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EL KITÁB-I-AQDAS
Su Lugar en la Literatura Bahá'í




Realizado por

Casa Universal de Justicia










ÍNDICE


El Kitáb-i-Aqdas: Su lugar en la literatura bahá'í
La mayoría de edad de la humanidad
Fundamentos de una idiosincrasia mundial
Sobre la justicia
Sobre el gobierno
Sobre la ley
Sobre la libertad
Sobre la fe
Sobre la educación
Sobre la familia 18
Sobre el progreso de la civilización
El Kitáb-i-Aqdas y la comunidad bahá'í




EL KITÁB-I-AQDAS:
Su lugar en la literatura bahá'í


El año 1992 señaló el centenario del fallecimiento de Bahá'u'lláh. En los últimos 100 años, la Fe que fundó ha crecido pasando de ser un oscuro movimiento surgido en el Oriente Medio a ser la segunda religión mundial en extensión geográfica.1 La comunidad bahá'í, que mantiene su unidad tras haber integrado a personas de casi todos los grupos raciales y tribales, constituye en la actualidad el conjunto organizado de personas probablemente más diverso del planeta.
El centenario coincide con la aparición de la primera versión autorizada en inglés del Kitáb-i-Aqdas ("El Libro Más Sagrado"), obra que ocupa una posición central entre los escritos de Bahá'u'lláh. El Aqdas forma el núcleo de un conjunto de escritos que lo complementan y explican. Se publicó por vez primera en árabe, el idioma original, en vida de Bahá'u'lláh. A medida que la comunidad bahá'í iba extendiéndose por el mundo, los preceptos del libro fueron tomando cuerpo y desarrollándose mediante las interpretaciones de 'Abdu'l-Bahá y Shoghi Effendi, hijo y bisnieto de Bahá'u'lláh, respectivamente, quienes fueron sucesivamente designados intérpretes autorizados de Su Mensaje.
El volumen que acaba de ser publicado contiene notas copiosas basadas en las explicaciones que sobre el texto elaboraron Bahá'u'lláh y Sus dos intérpretes. En breve, aparecerán traducciones a otros idiomas.


La mayoría de edad de la humanidad

La expansión de la comunidad bahá'í ha suscitado la atención de un público cada vez más amplio e interesado por las enseñanzas de su Fundador. Destacan entre éstas temas frecuentemente mencionados como son la unidad de la raza humana, la igualdad de los sexos y la armonía esencial entre razón y fe. Especialmente familiar resulta la idea de que existe una unidad fundamental entre todas las religiones y un propósito común en los Profetas que las han inspirado.
Las enseñanzas de Bahá'u'lláh sobre el proceso evolutivo proporcionan el contexto apropiado para comprender el propósito del Kitáb-i-Aqdas. Tal como Bahá'u'lláh lo describe, el género humano no ha caído de ninguna perfección primigenia ni es el producto de las fuerzas socioeconómicas. La conciencia humana, como avanzada de la evolución que es, posee latentes todos los atributos de una Divinidad cuya esencia permanece por siempre incognoscible.
Lo que conviene reconocer, afirma Bahá'u'lláh, es que el cultivo de estas facultades se ha debido principalmente a la fuerza motriz aportada a lo largo de la historia por sucesivas intervenciones de esa misma Realidad última. El fenómeno de la Revelación Divina, que aparece ligado a las misiones de figuras tan sobresalientes como Abraham, Moisés, Zoroastro, Buda, Jesús y Mahoma, se repite constantemente, sin principio ni fin. Se trata de una característica que forma parte integrante del orden evolutivo y representa la causa última de la educación humana.
Los escritos de Bahá'u'lláh identifican la etapa actual con la llegada de la humanidad a su mayoría de edad colectiva, una etapa en la que por fin puede percibirse el curso del devenir como una evolución continua. La entrada en la madurez desafía a todos los pueblos de la tierra a que acepten que son una sola raza y a que construyan juntos los cimientos de una civilización mundial. La influencia que está contribuyendo al despertar de esta conciencia por todo el mundo es, precisamente, aquella Revelación universal de Dios prometida en todas las escrituras del pasado. Bahá'u'lláh escribe en calidad de Portavoz de esta revelación, siguiendo así la línea de Mensajeros Divinos que se extiende más allá del comienzo de la historia escrita.
En el Kitáb-i-Aqdas, la guía divina para la época de la madurez colectiva de la humanidad aparece dotada de un sistema de leyes, preceptos e instituciones capaces de hacer surgir una comunidad mundial gobernada por principios de justicia social.
"Este es un Libro", se afirma en sus páginas finales, "que se ha convertido en la Antorcha de lo Eterno para el mundo y en Su sendero recto y derecho entre los pueblos de la tierra. Di: ésta es la Aurora del Conocimiento Divino, si sois de aquellos que entienden, y el Punto del Amanecer de los mandamientos de Dios, si sois de aquellos que comprenden".


Fundamentos de una idiosincrasia mundial

El Kitáb-i-Aqdas irrumpe en el seno de una humanidad que, desde el rechazo ilustrado de la religión como fuente última de autoridad moral, se siente cada vez más apremiada para dar con esos otros cimientos que habrán de sustentarla. Hoy en día, es evidente que el intento ha fracasado. Ni el determinismo marxista ni la fe popular en una moral de situación o de consenso ofrecen una base sólida sobre la que pueda erigirse el sistema de valores que exige la sociedad mundial naciente.
Bahá'u'lláh reitera que la soberanía de Dios constituye la única autoridad que rige la vida moral. Dios existe; Él es el Origen de todo lo que existe; Él es quien mediante Sus Mensajeros revela leyes y principios que son los principales responsables del hecho civilizador. La autonomía de la persona está condicionada, por tanto, no solamente por las limitaciones del mundo natural en que habita, sino también por un universo espiritual que lo trasciende e impregna. "Asíos firmemente de Sus leyes y mandamientos", nos aconseja el Kitáb-i-Aqdas, "y no seáis de aquellos que, siguiendo sus ociosas fantasías y vanas imaginaciones, se han aferrado a los criterios fijados por su propio ego y han arrojado tras de sí las normas establecidas por Dios".
Los valores fundamentales en torno a los cuales han venido organizándose las sociedades del pasado se replantean en el Aqdas para satisfacer las necesidades del planeta, reducido a una patria única y a una raza humana que hoy despierta a unas facultades de razonamiento y percepción enormemente acrecentadas. De este modo se enuncian nuevas leyes e ideas cuyo objetivo es sustentar el surgimiento de una civilización mundial así como liberar la conciencia humana de determinadas pautas de comportamiento que vienen condicionadas por la propia cultura de origen.
El Aqdas no es un código sistemático de leyes. Los consejos que se refieren a detalles de la vida personal o a prácticas sociales aparecen en pasajes que emplazan al lector a una concepción nueva y estimulante de la naturaleza y propósito humanos. Evgeni Eduardovich Bertels, el erudito ruso del s. XIX que por primera vez acometiera la traducción de la obra, comparó la pluma de Bahá'u'lláh al escribir el Aqdas con un ave que ora se remonta a las cumbres del cielo, ora desciende hasta tocar las cuestiones más sencillas de las necesidades cotidianas.
Los preceptos del libro abarcan temas tan variados como la estética, el control de armamentos, la sanidad, el derecho penal y la necesidad de un idioma internacional auxiliar. La inagotable propensión del hombre hacia los ritos se reorienta hacia unos pocos ámbitos de la vida personal. Se anulan diversas prohibiciones heredadas de tradiciones religiosas anteriores, y se cierra definitivamente la puerta a la aparición de un clero profesional. A pesar de la importancia de lo dicho, los principales temas tratados en el Aqdas son precisamente las grandes cuestiones que predominan en los escritos de Bahá'u'lláh y que tanto preocupan a la sociedad contemporánea, a saber: la justicia, el gobierno, la ley, la libertad, la fe, la educación, la familia y la promoción de la civilización.


Sobre la justicia

En el transcurso de su largo viaje desde la barbarie, la raza humana se ha visto sostenida por la promesa, atesorada en las escrituras de todas las grandes religiones, de que un día habría de llegar una era de justicia. La idea clave de los escritos de Bahá'u'lláh es que estamos siendo testigos del nacimiento de ese día. Por medio de sufrimientos y esfuerzos penosos, los pueblos del mundo se están librando hoy de hábitos y actitudes anacrónicas al tiempo que descubren las ventajas derivadas de formar parte de esa misma humanidad. De esta manera se están preparando para aceptar el hecho que hay una unidad que los estrecha entre sí, como su dependencia última de la justicia de un Creador amoroso y solícito.
Bahá'u'lláh concibe la justicia como la piedra angular de la civilización mundial venidera. La justicia es el instrumento fundamental para la integración de los diversos pueblos y comunidades del planeta. "El propósito de la justicia", afirman los escritos de Bahá'u'lláh, "es la manifestación de la unidad entre los hombres".
El amor, la compasión y la misericordia se encuentran entre las cualidades que han de distinguir a las personas en sus relaciones mutuas. El desarrollo gradual de este tipo de conducta ha sido uno de los objetivos fundamentales de las revelaciones sucesivas de la Voluntad divina. No obstante, para que estas cualidades florezcan y distingan al ser humano, cada miembro y cada grupo integrante de la sociedad han de tener la tranquilidad de que están protegidos por criterios que son de igual aplicación para todos.
Los conceptos, leyes y principios enunciados en el Kitáb-i-Aqdas pretenden aportar la base espiritual que haga tal confianza posible. El libro representa, en palabras textuales, "la Balanza infalible que sostiene la Mano de Dios, en la cual se pesa a todos los que están en los cielos y todos los que están en la tierra (...) Por medio de ella los pobres han sido enriquecidos, los eruditos, iluminados, y a los buscadores se les ha permitido ascender hasta la presencia de Dios".


Sobre el gobierno

El Aqdas ratifica la aprobación otorgada por Bahá'u'lláh en diversos pasajes de Sus escritos del principio del gobierno democrático y constitucional. Los preceptos del Aqdas conciben el Estado como servidor de Dios y garante de los derechos de cada uno de los miembros de la sociedad.
Algunos pasajes del libro hacen referencia a varios monarcas del siglo XIX a quienes se advierte que, en virtud de fuerzas históricas que escapan a su control, los gobernantes se verán forzados a reconocer que en esencia son sólo "vasallos" de Dios y que habrán de rendir cuentas de los poderes que esgrimen.
Tales pasajes se aprecian mejor en el contexto más amplio que proporciona el grueso de los escritos dirigidos a estos mismos gobernantes. En dichos escritos Bahá'u'lláh insiste en que el auténtico "tesoro" de cualquier país es su pueblo. Se amonesta a los gobiernos con estas palabras: "No tratéis injustamente a nadie que recurra a vosotros"; se les llama a reconocer que "los pobres son el fideicomiso de Dios entre vosotros"; se declara "total y enormemente injusta" la carga, cada vez más pesada, de los impuestos públicos; en caso de que cualquier gobierno cometa una agresión, se llama a los demás a "levantarse contra éste, pues ello no es sino justicia manifiesta".
Frente a dicho estado de cosas, el Kitáb-i-Aqdas amonesta a los árbitros de los asuntos humanos a que defiendan los derechos de los desamparados y desfavorecidos. A los gobiernos no solamente los emplaza a "unir (...) a los oprimidos con las manos de la justicia", sino que también les insta a que ejerzan el derecho y obligación moral de "aplastar al opresor" culpable de tales abusos "con la vara de los mandamientos de tu Señor".


Sobre la ley

A medida que la civilización occidental ha ido extendiéndose por doquier, los códigos de leyes surgidos bajo su influjo han ido desprendiéndose de las amarras metafísicas a las que originalmente estaban sujetos. El resultado ha sido que la ley ha venido a centrar principalmente sus tareas en impedir el delito y en resolver conflictos. En la práctica, incluso este propósito relativamente limitado se ha ido debilitando constantemente ante una descomposición social acelerada. Las ciencias del comportamiento, por muy valiosas que sean, no han cumplido su promesa inicial de ser fuente suficiente de consuelo.
La tarea de desarrollar y codificar la Ley Divina revelada por Bahá'u'lláh corresponde a la posteridad y buena parte de su contenido sólo será aplicable en un futuro lejano. No obstante, las características esenciales de la Ley Divina son ya claramente discernibles. El Kitáb-i-Aqdas reitera tanto la responsabilidad moral del hombre ante sus obras como el derecho de la sociedad a hacer cumplir leyes que han sido dictadas para mantener el bienestar general: "Cuidado no sea que, movidos por la compasión, os neguéis a cumplir los preceptos de la religión de Dios; haced lo que os ha sido prescrito por Quien es compasivo y misericordioso".
El propósito fundamental de los mandamientos divinos, tanto si contienen sanciones legales como si no, es despertar al alma racional a su propia naturaleza real y a los poderes que yacen dentro de ella. El Libro de Dios es, pues, el "espoleador de la humanidad" y "la fuente de la verdadera felicidad"; y, visto con los ojos del espíritu, es "el Don de Dios". "Piensa en la misericordia de Dios y en Sus dádivas", aconseja el Aqdas, "Él os ordena lo que os beneficiará, aunque Él Mismo puede prescindir perfectamente de todas las criaturas".


Sobre la libertad

Una de las tensiones fundamentales a que se enfrenta la civilización occidental radica en la necesidad que la sociedad siente por delimitar la frontera entre libertad y libertinaje. En el esfuerzo por resolver tal tensión se ha llegado a utilizar los derechos humanos legítimos, civiles y de toda especie, como justificación para exteriorizar prácticamente cualquier impulso humano. Como máximo, el límite aceptado de los derechos de la persona es el punto en que sus exigencias lesionan los derechos de los demás.
Un criterio de este tipo, suponiendo que goce de aceptación general, presupone una clase de personas capaces de adoptar, en la mayoría de los ámbitos de las decisiones morales, un comportamiento que realmente satisfaga sus necesidades. Así es como a menudo, a tenor de ciertas analogías extraídas de diversas ciencias, suele deducirse que existen criterios objetivos para lograr un grado razonable de consenso sobre la promoción del bienestar humano.
Pero al mismo tiempo se reconoce que la ciencia es amoral y que las percepciones culturales de la humanidad son ampliamente divergentes. Una vez más, pues, nos enfrentamos a la afirmación fundamental que Bahá'u'lláh hace en Sus escritos en el sentido de que la coherencia y perspicacia morales solamente se dan como un don de la Divinidad que "decidió conferir al hombre la capacidad y distinción únicas de conocerle y amarle, una capacidad que forzosamente hay que considerar como el impulso generador (...) que subyace al conjunto de la creación".
Teniendo presente este punto de vista, el Kitáb-i-Aqdas condena con vehemencia los intentos de invocar la "libertad" como justificación de una conducta que "hace que el hombre traspase los límites del decoro", una conducta que "le degrada hasta el nivel de la depravación extrema".


Sobre la fe

La Revelación de Dios para la era de la madurez colectiva de la humanidad, afirma Bahá'u'lláh, trasciende los diversos sistemas sectarios heredados de épocas pasadas. Puesto que no hay más que una sola Realidad última y una sola raza humana que habite nuestro planeta, del mismo modo la relación entre ellas siempre ha sido la misma y nunca se ha roto. El propósito fundamental de los Mensajeros de Dios no ha sido enseñar religiones diferentes, sino dar curso a una gama más amplia de capacidades que son inherentes a la conciencia del hombre y a la sociedad.
En un comentario relativo al Kitáb-i-Aqdas, Bahá'u'lláh afirma: "El Dios Verdadero y Único ha encomendado a todos los Profetas y Elegidos (...) que nutran los árboles de la existencia humana con las aguas vivas de la rectitud y comprensión, para que pueda surgir de ellos aquello que Dios ha depositado en su fuero íntimo". De ahí que la investigación de la verdad sea un derecho y una responsabilidad de la conciencia individual. Ninguna persona ni entidad puede arrogarse la autoridad de forzar sus creencias o imponer la uniformidad de opinión.
De acuerdo con tal espíritu, el Aqdas nos insta: "Asociaos con todas las religiones en amistad y concordia, para que ellas puedan inhalar de vosotros la dulce fragancia de Dios", y nos aconseja: "Cuidaos, no sea que cualquier nombre os excluya de Aquel que es el Poseedor de todos los nombres". Desde este mismo punto de vista debe entenderse la severa advertencia al clero y a los teólogos de las diversas tradiciones religiosas del mundo: "No peséis el Libro de Dios con los criterios y las ciencias comunes entre vosotros, pues el propio Libro es la Balanza infalible establecida entre los hombres".


Sobre la educación

Los escritos de Bahá'u'lláh afirman que la educación es un derecho y una obligación de toda persona, ya sea mujer u hombre. "El conocimiento es como alas para la vida del hombre y una escalera para su ascenso. A todos les incumbe adquirirlo". Ha comenzado una era, dice Él, en la que "los secretos de la tierra yacen al descubierto". Explorarlos con espíritu de servicio a la humanidad es un acto de adoración.
El objetivo más importante de la educación es el descubrimiento y desarrollo de las capacidades morales que se encuentran latentes en el ser íntimo de la persona. A consecuencia de la Revelación universal de Dios, "una nueva vida se agita, en esta época, en todos los pueblos de la tierra". En efecto, se ha puesto en movimiento una revolución en la información, las artes y las tecnologías que ha de beneficiar en mayor medida a quienes aprendan a actuar como seres morales, comprometidos con el ideal de un mundo unido. Los pueblos de la Tierra lograrán dotarse de auténtico poder y capacidad a través de la adquisición de conocimientos, y no mediante privilegios de sexo, raza o riqueza.
Una educación de este tipo exige el uso de la autodisciplina. La motivación que hace posible ese esfuerzo es el amor a Dios. Los mandamientos divinos, dice el Aqdas, no son "un mero código de leyes", sino las "lámparas de Mi amorosa providencia entre Mis siervos y las llaves de Mi misericordia para Mis criaturas".


Sobre la familia

"Dios os ha prescrito el matrimonio", dice el Aqdas, "para que procreéis a quien haga mención de Mí entre Mis siervos". Bahá'u'lláh anuncia que el resurgimiento de la familia extensa será la norma en todo el mundo, ideal que viene reforzado por diversas disposiciones del Aqdas. Así, en tanto que la elección de pareja corresponde al hijo o a la hija en cuestión, el requisito del consentimiento de los padres aspira a conseguir que la familia se comprometa en el éxito del matrimonio.
Las estipulaciones del Kitáb-i-Aqdas relativas a la familia han de considerarse en el contexto de las enseñanzas generales de Bahá'u'lláh. "La mujer y el hombre", escribe Él, "siempre han sido iguales a los ojos de Dios, y siempre lo serán". Actualmente, la justicia exige que la sociedad reorganice sus asuntos de tal manera que otorgue oportunidades iguales a todas las personas, sin tener en cuenta las diferencias de sexo. Las enseñanzas bahá'ís van un paso más allá e indican que, en el supuesto de que por falta de medios tuviera que hacerse una elección, debería darse prioridad a la educación de las hijas.
Este último mandato está relacionado con determinadas responsabilidades y condiciones relacionadas con la identidad sexual. La educación de las chicas es especialmente importante porque, aunque los dos padres participan en la educación de los hijos, son las madres las que ejercen una influencia preponderante durante los primeros años formativos. Ellas son los agentes primarios del proceso de civilización.
Del mismo modo, se llama a los hombres a asumir las principales responsabilidades en cuanto al mantenimiento del bienestar financiero de las familias, como así lo tienen especialmente en cuenta determinadas disposiciones del Kitáb-i-Aqdas.


Sobre el progreso de la civilización

Un rasgo común a todas las grandes religiones del pasado ha sido la enseñanza de que el propósito de la vida humana radica en que el alma conozca, ame y adore a su Creador. Los escritos de Bahá'u'lláh sobre este tema, abundantes y evocadores, señalan que esta luz espiritual ha de inducir a que toda persona, según su albedrío, responda ante la siguiente verdad: "Todos los hombres han sido creados para hacer avanzar una civilización en continuo progreso".
Es ahora cuando se están despertando en los pueblos de todas las razas y culturas capacidades nunca antes soñadas de cuya combinación ha de salir transformada la naturaleza misma de la experiencia cultural: "Este es el Día en que los más excelentes favores de Dios se han derramado sobre los hombres (...) Pronto el orden actual será enrollado y uno nuevo desplegado en su lugar".
A la par que los pueblos del mundo se ven impulsados ineludiblemente hacia la formación de una sociedad planetaria, se les insta a que, desembarazados de limitaciones y prejuicios culturales, abracen el mensaje de Dios, pues éste es el único medio capaz de unir sus corazones y sus mentes. En palabras del Kitáb-i-Aqdas: "¡Oh, pueblos de la tierra! (...) Abandonad lo que poseéis y, en alas del desprendimiento remontaos por encima de todas las cosas creadas. Así os lo ordena el Señor de la creación, el movimiento de Cuya Pluma ha revolucionado el alma de la humanidad".


El Kitáb-i-Aqdas y la comunidad bahá'í

"La tierra", sentencia Bahá'u'lláh, "es un solo país y la humanidad sus ciudadanos". Actualmente, las enseñanzas bahá'ís encuentran expresión en la vida de una comunidad mundial unida en la que se halla representada la humanidad en toda su diversidad social y geográfica. Especialmente dignos de mención son sus logros en ámbitos tales como la integración racial, la igualdad de los sexos y el fomento de la educación.
No obstante, el sello distintivo de la comunidad bahá'í es el sistema administrativo de que fue dotada por su Fundador. La comunidad bahá'í, informada por el principio de la consulta que inculcó Bahá'u'lláh, se administra a través de consejos elegidos democráticamente a nivel local, nacional e internacional. Carece de clero y sus actividades se financian exclusivamente mediante las aportaciones de los miembros debidamente reconocidos.
Es un sistema fundado en los preceptos explícitos del Kitáb-i-Aqdas: "El Señor ha ordenado que en cada ciudad se cree una Casa de Justicia (...) Les incumbe erigirse en albaceas del Misericordioso entre los hombres y considerarse los guardianes designados de Dios ante cuantos habitan en la tierra".
A la institución de gobierno internacional de la Fe, la Casa Universal de Justicia, Bahá'u'lláh le confía la función de decidir sobre todos los asuntos no revelados explícitamente en el propio Texto. De este modo asegura que hasta la venida de la siguiente Manifestación de Dios, no antes de transcurridos mil años, el Orden Mundial que Él ha fundado contará con la autoridad legislativa precisa para mantenerse a la altura de las necesidades de un mundo en rápida evolución.
El nuevo modelo de sociedad que ha inaugurado, asegura Bahá'u'lláh, se desplegará de la misma manera gradual e inexorable que caracteriza a todos los fenómenos del proceso evolutivo: "Considera el sol. ¡Cuán débiles son sus rayos en el momento en que aparece por encima del horizonte! ¡Cuán gradualmente su calor y su potencia aumentan a medida que se acerca a su cenit, permitiendo entretanto que todas las cosas creadas se adapten a la creciente intensidad de su luz!"


1 World Christian Encyclopaedia, 1982; Encyclopaedia Britannica, 1992.

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