.

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
Tú has encendido una llama en la lámpara de la Compañía en lo alto, has sentado el pie en el Paraíso de Abhá, has encontrado un abrigo a la sombra del Árbol Bendito, has llegado a su encuentro en el refugio del Cielo.

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
Tú eres ahora un ave del Cielo, tú has abandonado tu nido terrenal, y te has remontado hacia el jardín de la santidad en el reino de tu Señor. Tú has ascendido a una posición plena de luz.

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
Tu canto es ahora como el canto de los pájaros, prodigas tus versos acerca de la misericordia de tu Señor; de Aquel que siempre perdona, tú fuiste un siervo agradecido, por lo cual has ingresado a la dicha suprema.

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
En verdad, tu Señor te ha escogido para su amor, y te ha conducido a sus recintos de santidad, y te ha hecho entrar en el jardín de aquellos que son sus íntimos compañeros, y te ha bendecido con la contemplación de su belleza.

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
Te has ganado la vida eterna, y la dádiva que nunca falla, y una vida que te complace, y abundante gracia.

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
Has llegado a ser una estrella en el firmamento celestial y una lámpara entre los ángeles del encumbrado cielo; un espíritu viviente en el más exaltado Reino, entronizado en la eternidad.

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
Suplico a Dios que te acerque cada vez más, y te sostenga cada vez con mayor firmeza; que regocije tu corazón con la cercanía de su presencia, que te colme de luz y aún más luz, que te confiera aún más belleza, y que te conceda poder y gran gloria.

¡Oh Breakwell, oh querido mío!
Te recuerdo en todo momento. Nunca te olvidaré. Ruego por ti de día, y de noche. Te veo claramente ante mí, como si fuera pleno día.

¡Oh Breakwell, oh querido mío!

159

En cuanto a tu pregunta referente a si toda alma, sin excepción, alcanza la vida sempiterna. Has de saber que la inmortalidad pertenece a aquellas almas en quienes ha sido infundido el espíritu de vida que proviene de Dios. Todas, salvo éstas, carecen de vida, son como muertos, tal como Cristo lo ha explicado en el texto del Evangelio. Aquel cuyos ojos ha abierto el Señor, verá después a las almas de los hombres en la posición que habrán de ocupar después de su liberación del cuerpo. A las que viven, las encontrará prosperando en las cercanías de su Señor, y a las muertas, sumidas en el más profundo abismo de la perdición.
Has de saber que toda alma está conformada de acuerdo a la naturaleza de Dios, cada una es pura y santa al nacer. Posteriormente, sin embargo, los individuos varían según las virtudes o vicios que adquieren en este mundo. Aun cuando todos los seres existentes, por su misma naturaleza, son creado en rangos o categorías, dado que su capacidad es diferente, no obstante, todo individuo nace santo y puro, y solo después puede llegar a corromperse.
Además, aun cuando los grados del ser son diferentes, todos son buenos. Observa el cuerpo humano, sus extremidades, sus miembros, el ojo, el oído, los órganos del olfato, del gusto, las manos, las uñas. A pesar de las diferencias entre todas estas partes, cada una, dentro de las limitaciones de su propia existencia, participa en un todo coherente. Si una de ellas falla, debe ser sanada, y si no tiene remedio, esa parte debe ser extirpada.

160

¡Oh tú, sincera y leal sierva del Señor! He leído tu carta. Verdaderamente, tú estás apegada al Reino y consagrada al Todoglorioso Horizonte. Ruego a Dios que en su munificencia te haga arder siempre más brillante en el fuego de su amor, con cada día que transcurre.
Al parecer dudabas acerca de si debías escribir o enseñar la Fe. La enseñanza de la Fe es esencial y, en el presente, la enseñanza es preferible para ti. Cuando quiera que encuentres una oportunidad, desata tu lengua para guiar a la raza humana.
Has preguntado acerca de la adquisición de conocimiento: lee los Libros y Tablas de Dios, y los artículos escritos para demostrar la verdad de esta Fe. Entre ellos se encuentra el Íqán, el cual ha sido traducido al inglés, las obras de Mírzá Abdu'l-Fa¤l y de algunos otros entre los creyentes. En los días venideros un gran número de las Tablas sagradas y otros escritos sagrados serán traducidos, y tú deberías leerlos también. Asimismo, pide a Dios que el imán de su amor atraiga hacia ti el conocimiento de Él. Cuando un alma llegue a ser santa en todas las cosas, purificada, santificada, los portales del conocimiento de Dios se abrirán de par en par ante sus ojos.
Tú has escrito acerca de la querida sierva de Dios, la Sra. Goodall. Esa alma extasiada en Dios en verdad sirve a la Fe en todo momento, y hace todo cuanto puede por difundir por doquier los esplendores celestiales. Si ella continúa de ese modo, muy grandes resultados habrán de lograrse en un futuro. Lo más importante es permanecer constante y firmemente arraigado, y perseverar hasta el fin. Es mi esperanza que por medio de los elevados esfuerzos de las siervas del Señor, esas estribaciones y la orilla de ese océano,54 se volverán tan resplandecientes con el amor de Dios, que difundirán sus rayos a los confines de la tierra.
Tú has preguntado si, con el advenimiento del Reino de Dios, todas las almas fueron salvadas. El sol de la Verdad ha brillado en esplendor sobre todo el mundo, y su luminosa aparición es la salvación del hombre, y su vida eterna; mas solo es de los salvados quien haya abierto bien el ojo de su discernimiento y contemplado aquella gloria.
Asimismo has preguntado si, en esta Dispensación Bahá'í, primará finalmente lo espiritual. Es verdad que la espiritualidad derrotará al materialismo, que lo celestial subyugará a lo humano, y que por medio de la educación divina, las masas de la humanidad en su generalidad darán grandes pasos en todos los grados de la vida, a excepción de aquellos que están ciegos y sordos y mudos y muertos. ¿Cómo pueden ellos comprender la luz? Aunque los rayos del sol iluminen los rincones más oscuros del globo, con todo, el ciego no puede participar de la gloria, y aunque la lluvia de la misericordia celestial se derrame en torrentes sobre toda la tierra, ningún arbusto y ninguna flor brotarán de un suelo yermo.

161

¡Oh tú quien buscas el Reino del cielo! Este mundo es como el cuerpo del hombre, y el Reino de Dios es como el espíritu de vida. Observa cuán oscuro y estrecho es el mundo físico del cuerpo del hombre, y cómo es presa de enfermedades y adversidades. Por otra parte, cuán fresco y luminoso es el dominio del espíritu humano. Juzga por esta metáfora cómo ha brillado el mundo del Reino, y cómo se han hecho obrar sus leyes en este dominio inferior. Aun cuando el espíritu está oculto a la vista, no obstante, sus mandamientos resplandecen como los rayos de luz sobre el mundo del cuerpo humano. Del mismo modo, aun cuando el Reino del cielo está oculto a la vista de eta gente inconsciente, no obstante, para aquel que ve con el ojo interior, está claro como el día.
Por consiguiente, habita siempre en el Reino y olvídate de este mundo de aquí abajo. Sé tan absorto en las emanaciones del espíritu que nada del mundo del hombre pueda distraerte.

162

¡Oh vosotros, queridos amigos de 'Abdu'l-Bahá! En todo momento me hallo a la espera de vuestras buenas nuevas, anhelando escuchar que estáis haciendo progresos de día en día, y que sois cada vez más iluminados con la luz de guía.
Las bendiciones de Bahá'u'lláh son un mar sin riberas, y aun la vida sempiterna es tan solo una gota del mismo. Las olas de ese mar lamen continuamente los corazones de los amigos, y de esas olas provienen las intimaciones del espíritu y las ardientes pulsaciones del alma, hasta que el corazón cede y, lo quiera o no, se vuelve humilde en oración hacia el Reino del Señor. Por consiguiente, haced todo cuanto podáis por librar vuestro ser interior, para que en todo momento reflejéis los nuevos esplendores el Sol de la Verdad.
Vivid, todos vosotros, en el corazón de 'Abdu'l-Bahá, y con cada aliento vuelvo mi rostro hacia el Umbral de la Unicidad, e invoco bendiciones para todos y cada uno de vosotros.

163

¡Oh vosotros dos, buscadores de la verdad! Vuestra carta ha sido recibida y leído con atención su contenido. En cuanto a las cartas que habíais enviado anteriormente, no todas fueron recibidas, mientras que algunas llegaron aquí en un tiempo cuando la crueldad de los opresores se había vuelto tan intensa, por lo que no era posible enviar una respuesta. Ahora vuestra presente carta está aquí y estamos en condiciones de contestarla y, por tanto, me he dispuesto a escribir acerca de muchos asuntos apremiantes, para que sepáis que sois queridos entre nosotros, y también aceptados en el Reino de Dios.
Vuestras preguntas, sin embargo, solo pueden ser contestadas resumidamente, ya que no hay tiempo para una respuesta detallada. La respuesta a la primera pregunta es: las almas de los hijos del Reino, después de su separación del cuerpo, ascienden al dominio de vida sempiterna. Pero si preguntáis por el lugar, sabed que el mundo de la existencia es un solo mundo, aunque son varias y diferentes sus posiciones. Por ejemplo, la vida mineral ocupa su propio plano, pero un ente mineral no tiene la menor conciencia acerca del reino vegetal y, de hecho, con su lengua interior niega que exista tal Reino. Del mismo modo, un ente vegetal nada sabe del mundo animal, permaneciendo completamente indiferente e ignorante del mismo, pues el grado del animal es superior al del vegetal, y el vegetal está separado como por un velo del mundo animal, e interiormente niega la existencia de ese mundo, y todo ello en circunstancias en que el mineral, el vegetal y el animal habitan todos en un mismo mundo. De igual modo, el animal se mantiene totalmente inconsciente de ese poder de la mente humana que concibe las ideas universales y pone al descubierto los secretos de la creación; de modo que un hombre que vive en el Oriente puede realizar planes y disposiciones para el Occidente; puede desentrañar misterios; aunque resida en el continente europeo, puede descubrir América; aunque esté ubicado en la tierra, puede comprender las realidades interiores de las estrellas de los cielos. De este poder de descubrimiento que pertenece a la mente humana, de este poder que puede captar las ideas universales y abstractas, el animal permanece totalmente ignorante y, de hecho, niega su existencia.
Del mismo modo, los moradores de esta tierra están completamente inconscientes del mundo del Reino, y niegan su existencia. Ellos preguntan, por ejemplo: "¿Dónde está el Reino? ¿Dónde está el Señor del Reino?" Esta gente es como el mineral y el vegetal, que nada saben de los dominios animal y humano; ellos no lo ven; ellos no lo encuentran. Y, sin embargo, el mineral y el vegetal, el animal y el hombre, viven todos juntos aquí en este mundo de la existencia.
En cuanto a la segunda pregunta: las pruebas y aflicciones de Dios tienen lugar en este mundo, no en el mundo del Reino. La respuesta a la tercera pregunta es ésta: que en el otro mundo, la realidad humana no adopta una forma física, sino que más bien adopta una forma celestial, constituida por elementos de aquel dominio celestial.
Y la respuesta a la tercera pregunta es ésta: que en el otro mundo, la realidad humana no adopta una forma física, sino que más bien adopta una forma celestial, constituida por elementos de aquel dominio celestial.
Y la respuesta a la cuarta pregunta: el centro del Sol de la Verdad está en el mundo celestial, el Reino de Dios. Aquellas almas que son puras e inmaculadas, al disolverse su armazón elemental, parten hacia el mundo de Dios, y aquel mundo está dentro de este mundo. Las gentes de este mundo, sin embargo, son inconscientes de aquel mundo, y son como el mineral y el vegetal que nada conocen acerca del mundo animal y del humano.
La respuesta a la quinta pregunta es ésta: Bahá'u'lláh ha erigido el tabernáculo de la unidad de la humanidad. Quienquiera que busque abrigo bajo este techo, ciertamente provendrá de otras moradas.
Y en cuanto a la sexta pregunta: si sobre un aspecto u otro surge algún desacuerdo entre dos grupos en conflicto, que se refieran al Centro del Convenio por una solución al problema.
Y en cuanto a la séptima pregunta: Bahá'u'lláh Se ha hecho manifiesto a toda la humanidad y ha invitado a todos a la mesa de Dios, el banqueta de divina munificencia. En la actualidad, no obstante, la mayor parte de los que están sentados a esa mesa de los pobres, y es por ello que Cristo ha dicho que bienaventurados son los pobres; pues la riqueza impide a los ricos entrar en el Reino; y además él dice: "Es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el Reino de Dios."55 Si, no obstante, la riqueza de este mundo y la gloria y la fama mundanas no obstruyen su entrada, aquel rico será favorecido ante el Sagrado Umbral y aceptado por el Señor del Reino.
En breve, Bahá'u'lláh Se ha hecho manifiesto para educar a todos los pueblos del mundo. Él es el educador Universal, ya sea de los ricos o de los pobres, ya sea de los negros o de los blancos, o de los pueblos del este o del oeste, o del norte o del sur.
Entre aquellos que visitan 'Akká algunos han hecho grandes progresos. Siendo candelas sin luz, se encendieron; estando marchitos, llegaron a florecer; estando muertos, fueron vueltos a la vida, y regresaron a su casa con nuevas de gran felicidad. Pero otros, es verdad, simplemente pasaron; solo dieron un paseo.
Oh vosotros dos, quienes estáis fuertemente atraídos hacia el Reino; agradeced a Dios que hayáis hecho de vuestro hogar un centro bahá'í y un lugar de reunión para los amigos.

164

¡Oh vosotras dos, fieles y confirmadas almas! La carta ha sido recibida. Alabado sea Dios, ella comunicaba buenas nuevas. California está preparada para la promulgación de las Enseñanzas de Dios. Mi esperanza es que os esforcéis de alma y corazón para que la dulce esencia perfume el olfato...
Transmitid mis respetuosos saludos a la Sra. Chase, y decidle: "el Señor Chase es una estrella centelleante en el horizonte de la Verdad, mas en la actualidad aún se encuentra detrás de las nubes; pronto éstas se dispersarán y el esplendor de esa estrella iluminará el estado de California. Aprecia esta dádiva de haber sido su esposa y su compañera en la vida."
Todos los años en el aniversario de la ascensión56 de esta alma bendita, los amigos deben visitar su tumbar en el nombre de 'Abdu'l-Bahá, y con la mayor sumisión y humildad y con todo respeto, habrán de colocar en su sepultura coronas de flores y permanecer todo el día en serena oración, mientras vuelven sus rostros hacia el Reino de los Signos, mencionando y alabando los atributos de esa persona ilustre.

165

¡Oh mi Dios! ¡Oh mi Dios! Verdaderamente, tu siervo, humilde ante la majestad de tu divina preeminencia, sumiso ante la puerta de tu unicidad, ha creído en Ti y en tus versos, ha atestiguado tu palabra, ha sido encendido con el fuego de tu amor, ha sido sumergido en las profundidades del océano de tu conocimiento, ha sido atraído por tus brisas, ha confiado en Ti, ha vuelto su rostro hacia Ti, Te ha ofrecido sus súplicas y le han sido asegurados tu perdón y tu clemencia. Ha abandonado esta vida mortal y ha volado hacia el Reino de la inmortalidad, anhelando el favor de encontrarse contigo.
¡Oh Señor! Glorifica su posición, cobíjale en el pabellón de tu suprema misericordia, hazle entrar en tu glorioso paraíso y perpetúa su existencia en tu exaltada rosaleda, para que pueda sumergirse en el mar de luz del mundo de los misterios.
Verdaderamente Tú eres el Generoso, el Poderoso, el Perdonador y el Donador.

¡Oh tú, alma confirmada, tú, sierva del Señor...! No te apenes por el fallecimiento de tu respetado esposo. Él, verdaderamente, ha alcanzado el encuentro de su Señor en la sede de Verdad, en la presencia del poderoso Rey. No supongas que lo has perdido. Se descorrerá el velo y contemplarás su rostro iluminado en el Concurso Supremo. Tal como Dios, el Exaltado, ha dicho: "Ciertamente, le reviviremos a una vida feliz." Por consiguiente, debe concedérsele suprema importancia, no a esta primera creación, sino más bien a la vida futura.

166

¡Oh siervo de Bahá! Sé abnegado en el sendero de Dios, y emprende el vuelo hacia los cielos del amor de la Belleza de Abhá, pues cualquier movimiento que sea animado por el amor se desplaza desde la periferia al centro, desde el espacio al Sol del universo. Tal vez consideres que esto es difícil, pero yo te digo que ese no puede ser el caso, pues cuando el poder que motiva y guía es la fuerza divina del magnetismo, es posible, con su ayuda, atravesar fácil y velozmente el tiempo y el espacio. La gloria sea para con el pueblo de Bahá.

167

Tú has preguntado acerca del destino, la predestinación y la voluntad. El destino y la predestinación consisten en las relaciones necesarias e indispensables, las cuales existen en las realidades de las cosas. Estas relaciones han sido ubicadas en las realidades de los seres existentes por medio del poder de la creación, y todo episodio es una consecuencia de la necesaria relación. Por ejemplo, Dios ha creado una relación entre el sol y el globo terrestre, según la cual los rayos del sol habrán de brillar y el suelo habrá de producir. Estas relaciones constituyen la predestinación, y su manifestación en el plano de la existencia es el destino. La voluntad es aquella fuerza activa que controla estas relaciones y estos episodios. Tal es el resumen de la explicación acerca del destino y la predestinación. No dispongo de tiempo para una explicación más detallada. Medita sobre esto; la realidad del destino, de la predestinación y la voluntad se hará manifiesta.

168

¡Oh tú, dama del Reino! Alaba a Dios, pues en esta edad, la edad de la Dispensación de Bahá'u'lláh, tú has sido despertada, has sido hecha consciente de la Manifestación del Señor de las Huestes.57 Todas las gentes del mundo están enterradas en las sepulturas de la naturaleza, o están adormecidas, o son negligentes o inconscientes. Tal como dijo Cristo: "Puedo venir cuando no estéis conscientes. La venida del Hijo del Hombre es como la venida de un ladrón a una casa, cuyo dueño está completamente inconsciente."
En breve, mi esperanza es que por las mercedes de Bahá'u'lláh puedas progresar diariamente en el Reino, que llegues a ser un ángel celestial, confirmado por los hálitos del Espíritu Santo, y puedas erigir una estructura que permanecerá eternamente firme e inconmovible...
¡Estos días son muy preciosos; aprovecha esta oportunidad y enciende una candela que nunca será extinguida, la cual verterá su luz eternamente, iluminando el mundo de la humanidad!

169

¡Oh vosotras dos, pacientes almas! Vuestra carta ha sido recibida. El fallecimiento de aquel amado joven y su separación de vosotras ha provocado el más grande dolor y la mayor pena; pues en la flor de la edad y en la lozanía de su juventud emprendió su vuelo hacia el nido celestial. Mas él ha sido librado de este albergue lleno de dolor y ha vuelto su rostro hacia el sempiterno nido del Reino y, liberado de un mundo estrecho y oscuro, se ha dirigido presuroso hacia el santificado dominio de la luz; en ello yace el consuelo de nuestros corazones.
La inescrutable sabiduría divina es la razón fundamental de tan desgarradores sucesos. Es como si un bondadoso jardinero transfiriera a un joven y tierno arbusto, desde un lugar confinado a una amplia área abierta. Esta transferencia no es la causa del marchitamiento, de la decadencia o la destrucción de ese arbusto; más bien, por el contrario, le hace crecer y prosperar, adquirir frescura y delicadeza, volverse verde y producir frutos. Este secreto oculto lo conoce bien el jardinero, pero aquellas almas que no son conscientes de esta misericordia suponen que el jardinero, en su cólera o su ira, ha desarraigado al arbusto. Mas para aquellas que son conscientes, este hecho encubierto se halla manifiesto, y este decreto predestinado es considerado una munificencia. Por consiguiente, no os sintáis tristes o desconsolados por la ascensión de aquella ave de la fidelidad; es más, en todas las circunstancias orad por ese joven, suplicando el perdón para él, y la elevación de su posición.
Espero que alcanzaréis la mayor paciencia, serenidad y resignación, y suplico e imploro ante el Umbral de la Unicidad, pidiendo la remisión y el perdón. Es mi esperanza que Él, de las infinitas mercedes de Dios, otorgue amparo a esta paloma del jardín de la fe, y le haga habitar en la rama del Concurso Supremo, para que en la más hermosa de las melodías pueda cantar la alabanza y la glorificación del Señor de los Nombres y Atributos.

170

¡Oh tú, investigadora del Reino! Tu carta ha sido recibida. Tú has escrito acerca de la severa calamidad que te ha sobrevenido, el fallecimiento de tu respetado esposo. Aquel honorable hombre estaba tan sometido a las presiones y tensiones de este mundo, que su mayor deseo era el de ser liberado de él. Así es esta morada mortal, un almacén de penas y sufrimientos. Es la ignorancia lo que ata al hombre a él, pues ningún confort puede asegurarse a ningún alma en este mundo, desde el monarca hasta el más humilde plebeyo. Si alguna vez esta vida ofrece a un hombre un trago dulce, le seguirán un centenar de tragos amargos; tal es la condición de este mundo. El hombre sabio, por consiguiente, no se apega a esta vida mortal y no depende de ella; en algunos momentos, incluso, él ansiosamente desea la muerte, para poder, de ese modo, quedar liberado de estas penas y aflicciones. Así es como se ve que algunos, bajo la extrema presión de la angustia, se han suicidado.
En cuanto a tu esposo, ten certeza. Será sumergido en el océano del perdón y la remisión, y llegará a ser un recipiente de la munificencia y el favor. Haz el mayor esfuerzo por brindar a su hijo una formación bahá'í, para que cuando llegue a la madurez pueda ser misericordioso, iluminado y celestial.

171

¡Oh tú, bienamada sierva de Dios! Aunque la pérdida de un hijo es, en verdad, algo desgarrador y está más allá del límite que un ser humano puede soportar, no obstante, alguien que sabe y comprende tiene la seguridad de que el hijo no ha sido perdido sino que, más bien, ha pasado de éste a otro mundo, y que lo encontrará en el dominio divino. Esa reunión será para la eternidad, mientras que en este mundo la separación es inevitable y causa un ardiente dolor.
Loado sea Dios ya que tienes fe, y diriges tu rostro hacia el Reino Sempiterno, y crees en la existencia de un mundo celestial. Por tanto, no te acongojes, no languidezcas, no suspires, no te quejes, no llores; pues la agitación y el duelo afectan profundamente a su alma en el dominio divino.
Ese amado hijo tuyo se dirige a ti desde el oculto mundo: "Oh tú, madre bondadosa, agradece a la divina Providencia por haber sido librado de una jaula pequeña y oscura y, como las aves de las praderas, me he remontado hasta el mundo divino, un mundo que es espacioso, iluminado y siempre alegre y jubiloso. Por tanto, no te lamentes, oh madre, y no te apenes; yo no soy de los que se han perdido, ni he sido aniquilado, ni destruido. Me he librado de la forma mortal y he elevado mi enseña en este mundo espiritual. A continuación de esta separación, está la compañía imperecedera. Tú me encontrarás en el cielo del Señor, inmerso en un océano de luz."

172

Alabado sea Dios, pues tu corazón está ocupado en la conmemoración de Dios, tu alma se regocija con las buenas nuevas de Dios, y estás absorta en oración. El estado de oración es la mejor de las condiciones, pues el hombre entonces está en asociación con Dios. La oración verdaderamente confiere vida, en especial cuando es ofrecida en privado y en ciertos momentos, tales como la medianoche, cuando se está libre de las preocupaciones diarias.

173

Aquellas almas que, en este día, entran en el Reino divino, y alcanzar la vida sempiterna, aunque materialmente habiten en la tierra, en realidad se remontan en el dominio del cielo. Aunque sus cuerpos permanezcan en la tierra, sus espíritus viajan en la inmensidad del espacio. Ya que a medida que los pensamientos se amplían y se vuelven iluminados, adquieren el poder del vuelo y transportan al hombre al Reino de Dios.

174

¡Oh vosotros, amigos espirituales de 'Abdu'l-Bahá! La carta que habéis escrito, ha sido leída con atención; su contenido es muy grato e indica vuestra firmeza y vuestra constancia en la Causa de Dios.
Esa Asamblea descansa a la sombra protectora del Señor de toda munificencia, y es mi esperanza que, como corresponde a ese cuerpo, habrá de ser favorecida y fortalecida por los hálitos del Espíritu Santo, y que día a día amaréis a Dios cada vez en mayor medida, y que llegaréis a estar fuertemente ligados a la Belleza que perdura por siempre, a Aquel quien es la luz del mundo. Pues el amor de Dios y la atracción espiritual limpian y purifican el corazón humano, y lo visten y engalanan con la inmaculada vestidura de la santidad; y una vez que el corazón se halla enteramente unido a Dios, y vinculado a la Bendita Perfección, entonces la gracia de Dios será revelada.
Este amor no es del cuerpo sino enteramente del alma. Y aquellas almas cuyo ser interior está encendido con el amor de Dios son como esparcidores rayos de luz, y resplandecen como estrellas de santidad en un cielo puro y cristalino. Pues el verdadero amor, el amor real, es el amor a Dios, y está santificado por encima de las nociones y la imaginaciones de los hombres.
Que los bienamados de Dios, todos y cada uno de ellos, sean la esencia de la pureza, la vida misma de la beatitud, para que en cada país puedan llegar a ser famosos por su santidad, su independencia de espíritu y su humildad. Que sean animados por los sorbos del cáliz eterno del amor de Dios, y se regocijen al beber de los toneles del vino del Cielo. Que contemplen la Bendita Belleza, y sientan el calor intenso y el éxtasis de ese encuentro, y queden mudos de reverencia y asombro. Ésta es la posición de los sinceros, éste es el sendero de los leales; éste es el esplendor que fulgura en los rostros de quienes se hallan cerca de Dios.
Por consiguiente, los amigos de Dios deben, con la más absoluta santidad, de común acuerdo, elevarse en espíritu, unidos unos con otros, a un grado tal que lleguen a ser como un único ser y una sola alma. En un plano como éste los cuerpos físicos no desempeñan ningún papel, sino, más bien, es el espíritu el que se hace cargo y gobierna; y cuando su poder lo envuelve todo, se logra entonces la unión espiritual. Esforzaos día y noche por cultivar vuestra unidad en el grado más pleno. Que vuestros pensamientos se refieran a vuestro propio desarrollo espiritual, y que cerréis vuestros ojos a las deficiencias de las demás almas. Actuad de este modo, mostrando hechos puros y hermosos, y modestia y humildad, para que seáis la causa del despertar de otros.
Es el deseo de 'Abdu'l-Bahá no ver nunca a ningún ser herido, ni habrá de hacer sufrir a nadie; pues el hombre no puede recibir un don más grande que el de alegrar el corazón de alguien. Ruego a Dios que seáis portadores de alegría, como son los ángeles del Cielo.

175

El encanto mortal habrá de desvanecerse, las rosas darán paso a las espinas, la belleza y la juventud vivirán sus días y dejarán de ser. Mas aquello que perdura eternamente es la Belleza del Verdadero, pues su esplendor no parece y su gloria permanece por siempre; su encanto es todo poderoso y su atracción, infinita. ¡Bienaventurado es, entonces, aquel semblante que refleja la Luz del Bienamado! Alabado sea el Señor, pues tú has sido iluminado con esta Luz, has adquirido la perla del verdadero conocimiento, y has expresado la Palabra de Verdad.

176

¡Oh tú, quien estás atraído al Reino de Dios! Toda alma busca un objetivo y abriga un deseo, y día y noche se empeña en alcanzar su meta. Uno ambiciona riquezas, otro anhela la gloria, y otro ansía la fama, el arte, la prosperidad, y cosas semejantes. Sin embargo, al final, todos están condenados a la pérdida y al desengaño. Todos y cada uno de ellos dejan tras de sí todo cuanto es suyo y, con las manos vacías, parten al dominio del más allá, y todos sus esfuerzos serán en vano. Al polvo todos habrán de regresar, desnudos, deprimidos, descorazonados y en completa desesperación.
Pero, loado sea el Señor, tú estás ocupado en lo que te asegura una ganancia que perdurará eternamente; y eso no es sino tu atracción al Reino de Dios, tu fe, y tu conocimiento, la ilustración de tu corazón, y tu fervoroso empeño en promover las Divinas Enseñanzas.
¡En verdad, este don es imperecedero y esta riqueza es un tesoro que proviene de lo alto!

177

¡Oh llama viviente del amor celestial! Tu corazón ha sido tan inflamado de amor a Dios, que a diez mil leguas de distancia se pueden sentir y ver su calor y esplendor. El fuego encendido por la mano mortal proporciona luz y calor tan solo a un pequeño espacio, mientras que esta sagrada llama que ha encendido la mano de Dios, aunque arda en el Este, inflamará al Oeste y proporcionará calor tanto al Norte como al Sur; es más, se elevará desde este mundo y brillará con la llama más abrasadora en los dominios de lo alto, e inundará de luz al Reino de eterna gloria.
Feliz de ti por haber obtenido un don tan celestial, bienaventurado eres por haber sido favorecido con sus divinas dádivas.
La gloria de Dios descanse sobre ti y sobre aquellos que se aferran al firme asidero de su Voluntad y su santo Convenio.

178

¡Oh sierva de Dios! Tu carta fechada el 9 de diciembre de 1918 ha sido recibida. Su contenido fue leído con atención. Nunca pierdas tu confianza en Dios. Ten siempre esperanzas, pues las dádivas de Dios nunca cesan de fluir sobre el hombre. Si observas desde cierta perspectiva, ellas parecieran decrecer, mas desde otra, son plenas y completas. El hombre, en todas las condiciones, está inmerso en un mar de bendiciones de Dios. Por tanto, no desesperes bajo ninguna circunstancia, sino más bien permanece firme en tu esperanza.
La concurrencia a las reuniones de los amigos está destinada específicamente a que se mantengan alertas, vigilantes, amantes y atraídos al Reino divino.
Si tienes el pleno y fervoroso deseo de viajar a Phillsburg, Montana, pueden hacerlo; tal vez te será posible encender una candela en medio de ese grupo de mineros y hagas que despierten, y se vuelvan atentos, de modo que se dirijan a Dios y puedan adquirir una porción de la Munificencia del Reino divino.

179

Esforzaos todo cuanto podáis por volveros enteramente hacia el Reino, a fin de que logréis adquirir coraje innato y poder ideal.

180

Yo espero que en este mundo inferior llegues a obtener la luz celestial, que liberes a las almas de la lobreguez de la naturaleza, la cual es el reino animal, y les hagas alcanzar sublimes posiciones en el reino humano. En la actualidad toda la gente está sumergida en el mundo de la naturaleza. Es por eso por lo que ves celos, avaricia, lucha por la supervivencia, engaño, hipocresía, tiranía, opresión, disputas, contiendas, derramamiento de sangre, saqueo y pillaje, todo lo cual emana del mundo de la naturaleza. Son pocos los que han sido librados de esa oscuridad, que han ascendido del mundo de la naturaleza al mundo del hombre, que han seguido las Enseñanzas divinas, que han servido al mundo de la humanidad, quienes son resplandecientes, misericordiosos, iluminados, y semejantes a un jardín de rosas. Esfuérzate todo cuanto puedas por llegar a ser semejante a Dios, caracterizado con sus atributos, iluminado y misericordioso, para que seas librado de toda atadura y llegues a estar apegado de corazón al Reino del Señor incomparable. Ésta es la munificencia bahá'í, y ésta es la luz celestial.

181

Con respecto a lo expresado en Las Palabras Ocultas, de que el hombre debe renunciar a su propio yo, el significado es que debe renunciar a sus deseos inmoderados, a sus propósitos egoístas y a los impulsos de su yo humano, y tratar de encontrar los santos hálitos del espíritu, y seguir los anhelos de su ser superior, y sumergirse en el mar del sacrificio, con su corazón fijo en la belleza del Todoglorioso.
En cuanto a la referencia de Las Palabras Ocultas al Convenio celebrado en el monte Parán, ello significa que, a la vista de Dios, el pasado, el presente y el futuro son todos uno y el mismo; en tanto que, con respecto al hombre, el pasado se ha ido y está olvidado, el presente es fugaz y el futuro está dentro del dominio de la esperanza. Y es un principio básico de la Ley de Dios que en toda Misión Profética, Él celebra un Convenio con todos los creyentes, un Convenio que perdura hasta el final de esa Misión, hasta el día prometido, cuando el Personaje estipulado al comienzo de la Misión Se hace manifiesto. Considera a Moisés, Aquel Quien conversó con Dios. Verdaderamente, en el monte Sinaí, Moisés celebró un Convenio referente al Mesías, con todas aquellas almas que vivirían en el día del Mesías. Y aunque esas almas aparecieron muchos siglos después de Moisés, no obstante, en lo que concierne al Convenio, el cual se halla fuera del tiempo, estaban presentes allí con Moisés. Los judíos, sin embargo, descuidaron esto y no lo recordaron, y así sufrieron una grande y evidente pérdida.
En cuanto a la referencia en la parte en árabe de Las Palabras Ocultas, en el sentido de que el ser humano debe llegar a desprenderse del yo, también aquí el significado es que, en esta vida que pasa velozmente, no debe buscar nada para sí mismo, sino que debe cercenar el yo, ello es, debe sacrificar el yo y todos sus intereses en el campo del martirio, en el tiempo de la venida del Señor.

182

¡Oh vosotros, quienes os aferráis firmemente al Convenio y Testamento! En este día, desde los dominios del todoglorioso, desde el Reino de Santidad, donde se elevan las hosannas de glorificación y las alabanzas, la Compañía en lo alto dirige su mirada sobre vosotros. Todas las veces que su mirada ilumina las reuniones de aquellos quienes son constantes en el Convenio y Testamento, ellos exclaman: "¡Buenas nuevas, buenas nuevas!" Entonces, exultantes, elevan sus voces y proclaman: "¡Oh, comunión espiritual! ¡Oh, reunión de Dios! ¡Bienaventurados sois! ¡Buenas nuevas a vosotros! Que estén radiantes vuestros rostros, y sed animosos, pues os adherís al Convenio del Amado de todos los mundos, y estáis encendidos con el vino de su Testamento. Habéis empeñado vuestra palabra al Antiguo de los Días, habéis apurado el cáliz de la lealtad. Habéis guardado y defendido la Causa de Dios; no habéis sido la razón de dividir su Palabra; no habéis rebajado su Fe, sino que os habéis esforzado por glorificar su Santo Nombre; no habéis dejado que la Bendita Causa sea expuesta al escarnio de la gente. No habéis permitido que sea humillada la Posición Designada, no habéis deseado ver al Centro de la Autoridad desacreditado o expuesto a la burla y la persecución. Os habéis empeñado en mantener la Palabra íntegra y única. Habéis traspuesto los portales de la misericordia. No habéis dejado que la Bendita Belleza se borre de vuestras mentes, y se desvanezcan sin ser recordada."
La gloria descanse sobre vosotros.

183

¡Oh tú, hija del Reino! Tu carta ha sido recibida. Fue como la melodía del divino ruiseñor cuyo canto deleita los corazones. Y ello porque su contenido expresa fe, seguridad y firmeza en el Convenio y Testamento. Hoy en día el poder dinámico del mundo de la existencia es el poder del Convenio, el cual, como una arteria, late en el cuerpo del mundo contingente y brinda protección a la unidad bahá'í.
A los bahá'ís se les impone establecer la unidad de la humanidad; y si no pueden unirse en torno a un solo punto, ¿cómo habrán de ser capaces de llevar a cabo la unidad de la humanidad?
El propósito de la Bendita Belleza al celebrar este Convenio y Testamento fue el de reunir a todos los seres existentes en torno a un solo punto, para que las almas desconsideradas, quienes en todo ciclo y generación han sido la causa de disensión, no puedan socavar la Causa. Él, por tanto, ha impuesto que todo cuanto emane del Centro del Convenio es correcto y se halla bajo su protección y su amparo, mientras que todo lo demás es error.
Alabado sea Dios, puesto que tú eres firme en el Convenio y el Testamento.

184

¡Oh vosotras, almas benditas! Aunque soportáis cruciales pruebas en razón de los repetidos y asiduos intentos de alguna gente por debilitar la fe de los amigos en Los Ángeles, no obstante, os encontráis bajo la mirada protectora de la munificencia de Bahá'u'lláh y sois asistidos por legiones de ángeles.
Caminad, por consiguiente, con paso seguro, y ocupaos con la mayor seguridad y confianza en la promulgación de las divinas fragancias, en la glorificación de la Palabra de Dios y la firmeza en el Convenio. Estas seguros que si un alma se levanta con extrema perseverancia y eleva el Llamado del Reino y resueltamente proclama el Convenio, si fuese una insignificante hormiga, sería capaz de arrojar lejos del ruedo al formidable elefante, y si fuese una débil polilla, cercenaría en jirones el plumaje del buitre rapaz.
Esforzaos, por tanto, para que podáis desordenar y dispersar al ejército de la duda y el error con el poder de las sagradas expresiones. Ésta es mi exhortación y éste es mi consejo. No disputéis con nadie y evitad toda forma de discordia. Expresad la Palabra de Dios. Si él la acepta, se habrá logrado el propósito deseado, y si se aparta, abandonadle a sí mismo y confiad en Dios.
Tal es el atributo de aquellos que son firmes en el Convenio.

185

¡Oh vosotros, amigos y siervas del Misericordioso! Se ha recibido una carta de la Asamblea Espiritual Local de Los Ángeles. Señalaba el hecho de que las almas benditas de California, como una montaña inconmovible, están resistiendo el vendaval de la violación, como árboles benditos que han sido plantados en el suelo del Convenio, y que son muy firmes y constantes. Por tanto, se tiene la esperanza de que mediante las bendiciones del Sol de la Verdad puedan crecer diariamente en firmeza y en constancia. Las pruebas de cada dispensación están en proporción directa a la grandeza de la Causa, y como hasta ahora no se ha celebrado un Convenio tan manifiesto, escrito por la Pluma Suprema, las pruebas son proporcionalmente más severas. Estas tribulaciones hacen flaquear a las almas débiles, mientras que aquellas que son firmes, no son afectadas. Estas agitaciones de los violadores no son más que la espuma del océano, la cual es uno de sus rasgos inseparables; pero el océano del Convenio se embravecerá y arrojará a la orilla los cuerpos de los muertos, pues no puede retenerlos. Y así se observa que el océano del Convenio se ha embravecido una y otra vez, hasta expeler los cuerpos muertos, almas privadas del Espíritu de Dios y perdidas en la pasión y el yo, y que están buscando el liderazgo. Esta espuma del océano no perdurará y pronto se dispersará y se desvanecerá, mientras que el océano del Convenio se agitará y rugirá eternamente...
Desde los primeros días de la creación hasta el presente, a través de todas las dispensaciones divinas, no se ha celebrado un Convenio tan firme y explícito. En vista de este hecho, ¿es posible que esta espuma permanezca en la superficie del océano del Convenio? ¡No, por Dios! Los violadores están pisoteando su propia dignidad, están desarraigando sus propios cimientos y se sienten orgullosos de ser apoyados por aduladores que realizan un gran esfuerzo por hacer vacilar la fe en las almas débiles. Pero esta acción no tiene ninguna importancia; es un espejismo y no agua, es espuma y no mar, es niebla y no una nube, es ilusión y no realidad. Todo esto pronto lo veréis.
Loado sea Dios, ya que sois firmes y constantes; estad agradecidos, pues al igual que árboles benditos estáis firmemente plantados en el suelo del Convenio. Seguramente, todo aquel que es firme crecerá, producirá nuevos frutos, y diariamente aumentará su frescura y su gracia. Reflexionad acerca de todos los escritos de Bahá'u'lláh, ya sean epístolas u oraciones, y de seguro os encontraréis con un millar de pasajes en los cuales Bahá'u'lláh ruega: "¡Oh Dios! Desbarata a los violadores del Convenio y derrota a los opresores del Testamento." "Aquel que niega el Convenio y Testamento es rechazado por Dios, y aquel que permanece en él firme y constante, es favorecido ante el Umbral de la Unicidad." Semejantes apotegmas y oraciones abundan; referíos a ellos y conoceréis.
Nunca estéis deprimidos. Cuanto más perturbados os encontréis debido a la violación, tanto más ahondaréis en firmeza y en constancia, y estad seguros de que las huestes divinas habrán de triunfar, pues se les ha asegurado la victoria del Reino de Abhá. En todas las regiones, el estandarte de la firmeza y la constancia es izado, y la bandera de la violación es deshonrada, ya que solo unas pocas almas débiles han sido apartadas por la adulación y los engañosos argumentos de los violadores, quienes exteriormente, con el mayor cuidado, exhiben entereza, mas interiormente están dedicados a la agitación de las almas. Solo unos pocos de ellos, quienes son los cabecillas de aquellos que perturban y agitan, son visiblemente conocidos como violadores, mientras que el resto, por los medios más sutiles, engañan a las almas, puesto que en apariencia sostienen su firmeza y constancia en el Convenio, mas cuando encuentran oídos que demuestran interés, secretamente siembran la semilla de la sospecha. El caso de todos ellos se asemeja a la violación del Convenio llevada a cabo por Judas Iscariote y sus seguidores. Considera: ¿ha quedado, después de ellos, algún resultado o algún rastro? Ni tan siquiera un nombre de sus seguidores ha quedado, y aun cuando algunos judíos se pusieron de su parte, es como su no hubiese tenido seguidores en absoluto. Este Judas Iscariote, quien era el líder de los apóstoles, traicionó a Cristo por treinta monedas de plata. ¡Prestad atención, oh vosotros, gente de percepción!
En este tiempo, estos insignificantes violadores seguramente traicionarán al Centro del Convenio, por la cuantiosa suma que por los medios más sutiles han mendigado. Han pasado treinta años desde que ascendió Bahá'u'lláh, y en todo ese tiempo estos violadores se han empeñado a más no poder. ¿Y qué han logrado? En todas las condiciones aquellos que han permanecido firmes en el Convenio han triunfado, mientras que los violadores se han topado con la derrota, con la desilusión y el abatimiento. Después de la ascensión de 'Abdu'l-Bahá no quedará rastro de ellos. Estas almas son ignorantes de lo que habrá de suceder y están orgullosas de sus propias fantasías.
En breve, ¡oh vosotros, amigos de Dios y siervas del Misericordioso! La mano de la munificencia divina ha colocado sobre vuestras cabezas una corona de piedras preciosas, cuyas gemas habrán de brillar eternamente sobre todas las regiones. Apreciad esta dádiva, desatad vuestras lenguas en alabanzas y en acción de gracias, y dedicaos a la promulgación de las Enseñanzas Divinas, pues éste es el espíritu de vida, y el instrumento de la salvación.

186

¡Oh tú, quien eres firme en el Convenio! Se han recibido de ti tres cartas consecutivas. Por su contenido se ha tomado conocimiento de que en Cleveland los corazones están afligidos debido a los tenebrosos hálitos de los violadores del Convenio, y que ha disminuido la armonía entre los amigos. ¡Válgame Dios! Un centenar de veces se ha predicho que los violadores están al acecho y que desean por todos los medios provocar disensión entre los amigos, a fin de que esta disensión termine en violación del Convenio. ¿Cómo es que, a pesar de esta advertencia, los amigos han desatendido esta explícita aseveración?
El aspecto en cuestión es claro, directo, y sumamente breve. O bien Bahá'u'lláh era sabio, omnisciente y conocedor de lo que habría de suceder, o bien era ignorante y Se hallaba equivocado. Él, con su pluma suprema, celebró un firme Convenio y Testamento con todos los bahá'ís, primero con los AghÐán, los Afnán y sus parientes, y les ordenó obedecer y volverse hacia Él. Por su pluma suprema Él ha declarado explícitamente que el objeto del siguiente versículo del Kitáb-i-Aqdas es la Más Grande Rama:
"Cuando el océano de mi presencia haya menguado y esté concluido el Libro de mi Revelación, volved vuestros rostros hacia Aquel a Quien Dios ha propuesto, Quien ha brotado de esta Antigua Raíz." Su significado, brevemente, es el siguiente: que luego de mi ascensión incumbe a los AghÐán, los Afnán y los parientes, y a todos los amigos de Dios, volver su rostro hacia Aquel Quien ha brotado de la Antigua Raíz.
Él también dice claramente en el Kitáb-i-Aqdas: "¡Oh vosotros, gentes del mundo! Cuando la Paloma Mística haya levantado vuelo desde su Santuario de Alabanza, buscando su lejano destino, su habitación oculta, remitid lo que no entendáis en el Libro a Aquel Quien ha surgido de este poderoso Tronco." Dirigiéndose a todas las gentes del mundo, él dice: Cuando la Paloma Mística emprenda vuelo desde el huerto de la alabanza hacia la Más Suprema e Invisible Posición, ello es, cuando la Bendita Belleza Se aleje del mundo contingente hacia el dominio invisible, someted todo lo que no entendáis en el Libro a Aquel Quien ha brotado de la Antigua Raíz. Esto es, cualesquier cosas que Él diga es la más pura verdad.
Y en el Libro del Convenio Él explícitamente dice que el objeto de este versículo, "Quien ha brotado de esta Antigua Raíz," es la Más Poderosa Rama. Y Él ordena a todos los AghÐán, los Afnán y los parientes y los bahá'ís que se vuelvan a Él. Ahora bien, o se debe decir que la Bendita Belleza ha cometido un error, o bien debe ser obedecido. 'Abdu'l-Bahá no tiene ningún mandamiento que deban obedecer las gentes, salvo la difusión de las fragancias de Dios, la exaltación de su Palabra, la promulgación de la unidad del mundo de la humanidad, el establecimiento de la paz universal, y otros de entre los mandamientos de Dios. Éstos son mandamientos divinos y nada tienen que ver con 'Abdu'l-Bahá. Quienquiera que lo desee puede aceptarlos, y aquel que los rechace puede hacer lo que le plazca.
Ahora bien, algunos de los promotores de discordia, con muchas estratagemas, están tratando de obtener el liderazgo, y con el objeto de alcanzar esta posición infiltran dudas entre los amigos para causar diferencias, y que estas diferencias les permitan atraerse un grupo para ellos mismos. Los amigos de Dios deben estar despiertos y deben saber que la difusión de estas dudas es motivada por los deseos personales y el logro del liderazgo.
No trastornéis la unidad bahá'í, y sabed que esta unidad no puede mantenerse sino por medio de la fe en el Convenio de Dios.
Tú tienes el deseo de viajar para poder difundir las fragancias de Dios. Esto es muy conveniente. Ciertamente, las confirmaciones divinas te ayudarán, y el poder del Convenio y Testamento te asegurará el triunfo y la victoria.

187

¡Oh tú, quien eres firme en el Convenio! Tu carta ha sido recibida. Has manifestado satisfacción con la Convención, y que esa reunión ha sido el instrumento de la elevación de la Causa de Dios y la demostración del poder de su Palabra. La grandeza de la Causa hace desaparecer estas diferencias y puede ser comparada con la salud en el cuerpo de un hombre, la cual, cuando se establece, cura toda enfermedad y debilidad. Es nuestra esperanza que no quede ningún rastro de oposición; pero algunos de los amigos en América están impacientes en sus nuevas ambiciones, y se esfuerzan y buscan bajo tierra y en el aire, con el objeto de descubrir cualquier cosa que pueda engendrar disensión.
Alabado sea Dios, todas esas puertas están cerradas en la Causa de Bahá'u'lláh, pues ha sido designado un Centro especial con autoridad, un Centro que resuelve todas las dificultades y resguarda de todas las diferencias. La Casa Universal de Justicia, asimismo, resguarda de todas las diferencias, y todo cuanto ella prescriba debe ser aceptado, y aquel que comete transgresión es rechazado. Pero esta Casa Universal de Justicia, la cual es el cuerpo legislativo, aún no ha sido instituida.
De este modo se observa que no queda ningún medio para la disensión, mas los deseos carnales son la causa de las diferencias, tal como es el caso de los violadores. Éstos no dudan acerca de la validez del Convenio, pero los motivos egoístas les han arrastrado a esta condición. No es que no sepan lo que hacen; ellos están perfectamente conscientes y a pesar de eso muestran oposición.
En breve, el océano del Convenio es tumultuoso y extenso. Lanza a la orilla la espuma de la violación, y así podéis permanecer seguros. Dedícate a la tarea de adelantar el Mashriqu'l-Adhkár, y a preparar los medios para la difusión de las divinas fragancias. No te dediques a nada fuera de esto, pues de otro modo disiparás tu atención y el trabajo no avanzará.

188

¡Oh vosotros, quienes sois tan queridos y amados por 'Abdu'l-Bahá! Hace mucho tiempo que mi oído interior no ha escuchado ninguna dulce melodía de ciertas regiones, ni se ha alegrado mi corazón; y ello, no obstante el hecho de que estáis siempre presentes en mis pensamientos y que os encontráis claramente visibles ante mis ojos. Apunto de rebasar está la copa de mi corazón con el vino del amor por vosotros, y mi anhelo por veros fluye como el espíritu por mis arterias y mis venas. Por ello, es evidente cuán grande es mi aflicción. Actualmente, y durante toda esta tempestad de calamidades que están ahora lanzando sus olas hasta el elevado cielo, crueles e incesantes dardos son arrojados contra mí desde todas direcciones, y en todo momento, aquí en la Tierra Santa, se reciben noticias aterradoras, y cada día aporta su cuota de horror. El Centro de la Sedición había imaginado que bastaba su arrogante rebelión para provocar la ruina del Convenio y Testamento; bastaría esto, pensaba, para desviar a los rectos de la Santa Voluntad. Por ello envió a todas partes sus panfletos de duda, tramando muchos planes secretos. Luego proclamaría que el edificio de Dios había sido destruido, y anulados sus divinos mandamientos, y que, por consiguiente, quedaba abolido el Convenio y Testamento. A continuación se pondría a suspirar y a quejarse de que era mantenido prisionero, sufriendo de hambre y de sed día y noche. Otro día causaría una conmoción diciendo que había sido negada la unicidad de Dios, ya que se había proclamado otra Manifestación antes de la expiración de mil años.
Cuando vio que sus calumnias no tenían efecto, gradualmente concibió un plan para incitar a la conmoción. Empezó a promover injurias, y se puso a llamar a todas las puertas. Comenzó haciendo falsas acusaciones ante los funcionarios del gobierno. Se acercó a algunos de los extranjeros, hizo amistad con ellos y, junto con ellos, preparó un documento y lo presentó a la Sede del Sultanato, causando consternación a las autoridades. Entre las muchas calumniosas imputaciones estaba la que decía que este desdichado había izado el estandarte de la sublevación, una bandera portando las palabras Ya Bahá'u'l-Abhá; que la había desplegado por toda la campiña, llevándola a cada ciudad, a cada pueblo y aldea, e incluso entre las tribus del desierto, y que había emplazado a todos los habitantes a unirse bajo esa bandera.
Oh mi Señor, en verdad, busco un refugio junto a Ti, de solo pensar en semejante acto, el cual es contrario a todos los mandamientos de Bahá'u'lláh, y que de hecho sería un enorme agravio que nadie sino un grave pecador habría jamás de perpetrar. Pues Tú nos has impuesto el deber de obedecer a los reyes y gobernantes.
En otra de sus difamaciones decía que el Santuario del Monte Carmelo era una fortaleza que yo había construido sólida e inexpugnable -cuando el edificio en construcción tiene seis habitaciones- y que lo había llamado Medina la Resplandeciente, mientras que había designado a la Santa Tumba,58 Meca la Glorificada. Otra más de sus calumnias era de que yo había establecido una soberanía independiente y que -¡Dios no lo permita! ¡Dios no lo permita! ¡Dios no lo permita!- había convocado a todos los creyentes a participar conmigo en esta enorme iniquidad. ¡Qué horrenda, oh mi Señor, es su difamación!
Y una vez más él sostiene que, como el Sagrado Santuario ha llegado a ser un sitio visitado por peregrinos de todo el mundo, esto traerá como consecuencia un gran daño para este gobierno y pueblo. Él, el Centro de la Sedición, asegura que él mismo no ha tenido ninguna participación en estos asuntos, que él es el sunní de los sunnitas y un devoto seguidor de Abú-Bakr y de 'Umar, y que considera a Bahá'u'lláh tan solo como un hombre piadoso y un místico; todas estas cosas, él dice, fueron puestas en marcha por este agraviado.
En pocas palabras, fue designada una Comisión Investigadora, por el Sul¶án, que la gloria de su reinado perdure. La Comisión viajó aquí e inmediatamente después de su arribo se trasladó a la casa de uno de los acusadores. Luego citaron al grupo que conjuntamente con mi hermano había preparado el documento acusatorio, y preguntaron a ellos si se trataba de la verdad. El grupo explicó el contenido del documento, declarando que todo lo que había informado en él no era sino la verdad, y agregaron otras acusaciones. De este modo ellos actuaron al mismo tiempo como demandantes, como testigos y como juez.
La Comisión ha regresado ahora a la sede del Califato, y diariamente llegan desde esa ciudad noticias de naturaleza de lo más aterradora. Sin embargo, alabado sea Dios, 'Abdu'l-Bahá permanece sereno e imperturbable. Contra nadie guardo mala voluntad debido a esta difamación. He hecho que todos mis asuntos estén condicionados a su irresistible Voluntad y espero, por cierto, en completa felicidad, ofrendar mi vida, y estoy preparado para soportar cualquier penosa aflicción que me esté reservada. La alabanza sea para Dios, pues los creyentes amorosos también aceptan y permanecen sumisos a la Voluntad de Dios, contentos con ella, radiantemente aquiescentes, ofreciendo gratitud.
El Centro de la Sedición ha imaginado que tan pronto como se haya derramado la sangra de este agraviado, tan pronto como haya sido abandonado en las vastas arenas del desierto o ahogado en el mar Mediterráneo -anónimo, desaparecido sin dejar rastro, sin nadie que hable de mí- tendrá entonces por fin un campo donde impulsar su corcel hacia adelante y, con su hatajo de mentiras y de dudas, dar un fuerte golpe a la pelota de polo de sus ambiciones, y alzarse con el premio.
¡Muy lejos de eso! Pues aun si la dulce y almizclada fragancia de la fidelidad hubiese de pasar, sin dejar el menor rastro, ¿quien se sentiría atraído por el hedor de la perfidia? Y hasta si alguna gacela del cielo fuese despedazada por los perros y los lobos, ¿quién correría en busca de un lobo hambriento? Incluso si hubiese de llegar a su término el día del Místico Ruiseñor, ¿quién prestaría oídos al graznido del cuervo, o al grajeo de la corneja? ¡Qué vana suposición la suya! ¡Qué necia presunción! "Sus obras son como el vapor del desierto, que el sediento imaginará que es agua, hasta que al aproximarse a él, no encuentra nada."59
¡Oh vosotros, amados de Dios! Mantened firmes los pies, y constante el corazón, y por medio del poder de la ayuda de la Bendita Belleza, permaneced empeñados en vuestro propósito. Servid a la Causa de Dios. Enfrentad a todas las naciones del mundo con la constancia y la entereza de la gente de Bahá, que todos los hombres queden asombrados y pregunten cómo puede ser que vuestros corazones sean como manantiales de confianza y de fe, y como minas tan ricas en el amor de Dios. Sed así para que no falléis ni vaciléis debido a estas tragedias en la Tierra Santa; no dejéis que estos terribles sucesos os desconsuelen. Y si todos los creyentes fuesen pasados por la espada y únicamente quedara uno, que ese uno clame en el nombre del Señor y refiera las gozosas nuevas; que ese uno se levante y enfrente a todos los pueblos de la tierra.
No contempléis los lamentables acontecimientos de este Punto Iluminado. La Tierra Santa está en peligro en todo momento, y aquí la marea de las calamidades está siempre alta; pues este llamado ha sido ahora escuchado en todo el mundo, y su fama se ha extendido hasta los confines de la tierra. A ello se debe que los enemigos, tanto de adentro como de afuera, se hayan vuelto, con sutileza y astucia, a difundir calumnias. Es evidente que un lugar como éste ha de estar expuesto al peligro, pues no hay ningún defensor aquí, nadie que se levante, y que tome partido por nosotros frente a la calumnia; aquí solo hay unas pocas almas si hogar, desdichadas, mantenidas en cautiverio en esta fortaleza. Ellas no tienen un paladín; no hay nadie para socorrerlas, nadie para detener las saetas de mentiras, los dardos de difamación que son arrojados contra ellas; nadie excepto Dios.
Os incumbe reflexionar acerca de todos aquellos bienamados que se apresuraron al sagrado campo del sacrificio, aquellas preciosas almas que ofrendaron sus vidas. Recordad qué torrentes de sagrada sangre fueron derramados, cuántos corazones rectos se amalgamaron con su sangre, cuántos pechos fueron el blanco de la lanza de la tiranía, cuántos cuerpos castos fueron destrozados. ¡Cómo entonces podría ser justo que nosotros tan siquiera pensáramos en salvarnos! ¡Pedir favores adulando a extraños y parientes y hacer un simulacro de acuerdo! ¿No debiéramos, más bien, tomar el sendero de los rectos, y seguir los pasos de aquellos grandes que han partido?
Estos pocos y contados días habrán de pasar; esta vida presente se desvanecerá de nuestra vista; las rosas de este mundo no serán ya más frescas ni hermosas; el jardín de los triunfos y delicias de esta tierra habrá de languidecer y desaparecer. La primavera de la vida habrá de convertirse en el otoño de la muerte; el vivaz regocijo de los salones palaciegos habrá de ceder paso a la oscuridad sin luna, del sepulcro. Por consiguiente, nada de esto es digno de ser amado en absoluto, y a esto el sabio no amarra su corazón.
Aquel que tiene conocimiento y poder tratará de encontrar la gloria del cielo, y la distinción espiritual, y la vida imperecedera. Y tal hombre anhela aproximarse al sagrado Umbral de Dios; pues en la taberna de este mundo fugaz el siervo de Dios no se emborracha, ni siquiera se detiene a descansar por un momento, ni se mancha con ningún afecto por esta vida terrenal.
No, es más, los amigos son estrellas en los encumbrados cielos de guía, cuerpos celestiales en los firmamentos de gracia divina, quienes con todos sus poderes ponen en fuga a la oscuridad. Ellos destruyen los basamentos de la malevolencia y el odio. Ellos abrigan solo un deseo para el mundo y todos sus pueblos: bienestar y paz. Por ellos, los baluartes de la guerra y la agresión son demolidos. Poseen veracidad y un proceder honesto, y una amistad en aras de su objetivo, y un trato bondadoso aun para con un enemigo cruel; hasta que al final lleguen a transformar esta cárcel de traición, el mundo, en una mansión de la mayor confianza, y conviertan esta prisión de odio de malevolencia y rencor, en el Paraíso de Dios.
¡Oh vosotros, amorosos amigos! Esforzaos de alma y corazón por hacer de este mundo la imagen reflejada del Reino, que este mundo inferior rebose con las bendiciones del mundo de Dios, que la voces de la Compañía en lo alto se eleven en aclamación, y los signos y las señales de las munificencias y dádivas de Bahá'u'lláh abarquen toda la tierra.
Jináb-i-Amín ha manifestado la más grande admiración por vosotros, hombres honorables y mujeres ilustradas, nombrándoles y alabándoles uno por uno, hablando extensamente de la firmeza y la constancia que todos vosotros habéis mostrado, diciendo que, alabado sea Dios, en Persia, los hombres y las mujeres permanecen unidos, erguidos, fuertes, inconmovibles, como un poderoso edificio sólidamente construido; y que se dedican con amor y alegría a esparcir las dulces fragancias del Señor.
Éstas han sido nuevas de gran felicidad, especialmente porque me han llegado en estos días de extremo peligro. Pues el más caro deseo de este agraviado es que los amigos sean de corazón espiritual y de mente iluminada, y una vez que esta gracia me es conferida, la calamidad, por muy aflictiva que sea, no es sino munificencia que se derrama sobre mí, como una copiosa lluvia.
¡Oh Dios, mi Dios! Tú me ves inmerso en un océano de angustia, encadenado a los fuegos de la tiranía, y llorando en la oscuridad de la noche. Desvelado me revuelvo en mi lecho, mis ojos hacen grandes esfuerzos por ver la luz matinal de la fidelidad y la confianza. Agonizo como si fuera un pez con las entrañas ardiendo al saltar aterrorizado, de un lado a otro, sobre la arena; mas siempre espero que tus dádivas aparezcan desde todos lados.
¡Oh Dios, mi Dios! Haz que los creyentes de otros países participen de tu abundante gracia; redime, por tu infalible ayuda y munificencia, a cualesquiera de tus amados que en los climas más remotos suspiran lamentándose por la amarga crueldad de su enemigo. Oh señor, ellos son cautivos de tu amor, hechos prisioneros por tus tropas. Ellos son aves que vuelan en los cielos de tu guía, ballenas que nadan en el océano de tus dádivas, estrellas que centellean en el horizonte de tus dones. Ellos son los defensores de la fortaleza de tu ley. Ellos son los estandartes de tu recuerdo entre los hombres. Ellos son los profundos pozos de tu divina compasión, las fuentes de tus favores, los manantiales de tu gracia.
Manténlos siempre a salvo bajo tu mirada protectora. Ayúdales a exaltar tu Palabra; haz que sus corazones sean constantes en tu amor; fortalece sus espaldas para que puedan servirte; y en la servidumbre, fortalece sus poderes.
Difunde, a través de ellos, tus fragancias por doquier; expón, a través de ellos, tus Santos Escritos; haz conocer, a través de ellos, tu Prolación; lleva a cabo, a través de ellos, tus Palabras; a través de ellos, derrama tu misericordia.
Tú eres, en verdad, el Fuerte, el Poderoso. Tú eres, en verdad, el Clemente, el Compasivo.

189

Hoy en día, toda persona sabia, vigilante y precavida está despierta, y le son revelados los misterios del futuro, los cuales muestran que nada que no sea el Poder del Convenio es capaz de despertar y conmover el corazón de la humanidad, así como el Nuevo y el Antiguo Testamento expusieron por todas las regiones la Causa de Cristo, y fueron el poder que latía en el cuerpo del mundo de la humanidad. Un árbol que tiene raíces dará frutos, mientras que el árbol que nos las tiene, por muy alto y robusto que pueda ser, finalmente se secará, perecerá y llegará a ser tan solo un leño para el fuego.
El Convenio de Dios es como un vasto e insondable océano. De él surgirá y se agitará una ola que arrojará a la orilla toda la espuma acumulada.
La alabanza sea para Dios, pues el más elevado deseo acariciado por las almas atentas, es la exaltación de la Palabra de Dios y la propagación de las fragancias divinas. Éste es, verdaderamente, el fundamento firme y seguro.
Ahora, al igual que en la mañana, la luz del Sol de la Verdad se ha esparcido por doquier. Deben hacerse esfuerzos para que las almas dormidas sean despertadas, que los desatentos se vuelvan cuidadosos y que las enseñanzas divinas, las cuales constituyen el espíritu de esta época, lleguen a los oídos de las gentes del mundo, que puedan ser propagandas por la prensa, y que sean expuestas con brillo y elocuencia en las asociaciones de los hombres.
La propia conducta debe ser como la conducta de Pablo, y la de, como la fe de Pedro. Esta brisa almizclada perfumará el olfato de las gentes del mundo, y este espíritu resucitará a los muertos.
El hedor de la violación ha detenido temporariamente el movimiento progresivo de la Causa, pues, de otro modo, las enseñanzas divinas, como los rayos del sol, inmediatamente se habrían difundido y penetrado en todas las regiones.
Te propones imprimir y publicar las disertaciones de 'Abdu'l-Bahá que tú has compilado. Esto es, ciertamente, muy aconsejable. Este servicio hará que adquieran un rostro refulgente en el Reino de Abhá, y te hará el objeto de la alabanza y gratitud de los amigos, tanto de Oriente como de Occidente. Pero debe ser emprendido con el mayor cuidado, para que sea reproducido el texto exacto y se excluyan todas las desviaciones y alteraciones cometidas por anteriores traductores.

190

Tú me ves, oh mi Dios, postrado en sumisión, humillándome ante tus mandamientos, sometiéndome a tu soberanía, temblando ante el poder de tu dominio, huyendo de tu ira, implorando tu gracia, confiando en tu perdón, trémulo de temor ante tu furia. Yo Te imploro, con el corazón estremecido, con un torrente de lágrimas y con el alma anhelante, y completamente desprendido de todas las cosas, que hagas a tus amantes como rayos de luz que atraviesan tus reinos, y que guíes a tus siervos escogidos a exaltar tu Palabra, que sus rostros se vuelvan hermosos y radiantes de esplendor, que sus corazones se llenen con los misterios, y que cada alma deponga su carga de pecados. Protégelos del agresor, de aquel que ha llegado a ser un desvergonzado y blasfemo obrador de mal.
En verdad, tus amantes están sedientos, oh mi Señor; condúceles al manantial de munificencia y de gracia. En verdad, ellos están hambrientos; haz descender tu mesa celestial. En verdad, están desnudos; atavíales con las prendas del saber y el conocimiento.
Héroes ellos son, oh mi Señor, condúceles al campo de batalla. Guías son, hazles expresarse con argumentos y pruebas. Siervos ejecutores son, haz que pasen de uno a otro la copa que rebosa con el vino de la certeza. Oh mi Dios, haz de ellos aves que cantan alegres canciones en los hermosos jardines, haz de ellos leones agazapados en la espesura, ballenas que se sumergen en las vastas profundidades.
En verdad, Tú estas dotado de abundante gracia. No existe otro Dios más que Tú, el Fuerte, el Poderoso, el Siempre Conferidor.
¡Oh vosotros, mis amigos espirituales! De un tiempo a esta parte las presiones han sido muy severas, y las restricciones, como grillos de hierro. Este infeliz agraviado ha quedado completamente solo, pues todos los caminos fueron cerrados. Se les prohibió a los amigos que llegaran hasta mí, los leales fueron excluidos, el enemigo me rodeó, los malvados vigilantes eran feroces y osados. A cada instante, una nueva aflicción. Con cada aliento, una nueva angustia. Tanto los parientes como los extraños al ataque; de hecho, amantes de otrora, carentes de fe y despiadados, eran peores que enemigos cuando se levantaron para acosarme. Nadie había para defender a 'Abdu'l-Bahá, nadie para ayudarle, ni para protegerle, ningún aliado, ni paladín. Yo me ahogaba en un mar sin ribera, y siempre me batían los oídos, como graznidos de cuervos, las voces de los desleales.
A cada amanecer, triple oscuridad. Al atardecer, tiranía implacable. Y nunca un momento de paz, y nunca un bálsamo para las rojas heridas de las lanzas. De un momento a otro llegaría la noticia de mi exilio a las arenas de Fezzán; a cualquier hora sería arrojado al mar infinito. Ahora dirían que estos vagabundos sin hogar estaban por fin arruinados; luego, que la cruz sería pronto utilizada. Este consumido cuerpo mío habría de convertirse en blanco de las balas o las saetas; o bien este débil cuerpo sería cortado en tiras por la espada.
Nuestros conocidos adversarios no podían contenerse de alegría, y nuestros traicioneros amigos se regocijaban. "Alabado sea Dios," exclamaba uno, "he aquí, nuestro sueño se ha hecho realidad." Y otro: "Gracias a Dios, nuestra lanza ha encontrado el corazón."
La aflicción golpeaba a este cautivo como las copiosas lluvias de la primavera, y las victorias de los malévolos se abatían en un torrente implacable y, no obstante, 'Abdu'l-Bahá permanecía feliz y sereno, confiando en la gracia del Todomisericordioso. Aquel dolor, aquella angustia, eran un paraíso de todas las delicias, aquellas cadenas eran el collar de un rey en un trono del cielo. Complacido con la voluntad de Dios, totalmente resignado, mi corazón se rendía a todo cuanto me deparase el destino, y era feliz. Tenía por compañero jovial a una gran alegría.
Finalmente llegó un tiempo cuando los amigos se volvieron inconsolables y abandonaron toda esperanza. Entonces despuntó el alba, e inundó todo con luz infinita. Las dominantes nubes fueron dispersadas, las lúgubres sombras desaparecieron. En ese instante cedieron los grillos, se soltaron las cadenas del cuello de este ser desamparado y fueron colgadas alrededor del cuello del enemigo. Aquellos abrumadores peligros se trocaron en comodidad, y del horizonte de las munificencias de Dios despuntó el sol de la esperanza. Todo esto fue por la gracia de Dios y sus dádivas.
Y sin embargo, desde cierto punto de vista, este errante se hallaba triste y desconsolado. ¿De qué color, en tiempos venideros, habría de buscar consuelo? ¿Ante las noticias de qué deseo concedido habría de regocijarme? No habría ya tiranía, ni aflicción, ni sucesos trágicos, ni tribulaciones. Mi única alegría en este mundo que pasa velozmente, era la de hollar el pedregoso sendero de Dios y soportar las duras pruebas y todos los pesares materiales. Pues de otro modo esta vida terrenal resultaría estéril y vana, y sería mejor la muerte. El árbol del ser no produciría fruto; el campo sembrado de esta existencia no rendiría cosecha. Y así, es mi esperanza que nuevamente alguna circunstancia haga rebosar mi copa de angustia, y que el hermoso Amor, ese Matador de almas, deslumbre nuevamente a los contempladores. Entonces este corazón se sentirá dichoso, esta alma será bienaventurada.

¡Oh Divina Providencia! Alza a los labios de tus amantes una copa rebosante de angustia. Haz que a los anhelantes en tu sendero, la dulzura les cause solo escozor, y que el veneno les sea dulce como la miel. Haz que nuestras cabezas sean el ornamento de las puntas de las lanzas. Haz de nuestros corazones el blanco de las despiadadas saetas y los dardos. Vuelve a la vida a esta alma marchita en el campo del martirio, haz que este corazón mustio beba el trago de la tiranía, y que así se vuelva fresco y hermoso una vez más. Hazle embriagarse con el vino de tu eterno Convenio, haz de él un juerguista sosteniendo en alto su copa. Ayúdale a desechar su vida; concede que sea ofrendado en aras a Ti.
Tú eres el Fuerte, el Poderoso, Tú eres el Conocedor, el Veedor, el Oidor.

191
¡Oh tú, quien has sido penosamente afligido en el sendero del Convenio! La angustia y el tormento, al ser sufrido en el sendero del Señor, el de los signos manifiestos, es tan solo favor y gracia; la aflicción no es sino misericordia, y el dolor, una dádiva de Dios. El veneno es azúcar en la lengua, y la ira es bondad, nutriendo el alma.
Luego alábale a Él, el amoroso Proveedor, por haber ordenado esta extrema aflicción, la cual no es sino merced absoluta.

Si, como Abraham, a través de las llamas hubiere de pasar,
o, como Juan,60 un camino ensangrentado recorrer,
si, como a José, a un pozo me arrojaras,
o en una celda me encerraras,
o como al Hijo de María tan pobre me hicieras,
de Ti no me apartaré,
sino que, de cuerpo y alma, inclinado a tu mandato,
siempre me hallaré.

192

Hoy, el Señor de las Huestes61 es el defensor del Convenio, las fuerzas del Reino Le protegen, las almas celestiales rinden sus servicios, y los ángeles del cuelo lo promulgan y difunden por doquier. Si se examina con percepción se podrá observar que todas las fuerzas del universo, en último término, sirven al Convenio. En el futuro ello se hará evidente y manifiesto. En vista de este hecho, ¿qué pueden lograr estas débiles y lánguidas almas? Las plantas resistentes desprovistas de raíces y privadas de las efusiones de la nube de misericordia no perduran. ¿Qué puede esperarse de las endebles malezas...?

193

Es el amanecer, y desde el sitio donde despuntan los invisibles dominios de Dios, la luz de la unidad está surgiendo; y desde el oculto mundo del Reino de unicidad, una corriente de abundante gracia se abate torrentosa. Las buenas nuevas del Reino están resonando desde todas partes, y flotando desde todas las direcciones se hallan los primeros signos matinales de la exaltación de la Palabra de Dios y la elevación de su Causa. Se difunde la palabra de unidad, se cantan los versículos de unicidad, el mar de las dádivas de Dios lanza en alto sus olas y, como cataratas que se precipitan, viértense sus bendiciones.
Las confirmaciones de Aquel Quien es el Siempre Perdonador han envuelto en luz a todas las regiones, los ejércitos de la Compañía en lo alto se lanzan a la batalla al lado de los amigos del Señor, y triunfan, la fama de la Antigua Belleza -que mi vida sea ofrendada por sus amados- resuena de polo a polo, y la palabra de la Sagrada Causa se ha difundido a Oriente y Occidente.
Todas estas cosas traen alegría al corazón y, sin embargo, 'Abdu'l-Bahá está profundamente sumido en un océano de pesar, y el dolor y la angustia han afectado a tal punto mis extremidades y mis miembros, que una extrema debilidad se ha apoderado de todo mi cuerpo. Observad que, cuando solo y a solas, sin nadie que me secundara, elevé el llamado de Dios por todo el mundo, sus pueblos se levantaron para oponerse, para disputar, par anegar. Por una parte, es evidente cómo los religiosos del pasado han lanzado su ataque a todos los puntos; por otra parte, se tienen noticias de los mendaces escarnecedores y de los límites extremos a que están llegando por arrancar de raíz al Árbol Divino. ¡Qué maliciosas y calumniosas acusaciones levantan contra la Antigua Belleza, qué panfletos llenos de perversas y depravadas imputaciones están escribiendo afanosamente y propagando en contra del Más Grande Nombre! Y ahora, en el más profundo secreto, están esforzándose al máximo por asestar a esta Fe un temible golpe.
Además, los orgullosos han discurrido todo tipo de conjuras y maquinaciones, para inhabilitar completamente a la Causa de Dios y borrar el nombre de 'Abdu'l-Bahá del Libro de la Vida.
Y ahora, sumada a todas estas tribulaciones, estas miserias, estos ataques enemigos, se ha levantado toda una polvareda de mala voluntad entre los mismos creyentes. Ello, a pesar del hecho de que la Causa de la antigua Belleza es la esencia misma del amor, el canal mismo de la unicidad, y que existe solo para que todos lleguen a ser olas de un solo mar, y brillantes estrellas del mismo cuelo infinito, y perlas dentro de la ostra de la singularidad, y relucientes joyas extraídas de las minas de la unidad; para que lleguen a ser siervos uno de otro, que se adoren uno a otro, que se bendigan uno a otro, que se alaben uno a otro; que cada uno desate su lengua y sin excepción ensalce a los demás; que cada uno proclame su gratitud a todos los demás; que todos eleven su mirada hacia el horizonte de gloria, y que recuerden que están vinculados al Sagrado Umbral; que nada vean sino el bien uno en otro, que nada oigan salvo alabanzas de uno hacia otro, y que no pronuncien palabra, uno con respecto al otro, si no es tan solo para alabar.
Existen, de hecho, algunos que hollan este camino de rectitud y, gracias a Dios, son fortalecidos y sostenidos por el poder celestial en todos los países. Pero otros no se han elevado como debieran a esta gloriosa y exaltada posición, y esto echa sobre el corazón de 'Abdu'l-Bahá una pesada carga de dolor, de inconcebible pesar. Pues ninguna tempestad más peligrosa que ésta podría jamás asaltar a la Causa de Dios, ni podría otra cosa disminuir tanto la influencia de su Palabra.
Incumbe a todos los amados de Dios llegar a ser como uno, reunirse bajo la protección de un único pabellón, abogar por una opinión común, seguir uno y el mismo sendero, permanecer firmes en una misma resolución. Que olviden sus teorías divergentes y que descarten sus puntos de vista contrarios, ya que, alabado sea Dios, nuestro propósito es uno, nuestra meta es una. Somos los siervos de un solo Umbral, todos obtenemos nuestro alimento de la misma y única Fuente, todos estamos reunidos a la sombra del mismo encumbrado Tabernáculo, todos estamos al amparo del único Árbol celestial.
¡Oh amados del Señor! Si algún alma habla mal de un ausente, el único resultado será claramente éste: enfriará la devoción de los amigos y tenderá a volverlos indiferentes. Pues la murmuración divide, es la principal causa, entre los amigos, de la inclinación a apartarse. Si algún individuo hablare mal de otro que está ausente, corresponde a quienes le escuchan, de manera espiritual y amistosa, impedírselo, preguntando al respecto: ¿serviría esta denigración a algún fin útil? ¿Agradaría a la Bendita Belleza, contribuiría al perdurable honor de los amigos, promovería la sagrada Fe, apoyaría el Convenio, o podría ser de provecho alguno para cualquier alma? ¡No, nunca! Por el contrario, haría que el polvo se depositara tan densamente en el corazón, que los oídos ya no oirían, y los ojos no contemplarían más la luz de la verdad.
Si, no obstante, una persona se pone a hablar bien de otra, abriendo sus labios para alabar a otra, tocará una cuerda sensible en quienes le escuchan, los que serán conmovidos por los hálitos de Dios. Sus corazones y sus almas se regocijarán de saber que, gracias a Dios, existe un alma en la Fe que es un centro de perfecciones humanas, la propia personificación de las munificencias del Señor, alguien cuya lengua es elocuente, y cuyo rostro reluce en cualquier reunión en que se halle, alguien que tiene la victoria sobre su frente, quien es sostenido por las dulces fragancias de Dios.
Ahora bien, ¿cuál es el mejor modo de obrar? Juro por la belleza del Señor: cuando quiera que escucho cosas buenas de los amigos, mi corazón se colma de alegría; mas cuando quiera que encuentro el menor indicio de que están en malas relaciones entre ellos, el pesar me abate. Tal es la condición de 'Abdu'l-Bahá. Luego, juzgad por esto cuál es vuestro deber.
Alabado sea Dios; dondequiera que prestemos atención, la Antigua Belleza ha abierto de par en par los portales de la gracia, y ha anunciado en términos inequívocos las buenas nuevas de la victoria, mediante la sostenedora ayuda del Señor. Por medio del amor ha extasiado los corazones de los creyentes, y ha confiado su triunfo a los ejércitos del Concurso en lo alto.
Ahora, entre todos los pueblos del mundo, los bienamados deben levantarse con un corazón como el sol, un poderoso impulso interior, un semblante luminoso, un hálito almizclado, una lengua que siempre habla de Dios, una exposición clara como el cristal, una elevada resolución, un poder nacido del cielo, un carácter espiritual, una confirmación poco menos que divina. Que todos y cada uno de ellos lleguen a ser un solo esplendor sobre el horizonte del cielo, y una estrella deslumbrante en los firmamentos del mundo. Que sean árboles fructíferos en las glorietas celestiales, flores de dulce fragancia en los jardines divinos; que sean versos de perfección en la página del universo, palabras de unicidad en el Libro de la Vida. Ésta es la primera edad, y los tempranos comienzos de la dispensación de la Más Grande Luz, por lo cual, dentro de este siglo, deben ser adquiridas las virtudes, dentro de este espacio de tiempo, deben perfeccionarse las buenas cualidades. En estos mismos días el Paraíso de Abhá debe levantar sus tiendas en las planicies del mundo. Las luces de la realidad deben ser reveladas ahora, y los secretos de las dádivas de Dios deben darse a conocer ahora, y ahora la antigua gracia debe brillar, y este mundo debe convertirse en el placentero recreo celestial, el jardín de Dios. Y por los corazones puros, y a través de las munificencias celestiales, todas las perfecciones, las cualidades y atributos de lo divino, deben hacerse manifiestos ahora.
En todo momento, 'Abdu'l-Bahá suplica e implora con lágrimas al Todopoderoso, ante el Sagrado Umbral, exclamando:

¡Oh Tú, bondadoso Señor! Somos siervos de tu Umbral, que nos ponemos al amparo de tu sagrada Puerta. No buscamos otro refugio que no sea este firme pilar; no recurrimos a ningún abrigo salvo tu resguardo. Protégenos, bendícenos, sosténnos, haznos de un modo tal que no amemos sino tu complacencia, que no manifestemos sino tu alabanza, que solo transitemos el sendero de la verdad, que podamos llegar a ser lo suficientemente ricos como para prescindir de todo salvo de Ti, y recibir nuestros dones del mar de tu beneficencia, que siempre nos esforcemos por exaltar tu Causa y por difundir tus dulces fragancias por doquier, para que lleguemos a olvidarnos del yo y nos ocupemos tan solo de Ti, que reneguemos de todo lo demás y quedemos aprisionados en Ti.
¡Oh Tú, Proveedor, oh Tú, Perdonador! Concédenos tu gracia y tu bondad, tus dones y tus dádivas, y sosténnos, para que alcancemos nuestra meta. Tú eres el Poderoso, el Capaz, el Conocedor, el Veedor; y, verdaderamente, Tú eres el Generoso y, verdaderamente, Tú eres el Todomisericordioso y, verdaderamente, Tú eres el Siempre Perdonador, Aquel a Quien se Le debe arrepentimiento, Aquel que perdona hasta el más grave de los pecados.

194

¡Oh vosotros, los sinceros amados de la Belleza de Abhá! En estos días la Causa de Dios, en todo el mundo, está creciendo rápidamente en poder y, día a día, se está extendiendo cada vez más a los confines más apartados de la tierra. Sus enemigos, por ello, proveniente de todos los linajes y pueblos de la tierra, se están volviendo agresivos, malevolentes, envidiosos y enconadamente hostiles. Es de incumbencia de los amados de Dios ejercer el mayor cuidado y prudencia en todas las cosas, ya sean grandes o pequeñas, consultarse entre sí, y resistir unidos el ataque de los agitadores y los que promueven la discordia. Deben poner empeño en asociarse con todos en un espíritu amistoso, deben guardar moderación en su conducta, deben tener respeto y consideración los unos hacia los otros, y mostrar bondad y tierno afecto a todos los pueblos del mundo. Deben ser pacientes y resignados, para que lleguen a convertirse en los divinos imanes del Reino de Abhá, y adquirir el poder dinámico de las huestes del dominio en lo alto.
Las fugaces horas de la vida del hombre en la tierra pasan rápidamente, y lo poco que aún queda habrá de llegar a su fin, mas aquello que permanece y perdura por siempre es el fruto que el hombre cosecha de su servidumbre ante el Divino Umbral. Contemplad la verdad de esta sentencia. ¡Cuán abundantes y gloriosas son las pruebas de esto en el mundo del ser!
¡La gloria de las glorias descanse sobre el pueblo de Bahá!

195

¡Oh tú, exaltada rama del divino Árbol del Loto!... Cuando seas desdeñado y rechazado por los obradores de iniquidad, no te sientas abatido; y ante el poder y la altivez de los presuntuosos, no te desazones no te acongojes; pues tal es la manera de ser de las almas desatentas, desde tiempo inmemorial. "¡Oh, la miseria de los hombres! Ningún Mensajero llega a ellos sin que se mofen de Él."62
De hecho, los ataques y obstáculos de los ignorantes solo hacen que sea exaltada la Palabra de Dios, y esparcen sus signos y señales por doquier. Si no fuera por esta oposición de los desdeñosos, esta obstinación de los calumniadores, esta vociferación de los púlpitos, este clamor y lamento de grandes y pequeños por igual, estas acusaciones de descreimiento levantadas por los ignorantes, este alboroto de los necios, ¿cómo podría alguna vez haber llegado a Oriente y a Occidente la noticia del advenimiento del Punto Primordial y del luminoso amanecer del Sol de Bahá? ¿De qué otro modo podría haber sido sacudido el planeta de polo a polo? ¿De qué otro modo podría haber llegado a ser Persia el punto focal de los difundidos esplendores, y el Asia Menor el corazón que irradia la belleza del Señor? ¿De qué otra manera podría haberse extendido hasta el sur la llama de la Manifestación? ¿Por qué medios podrían haberse oído los clamores de Dios en el extremo norte? ¿De qué otro modo podría haber sido escuchado su llamamiento en los continentes de América y del África negra? ¿De qué otro modo podría haber penetrado en esos oídos el canto del gallo del Cielo? ¿De qué otro modo podrían haber encontrado esta azúcar las dulces catitas de la india, o los ruiseñores haber elevados sus gorjeos desde la región de 'Iráq? ¿Qué otra cosa podría haber hecho danzar a Oriente y a Occidente? ¿De qué otro modo podría este Punto Consagrado haber llegado a ser el trono de la Belleza de Dios? ¿De qué otro modo podría el Sinaí contemplar este ardiente resplandor? ¿Cómo podría la llama del Advenimiento engalanar esa montaña? ¿De qué otro modo podría la Tierra Santa convertirse en el escabel de la belleza de Dios, y el santo valle de Towa63 llegar a ser el sitio de excelencia y de gracia, el sagrado punto donde Moisés se quitó sus sandalias? ¿Cómo podrían los hálitos del cielo ser transportados a través del Valle de la Santidad? ¿Cómo podrían ser percibidas alguna vez las perfumadas corrientes de aire que soplan desde los jardines de Abhá, por aquellos que habitan en la Verde Isla? ¿De qué otro modo podrían haberse cumplido jamás los votos de los Profetas, las gozosas nuevas de los santos Videntes de antaño, las conmovedoras promesas dedicadas a este Sagrado Lugar por las Manifestaciones de Dios?
¿De qué otro modo podría haberse plantado aquí el Árbol de Anísá, haber ondeado la bandera del Testamento, haberse llevado a estos labios la embriagadora copa del Convenio? Todas estas bendiciones y estas dádivas, los instrumentos mismos de la proclamación de la Fe, han ocurrido por el escarnio del ignorante, la oposición del necio, la obstinación del insensible, la violencia del agresor. Si no hubiese sido por estas cosas, hasta el día de hoy, las nuevas del advenimiento del Báb no habrían llegado tan siquiera a los países cercanos. Por consiguiente, nunca deberíamos afligirnos por la ceguera de los inconscientes, por lo ataques de los necios, por la hostilidad de los viles y los abyectos, por la negligencia de los sacerdotes, por los cargos de infidelidad levantados contra nosotros por los faltos de entendimiento. Tal ha sido su modo de obrar en épocas pasadas, y no sería así si fueran de aquellos que conocen; pero están sumidos en la ignorancia y no alcanzan a comprender lo que se les dice.64
Por tanto te corresponde, como vástago del Santo Árbol de Dios que ha brotado de ese poderoso Tronco, y también nos corresponde a nosotros mediante la sostenedora gracia de la Antigua Belleza -que mi vida sea una ofrenda por su Más Sagrado Santuario- arder con esta llama proveniente del cielo, como para encender el fuego del amor de Dios de polo a polo. Que nos sirva de ejemplo el grande y sagrado Árbol del exaltado Báb -que mi vida sea ofrendada a Él. Como Él descubramos nuestros pechos a los dardos de la agonía, como Él hagamos que nuestros corazones sean el blando de las lanzas decretadas por Dios. Consumámonos, como si fuéramos candelas; como polillas, chamusquemos nuestras alas; como las alondras del campo, dejemos escapar nuestro canto lastimero; como los ruiseñores, estallemos en lamentaciones.
Como si fuéramos nubes derramemos nuestras lágrimas y, como los destellos del relámpago, riámonos de nuestras cacerías a través de Oriente y Occidente. De día, de noche, pensemos tan solo en esparcir las dulces fragancias de Dios. No nos quedemos para siempre con nuestras fantasías e ilusiones, con nuestro análisis e interpretación, y haciendo circular complicadas dudas. Descartemos todos los pensamientos egoístas. Cerremos los ojos a todo lo que existe sobre la tierra, y no demos a conocer nuestros sufrimientos ni nos quejemos por los agravios. Más bien, que lleguemos a olvidarnos de nosotros mismos y, apurando el vino de la gracia celestial, proclamemos nuestro regocijo y perdámonos en la belleza del Todoglorioso.
¡Oh tú, Afnán del divino Árbol del Loto! Debemos esforzarnos, cada uno de nosotros, por llegar a ser como ramas fecundas y producir un fruto siempre más dulce y saludable, que la rama demuestre ser una continuación de la raíz, y la parte esté en armonía con el todo. Es mi esperanza que por la munificencia del Más Grande Nombre y la bondad del Punto Primordial -que mi alma sea una ofrenda para ambos- nos convirtamos en los instrumentos de la exaltación de la Palabra de Dios por todo el mundo; que siempre rindamos servicio a la Fuente de nuestra Causa y que extendamos sobre todos el dosel del verdadero y sagrado celo del Señor. Que allende los campos de la gracia hagamos soplar los céfiros que traigan al hombre los fragantes aromas provenientes de los jardines de Dios, que podamos hacer de este mundo el Paraíso de Abhá, y transformemos este lugar inferior en el Reino del Cielo.
Es verdad que a cada uno de los siervos de Dios, y en particular, a aquellos que están inflamados con la Fe, les ha sido asignada esta tarea de servidumbre al Dios Todopoderoso; sin embargo, el deber impuesto a nosotros es mayor que aquel que pesa sobre los demás. De Él esperamos gracia y favor y fortaleza.
Toda alabanza y gratitud sean para la Bendita Belleza, por llamar a la acción a los ejércitos de su Reino de Abhá, y enviarnos su ayuda que jamás se ha interrumpido, confiable como el retorno de las estrellas. En cada región de la tierra Él ha sostenido a este aislado, a este solitario siervo; en todo momento Él me ha hecho conocer los signos y señales de su amor. Él ha dejado estupefactos a todos aquellos que se aferran a sus vanas ilusiones y los ha vuelto infames a la vista de los encumbrados y los humildes. Ha hecho que aquellos que persiguen sus manías y fantasías se conviertan en objeto del reproche general, y ha expuesto a los arrogantes a la contemplación pública; Él ha hecho que aquellos de los amigos que demostraron ser frágiles de fe, sirvan de advertencia a todo observador, y ha hecho que los líderes de aquellos que vacilen se amen a sí mismos y se hundan en el engreimiento. Entretanto, con la fuerza de su poder, Él ha hecho que este pájaro de alas rotas se remonte ante todos cuantos habitan en la tierra. Él ha roto las apretadas filas de los rebeldes y ha dado la victoria a las huestes de la salvación, y ha insuflado en los corazones de aquellos que permanecen firmes en el Convenio y Testamento, el hálito de la vida sempiterna.
Transmite los saludos de Abhá a cada uno de los Afnán, surgidos del Árbol Santo. La gloria descanse sobre ti y sobre todos los Afnán que permanecen fieles y leales al Convenio.

196

¡Oh tú, quien eres constante en el Convenio! Tu carta fechada el 9 de septiembre de 1909 ha sido recibida. No te sientas afligido ni desconsolado por lo que ha ocurrido. Esta dificultad te sorprendió cuando transitabas en el sendero de Dios, por lo cual debería producirte alegría. Nos hemos dirigido por escrito a los amigos, antes de esto, y realizado además una declaración verbal, en el sentido de que los amigos de Occidente sin duda tendrán su parte de las calamidades que les sobrevienen a los amigos de Oriente. Es inevitable que, hollando el sendero de Bahá'u'lláh, ellos también se conviertan en el blanco de la persecución de los opresores.
Considera cómo, en el comienzo de la era cristiana, fueron afligidos los apóstoles y qué tormentos soportaron en el sendero de Cristo. Cada día de sus vida fueron el blando de los dardos de las mofas, de la difamación y las injurias de los fariseos. Ellos soportaron grandes penas; estuvieron en prisión; y la mayoría de ellos llevaron a sus labios el dulce cáliz del martirio.
Ahora vosotros también debéis llegar ciertamente a ser mis socios en alguna pequeña medida, y aceptar vuestra cuota de pruebas y aflicciones. Pero estos episodios habrán de pasar, mientras que aquella gloria perdurable y esa vida eterna permanecerán por siempre inalterables. Además, estas aflicciones serán la causa de una gran progreso.
Ruego a Dios que tú, su granjero, ares la tierra dura y pedregosa, y que la riegues, y que esparzas semillas en ella, pues eso demostrará cuán diestro es el labriego, pues cualquier hombre puede sembrar y cultivar donde el terreno es blando y se halla libre de zarzas y espinas.

197

¡Oh tú, siervo de Dios! No te acongojes por las aflicciones y calamidades que te han sobrevenido. Todas las calamidades y aflicciones han sido creadas para el hombre a fin de que llegue a despreciar a este mundo mortal, un mundo con el cual está él muy encariñado. Cuando experimenta severas pruebas y privaciones, su naturaleza se repliega, y desea el dominio eterno, un dominio que está santificado de todas las aflicciones y calamidades. Tal es el caso del hombre sabio. Él nunca beberá de una copa que al final es repugnante, sino, por el contrario, buscará la copa de agua pura y límpida. No prueba la miel que está mezclada con veneno.
Alaba a Dios, porque has sido sometido a pruebas y experimentado tal vicisitud. Sé paciente y agradecido. Vuelve tu rostro hacia el Reino divino y esfuérzate en adquirir características misericordiosas, en llegar a ser iluminado y alcanzar los atributos del Reino y del Señor. Empéñate en volverte indiferente a los placeres de este mundo y sus comodidades, en permanecer firme y constante en el Convenio y el promulgar la Causa de Dios.
Este es el motivo de la exaltación del hombre, el motivo de su gloria y de su salvación.

198

¡Oh tú, quien estás enamorado de los hálitos de Dios! He leído tu carta, la cual proclama tu amor a Dios y tu irresistible atracción a su Belleza, y tan maravilloso tema trajo alegría a mi corazón.
El propósito de lo que te manifesté en mi carta anterior fue que al exaltar la Palabra de Dios habrá de encontrarse con pruebas y calamidades; y que, al amarle, en todo momento habrá penalidades, tormentos, aflicciones.
Corresponde al individuo que primeramente evalúe estas ordalías, que las acepte voluntariamente y que las reciba ansiosamente; solo entonces debería proceder a enseñar la Fe y a exaltar la Palabra de Dios.
En un estado tal, no importa qué pueda sucederle en su amor por Dios -hostigamiento, reproches, vilipendio, imprecaciones, apaleamientos, cárcel, muerte- él nunca se sentirá abatido, y su pasión por la Divina Belleza adquirirá mayor fuerza. Esto es lo que yo quería decir.
¡De otro modo, el dolor y la miseria sean para el alma que busca la comodidad, la riqueza, las delicias terrenales, mientras olvida recordar a Dios! Pues las calamidades con que se tropieza en el sendero de Dios no son, para 'Abdu'l-Bahá, sino un favor y una gracia, y en una de sus Tablas la gloriosísima Belleza ha manifestado: "Nunca he pasado junto a un árbol sin que mi corazón se dirigiese a él, diciendo: '¡Ojalá fueras derribado en mi nombre, y mi cuerpo crucificado sobre ti!'" Éstas fueron las palabras del Más Grande Nombre. Éste es su sendero. Éste es el camino hacia su Dominio de Poder.

199

¡Oh vosotros, los sinceros, vosotros, los anhelantes, vosotros, quienes sois atraídos como si estuvieseis magnetizados, vosotros, quienes os habéis levantado a servir a la Causa de Dios, a exaltar su palabra, a esparcir sus dulces fragancias por doquier! He leído vuestra excelente carta, hermosa en el estilo, elocuente en las palabras, profunda en su significado, y alabé a Dios y Le agradecí por haber acudido en vuestra ayuda y por haberos permitido servirle en su extensa viña.
A corto plazo vuestros rostros brillarán con el esplendor de vuestras súplicas y vuestra adoración a Dios, vuestras oraciones a Él, y vuestra humildad y abnegación en la presencia de los amigos. Él hará de vuestra asamblea un imán que atraerá hacia vosotros los brillantes rayos de las confirmaciones divinas que resplandecen desde su Reino de gloria.
Os incumbe ponderar en vuestros corazones y meditar sobre sus palabras, y suplicarle humildemente y deponer el yo en su celestial Causa. Estas son las cosas que harán de vosotros signos de guía para toda la humanidad, y estrellas resplandecientes brillando desde el más sublime horizonte, y majestuosos árboles en el Paraíso de Abhá.
Sabe que 'Abdu'l-Bahá vive en continua delicia. El haber sido alojado en esta remota prisión es para mí una extraordinaria felicidad. ¡Por la vida de Bahá! Esta prisión es mi paraíso celestial; es mi meta acariciada, el consuelo de mi pecho, la dicha de mi corazón; es mi refugio, mi abrigo, mi asilo, mi seguro albergue, y dentro de ella me regocijo en medio de las huestes del cielo y de la Compañía en lo alto.
Alborozaos por mi servidumbre, oh amigos de Dios, pues ella siembra las semillas de libertad; recocijaos por mi encarcelamiento, pues él es el manantial de salvación; alegraos de mi fatiga, pues ella conduce al descanso eterno. ¡Por Dios nuestro Señor! No cambiaría esta prisión por el trono del mundo entero, ni renunciaría a este confinamiento por los placeres y pasatiempos de todos los más bellos jardines de la tierra. Es mi esperanza que por la abundante gracia del Señor, su munificencia y amorosa bondad, sea yo, en su sendero, suspendido de cara al cielo, para que mi corazón llegue a ser el blanco de un millar de balas, o que sea arrojado a las profundidades del mar, o que se me deje perecer en las arenas del desierto. Esto es lo que más anhelo; este es mi supremo deseo; ello refresca mi alma, es un bálsamo para mi pecho, es el solaz mismo de mis ojos.
En cuanto a vosotros, oh amantes de Dios, afirmad vuestros pasos en su Causa, con tal resolución, que no seáis sacudidos aunque la más horrenda de las calamidades arremeta contra el mundo. No seáis perturbados por nada, en condición. Permaneced sólidamente anclados, como las altas montañas, sed estrellas que amanecen sobre el horizonte de la vida, sed lámparas brillantes en las congregaciones de la unidad, sed almas humildes y sumisas en la presencia de los amigos, sed inocentes de corazón. Sed símbolos de guía y luces de piedad, separados del mundo; aferraos al asidero que es fuerte y seguro, esparciendo por doquier el espíritu de vida, navegando en el Arca de Salvación. Sed auroras de generosidad, puntos de amanecer de los misterios de la existencia, sitios donde desciende la inspiración, lugares donde surgen los esplendores, almas sostenidas por el Espíritu Santo, enamoradas del Señor, desprendidas de todo salvo de Él, santas por encima de las características de la humanidad, ataviadas con los atributos de los ángeles del cielo, para que obtengáis para vosotros la mayor dádiva de todas, en este nuevo tiempo, en esta maravillosa edad.
¡Por la vida de Bahá! Sólo aquel que está separado del mundo alcanzará esta gracia final, aquel quien es un cautivo del amor divino, vacío de pasión y de egoísmo es, en todos los aspectos, fiel a su Dios, humilde, sometido, suplicante, en lágrimas, sumiso ante la presencia del Señor.

200

¡Oh vosotros, mis amados espirituales! En un tiempo cuando un océano de pruebas y tribulaciones se agitaba y lanzaba sus olas a los cielos, cuando las multitudes nos acosaban y los tiranos nos infligían abrumadores agravios, en un momento tal, una banda de individuos, empeñados en difamarnos, se aliaron con nuestro cruel hermano, publicaron un tratado que estaba lleno de cargos difamatorios, y dirigieron acusaciones y calumnias contra nosotros.
De este modo alarmaron y confundieron a las autoridades gubernamentales, y es obvia cuál llegó a ser la condición de este cautivo, en esta ruinosa fortaleza, y qué terrible daño y perjuicio fue causado, mucho peor de lo que las palabras puedan decir. A pesar de todo, este prisionero sin hogar permaneció interiormente tranquilo y seguro, confiando en el incomparable Señor, anhelando cualesquiera aflicciones con que hubiera de tropezar en el sendero del amor de Dios. Pues las saetas del odio, a nuestra vista, no son más que un regalo de perlas de parte de Él, y el veneno mortal no es sino un sorbo curativo.
Tal era nuestro estado cuando nos llegó una carta de los amigos de América.65 Habían convenido, ellos escribían, permanecer completamente de acuerdo en todo, y los signatarios en su totalidad se habían comprometido en hacer sacrificios en el sendero del amor de Dios, para así alcanzar la vida eterna. En el mismo instante en que fue leída esta carta, junto con las firmas al final de ella, 'Abdu'l-Bahá experimentó un gozo tan vehemente que ninguna pluma podría describirlo, y agradeció a Dios que en ese país se hubieran levantado amigos que habrían de vivir en perfecta armonía, en el mejor compañerismo, en completo acuerdo, estrechamente asociados, unidos en sus esfuerzos.
Cuanto más se fortalezca este pacto tanto más felices y tanto mejores serán todas las cosas, pues él atraerá hacia sí las confirmaciones de Dios. Si los amantes de Dios anhelan la gracia de ganar como amigos a la Compañía en lo alto, deben hacer todo lo posible por fortalecer este pacto, pues una alianza semejante por la hermandad y la unidad es como regar el Árbol de la Vida: es la vida sempiterna.
¡Oh vosotros, amantes de Dios! Afirmad vuestros pasos, cumplid vuestra promesa de unos hacia otros; salid en armonía a esparcir por doquier las dulces fragancias del amor de Dios, y a establecer sus Enseñanzas, hasta que insufléis un alma en el cuerpo muerto de este mundo, y traigáis verdadera curación al doliente, en los reinos físico y espiritual.
¡Oh vosotros, amantes de Dios! El mundo es igual que un ser humano que está enfermo e impotente, cuyos ojos ya no pueden ver, cuyos oídos se han vuelto sordos, la totalidad de cuyos poderes se encuentran carcomidos y desgastados. Por consiguiente, los amigos de Dios deben ser médicos competentes que, siguiendo las santas Enseñanzas, cuiden a este paciente para restaurarle la salud. Quizá, Dios mediante, el mundo mejore, y sus facultades consumidas sean renovadas, y su persona adquiera tal vigor, tal frescura y lozanía, que resplandezca con gracia y donaire.
El primero de todos los remedios es el de guiar rectamente a las gentes, a fin de que se vuelvan a Dios, y escuchen sus consejos, y salgan con oídos que oyen y ojos que ven. Una vez que se les ha suministrado esta poción de rápido efecto, entonces, de acuerdo con las Enseñanzas, ellos deben ser encauzados a adquirir las características y la conducta del Concurso en lo alto, y animarles a buscar todas las munificencias del Reino de Abhá. Deben purificar sus corazones de la más leve huella de odio y rencor, y comenzar a ser veraces y honrados, conciliatorios y amorosos para con todo el género humano, a din de que, como dos amantes, Oriente y Occidente se abracen entre sí, para que el odio y la hostilidad desaparezcan de la tierra y que, en su lugar, se arraigue firmemente la paz universal.
¡Oh vosotros, amantes de Dios! Sed bondadosos con todos los pueblos; cuidad a todas las personas; hacer todo cuanto podáis por purificar los corazones y las mentes de los hombres; esforzaos por llevar alegría a todas las almas. Sed una lluvia de gracia para cada prado; para cada árbol, el agua de vida; sed como perfumado almizcle para los sentidos de la humanidad, y una fresca, una reparadora brisa para el doliente. Sed placenteras aguas para todos los sedientos, un guía cuidadoso para todos aquellos que han perdido el camino; sed un padre y una madre para el huérfano, sed hijos e hijas cariñosos para los ancianos, sed un tesoro abundante para los pobres. Pensad que el amor y la buena camaradería son las delicias del cielo; pensad que la hostilidad y el odio son los tormentos del infierno.
No consintáis el descanso a vuestro cuerpo; por el contrario, trabajad con toda vuestra alma, y con todo vuestro corazón exclamad y rogad a Dios que os conceda su socorro y su gracia. Así podréis hacer de este mundo el Paraíso de Abhá, y de este globo de tierra, la plaza de armas del dominio en lo alto. Siempre que hagáis el esfuerzo, ciertamente, estos esplendores brillarán, esta nubes de misericordia derramarán su lluvia, estos vientos vivificantes se levantarán y soplarán, este perfumado almizcle será difundido por doquier.
¡Oh vosotros, amantes de Dios! No os preocupéis de lo que suceda en este lugar sagrado, ni en modo alguno os alarméis. Todo cuanto pueda suceder es para bien, pues la aflicción no es sino la esencia de la generosidad, y el dolor y la fatiga son la más pura misericordia, y la angustia es paz para la mente, y realizar un sacrificio es recibir un don, y todo cuanto pueda acontecer ha procedido de la gracia de Dios.
Por consiguiente, atended vuestras propias tareas: guiad a las gentes y educadles a la manera de 'Abdu'l-Bahá. Entregad a la humanidad este gozoso mensaje del Dominio de Abhá. No descanséis ni de día ni de noche; no busquéis tranquilidad ni por un instante. Esforzaos con toda vuestra capacidad por llevar a los oídos de los hombres estas felices nuevas. En vuestro amor a Dios y vuestra devoción por 'Abdu'l-Bahá, aceptad toda tribulación, todo dolor. Soportad la mofa del agresor; tolerad los reproches del enemigo. Seguid los pasos de 'Abdu'l-Bahá y, en el sendero de la Belleza de Abhá, anhelad ofrendar vuestra vida en todo momento. Resplandeced como el sol, sed incansables como el mar; al igual que las nubes del cielo, derramad vida sobre campos y colinas y, como los vientos de abril, insuflad el frescor a través de esos árboles humanos, y haced que florezcan.

201

¡Oh tú, quien eres transportada por el amor de Dios! El Sol de la Verdad se ha elevado por sobre el horizonte de este mundo y ha vertido sus rayos de guía. La gracia eterna nunca es interrumpida, y un fruto de esa gracia sempiterna es la paz universal. Ten la seguridad de que en esta era del espíritu, el Reino de Paz elevará su tabernáculo sobre las cumbres del mundo, y los mandamientos del Príncipe de Paz dominarán de tal modo las arterias y los nervios de todos los pueblos, que atraerán hacia su sombra protectora a todas las naciones de la tierra. De fuentes de amor, de verdad y unidad dará de beber a sus ovejas el verdadero Pastor.
¡Oh sierva de Dios! La paz debe establecerse primero entre los individuos, hasta que al final conduzca a la paz entre las naciones. Por consiguiente, oh vosotros los bahá'ís, esforzaos todo cuanto podáis por crear, mediante el poder de la Palabra de Dios, amor genuino, comunión espiritual y lazos perdurables entre los individuos. Ésta es vuestra tarea.

202

¡Oh vosotros, amantes de la verdad, vosotros, siervos del género humano! De la floración de vuestros pensamientos y esperanzas, fragantes emanaciones han llegado hasta mí, por lo cual un sentimiento interior de obligación me impulsa a escribir estas palabras.
Observad cómo el mundo está dividido contra sí mismo, cuántos países están ensangrentados y su mismo polvo está amasado con sangre humana. Los fuegos del conflicto han despedido llamas tan altas que nunca, ni en la antigüedad, ni en la Edad Media, ni en los siglos recientes, se ha producido una guerra tan horrenda, una guerra que es como piedras de molino, que tienen por granos a los cráneos de los hombres. No, peor aún, pues florecientes países han sido reducidos a escombros, ciudades enteras han sido arrasadas, y muchas aldeas, otrora prósperas, han sido convertidas en ruinas. Los padres han perdido a sus hijos, y los hijos a sus padres. Las madres han consumido sus corazones llorando por sus niños muertos. Los niños han quedado huérfanos, las mujeres han tenido que vagar errantes, sin un hogar. Desde todo punto de vista, la humanidad se ha sumido en la bajeza. Muy fuertes son los gritos desgarradores de los niños sin padre; muy fuertes, las angustiadas voces de las madres, que llegan hasta los cielos.
Y el criadero de todas estas tragedias es el prejuicio: prejuicio de raza y de nación, de religión, de opinión política; y la causa fundamental del prejuicio es la ciega imitación del pasado, imitación en religión, en actitudes raciales, en tendencias nacionalistas, en intereses políticos. Cuanto más tiempo este remedo del pasado persista, tanto más las bases del orden social serán lanzadas a los cuatro vientos, y tanto más la humanidad estará continuamente expuesta a grave peligro.
Ahora, en una edad tal iluminada como la nuestra, cuando las realidades anteriormente desconocidas para el hombre han sido puestas al descubierto, y han sido revelados los secretos de las cosas creadas, y la alborada de la Verdad ha despuntado e iluminado el mundo, ¿es admisible que los hombres tengan que librar una espantosa guerra que está llevando a la humanidad a la ruina? ¡No, por Dios nuestro Señor!
Jesucristo emplazó a toda la humanidad a la amistad y la paz. A Pedro le dijo: "¡Mete tu espada en la vaina!"66 Ese fue el mandato y el consejo de Cristo su Señor y, sin embargo, hoy todos los cristianos han desenvainado sus espadas. ¡Cuán grande es la discrepancia entre tales actos y el texto explícito del Evangelio!
Hace sesenta años surgió Bahá'u'lláh, como el Sol, sobre Persia. Él manifestó que los cielos del mundo estaban oscuros, que esta oscuridad presagiaba calamidad, y que terribles guerras sobrevendrían. Desde la prisión de 'Akká Se dirigió al Emperador de Alemania en los más claros términos, diciéndole que una gran guerra se acercaba y que su ciudad de Berlín rompería en lamentación y en llanto. Asimismo escribió al soberano de Turquía, aunque Él era víctima de ese Sul¶án y Se hallaba encarcelado en su prisión -ello es, era mantenido como prisionero en la Fortaleza de 'Akká- y afirmó claramente que Constantinopla sería sobrecogida por un cambio repentino y radical tan grande, que las mujeres y los niños de esa ciudad gemirían y sollozarían. En resumen, dirigió tales palabras a todos los monarcas y presidentes, y todo sucedió exactamente como Él lo había profetizado.
De Su poderosa pluma han surgido diferentes enseñanzas para la prevención de la guerra, y estas han sido difundidas a lo largo y a lo ancho.
La primera es la investigación independiente de la verdad; pues la ciega imitación del pasado atrofia la mente. Mas cuando cada alma indague la verdad, la sociedad será librada de la lobreguez de la continua repetición del pasado.
Su segundo principio es la unidad de la humanidad: que todos los hombres son las ovejas de Dios, y Dios es su amoroso Pastor, que a todas cuida con la mayor ternura sin favorecer ni a una ni a otra. "No verás diferencia en la creación del Dios de misericordia,"67 todos son sus siervos, todos imploran su gracia.
Su tercera enseñanza es que la religión constituye una poderosa fortaleza, pero que debe engendrar amor, no malevolencia y odio. Si conduce a la malicia, al rencor y al odio, carece en absoluto de valor. Pues la religión es un remedio, y si el remedio causa enfermedad, entonces descartadlo. Por otra parte, en cuanto a las tendencias religiosas, raciales, nacionalistas y políticas: todos estos prejuicios tratan de cortar de raíz la vida humana; todos generan derramamiento de sangre y la ruina del mundo. Mientras esos prejuicios subsistan, habrá continuas y espantosas guerras.
Para remediar esta condición, debe haber paz universal. Para lograr esto debe establecerse un Tribunal Supremo que represente a todos los gobiernos y pueblos; los asuntos tanto nacionales como internacionales deben ser sometidos a él, y todos deben obedecer los decretos de este Tribunal. Si algún gobierno o pueblo le desobedeciere, todo el mundo debe levantarse contra ese gobierno o ese pueblo.
Aún otra de las enseñanzas de Bahá'u'lláh es la igualdad de hombres y mujeres y su idéntica participación en todos los derechos. Y existen muchos principios similares. Ha llegado a ser evidente ahora que estas enseñanzas son la vida misma y el alma del mundo.
Vosotros quienes sois siervos de la raza humana, esforzaos con todo vuestro corazón por rescatar a la humanidad de esta oscuridad y de estos prejuicios, los cuales pertenecen a la condición humana y al mundo de la naturaleza, para que la humanidad encuentre el camino hacia la luz del mundo de Dios.
La alabanza sea para Él, ya que estáis enterados de las diversas leyes, instituciones y principios del mundo; en la actualidad, nada que no sean estas enseñanzas divinas puede asegurar la paz y tranquilidad de la humanidad. Si no es por estas enseñanzas, esta oscuridad nunca desaparecerá, estas enfermedades crónicas nunca se curarán; es más, se harán más violentas de día en día. Los Balcanes permanecerán descontentos; su inquietud aumentará; las potencias derrotadas continuarán promoviendo la agitación; recurrirán a cualquier medida para volver a encender la llama de la guerra. Los movimientos recientemente surgidos y de alcance mundial harán el mayor esfuerzo para lograr sus propósitos. El movimiento de izquierda adquirirá gran importancia. Su influencia se extenderá.
Esforzaos, por tanto, con la ayuda de Dios, con la mente y el corazón iluminados y una fuerza nacida del cielo, por convertiros en una dádiva de Dios para el hombre, y crear para toda la humanidad, bienestar y paz.

203

¡Oh tú, quien estás enamorado del Convenio! La Bendita Belleza ha prometido a este siervo que surgirían almas que serían las personificaciones mismas de la guía y los estandartes del Concurso en lo alto, antorchas de la unicidad de Dios, y estrellas de su más pura verdad, brillando en los cielos, donde solo Dios reina. Ellos darían vista a los ciegos y harían oír a los sordos; harían resucitar a los muertos. Harían frente a todos los pueblos de la tierra, defendiendo su Causa con las pruebas del Señor de las siete esferas.
Es mi esperanza que Él, en su munificencia, haga pronto surgir a estas almas para que su Causa sea exaltada. La calamita que ha de atraer esta gracia es la constancia en el Convenio. Agradece a Dios pues tú eres el más firme entre los firmes.
Oh mi Dios, ayuda a tu siervo a exaltar la Palabra, y a refutar lo que es vano y falso, a establecer la verdad, a difundir los sagrados versículos, a revelar los esplendores, y hacer alborear la luz de la mañana en los corazones de los rectos.
Tú, verdaderamente, eres el Generoso, el Perdonador.

204

¡Oh fénix de aquella llama inmortal encendida en el Árbol Sagrado! Bahá'u'lláh -que mi vida, mi alma, mi espíritu, sean ofrendados en sacrificio por sus humildes siervos- durante sus últimos días en la tierra, ha hecho la más enfática promesa de que mediante las efusiones de la gracia de Dios, y el apoyo y ayuda otorgados desde su Reino en lo alto, se levantarán almas y aparecerán seres santos, quienes, como estrellas, adornarán el firmamento de guía divina, iluminarán la aurora de amorosa bondad y munificencia, manifestarán los signos de la unidad de Dios, brillarán con la luz de la santidad y la pureza, recibirán en su plena medida la inspiración divina, portarán en alto la sagrada antorcha de la fe; se mantendrán firmes como la roca e inamovibles como la montaña; y crecerán hasta llegar a ser lumbreras en los cielos de su Revelación, grandes canales de su gracia, instrumentos para la dádiva del munífico cuidado de Dios, anunciadores que harán manifiesto el nombre del Dios único y verdadero, y constructores del supremo basamento del mundo.
Ellos trabajarán incesantemente, de día y de noche; no harán caso de aflicciones ni de infortunios; no se permitirán tregua en sus esfuerzos, no buscarán descanso, desestimarán toda holgura y comodidad y, desprendidos e impolutos, consagrarán cada fugaz momento de sus vidas a la difusión de la fragancia divina y a la exaltación de la santa Palabra de Dios. Sus rostros irradiarán regocijo celestial, y sus corazones estarán plenos de felicidad. Sus almas estarán inspiradas, y sus cimientos se hallarán seguros. Se dispersarán por el mundo y viajarán por todas las regiones. Elevarán sus voces en todas las asambleas, y adornarán y vivificarán todas las reuniones. Hablarán en todas las lenguas, e interpretarán todos los significados ocultos. Revelarán los misterios del Reino, y manifestarán a todos los signos de Dios. Arderán luminosos como una candela en el corazón de cada asamblea, y fulgurarán como una estrella en cada horizonte. Las suaves brisas provenientes del jardín de sus corazones perfumarán y vivificarán las almas de los hombres, y las revelaciones de sus mentes, al igual que la lluvia, infundirán nuevo rigor a los pueblos y naciones del mundo.
Estoy esperando, esperando ansiosamente que aparezcan estos seres santos; y, sin embargo, ¿cuánto más demorarán en llegar? Mi oración y mi ardiente súplica, al anochecer y al amanecer, es que estas estrellas radiantes derramen pronto su luminosidad sobre el mundo, que sus sagrados semblantes sean descubiertos a los ojos mortales, que las huestes de asistencia divina alcancen su victoria, y que las olas de la gracia, levantándose desde sus océanos de lo alto, se derramen sobre toda la humanidad. Orad vosotros también y suplicadle que, mediante la munífica ayuda de la Antigua Belleza, estas almas sean reveladas a los ojos del mundo.
La gloria de Dios descanse sobre ti, y sobre aquel cuyo rostro es iluminado con esa luz sempiterna que brilla desde su Reino de Gloria.

205

¡Oh vosotras, apreciadas almas! Por la continua imitación de métodos antiguos y desgastados, el mundo se había vuelto oscuro como la noche sombría. Los fundamentos de las Enseñanzas divinas habían caído en el olvido; su médula y su corazón habían sido totalmente olvidados, y la gente estaba aferrada a la cáscara. Las naciones, como harapos completamente desgastados, habían caído en una lamentable condición.
De esta lóbrega oscuridad despuntó el esplendor matinal de las Enseñanzas de Bahá'u'lláh. Él ha engalanado al mundo con una vestidura nueva y hermosa, y esa nueva vestidura son los principios que han descendido de Dios.
Ahora la nueva época está aquí y la creación ha renacido. La humanidad ha adquirido nueva vida. El otoño ha pasado, y la refrescante primavera ha llegado. Todas las cosas son ahora hechas de nuevo. Las artes y las industrias han renacido, existen nuevos descubrimientos en la ciencia y hay nuevas invenciones; hasta los detalles de los asuntos humanos, como la vestimenta y los efectos personales -aun las armas-, todos ellos han sido igualmente renovados. Las leyes y procedimientos de todos los gobiernos han sido revisados. Renovación, es la orden del día.
Y toda esta innovación tiene su origen en las frescas efusiones de maravillosa gracia y en el favor del Señor del Reino, los cuales han renovado el mundo. La gente, por tanto, debe ser completamente liberada de sus viejas formas de pensar, para que toda su atención se concentre en estos nuevos principios, pues ellos son la luz de este tiempo y el espíritu mismo de esta época.
A menos que estas Enseñanzas se difundan con eficacia entre la gente, y hasta que los viejos métodos, los viejos conceptos, no desaparezcan y sean olvidados, este mundo del ser no hallará paz, ni reflejará las perfecciones del Reino Celestial. Esforzaos con todo vuestro corazón por hacer conscientes a los desatentos, por despertar a aquellos que duermen, llevar conocimiento a los ignorantes, hacer ver a los ciegos, oír a los sordos, y devolver la vida a los muertos.
Os incumbe exponer tal poder, tal paciencia que asombren a todos los que observen. Las confirmaciones del Reino están con vosotros. Sea con vosotros la gloria del Todoglorioso.

206

La alabanza sea para Aquel que ha hendido la oscuridad, ha aniquilado la noche, ha rasgado las envolturas y arrancado los velos; cuya luz luego resplandeció, cuyos signos y señales fueron esparcidos por doquier, y sus misterios puestos al descubierto. Luego sus nubes se abrieron y colmaron la tierra con sus munificencias y sus dádivas, y refrescaron todas las cosas con su lluvia, e hicieron que el nuevo verdor del conocimiento y los jacintos de la certeza brotaran, y que temblaran y se estremecieran de júbilo, hasta que el mundo entero fue perfumado por la fragancia de su santidad.
Salutaciones y alabanzas, bendiciones y gloria sean para aquellas realidades divinas, aquellas sagradas anémonas que han emanado de esta suprema dádiva, de esta inundante gracia que ha rugido, como un fogoso mar de dones y mercedes, lanzando sus olas a los encumbrados cielos.

¡Oh Dios, mi Dios! La alabanza sea para Ti, pues has encendido el fuego del divino amor en el Sagrado Árbol que está en la cima del más encumbrado monte: ese Árbol que "no es del este ni del oeste,"68 ese fuego que ardió hasta que su llama se remontó hacia el Concurso en lo alto, y de ella esas realidades recibieron la luz de guía, y clamaron: "Verdaderamente hemos percibido un fuego en la ladera del Monte Sinaí."69
¡oh Dios, mi Dios! Acrecienta este fuego, con cada día que pasa, hasta que su calor ponga en movimiento toda la tierra. ¡Oh Tú, mi Señor! Enciende la luz de tu amor en cada corazón, inspira en las almas de los hombres el espíritu de tu conocimiento, alegra sus pechos con los versículos de tu unicidad. Resucita a aquellos que moran en sus tumbas, amonesta a los orgullosos, has que la felicidad abarque al mundo entero, haz descender tus cristalinas aguas, y en la asamblea de los manifiestos esplendores, haz circular aquella copa que es "templada en la fuente del alcanfor."70
Verdaderamente, Tú eres el Dador, el Perdonador, el Siempre Conferidor. Verdaderamente, Tú eres el Misericordioso, el Compasivo.

¡Oh vosotros, amados de Dios! La copa de vino del Cielo está rebosante, el banquete del Convenio de Dios brilla con luces festivas, despunta la aurora de todas las dádivas, soplan los suaves vientos de la gracia, y del mundo invisible proceden las buenas nuevas de mercedes y dones. En prados rutilantes de flores ha establecido sus tiendas las primavera divina, y los espirituales aspiran las dulces fragancia procedentes de la Saba del espíritu, transportadas por el viento del este. Ahora, el místico ruiseñor entona sus odas y los capullos de íntimo significado se abren y transforman en flores delicadas y hermosas. Las alondras del campo se han convertido en músicos del festival y, alzando sus maravillosas voces, exclaman y cantan con las melodías de la Compañía en lo alto: "¡Bienaventurados sois! ¡Buenas Nuevas! ¡Buenas Nuevas!" E instan a los que tomas parte en la fiesta del Paraíso de Abhá a beber en abundancia, e imploran elocuentemente en el Árbol celestial, y pronuncian su sagrado pregón. Todo esto, para que las almas languidecidas que hollan el desierto de los desatentos, y los seres mustios perdidos en las arenas de la indiferencia, resuciten a la palpitante vida, y se hagan presentes en el festejo y algazara de Dios nuestro Señor.
¡La alabanza sea para Él! La nombradía de su Causa ha llegado al este y al oeste, y la noticia del poder de la Belleza de Abhá ha vivificado al norte y al sur. Ese clamor del continente americano es un coro de santidad, ese grito que, de cerca y de lejos, se eleva hasta la Compañía en lo alto es "¡Ya Bahá'u'l-Abhá!" Ahora, el este está iluminado de gloria, y el oeste está perfumado de rosas, y toda la tierra está fragante de ámbar gris, y los vientos que soplan sobre el Sagrado Santuario están cargados de almizcle. Dentro de poco veréis que aun los países más oscuros brillan resplandecientes, y los continentes de Europa y de África se han convertido en jardines de rosas, y en bosques de floridos árboles.
Mas como el amanecer de este Sol fue en Persia, y como desde ese Oriente el Sol iluminó al Occidente, es nuestra más tierna esperanza que las llamas del fuego del amor brillen aún más vehementemente en ese país y que allí el esplendor de esta Sagrada Fe se haga cada vez más intenso. Que el tumulto de la Causa de Dios sacuda a tal punto a ese país y sus cimentos, y que la fuerza espiritual de su Palabra se manifieste de tal modo que haga de Irán el núcleo y el foco del bienestar y la paz. Que la rectitud y la conciliación, y el amor y la confianza que procedan de Irán llevan inmortalidad a todos en la tierra. Que alcen sobre las más altas cumbres la enseña del orden público, de la más pura espiritualidad, de la paz universal.
¡Oh amados de Dios! En ésta, la Dispensación Bahá'í, la Causa de Dios es espíritu puro. Su Causa no pertenece al mundo material. No viene para la lucha ni para la guerra, ni para los actos de discordia o de oprobio; no es para disputas con otras religiones, ni para conflictos entre las naciones. Su único ejército es el amor de Dios; su única alegría es el transparente vino de su conocimiento; su única lucha, la exposición de la Verdad; su única cruzada es contra el insistente yo, las malas instigaciones del corazón humano. Su victoria es someterse y ceder, y ser desprendido es su sempiterna gloria. En resumen, es espíritu sobre espíritu:

A menos que os sea necesario,
no lastiméis una serpiente en el suelo;
cuanto menos hiráis a un hombre.
Y si os es posible,
no debierais alarmar a una hormiga,
y mucho menos perjudicar a un hermano.

Que todo vuestro empeño sea para esto: llega a ser la fuente de vida e inmortalidad, y de paz, y de consuelo, y de gozo, para toda alma humana, ya os sea conocida o extraña, ya sea opuesta a vosotros o esté de vuestra parte. No consideréis la pureza o la impureza de su naturaleza; considerad la misericordia del Señor que todo lo abarca, la luz de cuya gracia ha envuelto la tierra entera y todos los que habitan en ella, y en la plenitud de cuya munificencia están sumidos tanto los sabios como los ignorantes. Extraño y amigo por igual están sentados a la mesa de su favor. Como el creyente, el negador que se aparta de Dios al mismo tiempo ahueca sus manos y bebe del mar de sus dádivas.
Corresponde a los amados del Señor ser los signos y las señales de su misericordia universal y las personificaciones de su sobresaliente gracia. Como si fueran el sol que dirijan sus rayos sobre jardines y montones de desechos por igual, y hasta como las nubes de la primavera, que dejen caer su lluvia sobre flores y espinas. Que busquen solo amor y fidelidad, que no sigan los senderos de la malignidad, que su decir esté confinado a los secretos de la amistad y la paz. Tales son los atributos de los rectos, tal la marca distintiva de aquellos que sirven en su Umbral.
La Belleza de Abhá sufrió la más aflictiva de las calamidades. Sobrellevó incontables angustias y adversidades. No disfrutó de un solo momento de tranquilidad, no tuvo un instante de respiro. Vagó, sin hogar, por las arenas del desierto y las laderas de las montañas; estuvo recluido en una fortaleza, y en la celda de una prisión. Mas, para Él, su pobre estera de paja era un trono eterno de gloria, y sus pesadas cadenas, la gargantilla de un soberano, de día, de noche, vivía bajo una zumbante espada y estaba listo, de un momento a otro, para morir en la cruz. Sufrió todo esto para poder purificar el mundo y adornarlo con las tiernas mercedes del Señor Dios.; para poder tranquilizarlo; para poner en fuga el conflicto y la agresión; para cambiar la lanza y la hoja afilada en amorosa camaradería, y transformar la malevolencia y la guerra, en seguridad y en mansedumbre y amor; para que los campos de batalla del odio y la ira se conviertan en jardines de delicia, y que los lugares donde otrora se batieran los ejércitos empapados en sangre, sean fragantes parques de esparcimiento; que la contienda se considere un oprobio, y el recurso de las armas, como si fuera una repulsiva enfermedad, sea evitado por todos los pueblos; que la paz universal levante sus tiendas sobre las más sublimes montañas, y que la guerra perezca por siempre en la tierra.
Por consiguiente, los amados de Dios deben, diligentemente, con las aguas de su empeño, vigilar y nutrir y cuidar a este árbol de la esperanza. Que en cualquier país donde residan, de todo corazón acojan y acompañen a aquellos que están, o bien cerca de ellos, o muy lejos. Que con aquellas cualidades, como si fueran del cielo, promuevan las instituciones y la religión de Dios. Que nunca se descorazonen, que nunca se desalienten, que nunca se descorazonen, que nunca se desaliente, que nunca se aflijan. Que mientras más antagonismos encuentren, más muestren su propia buena fe; mientras más tormentos y calamidades tengan que afrontar, más generosamente hagan pasar de mano en mano la munífica copa. Tal es el espíritu que llegará a ser la vida del mundo, tal es, en su esencia, la luz que se está difundiendo, y aquel que sea y haga otra cosa que no sea ésta, no es digno de servir ante el Sagrado Umbral del Señor.
¡Oh vosotros, amados de Dios! El Sol de la Verdad está brillando desde los invisibles cielos; conoced la valía de estos días. Alzad vuestras cabezas, y llegad a ser espigados cipreses, en estas rápidas corrientes. Aspirad la felicidad en la belleza del narciso de Najd, pues la noche caerá, y no será más...
¡Oh vosotros, amados de Dios! La alabanza sea para Él, pues la radiante enseña del Convenio ondea cada día más alto, mientras que la bandera de la perfidia ha sido invertida, y cuelga a media asta. Los belicosos atacantes han sido sacudidos hasta la médula; son ahora como sepulcros en ruinas y, al igual que criaturas ciegas que habitan bajo la tierra, se arrastran y reptan junto a un rincón de la tumba y, desde ese agujero, de tiempo en tiempo, como las bestias salvajes, chillan y aúllan. ¡Gloria sea a Dios! ¿Cómo puede la oscuridad tener esperanzas de vencer a la luz; cómo pueden las cuerdas de un mago sujetar con firmeza a una "serpiente claramente visible para todos"? "Luego, ¡he aquí! Se engulló sus falsas maravillas."71 ¡Ay de ellos! Se han engañado a sí mismos con una fábula y, por entregarse a sus apetitos, se han destruido a sí mismos. Han renunciado a la gloria sempiterna a cambio del orgullo humano, sacrificando la grandeza en ambos mundos por las demandas del insistente yo. Esto es aquello de lo que os hemos prevenido. Dentro de poco veréis a los necios en manifiesta pérdida.

¡Oh mi Señor y mi Esperanza! Ayuda a tus amados a ser firmes en tu poderoso Convenio, a permanecer fieles a tu manifiesta Causa, y a poner en práctica los mandamientos que Tú has registrado para ellos en tu Libro de Esplendores; para que lleguen a ser enseñas de guía y lámparas de la Compañía en lo alto, manantiales de tu infinita sabiduría, y estrellas que guían rectamente, fulgurando desde el firmamento celestial.
Verdaderamente, Tú eres el Invencible, el Todopoderoso, el Omnipotente.


207

¡Oh vosotros, quienes habéis dirigido vuestro rostro hacia la Exaltada Belleza! De noche, de día, al amanecer y al atardecer, cuando oscurece y a las primeras luces, recuerdo y siempre he recordado, en los dominios de mi mente y de mi corazón, a los amados del Señor. Ruego a Él que otorgue sus confirmaciones a esos amados, moradores de esa tierra pura y santa, y les conceda resultados exitosos en todas las cosas; que en su carácter, su comportamiento, sus palabras, su modo de vida, en todo lo que son y hacen, Él les haga adquirir distinción entre los hombres; que los reúna dentro de la comunidad mundial, sus corazones plenos de éxtasis y fervor, anhelando amor, con conocimiento y certeza, con firmeza y unidad, con rostros hermosos y resplandecientes.
¡Oh vosotros, amados del Señor! Este día es el día de la unión, el día de la reunión de toda la humanidad. "Por cierto que Dios ama a aquellos quienes, como si fueran un sólido muro, combaten por su Causa en apretadas filas."72 Observad que Él dice "en apretadas filas," lo cual significa apiñados y estrechados, entrelazados unos con otros, cada cual sosteniendo a sus compañeros. Combatir, tal como se dice en el sagrado versículo, no significa, en ésta la más grande de todas las dispensaciones, salir con lanza y espada, con alabarda y afilada saeta; sino, más bien, armado con intención pura, con motivos justos, con consejos provechosos y eficaces, con atributos piadosos, con obras gratas al Todopoderoso, con las cualidades del cielo. Ello significa educación para toda la humanidad, guía para todos los hombres, la difusión por doquier de los perfumados aromas del espíritu, la promulgación de las pruebas de Dios, la exposición de argumentos concluyentes y divinos, la realización de obras caritativas.
Cuando quiera que almas santas, contando con los poderes del cielo, se levanten con esas cualidades del espíritu, y marchen al unísono, fila tras fila, cada una de esas almas será igual que un millar, y las agitadas olas de ese poderoso océano serán como los batallones del Concurso en lo alto. Qué bendición habrá de ser cuando todos lleguen, hasta entonces como separados torrentes, como ríos y cañadas, como fluyentes arroyos y gotas individuales, y se reúnan en un único lugar, formando un gran mar. Y hasta un punto tal habrá de prevalecer la inherente unidad de todos, que las tradiciones, las reglas, las costumbres y distinciones en la ilusoria vida de estos pueblos, serán borradas y se desvanecerán como gotas aisladas, una vez que el gran mar de la unidad se encrespe, se agite y ondule.
Juro por la Antigua Belleza, que en tal momento una arrolladora gracia envolverá a todo de tal manera, y que el mar de la grandeza rebasará tanto sus orillas, que la más estrecha faja de agua se volverá ancha como un mar sin límites, y cada simple gota será como las profundidades sin riberas.
¡Oh vosotros, amados de Dios! Luchad y esforzaos por alcanzar esa elevada posición, y por hacer que resplandezca una luminosidad tal en estos dominios de la tierra, que sus rayos sean a su vez reflejados desde un punto de amanecer en el horizonte de la eternidad. Este es el basamento mismo de la Causa de Dios. Esta es la esencia misma de la Ley de Dios. Esta es la sólida estructura erigida por las Manifestaciones de Dios. Este es el motivo por el cual despuntó el luminar del mundo de Dios. Esta es la razón por la cual el Señor Se establece a Sí mismo en el trono de su cuerpo humano.
¡Oh vosotros, amados de Dios! Ved cómo el Exaltado73 -que las almas de todos aquellos que están en la tierra sean en redención a Él-, en aras de este elevado propósito, hizo de su bendito corazón el blanco de las lanzas de la aflicción, y cómo la verdadera intención de la Antigua Belleza -que por Él sean ofrendadas las almas del Concurso en lo alto- fue ganar esta misma meta celestial; el Exaltado descubrió su santo pecho haciéndolo blanco de una miríada de balas disparadas por el pueblo de la malevolencia y el odio, y con la mayor mansedumbre sufrió la muerte de un mártir. Sobre el polvo de este sendero manó la sagrada sangre de miles y miles de almas santas, y más de una vez el bendito cuerpo de un leal amante de Dios fue colgado de la horca.
La propia Belleza de Abhá -que el espíritu de toda la existencia sea ofrendado por sus amados- soportó toda clase de ordalías, y voluntariamente aceptó para Sí intensas aflicciones. No hubo tormento al cual no fuese sometida su sagrada figura, ni sufrimiento que no descendiese sobre Él. Cuántas noches, cuando Se hallaba encadenado, estuvo en vela debido al peso de su collar de hierro; cuántos días el ardiente dolor de los cepos y grilletes no Le permitían un momento de tranquilidad. De Níyávarán a (r)ihrán Le hicieron correr -a Él, a ese espíritu personificado, a Él, Quien había sido acostumbrado a reposar en cojines de seda ornamentada- encadenado, descalzo, con su cabeza descubierta, y bajo tierra, en la profunda oscuridad de aquella estrecha mazmorra, Le encerraron con asesinos, con rebeldes y ladrones. Una y otra vez Le acosaron con un nuevo tormento, y todos estaban seguros de que, de un momento a otro, Él sufriría la muerte de un mártir. Después de algún tiempo Le desterraron de su tierra natal, y Le enviaron a países extraños y lejanos. En 'Iráq, durante muchos años, no pasó un momento sin que la saeta de una nueva angustia dejara de penetrar en su santo corazón; con cada suspiro, una espada descendía sobre su sagrado cuerpo, y no tenía ninguna esperanza de un momento de seguridad y reposo. De todos lados sus enemigos lanzaban su ataque con odio implacable; y solo y a solas Él los resistió a todos. Después de todas estas tribulaciones, de estos castigos corporales, Le expulsaron de 'Iráq, en el continente de Asia, al continente de Europa, y en ese lugar de amargo exilio, de miserables penalidades, a los agravios que Le había infligido el pueblo del Qur'án se agregaron ahora las virulentas persecuciones, los poderosos ataques, las maquinaciones, la calumnias, las continuas hostilidades, el odio y la malevolencia del pueblo del Bayán. Mi pluma es impotente para relatar todo eso; mas, seguramente, habéis sido informados de ello. Luego, después de veinticuatro años en ésta, la Más Grande Prisión, en agonía y dolorosa aflicción, concluyeron sus días.
En suma, la Antigua Belleza fue siempre, durante su permanencia en este mundo transitorio, o un cautivo encadenado, o vivió bajo una espada, o estuvo sometido a extremo sufrimiento y tormento, o encarcelado en la Más Grande Prisión. Como consecuencia de su debilidad física, provocada por las aflicciones, su bendito cuerpo se había desgastado hasta llegar a ser un suspiro; y de tanto sufrir, era tan liviano como una telaraña. Y su razón para soportar esta pesada carga y sobrellevar toda esta angustia, la cual era como un océano que lanza sus olas al encumbrado cielo, su razón par colocarse las pesadas cadenas de hierro y llegar a ser la personificación misma de la mayor resignación misma de la mayor resignación y mansedumbre, fue la de conducir a toda alma en la tierra hacia la concordia, el sentimiento de afinidad, la unidad; la de dar a conocer en medio de todos los pueblos el signo de la singularidad de Dios, para que, finalmente, la unidad primordial depositada en el corazón de todas las cosas creadas produzca su destinado fruto, y el esplendor de "No verás diferencia en la creación del Dios de misericordia,"74 derrame sus rayos por doquier.
Ahora es el momento, oh amados del Señor, de ardiente empeño. Esforzaos, y luchad. Y ya que la Antigua Belleza fue expuesto día y noche en el campo del martirio, a nuestro tiempo trabajemos arduamente, y escuchemos y ponderemos los consejos de Dios; desechemos nuestras vidas y renunciemos a nuestros breves y contados días. Apartemos nuestros ojos de las vanas fantasías de las formas divergentes de este mundo, y sirvamos en cambio a este preeminente propósito, este gran designio. No derribemos, a causa de nuestras propias imaginaciones, este árbol que la mano de la gracia celestial ha plantado; no empañemos con las oscuras nubes de nuestras ilusiones, de nuestros intereses egoístas, la gloria que abundante se derrama desde el Reino de Abhá. No seamos como barreras que contengan el ondeante océano de Dios Todopoderoso. No impidamos que soplen por doquier las puras y perfumadas brisas provenientes del jardín de la Gloriosísima Belleza. No excluyamos, en este día de la reunión, la primaveral lluvia de bendiciones que descienden de lo alto. No consintamos que los esplendores del Sol de la Verdad alguna vez se apaguen y desaparezcan. Éstas son las admoniciones de Dios, tal como están expuestas en sus Libros Sagrados, sus Escrituras, sus Tablas que exponen sus consejos a los sinceros.
Descanse sobre vosotros la gloria, y la misericordia de Dios, y las bendiciones de Dios.

208

¡Oh vosotros, siervos del Sagrado Umbral! Las triunfantes huestes del Concurso Celestial, formadas y en orden de batalla en los Reinos de lo alto, permanecen listas y expectantes para ayudar y asegurar la victoria de ese valiente caballero, quien espolea confiado a su corcel dentro del ruedo del servicio. Bienaventurado ese intrépido guerrero, quien armado con el poder del verdadero Conocimiento, se lanza al campo de batalla, dispersa a los ejércitos de la ignorancia y disgrega a las huestes del error, sosteniendo en alto el Emblema de la Guía Divina, y haciendo sonar el Clarín de la Victoria. ¡Por la rectitud del Señor! Él ha logrado un glorioso triunfo y obtenido la verdadera victoria.

209

¡Oh vosotros, siervos de la Bendita Belleza!... Es evidente que en este día, las confirmaciones provenientes del mundo invisible están rodeando a todos aquellos que transmiten el Mensaje Divino. Si la tarea de enseñanza decayese, estas confirmaciones serían completamente interrumpidas, ya que es imposible para los amados de Dios recibir ayuda si no enseñan.
La enseñanza debe llevarse adelante, en todas las condiciones, pero con sabiduría. Si la tarea no puede continuar abiertamente, entonces que enseñen en privado, y así engendrarán espiritualidad y camaradería entre los hijos de los hombres. Si, por ejemplo, cada uno de los creyentes se convirtiese en un verdadero amigo de alguno de los desatentos y, conduciéndose con absoluta rectitud, se asociara con esa alma, la tratara con la máxima amabilidad, si ejemplificara él mismo las divinas instrucciones que ha recibido, las buenas cualidades y las normas de conducta, y en todo momento actuara de acuerdo con las admoniciones de Dios, con certeza lograría despertar poco a poco a ese individuo, antes negligente, y transformar su ignorancia en conocimiento de la verdad.
Las almas se inclinan por el distanciamiento. En primer lugar deben tomarse las medidas para hacer desaparecer ese distanciamiento, pues solo entonces la Palabra tendrá efecto. Si un creyente manifiesta amabilidad hacia algunos de los negligentes y, con gran amor, le conduce gradualmente a una comprensión de la validez de la Santa Causa, de modo que llegue a conocer los fundamentos de la Fe de Dios y sus implicaciones, dicha persona será ciertamente transformada, a excepción de algunos individuos, quienes rara vez se encuentran, que son como cenizas, y cuyos corazones son "duros como la roca o aún más duros."75
Si cada uno de los amigos se esforzara de este modo por guiar rectamente a una sola alma, el número de creyentes se duplicaría cada año; y esto puede lograrse con prudencia y sabiduría, y ningún perjuicio resultaría de ello.
Además, los maestros deben realizar viajes, y si la difusión abierta del Mensaje produce perturbación, entonces, que en su lugar estimulen y enseñen a los creyentes, los inspiren, los deleiten, regocijen sus corazones, los vivifiquen y refresquen con las dulces fragancias de santidad.

210

¡Oh vosotros, rosas en el jardín del amor de Dios! ¡Oh vosotros, luminosas lámparas en la asamblea de su conocimiento! Que los suaves hálitos de Dios soplen sobre vosotros, que la Gloria de Dios ilumine el horizonte de vuestros corazones. Vosotros sois las olas del profundo mar del conocimiento, sois los ejércitos en formación sobre las planicies de la certidumbre, sois las estrellas en los cielos de la compasión de Dios, sois las piedras que ponen en fuga al pueblo de la perdición, sois las nubes de divina compasión sobre los jardines de la vida, sois la abundante gracia de la unicidad de Dios derramada sobre la esencia de todas las cosas creadas.
En la extendida tabla de este mundo, vosotros sois los versículos de su singularidad; y por encima de las encumbradas torres de los palacios, sois los estandartes del Señor. En sus campestres moradas sois las flores y las dulcemente perfumadas hierbas; en el rosedal del espíritu sois los ruiseñores que emiten plañideros cantos. Sois las aves que se remontan hacia los cielos del conocimiento, los halcones reales sobre el brazo de Dios.
¿Por qué entonces estáis apagados, por qué silenciosos, por qué lerdos y embotados? Debéis resplandecer como el rayo, y elevar un clamor como el del gran mar. Al igual que una candela debéis derramar vuestra luz y, como las suaves brisas de Dios, soplar a través del mundo. Como fragantes hálitos de los retiros celestiales, como almizcleros vientos que provienen de los jardines del Señor, debéis perfumar el aire para el pueblo del conocimiento, y al igual que los esplendores derramados por el verdadero Sol, debéis iluminar los corazones de la humanidad. Pues vosotros sois los vientos cargados de vida, sois los aromas del jazmín que provienen de los jardines de los que están a salvo. Llevad, entonces, vida a los muertos y despertad a aquellos que dormitan. En la oscuridad del mundo sed resplandecientes llamas; en las arenas de la perdición, sed manantiales del agua de vida, sed una guía proveniente de Dios nuestro Señor. Ahora es el momento de servir, ahora es el momento de estar encendidos. Conoced el valor de esta oportunidad, de esta favorable circunstancia que es gracia ilimitada, antes de que se os escurra de las manos.
Pronto, nuestro puñado de días, nuestra vida evanescente se habrá ido, y entraremos, con las manos vacías, al foso que ha sido cavado para aquellos que nunca más hablarán; en consecuencia, debemos amarrar nuestros corazones a la manifiesta Belleza y aferrarnos a la cuerda de salvación que nunca falla. Debemos entregarnos al servicio, encender la llama del amor, y calcinarnos en su calor. Debemos desatar nuestras lenguas hasta que hagamos arder el corazón del amplio mundo y, con luminosos rayos de guía, aniquilar los ejércitos de la noche, y entonces, por amor a Él, inmolar nuestras vidas en el campo del sacrificio.
Diseminemos sobre todos los pueblos las atesoradas gemas del reconocimiento de Dios, y con la decisiva espada de la lengua, y las seguras saetas del conocimiento, derrotemos a las huestes del yo y la pasión, y avancemos presurosos hacia el sitio del martirio, el lugar donde moriremos por el Señor. Y entonces, con banderas desplegadas y al son de los tambores, ingresemos al dominio del Todoglorioso, y unámonos a la Compañía en lo alto.
La bienaventuranza sea para con los obradores de los grandes hechos.

211

Cuando los amigos no realizan esfuerzos por difundir el mensaje, dejan de recordar a Dios dignamente, y no atestiguan las señales de la asistencia y confirmación del Reino de Abhá, dejando de comprender los misterios divinos. En cambio, cuando la lengua del maestro está ocupada en la enseñanza, naturalmente se estimulará a sí mismo, transformándose en un imán que atrae la ayuda divina y la munificencia del Reino, y será como el pájaro a la hora del amanecer, el cual se llena de alegría con su propio canto, su gorjeo y su melodía.

212

Es en tales momentos que los amigos de Dios se valen de la ocasión, aprovechan la oportunidad, avanzan presurosos y ganan el premio. Si su tarea estuviere limitada a la buena conducta y a dar consejos, nada se logrará. Deben expresarse con claridad, exponer las pruebas, presentar argumentos claros, sacar conclusiones irrefutables que establezcan la verdad de la manifestación del Sol de la Realidad.

213

La labor de la enseñanza debería proseguirse activamente por parte de los creyentes, en todas las condiciones, puesto que las confirmaciones divinas dependen de ello. Si un bahá'í se abstiene de participar completa, vigorosamente y de todo corazón en la labor de la enseñanza, indudablemente será privado de las bendiciones del Reino de Abhá. Aun así, esta actividad debe ser templada con sabiduría, no con aquella sabiduría que requiere que uno guarde silencio y se olvide de tal obligación, sino de aquella que requiere que uno demuestre divina tolerancia, amor, bondad, paciencia, un buen carácter y hechos santificados. En breve, anima a los amigos individualmente a enseñar la Causa de Dios, y atrae su atención sobre este significado de la sabiduría, mencionado en las Escrituras, el cual es en sí mismo la esencia de la enseñanza de la Fe; mas todo esto debe hacerse con la mayor tolerancia, para que la asistencia celestial y la confirmación divina puedan ayudar a los amigos.

214

Sigue el camino de tu Señor y no digas lo que los oídos no resisten escuchar, pues tales palabras son como comida sabrosa para los niños pequeños. Por muy gustosa, rara y exquisita que llegue a ser la comida, ella no puede ser asimilada por los órganos digestivos de un niño de pecho. Por tanto, que a cada cual que tenga derecho, le sea administrada su medida.
"No todo lo que el hombre sabe puede ser revelado, ni puede todo lo que él puede revelar estimarse oportuno, ni puede toda expresión oportuna considerarse adecuada a la capacidad de aquellos que le escuchan." Tal es la consumada sabiduría que habrá de ser observada en tus actividades. No te olvides de ella si deseas ser un hombre de acción en todas las condiciones. Primero diagnostica la enfermedad e identifica el mal, luego prescribe el remedio, pues tal es el método perfecto del médico experto.

215

Mi esperanza acerca de la gracia del Señor Único y Verdadero es que te sea permitido difundir las fragancias de Dios entre las tribus. Esto es extremadamente importante...
Si logras prestar este servicio sobresaldrás, y en el campo será el líder.

216

Ten la seguridad de que los hálitos del Espíritu Santo desatarán tu lengua. Por tanto, habla; exprésate con gran valentía en todas las reuniones. Cuando estés por comenzar con tu exposición, vuélvete primeramente a Bahá'u'lláh y suplícale por las confirmaciones del Espíritu Santo, luego abre tus labios y di todo lo que sea sugerido a tu corazón; ello, no obstante, con la mayor valentía, dignidad y convicción. Es mi esperanza que día tras día vuestras reuniones se desarrollen y florezcan, y que aquellos que están buscando la verdad escuchen en ellas argumentos basados en la razón y pruebas concluyentes. En cada reunión estoy con vosotros, de alma y corazón; ten la seguridad de ello.

217

El maestro, al enseñar, debe encontrarse él mismo completamente encendido, para que sus palabras, como una llama de fuego, ejerzan influencia y consuman el velo del yo y la pasión. Debe también ser completamente humilde y sumiso, para que otros sean edificados, y totalmente modesto y evanescente para poder enseñar con la melodía del Concurso en lo alto; de otro modo, su enseñanza no tendrá efecto.

218

¡Oh vosotros, cercanos y queridos amigos de 'Abdu'l-Bahá!

Derramad perfumes en Oriente,
y en Occidente esplendor esparcid;
llevad al búlgaro la luz,
y de vida al eslavo investid.

Un año después de la ascensión de Bahá'u'lláh surgió este verso de los labios del Centro del Convenio. Los violadores del Convenio lo encontraron en verdad extraño, y lo trataron con desdén. Sin embargo, gracias a Dios, sus efectos están ahora claramente manifiestos, su poder revelado, evidente es su importancia; pues por la gracia de Dios, hoy en día tanto Oriente como Occidente están trémulos de alegría, y ahora, por los fragantes soplos de santidad, el mundo entero está perfumado de almizcle.
La Bendita Belleza, en lenguaje inequívoco, ha hecho esta promesa en su Libro: "Os contemplamos desde nuestro reino de gloria, y ayudaremos a quienquiera que se levante para el triunfo de nuestra Causa, con las huestes del Concurso en lo alto y una compañía de nuestros ángeles predilectos."76
Gracias a Dios que la ayuda prometida ha sido conferida, como es evidente para todos, y resplandece tan clara como el sol en los cielos.
En consecuencia, oh vosotros amigos de Dios, redoblad vuestros esfuerzos, empeñaos al máximo, hasta que triunféis en vuestro servicio a la Antigua Belleza, la Luz Manifiesta, y lleguéis a ser la causa de la difusión de los rayos del Sol de la Verdad, a lo largo y a lo ancho. Insuflad, en el desgastado y enflaquecido cuerpo del mundo, el fresco hálito de vida, y en los surcos de todas las regiones sembrad las sagradas semillas. Levantaos para abogar por esta Causa; abrid vuestros labios y enseñad. En el lugar de reunión de la vida sed estrellas rutilantes; en los jardines de la unidad sed aves del espíritu, cantando acerca de las verdades y los misterios interiores.
Emplead cada hálito de vuestra vida en esta gran Causa y dedicad todos vuestros días al servicio de Bahá, de modo que al fnal, libres de pérdida y privación, heredéis los tesoros acumulados de los dominios en lo alto. Pues los días de un hombre están llenos de peligro y él no puede contar tan siquiera con un momento más de vida; y, no obstante, las gentes, quienes son como un vacilante espejismo de ilusiones, se dicen a sí mismas que al final llegarán a alcanzar las alturas. ¡Lástima por ellos! Los hombres de tiempos pasados acariciaron esas mismas fantasías, hasta que una ola chasqueó sobre ellos y retornaron al polvo, y se encontraron excluidos y desprovistos; todos, a excepción de aquellas almas que se habían librado del yo y habían desechado su vida en el sendero de Dios. Su brillante estrella resplandeció en los cielos de antigua gloria, y las memorias que se habían transmitido de todas las épocas, constituyen una prueba de lo que digo.
En consecuencia, no descanséis ni de día ni de noche y no busquéis tranquilidad. Relatad los secretos de la servidumbre, seguid el sendero del servicio, hasta que alcancéis el socorro prometido que proviene de los dominios de Dios.
¡Oh amigos! Negras nubes han envuelto a toda esta tierra, y la lobreguez del odio y la malevolencia, de la crueldad y la agresión y la corrupción, se extiende en todas direcciones. Las gentes, todas sin excepción, viven sus vidas en negligente estupor, y se considera que las principales virtudes del hombre son su rapacidad y su sed de sangre. De toda la masa de la humanidad Dios ha escogido a los amigos, y los ha favorecido con su guía y su munífica gracia. Su propósito es éste, que nosotros, todos nosotros, nos esforcemos con todo nuestro corazón en ofrecernos para guiar a los demás hacia su sendero, y educar las almas de los hombres, hasta que estas bestias enloquecidas se transformen en gacelas en los prados de la unidad, y estos lobos en corderos de Dios, y estas criaturas embrutecidas en huestes angelicales; hasta que se extingan los fuegos del odio, y la llama que proviene del amparado valle del Sagrado Santuario derrame sus esplendores; hasta que el fétido hedor del muladar del tirano se disipe, y ceda su lugar a los puros y fragantes aromas que emanan de las eras de rosas de la fe y la confianza. En ese día los débiles de intelecto recurrirán a la munificencia de la Divina Mente Universal, y aquellos cuya vida no es sino abominación, tratarán de encontrar estos santos hálitos purificadores.
Mas, necesariamente, tienen que existir almas que habrán de manifestar tales dádivas, necesariamente tienen que existir labradores que cultives estos campos, jardineros para estos jardines, necesariamente tienen que existir peces que naden en este mar, estrellas que fulguren en estos cielos. Estos dolientes deben ser atendido por médicos espirituales, aquellos que están perdidos necesitan amables guías, para que de tales almas los desprovistos reciban su porción, y los privados puedan obtener su parte, y los pobres descubran en ellas la inmensurable riqueza, y los buscadores escuchen de ellas las irrefutables pruebas.
¡Oh mi Señor, mi Defensor, mi Ayuda en el peligro! Sumiso, Te suplico; enfermo, me acerco a Ti para ser sanado; humildemente, clamo a Ti, con mi lengua, mi alma, mi espíritu:
¡Oh Dios, mi Dios! La lobreguez de la noche ha envuelto a todas las regiones, y toda la tierra está encerrada tras densas nubes. Los pueblos del mundo se encuentran sumidos en las negras profundidades de las vanas ilusiones, mientras que sus tiranos se revuelcan en el odio y la crueldad. No veo nada sino el resplandor de fuegos abrasadores que elevan sus llamas desde el más profundo abismo, nada oigo fuera del atronador estrépito de miles y miles de ígneas armas de combate, mientras todos los países claman en voz alta, en su lengua secreta: "¡Mi riqueza de nada me sirve, y mi soberanía ha fenecido!"
Oh mi Señor, las lámparas de guía se han extinguido. Las llamas de la pasión han trepado a las alturas, y la malevolencia crece cada vez más en el mundo. La maldad y el odio han cubierto la faz de toda la tierra y no encuentro otras almas, salvo tu propio y oprimido y pequeño grupo, que eleva este llamado:
¡Marchad de prisa hacia el amor! ¡Marchad de prisa hacia la confianza! ¡Apresuraos en dar! ¡Venid por guía!
¡Venid en busca de armonía! ¡Venid a contemplar la Estrella del Día! ¡Venid aquí en busca de bondad, de sosiego! ¡Venid aquí por amistad y paz!
¡Venid y deponed vuestras armas de ira, hasta que la unidad se logre! Venid, y en el verdadero sendero del Señor, que cada uno ayude a otro.
Verdaderamente, con desbordante alegría, con alma y corazón, estos oprimidos tuyos se ofrendan por toda la humanidad, en todos los países. Tú los ves, oh mi Señor, llorando sobre las lágrimas que tu pueblo ha derramado, lamentando el dolor de tus hijos, condolidos con la humanidad, sufriendo a causa de las calamidades que acosan a todos los habitantes de la tierra.
Oh mi Señor, dales las alas de la victoria para que se remonten hacia la salvación, fortalece sus hombros en el servicio a tu pueblo, y sus espaldas en la servidumbre en tu Umbral de Santidad.
¡Verdaderamente, Tú eres el Generoso, verdaderamente, Tú eres el Misericordioso! No existe otro Dios salvo Tú, el Clemente, el Compasivo, el Antiguo de los Días!

219

¡Oh vosotros, hijos e hijas del Reino! Vuestra carta, la cual seguramente fue inspirada por el cielo, ha sido recibida. Su contenido es muy grato, con sentimientos que surgen de los corazones luminosos.
Los creyentes de Londres son en verdad firmes y leales, son decididos, son constantes en el servicio; cuando son puestos a prueba no vacilan, ni disminuyen su fuego con el transcurso del tiempo; más bien, ellos son bahá'ís. Ellos son el cielo, están llenos de luz, ellos son de Dios. Sin duda alguna llegarán a ser la causa del enaltecimiento de la Palabra de Dios, y del desarrollo de la unidad del mundo del hombre; de la promoción de las enseñanzas de Dios, y de la difusión por doquier de la igualdad de todos los miembros de la raza humana.
Es fácil aproximarse al Reino del Cielo, mas es difícil permanecer firme y leal dentro de él, pues las pruebas son rigurosas y arduas de soportar. Pero los ingleses se mantienen constantes en todas las condiciones, y sus pies no resbalan al primer indicio de dificultad. No son variables, no proceden con inconstancia en un proyecto, abandonándolo luego. No dejan, por una causa trivial, de tener entusiasmo y celo, ni se retira su interés. No; en todo lo que hacen, ellos son estables, sólidos como roca, y leales.
Aunque habitáis en países occidentales, no obstante, alabado sea Dios, oísteis su llamado que proviene de Oriente y, al igual que Moisés, calentasteis vuestras manos con el fuego que arde en el Árbol de Asia. Hallasteis el verdadero sendero, fuisteis encendidos como lámparas y habéis venido al Reino de Dios. Y ahora os habéis levantado, en gratitud por estas bendiciones, e imploráis la ayuda de Dios para todos los pueblos de la tierra, a fin de que también sus ojos puedan contemplar los esplendores del Reino de Abhá, y sus corazones, como su fueran espejos, puedan reflejar los luminosos rayos del Sol de la Verdad.
Es mi esperanza que los hálitos del Espíritu Santo serán insuflados en vuestros corazones, de modo tal que vuestras lenguas descubran los misterios y exhiban y expongan los íntimos significados de los Libros Sagrados; que los amigos lleguen a ser como médicos y, por medio de la potente medicina de las Enseñanzas celestiales, curen las viejas enfermedades que afligen al cuerpo de este mundo, que hagan ver al ciego, oír al sordo, revivir al muerto; que despierten a aquellos que están profundamente dormidos.
Tened la seguridad de que las confirmaciones del Espíritu Santo descenderán sobre vosotros, y que los ejércitos del Reino de Abhá os concederán la victoria.

220

El Señor de toda la humanidad ha forjado este reino humano para que sea un Jardín del Edén, un paraíso terrenal. Si, como es debido, encuentra el camino de la armonía y la paz, del amor y la confianza mutua, llegará a ser una verdadera morada de dicha, un lugar de múltiples bendiciones e interminables delicias. En él se revelará la excelencia del género humano, en él resplandecerán por doquier los rayos del Sol de la Verdad.
Recuerda cómo Adán y los demás, en otro tiempo, habitaban juntos en el Edén. Sin embargo, tan pronto como se desató una riña entre Adán y Satanás, fueron todos desterrados del Jardín, y esto significa una advertencia a la raza humana, un medio de decir a la humanidad que la disensión -aun con el demonio- conduce a una dolorosa pérdida. Es por esto que, en nuestra edad iluminada Dios enseña que los conflictos y las disputas no son permisibles, ni siquiera con el mismo Satanás.
¡Dios bondadoso! ¡Aun con semejante lección frente a él, cuán desatento es el hombre! Todavía vemos su mundo en guerra de polo a polo. Hay guerra entre las religiones; guerra entre las naciones; guerra entre los pueblos; guerra entre los gobernantes. ¡Qué cambio tan bien venido sería que estas nubes negras se disiparan de los cielos del mundo, para que la luz de la realidad pudiese derramarse por doquier! Si solo se asentara para siempre el oscuro polvo de esta continua lucha y esta matanza, y los fragantes vientos de la bondad de Dios soplaran desde el manantial de paz. Entonces este mundo se transformaría en otro mundo, y la tierra resplandecería con la luz de su Señor.
Si existe alguna esperanza, es únicamente en las generosidades de Dios: que su gracia fortalecedora llegará, y cesarán la lucha y la contienda, y que la ácida mordedura del acero ensangrentado se convertirá en el melifluo rocío de la amista, la probidad y la confianza. Cuán dulce al paladar será ese día, cuán fragante como almizcle su perfume.
Conceda Dios que el nuevo año traiga una promesa de nueva paz. Quiera Él permitir a esa distinguida asamblea firmar un tratado imparcial y establecer un convenio justo, para que seáis bendecidos por siempre, a través de la extensión de tiempo venidero.*

221

¡Oh vosotros, quienes sois constantes en el Convenio! El peregrino ha hecho mención de cada uno de vosotros, y ha solicitado que a cada uno se le dirija una carta por separado, pero este errante en el desierto del amor de Dios está apartado de la correspondencia por un millar de preocupaciones y desvelos; y ya que de los oriente y los ponientes de la tierra se derrama un creciente flujo de cartas sobre él, sería imposible enviar a cada uno una misiva por separado, por lo cual esta sola carta es dirigida a cada uno de vosotros, para que, como sellado vino, regocije vuestras almas y otorgue calor a vuestros corazones.
¡Oh vosotros, amados constantes! La gracia de Dios cae abatiéndose sobre la humanidad, como las lluvias de la primavera, y los rayos de la Luz manifiesta han hecho que esta tierra sea la envidia del cielo. Más, lástima que los ciegos estén privados de esta generosidad, que los desatentos estén excluidos de ella, que de ella desesperen los marchitos, y desfallezcan los mustios, de modo que como aguas torrentosas, esta infinita corriente de gracia retorna a su fuente original, en un oculto mar. Solamente algunos reciben esta gracia y toman de ella su parte. Por tanto, depositemos nuestras esperanzas en lo que el poderoso brazo del Amado puede realizar.
Confiamos que en un tiempo venidero los aletargados despertarán, y los desatentos se harán conscientes, y los excluidos llegarán a ser iniciados en los misterios. Ahora deben los amigos continuar trabajando de alma y corazón, y desplegar un gran esfuerzo, hasta que sean derribados los baluartes de la disensión, y las glorias de la unidad del género humano conduzcan a todos a la unión.
Hoy en día, la imperiosa necesidad es la unidad y la armonía entre los amados del Señor, pues deberían tener entre ellos solamente un corazón y un alma, y deberían, en la medida que de ellos dependa, resistir solidariamente la hostilidad de todos los pueblos del mundo; deben poner fin a los ignorantes prejuicios de todas las naciones y religiones, y deben dar a conocer a todo miembro de la raza humana que todos son las hojas de una sola rama, los frutos de un solo tallo.
Sin embargo, mientras los amigos no establezcan la perfecta unidad entre ellos mismos, ¿cómo pueden emplazar a los demás a la armonía y la paz?

El alma que no ha cobrado vida ella misma,
¿qué esperanza tiene de hacer revivir a otra?

Reflexionad con respecto a otras formas de vida diferentes de la humana, y que os sirvan de advertencia: aquellas nubes que se apartan no pueden producir la munificencia de la lluvia, y pronto se pierden; un rebaño de ovejas, una vez dispersado, es presa del lobo, y las aves que vuelas solitarias son rápidamente atrapadas por las garras del halcón. Qué mayor demostración puede haber de que la unidad conduce a una vida floreciente, mientras que la disensión y el apartarse de los demás solo conducen a la miseria; pues son éstos los caminos seguros al amargo desengaño y la ruina.
Las santas Manifestaciones de Dios han sido enviadas para hacer visible la unidad de la humanidad. Por esto soportaron innumerables adversidades y tribulaciones, que una comunidad de entre los pueblos divergentes de la humanidad pudiese reunirse a la sombra de la Palabra de Dios y vivir como una sola, y pudiese, con deleite y gracia, demostrar en la tierra la unidad de la humanidad. Por consiguiente, el deseo de los amigos debe ser éste: reunir y unificar a todos los pueblos, que todos puedan recibir un trago generoso de este vino puro contenido en esta copa que es "templada en la fuente de alcanfor."77 Que hagan que las diferentes poblaciones sean una, e induzcan a las hostiles y sanguinarias razas de la tierra a amarse unas a otras. Que liberen de sus cadenas a los cautivos de los deseos sensuales y que conviertan a los excluidos en confidentes de los misterios. Que den a los desamparados una porción de las bendiciones de estos días; que guíen a los desposeídos al inagotable tesoro. Esta gracia puede llevarse a cabo por medio de las palabras y maneras y acciones del Reino Invisible; mas si éstas faltan, ello nunca podrá ser.
Las confirmaciones de Dios son la garantía de estas bendiciones; la sagrada munificencia de Dios confiere estos grandes dones. Los amigos de Dios son sostenidos por el Reino en lo alto y obtienen sus victorias mediante los masivos ejércitos de la más grande guía. De este modo, para ellos, toda dificultad será allanada, todo problema será muy fácilmente resuelto.
Observad cuán fácilmente, cuando existe unidad en una determinada familia, se conducen los asuntos de esa familia, cómo progresan sus miembros, cómo prosperan en el mundo. Sus asuntos están en orden, gozan de comodidad y tranquilidad, están a salvo, su posición está afianzada, ellos llegan a ser la envidia de todos. Esas familias no hacen sino acrecentar su situación y su honor perdurable, con cada día que transcurre. Y si ampliamos un poco la esfera de la unidad para incluir a los habitantes de una aldea que buscan ser amables y unidos, que se asocian entre ellos y son bondadosos unos con otros, qué grandes avances se verá que logran, cuán seguros y protegidos estarán. Ampliemos algo más la esfera, tomando a los habitantes de una ciudad, a todos ellos conjuntamente: si establecen los más sólidos lazos de unidad entre ellos, cuán lejos habrán de progresar, incluso en un breve período, y qué poder habrán de ejercer. Y si la esfera de la unidad es ampliada aún más, es decir, si los habitantes de un país entero desarrollan corazones pacíficos y, con todo su corazón y su alma anhelan cooperar mutuamente y vivir en unidad, y si llegan a ser bondadosos y amables unos con otros, ese país obtendrá gozo sempiterno y gloria imperecedera. Tendrá paz, y abundancia, y enorme riqueza.
Observad entonces: si cada clan, tribu o comunidad, si cada nación, país o territorio de la tierra se reunieran bajo el pabellón unicolor de la unidad de la humanidad, y por los deslumbradores rayos del Sol de la Verdad proclamaran la universalidad del hombre; si hiciesen que todas las naciones y todos los credos abran ampliamente sus brazos unos hacia otros, que establezcan un Consejo Mundial y procedan a unir a los miembros de la sociedad unos con otros, por medio de sólidos vínculos recíprocos, ¿qué sucedería entonces? No hay duda alguna de que el Divino Amado, en toda su tierna hermosura, y con Él una numerosa hueste de confirmaciones celestiales, y de bendiciones y dádivas humanas, aparecerían ante la congregación del mundo en su gloria más plena.
Por consiguiente, oh vosotros, los amados del Señor, esforzaos por hacer todo lo que esté en vuestro poder para ser como uno solo, para vivir en paz, cada cual con los demás: pues sois todos las gotas de un único océano, el follaje de un único árbol, las perlas de una misma ostra, las flores y dulces hierbas del mismo y único jardín. Y al lograr eso, esforzaos por unir los corazones de aquellos quienes son los seguidores de otras religiones.
Debéis ofrendar incluso la vida misma unos por otros. Debéis ser infinitamente bondadosos con cada ser humano. A nadie llaméis extraño; a nadie consideréis vuestro enemigo. Sed como si todos los hombres fueran vuestros parientes cercanos y vuestros honorables amigos. Caminad de modo tal que este mundo fugaz sea transformado en esplendor, y este sombrío cúmulo de polvo llegue a ser un palacio de delicias. Tal es el consejo de 'Abdu'l-Bahá, este siervo desventurado.

222

¡Oh vosotros, los errantes sin hogar en el Sendero de Dios! La prosperidad, la complacencia y la libertad, por muy deseadas que sean y por mucho que conduzcan a la alegría del corazón humano, no pueden en modo alguno compararse con las pruebas de la ausencia de un hogar y la adversidad en el camino de Dios; pues tal exilio y destierro son bendecidos con el favor divino, e indudablemente son seguidos por la misericordia de la Providencia. El gozo de la tranquilidad en el propio hogar y la dulzura de la inmunidad contra todas las preocupaciones pasarán, mientras que la bendición de la falta de hogar perdurará por siempre, y sus trascendentes resultados se harán manifiestos.
La migración de Abraham desde su tierra natal hizo que se pusieran de manifiesto los generosos dones del Todoglorioso, y el ocaso de la estrella más brillante de Canaán desplegó ante los ojos el esplendor de José. La huida de Moisés, el Profeta del Sinaí, reveló la Llama del ardiente Fuego del Señor, y el surgimiento de Jesús infundió en el mundo los hálitos del Espíritu Santo. La partida de Mu¥ammad, el Amado de Dios, de la ciudad de su nacimiento, fue la causa de la exaltación de la Santa Palabra de Dios, y el destierro de la Sagrada Belleza condujo a la difusión de la luz de su Divina Revelación por todas las regiones.
¡Prestad gran atención, oh gentes de perspicacia!

223

¡Oh vosotros, hijos e hijas del Reino! Vuestra carta ha sido recibida. Su contenido dio a conocer que, alabado sea Dios, vuestros corazones se hallan en la mayor pureza y que vuestras almas se regocijan con las buenas nuevas de Dios. La mayoría de la gente está ocupada con el yo y el deseo mundano, e inmersa en el océano del mundo inferior, y cautiva del mundo de la naturaleza, salvo aquellas almas que han sido libradas de las cadenas y los grillos del mundo material y, como los pájaros de raudo vuelo, se remontan en este dominio sin límites. Ellos están despiertos y vigilantes, rehuyen la oscuridad del mundo de la naturaleza; su más elevado deseo se centraliza en la erradicación, de entre los hombres, de la lucha por la existencia, la irradiación de la espiritualidad y el amor del dominio en lo alto, la práctica de la mayor bondad entre los pueblos, el establecimiento de una relación íntima y estrecha entre las religiones, y la realización del ideal del sacrificio de sí mismo. Entonces, el mundo de la humanidad será transformado en el Reino de Dios.
¡Oh amigos, realizad un gran esfuerzo! Todo gasto requiere de un ingreso. En este día, en el mundo de la humanidad, los hombres están todo el tiempo gastando, pues la guerra no es sino la dilapidación de hombres y de riqueza. Al menos ocupaos en una acción de provecho para el mundo de la humanidad, a fin de que podáis compensar parcialmente esa pérdida. Quizá, mediante las confirmaciones divinas, se os ayude a promulgar la amistad y la concordia entre los hombres, a sustituir la enemistad por el amor, a lograr que de la guerra universal resulte la paz universal, y a convertir la pérdida y el rencor, en provecho y amor. Este deseo será realizado por medio del poder del Reino.

224

¡Oh tú, siervo de Dios! Tu carta fue recibida. Su contenido es excelso y sublime, y su objetivo elevado y trascendente. El mundo de la humanidad necesita de un gran mejoramiento, pues es una jungla material donde florecen árboles sin frutos y abundan inútiles malezas. Si en todo esto hay un árbol que produce frutos, es sombreado por los que no producen, y si una flor crece en esta jungla, está oculta y escondida. El mundo de la humanidad se halla en necesidad de jardineros expertos que conviertan estos bosques en deliciosos rosedales, que sustituyan a estos árboles estériles por otros que brinden frutos, y que reemplacen a esta malezas inútiles con rosas y fragantes hierbas. Y así las almas activas y las personas vigilantes no descansan no de día ni de noche; se esfuerzan por estar estrechamente vinculadas al Reino Divino, y por medio de ello llegar a ser las manifestaciones de infinita munificencia y los jardineros ideales para estos bosques. Y así, el mundo de la humanidad será completamente transformado y las misericordiosas dádivas se harán manifiestas.

225

¡Oh vosotros, Concurso del Reino de Abhá! Desde las alturas de la felicidad de la humanidad se elevan dos llamados al éxito y la prosperidad, despertando a los somnolientos, concediendo vista a los ciegos, haciendo que los descuidados se vuelvan atentos, confiriendo oído a los sordos, desatando la lengua a los mudos, y resucitando a los muertos.
Uno es el llamado de la civilización, del progreso del mundo material. Pertenece al mundo de los fenómenos, promueve los principios de la realización material, y es el maestro en los logros físicos del género humano. Comprende las leyes, las ordenanzas, las artes y ciencias mediante las cuales el mundo de la humanidad se ha desarrollado; las leyes y ordenanzas que son el fruto de elevados ideales y el resultado de las mentes sanas, y que han ingresado al ruedo de la existencia a través de los esfuerzos de los sabios y cultos del pasado y de épocas posteriores. El poder ejecutor y el propagados de este llamado es el gobierno justo.
El otro es el llamado de Dios, que conmueve el alma, cuyas enseñanzas espirituales están protegidas por la gloria sempiterna, la felicidad eterna y la iluminación del mundo de la humanidad, y hacen que sean revelados los atributos de la misericordia en el mundo humano y en la vida del más allá.
Este segundo llamado está basado en las instrucciones y exhortaciones del Señor, y en las amonestaciones y emociones altruistas, pertenecientes al dominio de la moralidad, las cuales, al igual que una luz brillante, alumbran e iluminan la lámpara de las realidades del género humano. Su penetrante poder es la Palabra de Dios.
No obstante, mientras los avances materiales, los logros físicos y las virtudes humanas no sean fortalecidos por las perfecciones espirituales, las cualidades brillantes y las características de la misericordia, no saldrá de ellos ningún fruto ni resultado, ni se logrará la felicidad del mundo de la humanidad, lo cual es el objetivo final. Pues aunque, por una parte, los logros materiales y el desarrollo del mundo físico producen prosperidad, lo cual manifiesta exquisitamente sus deseados fines, por otra parte, los peligros, las severas calamidades y las violentas aflicciones son inminentes.
En consecuencia, cuando observas el ordenado diseño de los reinos, de las ciudades y aldeas, con el atractivo de sus ornamentos, con la frescura de sus recursos naturales, el refinamiento de sus dispositivos, la comodidad de sus medios de transporte, la extensión del conocimiento disponible referente al mundo de la naturaleza, las grandes invenciones, los colosales emprendimientos, los nobles descubrimientos e investigaciones científicas, has de concluir que la civilización conduce a la felicidad y al progreso del mundo humano. Mas si vuelves tu mirada al descubrimiento de máquinas destructivas e infernales, al desarrollo de las fuerzas de demolición y la invención de implementos ígneos, los cuales arrancan de raíz al árbol de la vida, se te hará evidente y manifiesto que la civilización está conjurada con la barbarie. El progreso y la barbarie marchan de la mano, a menos que la civilización material sea confirmada por la Guía Divina, por las revelaciones del Todomisericordioso y por virtudes divinas, y sea vigorizada por la conducta espiritual, por los ideales del Reino y las efusiones del Dominio del Poder.
Considera ahora que los países más avanzados y civilizados del mundo se han transformado en arsenales de explosivos, que los continentes del globo han sido convertidos en gigantescos campamentos y campos de batalla, que los pueblos del mundo se han transformado en naciones armadas, y que los gobiernos del mundo compiten unos con otros en dar el primer paso por entrar en el campo de la matanza y el derramamientos de sangre, sometiendo así al género humano al mayor grado de aflicción.
Por tanto, esta civilización y progreso material deben combinarse con la Más Grande Guía, a fin de que este mundo inferior llegue a ser el escenario de la aparición de las dádivas del Reino, y los avances físicos se unan con las efulgencias del Misericordioso. Ello, para que la belleza y la perfección del mundo del hombre sean reveladas y puestas de manifiesto ante todos, con la mayor gracia y esplendor. Así, la gloria y felicidad sempiternas serán reveladas.
Alabado sea Dios, pues a lo largo de sucesivos siglos y edades se ha elevado el llamado de la civilización, ha avanzado y progresado día a día el mundo de la humanidad, se han desarrollado a pasos agigantados varios países, y han aumentado las mejoras materiales, hasta que el mundo de la existencia obtuvo capacidad universal como para recibir las enseñanzas espirituales y escuchar el Llamado Divino. El niño de pecho pasa por varias etapas físicas, creciendo y desarrollándose en cada etapa, hasta que su cuerpo alcanza la edad de la madurez. Habiendo llegado a esta etapa, adquiere la capacidad de manifestar las perfecciones espirituales e intelectuales. Se hacen perceptibles en él las luces de la comprensión, de la inteligencia y el conocimiento, y se desarrollan los poderes de su alma. Asimismo, en el mundo contingente la especie humana ha sufrido progresivos cambios físicos y, por un lento proceso, ha ascendido por la escala de la civilización, realizando en sí misma las maravillas, las excelencias y dones de la humanidad en su forma más gloriosa, hasta adquirir la capacidad de expresar los esplendores de las perfecciones espirituales y los ideales divinos, y llegar a ser capaz de escuchar el llamado de Dios. Entonces, por fin el llamado del Reino se elevó, las virtudes y perfecciones espirituales fueron reveladas, el Sol de la Realidad despuntó y las enseñanzas de la Más Grande Paz, de la unidad del mundo de la humanidad y de la universalidad de los hombre fueron promovidas. Esperamos que la refulgencia de estos rayos se haga cada vez más intensa y las virtudes ideales más resplandecientes, a fin de que la meta de este proceso humano universal sea alcanzada, y que aparezca el amor de Dios en la mayor gracia y belleza deslumbrando a todos los corazones.
¡Oh vosotros amados de Dios! Sabed, ciertamente, que la felicidad de la humanidad descansa en la unidad y la armonía de la raza humana, y que los avances espirituales y materiales dependen del amor y la amistad entre todos los hombres. Considerad las criaturas vivientes, en particular aquellas que se mueven sobre la tierra y aquellas que vuelan, aquellas que pacen y aquellas que devoran. Entre los animales de presa cada clase vive aparte de las otras especies de su género, observando completo antagonismo y hostilidad; y cuando quiera que se encuentran, inmediatamente luchan y se hieren, haciendo rechinar sus dientes y descubriendo sus garras. Éste es el modo como se comportan las bestias feroces y los lobos sanguinarios, animales carnívoros que viven solitarios y luchan por su vida. Pero los animales dóciles, bondadosos y mansos, ya sea que pertenezcan a las especies voladoras o a las herbívoras, se asocian unos con otros en completa afinidad, unidos en sus rebaños, viviendo sus vidas con goce, felicidad y contento. Como tales son las aves que están satisfechas con unos pocos granos; están agradecidas y viven en la más completa alegría, y prorrumpen en rico y melodioso canto mientras se remontan por los prados, los llanos, las colinas y montañas. Asimismo, los animales que pacen, como la oveja, el antílope y la gacela, se asocian en la mayor amistad, intimidad y unidad, mientras viven en sus llanos y praderas, en una condición de absoluta felicidad. Pero los perros, los lobos, los tigres, las hienas y otros animales de presa se alejan mutuamente cuando cazan y vagan a solas. Las criaturas de los campos y las aves del aire nunca se esquivan o molestan unas a otras cuando descubren sus mutuas tierras de pastoreo y descanso, sino que se aceptan unas a otras con amabilidad, a diferencia de las bestias devoradoras que inmediatamente se acometen cuando una se introduce en la cueva o guarida de la otra; es más, basta con que una pase frente a la morada de la otra para que esta última salga velozmente a atacar, y si es posible, matar a aquella.
Por consiguiente, se ha hecho claro y manifiesto que también en el reino animal el amor y la afinidad son los frutos de una disposición benigna, de una naturaleza pura y un carácter loable, mientras que la discordia y el aislamiento son característicos de las fieras de la selva.
El Todopoderoso no ha creado en el hombre las garras y los dientes de los animales feroces sino que, más bien, la forma humana ha sido modelada y engalanada con los más hermosos atributos, y ornada con las más perfectas virtudes. El honor de esta creación y el valor de este atuendo requieren, por tanto, que el hombre tenga amor y afinidad para con su propia especie; no, es más, que actúe con todas las criaturas vivientes con justicia y equidad.
Asimismo, considerad cómo la causa del bienestar, de la felicidad, el gozo y el confort de la humanidad, son la amistas y la unión, mientras que la disensión y las discordia son, en grado sumo, conducentes a las dificultades, la humillación, la agitación y el fracaso.
Pero es de lamentar un millar de veces que el hombre sea negligente e inconsciente de estos hechos, y que diariamente se pasee ufano con las características de una bestia salvaje. ¡He aquí! En un momento se vuelve un tigre feroz; al siguiente se transforma en una reptante, en una venenosa víbora. Mas los logros sublimes del hombre radican en las cualidades y atributos que pertenecen exclusivamente a los ángeles del Concurso Supremo. Por tanto, cuando del hombre emanan las cualidades loables y la conducta elevada, él llega a ser un ser celestial, un ángel del Reino, una realidad divina y una efulgencia de los cielos. En cambio, cuando se dedica a la guerra, a la lucha y al derramamiento de sangre, llega a ser más vil que la más feroz de las criaturas salvajes, puesto que si un lobo sanguinario devora un cordero en una sola noche, el hombre, en el campo de batalla, quita la vida a un centenar de miles de seres humanos, cubriendo el suelo con sus cadáveres y amasando la tierra con su sangre.
En pocas palabras, el hombre está dotado de dos naturalezas: una tiende hacia la sublimidad y la perfección intelectual, mientras que la otra se vuelve hacia la degradación bestial y las imperfecciones de la carne. Si viajáis por los países del globo observaréis por una parte los restos de ruina y destrucción, mientras por una parte los restos de ruina y destrucción, mientras que por otra parte veréis los signos de la civilización y el desarrollo. Tal desolación y ruina son el resultado de la guerra, la contienda y la lucha, mientras que todo desarrollo y progreso son los frutos de las luces de la virtud, de la cooperación y la concordia.
Si uno viajara a través de los desiertos del Asia Central observaría cuántas ciudades, otrora tan grandes y prósperas como París o Londres, se encuentran ahora demolidas y arrasadas. Desde el Mar Caspio al río Oxo se extienden salvajes y desolados llanos, desiertos, páramos y valles. Durante dos días y dos noches el ferrocarril ruso atraviesa las ciudades en ruinas y las aldeas deshabitadas de aquel yermo. Antiguamente esa llanura producía el fruto de las mejores civilizaciones del pasado. Eran evidentes por doquier las señales del desarrollo y el refinamiento; las artes y las ciencias eran bien protegidas y promovidas; las profesiones e industrias florecían; el comercio y la agricultura habían alcanzado un elevado nivel de eficiencia, y los fundamentos del gobierno y del Estado descansaban sobre una base firme y sólida. Hoy en día esa vasta extensión de tierra ha llegado a ser en su mayor parte el abrigo y el asilo de tribus turcomanas, y una arena para el feroz despliegue de las bestias salvajes. Las antiguas ciudades de esa planicie, tales como Gurgán, Nissá, Abívard y Shahristán, famosas en todo el mundo por sus artes, sus ciencias, su cultura, su industria, y reconocidas por si riqueza y grandeza, su prosperidad y distinción, han cedido su lugar a un desierto en el que no escucha voz alguna salvo el rugido de las bestias salvajes, y donde vagan a gusto los sanguinarios lobos. Esta destrucción y desolación fueron acarreadas por la guerra y la contienda, la disensión y la discordia entre los persas y los turcos, quienes discrepaban en su religión y sus costumbres. Tan rígido era el espíritu del prejuicio religioso, que los líderes carentes de fe sancionaron el derramamiento de sangre inocente, la ruina de la propiedad y la profanación del honor de las familias. Esto es solo por citar un ejemplo.
En consecuencia, cuando atravieses las regiones del mundo, llegarás a la conclusión de que todo progreso es el resultado de la asociación y la cooperación, mientras que la ruina es el producto de la animosidad y el odio. No obstante ello, el mundo de la humanidad no hace caso de la advertencia, ni despierta del sueño de la negligencia. El hombre todavía provoca diferencias, disputas y rivalidad, con el objeto de reunir las cohortes de la guerra, y con sus legiones, lanzarse al campo del derramamiento de sangre y la matanza.
Luego, por otra parte, considera el fenómeno de la composición y la descomposición, de la existencia y la no existencia. Cada cosa creada en el mundo contingente está formada por muchos y variados átomos, y su existencia depende de la composición de ellos. En otras palabras, por medio del divino poder creador tiene lugar una conjunción de elementos simples, de modo que de esta composición se produce un organismos diferenciado. La existencia de todas las cosas está basada en este principio. Pero cuando el orden ser rompe se produce la descomposición y comienza la desintegración, y entonces tal cosa cesa de existir. Es decir, la aniquilación de todas las cosas es causada por la descomposición y la desintegración. Por tanto, la atracción y la composición entre los diversos elementos es el instrumento de la vida, y la discordia, la descomposición y la división, producen la muerte. Así, las fuerzas de cohesión y atracción en todas las cosas conducen a la aparición de resultados y efectos fructíferos, mientras que el distanciamiento y el alejamiento de las cosas conducen a la perturbación y aniquilación. A través de la afinidad y la atracción llegan a la existencia todas las cosas vivientes, como las plantas, los animales y el hombre, en tanto que la división y la discordia acarrean descomposición y destrucción.
En consecuencia, aquello que conduce a la asociación y la atracción y la unidad entre los hijos de los hombres, es el instrumento de la vida del mundo de la humanidad, y todo lo que causa división, repulsión y lejanía, conduce a la muerte del género humano.
Y si al pasar por campos y plantaciones observas que las plantas, las flores y las perfumadas hierbas crecen juntas frondosamente, formando un diseño de unidad, ello evidencia el hecho de que esa plantación y ese jardín florecen bajo el cuidado de un hábil jardinero. Mas cuando lo ves en estado de desorden e irregularidad, infieres que le ha faltado el cuidado de un labrador eficiente, habiendo producido así malezas y cizañas.
Se hace por tanto manifiesto que la amistad y la cohesión son indicadores de la enseñanzas del Real Educador, y que la dispersión y la separación son prueba de salvajismo y privación de la educación divina.
Un crítico puede observar que los pueblos, razas, tribus y comunidades del mundo son diferentes y variadas costumbres, hábitos, gustos, carácter, inclinaciones e ideas, que las opiniones y pensamientos son contrarios unos a otros y, por tanto, ¿cómo es posible que se revele la unidad real y exista el perfecto acuerdo entre las almas humanas?
En respuesta decimos que las diferencias son de dos clases. Una de ellas es la causa de aniquilación, y es como la antipatía que existe entre naciones en guerra y tribus en conflicto, que buscan cada cual la destrucción de la otra, desarraigando cada una a las familias de la otra, privándose una a la otra de tranquilidad y comodidad, y desatando la matanza. La otra clase es una expresión de diversidad, es la esencia de la perfección, y la causa de la aparición de las dádivas del Más Glorioso Señor.
Considera las flores de un jardín: aunque difieren en tipo, en color, forma y aspecto, sin embargo, por cuanto son refrescadas por los hálitos de un único viento, vigorizadas por los rayos de un único sol, esta diversidad aumenta su encanto y realza su belleza. Así, cuando esa fuerza unificadora, la penetrante influencia de la Palabra de Dios, tiene efecto, la diferencia de costumbres, maneras, hábitos, ideas, opiniones y disposiciones, embellecen el mundo de la humanidad. Esta diversidad, esta diferencia, es como la naturalmente creada disimilitud y variedad de los miembros y órganos del cuerpo humano, ya que cada uno de ellos contribuye a la belleza, la eficiencia y perfección del todo. Cuando estos diferentes miembros y órganos se someten a la influencia de la soberana alma del hombre, y el poder del alma penetra las extremidades y miembros, las venas y arterias del cuerpo, entonces la diferencia refuerza la armonía, la diversidad fortalece el amor, y la multiplicidad es él más grande factor de coordinación.
¡Qué ingrato a la vista sería si todas las flores y plantas, todas las hojas y capullos, los frutos, las ramas y los árboles de ese jardín fueran todos de la misma forma y color! La diversidad de tonos, de forma y aspecto, enriquece y adorna el jardín, y realza su efecto. De la misma manera, cuando se reúnan diferentes matices de pensamiento, de temperamento y carácter, y se sometan al poder y la influencia de un único organismo central, la belleza y la gloria de la perfección humana se revelarán y pondrán de manifiesto, nada que no sea la potencia celestial de la Palabra de Dios, la cual gobierna y trasciende la realidad de todas las cosas, es capaz de armonizar los divergentes pensamientos, sentimientos, ideas y convicciones de los hijos de los hombres. En verdad, ella es el poder que penetra todas las cosas, el motor de las almas, y el amalgamador y regulador en el mundo de la humanidad.
Alabado sea Dios, hoy en día el esplendor de la Palabra de Dios ha iluminado todos los horizontes, y procedentes de todas las sectas, razas, tribus, naciones y comunidades, las almas se han reunido a la luz de la Palabra, juntas, unidas y de acuerdo, en perfecta armonía. ¡Oh! ¡Qué gran número de reuniones se celebran, adornadas con las almas de varias razas y de diversas sectas! Cualquiera que asista a ellas quedará sorprendido, y podría suponer que estas almas son todas de un mismo país, de una misma nacionalidad, de una misma comunidad, de un mismo pensamiento, de una misma creencia y de una misma opinión; mientras que, de hecho, uno es americano, otro africano, uno proviene de Asia, otro de Europa, uno es nativo de la India, otro de Turquestán, uno es árabe, otro tajik, otro persa, y aun otro griego. No obstante tanta diversidad ellos se asocian en perfecta armonía y unidad, en amor y libertad; tienen una sola voz, un solo pensamiento y un solo propósito. ¡En verdad, ello es debido al penetrante poder de la Palabra de Dios! Si se combinaran todas las fuerzas del universo, aun así no serían capaces de reunir a una sola asamblea tan imbuida con sentimientos de amor, de afecto, de atracción y ardor, como para unir a los miembros de las diferentes razas y hacer surgir del corazón del mundo una voz que disipe la guerra y la contienda, que desarraigue la disensión y la disputa, que inaugure la era dela paz universal y establezca la unidad y la concordia entre los hombres.
¿Existe algún poder que sea capaz de resistir la penetrante influencia de la Palabra de Dios? ¡No, por Dios! ¡La prueba es clara y la evidencia es completa! Si alguien observa con el ojo de la justicia, quedará admirado y sorprendido y atestiguará que todos los pueblos, las sectas y razas del mundo deberían ser felices, estar contentos y agradecidos por las enseñanzas y exhortaciones de Bahá'u'lláh. Pues estos preceptos divinos amansan a toda bestia feroz, transforman al insecto que se arrastra en un ave que alza el vuelo, hacen que las almas humanas lleguen a ser ángeles del Reino, y convierten el mundo humano en un foco de las cualidades de misericordia.
Además, se requiere que todos y cada uno muestren obediencia, sumisión y lealtad a su propio gobierno. Hoy en día ningún Estado en el mundo se halla en situación de paz y tranquilidad, pues la seguridad y la confianza se han desvanecido de entre la gente. Tanto gobernados como gobernantes están en peligro por igual. El único grupo de gente que en la actualidad se somete pacífica y lealmente a la leyes y ordenanzas del gobierno, y que actúa honesta y francamente con los demás, no es otro que esta comunidad agraviada. Pues mientras todas las sectas y razas de Persia y el Turquestán se hallan absortas en promover sus propios intereses y solo obedecen a sus gobiernos con la esperanza de recibir recompensa o por temor al castigo, los bahá'ís son los bienquerientes del gobierno, obedientes a sus leyes y amantes de todos los pueblos.
Tal obediencia y sumisión es forzosa y obligatoria para todos, por el Texto explícito de la Belleza de Abhá. Por tanto, los creyentes, obedeciendo los mandamientos del Único Verdadero, muestran la mayor sinceridad y buena voluntad hacia todas las naciones; y si algún alma actuase contrariamente a las leyes del gobierno, se consideraría a sí misma responsable ante Dios, mereciendo la ira divina y el castigo divino por su pecado e iniquidad. Es sorprendente que, a pesar de ello, algunos de los funcionarios del gobierno consideran que los bahá'ís son malquerientes, mientras que estiman a los miembros de otras comunidades como sus bienquerientes. ¡Dios bondadoso! Recientemente, cuando hubo revolución y agitación general en (r)ihrán y en otras provincias de Persia, se probó que ni un solo bahá'í había participado ni intervenido en esos asuntos. Por esta razón fueron reprochados por los ignorantes, debido a que habían obedecido el mandamiento de la Bendita Perfección y se habían abstenido absolutamente de intervenir en asuntos políticos. Ellos no estaban asociados con ningún partido, sino que se preocupaban de sus propios asuntos y profesiones y cumplían con sus propios deberes.
Todos los amigos de Dios brindan testimonio del hecho de que 'Abdu'l-Bahá es, desde todo punto de vista, el bienqueriente de todos los gobiernos y naciones, y hace votos sinceros por su progreso y adelanto, especialmente por los dos grandes Estados del este, pues estos dos países son la tierra natal y el lugar de exilio de Bahá'u'lláh. En todas las epístolas y escritos Él ha elogiado y alabado a estos dos gobiernos y ha suplicado las confirmaciones divinas para ellos, desde el Umbral del Único Dios Verdadero. La Belleza de Abhá -que mi vida sea un sacrificio para sus amados- ha ofrecido sus oraciones por Sus Majestades Imperiales. ¡Dios bondadoso! Qué extraño es que, a pesar de estas pruebas concluyentes, cada día ocurra algún suceso y surjan dificultades. Pero nosotros, y los amigos de Dios, por ningún motivo debiéramos manifestar nuestra veracidad y sinceridad, es más, habremos de ser constantes en nuestra fidelidad y confiabilidad, y ocuparnos en ofrecer oraciones por el bien de todos.
¡Oh vosotros, bienamados de Dios! Estos son días de constancia, de firmeza y perseverancia en la Causa de Dios. No debéis enfocar vuestra atención en la persona de 'Abdu'l-Bahá, pues dentro de podo él se despedirá de vosotros. Más bien, debéis fijar vuestra mirada en la Palabra de Dios. Si se promueve la Palabra de Dios, regocijaos y sentíos agradecidos y felices, aunque 'Abdu'l-Bahá mismo sea amenazado por la espada o agobiado por el peso de cadenas y grillos. Pues lo importante es el Sagrado Templo de la Causa de Dios, no el cuerpo físico de 'Abdu'l-Bahá. Los amigos de Dios deben levantarse con tal constancia que, si en algún momento un centenar de almas como 'Abdu'l-Bahá llegan a ser el blanco de las flechas de la aflicción, no cederán ni vacilarán en su resolución, en su determinación, su ardor, y su devoción y servicio a la Causa de Dios. 'Abdu'l-Bahá mismo es un siervo ante el Umbral de la Bendita Belleza y una manifestación de pura y total servidumbre ante el Umbral del Todopoderoso. Él no tiene otra posición o título, ni otro rango o poder. Este es mi propósito último, mi eterno Paraíso, mi santísimo Templo y mi Sadratu'l-Muntahá. Con la Bendita Belleza de Abhá y el Exaltado, su Heraldo -que mi vida sea un sacrificio para ambos- se ha completado el surgimiento de la Manifestación universal e independiente de Dios. Y por un millar de años todos serán iluminados por sus luces y sustentados por el océano de sus favores.
¡Oh vosotros, amados de Dios! Esto, verdaderamente, es mi último deseo y mi advertencia a vosotros. Bendito, por tanto, es aquel quien es ayudado por Dios a seguir lo que está grabado en este pergamino, cuyas palabras están santificadas de los símbolos corrientes entre los hombres.

226

¡Oh tú, sierva de Dios! Tu carta fue recibida y ha sido causa de gran alegría. Has expresado tu ardiente deseo de que yo asista al Congreso de Paz. Yo no me presento en tales conferencias políticas, pues el establecimiento de la paz es inalcanzable, salvo a través del poder de la Palabra de Dios. Cuando se convoque a una conferencia que sea representativa de todas las naciones y que opere bajo la influencia de la Palabra de Dios, entonces la paz universal será establecida; de otro modo es imposible.
Es cierto que en la actualidad se halla establecida una paz temporal, pero no es duradera. Todos los gobiernos y naciones están cansados de la guerra, de las dificultades de traslado, de los ingentes gastos, de las pérdidas de vidas, de la aflicción de las mujeres, de la gran cantidad de huérfanos y, por fuerza, son empujados a la paz. Pero esta paz no es permanente, es transitoria.
Esperamos que el poder de la Palabra de Dios establezca una paz que se mantenga eternamente efectiva y segura.

22778

¡Oh vosotros, quienes sois pioneros entre los bienquerientes del mundo de la humanidad!
Las cartas que habéis enviado durante la guerra no fueron recibidas, pero una carta, fechada el 11 de febrero de 1916, acaba de llegar, e inmediatamente estoy escribiendo una respuesta. Vuestra intención merece un millar de alabanzas, pues estáis sirviendo al mundo de la humanidad, y ello conduce a la felicidad y el bienestar de todos. Esta reciente guerra ha demostrado al mundo y las gentes que la guerra es destrucción, mientras que la paz universal es construcción; la guerra es muerte, mientras que la paz en vida; la guerra es rapacidad y sed de sangre, mientras que la paz es beneficencia y compasión; la guerra es una dependencia del mundo de la naturaleza, mientras que la paz es el fundamento de la religión de Dios; la guerra es oscuridad de oscuridades, mientras que la paz es luz celestial; la guerra es la destructora del edificio del género humano, mientras que la paz es la vida sempiterna del mundo de la humanidad; la guerra es como un lobo voraz, mientras que la paz es como los ángeles del cielo; la guerra es la lucha por la existencia, mientras que la paz es ayuda mutua y cooperación entre los pueblos del mundo, y es la causa de la complacencia del Único Verdadero en el dominio celestial.
No existe una sola alma cuya conciencia no atestigüe que en este día no hay en el mundo asunto más importante que la paz universal. Todo hombre justo testifica acerca de ello y glorifica a esa estimada Asamblea, puesto que su objetivo es que esta oscuridad sea transformada en luz, esta sed de sangre en bondad, este tormento en dicha, esta penuria en holgura, y esta enemistad y odio, en camaradería y amor. Por tanto, el esfuerzo de esas estimadas almas es digno de alabanza y encomio.
Pero las almas sabias, quienes son conscientes de las relaciones esenciales que emanan de las realidades de las cosas, consideran que una sola cuestión no puede, por sí sola, influenciar la realidad humana como debiera, pues hasta que las mentes de los hombres no se unan, ninguna cuestión importante podrá llevarse a cabo. En la actualidad, la paz universal es un tema de gran importancia, pero la unidad de conciencia es esencial, a fin de que el basamento de este asunto llegue a ser seguro, su establecimiento firme y su edificio resistente.
Por eso Bahá'u'lláh, cincuenta años atrás, expuso esta cuestión de la paz universal, en una época en la que Él Se encontraba confinado en la fortaleza de 'Akká, y era un agraviado y un prisionero. Él escribió acerca de este importante asunto de la paz universal a todos los grandes soberanos del mundo, y la estableció entre sus amigos en Oriente. El horizonte del Este se hallaba en completa oscuridad, las naciones se demostraban el mayor odio y enemistad unas hacia otras, cada una de las religiones estaba sedienta de la sangre de las otras, y era oscuridad de oscuridades. En una época tal resplandeció Bahá'u'lláh como el sol en el horizonte del Este e iluminó a Persia con la luz de estas enseñanzas.
Entre sus enseñanzas se hallaba la declaración de la paz universal. Gentes de diferentes naciones, de diferentes religiones y sectas, quienes Le siguieron, llegaron a estar juntos a un punto tal, que se instituyeron reuniones extraordinarias compuestas por varias naciones y religiones de Oriente. Toda alma que ingresaba a estas reuniones no veía sino una nación, una enseñanza, un sendero, un orden, pues las enseñanzas de Bahá'u'lláh no estaban limitadas al establecimiento de la paz universal. Abarcaban muchas enseñanzas que complementaban y sostenían a aquella de la paz universal.
Entre estas enseñanzas se hallaba la independiente investigación de la realidad, a fin de que el mundo de la humanidad sea salvado de la oscuridad de la imitación, y alcance la verdad; que desgarre y deseche esta raída indumentaria de hace un millar de años que le ha quedado corta, y se coloque el manto de la mayor pureza y santidad tejido en el telar de la realidad. Por cuanto la realidad es una y no admite multiplicidad, por lo cual las diferentes opiniones deben finalmente fundirse en sólo una.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la unidad del mundo de la humanidad; que todos los seres humanos son las ovejas de Dios y Él es el bondadoso Pastor. Este Pastor es bondadoso para con todas las ovejas, pues Él las creó a todas, les enseñó, les proveyó y las protegió. No existe duda de que el Pastor es bondadoso para con todas las ovejas, y si entre estas ovejas las hubiere ignorantes, ellas deben ser educadas; si hubiere niños, debe enseñárseles hasta que alcancen la madurez; si hubiere enfermos, deben ser curados. No debe existir odio o enemistad, pues estos ignorantes, estos enfermos, han de ser tratados por alguien que sea como un médico bondadoso.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la que dice que la religión debe ser la causa de camaradería y amor. Si se transforma en causa de distanciamiento, entonces no es necesaria, pues la religión es como un remedio; si agrava la dolencia, se vuelve entonces innecesaria.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la que dice que la religión debe estar en conformidad con la ciencia y la razón, a fin de que pueda influenciar en los corazones de los hombres. El basamento debe ser sólido y no debe consistir en imitaciones.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la que dice que los prejuicios religiosos, raciales, políticos, económicos y patrióticos destruyen el edificio de la humanidad. Mientras prevalezcan estos prejuicios, el mundo de la humanidad no tendrá descanso. Durante un período de seis mil años la historia nos informa acerca del mundo de la humanidad. Durante estos seis mil años el mundo de la humanidad no ha estado libre de guerras, de luchas, de homicidios y sed de sangre. En toda época se ha hecho la guerra en un país o en otro, y esa guerra se ha debido ya sea al prejuicio religioso, al prejuicio racial, al prejuicio político, o al prejuicio patriótico. Por tanto, se ha determinado y probado que todos los prejuicios son destructivos para el edificio humano. Mientras estos prejuicios persistan, la lucha por la existencia debe permanecer dominante, y debe continuar la sed de venganza y rapacidad. Por consiguiente, lo mismo que en el pasado, el mundo de la humanidad no puede ser salvado de la oscuridad de la naturaleza, y no puede alcanzar la iluminación si no es por medio del abandono de los prejuicios y la adquisición de la conducta del Reino.
Si este prejuicio y esta enemistad son por cuenta de la religión, considerad que la religión debe ser la causa de camaradería, de lo contrario es infructuosa. Y si este prejuicio es el prejuicio de la nacionalidad, considerad que todo el género humano es de una única nación; todos han brotado del árbol de Adán, y Adán es la raíz del árbol. Ese árbol es tan solo uno, y todas estas naciones son como las ramas, en tanto que los individuos de la humanidad son como hojas, como flores y frutos del mismo. Luego, el establecimiento de las diferentes naciones y el consecuente derramamiento de sangre y destrucción del edificio de la humanidad, son el resultado de la ignorancia humana y de los motivos egoístas.
En cuanto al prejuicio patriótico, esto también es debido a la absoluta ignorancia, pues la superficie de la tierra es un solo país natal. Todos pueden vivir en cualquier punto del globo terráqueo. Por tanto, todo el mundo es el lugar de nacimiento del hombre. Estas fronteras y sus pasos han sido ideados por el hombre. En la creación no han sido asignados tales límites y pasos fronterizos. Europa es un solo continente, Asia es un solo continente, África es un solo continente, Australia es un solo continente, pero algunas almas, por motivos personales e intereses egoístas, han dividido a cada uno de estos continentes y han considerado a cierta parte como su propio país. Dios no ha establecido frontera entre Francia y Alemania; ellas son continuas. En efecto, en las primeras centurias, almas egoístas, por la promoción de sus propios intereses, han señalado límites y pasos y, día a día, han asignado más importancia a los mismos, hasta que ello condujo a intensa enemistad, derramamiento de sangre y rapacidad en los siguientes siglos. De la misma manera, esto continuará indefinidamente, y si esta concepción del patriotismo permanece limitada dentro de un cierto círculo, ello será la causa principal de la destrucción del mundo. Ninguna persona sabia y justa reconoce estas distinciones imaginarias. Cada área limitada a la cual llamamos nuestro país natal la consideramos como nuestra patria, mientras que el globo terráqueo es la patria de todos, y no algún área restringida. En resumen, vivimos en esta tierra durante unos pocos días, y finalmente somos sepultados en ella, ella, nuestro sepulcro eterno. ¿Vale la pena que nos preocupemos en derramar sangre y en hacernos pedazos unos a otros por este sepulcro eterno? No, nada de eso, ni Dios es complacido por tal conducta, ni ningún hombre en su sano juicio lo aprobaría.
Considerad: los animales benditos no se ocupan en disputas patrióticas. Están en la mayor camaradería unos con otros y viven juntos en armonía. Por ejemplo, si una paloma del este y una paloma del oeste, una paloma del norte y una del sur llegan al mismo tiempo a un mismo lugar, inmediatamente se asocian en armonía. Así ocurre con todos los animales y las aves benditas. Pero los animales feroces, tan pronto como se encuentran, se atacan y luchan unos con otros, se despedazan mutuamente y les es imposible vivir en forma pacífica en un mismo sitio. Son todos huraños y fieros, salvajes y combativos luchadores.
Con respecto al prejuicio económico, es evidente que cuando quiera que se fortalezcan los vínculos entre las naciones y se acelere el intercambio de mercancías, y que en algún país se establezca algún principio económico, ello finalmente afectará a los demás países y se obtendrán beneficios universales. Luego, ¿por qué este prejuicio?
En cuanto a los prejuicios políticos, debe seguirse la política de Dios, y es indiscutible que la política de Dios es más grande que la política humana. Debemos seguir la política divina, y ello es aplicable por igual a todos los individuos. Él trata a todos los individuos del mismo modo; no hace distinción, y este es el basamento de las Religiones Divinas.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la creación de un único idioma que se difunda universalmente entre la gente. Esta enseñanza fue revelada por la pluma de Bahá'u'lláh a fin de que ese idioma universal elimine los malentendidos entre la humanidad.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la igualdad de las mujeres y los hombres. El mundo de la humanidad tiene dos alas: una es la mujer y la otra es el hombre. Hasta que ambas alas no se hayan desarrollado igualmente, el pájaro no podrá volar. Si un ala fuera débil el vuelo es imposible. Hasta que el mundo de la mujer no llegue a ser igual al mundo del hombre en la adquisición de virtudes y perfecciones, no se podrá alcanzar el éxito y la prosperidad como debiera ser.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la de compartir voluntariamente los propios bienes con otros, entre la humanidad. Esta partición voluntaria es mayor que la igualdad, y consiste en que el hombre no debiera preferirse a sí mismo antes que a los demás, sino, más bien, debiera sacrificar su vida y sus bienes por los demás. Pero esto no debe ser introducido por coerción, de modo que llegue a ser una ley y que el hombre esté obligado a cumplirla. No, más bien el hombre debería, voluntariamente y por propia elección, sacrificar sus bienes y su vida por los demás, y desembolsar de buena gana para los pobres, tal como se hace en Persia entre los bahá'ís.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la libertad del hombre, quien mediante el Poder ideal debe estar libre y emancipado del cautiverio del mundo de la naturaleza; pues mientras el hombre permanece cautivo de la naturaleza, es un animal feroz, ya que la lucha por la existencia es una de las exigencias del mundo de la naturaleza. Este tema de la lucha por la existencia es el origen de todas las calamidades y es la aflicción suprema.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la que dice que la religión es un poderoso baluarte. Si el edificio de la religión se estremece y tambalea sobreviene la conmoción y el caos, y se trastoca totalmente el orden de las cosas, pues en el mundo de la humanidad hay dos salvaguardas que protegen al hombre de la perversidad. Una es la ley que castiga al criminal; pero la ley previene solo el crimen manifiesto, y no el pecado encubierto; mientras que la salvaguarda ideal es especialmente la religión de Dios, puesto que previene tanto el crimen manifiesto como el encubierto, educa al hombre, enseña la ética, impulsa a la adopción de virtudes, y es el poder omnímodo que garantiza la felicidad del mundo de la humanidad. Pero por religión se quiere decir lo que es descubierto por la investigación, y no aquello que se basa en la mera imitación; los fundamentos de las Religiones Divinas, y no las imitaciones humanas.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la que dice que, aunque la civilización material es uno de los instrumentos para el progreso del mundo de la humanidad, no obstante, mientras no llegue a combinarse con la Civilización Divina, el resultado deseado, el cual es la felicidad de la humanidad, no se logrará. Considerad: estos acorazados que reducen a ruinas una ciudad en el lapso de una hora, son el resultado de la civilización material; asimismo, los cañones Krupp, los rifles Máuser, la dinamita, los submarinos, las lanchas torpederas, los aviones armados y los bombarderos; todas estas armas de guerra son los frutos malignos de la civilización material. Si la civilización material se hubiera combinado con la Civilización Divina, estas armas de fuego nunca se habrían inventado. No, más bien la energía humana habría sido completamente dedicada a las invenciones útiles y se habría concentrado en descubrimientos loables. La civilización material es como el cristal de la lámpara. La Civilización Divina es la lámpara misma, y el cristal sin la luz es oscuro. La civilización material es como el cuerpo. Por infinitamente agraciado, elegante y hermoso que pueda ser, está muerto. La Civilización Divina es como el espíritu, y el cuerpo recibe su vida del espíritu, de lo contrario se convierte en un cadáver. De esta manera, se ha puesto en evidencia que el mundo de la humanidad está en necesidad de los hálitos del Espíritu Santo. Sin el espíritu el mundo de la humanidad carece de vida, y sin esta luz el mundo de la humanidad se halla en la más absoluta oscuridad. Pues el mundo de la naturaleza es un mundo animal. Hasta que el hombre no renazca del mundo de la naturaleza, es decir, que no se desprenda de él, es esencialmente un animal, y son las enseñanzas de Dios las que convierten a este animal en un alma humana.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la promoción de la educación. Todo niño debe ser instruido en las ciencias cuanto sea necesario. Si los padres están en posibilidad de cubrir los gastos de esta educación, ello está bien; de lo contrario, la comunidad debe disponer de los medios para la enseñanza de ese niño.
Y entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh están la justicia y el derecho. Hasta que ellos no se cumplan en el plano de la existencia, todas las cosas estarán en desorden y permanecerán imperfectas. El mundo de la humanidad es un mundo de opresión y crueldad, y un dominio de agresión y error.
En fin, tales enseñanzas son numerosas. Estos múltiples principios, los cuales constituyen la mayor base para la felicidad del género humano y pertenecen a las munificencias del Misericordioso, deben ser adicionados al tema de la paz universal y combinados con él, a fin de que se produzcan resultados. De otro modo, la realización de la paz universal, por sí sola, en el mundo de la humanidad, es muy difícil. Al ser combinadas las enseñanzas de Bahá'u'lláh con la paz universal, ellas son como una mea provista de toda clase de frescos y deliciosos manjares. Cada alma puede encontrar, en esa mesa de infinita munificencia, todo lo que desee. Si la cuestión se limita tan solo a la paz universal, los extraordinarios resultados que se esperan y desean no se lograrán. El alcance de la paz universal debe ser tal que todas las comunidades y religiones puedan encontrar realizado en ella su más elevado deseo. Las enseñanzas de Bahá'u'lláh son tales que todas las comunidades del mundo, ya sean religiosas, políticas o éticas, antiguas o modernas, hallan en ellas la expresión de su más elevado deseo.
Por ejemplo, las gentes de las religiones encuentran en las enseñanzas de Bahá'u'lláh el establecimiento de la Religión Universal, una religión que está en perfecto acuerdo con las condiciones actuales, la cual en realidad produce la curación inmediata de la enfermedad incurable, la cual alivia todo dolor, y confiere el antídoto infalible para todo veneno mortal. Ya que si deseamos ordenar y organizar el mundo de la humanidad en conformidad con las actuales imitaciones religiosas, y por su intermedio establecer la felicidad del mundo de la humanidad, ello es imposible e impracticable; por ejemplo, la puesta en vigor de las leyes de la Tora y también de las demás religiones, de acuerdo con las actuales imitaciones. Pero las bases esenciales de todas las Religiones Divinas, las cuales pertenecen a las virtudes del mundo de la humanidad y que constituyen el basamento del bienestar del mundo del hombre, se encuentran en su más perfecta presentación en las enseñanzas de Bahá'u'lláh.
Asimismo, con respecto a los pueblos que claman por su libertad: la libertad moderada que garantiza el bienestar del mundo de la humanidad, y que mantiene y preserva las relaciones universales, se encuentra en su más pleno poder y extensión en las enseñanzas de Bahá'u'lláh.
Y así también con respecto a los partidos políticos: aquello que constituye la más grande política que dirige el mundo de la humanidad, no, mejor dicho, la Política Divina, se encuentra en las enseñanzas de Bahá'u'lláh.
Igualmente, en lo que respecta al partido de la "igualdad", el cual busca la solución del problema económico: hasta ahora todas las soluciones que se han formulado han probado ser impracticables, a excepción de las propuestas económicas de las enseñanzas de Bahá'u'lláh, las cuales son practicables y no provocan el infortunio de la sociedad.
Y así también con los demás partidos: cuando examinéis profundamente este tema descubriréis que las más elevadas miras de esos partidos se encuentran en las enseñanzas de Bahá'u'lláh. Estas enseñanzas constituyen el poder que todo lo incluye, entre todos los hombres, y son practicables. Pero hay algunas enseñanzas del pasado, como aquellas de la Tora, que no pueden llevarse a la práctica en la actualidad. Lo mismo ocurre con las demás religiones y los dogmas de las diversas sectas y los diferentes partidos.
Por ejemplo, la cuestión de la paz universal, acerca de la cual dice Bahá'u'lláh que debe establecerse el Tribunal Supremo: aun cuando se ha creado la Liga de las Naciones, sin embargo ella es incapaz de establecer la paz universal. Pero el Tribunal Supremo que Bahá'u'lláh describió realizará esta tarea sagrada con el máximo de fuerza y poder. Y su plan es este: que las asambleas nacionales en capa país o nación -es decir, los parlamentos- deberán elegir dos o tres personas entre lo más selecto de esa nación, quienes estarán bien informadas en lo concerniente a leyes internacionales y relaciones entre los gobiernos, y quienes tendrán conocimiento de las necesidades esenciales del mundo de la humanidad en este día. El número de estos representantes debería ser proporcional al número de habitantes de ese país. La elección de estas almas, quienes son escogidas por la asamblea nacional, esto es, el parlamento, debe ser confirmada por la cámara alta, el congreso y al gabinete, así como también por el presidente o monarca, de manera que estas personas puedan ser elegidas por toda la nación y el gobierno. De entre esta gente los miembros del Tribunal Supremo serán elegidos y toda la humanidad tendrá, así, una participación en él, ya que cada uno de estos delegados representará plenamente a su nación. Cuando el Tribunal Supremo emita un fallo sobre cualquier cuestión internacional, ya sea por unanimidad o por mayoría, no habrá pretexto alguno para el demandante o base de objeción para el acusado. En caso de que alguno de los gobiernos o las naciones, en la ejecución de la irrefutable decisión del Tribunal Supremo, se muestre negligente o dilatorio, el resto de las naciones se levantará en su contra, porque todos los gobiernos y naciones del mundo son los que sostienen a este Tribunal Supremo. Considerad qué fundamento tan firme es este. Pero por medio de una Liga limitada y condicionada, el propósito no será realizado como debería serlo. Esta es la verdad acerca de la situación que ha sido expresada...

228

¡Oh tú, siervo del Umbral de Bahá'u'lláh! Tu carta fechada el 14 de junio de 1920 ha sido recibida. También se ha recibido una carta de algunos de los miembros del Comité de Paz y se les ha escrito una respuesta. Entrégasela a ellos.
Es evidente que esa reunión no es lo que se estimó que fuera, y que es incapaz de ordenar y disponer los asuntos de la manera que sería conveniente y necesaria. Sin embargo, sea como fuere, la materia de lo que se ocupan es, con todo, de la mayor importancia. La reunión de La Haya debieran tener tal poder e influencia como para que su palabra ejerciera efecto sobre los gobiernos y naciones. Señalad a los respetados miembros allí reunidos que la Conferencia de La Haya llevada a cabo antes de la guerra, tuvo como su presidente al Emperador de Rusia, y sus miembros fueron hombres de la mayor eminencia. No obstante, ello no impidió tan terrible guerra. ¿Cómo habrá de ser ahora? Pues en el futuro seguramente estallará otra guerra, más feroz que la última; verdaderamente, no cabe duda acerca de ello. ¿Qué puede hacer la reunión de La Haya?
Pero los principios fundamentales formulados por Bahá'u'lláh se extienden día a día. Entrégales la respuesta a su carta y exprésales el más grande amor y amabilidad, y déjales a sus propios asuntos. En todo caso, ellos deberían estar complacidos contigo, y sujeto a su aprobación, tú pueden imprimir y distribuir aquella detallada epístola mía que ya ha sido traducida al inglés.
En cuanto a los esperantistas, asóciate con ellos. Cuando quiera que encuentres a uno de ellos con capacidad, comunícale las fragancias de la Vida. En todas las reuniones conversa acerca de las enseñanzas de Bahá'u'lláh, pues esto será efectivo hoy en día en los países occidentales. Y si te preguntan sobre tu creencia en Bahá'u'lláh, debes responder que Le consideramos como el primer Maestro y Educador del mundo en esta época, y poner en claro, explicándolo detalladamente, que estas enseñanzas sobre la paz universal y otros temas fueron reveladas por la pluma de Bahá'u'lláh cincuenta años atrás, y que ya han sido publicadas en Persia y la India y difundidas por el mundo entero. Al principio todos eran incrédulos con respecto a la idea de la paz universal, considerándola una imposibilidad. Luego, habla de la grandeza de Bahá'u'lláh, de los acontecimientos que tuvieron lugar en Persia y Turquía, de la sorprendente influencia que Él ejerció, del contenido de las Epístolas que dirigió a todos los soberanos, y de su cumplimiento. Habla también de la difusión de la Causa Bahá'í. Asóciate con el Comité de la Paz Universal en La Haya, todo cuanto te sea posible, mostrándoles la mayor cortesía.
Es evidente que los esperantistas son receptivos y tú estás familiarizado con su idioma, y que eres un experto en él. Comunícate también con los esperantistas de Alemania y de otros lugares. La literatura que hagas circular debiera solo tratar sobre las enseñanzas. La diseminación de otra literatura no es recomendable por el momento. Es mi esperanza que las confirmaciones divinas te asistan continuamente...
No te apenes por la apatía y la frialdad de la reunión de la Haya. Deposita tu confianza en Dios. Es nuestra esperanza que en medio de la gente el idioma esperanto tenga en adelante un poderoso efecto. Ahora tú has sembrado la semilla; de seguro ella crecerá. Su crecimiento depende de Dios.

229

¡Oh tú, siervo sincero del Único Verdadero! He oído que estás afligido y acongojado por los sucesos del mundo y las vicisitudes de la suerte. ¿Por qué ese temor y ese pesar? Los verdaderos amantes de la Belleza de Abhá y aquellos que han bebido del Cáliz del Convenio no temen ninguna calamidad, ni se sienten deprimidos a la hora de la prueba. Consideran el fuego de la adversidad como su jardín de delicias, y la profundidad del mar como la extensión del cielo.
Tú que te hallas al amparo de Dios y a la sombra del Árbol de su Convenio, ¿por qué apesadumbrarte y desconsolarte? No te preocupes y ten confianza. Observa los mandamientos escritos de tu Señor con regocijo y paz, con seriedad y sinceridad; y sé tú el bienqueriente de tu país y de tu gobierno. Su gracia te asistirá en todo momento, sus bendiciones te serán conferidas, y se hará realidad el deseo de tu corazón.
¡Por la Antigua Belleza!, que mi vida sea un sacrificio por sus amados. Si los amigos comprendieran qué gloriosa soberanía ha destinado para ellos en su Reino el Señor, con seguridad se llenarían de éxtasis, se verían coronados de gloria inmortal y transportados por arrobos de delicias. ¡Dentro de poco se hará manifiesto cuán brillantemente ha resplandecido la luz sobre sus amados, y qué turbulento océano se ha agitado en sus corazones! Entonces gritarán y exclamarán: ¡Felices somos; que todo el mundo se regocije!

230

¡Oh respetado personaje! Tu segunda carta, fechada el 19 de diciembre de 1918, ha sido recibida. Ella fue causa de gran regocijo y alegría, pues mostraba tu firmeza y constancia en el Convenio y Testamento, y tu anhelo por elevar el llamado del Reino de Dios. Hoy en día, el llamado del Reino es la fuerza magnética que atrae hacia sí al mundo de la humanidad, pues la capacidad del hombre es muy grande. Las enseñanzas divinas constituyen el espíritu de esta época, no, más bien, el sol de esta época. Cada alma debe esforzarse por hacer que los velos que cubren los ojos de los hombres sean rasgados, y que instantáneamente se vea el sol, y que el corazón y la vista sean iluminados por él.
Ahora, por medio de la ayuda y la munificencia de Dios, se encuentran en ti este poder de guía y esta misericordiosa dádiva. Levántate, por tanto, con el mayor Poder, para que confieras el espíritu a los huesos que se reducen a polvo, que otorgues vista a los ciegos, bálsamo y lozanía a los deprimidos, y vivacidad y gracia a los desanimados. Toda lámpara finalmente se extinguirá, salvo la lámpara del Reino, la cual aumenta su esplendor día tras día. Todo llamado finalmente se debilitará, excepto el llamado del Reino de Dios, el cual se eleva día tras día. Todo sendero al final se torcerá, a excepción del camino del Reino, el cual se endereza día tras día. Indudablemente, la melodía celestial no habrá de medirse con una terrenal, y las luces artificiales no habrán de compararse con el sol Celestial. Luego, uno debe poner su empeño en lo que es duradero y permanente, a fin de que pueda ser más y más iluminado, fortalecido y vivificado...
Ruego y suplico al Divino Reino que tu padre, tu madre y tu hermano puedan, por medio de la luz de guía, entrar en el Reino de Dios.

231

¡Oh tú, flor del Árbol de la Vida! Dichosa eres por haberte ofrecido en su servicio; te has levantado con todo tu poder para promulgar las enseñanzas divinas, has convocado a reuniones y te has esforzado por exaltar la Palabra de Dios.
En este mundo mortal todo asunto importante tiene su fin; y todo logro extraordinario, su término; nada tiene existencia permanente. Por ejemplo, considera cómo los importantes logros del mundo antiguo han sido absolutamente extinguidos, y que ni una huella ha quedado de ellos, salvo la gran Causa del Reino de Dios, la cual no tiene principio ni tendrá fin. A lo sumo es solo renovada. Al comienzo de cada renovación no llama en lo más mínimo la atención a la vista del pueblo, mas una vez que se establece definitivamente, avanza diariamente, y en su diaria exaltación alcanza los cielos supremos.
Por ejemplo, considera el día de Cristo, el cual fue el día de la renovación del Reino de Dios. Las gentes del mundo no le asignaron ninguna importancia ni se dieron cuenta de su significado, a tal punto que el sepulcro de Cristo se mantuvo perdido y desconocido durante trescientos años, hasta que llegó la sierva de Dios, Helena, la madre de Constantino, y descubrió el sitio sagrado.
Es mi propósito en todo esto mostrar cuán poco observadoras son las gentes del mundo, y cuán ignorantes, y que en el día del establecimiento del Reino permanecen desatentas y negligentes.
Dentro de poco el poder del Reino abarcará a todo el mundo, y entonces serán despertados y llorarán y se lamentarán por aquellos que fueron oprimidos y martirizados, y suspirarán y gemirán. Tal es la naturaleza de la gente.

232

En cuanto al Presidente Wilson, los catorce principios que él ha enunciado se encuentran en su mayoría en las enseñanzas de Bahá'u'lláh y, por tanto, espero que sea él confirmado y asistido. Ahora es la alborada de la paz universal; es mi esperanza que despunte su mañana completamente, convirtiendo la oscuridad de la guerra, de la contienda y la lucha, en la luz de la unión, la armonía y el afecto.

233

¡Oh vosotros, fieles amigos, oh vosotros, sinceros siervos de Bahá'u'lláh! Ahora, en medio de la noche, cuando los ojos están cerrados y duermen, y todos han reposado su cabeza en el lecho de la tranquilidad y el sueño profundo, 'Abdu'l-Bahá está despierto dentro de los recintos del Sagrado Santuario y, en el ardor de su invocación, dice ésta, su oración:

¡Oh Tú, bondadosa y amante Providencia! El Oriente está en movimiento y el Occidente se agita como las eternas olas del mar. Se difunden las suaves brisas de la santidad y, desde el Reino Invisible, los rayos del Astro de la Verdad brillan resplandecientes. Se entonan los himnos de la divina unidad y flamean las enseñanzas del poder celestial. Se hace oír la Voz angelical y, al igual que el rugido del leviatán, entona el llamado a la abnegación y a la evanescencia. El grito triunfal de Yá Bahá'u'l´-Abhá resuena por doquier, y en todas las regiones se anuncia el llamado de Alíyyu'l-'Alá. No hay conmoción en el mundo, salvo aquella de la Gloria del Único Conquistador de Corazones, y no hay tumulto salvo el oleaje del amor de Él, el Incomparable, el Bienamado.
Los amados del Señor, con su hálito almizclado, resplandecen como luminosas candelas en todos los climas, y los amigos del Todomisericordioso, como flores que se abren, se encuentran en todas las regiones. Ni por un momento descansan, no respiran sino en la recordación de Ti, y no ansían sino servir a tu Causa. En los prados de la verdad son como ruiseñores de dulce canto, y en el jardín de guía son como capullos de encendidos colores. Con flores místicas adornan los paseos del Jardín de la Realidad; como ondulantes cipreses flanquean las riberas de la Voluntad Divina. Como brillantes estrellas fulguran sobre el horizonte de la existencia; como astros resplandecientes brillan en el firmamento del mundo. Son ellos las manifestaciones de la gracia celestial, y las auroras de luz de la asistencia divina.
Concede, oh Tú amoroso Señor, que todos permanezcan firmes y constantes, brillando con esplendor sempiterno, a fin de que con cada aliento suaves brisas soplen desde las glorietas de tu amorosa bondad, que una niebla se eleve desde el océano de tu gracia, que las bondadosas lluvias de tu amor brinden su frescura, y que el céfiro difunda el perfume proveniente de la rosaleda de la unidad divina.
Confiere, oh Tú el Más Amado del Mundo, un rayo de tu Esplendor. Oh Tú, Bienamado de la humanidad, derrama sobre nosotros la luz de tu Semblante.
Oh Dios Omnipotente, escúdanos y sé nuestro refugio y, oh Señor del Ser, muestra tu fuerza y tu dominio.
Oh Tú amoroso Señor, los promotores de sedición están en movimiento y activos en algunas regiones, y de día y de noche infligen grave daño.
Como si fueran lobos los tiranos yacen al acecho, y el rebaño, agraviado e inocente, no tiene ayuda ni socorro. Una jauría sigue el rastro a las gacelas de los campos de la unidad divina; y el faisán de las montañas de guía divina es perseguido por los cuervos de la envidia.
¡Oh Tú, Divina Providencia, presérvanos y protégenos! ¡Oh Tú Quien eres nuestro Escudo, sálvanos y defiéndenos! Guárdanos en tu Amparo y, con tu Ayuda, líbranos de todos los males. Tú eres, realmente, el Verdadero Protector, el Guardián Invisible, el Preservador Celestial, y el Amoroso Señor del Cielo.

¡Oh vosotros, amados del Señor! Por una parte, el estandarte del Dios Único y Verdadero está desplegado, y se ha elevado la Voz del Reino. La Causa de Dios se está extendiendo y se hallan manifiestas en esplendor las maravillas provenientes de lo alto. El este está iluminado, y perfumado el oeste; fragante de ámbar gris está el norte, y de almizcle el sur.
Por otra parte, los infieles aumentan su odio y su rencor, provocando incesantemente grave sedición y malicia. No pasa un día sin que alguien enarbole el estandarte de la rebelión e incite a su corcel a la arena de la discordia. No pasa una hora sin que la detestable víbora descubra sus colmillos y esparza su mortal ponzoña.
Los amados del Señor están envueltos en la mayor sinceridad y devoción, sin tener en cuenta este rencor y esta malicia. Lisonjeras e insidiosas son estas serpientes, estos susurradores del mal, arteros en sus mañas y en su astucia. ¡Estad en guardia y siempre vigilantes! Rápidos y de intelecto agudo son los fieles, y firmes y constantes son los seguros. ¡Actuad con toda prudencia!
"¡Tened la sagacidad del fiel, pues él ve con la luz divina!"
Cuidado, no sea que algún alma secretamente cause ruptura o promueva la discordia. En la Inexpugnable Fortaleza sed bravos guerreros, y para la Poderosa Mansión, una hueste valerosa. Tened sumo cuidado, y día y noche montad guardia, para que de este modo el tirano no inflija ningún daño.
Estudiad la Tabla del Santo Marinero, para que conozcáis la verdad, y consideréis que la Bendita Belleza ha predicho completamente los futuros acontecimientos. Que aquellos que perciben hagan caso a la advertencia. ¡En verdad, esta es una dádiva para los sinceros!
Como el polvo sobre el Sagrado Umbral, con la más grande humildad y sumisión, 'Abdu'l-Bahá está ocupado en la promulgación de sus signos durante el día y en la noche. Cuando quiera que tiene tiempo, ora fervorosamente y, con lágrimas Le implora diciendo:

¡Oh Tú, divina Providencia! Somos dignos de lástima, concédenos tu socorro; vagabundos sin hogar, danos tu amparo; dispersos, únenos; extraviados, reúnenos en tu rebaño; desposeídos, confiérenos una porción; sedientos, condúcenos al manantial de Vida; débiles, fortalécenos para que nos levantemos a ayudar a tu Causa y nos ofrendemos como un sacrificio viviente en el sendero de guía.

Sin embargo, los infieles, de día y de noche, abierta y ocultamente, hacen todo cuanto pueden por debilitar los cimientos de la Causa, por arrancar de raíz el Árbol Bendito, privar a este siervo de servir, encender la secreta sedición y la contienda, y aniquilar a 'Abdu'l-Bahá. Exteriormente ellos se presentan como ovejas, mas interiormente no son sino lobos voraces. Dulces en palabras, mas en el fondo son un veneno mortal.
¡Oh vosotros mis amados, guardad la Causa de Dios! Que ninguna dulce lengua os engañe; no, es más, considerad el motivo de cada alma y meditad sobre el pensamiento que abriga. Poneos en seguida atentos y en guardia. ¡Evitadle, mas no seáis agresivos! Absteneos de censurar y de difamar, y dejadle en la Mano de Dios. Sobre vosotros descanse la Gloria de las Glorias.

234

¡Oh tú, quien estás arrobada por los fragantes hálitos del Señor! He tomado conocimiento del contenido de tu elocuente carta, y me he enterado de que viertes lágrimas y que tu corazón está ardiendo de dolor por el encarcelamiento de 'Abdu'l-Bahá.
¡Oh tú, sierva de Dios! Esta prisión es para mí más dulce y deseable que un jardín de flores; para mí, esta servidumbre es mejor que la libertad de andar mi camino, y hallo este estrecho lugar más espacioso que las anchurosas y abiertas planicies. No te conduelas de mí. Y si mi Señor decretase que sea bendecido con la dulce copa del martirio, ello tan solo significaría recibir lo que más anhelo.
No temas si esta Rama es arrancada de este mundo material y arrojadas sus hojas; no, es más, sus hojas prosperarán, pues esta Rama crecerá luego de ser separada de este mundo inferior, alcanzará los más sublimes pináculos de gloria, y producirá frutos tales que perfumarán el mundo con su fragancia.

235

¡Oh Dios, mi Dios! Ilumina la frente de tus verdaderos amantes y sosténlos con las huestes angelicales del triunfo seguro. Afirma sus pasos en tu recto sendero y, por tu antigua munificencia, abre ante ellos los portales de tus bendiciones; pues ellos gastan en tu sendero lo que Tú les has conferido, resguardando tu Fe, poniendo su confianza en la recordación de Ti, ofrendando sus corazones por amor a Ti, y sin retener lo que poseen por adoración a tu Belleza y en su búsqueda de las maneras de complacerte.
¡Oh mi Señor! Ordena para ellos una parte abundante, una recompensa especial y un premio seguro.
Verdaderamente, Tú eres el Sostenedor, el Auxiliador, el Generoso, el Munífico, el Eterno Conferidor.

236

Oh Tú mi Dios, Tú, quien guías al buscador hacia el camino que conduce rectamente, Quien libras al alma perdida y ciega de los eriales de la perdición; Tú, Quien confieres a los sinceros grandes dádivas y favores, Quien guardas a los temerosos dentro de tu inexpugnable refugio, Quien respondes, desde tu altísimo horizonte, al lamento de aquellos que claman a Ti. ¡Alabado seas, oh mi Señor! Tú has guiado a los distraídos, arrancándolos de la muerte del descreimiento, y a aquellos que se acercan a Ti les has conducido a la meta del viaje, y a los seguros de entre tus siervos les has regocijado concediéndoles sus más acariciados deseos, y desde tu Reino de Belleza has abierto, ante aquellos que Te anhelan, los portales de la reunión, y los has rescatado de los fuegos de la privación y la pérdida, de modo que se apresuren en ir hacia Ti, y ganaron tu presencia, y arribaron a tu puerta de bienvenida y recibieron una abundante porción de dones.
Oh mi Señor, ellos estaban sedientos, Tú alzaste a sus labios secos las aguas de la reunión. Oh Tú, Compasivo, oh Tú, Conferidor; Tú calmaste su dolor con el bálsamo de tu munificencia y tu gracia, y curaste sus dolencias con la suprema medicina de tu compasión. Oh Señor, haz firmes sus pasos en tu recto sendero, ensancha para ellos el ojo de la aguja, y has que, ataviados con reales vestiduras, marchen en gloria por siempre jamás.
En verdad, Tú eres el Generoso, el Eterno Dador, el Preciado, el Más Generoso. No existe otro Dios más que Tú, el Fuerte, el Poderoso, el Exaltado, el Victorioso.
¡Oh vosotros, mis amados espirituales! Alabado sea Dios, ya que habéis descorrido los velos y reconocido al compasivo Bienamado, y os habéis alejado presurosos desde esta morada al dominio sin lugar. Vosotros habéis levantado vuestras tiendas en el mundo de Dios y, para glorificarle a Él, a Quien Subsiste por Sí Mismo, habéis elevado vuestras dulces voces y entonado cánticos que conmueven el corazón. ¡Bien hecho! ¡Mil veces bien hecho! Pues habéis contemplado la Luz que se ha hecho manifiesta, y en vuestro renacido ser habéis exclamado: "¡Bendito sea el Señor, el mejor de todos los creadores!" Erais tan solo criaturas en la matriz, luego fuisteis lactantes, y de un precioso pecho mamasteis la leche del conocimiento, luego llegasteis al pleno crecimiento y conquistasteis la salvación. Ahora es el tiempo del servicio, y de la servidumbre al Señor. Deshaceos de todo pensamiento que os distraiga, entregad el Mensaje con lengua elocuente, adornad vuestras asambleas con la alabanza al Amado, hasta que la munificencia descienda en arrolladores torrentes y vista al mundo con fresco verdor y nuevas flores. Esta fluyente munificencia son precisamente los consejos, amonestaciones, instrucciones y mandamientos de Dios Todopoderoso.
¡Oh vosotros, mis amados! el mundo está envuelto en la densa oscuridad de la abierta rebelión y es barrido por un torbellino de odio. Son los fuegos de la malevolencia los que lanzan sus llamas hasta las nubes del cielo, es un torrente saturado de sangre el que rueda por las llanuras y desciende por las laderas de los montes, y nadie en la faz de la tierra puede hallar paz alguna. Por consiguiente, los amigos de Dios deben engendrar esa ternura que proviene del Cielo, y conferir amor en el espíritu a todo el género humano. Deben proceder con cada alma de acuerdo a los divinos consejos y admoniciones; deben demostrar a todos bondad y buena fe; deben desear el bien a todos. Deben sacrificarse a sí mismos por sus amigos, y desear buena fortuna a sus enemigos. Deben confortar a los que tienen malas inclinaciones, y tratar a sus opresores con bondadoso afecto. Deben ser como agua refrescante para el sediento y, para el enfermo, un remedio eficaz, un bálsamo curativo para el doliente, y un solaz para todo abrumado corazón. Deben ser una luz de guía para quienes se han extraviado, un seguro líder para los perdidos. Deben ser ojos videntes para el ciego, oídos sensibles para el sordo, y para el muerto, vida eterna, y para el descorazonado, felicidad perpetua.
Que voluntariamente se sometan a todo rey justo, y que sean buenos ciudadanos para todo gobernante generoso. Que obedezcan al gobierno y no se mezclen en asuntos políticos, sino que se dediquen al mejoramiento del carácter y el comportamiento, y fijen su mirada en la Luz del mundo.

237

Aquel que recite esta oración con humildad y fervor traerá alegría y regocijo al corazón de este Siervo; será lo mismo que si se encontrase frente a frente con Él.

¡Oh Dios, mi Dios! Humilde y con lágrimas, levanto mis manos suplicantes hacia Ti y hundo mi rostro en el polvo de tu Umbral, exaltado por encima del conocimiento de los doctos y de la alabanza de todos los que Te glorifican. Mira bondadosamente a tu siervo, humilde y sumiso ante tu puerta, con la mirada del ojo de tu misericordia, y sumérgelo en el océano de tu gracia eterna.
¡Señor! Él es un pobre y humilde siervo tuyo, esclavizado e implorante, cautivo en tu mano, orándote fervorosamente, confiando en Ti, y con lágrimas ante tu rostro, Te llama e implora diciendo:
¡Oh Señor mi Dios! Dame tu gracia para servir a tus amados, fortaléceme en la servidumbre a Ti. Ilumina mi frente con la luz de adoración en tu corte de santidad y de oración a tu Reino de grandeza. Ayúdame a ser desprendido en la entrada celestial de tu puerta, a apartarme de todas las cosas dentro de tus sagrados recintos. ¡Señor! Dame de beber del cáliz del desprendimiento, atavíame con su manto y sumérgeme en su océano. Conviérteme en polvo en el sendero de tus amados, y permite que ofrezca mi alma, en aras de la tierra ennoblecida por los pasos de tus elegidos en tu sendero, oh Señor de Gloria en lo alto.
Con esta oración tu siervo Te llama al amanecer y en la noche. Cumple el deseo de su corazón, ¡oh Señor! Ilumina su corazón, alegra su pecho, enciende su luz, para que pueda servir a tu Causa y a tus siervos.
Tú eres el Conferidor, el Piadoso, el Más Generoso, el Benévolo, el Misericordioso, el Compasivo.

1 Qur'án 60:13.
2 Mt. 22:14.
3 Qur'án 57:21
4 Cf. Qur'án 17:80.
5 Cf. Qur'án 15:72.
6 Cf. Qur'án 39:68; 74:8; Epístola al Hijo del Lobo, pág. 124.
7 Cf. Qur'án 39:68.
8 Cf. Qur'án 79:6.
9 Cf. Qur'án 22:2.
10 Cf. Qur'án 34:40.
11 Cf. Qur'án 29:19.
12 Cf. Qur'án 79:34.
13 Cf. Qur'án 6:91; 52:12.
14 Napoleón III.
15 Jehová de los Ejércitos en la Biblia de las Sociedades Bíblicas Unidas (N. del E.).
16 Se cree que es el ángel designado para hacer sonar la trompeta en el Día de la Resurrección, para resucitar a los muertos por mandato del Señor.
17 Æuqúqu'lláh.
18 Jehová de los Ejércitos en la Biblia de las Sociedades Bíblicas Unidas (N. del E.).
19 Qur'án 6:103.
20 Qur'án 17:110.
21 Cf. Jn. 14:11.
22 Cf. Jn. 14:10.
23 Qur'án 6:91.
24 Escrito especialmente para la inmortal obra del Dr. Esslemont, Bahá'u'lláh y la Nueva Era.
25 Cf. Jn 6:51, 58.
26 Cf. Jn 15:26; 16:12-13.
27 Con referencia a esta Tabla, el 9 de mayo de 1938 la secretaria de Shoghi Effendi escribió de su parte: "...esto obviamente se refiere al Báb, como lo expresa claramente el texto, y de ningún modo es una referencia de Swedenborg."
28 i.e. Jesús.
29 Ciudades de China, célebres por sus animales almizcleros.
30 El terremoto de 1906.
31 De una Asamblea Espiritual.
32 Los bahá'ís de Najaf-Ábád.
33 Mu¥ammad.
34 Shahnáz, el nombre dado a la destinataria de esta Tabla, es también el nombre de una modalidad musical.
35 Artículo de una obra de Andrew Carnegie titulado The Gospel of Wealth (El Evangelio de la Riqueza), publicado en Inglaterra en el Pall Mall Budget bajo el mismo título. Cf. Autobiography, de Andrew Carnegie, pág. 255n.
36 Cf. Qur'án 36:36; 51:49.
37 Cf. Qur'án 25:53; 35:12; 55:19-25. Cf. además la oración para el matrimonio, revelada por 'Abdu'l-Bahá, la cual comienza: "¡Él es Dios! ¡Oh Señor incomparable! En tu Omnipotente sabiduría has ordenado el matrimonio a los pueblos..."
38 Cf. Respuestas a Algunas Preguntas, Cap. 81, donde 'Abdu'l-Bahá trata acerca del arco del descenso y del ascenso.
39 Cf. Qur'án 37:62 y sigs.
40 Cf. Qur'án 24:35.
41 Gén. 1:26.
42 Una clase para niños en Kenosha, Wisconsin, EE.UU.
43 Cf. Qur'án 25:48.
44 Cf. Jn 3:5.
45 Cf. Qur'án 39:56.
46 Es posible que se refiera a los sikhs; parece ser que la descripción se aplica a ellos.
47 Cf. Mt 17:1-19; Mr 9:2-9; Lc 9:28-36.
48 Cf. Jn 6:38.
49 Cf. Jn 3:13.
50 El Báb, Cf. Respuestas a Algunas Preguntas, Cap. 13.
51 Alemania.
52 Cf. Qur'án 2:253; 3:40.
53 Fc. Qur'án 36:26-27.
54 El Océano Pacífico.
55 Cf. Mt 19:24: Mr 10:25.
56 30 de septiembre de 1912.
57 Id. Nota 15.
58 El sepulcro de Bahá'u'lláh en Bahjí.
59 Cf. Qur'án 24:39.
60 Juan el Bautista.
61 Íd. Nota 15.
62 Cf. Qur'án 36:30.
63 Cf. Qur'án 20:12. Mencionado también como "Valle Sagrado".
64 Cf. Qur'án 4:80-81.
65 Esta carta, fechada el 4 de julio de 1905, fue firmada por cuatrocientos veintidós creyentes de Estados Unidos.
66 Jn 18:11.
67 Cf. Qur'án 67:3.
68 Cf. Qur'án 24:35.
69 Cf. Qur'án 28:29.
70 Cf. Qur'án 76:5.
71 Cf. Qur'án 26:32; 26:45. Se refiere a la vara de Moisés y los encantadores.
72 Cf. Qur'án 61:4.
73 i.e. el Báb.
74 Cf. Qur'án 67:3.
75 Cf. Qur'án 2:74.
76 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, LXXII.
* Dirigida a los lectores de The Christian Commonwealth, 1º de enero de 1913.
77 Cf. Qur'án 76:5.
78 Esta es la primera parte de la respuesta de 'Abdu'l-Bahá a la carta que Le dirigiera el Comité Ejecutivo de la Organización Central por una Paz Perdurable. La Tabla, señalada por Shoghi Effendi en Dios Pasa como de "gran importancia," está fechada el 17 de diciembre de 1919, y fue remitida al Comité de La Haya por intermedio de una delegación especial.

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