Read: Baha'u'llah y la Nueva Era JE Esslemont




BAHÁ'U'LLÁH
Y
LA NUEVA ERA

UNA INTRODUCCIÓN A LA FE BAHÁ'Í



J. E. ESSLEMONT



Título original en inglés:
Bahá'u'lláh and the New Era



ÍNDICE


Prefacio a la edición en inglés de 1937

Introducción

1 La Buena Nueva
2 El Báb: El Precursor
3 Bahá'u'lláh: La Gloria de Dios
4 'Abdu'l-Bahá: El Siervo de Bahá
5 ¿Qué es un Bahá'í?
6 La Oración
7 Salud y Curación
8 La Unidad Religiosa
9 La Verdadera Civilización
10 El Sendero de la Paz
11 Varias Leyes y Enseñanzas
12 La Religión y la Ciencia
13 Profecías Cumplidas por el Movimiento Bahá'í
14 Profecías de Bahá'u'lláh y 'Abdu'l-Bahá
15 Mirada Retrospectiva y Prospectiva

Epílogo
Bibliografía
Notas

PREFACIO A LA EDICIÓN EN INGLÉS DE 1937

Con la publicación de Bahá'u'lláh y la Nueva Era, hace más de diez años, la Fe Bahá'í se dotó de su primera exposición profunda y bien concebida, hecha por un estudioso de las enseñanzas. Reconociendo su valor como la introducción más satisfactoria a la Causa, los bahá'ís, tanto de Oriente como de Occidente, han encontrado tan útil el libro del doctor Esslemont, que ha sido traducido a unas treinta lenguas diferentes.
Como reconoció el mismo doctor Esslemont, la Fe entró en una nueva fase de su historia después de la ascensión de 'Ab-du'l-Bahá. En consecuencia, las opiniones del autor, algunas de ellas escritas antes de 1921, no corresponden ya, en ciertos aspectos del tema, al carácter evolutivo de la Fe. Más aún, su tratamiento de los acontecimientos y condiciones sociales existentes entonces ya no parece muy apropiado. Inevitablemente, se introdujeron en el texto algunos errores, mientras que la explicación de las posiciones del Báb y de 'Abdu'l-Bahá han sido reemplazadas en las mentes de los bahá'ís por las autorizadas interpretaciones hechas desde entonces por el primer Guardián de la Fe, Shoghi Effendi.
La presente edición, por lo tanto, representa una revisión hecha por la Asamblea Espiritual Nacional de los Estados Unidos, con el asesoramiento y la aprobación de Shoghi Effendi.
Estas revisiones no alteran de ningún modo el plan original del libro del doctor Esslemont, ni afectan a la mayor parte de su texto. Su propósito ha sido ampliar la exposición del autor en unos pocos pasajes, mediante la adición de un material que representa el conocimiento más completo de que se dispone desde su lamentada muerte, y de traducciones más recientes de sus citas de los Escritos Sagrados Bahá'ís.
Bahá'í Publishing Committee
Enero 1937


INTRODUCCIÓN


En diciembre de 1914, gracias a una conversación que tuve con unos amigos que habían conocido a 'Abdu'l-Bahá y a unos folletos que me prestaron, oí hablar por primera vez de las enseñanzas bahá'ís. Quedé impresionado por su amplitud, poder y belleza. Pude ver que cubrían las necesidades del mundo moderno más satisfactoria y plenamente que cualquier otra forma de religión que yo hubiera tenido oportunidad de conocer. Mis estudios posteriores sirvieron para confirmar y afianzar esta idea.
Al tratar de obtener un conocimiento más completo acerca de la Fe, tropecé con grandes dificultades para conseguir la literatura necesaria, y pronto concebí la idea de reunir lo esencial de mis conocimientos en un libro, facilitando así la tarea a otras personas interesadas. Cuando las comunicaciones con Palestina se restablecieron después de la guerra, escribí a 'Abdu'l-Bahá enviándole una copia de los primeros capítulos del libro, que entonces estaba casi completo en borrador. Recibí una amable y muy alentadora respuesta y una cordial invitación a visitarlo en Haifa llevando el manuscrito completo. La invitación fue aceptada con gran satisfacción y tuve el privilegio de pasar dos meses y medio como huésped de 'Abdu'l-Bahá, durante el invierno de 1919-1920. Durante esta visita, 'Abdu'l-Bahá comentó el libro conmigo en varias ocasiones. Hizo diversas y valiosas sugerencias para mejorarlo y Se ofreció, una vez que yo hubiera revisado el manuscrito y tuviera toda la traducción al persa, a leerlo entero y añadir o corregir lo necesario. La revisión y traducción se llevaron a cabo tal como lo había Él sugerido y, a pesar de su atareada vida, 'Abdu'l-Bahá encontró tiempo para corregir tres capítulos y medio (capítulos I, II y V y parte del III), antes de fallecer. Me causa un profundo pesar que 'Abdu'l-Bahá no pudiera completar la corrección del manuscrito, ya que hubiera aumentado mucho el valor del libro. Sin embargo, el manuscrito completo ha sido cuidadosamente revisado por un comité de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá'ís de Inglaterra, y su publicación aprobada por ella.
Debo gran reconocimiento a la señorita E. J. Rosenberg, a la señora Claudia S. Coles, a Mírzá Lutfu'lláh S. Hakím y a los señores Roy Wilhelm, Mountfort Mills y a otros muchos amables amigos que me brindaron su valiosa ayuda en la preparación de la obra.
En cuanto a la transcripción de los nombres y algunas palabras árabes y persas, el sistema adoptado en este libro es el recomendado recientemente por Shoghi Effendi para uso de todo el mundo bahá'í.

J. E. Esslemont.
Fairford, Cults,
Aberdeen.




1

LA BUENA NUEVA


El Prometido de todos los pueblos del mundo ha aparecido. Todos los pueblos y comunidades esperaban una Revelación y Él, Bahá'u'lláh, es el primer maestro y educador de toda la humanidad.
'Abdu'l-Bahá


El Mayor Acontecimiento de la Historia

Si estudiamos el "ascenso del hombre" tal como está registrado en las páginas de la historia, se hace evidente que el factor principal del progreso humano es el advenimiento, de tiempo en tiempo, de hombres que superan las ideas aceptadas en sus respectivas épocas y se convierten en descubridores y reveladores de verdades hasta entonces desconocidas por la humanidad. El inventor, el pionero, el genio, el profeta, éstos son los hombres de los que principalmente depende la transformación del mundo.
Como dice Carlyle:

La verdad pura, muy pura, pensamos, es que... un solo hombre que posee Sabiduría más elevada, que encierra una Verdad espiritual desconocida hasta entonces, es no sólo más poderoso que diez o diez mil hombres que no poseen esa Verdad, sino más poderoso que todos los hombres que no la poseen, y sobresale de entre ellos con un poder casi etéreo, angelical, como una espada sacada de la armería del mismo cielo, sin que haya escudo ni fortaleza de bronce que al final puedan resistirla.1

En la historia de la ciencia, del arte, de la música, vemos muchas pruebas de esa verdad; pero en ningún dominio se muestra más evidente la suprema importancia del gran hombre y su mensaje que en el de la religión. A través de las edades, cada vez que la vida espiritual de los hombres se ha degenerado y su moral se ha corrompido, hace su aparición el más maravilloso y misterioso de los hombres: el Profeta. Sin ningún ser humano capaz de enseñarle, guiarle, comprenderle o compartir su responsabilidad, se levanta solo contra el mundo, como un vidente entre los ciegos, para predicar su evangelio de virtud y de verdad.
Entre los profetas, algunos se destacan con especial preeminencia. De tiempo en tiempo aparece en el Oriente un gran Revelador divino -un Krishna, un Zoroastro, un Moisés, un Jesús, un Mu¥ammad- que como un Sol Espiritual ilumina las mentes oscurecidas de los hombres y despierta sus espíritus dormidos. Cualesquiera que sean nuestras ideas en cuanto a la relativa grandeza de estos Fundadores de religiones, debemos admitir que Ellos han sido los factores más poderosos en la educación de la humanidad. Unánimemente estos Profetas declaran que las palabras que pronuncian no son de Ellos, sino que son una Revelación a través de Ellos, un Mensaje divino, del que Ellos son sólo portadores. Los escritos de Sus predicaciones abundan en alusiones y promesas de que aparecerá un Gran Maestro del Mundo "en la plenitud del tiempo", para continuar su trabajo y completar su función, Quien establecerá el reino de paz y justicia sobre la tierra, unirá en una familia a todas las razas, religiones, naciones y tribus "para que pueda haber un solo rebaño y un solo Pastor", y todos puedan conocer y amar a Dios, "desde los más pequeños hasta los más grandes".
Con seguridad el advenimiento de este "Educador de la humanidad", en los últimos días, cuando aparezca, tiene que ser el mayor acontecimiento de la historia humana. Y la Fe Bahá'í está proclamando al mundo la buena nueva de que ya apareció este Educador, que su Revelación ha sido declarada y escrita y puede ser estudiada por todos los que buscan fervorosamente la verdad, que ya ha amanecido el "Día del Señor" y ha salido el "Sol de la Rectitud". Hasta ahora sólo unos pocos sobre las cumbres de las montañas han vislumbrado el Orbe glorioso, pero sus rayos ya están iluminando el cielo y la tierra, y dentro de poco se elevará sobre las más altas montañas y brillará con toda su fuerza sobre las llanuras y los valles, dando vida y guiando a todos los hombres.


El Mundo Cambiante

Que el mundo, durante el siglo XIX y los comienzos del XX,2 ha estado pasando por las angustias de la muerte de una época y las del nacimiento de otra, es evidente para todos. Los antiguos principios de materialismo y egoísmo, los antiguos prejuicios sectarios y patrióticos y sus hostilidades, están desacreditados y pereciendo entre las ruinas que han causado; en todos los países vemos los signos de un nuevo espíritu de fe, de fraternidad y de internacionalismo que está rompiendo las viejas ligaduras y traspasando las antiguas fronteras. Cambios revolucionarios de magnitud sin precedente han venido ocurriendo en cada sección de la vida humana. La vieja era no ha muerto todavía. Está empeñada en una batalla de vida o muerte con la nueva. Existen muchos males formidables y gigantescos, pero están siendo expuestos, investigados, desafiados y atacados con renovado vigor y esperanza. Hay nubes en abundancia, vastas y amenazadoras, pero la luz ya se filtra a través de ellas e ilumina el sendero del progreso, revelando los obstáculos y peligros que obstruyen el camino hacia adelante.
En el siglo XVIII era diferente. Entonces las sombras espirituales y morales que cubrían el mundo apenas si eran aclaradas por un rayo de luz. Era como la completa oscuridad antes del amanecer, cuando las pocas velas y lámparas que quedan encendidas sólo hacen visible la oscuridad. Carlyle, en su Federico el Grande, habla así sobre el siglo XVIII:

Un siglo que no tiene historia y poca o ninguna puede tener. Un siglo tan opulento en falsedades acumuladas ¡como no había sido antes ningún otro siglo! Que había perdido la conciencia de su falsedad, de tan falso que se había vuelto; que estaba empapado de falsedad e impregnado de ella hasta los huesos, que, en verdad, había colmado su medida y una Revolución Francesa tuvo que acabar con él... Un fin muy apropiado, como reconocidamente lo siento, para tal siglo. Pues había necesidad, una vez más, de una Divina Revelación para los torpes y frívolos hijos de los hombres, si es que no habían de caer del todo en una condición bestial.3

Comparado con el siglo XVIII, nuestro tiempo es como la aurora después de la oscuridad, o la primavera después del invierno. El mundo se remueve con nueva vida, y se estremece con nuevos ideales y esperanzas. Cosas que hasta hace poco parecían sueños imposibles, ahora se están realizando. Otras que al parecer no habrían de llegar hasta después de siglos, son ya del dominio de la "política práctica". Viajamos por los aires y también bajo los mares. Enviamos mensajes alrededor del mundo con la rapidez del relámpago. En pocas décadas hemos presenciado milagros demasiado numerosos para ser citados.


El Sol de la Rectitud

¿Cuál es la causa de este súbito despertar en todo el mundo? Los bahá'ís creen que se debe a una gran efusión del Espíritu Santo a través del Profeta Bahá'u'lláh, que nació en Persia en 1817 y murió en Tierra Santa en 1892.
Bahá'u'lláh enseñó que el Profeta o "Manifestación de Dios" es el dispensador de luz del mundo espiritual, al igual que el sol lo es del mundo natural. Así como el sol material brilla sobre la tierra y origina el crecimiento y desarrollo de los organismos materiales, así también, por la Manifestación Divina, el Sol de la Verdad brilla en los dominios del corazón y el alma, y educa los pensamientos, la moral y el carácter de los hombres. Y así como los rayos del sol material tienen una influencia que penetra hasta los rincones más sombríos y ocultos de la tierra, dando calor y vida aun a criaturas que no han visto jamás el sol mismo, la efusión del Espíritu Santo a través de la Manifestación de Dios influye sobre la vida de todos e inspira a las mentes receptivas, incluso en lugares y pueblos donde el nombre del profeta es completamente desconocido. El advenimiento de la Manifestación es como la llegada de la primavera. Es un día de resurrección en el que aquellos que estaban espiritualmente muertos son resucitados a una nueva vida, en el que la realidad de las religiones divinas es renovada y restablecida, y en el que aparecen "nuevos cielos y una nueva tierra".
Pero, en el mundo de la naturaleza, la primavera no solamente trae consigo el crecimiento y el despertar de la nueva vida, sino que destruye y elimina todo lo que era viejo y gastado, puesto que el mismo sol que hace que se abran las flores y broten los capullos, también causa la desintegración y la putrefacción de todo lo inútil y muerto; deshace el hielo y la nieve del invierno; desencadena la inundación y la tormenta que limpian y purifican la tierra. Lo mismo pasa en el mundo espiritual. El sol espiritual causa conmociones y transformaciones análogas. Así, el Día de la Resurrección es también el Día del Juicio, en el que la nieve y el hielo de los prejuicios y supersticiones, acumulados durante la estación del invierno, se funden y se transforman; en el que las energías, por mucho tiempo congeladas y aprisionadas, son liberadas para inundar y renovar el mundo.


La Misión de Bahá'u'lláh

Bahá'u'lláh declaró, clara y repetidamente, que Él era el largamente esperado educador y maestro de todos los pueblos, el intermediario de una maravillosa gracia que trascendería todas las anteriores efusiones y en la que todas las anteriores formas religiosas se fundirían, como los ríos se unen en el océano. Estableció unos cimientos que constituyen una firme base para la unidad del mundo y el advenimiento de esa gloriosa era de paz en la tierra y buena voluntad entre los hombres, de la que los profetas hablaron y los poetas cantaron.
La búsqueda de la verdad, la unidad del género humano, de las religiones, de las razas, de las naciones, de Oriente y Occidente, la reconciliación de la religión y la ciencia; la eliminación de prejuicios y supersticiones; la igualdad del hombre y la mujer; el establecimiento de la justicia y la rectitud; la organización de un Tribunal Supremo Internacional; la unificación de idiomas; la difusión obligatoria del conocimiento; éstas, y muchas otras enseñanzas similares, fueron reveladas por la pluma de Bahá'u'lláh durante la segunda mitad del siglo XIX, en innumerables libros y epístolas, varias de las cuales fueron dirigidas a los soberanos y gobernantes del mundo.
Su Mensaje, único por su comprensión y alcance, está maravillosamente de acuerdo con los signos y las necesidades de los tiempos. Jamás fueron los nuevos problemas que se presentan a los hombres tan gigantescos y complejos como ahora; jamás fueron las soluciones propuestas tan numerosas y contradictorias; jamás ha sido la necesidad de un gran Maestro del mundo tan urgente y universalmente sentida. Jamás fue, tal vez, la espera de tal Maestro tan confiada o tan general.

Cumplimiento de las Profecías

'Abdu'l-Bahá escribe:

Cuando, hace veinte siglos, apareció Cristo, aunque los judíos esperaban ansiosamente su llegada y rogaban todos los días, con lágrimas en los ojos, diciendo: "¡Oh Dios!, apresura la Revelación del Mesías", con todo, cuando el Sol de la Verdad amaneció, lo negaron y se levantaron contra Él con la más grande saña; crucificaron a ese Divino Espíritu, el Verbo de Dios, y Le llamaron Belcebú, el demonio, como lo relata el Evangelio. La razón de esto fue que ellos pensaron: "La Revelación de Cristo, de acuerdo con los textos de la Tora, debe ser atestiguada por ciertos signos, y en tanto que esos signos no hayan aparecido, aquel que pretenda ser el Mesías será un impostor. Entre esos signos está éste, que el Mesías vendrá de un lugar desconocido. Sin embargo, todos conocemos la casa de este hombre en Nazaret y ¿puede algo bueno salir de Nazaret? Un segundo signo es que Él reinará con vara de hierro, es decir, que traerá la espada, y este Mesías no tiene siquiera un bastón de madera. Otra de las condiciones y signos es que Él deberá sentarse sobre el trono de David y establecer la soberanía de David; pero, lejos de poseer un trono, este hombre no tiene ni siquiera una estera sobre la cual sentarse. Otra de las condiciones es la promulgación de todas las leyes de la Tora, y este hombre ha abrogado esas leyes y hasta ha quebrantado el sábado, y la Tora dice claramente que aquel que se diga profeta, haga milagros y quebrante el sábado, debe ser muerto. Otro de los signos es que en Su reinado la justicia será tan perfecta, que la virtud y la felicidad se extenderán del mundo humano al mundo animal, de tal manera que la serpiente y el ratón compartirán el mismo agujero, la perdiz y el águila el mismo nido, el león y la gacela pacerán juntos y el lobo y el cabrito beberán de la misma fuente. ¡Sin embargo, la injusticia y la tiranía reinan en su tiempo en tal forma que lo han crucificado! Otra de las condiciones es que en los días del Mesías los judíos prosperarán y triunfarán sobre todos los pueblos de la tierra, pero ellos viven en la más grande humillación y esclavitud en el imperio de los romanos. Entonces, ¿cómo podía ser éste el Mesías prometido por la Tora?"
Así fue como ellos rechazaron a ese Sol de la Verdad, a pesar de que ese Espíritu de Dios era en realidad el Prometido en la Tora. Mas como no comprendían el significado de esos signos, crucificaron al Verbo de Dios.
Ahora, los bahá'ís afirman que los signos profetizados existieron en la Manifestación de Cristo, aunque no en el sentido que los judíos entendían, puesto que la descripción de la Tora era alegórica. Por ejemplo, entre los signos está aquel de la soberanía. Los bahá'ís dicen que la soberanía de Cristo era celestial, divina, eterna, no una soberanía napoleónica, pasajera. La soberanía de Cristo se estableció hace poco menos que dos mil años, perdura todavía, y por toda la eternidad ese Santo Ser será exaltado sobre un trono eterno.
De una manera análoga se han manifestado todos los otros signos, pero los judíos no los comprendieron. A pesar de que han transcurrido casi veinte siglos desde que Cristo apareció con divino esplendor, los judíos esperan aún la llegada del Mesías, considerándose a sí mismos como justos y a Cristo como falso.4

Si los judíos se hubieran dirigido a Cristo, Él les habría explicado el verdadero significado de las profecías que Le concernían. Aprovechemos su ejemplo, y antes de decidir que las profecías relativas a la manifestación del Maestro de nuestros días no se han realizado, consultemos lo que el mismo Bahá'u'lláh ha escrito para interpretarlas, ya que muchas de las profecías son, como se admite, palabras "selladas" y el verdadero Educador mismo es el único que puede romper esos sellos y mostrar el auténtico significado contenido en el estuche de las palabras.
Bahá'u'lláh ha escrito mucho explicando las antiguas profecías, pero Él no depende de ellas para probar que es Profeta. El sol es su propia prueba para todos aquellos que tienen la facultad de ver; cuando sale no tenemos necesidad de antiguas predicciones para asegurar que brilla. Así también es la Manifestación de Dios cuando aparece. Aun cuando todas las profecías hubiesen sido olvidadas, Él por Sí mismo sería prueba abundante y suficiente para todos los que tienen abiertos sus sentidos espirituales.


Pruebas del Profeta

Bahá'u'lláh no pidió a nadie que aceptara ciegamente Sus declaraciones y Sus pruebas. Al contrario, puso al frente de Sus enseñanzas advertencias enfáticas de que no se aceptara la autoridad ciegamente. Exhortó a todos a abrir los ojos y oídos y a usar su propio juicio sin temor, independientemente, para descubrir la verdad. Encargó la más completa investigación y jamás se ocultó, ofreciendo como supremas pruebas de que era Profeta Sus palabras y obras y los efectos de éstas para transformar el carácter y las vidas de los hombres. Las pruebas que Él propuso son las mismas que usaron Sus grandes predecesores. Moisés dijo:

Cuando hablare un profeta en nombre del Señor, y no sucediera tal cosa ni se verificare, esto no lo ha hablado el Señor, sino que con presunción lo ha hablado aquel profeta: no tengáis temor de él.5

Cristo propuso Su prueba con la misma claridad y apeló a ella para probar lo que declaraba. Dijo Él:

Cuidaos de los falsos profetas, los cuales vienen a vosotros con vestidos de ovejas, mas por dentro son lobos voraces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cogen uvas de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo árbol bueno produce buenos frutos; pero el árbol malo produce malos frutos... Por lo cual, por sus frutos los conoceréis.6

En los capítulos siguientes trataremos de demostrar si la aseveración de Bahá'u'lláh de ser Profeta queda en pie o cae después de aplicarle estas pruebas: si lo que Él ha hablado ha sucedido y si Sus frutos han sido buenos o malos; en otras palabras, si Sus profecías se están cumpliendo, si Sus leyes se están estableciendo y si el trabajo de toda Su vida ha contribuido a la educación y elevación de la humanidad y al mejoramiento de la moral, o si ha tenido un resultado contrario.


Dificultades para la Investigación

Hay, por supuesto, dificultades en el sendero del investigador que busca la verdad de esta Causa. Como todas las grandes reformas morales y espirituales, la Fe Bahá'í ha sido groseramente tergiversada. Con respecto a las terribles persecuciones y sufrimientos de Bahá'u'lláh y Sus discípulos, tanto amigos como enemigos están de acuerdo; pero sobre el valor de la Causa y el carácter de Sus Fundadores, las aserciones de los creyentes y las de los que niegan están en completo desacuerdo. Sucede exactamente lo que en los tiempos de Cristo: con referencia a la crucifixión de Jesús y a la persecución y martirio de Sus discípulos, están de acuerdo los historiadores cristianos y judíos; pero mientras que los creyentes sostienen que Cristo desarrolló y cumplió las enseñanzas de Moisés y los profetas, los que lo niegan declaran que quebrantó las leyes y reglas y fue merecedor de la muerte.
En la religión, como en la ciencia, la verdad revela sus misterios sólo a aquel que la busca humilde y reverente y está dispuesto a abandonar prejuicios y supersticiones y vender todo lo que posee para comprar "la perla de gran precio". Para comprender el completo significado de la Fe Bahá'í, debemos emprender su estudio con espíritu sincero y desinteresada devoción a la verdad, perseverando en el sendero de la investigación y confiando en la guía divina. En los Escritos de los Fundadores encontraremos la llave maestra para abrir los misterios de este gran despertar espiritual y el criterio definitivo de su valor. Desgraciadamente, hay dificultades insuperables en el camino de aquellos que no conocen el árabe y el persa, lenguas en las cuales fueron escritas las enseñanzas. Sólo una pequeña parte de los Escritos ha sido traducida al inglés, y varias de las primeras traducciones dejan mucho que desear, tanto en la exactitud como en la forma. Pero, a pesar de la imperfección e insuficiencia de las narraciones históricas y de las traducciones, las grandes verdades esenciales que forman los cimientos firmes y sólidos de esta Causa se yerguen como montañas entre las tinieblas de la incertidumbre.7


Objetivo del Libro

Nuestro empeño, en los capítulos siguientes, será mostrar tanto como sea posible, honradamente y sin prejuicios, los principales rasgos de la historia y, en especial, de las enseñanzas de la Fe Bahá'í, de modo que a los lectores les sea posible juzgar claramente la importancia que tienen, y se sientan tal vez inducidos a investigar en ellas por sí mismos más profundamente.
Sin embargo, la investigación de la verdad, importante como es, no debe ser el único objetivo y fin de la vida. La verdad no es cosa muerta que, encontrada, ha de guardarse en un museo para ser fichada, clasificada, catalogada, exhibida y abandonada allí, seca y estéril. Es algo vital que debe arraigarse en el corazón de los hombres y producir frutos en sus vidas antes de cosechar la completa recompensa de su investigación.
Por lo tanto, el verdadero objetivo al tratar de diseminar el conocimiento de una revelación profética es el de que aquellos que se convenzan de su verdad procedan a practicar sus principios, a "vivir la vida" y difundir la Buena Nueva, apresurando con ello el advenimiento del bendito día en que se cumpla la Voluntad de Dios así en la tierra como en el cielo.



2


EL BÁB: EL PRECURSOR


En verdad, el opresor ha sacrificado al Bienamado de los mundos, a fin de extinguir la luz de Dios entre Sus criaturas y privar a la humanidad del torrente de vida celestial de los días del Señor, el lleno de Gracia, el Bondadoso.
Bahá'u'lláh8


Cuna de la Nueva Revelación

Persia, cuna de la Revelación Bahá'í, ha ocupado un lugar único en la historia del mundo. En los días de su primitiva grandeza era una verdadera soberana entre las naciones, sin rival en cuanto a civilización, poderío y esplendor. Dio al mundo grandes reyes y notables hombres de Estado, profetas y poetas, filósofos y artistas. Zoroastro, Ciro y Darío, Háfiz y Firdawsí, Sa'dí y Omar Khayam, no son sino algunos de sus célebres hijos. Sus artesanos fueron insuperables en habilidad; sus alfombras, incomparables; sus hojas de acero, sin rival, y su cerámica, famosa en el mundo entero. En el Cercano y Medio Oriente han quedado huellas de su pasada grandeza.
Pero en los siglos XVIII y XIX Persia había caído en la más deplorable pérdida; su Gobierno estaba corrompido y en desesperada crisis financiera; algunos de sus gobernantes eran débiles; otros, monstruos de crueldad; sus sacerdotes eran fanáticos e intolerantes, y su pueblo, ignorante y supersticioso. La mayoría pertenecía a la secta musulmana shi'í,9 pero había también un gran número de zoroastrianos, judíos y cristianos, de sectas diversas y antagónicas. Todos pretendían seguir a sublimes maestros que los habían exhortado a adorar al Dios único y a vivir en amor y unión, pero, a pesar de ello, se rehuían, detestaban y despreciaban unos a otros, considerando impuras a las demás sectas y mirando a sus creyentes como a perros o paganos. La maldición y la execración se levantaban en todas partes. Era peligroso para un judío o para un zoroastriano caminar por las calles en un día de lluvia, pues, si sus vestidos húmedos tocaban a un mahometano, éste se sentía manchado y el otro podría pagar con su vida la ofensa cometida. Si un mahometano recibía dinero de un judío, de un zoroastriano o de un cristiano, tenía que lavarlo antes de guardarlo en su bolsillo. Si un judío encontraba a su hijo dando un vaso de agua a un mendigo mahometano, arrebataba el vaso de las manos del niño, pues eran maldiciones y no caridad lo que merecían los infieles. Los mismos musulmanes estaban divididos en muchas sectas que, con frecuencia, luchaban ferozmente entre ellas. Los zoroastrianos no tomaban gran parte en estas mutuas recriminaciones, pero vivían en comunidades aparte, negándose a asociarse con sus compatriotas de otras religiones.
Las relaciones sociales, así como los asuntos religiosos, se hallaban en irremediable decadencia. La educación estaba descuidada. La ciencia y el arte occidentales eran vistos como impuros y contrarios a la religión. La justicia era burlada. El robo y el pillaje eran hechos corrientes. Los caminos eran malos y peligrosos para viajar. La higiene era terriblemente defectuosa.
Pero, a pesar de todo esto, la luz de vida espiritual no se había extinguido en Persia. Acá y allá, entre la frivolidad y la superstición, se podían aún encontrar algunas almas santas y más de un corazón sentía el anhelo de Dios, como lo sentían los corazones de Ana y Simeón antes del advenimiento de Jesús. Muchos esperaban ardientemente la llegada de un prometido Mensajero de Dios y confiaban en que el tiempo de Su advenimiento ya hubiera llegado. Tal era el estado de cosas en Persia cuando el Báb, el Heraldo de una nueva era, conmovió al país entero con Su mensaje.


Primeros Años

Mírzá 'Alí Mu¥ammad, Quien más tarde adoptó el título de Báb (Puerta), nació en Shíráz, en el sur de Persia, el 20 de octubre de 1819 d.C.10 Era un siyyid, es decir, descendiente del Profeta Mu¥ammad. Su padre, un comerciante muy conocido, murió poco después de Su nacimiento, siendo entonces confiado a la custodia de un tío materno, comerciante de Shíráz, quien lo crió. En Su niñez aprendió a leer y recibió la acostumbrada educación elemental del niño.11 A la edad de quince años entró en el comercio, primero con Su tutor y más tarde con otro tío que vivía en Búshihr, en la ribera del Golfo Pérsico.
En Su juventud se distinguió por Su gran belleza física y Sus simpáticas maneras, así como por Su excepcional piedad y carácter. Era firme en Su cumplimiento de las oraciones, ayunos y otras ordenanzas de la religión islámica. No obedecía la letra, sino que vivía en el espíritu de las ordenanzas del Profeta. Se casó a los veintidós años de edad. De ese matrimonio nació un hijo que murió siendo niño, en el primer año de la misión pública del Báb.


Declaración

Al cumplir los veinticinco años, y respondiendo a una orden divina, declaró que "Dios, el Altísimo, lo había elegido para la posición de Báb". Leemos en A Traveller's Narrative12:

Lo que Él quería decir con la palabra "Báb" era esto: que Él constituía el conducto de la gracia de un gran Ser todavía oculto detrás del velo de gloria, Quien poseía incontables e infinitas perfecciones, por Cuya voluntad Él actuaba y a Cuyo amor estaba sujeto.13

En aquel entonces, la creencia en la aparición inminente de un Divino Mensajero prevalecía especialmente entre los miembros de una secta conocida como los shaykhíes, y fue a un distinguido sacerdote de esta secta, Mullá Æusayn Bushrú'í, a quien primero anunció Su misión. La fecha exacta de esta declaración está dada en el Bayán, uno de los escritos del Báb, como: dos horas y once minutos después de la puesta del sol, la víspera del quinto día del mes de Jamádíyu'l-Avval, 1260 D.H.14 'Abdu'l-Bahá nació en el curso de la misma noche, pero no ha sido establecida la hora exacta de Su nacimiento. Después de algunos días de ansiosa investigación y estudio, Mullá Æusayn se convenció firmemente de que el Mensajero por tanto tiempo esperado por los shi'íes había verdaderamente aparecido. Su ardiente entusiasmo sobre este descubrimiento fue pronto compartido con varios de sus amigos. Poco después, la mayoría de los shaykhíes habían aceptado al Báb, llegando a ser conocidos como bábís, y en muy corto tiempo la fama del joven profeta comenzó a esparcirse como una llama a través de todo el país.


Difusión del Movimiento Bábí

El Báb y Sus primeros dieciocho discípulos, formando un grupo de diecinueve, fueron conocidos por el nombre de "Letras del Viviente". El Báb envió a Sus discípulos a las diferentes regiones de Persia y del Turquestán para difundir la nueva de Su advenimiento. Al mismo tiempo, Él emprendió la peregrinación a La Meca, adonde llegó en diciembre de 1844; y una vez allí, declaró abiertamente Su misión. A su regreso a Búshihr, el anuncio de Su misión de Báb causó entre todos una gran excitación. El fuego de Su elocuencia, la maravilla de Sus rápidos e inspirados escritos, Sus conocimientos y sabiduría extraordinarios, Su intrepidez y celo como reformador, levantaron el más grande entusiasmo entre Sus discípulos, pero excitaron un odio y una alarma de igual intensidad entre los musulmanes ortodoxos. Los doctores de la secta shi'í lo denunciaron con vehemencia y persuadieron al gobernador de Fárs, Æusayn Khán, gobernante tiránico y fanático, a que emprendiese el exterminio de la nueva herejía. Entonces comenzó para el Báb la larga serie de encarcelamientos, deportaciones, interrogatorios ante los tribunales, castigos e insultos de todas clases, que sólo terminaron con Su martirio en 1850.


Posición del Báb

La hostilidad levantada por la declaración de ser Él el Báb aumentó cuando el joven reformador declaró que Él era el mismo Mihdí (Mahdí), cuyo advenimiento había sido anunciado por Mu¥ammad. Los shi'íes identificaron a dicho Mihdí con el duodécimo Imán15 que había desaparecido misteriosamente de la vista de los hombres hacía mil años. Creían que aún vivía y que reaparecería en el mismo cuerpo, interpretando en un sentido material las profecías relativas a su dominio, su gloria, sus conquistas y los "signos" de su advenimiento, así como los judíos en tiempo de Cristo interpretaron las profecías relativas al Mesías de modo semejante. Esperaban que reapareciera con una soberanía terrestre y un ejército innumerable y proclamara su religión. Creían, entre otras cosas, que resucitaría a los muertos. No habiendo aparecido estos signos, los shi'íes rechazaron al Báb con el mismo feroz escarnio que los judíos manifestaron hacia Jesús. Los bábís, por otro lado, interpretaron muchas de las profecías en sentido simbólico. Consideraron la soberanía del Prometido, así como la del "Hombre de las Amarguras" de Galilea, como una soberanía mística; Su gloria, como espiritual y no terrestre; Sus conquistas, como victorias sobre las ciudadelas de los corazones de los hombres, y encontraron suficientes pruebas de la misión del Báb en Su vida y en Sus maravillosas enseñanzas, en Su fe inquebrantable, en Su invencible constancia y en Su poder para resucitar a la vida espiritual a aquellos que habían caído en el error y la ignorancia.
Pero el Báb no se detuvo con la afirmación de ser el Mihdí. Adoptó el título sagrado de "Nuqtiyiulá" o "Punto Primordial". Éste era un nombre dado a Mu¥ammad por Sus discípulos. Los mismos Imanes tenían menor importancia que el "Punto", del cual derivaban su inspiración y autoridad. Al asumir este título, el Báb afirmaba Su rango, como Mu¥ammad, en la serie de grandes Fundadores de religiones, y por esta razón fue mirado por los shi'íes como un impostor, como lo habían sido Moisés y Jesús antes que Él. Hasta inauguró un nuevo calendario, restituyendo el año solar y fijando el principio de la nueva era desde el año de Su propia declaración.


La Persecución Aumenta

Como consecuencia de las declaraciones del Báb y la rapidez alarmante con la cual gentes de todas clases, ricos y pobres, instruidos e ignorantes, respondían ardientemente a Sus enseñanzas, las tentativas para suprimirle fueron más y más implacables. Los hogares fueron saqueados y destruidos, y las mujeres raptadas. En Teherán, en Fárs, en Mázindarán y otras ciudades, dieron muerte a gran número de creyentes. Muchos fueron decapitados, ahorcados, disparados por la boca de cañones, quemados o despedazados. Pero, a pesar de todos los intentos de represión, el movimiento progresaba. Es más, a causa de esta misma opresión, la certeza de los creyentes aumentaba, pues, de este modo, muchas de las profecías concernientes a la llegada del Mihdí se cumplían literalmente. En una tradición escrita por Jábir, que los shi'íes consideran auténtica, podemos leer:

En Él estarán la perfección de Moisés, la hermosura de Jesús y la paciencia de Job; en Su tiempo serán humillados Sus santos y sus cabezas se cambiarán como presentes, como son cambiadas las cabezas de los turcos y los deilamitas; serán asesinados y quemados, y serán amedrentados, aterrorizados y acobardados; la tierra será regada con su sangre y el lamento prevalecerá entre sus mujeres. En verdad, éstos son mis santos.16


Martirio del Báb

El 9 de julio de 1850,17 el Báb mismo, que entonces contaba treinta y un años, cayó víctima del furor fanático de Sus perseguidores. Acompañado por un devoto y joven discípulo llamado Áqá Mu¥ammad 'Alí, quien había suplicado ardientemente que se le permitiera compartir el martirio de su Maestro, fue llevado al patíbulo en la vieja plaza de Tabríz. Poco más o menos dos horas antes del mediodía, ambos fueron suspendidos por medio de cuerdas colocadas debajo de los brazos, de tal manera que la cabeza de Mu¥ammad 'Alí reposaba sobre el pecho de su amado Maestro. Un regimiento de soldados armenios fue formado y recibió orden de hacer fuego. Sonó la descarga, pero cuando la humareda se hubo disipado, se encontró que el Báb y Su compañero estaban vivos. Las balas no habían hecho sino cortar las cuerdas que los suspendían, dejándolos caer al suelo sanos y salvos. El Báb se retiró entonces a una habitación cercana, donde Lo encontraron en conversación con su amanuense. Hacia el mediodía fueron nuevamente suspendidos. Los armenios, que consideraron como un milagro el resultado de su descarga, se negaron a disparar de nuevo y fue necesario traer otro grupo de soldados, a los que se les dio orden de hacer fuego. Esta vez la descarga tuvo efecto. Los cuerpos de las víctimas fueron acribillados por las balas y horriblemente mutilados, aunque sus rostros apenas fueron tocados.
Por este acto vil la plaza del cuartel de Tabríz se convirtió en un segundo Calvario. Los enemigos del Báb experimentaron una culpable satisfacción de triunfo, pensando que el odiado árbol de la Fe Bábí había sido arrancado de raíz y que su completa eliminación sería fácil. Pero su triunfo duró bien poco. No comprendieron que el Árbol de la Verdad no puede ser tronchado por un hacha material. ¡Si tan sólo hubiesen sabido que su mismo crimen daba más vigor a la Causa! El martirio del Báb colmó Su propio acariciado deseo e inspiró en Sus discípulos una fe aún más grande. Tal era el fuego de su entusiasmo espiritual, que las tempestades de la persecución no hicieron más que atizarlo. Mientras más se procuraba extinguirlo, más altas se elevaban las llamas.


La Tumba sobre el Monte Carmelo

Después del martirio del Báb, Sus restos, así como los de Su devoto compañero, fueron abandonados a la orilla del foso, fuera de los muros de la ciudad. En la segunda noche fueron recogidos a medianoche por algunos de los bábís y, después de haber permanecido ocultos durante años en depósitos secretos en Persia, fueron finalmente llevados con gran riesgo y dificultad a Tierra Santa. Ahora están sepultados en una tumba bellísimamente situada en la falda del Monte Carmelo, no lejos de la cueva de Elías y a unos cuantos kilómetros solamente del lugar en donde Bahá'u'lláh pasó Sus últimos años y donde reposan ahora Sus restos. Entre los millares de peregrinos que llegan de todas partes del mundo a rendir su homenaje ante la tumba sagrada de Bahá'u'lláh, ninguno olvida ir a rezar en el Santuario de Su Predecesor y devoto amado el Báb.


Los Escritos del Báb

Los Escritos del Báb fueron voluminosos, y la rapidez con que componía elaborados comentarios, profundas exposiciones y elocuentes plegarias, sin estudio o meditación previa, era considerada una de las pruebas de Su divina inspiración.
El contenido de Sus Escritos ha sido resumido así:

Algunos de éstos (los Escritos del Báb) eran comentarios e interpretaciones de los versículos del Qur'án; algunos eran plegarias, homilías y alusiones acerca del verdadero sentido de ciertos pasajes; otros eran exhortaciones, admoniciones, disertaciones sobre los diferentes aspectos de la doctrina de la Unidad Divina... estímulos para mejorar el carácter, para desprenderse de las cosas de este mundo y confiar en la inspiración de Dios. Pero la esencia e intención de estas composiciones era alabar y describir a aquella Realidad que muy pronto aparecería y la cual era Su objeto y fin, Su amada y Su deseo. Pues consideraba Su propia aparición como la de un mensajero de una Buena Nueva y Su misión esencialmente la de preparar el camino para la manifestación de las supremas perfecciones de Aquél. Y, en verdad, no cesó un solo instante de celebrarlo noche y día, y solía manifestar a Sus discípulos que debían esperar Su advenimiento, de tal forma que declara en Sus Escritos: "Soy una letra de ese Libro todopoderoso, una gota de ese océano sin límites, y cuando Él aparezca, mi verdadera naturaleza, mis misterios, mis parábolas y mis alusiones se harán evidentes y el embrión de esta religión se desarrollará a través de los grados de su existencia y ascensión; alcanzará la condición de 'la más bella de las formas' y se adornará con la vestidura de '¡Bendito sea Dios, el Mejor de los Creadores!'" ... Y tan inflamado estaba en la llama de Aquél, que el evocarlo le servía de brillante antorcha en las sombrías noches de la fortaleza de Máh-Kú, y pensar en Él era Su mejor compañía en las penurias de la prisión de Chihríq. Así obtenía libertad espiritual con Su vino se embriagaba, y se regocijaba con Su recuerdo.18


Aquel a Quien Dios Manifestará

El Báb ha sido comparado con Juan el Bautista, pero Su misión no fue solamente la de heraldo o precursor. El Báb, en Sí mismo, era una Manifestación de Dios, el Fundador de una religión independiente, aun cuando esa religión estuvo limitada en el tiempo a un cierto número de años. Los bahá'ís creen que el Báb y Bahá'u'lláh fueron Cofundadores de su Fe; Bahá'u'lláh mismo atestiguó esta verdad con las siguientes palabras: "Que un lapso tan breve haya separado esta tan poderosa y maravillosa Revelación de Mi propia anterior Manifestación, es un secreto que ningún hombre puede desentrañar, y un misterio tal, que ninguna mente puede penetrar. Su duración estaba preordenada, y jamás hombre alguno habrá de descubrir su motivo hasta que no se haya informado del contenido de Mi Libro Oculto". En Sus referencias a Bahá'u'lláh, sin embargo, el Báb reveló un absoluto desprendimiento, declarando que en el día de "Aquel a Quien Dios manifestará: 'Si alguien oyera un solo versículo de Él y lo recitara, será mejor que si recitara mil veces el Bayán (la Revelación del Báb)'".19
Se consideraba feliz de sufrir todas las aflicciones si con ello facilitaba, aun cuando sólo fuese un poco, el camino de "Aquel a Quien Dios manifestará" y que era, según lo declara, la única fuente de Su inspiración y el único objeto de Su amor.


Resurrección, Paraíso e Infierno

Una parte muy importante de las enseñanzas del Báb es Su explicación de los términos Resurrección, Día del Juicio, Paraíso e Infierno. La Resurrección, dice, significa la aparición de una nueva Manifestación del Sol de la Verdad. La Resurrección de los muertos significa el despertar espiritual de aquellos que duermen en las tumbas de la ignorancia, de la negligencia y del pecado. El Día del Juicio es el Día de la Nueva Manifestación; mediante la aceptación o rechazo de Su Revelación las ovejas son separadas de las cabras, ya que las ovejas conocen la voz del Buen Pastor y Lo siguen. El Paraíso es la alegría de conocer y amar a Dios, como Se revela a través de Su Manifestación, por la que el hombre llega a alcanzar la más alta perfección de que es capaz y, después de su muerte, lograr entrar en el Reino de Dios y en la vida eterna. El Infierno es simplemente la privación del conocimiento de Dios, que tiene como consecuencias la imposibilidad de llegar a obtener la perfección divina y la pérdida del eterno favor. Y declara, definitivamente, que estos términos no tienen otro sentido aparte de éste; y que las generalizadas ideas relativas a la resurrección de la carne, al infierno y paraíso materiales y cosas semejantes, no son más que ficciones de la imaginación. Enseñó que el hombre tiene una vida después de la muerte, y que en esa vida del más allá el progreso hacia la perfección no tiene límites.


Enseñanzas Sociales y Morales

En sus Escritos el Báb dice a Sus discípulos que deben distinguirse por su cortesía y amor fraternal; que deben cultivar las artes y oficios útiles; que la instrucción elemental debe generalizarse. En el nuevo y maravilloso orden que se inicia, las mujeres tendrán más libertad. Los pobres deben ser mantenidos por el tesoro común, pero la mendicidad está estrictamente prohibida, así como el uso de licores intoxicantes como bebida.
La guía de la conducta del verdadero bábí debe ser el amor puro, sin esperanza de recompensa ni temor al castigo. Así dice Él en el Bayán:

Adora a Dios de tal modo que si la recompensa fuera el fuego no se alteraría tu adoración por Él. Si Lo adoras por miedo, esta adoración es indigna de traspasar el umbral de la Santidad de Dios... Así también, si tus ojos se fijan en el Paraíso y Le adoras con esa esperanza, estás asociando la creación de Dios con Él.20

Pasión y Triunfo

Esta última cita revela el espíritu que animó toda la vida del Báb. Conocer y amar a Dios, reflejar Sus atributos y preparar el camino de Su próxima Manifestación. Éstos fueron el único objeto y fin de Su existencia. Para Él la vida no tenía terrores ni la muerte le espantaba, porque el amor había disipado todo temor, y el mismo martirio no era sino el rapto de entregarse íntegro a los pies de Su Bienamado.
¡Qué extraño que esta alma pura y bella, que este Maestro inspirado por la Verdad Divina, que este hombre amante de Dios y de Su prójimo, haya sido odiado y condenado a muerte por los supuestos religiosos de Su día! Sólo prejuicios irreflexivos u obstinados pudieron cegar a los hombres hasta el grado de impedirles ver que Él era realmente un Profeta, un Santo Mensajero de Dios. No poseía ni gloria ni grandeza mundanas, pero ¿cómo pueden probarse el poder y el dominio espiritual sino por la habilidad de no necesitar ayuda terrenal alguna para triunfar sobre toda oposición terrenal, aun la más poderosa y virulenta? ¿Cómo se puede demostrar el Amor Divino a un mundo incrédulo sino por la capacidad para resistir los más duros golpes, las calamidades, las aceradas flechas del dolor, el odio de los enemigos y la traición de los falsos amigos, y para levantarse con serenidad por encima de todo ello, sin acobardarse, sin sentir rencores, listo a perdonar y bendecir?
El Báb ha resistido y el Báb ha triunfado. Miles han atestiguado la sinceridad de su amor por Él, sacrificando sus vidas y todo lo suyo en Su servicio. Bien pueden los reyes envidiar Su poder sobre los corazones y vidas de los hombres. Además, "Aquel a Quien Dios hará manifiesto" ha aparecido, ha confirmado las declaraciones y aceptado la perfecta devoción de Su Precursor y lo ha hecho partícipe de Su gloria.




3


BAHÁ'U'LLÁH21: LA GLORIA DE DIOS


¡Oh tú! que estás esperando, no te detengas más, porque Él ha venido. Contempla Su Tabernáculo y Su Gloria residiendo en él. Es la Antigua Gloria con una nueva manifestación.
Bahá'u'lláh.


Nacimiento y Primeros Años

Mírzá Æusayn 'Alí, Quien después adoptó el título de Bahá'u'lláh (Gloria de Dios), fue el hijo mayor de Mírzá 'Abbás de Núr, un visir o ministro de Estado. Su familia era rica y distinguida; muchos de sus miembros habían ocupado importantes puestos en el Gobierno y en el servicio civil y militar de Persia. Nació en Teherán, capital de Persia, entre el amanecer y la salida del sol del 12 de noviembre de 1817.22 Nunca fue a la escuela o a la universidad y la poca enseñanza que recibió Le fue impartida en Su casa. Sin embargo, aun de niño mostró extraordinarios conocimientos y sabiduría. Siendo aún muy joven perdió a Su padre, lo que Le legó la responsabilidad de cuidar a Sus hermanos y hermanas menores y de administrar las extensas propiedades de Su familia.
En una ocasión, 'Abdu'l-Bahá, hijo mayor de Bahá'u'lláh, relató al autor los siguientes detalles de los primeros años de Su Padre:

Desde Su niñez fue extremadamente bueno y generoso. Era un gran amante de la vida al aire libre, pasando gran parte de Su tiempo en el jardín o en el campo. Tenía un extraordinario poder de atracción, que todos sentían. Las gentes siempre se reunían en torno de él. Ministros y otras personas de la corte lo rodeaban, y los niños también lo amaban. Contaba apenas trece o catorce años y ya era renombrado por Su sabiduría. Podía hablar sobre cualquier tema y resolver cualquier problema que se le presentara. En grandes reuniones discutía asuntos con los 'ulamá (mullás principales) y explicaba intrincados problemas religiosos. Todos ellos solían escucharlo con el más grande interés.
Cuando Bahá'u'lláh tenía veintidós años murió Su padre, y el Gobierno quiso que Él lo sucediera en su puesto en el Ministerio, como era costumbre en Persia, pero Bahá'u'lláh no aceptó la oferta. Entonces dijo el primer Ministro: "Dejadlo solo. Este puesto no es digno de Él. Tiene en vista fines más altos. Yo no puedo comprenderlo, pero estoy convencido que está destinado para una elevada carrera. Sus pensamientos no son como los nuestros. Dejadlo tranquilo."


Apresado como Bábí

Cuando el Báb declaró Su misión en 1844, Bahá'u'lláh, que tenía entonces veintisiete años, abrazó decididamente la Causa de la nueva fe, de la que pronto fue reconocido como uno de los más poderosos e intrépidos exponentes.
Había sido ya dos veces apresado por abrazar la Causa, y en una ocasión hubo de sufrir la tortura del bastinado (apalear en las plantas de los pies), cuando en agosto de 1852 ocurrió un hecho de terribles consecuencias para los bábís. Un discípulo del Báb, un joven llamado Sádiq, quedó tan afectado por el martirio de su Maestro, del que había sido testigo, que su razón se ofuscó y en venganza acechó al Sháh y le disparó un tiro de pistola. Sin embargo, en vez de usar una bala, cargó el arma con perdigones, y aunque algunos alcanzaron al Sháh, no le provocaron ninguna herida importante. El joven tiró al Sháh de su caballo, pero fue rápidamente apresado por los guardias de Su Majestad que le dieron muerte allí mismo.
Todo el grupo de bábís fue injustamente hecho responsable de este acto y se efectuaron horrorosas masacres. Ochenta de ellos fueron ejecutados en Teherán después de sufrir las más horrendas torturas. Muchos otros fueron prendidos y encarcelados, entre ellos Bahá'u'lláh, Quien escribió después:

¡Por la rectitud de Dios! Nosotros nada tuvimos que ver con ese odioso atentado y nuestra inocencia fue indiscutiblemente probada ante los tribunales. Sin embargo, Nos prendieron y llevaron a la prisión de Teherán desde Níyávarán, sitio de la residencia real. Viajamos encadenados y a pie, con la cabeza descubierta y descalzos. Un hombre brutal, que iba acompañándonos a caballo, arrebató el sombrero de Mi cabeza, mientras un grupo de verdugos y guardias nos apuraban. Nos encerraron durante cuatro meses en un lugar inmundo fuera de toda comparación. Ciertamente, un foso oscuro y estrecho hubiera sido mejor que la mazmorra donde este Ser agraviado y otros similarmente agraviados fueron confinados. Cuando a nuestra llegada entramos en la prisión, fuimos conducidos a lo largo de un lúgubre corredor; luego descendimos por tres empinadas escaleras al lugar reservado para Nosotros. Era éste un sitio oscuro, y nuestros compañeros de prisión sumaban cerca de ciento cincuenta almas; ladrones, asesinos y salteadores de caminos. A pesar de encerrar tal multitud, no tenía más salida que el pasaje por donde entramos. No hay pluma capaz de describir este sitio y su olor nauseabundo. La mayoría de los presos no tenían ropas con que cubrirse ni estera donde acostarse. ¡Dios sabe lo que sufrimos en aquel lugar lúgubre y maloliente!
Día y noche reflexionamos en esta prisión sobre los hechos, la condición y la conducta de los bábís, preguntándonos qué podía haber inducido a un pueblo de tanta grandeza de alma, nobleza e inteligencia a perpetrar un hecho tan audaz y afrentoso contra la persona de Su Majestad. Fue entonces cuando este Ser agraviado decidió levantarse, al salir de la prisión, y emprender con el máximo vigor la tarea de regenerar a esta gente.
Una noche, en un sueño, escuché estas gloriosas palabras que venían de todos lados: "En verdad, Te ayudaremos a triunfar por medio de Ti mismo y por Tu pluma. No Te aflijas por lo que Te ha sucedido, y no temas, puesto que estás seguro. En breve el Señor revelará los tesoros de la tierra -hombres que Te ayudarán por Ti y por Tu nombre con que el Señor ha revivificado los corazones de aquellos que Lo han reconocido".23


Destierro a Baghdád

Este terrible encarcelamiento duró cuatro meses, pero Bahá'u'lláh y Sus compañeros permanecieron fieles y entusiastas y en la mayor felicidad. Casi a diario había un torturado o condenado a muerte, y los otros sabían que su turno podía ser el próximo. Cuando los verdugos venían a llevarse a uno de ellos, aquel cuyo nombre era llamado, literalmente bailaba de alegría, besaba las manos de Bahá'u'lláh, abrazaba a sus compañeros y se apresuraba alegremente hacia el lugar del martirio.
Se probó concluyentemente que Bahá'u'lláh no tuvo parte alguna en el atentado contra el Sháh, y el Ministro ruso atestiguó acerca de la pureza de Su carácter. Además, Bahá'u'lláh estaba tan enfermo que se esperaba que muriera. Por lo tanto, en vez de sentenciarlo a muerte, el Sháh ordenó que se le desterrara a 'Iráq-i-'Arab, en Mesopotamia, y pocos días después partió acompañado de Su familia y un número de creyentes. Sufrieron terriblemente con el frío y otras penalidades en el largo viaje invernal, y llegaron a Baghdád en un estado de casi completa miseria.
Tan pronto como Su salud lo permitió, Bahá'u'lláh comenzó a enseñar a los que se interesaban en Sus doctrinas y a alentar y exhortar a Sus discípulos, y pronto reinó la paz y la felicidad entre los bábís.24 Esta paz, sin embargo, fue de poca duración. Mírzá Yahyá, un medio hermano de Bahá'u'lláh, que era también conocido con el nombre de «ub¥-i-Azal, llegó a Baghdád y poco después comenzaron a surgir divergencias, secretamente instigadas por él, de manera similar a las divisiones que surgieron entre los discípulos de Cristo. Estas divergencias, que más tarde, en Adrianópolis, llegaron a ser abiertas y violentas, eran muy dolorosas para Bahá'u'lláh, cuyo único objeto en la vida residía en promover la unión entre los pueblos del mundo.


Dos Años en el Desierto

Casi un año después de Su llegada a Baghdád, partió solo y se internó en el desierto de Sulaymáníyyih, llevando consigo nada más que una muda. Sobre este período escribe lo siguiente en el Libro de Íqán:25

En los primeros días de Nuestra llegada a este país, al ver las señales de acontecimientos inminentes, decidimos retirarnos antes de que éstos se desataran. Nos fuimos al desierto, y allí, solo y apartado, llevamos durante dos años una vida de completa soledad. De Nuestros ojos caían lágrimas de angustia y en Nuestro corazón sangrante se agitaba un océano de dolor. Muchas noches no tuvimos alimento para subsistir y muchos días Nuestro cuerpo no encontró descanso. ¡Por Aquel Que tiene en Sus manos Mi existencia!, no obstante esta lluvia de aflicciones e incesantes calamidades, Nuestra alma estaba envuelta en gozosa alegría, y todo Nuestro ser mostraba indescriptible regocijo. En Nuestra soledad no sabíamos del daño ni del provecho, ni de la salud o enfermedad de ninguna alma. Sólo comulgábamos con Nuestro espíritu, ajeno al mundo y todo lo que hay en él. Sin embargo, no sabíamos que la red del destino divino supera las más vastas concepciones humanas, y el dardo de Su decreto excede los más osados planes del hombre. Nadie puede escapar a los lazos que Él tiende; ninguna alma encuentra liberación sino mediante la sumisión a Su voluntad. ¡Por la rectitud de Dios! Nuestro retiro no contemplaba regreso ni tenía Nuestra separación esperanza de reunión. El único propósito de Nuestro apartamiento era evitar llegar a ser objeto de discordia entre los fieles, fuente de disturbio para Nuestros compañeros, medio para dañar a alguna alma, o causa de dolor para algún corazón. Fuera de éstas no abrigábamos otra intención, y aparte de eso no teníamos en vista otro fin. Y, sin embargo, cada persona tramaba según su deseo y se guiaba por su propia ociosa fantasía, hasta el momento en que llegó de la Fuente Mística el llamado que Nos ordenaba regresar al lugar de donde habíamos venido. Renunciando a Nuestra voluntad por la Suya, Nos sometimos a Su mandato.
¿Qué pluma puede describir lo que vimos a Nuestro regreso? Han transcurrido dos años durante los cuales Nuestros enemigos, sin cesar y diligentemente, han tratado de exterminarnos, lo que todos testifican.26


Oposición de los Mullás

Después del regreso de Su retiro Su fama aumentó más que nunca y la gente acudía a Baghdád, de lugares cercanos y lejanos, para verlo y escuchar Sus enseñanzas. Judíos, cristianos, zoroastrianos y aun musulmanes empezaron a interesarse en el nuevo Mensaje. Los mullás (doctores musulmanes) tomaron una actitud hostil y tramaron incesantemente para hacerlo caer. En cierta ocasión enviaron a uno de los suyos a entrevistarlo y hacerle ciertas preguntas. El emisario encontró las respuestas de Bahá'u'lláh tan convincentes y Su sabiduría tan asombrosa, aunque evidentemente no adquirida por el estudio, que se vio obligado a confesar que Su conocimiento y comprensión eran incomparables. Sin embargo, para satisfacer a los mullás que lo habían enviado pidió a Bahá'u'lláh que hiciera algún milagro para probar que realmente era profeta. Bahá'u'lláh expresó Su disposición a complacerlo bajo ciertas condiciones, declarando que si los mullás se pusieran de acuerdo sobre algún milagro a realizar, y firmasen y sellasen un documento al efecto de que realizado ese milagro confesarían la validez de Su Misión y se comprometerían a no atacarlo más, Él produciría la prueba deseada, de lo contrario quedaría convicto como impostor. Ciertamente, ésta era la oportunidad de los mullás, si su intención hubiese sido la de encontrar la verdad; pero su objeto era muy diferente. Buscaban únicamente una decisión que los favoreciera, ya fuese por medios justos o injustos. Temieron la verdad y huyeron de tan osado desafío. Esta derrota tan sólo los estimuló a urdir nuevos complots que acabaran con el oprimido movimiento. El cónsul general de Persia en Baghdád se alió con ellos, enviando repetidos mensajes al Sháh, en los que acusaba a Bahá'u'lláh de estar perjudicando a la religión islámica más que nunca y de seguir ejerciendo una maligna influencia en Persia, por lo cual debería ser desterrado a una región más lejana.
Una característica de Bahá'u'lláh en esta crisis fue que, mientras los Gobiernos persa y turco, incitados por los mullás, combinaban sus esfuerzos para suprimir la Causa, Él se mantenía calmo y sereno, alentando e inspirando a Sus discípulos y escribiendo inolvidables palabras para consolarlos y guiarlos. 'Abdu'l-Bahá relata cómo escribió, en esa época, Las Palabras Ocultas. Bahá'u'lláh salía con frecuencia a caminar por las riberas del río Tigris. Parecía lleno de felicidad a Su regreso y se ponía a escribir esas joyas líricas de sabios consejos que han servido de ayuda y consuelo a miles de corazones dolientes y afligidos. Durante varios años sólo existieron unas pocas copias manuscritas de Palabras Ocultas, que tenían que ser cuidadosamente guardadas para que no cayeran en manos de los numerosos enemigos. Mas ahora este pequeño volumen es, quizás, el más conocido entre las obras de Bahá'u'lláh y es leído en todas partes del mundo. El Libro de Íqán es otra de las obras muy conocidas de Bahá'u'lláh, escrita más o menos en el mismo período, hacia el final de Su permanencia en Baghdád (1862-1863 D.C.).

La Declaración en Ri¤ván, cerca de Baghdád

Después de muchas negociaciones, y a petición del Gobierno persa, el Gobierno turco dictó una orden convocando a Bahá'u'lláh en Constantinopla. Sus seguidores quedaron consternados al recibir esta noticia. Sitiaron de tal modo la casa de su amado Jefe, que la familia tuvo que acampar durante doce días en el Jardín de Najíb Páshá, en las afueras de la ciudad, mientras se preparaba la caravana para el largo viaje. Durante el primero de estos doce días (22 de abril a 3 de mayo de 1863, o sea diecinueve años después de la Declaración del Báb), Bahá'u'lláh anunció a algunos de sus seguidores las buenas nuevas de que Él era Aquel cuya venida había sido anunciada por el Báb, el Elegido de Dios, el Prometido de todos los Profetas. El jardín donde esta memorable Declaración tuvo lugar fue después conocido por los bahá'ís con el nombre de "Jardín de Ri¤ván", y los días que Bahá'u'lláh pasó allí se conmemoran como la "Fiesta de Ri¤ván", que se celebra anualmente en cada aniversario de esos doce días. Durante esos días Bahá'u'lláh, en vez de estar triste y deprimido, mostró gran gozo, dignidad y poder. Sus discípulos se mostraron felices y entusiastas, y grandes multitudes venían a rendirle homenaje. Todos los notables de Baghdád, aun el mismo gobernador, fueron a honrar al prisionero que partía.


Constantinopla y Adrianópolis

El viaje a Constantinopla duró entre tres y cuatro meses. El grupo de viajeros estaba compuesto por Bahá'u'lláh, doce miembros de Su familia y veintiséis discípulos. Llegados a Constantinopla, se hallaron prisioneros en una pequeña casa que resultó muy pequeña. Más tarde consiguieron un alojamiento algo mejor, pero después de cuatro meses fueron de nuevo obligados a trasladarse, esta vez a Adrianópolis.
El viaje a Adrianópolis, aunque no duró más que unos pocos días, resultó el más terrible de los que habían emprendido hasta entonces. Casi todo el tiempo nevó de modo intenso y, como no iban provistos de ropa ni de alimentos adecuados, sufrieron extremadamente. Para el primer invierno en Adrianópolis, Bahá-'u'lláh y Su familia, en número de doce personas, fueron alojados en una pequeña casa de tres habitaciones, sin comodidad alguna e infestada de bichos. En la primavera les dieron un alojamiento más cómodo. Residieron en Adrianópolis más de cuatro años y medio. Bahá'u'lláh siguió con Sus enseñanzas y reunió a su alrededor un numeroso grupo de seguidores. Anunció Su misión públicamente y fue aceptado con entusiasmo por la mayoría de los bábís que, desde entonces fueron conocidos por bahá'ís. Sin embargo, una minoría bajo la dirección de Mírzá Yahyá (el medio hermano de Bahá'u'lláh) le hizo violenta oposición y se alió con Sus antiguos enemigos, los shi'íes, tramando Su caída. Siguieron grandes dificultades, hasta que, por último, el Gobierno turco desterró a ambos grupos, bábís y bahá'ís, de Adrianópolis, exiliando a Bahá'u'lláh y Sus discípulos en 'Akká, Palestina, adonde llegaron (según Nabíl)27 el 31 de agosto de 1868, mientras Mírzá Yahyá y su grupo eran enviados a Chipre.


Cartas a los Reyes

Durante esta época Bahá'u'lláh escribió Sus famosas cartas al Sultán de Turquía, a muchas de las figuras reinantes de Europa, al Papa y al Sháh de Persia. Más tarde, en Su Kitáb-i-Aqdas28, se dirigió a otros soberanos, a los gobernantes y presidentes de América, a los líderes religiosos en general y a la generalidad de la humanidad. A todos, Él les anunciaba Su misión y los exhortaba a que dedicaran sus energías a establecer el verdadero sentido de religión, gobierno justo y paz internacional. En Su carta al Sháh le rogaba fervorosamente por los oprimidos bábís, pidiéndole ser puesto cara a cara con aquellos que habían instigado las persecuciones. Inútil es decir que esta petición fue ignorada. Badí, el joven y devoto bahá'í que entregó la carta de Bahá'u'lláh, fue prendido y martirizado con horribles torturas. ¡Le aplicaron ladrillos candentes contra su cuerpo!
En la misma carta Bahá'u'lláh hace una descripción muy conmovedora de Sus propios sufrimientos y anhelos:

¡Oh rey!, he visto en el camino de Dios lo que otros ojos no han visto y otros oídos no han escuchado. Mis amigos me han abandonado, los caminos se han estrechado ante Mí, la fuente de seguridad se ha secado y la llanura de la tranquilidad se ha abrasado. ¡Cuántas calamidades han descendido y cuántas más descenderán! Yo camino avanzando hacia el Todopoderoso, el Generoso, mientras detrás de Mí se arrastra la serpiente. De Mis ojos surgen tantas lágrimas, que Mi lecho está empapado; mas Mi pena no es por Mí. Por Dios, Mi cabeza anhela recibir las lanzas por amor de su Señor, y nunca paso cerca de un árbol sin que le diga Mi corazón: "¡Oh si pudieras ser derribado en mi nombre para que mi cuerpo sea crucificado sobre ti en el sendero del Señor!" Sí, porque veo que la humanidad, en su embriaguez, se ha desviado sin darse cuenta; los hombres han exaltado sus pasiones, se han apartado de Dios, y consideran Su Mandato como una burla y un juguete; y piensan que obran bien y que están protegidos en la ciudadela de la seguridad. Pero no es como ellos suponen: ¡mañana verán lo que hoy niegan!
Estamos por salir de este remoto lugar de destierro [Adria-nópolis( para ir a la prisión de 'Akká. Por las noticias que tenemos, esta ciudad es la más desolada del mundo, la de aspecto más desagradable, la de clima más detestable, con las aguas más impuras, cual si fuera una metrópolis de búhos, puesto que allí no se oye más ruido que el de sus gritos. Es allí donde se proponen encerrar a este Siervo, negándonos toda indulgencia y privándonos hasta el final de nuestros días de todas las cosas buenas de la vida en este mundo. Dios Mío, aunque el cansancio Me debilitara y el hambre Me destruyera, y Mi lecho fuera de dura roca y Mis compañeros las bestias del desierto, no retrocederé, sino que seré paciente, como son pacientes y decididos los que se fortalecen por el poder de Dios, el Rey de la Preexistencia, el Creador de las naciones; y, en medio de todas estas tribulaciones, daré gracias a Dios. Esperamos de Su bondad (¡exaltado es Él!)... que haga sinceras las caras de los hombres que se vuelven hacia Él, el Todopoderoso, el Generoso. Ciertamente, Él responderá a aquel que eleve a Él sus plegarias y estará cerca de los que Le llamen. Y le pedimos que convierta esta calamidad en un escudo que cubra el cuerpo de Sus santos y los proteja con esto de las puntiagudas lanzas y afiladas espadas. A través de la aflicción ha brillado Su luz y Sus alabanzas alumbran incesantemente: éste fue Su método a través de las edades y los tiempos pasados.29


La Prisión de 'Akká

En aquel tiempo 'Akká (Acre) era una ciudad-prisión donde eran enviados los peores criminales desde todas partes del Imperio Turco. Al llegar allí, después de un miserable viaje por mar, Bahá'u'lláh y Sus seguidores, entre ochenta y ochenta y cuatro en número, incluyendo a hombres, mujeres y niños, fueron encarcelados en los cuarteles del ejército. El sitio era sucio y desagradable en extremo. No había camas ni ninguna otra comodidad. El alimento que les proporcionaban era tan detestable e inadecuado que, después de unos días, los prisioneros rogaron que se les permitiera a ellos mismos comprar sus alimentos. Durante los primeros días los niños lloraban continuamente y era casi imposible dormir. Pronto empezaron a sufrir de malaria, disentería y otros males; todos cayeron enfermos excepto dos. Tres sucumbieron debido a su enfermedad, siendo indescriptibles los sufrimientos de los sobrevivientes.30
Esta rigurosa encarcelación duró más de dos años, durante los cuales a ningún bahá'í le fue permitido salir de la puerta del cuartel, a excepción de cuatro hombres que iban diariamente, cuidadosamente escoltados, a comprar alimentos.
Durante su encarcelamiento en el cuartel no se permitieron visitantes. Varios bahá'ís de Persia hicieron el largo viaje a pie con objeto de ver a su amado Maestro, pero no fueron admitidos dentro de las murallas de la ciudad. Solían dirigirse a un lugar fuera de la tercera línea de fosos, desde donde podían divisar las ventanas del cuarto de Bahá'u'lláh. Él se mostraba a Sus amigos desde una de las ventanas y ellos, después de divisarlo a lo lejos, lloraban y regresaban a sus casas encendidos por un renovado deseo de sacrificio y servicio.


Se Mitigan Algunas Restricciones

Al fin, el encarcelamiento se mitigó. Tuvo lugar una movilización de tropas turcas y se necesitaba el cuartel para alojar a los soldados. Bahá'u'lláh y Su familia fueron trasladados a una casa, y los demás del grupo fueron alojados en una posada para caravanas en la ciudad. Bahá'u'lláh estuvo confinado siete años más en esta casa. En una pieza pequeña al lado de la que Le confinaba, ¡trece personas de la familia, de ambos sexos, tuvieron que acomodarse como pudieron! Al principio de Su estancia en esta casa sufrieron mucho por falta de espacio, alimentos inadecuados y ausencia de las más elementales comodidades. Después de algún tiempo, sin embargo, unas cuantas piezas más fueron puestas a Su disposición, de modo que les fue posible vivir con relativa comodidad. Desde que Bahá'u'lláh y Sus compañeros salieron del cuartel les fue permitido recibir visitas, y poco a poco se fueron levantando las severas restricciones impuestas por órdenes imperiales, aunque de vez en cuando eran reimpuestas por un tiempo.

Se Abren las Puertas de la Prisión

Aun en los peores tiempos de la prisión los bahá'ís no desmayaron ni fue conmovida su serena confianza. Mientras estaba en los cuarteles de 'Akká, Bahá'u'lláh escribió a unos amigos: "No temáis, estas puertas se abrirán. Mi tienda se levantará en el Monte Carmelo y nuestro gozo será inefable". Esta declaración fue una fuente de gran consuelo para Sus discípulos y en el curso del tiempo se cumplió literalmente. La relación de cómo se abrieron las puertas de la prisión es mejor hacerla con las mismas palabras de 'Abdu'l-Bahá, tal como las tradujera Su nieto, Shoghi Effendi:

Bahá'u'lláh amaba la belleza y el verdor de los campos. Un día hizo esta observación: "Durante nueve años no he contemplado la vegetación. ¡El campo es el mundo de las almas, la ciudad el mundo de los cuerpos!" Cuando oí indirectamente estas palabras, me di cuenta de que Él anhelaba estar en el campo y tuve la seguridad de que cualquier cosa que yo hiciera para colmar Su deseo tendría éxito. Había en este tiempo en 'Akká un hombre llamado Mu¥ammad Páshá Safwat, que no ocultaba su oposición hacia nosotros. Tenía una casa solariega llamada Mazra'ih, situada unas cuatro millas al norte de la ciudad, un sitio muy bonito, rodeado de jardines y cruzado por un arroyo. Fui a casa de este Páshá a visitarle y le dije: "Páshá, has dejado la casa vacía y estás viviendo en 'Akká". Me replicó: "Soy un inválido y no puedo dejar la ciudad. Si voy allá, es muy solitario y estaré lejos de mis amigos". Le dije: "Si tú no vives allí y tu casa está vacía, alquílanosla a nosotros". Mostró gran sorpresa a esta proposición, pero luego consintió. Alquilé la casa a muy bajo precio, alrededor de cinco libras esterlinas por año. Le pagué cinco años y firmamos un contrato. Envié obreros para hacer algunas reparaciones, arreglar el jardín y construir un baño. También hice preparar un coche para uso de la Bendita Belleza.31 Un día decidí ir a ver yo mismo la casa. A pesar de los varios decretos dados sucesivamente para que de ninguna manera pasáramos los límites de las murallas de la ciudad, me atreví a pasar sus puertas. Los gendarmes que estaban de guardia no hicieron objeción alguna y yo proseguí directamente hasta la casa. Al día siguiente salí de nuevo con algunos amigos y funcionarios; nadie nos cortó el paso ni nos molestó, a pesar de que estaban situados guardias y centinelas a ambos lados de las puertas de la ciudad. Otro día preparé un banquete, tendí una mesa bajo los pinos de Bahjí e invité a los notables y funcionarios de la ciudad. Al anochecer regresamos todos juntos a la ciudad.
Un día fui a la santa presencia de la Bendita Belleza y le dije: "El palacio de Mazra'ih está listo para recibirte y un coche para llevarte". (En aquel tiempo no había coches en 'Akká ni en Haifa.) Él se negó a ir, diciendo: "Soy un prisionero". Más tarde le rogué de nuevo, pero obtuve la misma respuesta. Me animé a rogarle por tercera vez, pero de nuevo Él dijo "¡No!", y yo no me atreví a insistir más. Había entonces en 'Akká cierto Shaykh musulmán, hombre muy conocido y de considerable influencia, que amaba a Bahá'u'lláh y que era, a su vez, muy apreciado por Él. Visité a este Shaykh para explicarle la situación y le dije: "Tú eres intrépido. Ve esta noche ante Su santa presencia, cae de rodillas ante Él, tómale las manos y no lo dejes hasta que te prometa dejar la ciudad". El Shaykh era árabe... Fue directamente hasta Bahá'u'lláh y se sentó junto a Sus rodillas. Cogió Sus manos y después de besarlas le preguntó: "¿Por qué no dejas la ciudad?" Él respondió: "Soy un prisionero". El Shaykh replicó: "¡Dios no lo permita! ¿Quién tiene el poder de hacerte prisionero? Tú Te has puesto a Ti mismo en prisión. Era Tu propia voluntad ser apresado, y ahora Te ruego que salgas y vayas al palacio. ¡Es bello y florido, los árboles son preciosos y las naranjas como bolas de fuego!" Cada vez que la Bendita Belleza decía: "Soy un prisionero, no puede ser", el Shaykh tomaba Sus manos y las besaba. Una hora siguió implorando. Al fin, Bahá'u'lláh dijo: "Khaylí khub" (Muy bien), y así premió la paciencia y persistencia del Shaykh. Éste vino a mí con gran gozo a darme la feliz noticia de que Su Santidad consentía. A pesar de una estricta orden de 'Abdu'l-Azíz que prohibía que yo tuviese reunión o comunicación con la Bendita Perfección, al día siguiente preparé el coche y llevé a Bahá'u'lláh al palacio. Nadie hizo objeción. Lo dejé en el palacio y yo regresé a la ciudad.
Durante dos años habitó ese sitio encantador. Entonces se decidió ir a otro sitio en Bahjí. Una enfermedad epidémica se había declarado en Bahjí, y el dueño de la casa y su familia habían huido angustiados y estaban dispuestos a ofrecer la casa sin cobrar nada al que la solicitara. Alquilamos la casa a un precio muy bajo, y allí fue donde se abrieron las puertas de majestad y verdadera soberanía. Bahá'u'lláh seguía siendo nominalmente su prisionero, pues los radicales decretos del Sultán 'Abdu'l-Azíz nunca fueron derogados, pero Él mostraba tal dignidad y nobleza en Su vida y Su porte que era reverenciado por todos. Los gobernantes de Palestina envidiaban Su influencia y poder. Los gobernadores y mutasarifes, generales y funcionarios locales solicitaban humildemente el honor de ser llevados a Su presencia, petición que Él rara vez concedía.
En una ocasión el Gobernador de la ciudad imploró este favor alegando que las autoridades superiores le habían ordenado que visitase, acompañando a cierto general, a la Bendita Perfección. La petición fue concedida. El general, que era un individuo corpulento, un europeo, quedó tan impresionado por la majestuosa presencia de Bahá'u'lláh, que se arrodilló en el suelo cerca de la puerta. Tal era la timidez de los dos visitantes, que sólo después de repetidas invitaciones de parte de Bahá'u'lláh pudieron ser inducidos a fumar el narguile (pipa oriental) que se les ofreció. Aun entonces, apenas lo tocaron con los labios y, colocándolo a un lado, cruzaron los brazos y se sentaron en una actitud de tal humildad y respeto que asombraron a los que se encontraban presentes.
La afectuosa reverencia de los amigos, la consideración y respeto que le mostraban funcionarios y notables, el flujo de peregrinos y de gente que venía en busca de la verdad, el espíritu de devoción y servicio manifestado a Su alrededor, el majestuoso y regio aspecto de la Bendita Perfección, la eficacia de Su mandato, el gran número de Sus devotos, todo atestiguaba que Bahá'u'lláh no era en realidad un prisionero, sino un Rey de reyes.
Dos soberanos despóticos estaban en contra de Él, dos autocráticos y poderosos gobernantes; pero, estando aún confinado en las propias prisiones de éstos, Él se dirigía a ellos en términos severos, como un rey se dirige a sus súbditos. Más tarde, a pesar de las severas órdenes, vivió como un príncipe en Bahjí. Con frecuencia solía decir: "En verdad, en verdad, la prisión más miserable se ha convertido en el Jardín del Edén".
Realmente no se ha visto cosa semejante desde la creación del mundo.


La Vida en Bahjí

Habiendo mostrado en los primeros años de sufrimiento cómo glorificar a Dios en un estado de pobreza e ignominia, Bahá'u'lláh, durante Sus últimos años en Bahjí, enseñó cómo glorificar a Dios en un estado de honores y opulencia. Las ofrendas de cientos de miles de Sus devotos seguidores pusieron a Su disposición cuantiosas sumas de dinero que Él debía administrar. A pesar de que Su vida en Bahjí ha sido descrita como verdaderamente regia, en el más alto sentido de la palabra, no debemos imaginarnos que se caracterizó por ningún esplendor material ni extravagancia. La Bendita Perfección y Su familia vivían de manera muy sencilla y modesta, y el derroche en lujos egoístas era algo desconocido en aquella casa. Cerca de Su casa los creyentes arreglaron un hermoso jardín llamado Ri¤ván, en el que frecuentemente pasaba algunos días, y aun semanas, durmiendo por las noches en una pequeña choza en el jardín. Ocasionalmente iba más lejos; hizo varias visitas a 'Akká y Haifa, y en más de una ocasión levantó Su tienda en el Monte Carmelo, como Él mismo lo había predicho en la prisión del cuartel de 'Akká. Bahá'u'lláh pasaba la mayor parte de Su tiempo rezando y meditando, escribiendo los Libros Sagrados, revelando Tablas y en la educación espiritual de Sus amigos. Para permitirle dedicarse por completo a estas grandes obras, 'Abdu'l-Bahá tomó a Su cargo los demás asuntos, incluso los de entrevistarse con los mullás, poetas y miembros del Gobierno. Todos éstos se mostraban contentos y felices de conversar con 'Abdu'l-Bahá, cuyas explicaciones y charlas les dejaban completamente satisfechos. Y aun cuando no hubiesen visto a Bahá'u'lláh en persona, le tomaban gran simpatía y admiración al conocer a Su hijo, pues la actitud de 'Abdu'l-Bahá los ayudaba a comprender la posición de Su padre.
El distinguido orientalista, el extinto Edward G. Browne, profesor de la Universidad de Cambridge, visitó a Bahá'u'lláh en Bahjí en el año 1890 y escribió sus impresiones como sigue:

... mi guía se detuvo por un momento mientras yo me quitaba los zapatos. Entonces, con un rápido movimiento de la mano, retiró la cortina; cuando yo hube pasado la puso nuevamente en su sitio, y me encontré en una gran habitación, a lo largo de cuyo extremo superior había un diván bajo, mientras que en la pared frente a la puerta estaban colocadas dos o tres sillas. Aunque yo tenía una vaga idea del lugar adonde iba y a Quién había de contemplar (pues no me había sido proporcionada ninguna información precisa), pasaron unos segundos antes de que, estremecido de asombro y reverente temor, tuviera conciencia de que la habitación no estaba vacía. En el ángulo donde el diván se apoyaba en la pared distinguí una extraordinaria y venerable figura, coronada con un tocado de fieltro, parecido a los llamados "taj" por los derviches, pero diferente en la hechura y mucho más altos, y en la base del cual estaba arrollado un pequeño turbante. El rostro de Aquel a Quien contemplé nunca lo podré olvidar, y, no obstante, no puedo describirlo. Esos ojos penetrantes parecían leer en mi propia alma; en Su amplia frente había poder y autoridad, mientras que las profundas líneas de Su ceño y Su faz denotaban una edad que parecía negar el negro azabache de Su cabello y Su barba, que descendía exuberante casi hasta la cintura. ¡No necesitaba preguntar en presencia de Quién me encontraba al inclinarme ante Aquel Que es objeto de una devoción y un amor que los reyes podrían envidiar y por los cuales los emperadores suspiran en vano!
Una voz digna y suave me pidió que me sentara, y continuó: "¡Alabado sea Dios porque has llegado hasta Mí!... Has venido a ver a un prisionero y un desterrado... Nosotros sólo deseamos el bien del mundo y la felicidad de las naciones; sin embargo, nos consideran causantes de sedición y de rivalidades, merecedores de la prisión y del destierro... Que todas las naciones tengan una fe común y todos los hombres sean hermanos; que se fortalezcan los lazos de afecto y unidad entre los hijos de los hombres; que desaparezca la diversidad de religiones y se anulen las diferencias de raza. ¿Qué mal hay en esto?... Pero esto se cumplirá; esas luchas sin objeto, esas guerras desastrosas desaparecerán y la "Más Grande Paz" reinará... Ustedes, en Europa, ¿no necesitan también de esto? ¿No fue esto mismo lo que anunció Cristo?... Sin embargo, vemos a vuestros reyes y gobernantes disipando sus tesoros más en medios de destrucción de la raza humana que en aquello que proporcionaría felicidad a la humanidad... Estas luchas, este derramamiento de sangre y esta discordia cesarán y todos los hombres serán como miembros de una sola familia... Que ningún hombre se gloríe de que ama a su patria; que más bien se gloríe de que ama a sus semejantes..."
Éstas son, más o menos, las palabras que puedo recordar y que, además de muchas otras, yo escuché de labios de Bahá. Que aquellos que las lean consideren por sí mismos si tales doctrinas merecen muerte y prisión, y si el mundo más probablemente gane o pierda por su difusión.32


Ascensión

Así, simple y serenamente, pasó Bahá'u'lláh el ocaso de Su vida en la tierra, hasta que, después de un ataque de fiebre, falleció el 29 de mayo de 1892, a la edad de setenta y cinco años. Entre las últimas Tablas que reveló estaba Su última Voluntad y Testamento, que escribió con Su propia mano y firmó y selló debidamente. Nueve días después de Su muerte, Su hijo mayor, en presencia de miembros de Su familia y de algunos amigos, rompió los sellos y el contenido del corto pero notable documento fue dado a conocer. Su última Voluntad nombraba a 'Abdu'l-Bahá como Su representante y exponente de Sus enseñanzas, instruyendo al resto de la familia, a los parientes, así como a todos los creyentes, a volverse hacia Él y obedecerle. Por medio de este arreglo esperaba evitar todo sectarismo y división y asegurar la unidad de la Causa.

Bahá'u'lláh el Profeta

Es importante tener una idea clara sobre la posición de Bahá'u'lláh como Profeta. Sus aserciones, como las de otras "Manifestaciones" divinas, pueden ser divididas en dos clases: la primera, cuando describe o habla simplemente como un hombre que ha recibido un mensaje de Dios y el mandato de darlo a conocer a los demás hombres, mientras que en el segundo caso Sus palabras representan la expresión directa de Dios mismo.
Él escribe en el Libro de Íqán:

Ya hemos asignado, en las páginas precedentes, dos posiciones a cada una de las Lumbreras que surgen de las Auroras de santidad eterna. Una de esas posiciones, la de unidad esencial, ya la hemos explicado. "No hacemos diferencia entre ninguno de ellos".33 La otra posición es la de distinción y pertenece al mundo de la creación y a sus limitaciones. Respecto a esto, cada Manifestación de Dios tiene una individualidad distinta, una misión definitivamente señalada, una Revelación predestinada y limitaciones especialmente designadas. Cada una de ellas es conocida por un nombre diferente y se caracteriza por un atributo especial, cumple una Misión definida y le es confiada una Revelación particular. Tal como Él dice: "Hemos hecho que algunos de los Apóstoles aventajen a los demás. A unos Dios les ha hablado; a otros los ha elevado exaltándolos. Y a Jesús, Hijo de María, Le dimos signos manifiestos y Le fortalecimos con el Espíritu Santo".34
Así, desde el punto de vista de su unicidad y sublime desprendimiento, han sido y son aplicables a esas Esencias del ser los atributos de Deidad, Divinidad, Suprema Singularidad e íntima Esencia, ya que todas habitan en el trono de la Revelación divina y están establecidas en la sede de la divina Ocultación. Mediante su aparición se manifiesta la Revelación de Dios, y por su semblante se revela la Belleza de Dios. Es así como se han oído las palabras de Dios mismo, pronunciadas por esas Manifestaciones del Ser divino.
Y a la luz de la segunda posición, que es la posición de la distinción y diferenciación, de las limitaciones, características y normas temporales, manifiestan ellos servidumbre absoluta, máxima pobreza y completo olvido de sí mismos. Tal como Él dice: "Soy el siervo de Dios. No soy más que un hombre como vosotros"...
Si alguna de las Manifestaciones de Dios, que todo lo abarcan, declarase: "¡Yo soy Dios!", diría ciertamente la verdad, y no cabría duda de ello. Ya que repetidamente se ha demostrado que mediante su Revelación, sus atributos y nombres se manifiestan en el mundo de la Revelación de Dios Su nombre y Sus atributos. Así, Él ha revelado: "¡Aquellos dardos eran de Dios, no Tuyos!"64 También dice: "En verdad, quienes Te prometieron fidelidad, realmente la prometieron a Dios".65 Y si alguno de ellos pronunciase: "Soy el Mensajero de Dios", también diría la verdad, la indudable verdad. Tal como Él dice: "No es Mu¥ammad padre de ningún hombre entre vosotros, sino que es el Mensajero de Dios". A la luz de esto se ve que todos ellos no son más que Mensajeros de ese Rey ideal, de esa Esencia inmutable. Si todos proclamasen "Soy el Sello de los Profetas", expresarían sólo la verdad sin la más leve sombra de duda. Pues todos ellos no son más que una persona, un alma, un espíritu, un ser, una revelación. Son todos la manifestación del "Principio" y el "Fin", el "Primero" y el "Último", el "Visible" y el "Oculto", atributos todos que pertenecen a Aquel Que es el más íntimo Espíritu de los Espíritus y la eterna Esencia de las Esencias. Y si dijesen: "Somos los siervos de Dios",66 éste también es un hecho manifiesto e indiscutible. Puesto que se han manifestado en condición de total servidumbre, servidumbre como ésa no podrá ningún hombre alcanzar. De este modo, en momentos en que esas Esencias del ser estaban sumergidas en los océanos de santidad antigua y sempiterna, o cuando se remontaban a las más elevadas cimas de los misterios divinos, sostenían que sus palabras eran la Voz de la divinidad, el Llamado de Dios mismo. Si se abriera el ojo del discernimiento, reconocería que ellos hasta en ese estado se consideran del todo extinguidos e inexistentes ante Quien es el Que Todo lo Penetra, el Incorruptible. Me parece que han estimado que no son absolutamente nada, juzgando su mención en esa Corte como un acto de blasfemia. Pues el más leve susurro del yo es, en tal Corte, una prueba de afirmación de sí mismo y de existencia independiente. A los ojos de quienes han llegado a esa Corte, semejante insinuación es por sí misma una grave transgresión. Cuánto más grave aún sería, si otra cosa se mencionara ante esa Presencia, si el corazón del hombre, su lengua, su mente o su alma se ocuparan con otro que no sea el Bienamado, si sus ojos contemplaran otro semblante que no fuese Su belleza, si su oído escuchase otra melodía que no fuese Su voz y sus pies hollasen otro camino que no fuera Su camino.
En este día sopla la brisa de Dios y Su espíritu lo ha llenado todo. Tal es la efusión de Su gracia, que la pluma se detiene y la lengua enmudece.
En virtud de esta posición, han sostenido que es suya la Voz de la Divinidad y apelativos semejantes, en tanto que, en virtud de su posición de Mensajeros, se han declarado a sí mismos los Mensajeros de Dios. En cada caso han expresado lo que está en conformidad con los requerimientos de la ocasión, atribuyéndose a Sí mismos todas estas declaraciones, las cuales se extienden del reino de la Revelación divina hasta el reino de la creación, y desde el dominio de la Divinidad hasta el dominio de la existencia terrenal. De este modo, cualesquiera que sean sus palabras, ya pertenezcan al reino de la Divinidad, Señorío, Posición Profética, Posición de Mensajero, Guardianía, Apostolado o Servidumbre, todo es cierto, sin la menor sombra de duda. Por lo tanto, debe considerarse con mucha atención lo que hemos citado en apoyo de Nuestro argumento, para que las palabras divergentes de las Manifestaciones del Invisible y Auroras de la Santidad no agiten ya el alma sumen la mente en la perplejidad.35

Cuando habla Bahá'u'lláh como hombre, la posición que declara para Sí es la de absoluta humildad, de "aniquilación en Dios". Lo que distingue a la Manifestación de los demás hombres, en Su personalidad humana, es lo completo de Su abnegación, así como la perfección de Sus poderes. En toda circunstancia puede decir, como dijo Jesús en el Jardín de Getsemaní: "Sin embargo, que se haga Tu voluntad y no la mía". Así dice Bahá'u'lláh en Su epístola al Sháh:

¡Oh rey! Yo no era más que un hombre como los demás; dormía en Mi lecho, cuando he aquí, las brisas del Todoglorioso soplaron sobre Mí y Me enseñaron el conocimiento de todo lo que ha sido. Esto no es de Mí, sino de Uno que es Todopoderoso y Omnisciente. Y Él Me ordenó elevar Mi voz entre la tierra y el cielo, y por esto Me aconteció lo que ha hecho correr las lágrimas de todo hombre de entendimiento. La erudición corriente entre los hombres no la estudié; en sus escuelas Yo no entré. Pregunta en la ciudad donde habitaba, para que puedas estar bien seguro de que Yo no soy de aquellos que hablan con falsedad. Ésta no es sino una hoja que los vientos de la voluntad de tu Señor, el Todopoderoso, el Todoalabado, han movido. ¿Puede estarse quieta cuando soplan los vientos tempestuosos? ¡No, por Aquel que es el Señor de todos los Nombres y Atributos! Ellos la mueven de acuerdo con sus cambios de dirección. Lo efímero es como nada ante Aquel que es el que Siempre Perdura. Su llamamiento que se impone a todo Me ha alcanzado y Me ha hecho declarar Su alabanza entre todos los pueblos. De hecho, yo estaba como muerto cuando se pronunció Su orden. La mano de la voluntad de tu Señor, el Compasivo, el Misericordioso, Me transformó. ¿Puede alguien decir por su propia voluntad aquello por lo cual todos los hombres, tanto los de alto rango como los humildes, han de protestar contra él? Nadie, por Aquel que enseñó a la Pluma los misterios eternos, salvo aquel a quien la gracia del Todopoderoso, el Omnipotente, ha fortalecido.36

Así como Jesús lavaba los pies a Sus discípulos, solía Bahá'u'lláh algunas veces preparar los alimentos y hacer otros humildes menesteres para Sus seguidores. Era servidor de Sus sirvientes y Se glorificaba sólo en la servidumbre, contento con dormir en el suelo, si era necesario, y de vivir de pan y agua y, algunas veces, de lo que Él llamaba "el divino alimento", es decir, el hambre. Se veía Su perfecta humildad en Su profunda reverencia por la naturaleza, por la naturaleza humana, y especialmente por los santos, profetas y mártires. Para Él todas las cosas hablaban de Dios, desde las más insignificantes hasta las más grandes.
Dios había escogido Su humana personalidad para servir como Su Pluma y Su portavoz Divino. No fue por Su propia voluntad que había asumido esta posición de dificultades y sufrimientos sin igual. Como dijo Jesús: "Padre, si es posible, permite que pase de Mí esta copa", también Bahá'u'lláh dijo: "Si hubiese otro expositor u orador discernible, Nosotros mismos no nos hubiéramos convertido en objeto de censura, de ridículo y escarnio del pueblo"37. Pero el llamado divino fue claro e imperativo y Él obedeció. La voluntad de Dios era Su voluntad, y el placer de Dios era Su placer, y con "radiante conformidad" Él declaró:

En verdad digo, cualquier cosa que me sucediera en el camino del Señor, es lo que el alma adora y el corazón desea. Un veneno mortal en Su camino se convierte en dulzura, y el tormento en Su nombre es como agua refrescante.38

Otras veces, como lo hemos dicho, Bahá'u'lláh habla "desde la posición de Divinidad". En estos pronunciamientos Su personalidad humana está tan completamente subyugada que parece que no existiese. Por su intermedio Dios se dirige a Sus criaturas, proclamándoles Su amor, enseñándoles Sus atributos, haciendo conocer Su voluntad, anunciándoles Sus leyes para que éstas les sirvan de guía, y pidiéndoles amor, lealtad y servicio.
En los escritos de Bahá'u'lláh los pronunciamientos frecuentemente cambian de una a otra de estas formas. Algunas veces es evidente que es el hombre el que está hablando y, de pronto, sin interrupción, el escrito continúa como si Dios estuviese hablando en primera persona. Aun hablando como hombre, Bahá'u'lláh habla como Mensajero de Dios, como vivo ejemplo de completa devoción a la voluntad de Dios. Toda Su vida está impulsada por el Espíritu Santo. De aquí que no sea posible trazar una línea de división rígida entre los elementos divinos y humanos de Su vida o de Sus enseñanzas. Dios le dice:

Decid: "Nada se ve en Mi templo que no sea el Templo de Dios, y en Mi belleza sólo Su belleza, y en Mi ser sólo Su ser, y en Mí mismo sólo Él, y en Mi movimiento sólo Su movimiento, y en Mi aquiescencia sólo Su aquiescencia, y en Mi pluma sólo Su pluma, el Precioso, el Exaltado".
Decid: "No ha habido en Mi alma más que la Verdad, y en Mí, nada podía verse sino Dios".39


Su Misión

La misión de Bahá'u'lláh en el mundo es la de alcanzar la Unidad -la Unión de toda la humanidad en Dios y por medio de Dios. Él dice: "Del Árbol de la Sabiduría, la todagloriosa fruta es esta Palabra exaltada: De un solo árbol sois todos vosotros las frutas y de una sola rama las hojas. Que ningún hombre se gloríe de que ama a su patria, que más bien se gloríe de que ama a sus semejantes".
Profetas anteriores han anunciado una era de paz en la tierra, de buena voluntad entre los hombres, y han sacrificado sus vidas para apresurar su advenimiento; pero cada uno de ellos ha declarado claramente que esta consumación bendita sería realizada solamente después de la "venida del Señor" en los últimos días, cuando los malos serían juzgados y los buenos premiados.
Zoroastro profetizó tres mil años de conflicto antes del advenimiento del Sháh Bahrám, el Salvador del mundo que vencería a Ahríman, el espíritu del mal, y establecería un reino de justicia y de paz.
Moisés profetizó un largo período de destierro, persecución y opresión para los hijos de Israel antes de que hiciese Su aparición el Señor de las Huestes para reunirlos desde todas las naciones, destruir a los opresores y establecer Su Reino sobre la tierra.
Cristo dijo: "No penséis que he venido trayendo la paz para el mundo: No he traído la paz, sino una espada",40 y predijo un período de guerras y rumores de guerras, de tribulaciones y aflicciones que continuarían hasta la venida del Hijo del Hombre "en la gloria del Padre".
Mu¥ammad declaró que, por sus pecados, Alá había puesto enemistad y odio entre judíos y cristianos, que duraría hasta el Día de la Resurrección, cuando Él aparecería para juzgarlos a todos.
Bahá'u'lláh, por otra parte, anuncia que Él es el Prometido de todos estos Profetas, la Divina Manifestación en cuya era será establecido el reino de paz. Esa declaración no tiene precedentes y es única, coincidiendo sin embargo admirablemente con los signos de los tiempos y con las profecías de todos los grandes profetas. Bahá'u'lláh reveló, con incomparable claridad y comprensión, los medios para establecer paz y unidad entre los hombres.
Es verdad que desde el advenimiento de Bahá'u'lláh ha habido, hasta ahora, guerras y destrucción en una escala sin precedentes; pero esto es lo que todos los profetas han anunciado que sucedería al amanecer del "grande y terrible Día del Señor", y esto, por lo tanto, no es sino una confirmación de la visión de que la "venida del Señor" no sólo está próxima, sino que es un hecho consumado. De acuerdo con la parábola de Cristo, el Señor de la Viña debe destruir por completo a los malos labradores antes de entregar la Viña a aquellos otros que han de ofrecerle los frutos en su estación. ¿No quiere esto decir que al venir el Señor les espera completa destrucción a los Gobiernos despóticos, a los sacerdotes y mullás avaros e intolerantes y a los jefes tiránicos que a través de los siglos, cual malos labradores, han gobernado mal el mundo y malversado sus frutos?
Podrán aún sobrevenir terribles sucesos y calamidades sin igual por un tiempo en la tierra, pero Bahá'u'lláh nos asegura que "pronto estas luchas sin resultado y estas guerras ruinosas pasarán y la Más Grande Paz vendrá". Las guerras y luchas han llegado a ser tan intolerables en su destrucción, que la humanidad debe hallar los medios de librarse de ellas o perecer.
"¡La plenitud del tiempo" ha llegado y con ella el Libertador prometido!


Sus Escritos

Los Escritos de Bahá'u'lláh son de lo más comprensible en su amplitud y tratan de cada fase de la vida humana, individual y social, de cosas materiales y espirituales, de la interpretación de las antiguas y modernas escrituras y de anticipaciones proféticas tanto de un futuro cercano como lejano.
La variedad y exactitud de Sus conocimientos eran sorprendentes. Podía citar y explicar en forma convincente y con autoridad las Escrituras de las diversas religiones familiares a Sus interlocutores e interpelantes, aunque aparentemente Él nunca había tenido los medios ordinarios de acceso a muchos de los libros a que se referían. Declara en Su Epístola al Hijo del Lobo que nunca había tenido tiempo ni oportunidad de leer siquiera el Bayán, aunque en Sus propios Escritos muestra el más perfecto conocimiento y comprensión de la Revelación del Báb. (¡El Báb, como ya hemos visto, declaró que Su Revelación, el Bayán, fue inspirada por/y emanada de "Aquel a Quien Dios hará manifiesto!") Con sólo una excepción, la de la visita del profesor Browne, con quien en el año 1890 tuvo cuatro entrevistas, de veinte a treinta minutos cada una, Él no tuvo oportunidad alguna de comunicarse con pensadores ilustres de Occidente; sin embargo, Sus Escritos muestran una completa comprensión de los problemas sociales, políticos y religiosos del mundo occidental. Aun Sus enemigos tuvieron que admitir que Su sabiduría y conocimientos eran incomparables. Las muy conocidas circunstancias de Su largo encarcelamiento hacen imposible dudar de que la riqueza de conocimientos mostrados en Sus Escritos debe haber sido adquirida de alguna fuente espiritual, completamente independiente de los medios corrientes de estudio o de instrucción y sin la ayuda de libros ni profesores.41
Algunas veces escribía en persa moderno, el lenguaje común de Sus compatriotas, que está en gran parte mezclado con la lengua árabe. Otras veces, como cuando se dirigía a los zoroastrianos ilustres, escribía en el más puro persa clásico. También escribía con igual facilidad la lengua árabe, algunas veces en forma sencilla y otras veces en estilo clásico, similar al que se encuentra en el Qur'án. Su perfecto dominio de estas diferentes lenguas y estilos era admirable, pues carecía completamente de educación literaria.
En algunos de Sus escritos el camino de la santidad está señalado en términos tan sencillos que "los caminantes, aunque sean insensatos, no errarán"42. En otros hay una riqueza tal de imaginación poética, profunda filosofía y alusiones a escritos de Mu¥ammad, Zoroastro y otras Escrituras, o a la literatura y las leyendas persas y árabes, en forma que tan sólo el poeta, el filósofo o el sabio pueden debidamente apreciar. Otros escritos tratan de etapas avanzadas de la vida espiritual y pueden ser comprendidas sólo por aquellos que han pasado las primeras etapas. Sus escritos son como una mesa generosamente provista de alimentos tan delicados y variados que todo el que verdaderamente busca la verdad puede allí satisfacer su necesidad y su gusto.
Es por esta razón que Su Causa tuvo influencia entre la gente culta y estudiosa, poetas espirituales y escritores conocidos. Aun algunos de los jefes de los sufíes y de otras sectas, y algunos ministros políticos que eran escritores, se sintieron atraídos por Sus palabras, porque ellas excedían en belleza y en profundidad de sentido espiritual a las de todo otro escritor.

El Espíritu Bahá'í

Desde Su confinamiento en la distante 'Akká, Bahá'u'lláh conmovió profundamente Su tierra nativa de Persia; y no sólo Persia, sino que conmovió y está conmoviendo al mundo. El espíritu que Le animaba a Él y a Sus discípulos era invariablemente benigno, cortés, paciente y, sin embargo, de una fuerza y vitalidad asombrosas y de poder trascendente. Conseguía lo que parecía imposible. Cambiaba la naturaleza humana. Hombres que se sometían a Su influencia se convertían en nuevos. Se llenaban de un amor, una fe y un entusiasmo tales que, comparados con los cuales, los goces y los pesares del mundo no eran más que polvo en la balanza. Estaban dispuestos a enfrentar sufrimientos por toda la vida o muerte violenta, con toda ecuanimidad; aún más, con radiante alegría, fortalecidos en su intrépida dependencia de Dios.
Lo más maravilloso era que sus corazones rebosaban tanto con el gozo de una nueva vida, que no dejaban lugar para pensamientos de amargura o de venganza contra sus opresores. Abandonaron completamente el uso de la violencia en defensa propia y, en lugar de lamentar su suerte, se consideraban los más afortunados entre los hombres por el privilegio de haber recibido esta nueva y gloriosa Revelación y de ofrecer sus vidas y derramar su sangre en testimonio de su verdad.
Bien podían sus corazones cantar de alegría, pues ellos creían que Dios, el Supremo, el Eterno, el Amado, les había hablado por medio de labios humanos, les había llamado para ser Sus siervos y amigos y había venido a establecer Su Reino sobre la tierra y a traer la inapreciable dádiva de la paz a un mundo fatigado por las guerras y las luchas.
Tal fue la fe que inspiró Bahá'u'lláh. Anunció Su propia misión, tal como el Báb lo había predicho, y, gracias a los devotos trabajos de Su gran Precursor, encontró que había millares de seres preparados para aclamar Su advenimiento; millares que habían abandonado supersticiones y prejuicios y que estaban esperando con los corazones puros y las mentes claras a la Manifestación de la gloria prometida de Dios. Pobreza y cadenas, circunstancias sórdidas e ignominia exterior no pudieron ocultarles la gloria espiritual de Su Señor. Por el contrario, este sombrío ambiente terrenal sólo sirvió para realzar el brillo de Su verdadero esplendor.




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'ABDU'L-BAHÁ: EL SIERVO DE BAHÁ


Cuando el océano de Mi presencia haya menguado y esté concluido el Libro de Mi Revelación, volved vuestros rostros hacia Aquel a Quien Dios ha propuesto, Quien ha brotado de esta Antigua Raíz.

Bahá'u'lláh43


Nacimiento e infancia

'Abbás Effendi, Quien después asumió el título de 'Abdu'l-Bahá (Siervo de Bahá), fue el hijo mayor de Bahá'u'lláh. Nació en Teherán poco antes de la medianoche del 23 de mayo de 1844,44 en la misma noche en la que el Báb declaró Su misión.
Tenía nueve años de edad cuando Su padre, por Quien Él sentía ya entonces devoción, fue arrojado en un calabozo de Teherán. Una muchedumbre saqueó Su casa, la familia fue despojada de sus bienes y quedó en la miseria. 'Abdu'l-Bahá nos cuenta cómo un día le permitieron entrar al patio de la prisión a ver a Su amado padre cuando salía a hacer Su ejercicio diario. Bahá'u'lláh estaba terriblemente cambiado, y tan enfermo que apenas podía caminar; Su cabello y Su barba, descuidados; Su cuello, irritado e hinchado por la presión de un pesado collar de acero y Su cuerpo, encorvado bajo el peso de Sus cadenas. Esta visión produjo una impresión inolvidable en la sensible mente del niño.
Durante el primer año de Su residencia en Baghdád, es decir, diez años antes de la declaración pública de la Misión de Bahá'u'lláh, la clara inteligencia de 'Abdu'l-Bahá, que entonces sólo contaba nueve años de edad, ya lo inspiró a hacer el trascendental descubrimiento de que Su padre era ciertamente el Prometido, cuya Manifestación esperaban todos los bábís. Sesenta años más tarde Él describió el momento en el cual esta convicción anonadó repentinamente todo Su ser:

Yo soy el siervo de la Bendita Perfección. En Baghdád yo era un niño. Allí Él me anunció la Palabra y en Él creí. Tan pronto como me proclamó la Palabra, caí ante Sus benditos pies y le supliqué e imploré que aceptara mi sangre como un sacrificio en Su camino. ¡Sacrificio! ¡Qué dulce encuentro esa palabra! ¡No hay para mí mayor recompensa que ésta! ¡No puedo concebir gloria más grande que ver este cuello encadenado por Su bien, estos pies con grilletes por Su amor, este cuerpo mutilado y tirado a las profundidades del mar por Su Causa! Si en realidad somos Sus sinceros amantes y si en realidad yo soy Su sincero siervo, entonces debo sacrificar mi vida y todo lo que soy en Su umbral bendito.45

Por este tiempo empezó a ser llamado por Sus amigos "El Misterio de Dios", título dado por Bahá'u'lláh y por el que era normalmente conocido durante el período de Su residencia en Baghdád.
Cuando Su padre se retiró por dos años al desierto, 'Abbás quedó muy triste. Su principal consuelo consistía en copiar y aprender de memoria las Tablas del Báb, y pasaba gran parte de Su tiempo en solitaria meditación. Cuando al fin regresó Su padre, el muchacho se sintió henchido de alegría.
Juventud

Desde entonces se convirtió en el compañero inseparable de Su padre y, por así decirlo, en Su protector. Aunque muy joven, ya mostraba asombrosa sagacidad y discernimiento, y se encargaba de entrevistar a los muchos visitantes que venían a ver a Su padre. Si encontraba que eran sinceros buscadores de la verdad, los admitía ante la presencia de Bahá'u'lláh, y si no lo eran, no permitía que lo molestaran. En muchas ocasiones ayudaba a Su padre a resolver dificultades y contestar preguntas de estos visitantes. Por ejemplo, cuando en una ocasión uno de los jefes sufíes, llamado 'Alí Shawkat Páshá, pidió la explicación de la frase: "Yo era un misterio oculto", que aparece en una conocida tradición islámica,46 Bahá'u'lláh se dirigió al "Misterio de Dios", 'Abbás, y le pidió que escribiera la explicación. El joven, que entonces tenía quince o dieciséis años de edad, sin vacilar escribió una importante epístola, e hizo una exposición tan brillante que asombró al Páshá. Esta epístola está ahora muy difundida entre los bahá'ís y es muy conocida por muchos fuera de la Fe Bahá'í.
Por este tiempo 'Abbás era frecuente visitante de las mezquitas, donde solía discutir asuntos teológicos con los doctores y sabios. Nunca había asistido a ninguna escuela o universidad. Su único profesor había sido Su padre. Su distracción favorita era montar a caballo, lo que le proporcionaba gran placer.
Después de la declaración de Bahá'u'lláh en el jardín en las afueras de Baghdád, fue aún más grande la devoción de 'Abdu'l-Bahá hacia Su padre. En el largo viaje a Constantinopla cuidaba de Bahá'u'lláh noche y día, cabalgando al lado de Su carro y vigilando cerca de Su tienda. En lo posible aliviaba a Su padre de los cuidados y responsabilidades de la familia, convirtiéndose en el apoyo y consuelo de todos.
Durante los años pasados en Adrianópolis, 'Abdu'l-Bahá captó el afecto de todos. Enseñaba mucho y era generalmente conocido como el "Maestro". En 'Akká, cuando casi todo el grupo cayó enfermo de fiebres tifoideas, malaria y disentería, Él lavaba a los enfermos, los curaba, los alimentaba, los vigilaba sin descanso, hasta que, exhausto, enfermó Él mismo de disentería y durante un mes estuvo grave. En 'Akká, como en Adrianópolis, gente de todas las clases sociales, desde el gobernador hasta el último mendigo, aprendieron a amarlo y a respetarlo.


Matrimonio

Los siguientes detalles sobre el matrimonio de 'Abdu'l-Bahá fueron amablemente proporcionados al autor por un historiador de la Fe Bahá'í:

Durante la juventud de 'Abdu'l-Bahá el problema de un matrimonio apropiado para Él era, naturalmente, de gran interés para los creyentes. Muchas personas se presentaron deseando tener esta corona de honor en sus familias. Durante mucho tiempo 'Abdu'l-Bahá no mostró inclinación hacia el matrimonio y nadie podía comprender la sabiduría de esto. Después se supo que había una niña que estaba destinada a ser la esposa de 'Abdu'l-Bahá, cuyo nacimiento había tenido lugar después de la bendición que el Báb diera a sus padres en Isfáhán. Su padre era Mírzá Mu¥ammad 'Alí, que era tío del "Rey de los Mártires" y el "Amado de los Mártires", y la madre pertenecía a una de las grandes y nobles familias de Isfáhán. Cuando el Báb estaba en Isfáhán, Mírzá Mu¥ammad 'Alí no tenía hijos y su esposa ansiaba tener un niño. Al saber esto, el Báb le dio una porción de Su comida y le dijo que la compartiera con su mujer. La comieron y poco después se dieron cuenta de que se cumplirían los deseos que habían acariciado tan largo tiempo, y que por fin tendrían un hijo. A su debido tiempo nació una hija que recibió el nombre de Munírih Khánum.47 Más tarde nació un hijo, al que dieron el nombre de Siyyid Yahyá, y después tuvieron otros hijos más. Después de un tiempo murió el padre de Munírih, sus primos fueron martirizados por Zillu's-Sultán y los mullás, y la familia pasó por una época de grandes penas y persecuciones por ser bahá'ís. Bahá'u'lláh entonces permitió que Munírih y su hermano Siyyid Yahyá vinieran a vivir a 'Akká para su protección. Bahá'u'lláh y Su esposa Navváb, madre de 'Abdu'l-Bahá, mostraron tanta bondad y favor a Munírih, que todos comprendieron que deseaban que ella fuera la esposa de 'Abdu'l-Bahá. El deseo de Su padre y Su madre fue también Su propio deseo. 'Abdu'l-Bahá sentía un cordial sentimiento de amor y afecto hacia Munírih, que fue plenamente correspondido, y antes de mucho fueron unidos en matrimonio.

Este matrimonio resultó muy feliz y armonioso. De sus hijos, sólo cuatro hijas sobrevivieron a los rigores de su largo encarcelamiento, y, mediante sus bellas vidas de servicio, se han granjeado el cariño de todos aquellos que han tenido el privilegio de conocerlas.


Centro del Convenio

Bahá'u'lláh indicó de muchas formas que, después de Su propia ascensión, 'Abdu'l-Bahá había de dirigir la Causa. Muchos años antes de Su muerte declaró esto en forma velada en el Kitáb-i-Aqdas. En muchas ocasiones hablaba de 'Abdu'l-Bahá como "el Centro de Mi Convenio", "la Más Grande Rama", "la Rama de la Antigua Raíz". Habitualmente lo llamaba "El Maestro" y requería de toda Su familia que lo tratara con marcada deferencia. En Su última Voluntad y Testamento dejó claras instrucciones de que todos debían volverse hacia Él y obedecerle.
Después de la muerte de la "Bendita Belleza" (como llamaban generalmente a Bahá'u'lláh los creyentes y miembros de Su familia), 'Abdu'l-Bahá asumió la posición que Su padre había claramente indicado para Él como jefe de la Causa e Intérprete autorizado de Sus enseñanzas. Esto molestó a algunos de Sus parientes y otros, que se le opusieron tan tenazmente como «ub¥-i-Azal se había opuesto a Bahá'u'lláh. Trataron de promover discordia entre los creyentes y, habiendo fracasado en su empeño, procedieron a hacer acusaciones falsas contra 'Abdu'l-Bahá ante el Gobierno de Turquía.
De acuerdo con instrucciones recibidas de Su padre, 'Abdu'l-Bahá estaba levantando un edificio en la ladera del Monte Carmelo, sobre Haifa, para que sirviera de reposo permanente a los restos del Báb y contuviera también algunos salones para reuniones y ceremonias religiosas. Sus acusadores declararon que la intención era hacer una fortificación, y que 'Abdu'l-Bahá y Sus discípulos pensaban atrincherarse allí, desafiando al Gobierno y procurando tomar posesión de la vecina región de Siria.


Se Renueva la Estricta Prisión

Como consecuencia de ésta y otras acusaciones igualmente falsas, a 'Abdu'l-Bahá y Su familia, que durante más de veinte años habían gozado de cierta libertad en los alrededores de 'Akká, se les prohibió nuevamente, en 1901, traspasar las murallas de la ciudad-prisión durante más de siete años. A pesar de esto, Él encontró los medios de difundir eficazmente el Mensaje Bahá'í por Asia, Europa y América. El señor Horace Holley escribe lo siguiente sobre este período:

Como al maestro y amigo, venían a 'Abdu'l-Bahá hombres y mujeres de todas las razas, religiones y naciones para sentarse a Su mesa como invitados de honor y hacerle preguntas sobre el programa social, espiritual o moral que a cada cual preocupaba, y, después de una permanencia que duraba algunas horas o muchos meses, regresaban a sus hogares, inspirados, renovados e iluminados. De seguro que el mundo jamás tuvo una casa de huéspedes igual.
Traspasando el umbral de sus puertas desaparecían las rígidas castas de la India; los prejuicios raciales judíos, cristianos y musulmanes pasaban a ser menos que un recuerdo, y toda convención que no fuera la ley esencial del corazón generoso y de las mentes elevadas desaparecía en presencia de la simpatía unificadora del dueño de casa. Era como el rey Arturo y la Tabla redonda... Pero un Arturo que confería honores no sólo a hombres, sino también a mujeres, y los despedía no con la espada, sino con la Palabra.48

Durante estos años 'Abdu'l-Bahá mantuvo una enorme correspondencia con creyentes y personas que indagaban de todas partes del mundo. En este trabajo Le ayudaban Sus hijas y varios intérpretes y secretarios.
Pasaba gran parte de Su tiempo visitando a los enfermos y a los afligidos en sus propias casas, y en los barrios más pobres de 'Akká ningún visitante era mejor recibido que el "Maestro". Un peregrino que visitó 'Akká por esta época escribe:

Es la costumbre de 'Abdu'l-Bahá distribuir limosnas a los pobres, cada semana, los viernes por la mañana. De Sus propias escasas posesiones da un poco a cada uno de los necesitados que vienen a pedir Su ayuda. Esta mañana había como cien personas en fila, sentadas y en cuclillas en el suelo, en la plazoleta frente a la casa de 'Abdu'l-Bahá. Y ¡qué indescriptible colección humana era ésta! Toda clase de hombres, mujeres y niños -pobres, enfermos, de aspecto desesperado, medio desnudos, muchos de ellos inválidos y ciegos, mendigos por cierto, indeciblemente pobres, esperando ansiosos, hasta que por la entrada apareció 'Abdu'l-Bahá. ... Pasando rápidamente de uno a otro, ya deteniéndose para decirles una palabra de simpatía y aliento, dejando caer pequeñas monedas en las manos ansiosas extendidas, acariciando la cara de algún niño, ya estrechando la mano de alguna anciana mujer que asía devotamente el borde de Sus vestiduras cuando Él pasaba por delante, o pronunciando iluminadas palabras a los ancianos ciegos y preguntando por aquellos ya demasiado débiles y miserables para venir en busca de Su ayuda, y a quienes se les enviaba su porción junto con un mensaje de amor y esperanza".49

Las necesidades personales de 'Abdu'l-Bahá eran pocas. Trabajaba desde muy temprano hasta muy tarde. Le bastaban dos comidas sencillas al día. Su vestuario consistía en unas pocas prendas de vestir de material barato. No podía soportar el vivir con lujo mientras que otros sufrían necesidades.
Tenía gran amor por los niños, las flores y las bellezas de la naturaleza. Cada mañana, a las seis o siete, el grupo de la familia solía reunirse para participar en el té matinal, y, mientras el Maestro saboreaba Su té, los niños de la casa entonaban plegarias. El señor Thornton Chase escribe de estos niños: "Niños como nunca he visto, tan corteses y desprendidos, tan considerados con los demás, discretos, inteligentes y listos a privarse de aquellas pequeñas cosas que tanto gustan a los niños".50
El "ministerio de las flores" era uno de los detalles de la vida en 'Akká, del que todo peregrino guardaba fragantes memorias. La señora Lucas escribe: "Cuando el Maestro aspira el aroma de las flores, es maravilloso verlo. Parece que el perfume de los jacintos le estuviese diciendo algo, al esconder Él Su cara entre las flores. Es cual el esfuerzo del oído para escuchar una bella armonía, cual una concentrada atención".51
Le gustaba ofrecer fragantes y bellas flores a Sus muchos visitantes.
El señor Thornton Chase resume sus impresiones de la vida en la prisión de 'Akká en la forma siguiente:

Cinco días permanecimos entre aquellas paredes, prisioneros junto con Aquel que habita en "La Más Grande Prisión". Es una prisión de paz, de amor y de servicio a los demás. No existe allí otro deseo que el de servir a la humanidad, la paz del mundo, el reconocimiento de Dios como Padre y los derechos mutuos de los hombres como Sus criaturas, Sus hijos. En realidad, la verdadera prisión, la atmósfera sofocante, la separación de los verdaderos deseos del corazón, el vínculo con las condiciones del mundo están fuera de aquellas paredes de piedra, mientras que dentro de ellas están la libertad y el aura pura del Espíritu de Dios. Todos los inconvenientes, tumultos, preocupaciones o ansiedades de las cosas del mundo están desterrados de allí.52

Para la mayoría de la gente los sufrimientos de la prisión parecerían penosas calamidades, pero para 'Abdu'l-Bahá no tenían terror. Desde la prisión escribió:

No os apenéis de mi prisión y calamidades, pues esta prisión es mi bello jardín, mi mansión del paraíso y mi trono de dominio entre la humanidad. Mis calamidades en la prisión forman corona, con la que me glorío entre los virtuosos.
Cualquiera puede ser feliz en una posición de comodidad, desahogo, éxito, salud, placer y gozo; pero si uno es feliz en época de adversidad, sufrimientos y mala salud, es una prueba de nobleza.53


Comisiones Turcas de Investigación

En 1904 y 1907 el Gobierno turco nombró comisiones para averiguar las acusaciones hechas contra 'Abdu'l-Bahá, y varios testigos falsos proporcionaron evidencias contra Él. 'Abdu'l-Bahá, al tiempo que negaba las acusaciones, manifestó que estaba dispuesto a someterse a cualquier sentencia que el tribunal le impusiera. Declaró que si lo encerraban en una prisión, lo arrastraban por las calles, lo maldecían, escupían o apedreaban, le hacían padecer toda clase de ignominias o lo fusilaban, Él, aun así se sentiría feliz.
Entre sesiones, mientras seguía el proceso de las Comisiones de Investigación, Él continuaba Su vida con la mayor serenidad, ya sembrando árboles frutales en un jardín, ya presidiendo la fiesta de algún matrimonio con la dignidad y esplendor de la libertad espiritual. El cónsul italiano le ofreció un salvoconducto a cualquier puerto extranjero que Él nombrase; mas esta oferta fue grata pero firmemente rechazada, alegando que, cualesquiera que fuesen las consecuencias, debía seguir los pasos del Báb y de la Bendita Perfección, quienes jamás procuraron salvarse ni escapar de Sus enemigos. Sin embargo, persuadió a muchos de los bahá'ís de que se alejaran de los alrededores de 'Akká, que se habían hecho ya muy peligrosos para ellos, quedando solo, con unos cuantos devotos, a la espera de Su destino.
Los cuatro deshonestos funcionarios que formaban la última comisión investigadora llegaron a 'Akká a principios del invierno de 1907, permanecieron un mes y partieron para Constantinopla después de terminar su llamada "investigación", y dispuestos a informar que los cargos contra 'Abdu'l-Bahá habían sido probados y a recomendar Su destierro o ejecución. Sin embargo, cuando apenas habían llegado de regreso a Turquía, estalló la revolución y los cuatro comisionados, que pertenecían al antiguo régimen, tuvieron que huir para salvar sus vidas. Los Jóvenes Turcos establecieron su supremacía y todos los presos políticos y religiosos que se encontraban dentro del Imperio Otomano fueron liberados. En septiembre de 1908 'Abdu'l-Bahá recobró Su libertad, y al año siguiente el propio Sultán 'Abdu'l-Hamíd fue encarcelado.


Giras por Occidente

Después de Su liberación, 'Abdu'l-Bahá siguió Su vida de continua actividad, enseñando, atendiendo Su correspondencia, socorriendo a los pobres y enfermos y haciendo viajes de 'Akká a Haifa y de Haifa a Alejandría, hasta agosto de 1911, cuando salió en Su primera visita al mundo occidental. Durante sus giras por Occidente, 'Abdu'l-Bahá se encontró entre hombres de todas las opiniones y cumplió ampliamente el mandato de Bahá'u'lláh: "Asociaos con todas las gentes con regocijo y alegría". Llegó a Londres a principios de septiembre de 1911, permaneciendo allí un mes, durante el cual, además de Sus entrevistas diarias con personas interesadas y de otras actividades, dio conferencias ante las congregaciones del reverendo Padre R. J. Campbell, del City Temple, y del Archidiácono Wilberforce, en Saint John's, Westminster, y almorzó con el (Lord Mayor) Alcalde. Luego prosiguió a París, donde dedicó casi todo su tiempo a pronunciar discursos y charlas a ávidos oyentes de diferentes nacionalidades y tipos. En diciembre regresó a Egipto, y en la primavera siguiente, respondiendo a los ruegos de Sus amigos americanos, salió para los Estados Unidos, llegando a Nueva York en abril de 1912. Durante los nueve meses de Su estancia viajó por toda América del Norte, de costa a costa, dirigiéndose a grupos de hombres de todas clases y condiciones; a estudiantes de universidades, a socialistas, mormones, judíos, cristianos, agnósticos, esperantistas, sociedades pro paz, clubes del "Nuevo Pensamiento", sociedades de sufragio femenino, y habló en iglesias de casi todas las denominaciones, pronunciando discursos adecuados al auditorio y a la ocasión. El 5 de diciembre partió para Gran Bretaña, donde pasó seis semanas en Liverpool, Londres, Bristol y Edimburgo. En esta última ciudad dirigió un notable discurso a la Sociedad de Esperanto, en el que anunció que había recomendado a los bahá'ís de Oriente que estudiaran esperanto, para ayudar al mejor entendimiento entre el Oriente y el Occidente. Después de dos meses en París, pasados, como la vez anterior, en entrevistas y conferencias diarias, se trasladó a Stuttgart, donde organizó con todo éxito una serie de reuniones con los bahá'ís alemanes. Entonces pasó a Budapest y Viena y fundó en estas ciudades nuevos grupos. Regresó a Egipto en mayo de 1913, y luego a Haifa el 5 de diciembre del mismo año.


Regreso a Tierra Santa

Tenía entonces setenta años, y Sus extensas y arduas actividades, que culminaron en las fatigosas giras occidentales, agotaron Su resistencia física. Después de Su regreso escribió esta Tabla conmovedora a los creyentes de Oriente y Occidente:

Amigos, se acerca el tiempo cuando ya no estaré más entre vosotros. He hecho todo lo que se podía hacer. He servido a la Causa de Bahá'u'lláh con mi máxima capacidad. He trabajado día y noche durante todos los años de mi vida.
¡Oh, cuánto anhelo ver a los creyentes llevando las responsabilidades de la Causa! Éste es el momento de proclamar el Reino de Abhá (El Más Glorioso). ¡Ha llegado la hora de la unión y la concordia! ¡Ha llegado el día de la armonía espiritual entre los amigos de Dios!...
Estoy forzando mis oídos hacia el Oriente y hacia el Occidente, hacia el Norte y hacia el Sur, pues quizá pueda oír los cantos de amor y fraternidad que se elevan de las reuniones de los creyentes. Mis días están ya contados y sólo este gozo queda para mí.
¡Oh, cuánto deseo ver unidos a los amigos, como un reluciente collar de perlas, como las brillantes Pléyades, como los rayos del Sol, como las gacelas de un prado!
El místico ruiseñor está cantando para ellos, ¿no lo escucharán? El ave del Paraíso está gorjeando, ¿no la atenderán? El mensajero del Convenio está rogando, ¿le prestarán atención?
¡Ah! Estoy esperando, esperando oír las buenas nuevas de que los creyentes son la personificación de la sinceridad y lealtad, la encarnación del amor y la amistad y la manifestación de la unidad y la concordia.
¿No alegrarán ellos mi corazón? ¿No satisfarán mis anhelos? ¿No oirán mis ruegos? ¿No cumplirán mis esperanzas? ¿No contestarán mi llamada?
¡Yo estoy esperando, esperando pacientemente!

Los enemigos de la Causa Bahá'í, cuyas esperanzas se habían acrecentado cuando el Báb cayó víctima de la furia de éstos, cuando Bahá'u'lláh fue desterrado de Su tierra natal y encarcelado para toda Su vida, y, de nuevo, cuando murió Bahá'u'lláh, estos enemigos se regocijaron cuando vieron el cansancio y la debilidad física de 'Abdu'l-Bahá al regreso de Sus viajes por el Occidente. Pero nuevamente estaban sus esperanzas destinadas a la desilusión, pues al poco tiempo 'Abdu'l-Bahá escribía:

Incuestionablemente, este cuerpo físico y esta energía humana no hubieran podido resistir tanto maltrato y fatiga... pero la ayuda y asistencia del Deseado fueron guardián y protector del débil y humilde 'Abdu'l-Bahá. ... Algunos han asegurado que 'Abdu'l-Bahá está en vísperas de dar su última despedida al mundo, que sus energías físicas están gastadas y agotadas y que estas complicaciones pondrán fin a su vida. Esto está lejos de la verdad. A pesar de que en la estimación exterior de los rompedores del Convenio y de los pobres de discernimiento el cuerpo está débil como resultado de los obstáculos en el Bendito Sendero, sin embargo, ¡Bendito sea Dios!, las fuerzas espirituales llegan reavivadas a la más elevada cumbre gracias a la providencia de la Bendita Perfección. Gracias a Dios que, por medio de la bendición de Bahá'u'lláh, aun las energías físicas se han renovado, se obtiene el gozo divino, las supremas buenas nuevas están resplandecientes y la felicidad ideal sobreabunda.54

Tanto durante la guerra europea como después de ella, entre otras innumerables actividades, 'Abdu'l-Bahá pudo escribir una serie de inspiradas cartas que, cuando las comunicaciones fueron restablecidas, despertaron en los creyentes de todo el mundo un nuevo celo y entusiasmo por servir a la Fe. Bajo la inspiración de estas cartas, Ésta progresó con rapidez sin igual y en todas partes mostró señales de nueva vitalidad y vigor.


Tiempo de Guerra en Haifa

Un extraordinario ejemplo de la previsión de 'Abdu'l-Bahá se demostró en los meses anteriores a la guerra europea. Durante los tiempos de paz había generalmente un gran número de peregrinos en Haifa que venían de Persia y de otras partes del mundo. Alrededor de seis meses antes de comenzar la guerra, un antiguo bahá'í que vivía en Haifa presentó una petición de varios creyentes de Persia que querían obtener permiso para visitar al Maestro. 'Abdu'l-Bahá negó el permiso, y desde ese día empezó a despedir poco a poco a los peregrinos que se hallaban en Haifa, de modo que hacia fines de julio de 1914 no quedaba ninguno. Cuando en los primeros días de agosto estalló la guerra que sorprendió al mundo, se reconoció la sabiduría de Su precaución.
Con el estallido de la guerra, 'Abdu'l-Bahá, que ya había pasado cincuenta y cinco años de Su vida en prisión o destierro, se vio otra vez virtualmente prisionero del Gobierno turco. Se le cortaron casi por completo las comunicaciones con Sus amigos y creyentes fuera de Siria, y Él y su pequeño grupo de creyentes tuvieron que sufrir de nuevo problemas económicos, escasez de alimentos, gran peligro personal e inconvenientes.
Durante la guerra, 'Abdu'l-Bahá estuvo muy ocupado en atender las necesidades materiales y morales de la gente que lo rodeaba. Personalmente organizó extensas operaciones agrícolas cerca de Tiberiades, asegurando así una gran provisión de trigo. De esta forma se pudo evitar el hambre, no sólo para los bahá'ís, sino también para centenares de pobres de todas las religiones en Haifa y en 'Akká, cuyas necesidades Él socorrió con toda generosidad. Cuidó de todos y mitigó sus sufrimientos tanto como fue posible. A centenares de pobres les entregaba una pequeña suma de dinero diariamente. También les daba pan. Si no había pan, les proporcionaba dátiles o algún otro alimento. Hizo frecuentes visitas a 'Akká para confortar y ayudar a los creyentes y pobres de allí. Durante el tiempo de guerra celebraba reuniones diarias con los creyentes, y, merced a Su inspiración, los amigos conservaron su tranquilidad y felicidad a través de aquellos años tumultuosos.


Sir 'Abdu'l-Bahá 'Abbás, K.B.E.

Grande fue el regocijo en Haifa cuando el 23 de septiembre de 1918, a las tres de la tarde, y después de 24 horas de lucha, la ciudad fue tomada por la caballería británica e india y finalizaron los horrores de las condiciones de guerra bajo el dominio turco.
Desde el comienzo de la ocupación inglesa un gran número de soldados y funcionarios del Gobierno, de todos los grados, aun los más altos, buscaban entrevistarse con 'Abdu'l-Bahá, y quedaban encantados de Sus iluminadas charlas, la amplitud de Su criterio, las profundidades de Su sabiduría, Su digna cortesía y Su cordial hospitalidad. Los representantes del Gobierno se impresionaron tan profundamente de Su noble carácter y Su gran obra en pro de la paz y conciliación y la verdadera prosperidad del pueblo, que le fue conferido el título de Caballero de la Orden del Imperio Británico. La ceremonia concediéndole este título tuvo lugar en el jardín del gobernador militar de Haifa el 27 de abril de 1920.


Últimos Años

Durante el invierno de 1919-20 el autor tuvo el gran privilegio de pasar dos meses y medio como huésped de 'Abdu'l-Bahá en Haifa y así observar íntimamente Su vida diaria. En este tiempo, a pesar de contar con setenta y seis años de edad, estaba todavía notablemente vigoroso y podía realizar diariamente una enorme cantidad de trabajo. Aunque a menudo se encontraba muy cansado, tenía un maravilloso poder de recuperación, y siempre estaba al servicio de aquellos que más lo necesitaban. Su inagotable paciencia, amabilidad, bondad y tacto, hacían que Su presencia fuera como una bendición. Acostumbraba pasar gran parte de la noche en oración y meditación. Desde la mañana muy temprano hasta la noche, salvo una corta siesta después del almuerzo, se encontraba ocupado en leer y contestar cartas que llegaban de muchos países y en atender los muchos asuntos de Su familia y de la Causa. Por la tarde, generalmente tomaba un pequeño descanso en forma de un paseo a pie o en automóvil, pero aun entonces iba acompañado de uno o dos peregrinos, y a veces de un grupo, con los que conversaba de asuntos espirituales, o aprovechaba la oportunidad para visitar y socorrer a algunos de los pobres. A Su regreso solía llamar a Sus amigos a la acostumbrada reunión diaria en Su salón. Para el almuerzo y la cena solía invitar a algunos peregrinos y amigos, cautivándolos con alegres e interesantes historias, como también con preciadas charlas sobre una gran variedad de temas. "Mi hogar es el hogar de la risa y la alegría", decía Él, y en verdad lo era. Se deleitaba en reunir a gente de diferentes razas, colores, nacionalidades y religiones en unidad y cordial camaradería alrededor de Su mesa. Era ciertamente un padre amable, no sólo para la pequeña comunidad de Haifa, sino para la Comunidad Bahá'í de todo el mundo.


Fallecimiento de 'Abdu'l-Bahá

Las innumerables actividades de 'Abdu'l-Bahá continuaron casi sin disminución hasta el último o penúltimo día de Su vida a pesar de Su creciente debilidad física y Su cansancio. El viernes 25 de noviembre de 1921 asistió a la oración del mediodía en la mezquita de Haifa, y luego distribuyó limosnas a los pobres con Sus propias manos, como era Su costumbre. Después del almuerzo dictó algunas cartas. Descansó y salió a pasear por el jardín, conversando con el jardinero. Por la noche dio Su bendición y consejo a un fiel sirviente de la casa que se había casado aquel día, y después asistió a la acostumbrada reunión con Sus amigos en Su propio salón. Menos de tres días después, a eso de la una y media de la madrugada del lunes 28 de noviembre, dejó este mundo tan pacíficamente, que a Sus dos hijas que velaban a Su cabecera les pareció que sólo se había dormido tranquilamente.
La triste noticia se extendió muy pronto por toda la ciudad y los telégrafos la transmitieron a todas partes del mundo. A la mañana siguiente (martes 29 de noviembre) se llevó a cabo el funeral:

Un funeral como el que Haifa, o Palestina misma, nunca había visto... tan profundo era el pesar, que reunió a miles de dolientes, representando tantas y tan diferentes religiones, razas y lenguas.
El alto comisionado, Sir Herbert Samuel, el gobernador de Jerusalén, el gobernador de Fenicia, los principales jefes de Gobierno, los cónsules de los diferentes países residentes en Haifa, los superiores de varias comunidades religiosas, los notables de Palestina, judíos, cristianos, musulmanes, drusos, egipcios, griegos, turcos, kurdos y un gran grupo de Sus amigos americanos, europeos y nativos, hombres, mujeres y niños de alta y baja condición social... todos, casi diez mil en número, lamentaban la pérdida del querido amigo... "¡Oh Dios, nuestro Dios!", se lamentaba el pueblo a una voz. "¡Nuestro padre nos ha dejado, nuestro padre nos ha dejado!"
Lentamente se encaminaron hacia la subida del Monte Carmelo, la viña de Dios... Después de dos horas de camino llegaron al jardín de la tumba del Báb... Mientras el enorme cortejo se agrupaba alrededor, representantes de las diferentes denominaciones, musulmanes, cristianos y judíos, con los corazones inflamados con el ferviente amor por 'Abdu'l-Bahá, algunos con improvisaciones del momento, otros preparados, elevaron sus voces en elogios y pesar, ofreciendo su último homenaje y despedida al Bienamado. Se mostraron tan unánimes en las alabanzas a Él como el sabio educador y reconciliador de la raza humana en esta época de perplejidad y penas, que parecía que no habían dejado nada que los mismos bahá'ís pudieran decir.55

Nueve oradores, todos ellos prominentes representantes de las comunidades islámicas, cristianas y judías, ofrecieron un elocuente y conmovedor testimonio de su amor y admiración hacia la pura y noble vida que acababa de terminar. Entonces el ataúd fue lentamente colocado en su simple y sagrada sepultura.
En verdad que éste fue un merecido tributo a la memoria de Aquel que había trabajado toda Su vida por la unidad de las religiones, razas y lenguas. Un tributo, y también una prueba de que el trabajo de Su vida no había sido en vano; que los ideales de Bahá'u'lláh, que fueron Su inspiración y Su vida misma, ya comenzaban a penetrar el mundo y a romper las barreras de secta y casta que por siglos habían separado a islámicos, cristianos, judíos y otras varias facciones en que estaba dividida la familia humana.


Escritos y Discursos

Los Escritos de 'Abdu'l-Bahá son muy numerosos, y la mayoría en forma de cartas a los creyentes o a personas que pedían consejo. Muchas de Sus charlas y discursos han sido escritos y publicados. De los miles de peregrinos que lo visitaron en 'Akká y Haifa, un gran número ha escrito sobre sus impresiones, muchas de las cuales han sido publicadas.
De este modo Sus enseñanzas se conservan casi completas y comprenden una enorme variedad de temas. Trató mucho de los problemas de Oriente y Occidente, más extensamente de lo que lo había hecho Su padre, y dio aplicaciones más detalladas a los principios generales anunciados por Bahá'u'lláh. Un cierto número de Sus Escritos no han sido todavía traducidos a ningún idioma occidental, pero se dispone de material suficiente como para obtener un profundo y completo conocimiento de los más importantes principios de Sus enseñanzas.
'Abdu'l-Bahá hablaba persa, árabe y turco. En Sus viajes por Occidente Sus charlas y discursos eran siempre traducidos, perdiendo, por consiguiente, mucha de su belleza, elocuencia y fuerza en el proceso; pero tal era el poder del Espíritu que acompañaba Sus palabras, que todos los que le oían quedaban impresionados.


Posición de 'Abdu'l-Bahá

La posición única que la Bendita Perfección señaló para 'Abdu'l-Bahá está indicada en el siguiente pasaje escrito por Bahá'u'lláh: "Cuando haya menguado el océano de Mi presencia y el Libro de Mi Revelación se haya completado, volved vuestras caras hacia Aquel a Quien Dios ha designado, el que ha salido de esta Antigua Raíz". Y otra vez: "... Dirigíos, cuando no comprendáis el Libro, hacia Aquel que es la Rama de este poderoso Tronco".
El mismo 'Abdu'l-Bahá escribió lo siguiente: "De acuerdo con el explícito texto del Kitáb-i-Aqdas, Bahá'u'lláh hizo que el Centro del Convenio fuera el Intérprete de Su palabra, un Convenio tan firme y poderoso que, desde el principio de los tiempos hasta el presente día, ninguna Dispensación religiosa ha producido nada igual".
La misma servidumbre tan completa con la que 'Abdu'l-Bahá promulgó la Fe de Bahá'u'lláh en Oriente y Occidente dio lugar, a veces, a confusión entre los creyentes sobre la posición de 'Abdu'l-Bahá.
Notando la pureza del espíritu que animaba Su palabra y obra, rodeados de influencias religiosas que indicaban la decadencia de las doctrinas tradicionales, algunos bahá'ís creyeron honrar a 'Abdu'l-Bahá comparándolo con una Manifestación o aclamándolo como "el regreso de Cristo". Nada le causó tanta pena como ver que ellos no percibían que Su capacidad de servir a Bahá'u'lláh procedía de la pureza del espejo vuelto hacia el Sol de la Verdad y no del Sol mismo.
Además, diferenciándose de previas Revelaciones, la Fe de Bahá'u'lláh tenía dentro de sí misma la potencia de una sociedad humana universal. Durante la misión de 'Abdu'l-Bahá, entre los años 1892 y 1921, la Fe evolucionó por sucesivos grados de desarrollo hacia un verdadero orden mundial. Su desarrollo requería la continua dirección e instrucciones específicas de 'Abdu'l-Bahá, que era el único que conocía la amplitud de esta nueva y potente inspiración traída a la tierra en esta época. Hasta que Su propia Voluntad y Testamento fueron revelados después de Su muerte y que su verdadero significado fue explicado por Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe, los bahá'ís inevitablemente atribuían a su amado Maestro un grado de autoridad espiritual que igualaba al de la Manifestación.
Los efectos de tan candoroso entusiasmo no se notan ya en la comunidad bahá'í, pero con una comprensión más profunda del misterio de esa incomparable devoción y servidumbre el bahá'í de hoy puede apreciar más conscientemente el carácter extraordinario de la misión de 'Abdu'l-Bahá. La Fe, que en 1892 parecía tan débil e impotente durante el destierro y prisión de su Ejemplo e Intérprete, desde entonces, con irresistible poder, ha creado comunidades en muchos países,56 desafiando la debilidad de una civilización decadente con un conjunto único de enseñanzas que revela el futuro de una humanidad desesperada.
La misma Voluntad y Testamento de 'Abdu'l-Bahá revela claramente el misterio de las posiciones del Báb, de Bahá'u'lláh y de Su propia misión:

Éstas son las bases de la creencia de la gente de Bahá (que mi vida sea sacrificada por ellos): "Su Santidad el Exaltado (el Báb) es la Manifestación de la unidad y unicidad de Dios y el Precursor de la Antigua Belleza. Su Santidad la Belleza de Abhá (que sea mi vida un sacrificio para Sus fieles amigos) es la Suprema Manifestación de Dios y el Amanecer de Su Más Divina Esencia. Todos los demás son siervos Suyos y obedecen Sus deseos".

Por esta declaración, y por numerosas otras en las que 'Abdu'l-Bahá recalcó la importancia de tomar como base del conocimiento de la Fe Sus Tablas generales, se estableció un fundamento para la unidad de creencia, con el resultado de que rápidamente desaparecieron las diferencias de opinión causadas por referencias a sus Tablas para casos individuales, en las que el Maestro contestaba preguntas personales. Sobre todo, el establecimiento de un orden administrativo definido, con el Guardián a la cabeza, transfirió a las instituciones toda la autoridad que anteriormente ejercían individualmente varios bahá'ís de prestigio e influencia en los diferentes grupos locales.


Modelo de Vida Bahá'í

Bahá'u'lláh fue principalmente el Revelador de la Palabra. Sus cuarenta años de prisión limitaron Sus oportunidades de tratar con Sus semejantes. Sobre 'Abdu'l-Bahá recayó, por tanto, la importante misión de ser el Exponente de la Revelación, el Ejecutor de la Palabra, el Gran Modelo de la Vida Bahá'í, en contacto con el mundo de hoy en las diversas fases de Sus millares de actividades. Demostró que es posible, en medio del remolino y agitación de la vida moderna, entre el amor de sí mismo y la lucha por la prosperidad material que prevalece en todas partes, vivir una vida de completa devoción a Dios y servicio al prójimo, como Cristo, Bahá'u'lláh y todos los Profetas han exigido a los hombres. En medio de pruebas y vicisitudes, calumnias y engaños por una parte, y en medio de amor y alabanza, devoción y veneración por la otra, Él fue como un faro cimentado en la roca, alrededor del cual rugen las tempestades del invierno y retoza el océano de verano, manteniendo Su serenidad y equilibrio siempre firmes e inalterados. Él vivió la vida de la fe y pide a Sus creyentes que la vivan aquí y ahora. Levantó en medio de un mundo en guerra la bandera de la unidad y de la paz, el estandarte de la nueva era, asegurando a los que acuden a apoyarla que serán inspirados por el Espíritu del nuevo día. Es el mismo Espíritu Santo que inspiró a los Profetas y santos de la antigüedad; pero es una nueva emanación de ese Espíritu, adecuada a las necesidades de los nuevos tiempos.




5


¿QUÉ ES UN BAHÁ'Í?


El hombre debe mostrar frutos. Un hombre sin frutos es, según las palabras de Su Santidad el Espíritu (Cristo), como un árbol sin fruto, y el árbol sin fruto está destinado al fuego.

Bahá'u'lláh57


Herbert Spencer dijo una vez que no era posible, por ninguna alquimia política, conseguir una conducta de oro por medio de instintos de plomo; y es igualmente cierto que no se puede formar con individuos de plomo una sociedad de oro. Bahá'u'lláh, como todos los profetas anteriores, proclamó esta verdad y enseñó que para poder establecer el Reino de Dios en este mundo hay que establecerlo primero en los corazones de los hombres. Por lo tanto, al examinar las enseñanzas bahá'ís, debemos comenzar por las instrucciones de Bahá'u'lláh para la conducta individual y tratar de formarnos un concepto claro de lo que significa ser un bahá'í.

Vivir la Vida

Cuando en cierta ocasión preguntaron a 'Abdu'l-Bahá: "¿Qué es un bahá'í?", Él respondió: "Ser un bahá'í significa, sencillamente, amar a todo el mundo; amar a la humanidad y tratar de servirla; trabajar por la paz y la hermandad universal". En otra ocasión definió al bahá'í como "aquel provisto con todas las humanas perfecciones en actividad". En una de Sus conferencias en Londres dijo que un hombre podía ser un bahá'í aun cuando jamás hubiese oído el nombre de Bahá'u'lláh. Y añadió:

El hombre que vive la vida de acuerdo con las enseñanzas de Bahá'u'lláh es de hecho un bahá'í. Por otra parte, una persona puede llamarse a sí misma bahá'í durante cincuenta años, pero si vive una vida diferente no es un bahá'í. Un hombre feo puede llamarse a sí mismo hermoso, pero a nadie engaña, y un negro puede llamarse blanco, pero a nadie engaña, ni aun a sí mismo.58

El que no conoce a los Mensajeros de Dios es como una planta que crece en la sombra. Aunque no conoce el sol, es, sin embargo, dependiente de él. Los grandes profetas son soles espirituales, y Bahá'u'lláh es el sol de este "día" en que vivimos. Los soles de los días pasados han calentado y vivificado al mundo, y si esos soles no hubiesen brillado, la tierra estaría ahora fría y muerta; pero son los rayos del sol de hoy los que pueden madurar los frutos vivificados por los soles de días pasados.


Devoción a Dios

Para alcanzar la vida bahá'í en toda su plenitud son necesarias unas relaciones conscientes y directas con Bahá'u'lláh, así como son necesarios los rayos del sol para que florezca el lirio o la rosa. El bahá'í no adora la personalidad humana de Bahá'u'lláh, sino la Gloria de Dios que se manifiesta por medio de esa personalidad. Él reverencia a Cristo, a Mu¥ammad y a todos los anteriores Mensajeros de Dios enviados por Él a la humanidad, pero reconoce a Bahá'u'lláh como el portador del Mensaje de Dios para la nueva era en que vivimos, como el Gran Maestro del mundo, que ha venido a continuar y a consumar el trabajo de Sus predecesores.
El hecho de aceptar intelectualmente un credo no convierte a un hombre en bahá'í, así como tampoco lo hace sólo una conducta de rectitud exterior. Bahá'u'lláh exige de Sus adeptos una devoción completa y de corazón. Sólo Dios tiene el derecho de pedir tanto, pero Bahá'u'lláh habla como la Manifestación de Dios y el Revelador de Su voluntad. Anteriores Manifestaciones fueron igualmente claras en este punto. Cristo dijo: "Si algún hombre quisiere seguirme, dejadle que se niegue a sí mismo, y que tome su cruz y me siga. Porque aquel que salvare su vida, la perderá, y aquel que perdiere su vida por Mi causa, la encontrará". En otras palabras, todas las Divinas Manifestaciones hicieron la misma demanda de sus creyentes, y la historia de la religión muestra claramente que mientras esa demanda fue francamente reconocida y aceptada, la religión floreció a pesar de las aflicciones, persecuciones y martirio de los creyentes. Por otra parte, cada vez que se han hecho ciertas concesiones y la "respetabilidad" ha ocupado el lugar de la completa consagración, la religión ha decaído. Se habrá puesto de moda, pero ha perdido su poder de salvar y transformar y su poder de obrar milagros. La verdadera religión jamás estuvo de moda. Quiera Dios que algún día lo esté; pero todavía es verdad, como lo era en los días de Cristo, que "estrecha es la puerta y angosto el sendero que conduce a la vida, y pocos los que la encuentran". El portal del nacimiento espiritual, como el del nacimiento natural, sólo admite a los hombres uno por uno y sin estorbos. Si en el futuro lograra pasar por esa puerta más gente que en el pasado, no será porque se haya ensanchado el paso, sino porque los hombres tendrán mayor disposición para hacer "la gran renuncia" que Dios requiere, porque largas y amargas experiencias les habrán por fin hecho comprender la locura de escoger su propio camino en lugar del camino de Dios.


Buscando la Verdad

Bahá'u'lláh impone la justicia a todos Sus seguidores y la define así: "La liberación del hombre de toda superstición e imitación, para que le permita distinguir las Manifestaciones de Dios con los ojos de la Unidad y considerar todo asunto con penetrante percepción."59
Es necesario que cada individuo vea y se dé cuenta por sí mismo de la Gloria de Dios manifiesta en el templo humano de Bahá'u'lláh; de lo contrario, la Fe Bahá'í será para Él sólo un nombre sin significado. El llamado de los profetas a la humanidad ha sido siempre que los hombres han de abrir los ojos, no cerrarlos; usar su razón, no suprimirla. Es el ver claramente y pensar libremente, no la servil credulidad, lo que les permitirá penetrar las nubes del prejuicio, sacudir las cadenas de la ciega imitación y llegar a la comprensión de la verdad de una nueva Revelación.
Aquel que quiera ser un bahá'í necesita ser un intrépido buscador de la verdad, pero no deberá limitar su búsqueda al plano material. Sus poderes de percepción espirituales, así como físicos, han de estar muy despiertos. Debe usar todas las facultades que Dios le ha dado para adquirir la verdad y no creer en nada sin válida y suficiente razón. Si su corazón es puro y su mente libre de prejuicios, el investigador sincero de la verdad no podrá menos que reconocer la Gloria Divina en cualquier templo que ésta se manifieste. Bahá'u'lláh declara, además:

El hombre debe conocerse a sí mismo, conocer las cosas que conducen a la sublimidad o a la bajeza, a la deshonra o al honor, a la riqueza o a la pobreza.60
La fuente de toda sabiduría es el conocimiento de Dios, ¡ensalzada sea Su Gloria!, y esto puede alcanzarse sólo por el conocimiento de Su Divina Manifestación.61

La Manifestación es el hombre Perfecto, el Gran Modelo para el género humano, el Primer fruto del árbol de la humanidad. Hasta no conocerlo a Él no conocemos las posibilidades latentes en nosotros mismos. Cristo nos aconseja pensar en cómo crecen los lirios, y declara que Salomón, con toda su gloria, no estaba ataviado como uno de ellos. Los lirios crecen de un bulbo sin atractivo. Si nunca hubiéramos visto un lirio en flor, ni contemplado la gracia de su follaje, ¿cómo podríamos conocer la realidad que encierra ese bulbo? Podríamos deshacerlo con todo cuidado, examinarlo minuciosamente, mas nunca podríamos descubrir la belleza dormida que el jardinero sabe despertar. Así, hasta que hayamos visto la Gloria de Dios revelada en la Manifestación no podemos tener idea de la belleza espiritual latente en nuestra propia naturaleza y en la de nuestros semejantes. Conociendo y amando a la Manifestación de Dios y siguiendo Sus enseñanzas nos habituamos, poco a poco, a descubrir las perfecciones latentes dentro de nosotros mismos, y sólo entonces descubrimos el significado y el objeto de la vida y del universo.


Amor de Dios

Conocer a la Manifestación de Dios significa también amarla. Lo uno es imposible sin lo otro. De acuerdo con Bahá'u'lláh, el objeto de la creación del hombre es que éste conozca y adore a Dios. Dice en una de Sus Tablas:

La causa de la creación de todos los seres contingentes fue el amor, como lo dice la muy conocida tradición: "Yo era un tesoro oculto y quise ser conocido. Por lo tanto, hice la creación para poder ser conocido".

Y en Palabras Ocultas dice:

¡OH HIJO DEL SER!
Ámame, para que Yo te ame. Si tú no Me amas, Mi amor no puede de ningún modo alcanzarte. Sábelo, oh siervo.

¡OH HIJO DE LA MARAVILLOSA VISIÓN!
Te he infundido un hálito de Mi propio Espíritu para que seas Mi amante. ¿Por qué Me has abandonado y has buscado a otro amado fuera de Mí?

¡Ser el amante de Dios! Éste es el único objeto de la vida del bahá'í. Tener a Dios como más cercano compañero y amigo más íntimo. Un Amado sin igual, en Cuya Presencia está la alegría completa. Y amar a Dios quiere decir amar a todo y a todos, pues todos son de Dios. El verdadero bahá'í será la perfecta personificación del amor. Amará a todos con un corazón puro y ferviente, no odiará a nadie, no despreciará a nadie; porque en cada rostro habrá aprendido a ver el Rostro del Amado y por doquiera encontrará Sus huellas. Su amor no conocerá límites de secta, nación, clase o raza. Bahá'u'lláh dice: "Anteriormente se ha revelado: 'Amar a su país es un elemento de la Fe de Dios...' La Lengua de la Grandeza ha proclamado en el día de Su Manifestación: 'No ha de estar orgulloso quien ame a su patria, sino aquel que ame a sus semejantes'".62 Y de nuevo: "Bendito sea el que prefiere a su hermano antes que a sí mismo; ése es de la gente de Bahá".63
'Abdu'l-Bahá nos dice que debemos ser "como un alma en muchos cuerpos, pues cuanto más nos amemos los unos a los otros, más cercanos estaremos de Dios". Dijo a un auditorio americano:

De igual modo, las divinas religiones de las santas Manifestaciones de Dios son en realidad una sola, aunque difieran en nombre y términos. El hombre debe ser amante de la luz, no importa en qué horizonte aparezca. Debe ser el amante de la rosa, no importa en qué suelo crezca. Debe buscar la verdad, no importa el origen de donde venga. Afecto a la lámpara no es amor a la luz. El afecto a la tierra no es propio, pero es digno el goce de la rosa que se desarrolla en ella. La devoción al árbol no tiene provecho, pero es beneficioso compartir el fruto. Debe gozarse de las frutas sabrosas, no importa en qué árbol hayan crecido o dónde se encuentren. La palabra de verdad debe ser reconocida, no importa qué lengua la pronuncie. Deben aceptarse las verdades absolutas, no importa en qué libro estén escritas. Si guardamos prejuicios, ellos serán causa de pérdida y de ignorancia. La lucha entre religiones, naciones y razas tiene su origen en la falta de comprensión. Si investigamos las religiones para descubrir los principios en que están fundadas, encontraremos que todas están de acuerdo, porque su realidad fundamental es una y no múltiple. Por este medio los religiosos del mundo pueden encontrar su punto de unidad y reconciliación.

De nuevo dice:

Cada una de las almas de los amados debe amar a los otros y no negarles sus posesiones ni su vida, y tratar por todos los medios de hacerlos felices y alegres. Pero estos otros deben ser también desinteresados y estar dispuestos a sacrificarse. Así este sol naciente podrá inundar los horizontes, esta melodía alegrar y hacer felices a todos, este divino remedio podrá curar todos los males, este espíritu de verdad ser el principio de vida para cada alma.64


Desprendimiento

Devoción a Dios significa también separación de todo lo que no es de Dios, es decir, separación de todos los deseos egoístas y terrenos, y aun de los extraterrenos. El sendero de Dios puede extenderse en medio de riquezas o pobreza, salud o enfermedad, palacio o calabozo, jardín de rosas o celda de suplicio. Cualquiera que fuere su suerte, el bahá'í aprenderá a aceptarla con "aquiescencia radiante". Desprendimiento no significa indiferencia impasible a lo que a uno lo rodea, o una pasiva resignación a toda condición mala; tampoco quiere decir desprecio a todo lo bueno que Dios haya creado. El verdadero bahá'í no será insensible, ni apático, ni un asceta. Deberá encontrar abundante interés, abundante trabajo, abundante gozo en el sendero de Dios; pero no se separará lo más mínimo de ese sendero para ir en busca de placeres, ni ansiará poseer lo que Dios le ha negado. Cuando un hombre llega a ser un bahá'í, la voluntad de Dios es su voluntad, porque estar en desacuerdo con Dios es algo que él no soporta. En el sendero de Dios ningún error lo desanimará, ningún inconveniente le hará desmayar. La luz del amor ilumina sus más sombríos días, convierte el sufrimiento en gozo y el martirio mismo en un éxtasis de bendición. La vida se eleva a un plano heroico y la muerte se convierte en una aventura feliz. Bahá'u'lláh dice:

Aquel que guarde en su corazón un amor, aunque fuese más pequeño que un grano de mostaza, por algo que no sea Yo, en verdad no entrará en Mi Reino.65

¡OH HIJO DEL HOMBRE!
Si Me amas, despréndete de ti mismo; y si buscas Mi complacencia, no consideres la tuya, a fin de que mueras en Mí y Yo viva en ti eternamente.

¡OH MI SIERVO!
Libérate de las cadenas de este mundo y suelta tu alma de la prisión del yo. Aprovecha tu oportunidad, pues no volverá a ti nunca más.66

Obediencia

La devoción a Dios comprende obediencia sin reservas a Sus mandamientos revelados, aun cuando la razón de estos mandamientos no sea comprendida. El marinero obedece sin reservas las órdenes de su capitán aunque ignore la razón de ellas, pero esta obediencia no es ciega. Él sabe muy bien que el capitán ha pasado por un duro aprendizaje y que ha dado amplias pruebas de su competencia como navegante. De no ser así, sería, en verdad, un insensato de servir bajo sus órdenes. De la misma manera, el bahá'í debe obedecer absolutamente al Capitán de Su Salvación, pero sería un insensato si no se asegura de antemano de que este Capitán ha dado amplias pruebas de que es digno de confianza. Pero, habiendo recibido tales pruebas, el negarle su obediencia sería una locura más grande aún, pues sólo por una obediencia alerta e inteligente al sabio maestro se pueden aprovechar los beneficios de su sabiduría y adquirir esa sabiduría para nosotros mismos. Aunque el capitán fuese muy sabio, si ninguno de los tripulantes le obedeciere, ¿cómo podría el barco llegar a puerto o los marineros aprender el arte de la navegación? Cristo claramente ha señalado que la obediencia es el camino de la sabiduría. Él dijo: "Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de Dios o si yo hablo por mi propia cuenta".67 Asimismo dice Bahá'u'lláh: "La fe en Dios y el conocimiento de Dios no se pueden realizar sino practicando todo lo que Él ha ordenado y todo lo que ha revelado en el Libro por la Pluma de Gloria".68
La obediencia sin reservas no es una virtud popular en estos días de democracia, y cierto es que la completa sumisión a la voluntad de cualquier hombre sería algo desastroso. Pero la unidad de la humanidad sólo puede ser realizada por la completa armonía de todos y de cada uno con la Divina Voluntad. Hasta que esa voluntad sea revelada claramente y los hombres abandonen a cualquier otro jefe para obedecer sólo al Mensajero Divino, seguirá el conflicto y la lucha y los hombres continuarán oponiéndose los unos a los otros y dedicando gran parte de sus energías a frustrar los esfuerzos de sus hermanos, en vez de trabajar juntos armoniosamente para gloria de Dios y el bien de todos.


Servicio

La devoción a Dios implica una vida dedicada al servicio de nuestro prójimo. No podemos servir a Dios de otra manera. Si volvemos las espaldas a nuestro prójimo, volvemos las espaldas a Dios. Cristo dijo: "En cuanto no lo hicisteis a Mis más pequeños, tampoco lo habéis hecho a Mí". Así también Bahá'u'lláh dice: "¡Oh Hijo del hombre! Si buscas misericordia, no busques aquello que te beneficie a ti mismo, sino aquello que beneficie a tu prójimo. Si buscas justicia, elige para los demás lo que elegirías para ti mismo".69
'Abdu'l-Bahá dice:

En la Causa Bahá'í las artes, las ciencias, los oficios son considerados formas de adoración. El hombre que hace un pedazo de papel lo mejor que le es posible, concienzudamente, concentrando toda su habilidad para perfeccionarlo, está alabando a Dios. Brevemente, todo esfuerzo que el hombre despliega desde el fondo de su corazón es devoción a Dios, si obra impulsado por los más altos motivos y el deseo de servir a la humanidad y socorrer a los necesitados. Servicio es oración. Un médico que atiende a los enfermos con bondad, con ternura, libre de prejuicios y creyendo en la solidaridad humana, está alabando a Dios.70

Enseñanza

El verdadero bahá'í no cree solamente en las enseñanzas de Bahá'u'lláh, sino que encuentra en ellas la guía y la inspiración de toda su vida y gozosamente imparte a otros los conocimientos que son el motivo de su bienestar. Sólo entonces recibirá plenamente "el poder y la confirmación del Espíritu". No todos pueden ser elocuentes oradores o escritores fáciles, pero todos pueden enseñar "viviendo la vida". Bahá'u'lláh dice:

La gente de Bahá debe servir al Señor con sabiduría, su vida debe ser enseñanza para los demás, y debe manifestar en todos sus actos la luz de Dios. El efecto de sus acciones será más poderoso que el de sus palabras.71

Sin embargo, el bahá'í de ningún modo ha de forzar sus ideas sobre aquellos que no quieren escucharlas. Atraerá a la gente al Reino de Dios, pero no tratará de presionarla. Será como el buen pastor que guía su rebaño y hechiza a las ovejas con su música, y no como el que va detrás de ellas apurándolas con el perro y el cayado.
Bahá'u'lláh dice en Palabras Ocultas:

¡OH HIJO DEL POLVO!
Son sabios aquellos que no hablan a menos que tengan quien les escuche, como el copero que no ofrece su copa hasta que encuentra un buscador, y como el amante que no exclama desde lo más hondo de su corazón hasta que contempla la belleza de su amada. Por tanto, siembra las semillas de la sabiduría y del conocimiento en la tierra pura del corazón, y mantenlas ocultas hasta que los jacintos de la divina sabiduría broten del corazón y no del lodo y la arcilla.

También declara en la Tabla de Ishráqát:

¡Oh pueblo de Bahá! Sois los puntos del amanecer del amor de Dios y las auroras de Su amorosa bondad. No mancilléis vuestras lenguas con la maledicencia y el oprobio de ningún alma, y guardad vuestra vista de lo indecoroso. Manifestad lo que poseéis. Si es recibido favorablemente, vuestro propósito se habrá logrado; si fuera lo contrario, protestar será en vano. Dejad a esa alma a sí misma y volveos al Señor, el Protector, Quien subsiste por Sí mismo. No seáis causa de dolor, mucho menos de lucha y discordia. Abrigamos la esperanza de que podréis obtener la verdadera educación al abrigo del árbol de sus tiernos favores y actuaréis de acuerdo con el deseo de Dios. Sois las hojas de un solo árbol y las gotas de un mismo océano.


Cortesía y Reverencia

Bahá'u'lláh dice:

¡Oh pueblo de Dios! Os exhorto a la cortesía. La cortesía es, ciertamente, la principal de todas las virtudes. Bendito sea aquel que está engalanado con el manto de rectitud e iluminado con la luz de la cortesía. Aquel que ha sido dotado con el don de la cortesía (o reverencia) está dotado de una gran posición. Se espera de este Ser injuriado, y de todos los demás, que la alcancen, la retengan y la practiquen. Éste es el mandato irrefutable que ha emanado de la pluma del Más Grande Nombre".72

Repite una y otra vez: "Dejad que todas las naciones del mundo convivan unas con otras con gozo y fragancia. Asociaos vosotros, oh pueblo, con gente de todas las religiones con gozo y fragancia".
'Abdu'l-Bahá dice en una carta a los bahá'ís de América:

¡Alerta! ¡Alerta! ¡No sea que ofendáis un corazón!
¡Alerta! ¡Alerta! ¡No sea que lastiméis un alma!
¡Alerta! ¡Alerta! ¡No sea que tratéis sin bondad a alguna persona!
¡Alerta! ¡Alerta! ¡No sea que causéis desesperanza a alguna criatura!
Si fuera uno la causa de pena de un corazón o de desesperación de un alma, más le valiera esconderse en lo más profundo de la tierra que caminar sobre ella.

Él enseña que así como la flor está oculta en el capullo, así el espíritu de Dios habita en el corazón de cada hombre, no importa cuán duro y feo sea su exterior. El verdadero bahá'í deberá tratar a cada persona como el jardinero cuida de una rara y bella planta. Él sabe que ninguna interferencia impaciente de su parte puede abrir el capullo para que aparezca la flor; sólo los rayos de sol de Dios pueden producir el milagro. Por lo tanto, su afán debe ser el de hacer llegar estos rayos de sol que dan la vida a todos los hogares y los corazones oscurecidos.
'Abdu'l-Bahá dice nuevamente:

Entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh hay una que requiere que el hombre perdone bajo todas las condiciones y circunstancias, que ame a su enemigo y que considere a aquel que le desea el mal como si deseara el bien. Esto no quiere decir que se deba considerar a alguien como enemigo y entonces soportarlo... y ser indulgente con él. Esto sería hipocresía y no verdadero amor. No, debe verse a los enemigos como si fueran amigos, a los que nos desean el mal como si nos desearan el bien, y tratarlos de acuerdo con esto. Vuestro amor y bondad deben ser verdaderos, no sólo indulgencia, porque si la indulgencia no viene del corazón es hipocresía.73

Este consejo parecerá incomprensible y contradictorio hasta que nos demos cuenta de que mientras el hombre, exteriormente, puede odiar y tener malos deseos, tiene siempre interiormente una naturaleza espiritual que es el hombre verdadero, capaz solamente de amor y buena voluntad. Es hacia este hombre interior y real que existe en cada uno de nuestros semejantes a quien debemos dirigir nuestro pensamiento y amor. Cuando éste despierta a la actividad, el hombre exterior se transforma y renueva.


Ojos que Cubren el Pecado Ajeno

En ningún punto son las enseñanzas bahá'ís más inflexibles e imperativas que aquel en que se prohíbe encontrar las faltas ajenas. Cristo trató este asunto con gran énfasis, pero hoy en día estamos acostumbrados a considerar el Sermón de la Montaña como "Consejos de Perfección" que no se puede esperar que cumpla el cristiano común. Bahá'u'lláh y 'Abdu'l-Bahá se esfuerzan por aclarar que en este punto todo lo que Ellos dicen es terminante y concluyente. Leemos en Palabras Ocultas:

¡OH HIJO DEL HOMBRE!
No murmures los pecados de otros mientras tú mismo seas un pecador. Si desobedecieras este mandato serías maldecido y esto Yo lo atestiguo.

¡OH HIJO DEL SER!
No atribuyas a ningún alma lo que no te habrías atribuido a ti y no digas aquello que no haces. Éste es Mi mandato para ti; obsérvalo.

'Abdu'l-Bahá nos ordena:

Callar los defectos de los demás, rogar por ellos y ayudarles, por medio de la bondad, a corregir sus defectos.
Ver siempre el lado bueno y no el malo. Si un hombre tiene diez buenas cualidades y una mala, considerad las diez y olvidad la mala.
Que no nos permitamos decir una mala palabra de otro, aun cuando ese otro fuese nuestro enemigo.

A un amigo americano le escribe:

La peor cualidad humana y el pecado más grave es la calumnia, especialmente si ella sale de la boca de los creyentes de Dios. Si se pudiesen inventar los medios para cerrar las puertas de la calumnia eternamente y si cada uno de los creyentes sólo abriese la boca en la alabanza ajena, entonces las enseñanzas de Su Santidad Bahá'u'lláh se propagarían, los corazones se iluminarían, los espíritus se glorificarían y el mundo de la humanidad alcanzaría eterna felicidad.74


Humildad

Mientras se nos ordena olvidar las faltas ajenas y ver sólo las virtudes de los demás, se nos ordena, por otra parte, encontrar nuestras propias faltas y no tomar en cuenta nuestras virtudes. Bahá'u'lláh dice en Palabras Ocultas:

¡OH HIJO DEL SER!
¿Cómo has podido olvidar tus propias faltas y ocuparte de las faltas de los demás? Quien así obra es maldecido por Mí.

¡OH EMIGRANTES!
He destinado la lengua para la mención de Mí, no la manchéis con la difamación. Si el fuego del yo os venciera, recordad vuestras propias faltas y no las faltas de Mis criaturas, puesto que cada uno de vosotros se conoce a sí mismo mejor que a los demás.

'Abdu'l-Bahá dice:

Dejad que vuestra vida sea una emanación del Reino de Cristo. Él vino, no para que lo sirvieran, sino para servir a los demás... En la religión de Bahá'u'lláh todos son siervos y siervas, hermanos y hermanas. Tan pronto como uno piensa que es algo mejor o algo superior a los demás, se ha puesto en una posición peligrosa y, a no ser que deseche tan mal pensamiento, no puede ser buen instrumento para el servicio del Reino.
El no estar satisfecho consigo mismo es signo de progreso. El alma que está satisfecha de sí misma es una manifestación de Satanás, y aquel que no está contento consigo mismo es la manifestación del Misericordioso. Si una persona tuviese mil buenas cualidades no debe considerarlas; por el contrario, debe esforzarse por encontrar sus propios defectos e imperfecciones... Por mucho que un hombre progresare sería aún imperfecto, porque siempre hay una meta más adelante. Tan pronto como mira esa meta se siente descontento de su propia condición y aspira llegar a ella. Alabarse a sí mismo es el signo del egoísmo.75

A pesar de que se nos ha ordenado reconocer y arrepentirnos sinceramente de nuestros pecados, la práctica de confesarse a los sacerdotes u otras personas está completamente prohibida. Bahá'u'lláh dice en Buenas Nuevas:

Cuando el pecador se halle completamente desprendido de todo salvo de Dios, Le debería pedir perdón y remisión a Él. La confesión de los pecados y transgresiones ante los seres humanos no está permitida, ya que nunca ha conducido ni jamás conducirá a la clemencia divina. Por otra parte, tal confesión ante la gente da como resultado la degradación y humillación de uno, y Dios -exaltada sea Su Gloria- no desea la humillación de Sus siervos. Verdaderamente Él es el Compasivo, el Misericordioso. El pecador debería, entre él mismo y Dios, implorar la munificencia del Océano de merced, rogar clemencia del Cielo de generosidad.


Veracidad y Honradez

Bahá'u'lláh dice en la Tabla de Tarázát:

Verdaderamente la honradez es la puerta de la seguridad para todos aquellos que moran en la tierra, y un signo de gloria de parte del Misericordioso. El que participa de ella, en verdad ha participado de los tesoros de opulencia y prosperidad. La honradez es el más grande portal que conduce a la tranquilidad y seguridad del pueblo. En verdad, la estabilidad de todo asunto ha dependido y depende de ella. Todos los dominios del poder, la grandeza y la riqueza son iluminados por su luz.
¡Oh pueblo de Bahá! La honradez es en verdad el mejor de los atuendos para vuestras sienes y la más gloriosa corona para vuestras cabezas. Adheríos firmemente a ella a petición de Aquel Quien es el Ordenador, el Todoinformado.

De nuevo dice:

"La esencia de fe es ser parco en palabras y abundante en hechos; aquel cuyas palabras exceden a sus hechos, sabed, en verdad, que su muerte es mejor que su vida".76

'Abdu'l-Bahá dice:

La veracidad es la base fundamental de todas las virtudes de la humanidad. Sin la veracidad todo el progreso y el éxito en todos los mundos son imposibles para el alma. Cuando este bendito atributo se establezca en el hombre, todas las demás cualidades divinas se realizarán también.77
Dejad que la luz de la verdad y de la honradez brille en vuestros rostros, para que todos sepan que vuestra palabra, en negocios o en diversiones, es una palabra en la que se puede confiar y tener seguridad. Olvidaos de vosotros mismos y trabajad por todos.78

Realización de Sí Mismo

Constantemente exhorta Bahá'u'lláh a los hombres a que sean conscientes y den completa expresión a las perfecciones latentes dentro de sí mismos -el verdadero ser interior, distinto del limitado ser exterior, que, a lo sumo, no es sino el templo y, muy a menudo, es la prisión del hombre real. En Palabras Ocultas dice:
¡OH HIJO DEL SER!
Con las manos del poder te hice y con los dedos de la fuerza te creé; y dentro de ti deposité la esencia de Mi luz. Conténtate con ella y no busques nada más, pues Mi obra es perfecta y Mi mandato es ineludible. No lo cuestiones ni lo pongas en duda.

¡OH HIJO DEL ESPÍRITU!
Te creé rico, ¿por qué te reduces a la pobreza? Te hice noble, ¿por qué te degradas a ti mismo? De la esencia del conocimiento te di el ser, ¿por qué buscas esclarecimiento en alguien fuera de Mí? De la arcilla del amor te moldeé, ¿cómo puedes ocuparte con otro? Vuelve tu vista hacia ti mismo, para que Me encuentres estando firme dentro de ti, fuerte, poderoso y autosubsistente.

¡OH MI SIERVO!
Eres como una espada de excelente temple, oculta en la oscuridad de su vaina y cuyo valor está velado al conocimiento del artífice. Sal, por tanto, de la vaina del yo y del deseo para que tu valor se manifieste y resplandezca ante todo el mundo.

¡OH MI AMIGO!
Tú eres el sol de los cielos de Mi santidad, no dejes que la corrupción del mundo eclipse tu esplendor. Rasga el velo de la negligencia para que emerjas resplandeciente de detrás de las nubes y adornes todas las cosas con el atavío de la vida.

La vida que Bahá'u'lláh desea para Sus creyentes es de tal nobleza, que en toda la vasta extensión de las posibilidades humanas nada hay más sublime o más bello a que el hombre pueda aspirar. Reconocer nuestro ser espiritual dentro de nosotros mismos significa la realización de la sublime verdad de que venimos de Dios y de que a Él volveremos. Este regreso a Dios es la gloriosa meta del bahá'í; pero para llegar a esta meta el único sendero es el de la obediencia a Sus Mensajeros escogidos, y especialmente obediencia a Su Mensajero para la época en que vivimos, o sea, Bahá'u'lláh, el Profeta de la nueva era.



6


LA ORACIÓN


La oración es una escalera por la cual todos pueden ascender al cielo.

Mu¥ammad


Conversación con Dios

"La oración", dice 'Abdu'l-Bahá, "es la conversación con Dios". Para que Dios pueda hacer conocer Su pensamiento y voluntad a los hombres debe hablarles en un lenguaje que ellos puedan comprender, y por eso les habla por boca de Sus Santos Profetas. Mientras estos Profetas viven en el cuerpo, hablan cara a cara con los hombres y les dan a conocer el Mensaje de Dios. Después de Su muerte Su Mensaje sigue llegando a las mentes de los hombres por medio de Sus escritos y dichos que han sido registrados. Pero ésta no es la única forma en la que Dios puede hablar a los hombres. Existe un "lenguaje del espíritu", que es independiente de la palabra o la escritura, por medio del cual Dios se comunica y puede inspirar a aquellos cuyos corazones buscan la verdad, sin considerar quiénes son o cuál es su raza o idioma. Por medio de este lenguaje la Manifestación continúa conversando con los fieles después de Su partida del mundo material. Cristo continuó hablando con Sus discípulos e inspirándolos después de Su crucifixión. En verdad, Él influyó sobre ellos más poderosamente que antes; y con otros Profetas ha sucedido lo mismo. 'Abdu'l-Bahá habla mucho de este lenguaje espiritual. Él dice, por ejemplo:

Debemos hablar en el idioma del cielo, en el idioma del espíritu, pues hay un idioma del espíritu y del corazón. Es tan diferente de nuestro propio lenguaje como el nuestro es diferente del de los animales, que sólo se expresan por medio de gritos y sonidos.
Es el idioma del espíritu el que habla a Dios. Cuando estamos en oración, libres de todo lo externo, y nos dirigimos hacia Dios, es como si en nuestro corazón oyéramos la voz de Dios. Hablamos sin palabras, nos comunicamos, conversamos con Dios y oímos las respuestas... Todos nosotros, cuando alcanzamos la verdadera condición espiritual, podemos oír la Voz de Dios.79

Bahá'u'lláh declara que las verdades espirituales más elevadas pueden comunicarse sólo por medio de este lenguaje. Es inadecuada la palabra hablada o escrita. En la obra llamada Los Siete Valles, en la que describe el viaje de unos peregrinos de la habitación terrena al hogar divino, dice, al referirse a las más avanzadas etapas del viaje:

La lengua es incapaz de describirlas, la expresión es lamentablemente deficiente. La pluma es inútil en esta corte, y el resultado de la tinta sólo negrura... Solamente el corazón puede comunicar al corazón el estado del conocedor; ésta no es labor de mensajero, ni tampoco puede ser contenida en letras.


La Actitud de Devoción

A fin de poder alcanzar la condición espiritual en la que es posible conversar con Dios, 'Abdu'l-Bahá dice:
Debemos esforzarnos por alcanzar esa condición en la que, separándonos de todas las cosas y las gentes del mundo, nos volvamos solamente a Dios. Hará falta algún esfuerzo para que el hombre pueda alcanzar esa condición, pero debe trabajar y luchar para alcanzarla. La obtendremos pensando y deseando menos las cosas materiales y más las espirituales. Cuanto más nos alejemos de unas, más nos acercaremos a las otras. La elección es nuestra.
Nuestra percepción espiritual, nuestra vista interior deben abrirse para poder reconocer las señales y las huellas del espíritu de Dios en todas las cosas. Todas las cosas pueden reflejarnos la luz del espíritu.80

Bahá'u'lláh ha escrito:

"Ese buscador... al amanecer de cada día debiera comulgar con Dios y perseverar con toda su alma en la búsqueda de su Amado. Debiera consumir todo pensamiento descarriado con la llama de Su amorosa mención..."81

Del mismo modo, declara 'Abdu'l-Bahá:

Cuando el hombre permite que el espíritu, por medio de su alma, alumbre su entendimiento, entonces abarca toda la creación... Por otra parte, cuando el hombre no abre su entendimiento y su corazón a las bendiciones del espíritu, sino que vuelve su alma hacia las cosas materiales, hacia la parte corpórea de su naturaleza, entonces ha caído de su elevado puesto y llega a un estado inferior al de los seres del reino animal.82

De nuevo, escribe Bahá'u'lláh:

Oh pueblo, liberad vuestras almas de las cadenas del yo y purificadlas de todo apego a cualquier cosa fuera de Mí. El recuerdo de Mí limpia todas las cosas de mancha, si pudierais comprenderlo... Entona, oh Mi siervo, los versos de Dios que tú has recibido, ... para que la dulzura de tu melodía encienda tu propia alma y atraiga los corazones de todos los hombres. Quienquiera que recite, retirado en su cámara, los versos revelados por Dios, los ángeles esparcidores del Todopoderoso esparcirán por doquier la fragancia de las palabras pronunciadas por su boca.83


Necesidad de un Mediador

De acuerdo con 'Abdu'l-Bahá:

Es necesario un mediador entre el hombre y el Creador -uno que reciba toda la luz del Divino Esplendor y la irradie sobre la humanidad, como la atmósfera de la tierra recibe y difunde el calor de los rayos del sol.84
Si deseamos orar, tenemos que tener un objeto en el cual concentrarnos. Si nos volvemos hacia Dios, tenemos que dirigir nuestros corazones a cierto centro. Si el hombre adora a Dios por otro medio que no sea el de Su Manifestación, tiene que formarse primero un concepto de Dios, y ese concepto será creado por su propia mente. Como lo que es finito no puede comprender lo infinito, así Dios no puede ser comprendido en esta forma. El hombre comprende aquello que concibe con su propia mente. Aquello que él puede comprender no es Dios. Ese concepto de Dios que el hombre forma por sí mismo no es más que un fantasma, una imagen, una fantasía, una ilusión. No hay conexión alguna entre semejante concepto y el Ser Supremo.
Si un hombre desea conocer a Dios debe encontrarlo en el perfecto espejo: Cristo o Bahá'u'lláh. En cualquiera de estos espejos verá reflejado el Sol de la Divinidad.
Así como reconocemos el sol físico por su esplendor, su luz y su calor, así reconocemos a Dios, el Sol Espiritual, cuando brilla desde el templo de la Manifestación, por Sus atributos de perfección, por la belleza de Sus cualidades y por el esplendor de Su luz.85
De nuevo Él dice:

A no ser que el Espíritu Santo sea intermediario, no podemos alcanzar directamente las bondades de Dios. No paséis por alto esta simple verdad, pues es evidente que un niño no puede instruirse sin un profesor, y la sabiduría es una de las bondades de Dios. La tierra no se cubre de pasto y vegetación sin la lluvia de la nube; por lo tanto, la nube es la intermediaria entre la divina bondad y la tierra. La luz tiene un centro, y si procuramos buscarla por otro que no sea ese centro, no la podremos encontrar... Vuelve tu atención a los días de Cristo; algunos se imaginaron que era posible alcanzar la verdad sin las efusiones mesiánicas, pero esta misma creencia fue la causa de su pérdida.86

Un hombre que trata de adorar a Dios sin volverse hacia Su Manifestación es como un hombre en un calabozo tratando de gozar de los rayos del sol por medio de su imaginación.


La Oración, Indispensable y Obligatoria

El uso de la oración está recomendado a los bahá'ís en términos bien claros. Bahá'u'lláh dice en el Kitáb-i-Aqdas:

Recitad las palabras de Dios cada mañana y cada noche. Aquel que descuidara esta práctica no ha sido fiel al Convenio de Dios y Su Testamento, y aquel que hoy se aparta de él es de los que se apartan de Dios. Teme a Dios, ¡oh Mi pueblo! No permitáis que la mucha lectura (de la palabra sagrada) o vuestras acciones, de día o noche, os vuelvan orgullosos. Entonar un solo verso con gozo y alegría es mejor para ti que leer sin cuidado todas las Revelaciones del Dios Omnipotente. Entonad las Tablas de Dios en tal forma que no os sintáis fatigados o deprimidos. No fatiguéis vuestro espíritu hasta dejarlo exhausto y lánguido; antes bien, procurad refrescarlo hasta que se eleve en las alas de la Revelación hacia el lugar del amanecer de las pruebas. Esto os llevará más cerca de Dios, si sois de los que comprenden.87

'Abdu'l-Bahá dice en una carta:

¡Oh tú amigo espiritual! Sabe que la oración es indispensable y obligatoria, y que el hombre bajo ningún pretexto está exento de ella, a no ser que estuviese mentalmente enfermo o se lo impidiese un obstáculo insuperable.88

Otro que le escribía, preguntó: "¿Para qué orar? ¿Cuál es el objeto? Dios ha establecido todas las cosas y ejecuta todo en el mejor orden. Por lo tanto, ¿cuál es el objeto de rogar y suplicar por nuestras necesidades y pedir ayuda?"
'Abdu'l-Bahá replicó:

Debes saber, en verdad, que es propio que el débil suplique al Fuerte, y corresponde que el que busca bondades suplique al glorioso Bondadoso. Cuando uno suplica a su Señor, se dirige a Él y busca generosidad de Su Océano, esa súplica trae luz a su corazón, iluminación a su vista, vida a su alma y exaltación a su ser.
Durante tus súplicas a Dios, y recitando "Tu nombre es mi curación", considera cómo tu corazón se alegra y tu alma se deleita con el espíritu del amor de Dios, y tu mente se siente atraída al Reino de Dios. Por estas atracciones aumentan nuestra habilidad y capacidad. Cuando el vaso se agranda aumenta el agua, y cuando la sed crece, es más agradable al gusto del hombre la generosidad de la nube. Éste es el misterio de la súplica y la sabiduría de manifestar nuestras necesidades.89

Bahá'u'lláh ha revelado tres oraciones obligatorias diarias. El creyente es libre de elegir cualquiera de esas tres oraciones, pero está obligado a recitar una de ellas y de la manera en que lo ha indicado Bahá'u'lláh.


La Oración Colectiva

Las oraciones que Bahá'u'lláh ha ordenado como obligación diaria para los bahá'ís deben ser dichas en privado. Solamente en el caso de la Oración por los Muertos ha ordenado Bahá'u'lláh la oración colectiva, y la única exigencia es que el creyente que la lea lo haga en voz alta, y todos los presentes deben estar de pie. Esto difiere de la práctica islámica de oraciones colectivas, en las que los fieles se paran en filas detrás de un imán que dirige la oración, lo cual está prohibido en la Fe Bahá'í.
Estas ordenanzas, que concuerdan con la abolición del clero profesional dispuesta por Bahá'u'lláh, no significan que Él no atribuya ningún valor a las reuniones para el culto. En cuanto a la importancia de reunirse para la oración, 'Abdu'l-Bahá dijo lo siguiente:

El hombre puede decir: "Puedo orar a Dios cuando quiera, cuando los sentimientos de mi corazón sean atraídos hacia Él; cuando esté en el desierto, en la ciudad o en cualquier otro lugar. ¿Por qué voy a juntarme con los que se reúnen en un día especial, a cierta hora, para unir mis plegarias con las de ellos, cuando mi estado de ánimo no esté preparado para la oración?"
Pensar de este modo es una imaginación inútil, pues cuando muchos se reúnen su fuerza es mayor. Los soldados luchando individualmente no tienen la fuerza de un ejército unido. Si todos los soldados en esta guerra espiritual se reúnen, entonces sus sentimientos espirituales unidos se refuerzan unos a otros y sus oraciones se hacen aceptables.90

La Oración, Lenguaje del Amor

A alguien que preguntó si la oración era necesaria, ya que Dios presumiblemente conoce los deseos de todos los corazones, replicó:

Si un amigo siente amor por otro, su deseo es dárselo a conocer. Aunque sabe que su amigo comprende que él lo ama, todavía desea decírselo... Dios conoce los deseos de todos los corazones, pero el impulso de orar es natural en el hombre y emana de su amor a Dios...
La oración no siempre tiene que hacerse con palabras, sino en pensamiento e intención. Si uno carece de este amor y deseo, es inútil tratar de forzarlos. Las palabras sin amor no tienen significado. Si una persona te habla como cumpliendo sólo con una desagradable obligación, sin mostrar amor y placer de estar contigo, ¿deseas conversar con ella?91

En otra charla Él dijo:

En la más elevada oración el hombre ora sólo por amor a Dios, no por el temor a Él o al infierno, o porque espere favores del cielo... Cuando el hombre se enamora de un ser humano le es imposible no mencionar el nombre del ser amado. Cuánto más difícil es dejar de mencionar el Nombre de Dios cuando uno ha llegado a amarlo. El hombre espiritual no encuentra gozo en otra cosa que no sea la conmemoración de Dios.92


Liberación de Calamidades

De acuerdo con las enseñanzas de los profetas, las enfermedades y otras formas de calamidad resultan de la desobediencia a los divinos mandamientos. Aun los desastres debidos a las inundaciones, huracanes y terremotos son atribuidos por 'Ab-du'l-Bahá indirectamente a esa causa.
El sufrimiento que proviene del error no es vindicativo, sino que sirve de educación y remedio. Es la voz de Dios que le recuerda al hombre que se ha desviado del camino recto. Si el sufrimiento es terrible, es porque el peligro de pecar es aún más grande, pues "el pago del pecado es la muerte".
Así como la calamidad es el resultado de la desobediencia, la liberación de la calamidad sólo puede obtenerse por la obediencia. En esto no existe azar ni duda. Alejarse de Dios trae inevitablemente desastres. Acercarse a Él trae inevitablemente bendiciones.
Como la humanidad toda es un solo organismo, de este modo el bienestar de cada individuo no depende únicamente de su propia conducta, sino también de la de su vecino. Si él comete faltas, todos sufren en mayor o menor grado; si uno hace bien, todos se benefician. Cada cual, hasta cierto punto, tiene que llevar la carga de su prójimo, y los mejores de los hombres son los que llevan la mayor carga. Los santos siempre sufrieron mucho; los profetas sufrieron en extremo. Bahá'u'lláh dice en el Libro de Íqán: "Sin duda has sido informado de las tribulaciones, la pobreza, los males y la degradación que han sobrevenido a cada profeta de Dios y Sus compañeros. Debes de haber oído cómo las cabezas de Sus seguidores eran enviadas a diferentes ciudades en calidad de presentes".93
Esto no quiere decir que los santos y los Profetas hayan merecido mayor castigo que los demás hombres. Por el contrario, ellos frecuentemente sufren por los pecados de otros y eligen sufrir para el bien de los demás. Su interés es el bienestar del mundo, no el de sí mismos. La oración del que en verdad ama a la humanidad no es para que él, individualmente, se libre de la pobreza, la enfermedad o el desastre, sino para que la humanidad se salve de la ignorancia y el error y de los males que de ellos provienen inevitablemente. Si desea salud y riquezas para sí mismo, es para poder servir al Reino, y si la salud física y el bienestar material le son negados, acepta su suerte con "radiante aquiescencia", sabiendo muy bien que hay una verdadera sabiduría en todo lo que le ocurre en el sendero de Dios.
'Abdu'l-Bahá dice:

La pena y la desgracia no nos vienen por casualidad; la Divina Merced nos la envía para nuestro perfeccionamiento. Cuando vienen la pena y la desgracia, el hombre recuerda a su Padre que está en el Cielo, Quien lo puede librar de estas humillaciones. Cuanto más castigado es un hombre, más grande es la cosecha de virtudes espirituales manifestadas por él.94

A primera vista parecerá una injusticia que los inocentes sufran por los culpables, pero 'Abdu'l-Bahá nos asegura que la injusticia es sólo aparente y que, en el transcurso del tiempo, la perfecta justicia prevalece. Él escribe:

En cuanto a los niños y los débiles que sufren en las manos de sus opresores... para esas almas hay una recompensa en otro mundo... y ese sufrimiento es la más grande merced de Dios. En verdad que la merced del Señor es mucho mejor que todas las comodidades de este mundo y el crecimiento y desarrollo correspondientes a este lugar de mortalidad.95


La Oración y la Ley Natural

Creer en la eficacia de la oración es para muchos una dificultad, pues piensan que el otorgamiento de lo que se pide orando implicaría intervención arbitraria en las leyes de la naturaleza. La siguiente analogía puede ayudar a disipar esta dificultad: Si se sostiene un imán sobre unas limaduras de hierro, éstas se levantan y quedan suspendidas de él; pero esto no quiere decir que se está interfiriendo en la ley de gravedad. El punto de vista bahá'í es que la oración pone en acción fuerzas mayores que son todavía poco conocidas; pero no parece que haya motivo para creer que esas fuerzas sean más arbitrarias en su acción que las fuerzas físicas. La diferencia es que todavía no han sido bien estudiadas e investigadas experimentalmente, y su acción parece misteriosa e incalculable a causa de nuestra ignorancia.
Otra dificultad que deja perplejos a algunos es que la oración parece una fuerza demasiado débil para producir los grandes resultados que se le atribuyen. Otra analogía puede aclarar también esta dificultad: Una fuerza pequeña, aplicada a la compuerta de un dique, puede soltar y regular una enorme caída de agua que produce fuerza hidráulica; o, aplicada al timón de un gran barco, puede controlar el curso de éste. Desde el punto de vista bahá'í, la fuerza que responde a las oraciones es el Poder inagotable de Dios. La parte del suplicante consiste sólo en ejercer la pequeña fuerza necesaria para librar la corriente o determinar el curso de la generosidad divina, que está siempre al servicio de los que han aprendido a servirse de ella.


Oraciones Bahá'ís

Bahá'u'lláh y 'Abdu'l-Bahá han revelado innumerables oraciones para uso de Sus creyentes en diferentes ocasiones y variados propósitos. La grandeza del concepto y la profundidad de la espiritualidad reveladas en estas enunciaciones impresiona a todo estudioso reflexivo. Pero solamente haciendo de su uso una parte importante y regular de la vida diaria, puede ser perfectamente apreciado su significado y reconocido su gran poder para producir el bien. Desgraciadamente, consideraciones de espacio nos impiden dar aquí más de unas pocas y breves oraciones que insertamos a continuación. Para más ejemplos de estas oraciones habrá que remitir al lector a otras obras.

¡Oh mi Señor! Haz de tu belleza mi alimento y de tu presencia mi bebida; de tu agrado mi esperanza y de tu alabanza mi acción; de tu recuerdo mi compañero y del poder de tu soberanía mi socorro; de tu morada mi hogar y de mi vivienda la sede que Tú has santificado de las limitaciones impuestas a quienes están separados de Ti como por un velo.
Tú eres verdaderamente el Todopoderoso, el Todoglorioso, el Omnipotente.
Bahá'u'lláh

Soy testigo, oh mi Dios, de que Tú me has creado para conocerte y adorarte. Soy testigo en este momento de mi impotencia y tu poder, de mi pobreza y tu riqueza.
No hay otro Dios más que Tú, el que ayuda en el peligro, el que subsiste por Sí mismo.
Bahá'u'lláh

¡Oh mi Dios, oh mi Dios! Une los corazones de tus siervos y revélales tu gran propósito. Que sigan tus mandamientos y permanezcan en tu ley. Ayúdales, oh Dios, en sus esfuerzos y confiéreles fuerza para servirte. ¡Oh Dios! No los abandones a sí mismos, sino guía sus pasos con la luz de tu conocimiento y alegra sus corazones con tu amor. Verdaderamente Tú eres su Auxiliador y su Señor.
Bahá'u'lláh

¡Oh Tú, bondadoso Señor! Tú has creado a toda la humanidad del mismo linaje. Tú has decretado que todos pertenezcan a la misma familia. En tu santa presencia todos ellos son tus siervos y toda la humanidad se cobija bajo tu tabernáculo; todos se han reunido en tu mesa de munificencia; todos están iluminados por la luz de tu providencia.
¡Oh Dios! Tú eres bondadoso con todos, Tú provees a todos, das asilo a todos, confieres vida a todos. Tú has dotado a todos y a cada uno con talento y facultades y todos están sumergidos en el océano de tu misericordia.
¡Oh Tú, bondadoso Señor! Une a todos. Haz que las religiones concuerden, haz de las naciones una sola, a fin de que puedan verse unas a otras como una sola familia y a toda la humanidad como un solo hogar. Que vivan todas juntas en perfecta armonía.
¡Oh Dios! Iza hasta lo más alto el estandarte de la unidad de la humanidad.
¡Oh Dios! Establece la Paz Más Grande.

Une Tú, oh Dios, los corazones unos con otros.
¡Oh Tú, Padre bondadoso, Dios! Regocija nuestros corazones con la fragancia de tu amor. Ilumina nuestros ojos con la luz de tu guía. Alegra nuestros oídos con la melodía de tu Palabra y ampáranos a todos en el refugio de tu providencia.
Tú eres el Poderoso y el Fuerte. Tú eres el que perdona y Tú eres el que pasa por alto los defectos de toda la humanidad.
'Abdu'l-Bahá

¡Oh Tú, el Todopoderoso! Soy un pecador, pero Tú eres el Perdonador. Lleno de flaquezas estoy, mas Tú eres el Compasivo. Me encuentro en las tinieblas del error, pero Tú eres la Luz del Perdón.
¡Oh Tú, Dios Benévolo! Perdóname mis pecados; concédeme tus dádivas; pasa por alto mis faltas; abrígame y sumérgeme en las fuentes de tu paciencia y cúrame de toda enfermedad y dolencia. Purifícame, santifícame y dame una porción del manantial de tu santidad, para que la tristeza y el dolor puedan desvanecerse y la dicha y la alegría desciendan sobre mí.
Haz que la desesperación y el desaliento se transformen en confianza y regocijo. Y concede que el miedo se transforme en valor.
En verdad Tú eres el Perdonador, el Compasivo y eres el Generoso, el Amado.
'Abdu'l-Bahá

¡Oh Dios compasivo! Te doy gracias por haberme despertado y hecho consciente. Tú me has dado un ojo que ve y me has favorecido con un oído que escucha, me has conducido a tu reino y me has guiado hacia tu sendero. Tú me has indicado el camino verdadero y me has hecho entrar en el arca de liberación.
¡Oh Dios! Mantenme constante y hazme firme y leal. Protégeme de pruebas violentas, presérvame y dame amparo en la fortaleza sólidamente amurallada de tu Convenio y Testamento. Tú eres el poderoso. Tú eres el que ve. Tú eres el que oye.
¡Oh Tú, Dios compasivo! Concédeme un corazón que se ilumine como un cristal con la luz de tu amor, y confiéreme pensamientos que, mediante las efusiones de la gracia celestial, transformen este mundo en un jardín de rosas.
Tú eres el Compasivo, el Misericordioso. Tú eres el Gran Dios Benéfico.
'Abdu'l-Bahá

Sin embargo, la oración bahá'í no se limita al uso de las fórmulas prescritas, a pesar de lo importante que son éstas. Bahá'u'lláh enseña que la vida entera debe ser una oración, que todo trabajo hecho con espíritu de servicio es adoración a Dios, y que todo pensamiento, cada palabra y acción dedicados a la gloria de Dios y al beneficio de la humanidad son oraciones en el verdadero sentido de la palabra.96



7


SALUD Y CURACIÓN


Volver el rostro hacia Dios trae la curación del cuerpo, de la mente y del alma.

'Abdu'l-Bahá.


Cuerpo y Alma

De acuerdo con las enseñanzas bahá'ís, el cuerpo humano sirve a un propósito temporal en el desarrollo del alma, y cuando esa misión se ha realizado el cuerpo es desechado. Es como el cascarón del huevo, que llena su misión temporal en el desarrollo del polluelo, y cuando ese propósito ha sido cumplido, se rompe y es descartado. 'Abdu'l-Bahá dice que el cuerpo físico no puede ser inmortal, porque es algo compuesto de átomos y moléculas y, como todas las cosas que son compuestas, tiene, con el tiempo, que descomponerse.
El cuerpo debe ser el sirviente del alma, nunca su amo; pero debe ser un siervo de buena voluntad, obediente y eficiente, y debe ser tratado con la consideración que merece un buen sirviente. Si no es tratado apropiadamente, el resultado es la enfermedad y el desastre, con consecuencias dañosas tanto para el sirviente como para el amo.

La Unidad de Toda Vida

La unidad esencial de los millares de formas y grados de vida es una de las enseñanzas fundamentales de Bahá'u'lláh. Nuestra salud física está tan unida con nuestra salud mental, moral y espiritual, y también con la salud individual y social de nuestros semejantes, y aun con la vida de los animales y plantas, que cada uno de éstos está afectado por los demás en un grado mucho mayor que el que en general se supone.
Por lo tanto, no hay mandamiento del Profeta, en cualquier aspecto de la vida a que en particular se refiera, que no concierna a la salud del cuerpo. Sin embargo, algunas de las enseñanzas conciernen a la salud física más claramente que otras, y éstas son las que examinaremos.


Vida Sencilla

'Abdu'l-Bahá dice:

La economía es el fundamento de la prosperidad humana. El derrochador siempre tiene inconvenientes. La prodigalidad de parte de cualquier persona es un pecado imperdonable. No debemos vivir de los otros como plantas parásitas. Toda persona debe tener una profesión, ya sea intelectual o manual, y debe vivir una vida limpia, animosa y honrada, que sea un ejemplo de pureza que pueda ser imitado por los demás. Es mucho más noble satisfacerse con un pedazo de pan duro que gozar de una suntuosa comida de muchos platos a costa de los demás. La mente de una persona satisfecha con lo que tiene, está siempre en paz y su corazón en reposo.97

Comer carne no está prohibido, pero 'Abdu'l-Bahá dice:

El alimento del futuro serán frutas y cereales. Llegará un tiempo en que no se comerá carne. La ciencia médica está sólo en su infancia, y ya nos ha demostrado que nuestro alimento natural es lo que crece del suelo.98


Alcohol y Drogas

El uso de drogas e intoxicantes de cualquier clase está estrictamente prohibido por Bahá'u'lláh, a no ser que se usen como remedio en caso de enfermedad.


Distracciones

Las enseñanzas bahá'ís se basan en la moderación, no en el ascetismo. Gozar de las cosas buenas y bellas de la vida, ya sean espirituales o materiales, no sólo está permitido, sino aconsejado. Bahá'u'lláh dice: "No os privéis de aquello que ha sido creado para vosotros". Y nuevamente repite: "Es obligatorio que se manifieste en vuestros rostros el alborozo y buenas nuevas".
Dice 'Abdu'l-Bahá:

Todo lo que se ha creado es para el hombre, que está en la cúspide de la creación, y él debe estar agradecido por los dones divinos. Todas las cosas materiales son para nosotros, para que por medio de nuestra gratitud aprendamos a considerar la vida como un divino beneficio. Si estamos disgustados con la vida somos unos ingratos, pues nuestra vida espiritual y material son las pruebas evidentes de la misericordia divina. Por lo tanto, debemos sentirnos felices y pasar nuestro tiempo en alabanzas, apreciando todas las cosas.99

Cuando se preguntó a 'Abdu'l-Bahá si la prohibición de los juegos de azar se aplicaba a todos los demás juegos, respondió:

No, algunos juegos son inocentes, y si se los toma como pasatiempo no hacen daño; pero existe el peligro de que ese pasatiempo degenere en disipación del tiempo. Malgastar el tiempo no es aceptable en la Causa de Dios, pero la recreación como ejercicio que pueda mejorar las facultades del cuerpo es muy deseable.100


Limpieza

Bahá'u'lláh dice en el Libro de Aqdas:

Sed la esencia de la limpieza entre la humanidad... En toda circunstancia observad las maneras más refinadas... No dejéis aparecer la menor traza de desaseo en vuestras vestiduras... Sumergíos en agua pura; el agua que ya ha sido usada no es permisible... En verdad, nuestro deseo es ver en vosotros la manifestación del Paraíso en la tierra, para que podáis difundir aquello que hará regocijar el corazón de los favorecidos.101

Mírzá Abu'l-Fadl, en su libro Bahá'í Proofs (pág. 89), señala la importancia extrema de estos mandamientos, especialmente en ciertos lugares del Oriente, donde se usa a menudo agua de la más asquerosa descripción para los menesteres de la casa, para bañarse y aun para beber, y donde las condiciones sanitarias más horribles causan una enorme cantidad de miserias y enfermedades que podrían ser evitadas. Estas condiciones, que generalmente se supone son sancionadas por la religión allí prevaleciente, pueden ser cambiadas entre los orientales sólo por orden de aquel a quien se considere con autoridad divina. En muchas partes del hemisferio occidental también se podría conseguir una maravillosa transformación si se aceptara la limpieza no como algo que nos acerca a la santidad, sino como una parte esencial de la santidad.

Efecto de la Obediencia a los Mandamientos
de los Profetas

El resultado que sobre la salud tienen estas directivas relacionadas con la vida sencilla, higiene, abstinencia de alcohol y opio, etc., es demasiado evidente como para necesitar gran comentario, a pesar de que su importancia vital es a veces muy subestimada. Si estas reglas fuesen generalmente observadas, muchas de las enfermedades infecciosas, y aun muchas que no lo son, pronto desaparecerían de entre los hombres. Es prodigioso el número de enfermedades causadas por el descuido de las más sencillas precauciones higiénicas y por el abuso del alcohol y el opio. Además, la obediencia a estos mandatos no sólo afectaría favorablemente a la salud, sino que tendría una influencia muy beneficiosa para el buen carácter y conducta. El alcohol y el opio afectan a la conciencia del hombre mucho antes de afectar su porte o de causarle enfermedades; de modo que los beneficios que resultarían de la abstinencia serían mucho más importantes moral y espiritualmente que físicamente. Refiriéndose a la limpieza, 'Abdu'l-Bahá dice:

La limpieza externa, aunque es una cosa física, tiene gran influencia sobre la espiritualidad... El hecho de tener un cuerpo puro y limpio ejerce mucha influencia en el espíritu del hombre.102

Si, en general, se obedecieran los mandatos de los Profetas en lo relativo a la castidad en las relaciones sexuales, desaparecería otra fértil causa de enfermedad. Las abominables enfermedades venéreas que hoy afectan a la salud de tantos miles, tanto inocentes como culpables, tanto niños como padres, pronto serían algo enteramente del pasado.
Si los mandatos de los Profetas concernientes a la justicia, la ayuda mutua, amar al prójimo como a nosotros mismos, se cumplieran, ¿cómo sería posible que la sobrepoblación, el trabajo excesivo y la sórdida pobreza, por una parte, y la falta de sobriedad, la ociosidad y el lujo exagerado por otra, continuasen causando ruina mental, moral y física a los hombres?
La simple obediencia a los mandamientos higiénicos y morales de Moisés, Buda, Cristo, Mu¥ammad o Bahá'u'lláh podría ser más efectiva en la prevención de enfermedades que todo lo que los médicos y los reglamentos de salud pública que existen en el mundo han podido realizar. En realidad, parece seguro que si la obediencia fuera general, la buena salud también sería general. En vez de que las vidas se vieran plagadas por la enfermedad o segadas en la infancia, juventud o en lo mejor de la madurez, como ocurre ahora con tanta frecuencia, los hombres vivirían hasta una edad avanzada, como los frutos sanos, que maduran y sazonan antes de desprenderse de la rama.


El Profeta como Médico

Vivimos, no obstante, en un mundo donde desde tiempos inmemoriales la obediencia a los mandatos de los Profetas ha sido la excepción más bien que la regla; donde el amor a sí mismo ha prevalecido sobre el amor a Dios; donde los intereses limitados y de partido han tenido preferencia sobre los intereses de la humanidad en conjunto; donde las posesiones materiales y los placeres sensuales han sido tomados más en cuenta que el bienestar espiritual y social de la humanidad. Por este motivo ha surgido violenta competencia y conflicto, opresión y tiranía, extremos de pobreza y de riqueza, condiciones que sólo traen enfermedades físicas y morales. Como consecuencia, el árbol entero de la humanidad está enfermo y cada una de sus hojas sufre de la enfermedad general. Aun los más puros y nobles tienen que sufrir por los pecados de los demás. Se necesita la curación, una curación de la humanidad en general, de las naciones y de los individuos. Así Bahá'u'lláh, como sus inspirados predecesores, no solamente indica cómo debe conservarse la salud, sino también cómo recobrarla cuando se ha perdido. Viene como el Gran Médico, como el Sanador de las enfermedades del mundo, tanto del cuerpo como de la mente.


La Cura con Medios Materiales

En el mundo occidental de hoy se evidencia un renacimiento extraordinario de la fe en la eficacia de los medios mentales y espirituales de cura. Por cierto que muchos, en su reacción contra las ideas materialistas sobre las enfermedades y su tratamiento que prevalecían en el siglo diecinueve, se han ido al otro extremo, negando que los remedios materiales y los métodos higiénicos tengan ningún valor. Bahá'u'lláh reconoce el valor de los remedios materiales tanto como de los espirituales. Enseña que la ciencia y el arte de curar deben ser desarrollados, alentados y perfeccionados, para que así todos los medios de curar sean usados con la mayor ventaja posible, cada uno dentro de su propia esfera. Cuando un miembro de la familia de Bahá'u'lláh caía enfermo, se llamaba a un médico profesional. Esta misma práctica está recomendada a todos los creyentes. Él dice: "Si fueseis atacados por dolencias o enfermedad, consultad hábiles médicos".103
Esto está en completo acuerdo con la actitud bahá'í hacia la ciencia y el arte en general. Todas las ciencias y artes que benefician a la humanidad, aun en forma material, deben ser estimadas y fomentadas. Por medio de la ciencia el hombre se convierte en amo de las cosas materiales; por la ignorancia se condena a ser un esclavo.
Bahá'u'lláh escribe:

No descuidéis el tratamiento médico cuando sea necesario, pero abandonadlo tan pronto como hubierais recobrado la salud. Curad la enfermedad preferentemente por medio de la dieta, procurando usar pocas drogas; y si encontráis remedio en una sola hierba, no acudáis a las medicinas compuestas... Absteneos de las drogas cuando la salud sea buena, pero acudid a ellas cuando sea necesario.104

En una de Sus tablas dice 'Abdu'l-Bahá:

¡Oh buscador de la verdad! Hay dos maneras de curar la enfermedad: por medios materiales y por medios espirituales. La primera forma es usando los remedios materiales. La segunda consiste en orar a Dios y volverse hacia Él. Ambos medios de curación deben usarse y practicarse... Por lo tanto, no son incompatibles y debéis aceptar los remedios físicos como dones de la misericordia y el favor de Dios, Quien ha revelado y hecho manifiestos conocimientos médicos para que sus siervos puedan también beneficiarse con esta clase de tratamiento.105

También nos enseña que si nuestros gustos e instintos naturales no estuviesen viciados y desnaturalizados por nuestro modo de vivir desordenado, ellos serían los mejores guías para escoger una dieta apropiada de frutas medicinales, hierbas y otros remedios, como en el caso de los animales salvajes. En una interesante alocución anotada en Contestación a unas Preguntas (LXXIII), Él dice en conclusión:

Según eso, resulta evidente que es posible lograr la curación por medio de comidas, alimentos y frutos. Dado que en la actualidad la medicina es imperfecta, el hecho no ha sido aún enteramente comprendido. Cuando la medicina se perfeccione, los tratamientos se llevarán a cabo por medio de dietas, alimentos, frutos fragantes y productos vegetales, así como por aguas varias a diferentes temperaturas.

Aun cuando los medios de curación sean materiales, el poder que cura es realmente divino, porque los atributos de la hierba o el mineral son dones divinos. "Todo depende de Dios. Las medicinas son sólo los medios exteriores por los que obtenemos curación celestial."
Curación por Medios no Materiales

Él nos enseña que también hay muchas formas de curar sin medios materiales. Existe el "contagio de la salud", al igual que el contagio de la enfermedad, aunque el primero se opera lentamente y tiene poco efecto, mientras que el último es a menudo violento y rápido en su acción.
Efectos mucho más poderosos resultan del propio estado mental del paciente, y la "sugestión" puede desempeñar un papel importante en la determinación de ese estado. El temor, la ira, la preocupación, etc., son muy perjudiciales para la salud, mientras que la esperanza, el amor, el gozo, etc., son muy beneficiosos.
Bahá'u'lláh dice:

En verdad, lo más necesario es el contentamiento en todas las circunstancias; por este medio uno se protege de condiciones mórbidas y de la lasitud. No os dejéis vencer por la aflicción y el pesar; ellas causan gran miseria. Los celos consumen el cuerpo y la ira quema el hígado: evítalas como evitarías a un león.106

Y 'Abdu'l-Bahá dice:

La alegría nos da alas. Cuando estamos contentos nuestra fuerza es más vital, nuestra inteligencia es más aguda...107

Respecto a otra forma de curación mental, 'Abdu'l-Bahá escribe que resulta

de la completa concentración del pensamiento de una persona fuerte sobre un enfermo, cuando este último espera con toda su fe concentrada que resultará una cura del poder espiritual de la persona fuerte, en tal forma que se establecerá una conexión cordial entre la persona fuerte y el enfermo. La persona fuerte concentra todo su esfuerzo para curar al paciente, y el paciente es consciente de que recibe una cura. Del efecto de estas impresiones mentales se produce una excitación de los nervios, y esta impresión y esta excitación de los nervios serán la causa de la recuperación del enfermo.108

Sin embargo, todos estos métodos de curación son limitados en sus efectos y pueden fallar en la curación de enfermedades graves.


El Poder del Espíritu Santo

El medio más poderoso de curación es el Poder del Espíritu Santo.

Esto no depende del contacto, ni de la vista, ni de la presencia... Puede la enfermedad ser leve o severa, puede o no haber contacto de cuerpos, puede o no establecerse una conexión personal entre la persona enferma y el que va a curarlo, esta curación se efectúa por medio del poder del Espíritu Santo.109

En una charla con la Srta. Ethel Rosenberg en octubre de 1904, dijo 'Abdu'l-Bahá:

La curación efectuada por el poder del Espíritu Santo no necesita concentración o contacto especial. Se efectúa por medio del deseo y la oración de la santa persona. El enfermo puede estar en Oriente y el que lo cura en el Occidente, y pueden ambos no conocerse; pero tan pronto como la persona consagrada vuelve su corazón hacia Dios y empieza a orar, el enfermo está curado. Este don pertenece a las Santas Manifestaciones y a aquellos que están en la posición más elevada.

Aparentemente eran de esta naturaleza las curas efectuadas por Cristo y Sus apóstoles, y curas similares han sido atribuidas a los hombres santos de todas las épocas. Bahá'u'lláh y 'Abdu'l-Bahá recibieron este don, y poderes similares han sido prometidos a Sus fieles creyentes.


Actitud del Paciente

Para que el poder de curación espiritual entre en plena operación son necesarias ciertas condiciones de parte del paciente, del que cura, de los amigos del paciente y de la comunidad en general.
De parte del paciente el principal requisito es que se vuelva a Dios de todo corazón, con implícita confianza en Su poder y en Su voluntad de hacer lo que más convenga. En agosto de 1912 'Abdu'l-Bahá dijo a una señora americana:

Todas estas enfermedades desaparecerán y usted recibirá una salud perfecta, tanto física como espiritual... Deje que su corazón esté convencido y seguro de que por medio de la gracia de Bahá'u'lláh, por medio del favor de Bahá'u'lláh, todo le será placentero. Pero es necesario que vuelva su rostro hacia el Reino de Abhá (Todoglorioso) con toda atención -la misma atención que María Magdalena prestó a Su Santidad Cristo-, y yo le aseguro que obtendrá salud física y salud espiritual. Usted lo merece. Le doy las buenas nuevas de que lo merece porque su corazón es puro... ¡Tenga confianza! ¡Sea feliz! ¡Regocíjese! ¡Tenga esperanza!

Aunque en este caso particular 'Abdu'l-Bahá garantizó la perfecta salud física, Él no hace esto en todos los casos, aun cuando haya una gran fe de parte del individuo. Le dijo a un peregrino en 'Akká:

Las oraciones que se han escrito especialmente con el objeto de ayudar a la curación son para ambas clases de curación: la física y la espiritual. Si la curación del paciente es lo que conviene, seguramente la alcanzará. Para algunos enfermos su curación sería solamente la causa de nuevas enfermedades. Es por eso que la sabiduría no responde a veces a algunas plegarias.
¡Oh sierva de Dios! El poder del Espíritu Santo cura las enfermedades tanto materiales como espirituales.110

Otra vez escribe a un enfermo:

En verdad, la Voluntad de Dios actúa algunas veces en una forma que la humanidad no puede comprender. Las causas y razones ya aparecerán. Cree en Dios y confía en Él, y resígnate a la Voluntad de Dios. En verdad que tu Dios es afectuoso, compasivo y misericordioso... y hará que Su misericordia descienda sobre ti.111

Nos enseña que la salud espiritual conduce a la salud física, pero que la salud física depende de muchos factores, algunos de los cuales están fuera del control del individuo. Aun la actitud espiritual más ejemplar del individuo, por lo tanto, puede no asegurarle la salud física en todos los casos. Los más santos hombres y mujeres sufren a veces enfermedades.
Sin embargo, la influencia benéfica sobre la salud física que resulta de una buena disposición espiritual es más poderosa de lo que generalmente se cree y, en muchos casos, es suficiente para evitar enfermedades. 'Abdu'l-Bahá escribió a una señora inglesa:

Me escribe usted sobre su debilidad física. Pido a la gracia de Bahá'u'lláh que se fortifique su espíritu, y que por medio de la fuerza de su espíritu su cuerpo también sea curado.

De nuevo dice:

Dios ha dotado al hombre con tan maravillosos poderes que, si alguna vez mira hacia arriba, puede recibir salud, entre otras bendiciones de Su divina generosidad. Desgraciadamente, el hombre no agradece este supremo bien, sino que duerme el sueño de la negligencia, descuidando la gran merced que Dios le ha demostrado, desviando su rostro de la Luz y siguiendo su camino en la oscuridad.112


El Sanador

El poder de cura espiritual es, sin duda, común a toda la humanidad en mayor o menor grado, pero así como hay personas dotadas de talento especial para la matemática o la música, otras parecen dotadas de poderes especiales para curar. Éstas son las personas que deberían dedicar su vida al arte de curar. Desgraciadamente, tanto se ha materializado el mundo en los últimos siglos que se ha olvidado hasta la misma posibilidad de curación espiritual. Así como las demás capacidades, el don de curar tiene que ser reconocido, perfeccionado y educado para que pueda alcanzar su más alto desarrollo y poder, y hay, probablemente, miles de personas en el mundo ricamente dotadas con aptitud natural para curar y que guardan inactivo este precioso don. Cuando las potencialidades del tratamiento espiritual y mental sean mejor reconocidas, el arte de curar se transformará y se ennoblecerá y su eficacia aumentará inmensurablemente. Cuando este nuevo conocimiento y poder de parte del que cura se combina con la fe viva y la esperanza del enfermo, se pueden esperar resultados maravillosos.

En Dios debemos confiar. No hay más Dios que Él, el que Cura, el Sabio, el Protector... Nada en el cielo ni en la tierra está fuera del dominio de Dios.
¡Oh médico! Al tratar a los enfermos, menciona primero el nombre de tu Dios, el Poseedor del Día del Juicio, y después haz uso de las cosas que Dios ha destinado para curar a Sus criaturas. ¡Por Mi vida! El médico que ha bebido el vino de Mi amor puede curar con sólo su visita, y su aliento es misericordia y esperanza. Adheríos a él para el bien de vuestros cuerpos. Está confirmado por Dios en sus tratamientos.
Este conocimiento es el más importante entre todas las ciencias, porque es el más grande de los medios creados por Dios, el Vivificador del polvo, para preservar los cuerpos de los hombres, y Él lo ha puesto delante de todas las ciencias y sabidurías. Puesto que éste es el día en que debéis levantaros para Mi Victoria.
Tu Nombre es mi curación, oh mi Dios, y el recuerdo de Ti es mi remedio. La proximidad a Ti es mi esperanza, y el amor por Ti es mi compañero. Tu misericordia hacia mí es mi curación y mi socorro, tanto en este mundo como en el venidero. Tú, verdaderamente, eres el Todogeneroso, el Omnisciente, el Sapientísimo.113

'Abdu'l-Bahá escribe:

De Aquel que está lleno del amor de Bahá y olvida todas las demás cosas, se oirá de sus labios al Espíritu Santo y el espíritu de la vida llenará su corazón... Las palabras saldrán de sus labios como enhebradas perlas, y las dolencias y enfermedades serán curadas con sólo aplicar las manos.114
¡Oh tú médico espiritual! Vuélvete hacia Dios con tu corazón latiendo con Su amor, dedicado a Su alabanza, mirando hacia Su Reino y buscando ayuda de Su Espíritu Santo en un estado de éxtasis, embeleso, amor, anhelo, alegría y fragancias. Dios te asistirá, por medio de un espíritu de Su Presencia, para curar enfermedades y dolencias.
Continúa curando los corazones y los cuerpos, y busca la curación de los enfermos dirigiéndote al Reino Supremo con el corazón puesto en obtener curación por medio del poder del Más Grande Nombre y por el espíritu del amor de Dios.115*
Cómo Pueden Ayudar Todos

El trabajo de curar a los enfermos es un asunto que no concierne únicamente al enfermo y al que cura, sino a todos. Todos deben ayudar por compasión y por deseo de servir, con la rectitud de sus vidas y pensamientos y, especialmente, por medio de sus oraciones, pues de todos los remedios la oración es el más poderoso. "Suplicar y orar en bien de los demás", dice 'Abdu'l-Bahá, "de seguro es efectivo". Los amigos del paciente tienen una responsabilidad especial, pues su influencia, ya sea buena o mala, es la más directa y poderosa. ¡En cuántos casos de enfermedad el resultado depende principalmente de los servicios de los parientes, amigos o vecinos del desvalido enfermo!
Incluso los miembros de la comunidad en general tienen su influencia en cada caso de enfermedad. En casos individuales esa influencia puede no parecer muy grande, pero en conjunto el efecto es poderoso. Cada uno es afectado por la "atmósfera" social en que vive, por la preponderancia de fe o materialismo, de virtud o vicio, de alegría o depresión; y cada individuo tiene su parte en determinar el estado de esa "atmósfera" social. Puede que no sea posible para cada uno, en la presente condición del mundo, alcanzar la salud perfecta, pero sí es muy posible para cada uno ser un "conductor dispuesto" del poder curativo del Espíritu Santo y así ejercer una influencia que ayude a curar su propio cuerpo y el de aquellos con quienes se pone en contacto.
Pocas obligaciones son más enfáticamente recomendadas a los bahá'ís que la de curar a los enfermos, y muchas bellísimas oraciones de curación han sido reveladas por Bahá'u'lláh y 'Ab-du'l-Bahá.


La Edad de Oro

Bahá'u'lláh nos asegura que por medio de la cooperación armoniosa de los pacientes, médicos y la comunidad en general, y por el apropiado uso de los diferentes medios para obtener la salud material, mental y espiritual, la Edad de Oro puede hacerse realidad cuando, por el poder de Dios, "todas las penas se convertirán en alegría y toda enfermedad en salud". 'Abdu'l-Bahá dice que "cuando el Mensaje Divino sea comprendido, todas las penas desaparecerán". Y añade:

Cuando el mundo material y el mundo divino tengan una perfecta correlación, cuando los corazones se vuelvan celestiales y las aspiraciones puras, se realizará una perfecta conexión. Entonces este poder producirá una perfecta manifestación. Las dolencias físicas y espirituales recibirán entonces completa cura.116


El Buen Uso de la Salud

Al concluir este capítulo estará bien recordar lo que 'Abdu'l-Bahá enseñó sobre el buen uso de la salud física. En una de Sus Tablas a los bahá'ís de Washington dice:

Si la salud y el bienestar del cuerpo se usan en el sendero del Reino de Dios, esto es muy aceptable y digno de alabanza; si se gastan en beneficio de la humanidad en general -aunque fuese para el beneficio material (o corporal) de ésta- y es un medio de hacer el bien a otros, es también aceptable. Pero si la salud y el bienestar del hombre se gastan en placeres sensuales, en una vida en el plano animal y en empeños diabólicos, entonces la enfermedad es preferible a la salud, y aun la muerte es preferible a tal vida. Si deseáis salud, deseadla para servir mejor al Reino. Deseo que alcancéis perfecto discernimiento, resolución inflexible, completa salud y fuerza física y espiritual, para que podáis beber de la fuente de vida eterna y seáis asistidos por el espíritu de la divina confirmación.



8


LA UNIDAD RELIGIOSA


¡Oh vosotros habitantes del mundo! La virtud de esta Gran Manifestación es que hemos borrado del Libro todo lo que era causa de diferencias, corrupción y discordia, y hemos escrito en él todo lo que conduce a la unidad, armonía y concordia. ¡Felices aquellos que actúen de acuerdo con esto!

Bahá'u'lláh117


Sectarismo del Siglo XIX

Quizá nunca estuvo el mundo tan lejos de la unidad religiosa como en el siglo diecinueve. Durante muchos siglos las grandes comunidades religiosas habían existido unas al lado de otras -zoroastrianos, judíos, budistas, cristianos, islámicos y otros-, mas en lugar de fundirse en una armoniosa unidad, estaban en constante enemistad y lucha, cada una en contra de las demás. Y no sólo esto, sino que cada grupo iba dividiéndose en un crecido número de sectas que, con frecuencia, se oponían entre ellas tenazmente. Sin embargo, Cristo había dicho: "Por esto sabrán todos los hombres que sois mis discípulos, si os amáis los unos a los otros". Y Mu¥ammad dijo: "Vuestra religión es la religión única... Dios os ha ordenado la fe que prescribió a Noé y que Nosotros os hemos revelado, y la cual Nosotros ordenamos a Abraham y a Moisés y a Jesús, diciendo: 'Observad esta fe y no os dividáis en sectas.'" El Fundador de cada una de las grandes religiones había llamado a sus discípulos al amor y la unidad, pero en cada caso el objetivo del Fundador se perdió de vista, en buena medida, entre oleadas de intolerancia y fanatismo, formalismo e hipocresía, corrupción y engaño, cisma y disputas. El número de sectas en el mundo, hostiles las unas a las otras, era probablemente más grande en los principios de la Era Bahá'í que en cualquier otro período de la historia humana. Parecía que la humanidad había estado experimentando en este tiempo todas las formas posibles de creencias religiosas, toda clase de ritos y ceremonias y los más variados códigos morales.
Al mismo tiempo, una cantidad de hombres cada vez más numerosa dedicaba sus energías a la investigación intrépida y al examen crítico de las leyes de la naturaleza y los fundamentos de la fe. Rápidamente se iban adquiriendo nuevos conocimientos científicos y se encontraban nuevas soluciones para los problemas de la vida. El desarrollo de invenciones como la navegación a vapor y el ferrocarril, el sistema postal y la prensa, ayudaron en gran medida a la difusión de ideas y al fértil contacto de variadas formas de pensamiento y de vida.
El llamado "conflicto entre la religión y la ciencia" se convirtió en una reñida batalla. En el mundo cristiano, el criticismo de la Biblia se sumó a las ciencias físicas para disputar y, en gran parte, para refutar la autoridad de la Biblia, autoridad que durante siglos había sido generalmente aceptada como base de la fe. Crecía constantemente el número de personas que se volvían escépticas con respecto a las enseñanzas de las iglesias. Un gran número, incluso sacerdotes religiosos, secreta o abiertamente, mantenían dudas o reservas acerca de los credos de sus respectivas sectas.
Este fermento y flujo de opiniones, con el creciente reconocimiento de que los antiguos dogmas y ortodoxias eran ya inadecuados, y las tentativas y esfuerzos tras un mayor conocimiento y entendimiento, no se limitaron a los países cristianos, sino que se manifestaban, en mayor o menor grado y en diferentes formas, entre la gente de todos los países y religiones.


El Mensaje de Bahá'u'lláh

Fue cuando este estado de conflicto y confusión llegaba a límites extremos que sonó la gran llamada de Bahá'u'lláh a la humanidad:

Que todas las naciones se unan en una fe común y todos los hombres se consideren hermanos; que los lazos de afecto y unión entre los hijos de los hombres sean fortalecidos; que se acabe con la diversidad de religiones y se anulen las diferencias de raza... Estas luchas, este derramamiento de sangre y esta discordia deben cesar y todos los hombres ser como miembros de una sola familia.118

Es un mensaje glorioso, pero ¿cómo llevar a efecto lo que en él se propone? Los profetas han predicado, los poetas han cantado y los santos han elevado sus plegarias durante miles de años para su realización, pero no ha cesado la diversidad de religiones ni se han anulado las luchas y el derramamiento de sangre y la discordia. ¿Qué pruebas tenemos de que el milagro se realizará ahora? ¿Existen ahora nuevos factores en la situación? ¿No es la naturaleza humana la misma de siempre, y no continuará siendo la misma mientras que el mundo dure? Si dos personas o dos naciones desean la misma cosa, ¿no han de luchar por obtenerla en el futuro como lo hicieron en el pasado? Si Moisés, Buda, Cristo y Mu¥ammad no lograron conseguir la unidad del mundo, ¿tendrá Bahá'u'lláh éxito? Si toda fe anterior se ha corrompido y dividido en sectas, ¿no sufrirá la Fe Bahá'í la misma suerte? Veamos qué respuestas dan las enseñanzas bahá'ís a éstas y similares preguntas.

¿Puede la Naturaleza Humana Cambiar?

La educación y la religión están igualmente basadas en la suposición de que es posible cambiar la naturaleza humana. En realidad, si investigamos un poco veremos que, si algo podemos decir con seguridad de toda cosa viviente, es que no puede evitar el cambiar continuamente. Sin cambio no puede haber vida. Ni aun los minerales pueden resistir la transformación, y cuanto más alto subimos en la escala de la existencia, más variadas, complejas y maravillosas son estas transformaciones. Además, en el progreso y desarrollo de las criaturas de todos los grados encontramos dos clases de transformaciones: una, lenta y gradual, a menudo casi imperceptible; y la otra, rápida, repentina y dramática. La última tiene lugar en lo que se llaman "etapas críticas" del desarrollo. En el caso de los minerales encontramos esas etapas críticas en los puntos de fusión y de ebullición. Por ejemplo, cuando una materia sólida se vuelve líquida o un líquido se convierte en gas. En el caso de las plantas vemos esas etapas críticas cuando la semilla empieza a germinar o cuando el brote se convierte en hoja. En el mundo animal podemos observar lo mismo en todas partes, como cuando la crisálida se convierte repentinamente en mariposa, cuando el polluelo sale del cascarón o el niño nace del vientre de la madre. En la vida más elevada del espíritu a menudo vemos una transformación similar cuando un hombre "nace de nuevo" y todo su ser cambia radicalmente en sus objetivos, su carácter y sus actividades. Estas etapas afectan con frecuencia a especies completas o multitud de especies simultáneamente, como cuando toda la vegetación repentinamente estalla en nueva vida en la primavera.
Bahá'u'lláh declara que así como las especies menores tienen épocas de repentino surgimiento a una vida nueva y más completa, también para la humanidad se encuentra a mano una "etapa crítica", una época de "renacimiento". Entonces los modos de vivir que han persistido desde los albores de la historia hasta nuestros días serán cambiados rápida e irrevocablemente y la humanidad entrará en una nueva etapa de vida tan diferente de la anterior como es diferente la mariposa de la crisálida o el pajarillo del huevo de donde nace. La humanidad como un todo, a la luz de la nueva Revelación, alcanzará una nueva visión de la verdad, así como se ilumina todo un país cuando el sol sale y todos los hombres pueden ver claramente donde una hora antes todo estaba oscuro y confuso. "Éste es un nuevo ciclo del poder humano", dice 'Abdu'l-Bahá. "Todos los horizontes del mundo están iluminados, y el mundo se convertirá verdaderamente en un jardín de rosas y en un paraíso." Todas las analogías de la naturaleza están de acuerdo con esta esperanza; los profetas de la antigüedad han anunciado unánimemente la llegada de ese glorioso día; los signos del tiempo muestran claramente qué cambios revolucionarios y profundos están ahora progresando en las ideas y en las instituciones humanas. Por consiguiente, ¿qué podría ser más fútil e ilógico que el argumento pesimista de que, a pesar de que todas las demás cosas cambian, la naturaleza humana no puede cambiar?


Primeros Pasos Hacia la Unidad

Como uno de los medios de promover la unidad religiosa, Bahá'u'lláh aboga por la más grande caridad y tolerancia, y aconseja a Sus discípulos "que se asocien con regocijo y alegría con gente de todas las religiones". En su última Voluntad y Testamento dice:

En Su libro (Kitáb-i-Aqdas) Él ha prohibido estrictamente toda disputa y contienda; tal es el mandato de Dios en esta Su más elevada Revelación, un mandato que Él hizo irrevocable y atavió con el adorno de Su confirmación.
¡Oh vosotros pueblos del mundo! La religión de Dios es para el amor y la unión; no la hagáis la causa de enemistad y conflicto... Abrigamos la esperanza de que el pueblo de Bahá se volverá siempre hacia la Palabra consagrada: "¡Ved aquí! ¡Todas las cosas son de Dios!", la Palabra todagloriosa que, como el agua, apaga el fuego del odio y del rencor que arde en los pechos y los corazones. Por medio de esta Palabra las diferentes sectas del mundo alcanzarán la luz de la verdadera unión. Ciertamente, Él habla la verdad y hacia el camino conduce, y Él es el Poderoso, el Bondadoso, el Hermoso.

'Abdu'l-Bahá dice:

Todos deben abandonar prejuicios y aun visitar las iglesias y mezquitas de unos y otros, pues en todos estos sitios de veneración el Nombre de Dios es mencionado. Si todos se reúnen para adorar a Dios, ¿qué diferencia puede existir? Ninguno de ellos adora a Satanás. Los musulmanes deben ir a las iglesias de los cristianos y a las sinagogas de los judíos, y, viceversa, los otros deben ir a las mezquitas de los musulmanes. Se separan los unos de los otros sin más causa que infundados prejuicios y dogmas. En América he visitado las sinagogas judías, que son muy parecidas a las iglesias cristianas, y he visto que se adoraba a Dios en todas partes.
En muchos de estos lugares he hablado con los creyentes sobre los fundamentos originales de las religiones divinas, exponiéndoles las pruebas de la validez de los divinos profetas y de las Santas Manifestaciones. Les exhorté a que abandonaran las imitaciones ciegas. Todos los dirigentes deben, igualmente, ir a las iglesias de los demás y hablar de los principios fundamentales de las religiones divinas. Con la más grande unidad y armonía deben adorar a Dios en las iglesias de unos y otros y deben abandonar el fanatismo.119

Si sólo se dieran estos primeros pasos y se estableciera un estado de amistad y mutua tolerancia entre las diferentes sectas religiosas, ¡qué maravilloso sería el cambio que se realizaría en el mundo! Sin embargo, para poder realizar una verdadera unidad se requiere algo más. Para la enfermedad del sectarismo la tolerancia es un valioso paliativo, pero no es una cura radical. No remueve la causa del mal.

El Problema de una Autoridad

Las diferentes comunidades religiosas no han podido unirse en épocas pasadas porque los adherentes de cada una de ellas han interpretado al Fundador de su propia religión como la única suprema autoridad y a su ley como la suprema ley divina. Cualquier otro profeta que proclamara diferente mensaje era considerado, por lo tanto, enemigo de la verdad. Las diferentes sectas de cada religión se han separado por razones similares. Los adherentes de cada una de ellas han aceptado alguna autoridad subordinada y considerado como la única verdadera fe a alguna versión o interpretación especial del Mensaje del Fundador, juzgando equivocadas todas las demás. Podemos ver claramente que mientras exista este estado de cosas no será posible alcanzar la verdadera unidad. Por otra parte, Bahá'u'lláh nos enseña que todos los Profetas eran portadores de auténticos Mensajes de Dios; que cada uno en Su propia época reveló las más altas enseñanzas que la gente de entonces podía recibir, y educó a los hombres a fin de que estuviesen preparados para recibir las enseñanzas futuras de Sus sucesores. Recomienda a los adherentes de cada religión que no nieguen la inspiración divina de sus propios Profetas, sino que reconozcan esa inspiración en todos los demás Profetas, para que se den cuenta de que las enseñanzas de todos están esencialmente en armonía y son parte de un gran plan para la educación y la unificación de la humanidad. Exhorta a los creyentes de todas las sectas a que demuestren su reverencia por sus Profetas, dedicando sus vidas al trabajo de obtener esa unidad por la que todos los Profetas trabajaron y sufrieron. En Su carta a la reina Victoria compara el mundo con un enfermo cuyo mal se agrava porque cae en manos de incompetentes médicos, y explica cuál puede ser el remedio:

Lo que el Señor ha ordenado como el supremo remedio y el más poderoso instrumento para la curación del mundo entero es la unión de todos sus pueblos en una Causa universal, en una Fe común. Esto no puede lograrse sino por el poder de un Médico inspirado, hábil y todopoderoso. Esto, ciertamente, es la verdad y todo lo demás no es sino error.120


Revelación Progresiva

Un gran obstáculo para muchos, en el camino de la unidad religiosa, es la diferencia entre las revelaciones dadas por los diferentes Profetas. Lo que está ordenado por uno lo prohíbe otro. ¿Cómo, entonces, pueden ambos tener razón y ambos proclamar la Voluntad de Dios? De seguro la verdad es una y no puede cambiar. Sí, la verdad absoluta es una y no puede cambiar, pero la verdad absoluta está infinitamente más allá de las presentes posibilidades del entendimiento humano, y hoy nuestro concepto de ella tiene que cambiar constantemente. Nuestras anteriores e imperfectas ideas serán, por la gracia de Dios, reemplazadas, a medida que vaya pasando el tiempo, por conceptos más y más adecuados. Bahá'u'lláh dice en una Tabla a algunos bahá'ís de Persia:

¡Oh pueblo! Las palabras son reveladas de acuerdo con la capacidad para que los principiantes puedan hacer progresos. La leche debe suministrarse de acuerdo con una medida, para que el infante del mundo pueda entrar en el Reino de la Grandeza y establecerse en la Corte de la Unidad.

Es la leche lo que fortifica al niño para que más tarde pueda digerir alimentos sólidos. Decir que porque un Profeta está en la verdad al dar ciertas enseñanzas en cierto tiempo, y, por lo tanto, debe estar en el error otro Profeta que da diferentes enseñanzas en diferente tiempo, es como deducir que porque la leche es el mejor alimento para el recién nacido, por lo tanto, leche y nada más que leche debe ser el alimento del hombre adulto, y darle cualquier otro alimento sería un error. 'Abdu'l-Bahá dice:

Cada Revelación divina se divide en dos partes: La primera parte es la esencial y pertenece al mundo eterno. Es la exposición de las verdades divinas y los principios esenciales. Es la expresión del amor de Dios. Ésta es una en todas las religiones, incambiable e inmutable. La segunda parte no es eterna; es la que se refiere a la vida práctica, transacciones y negocios, y cambia de acuerdo con la evolución del hombre y los requerimientos de la época de cada Profeta. Por ejemplo: Durante el período mosaico se cortaba la mano de una persona como castigo por un pequeño robo; existía la ley del ojo por ojo y diente por diente, pero como estas leyes ya no eran apropiadas en el tiempo de Cristo, fueron abrogadas. De la misma manera, el divorcio se había hecho tan común que ya no existían leyes estables para el matrimonio, y por lo tanto Su Santidad Cristo prohibió el divorcio.
De acuerdo con las exigencias del tiempo, Su Santidad Moisés reveló diez leyes para la pena capital. En aquel tiempo era imposible proteger la comunidad y preservar el orden social sin estas medidas severas, porque los hijos de Israel vivían en los desiertos del Tah, donde no había tribunales de justicia establecidos ni cárceles. Pero este código de conducta no era necesario en los tiempos de Cristo. La historia de la segunda parte de la religión carece de importancia porque se refiere únicamente a las costumbres de esta vida; pero el fundamento de la religión de Dios es uno y Su Santidad Bahá'u'lláh lo ha renovado.121

La religión de Dios es la única religión, y todos los Profetas la han enseñado; pero es algo que vive y crece, no una cosa muerta e invariable. En las enseñanzas de Moisés vemos el capullo; en las de Cristo la flor; en las de Bahá'u'lláh el fruto. La flor no destruye el capullo, ni la fruta destruye la flor. No se destruye, sino que llena su cometido. El capullo deja caer sus hojas para que brote la flor, y los pétalos caen para que el fruto crezca y madure. ¿Eran el capullo o los pétalos de la flor inútiles o un error, por lo que tuvieron que ser descartados? No; ambos en su tiempo fueron útiles y necesarios, y sin ellos no podía haber crecido el fruto. Lo mismo sucede con las diferentes enseñanzas proféticas; su forma exterior varía de una época a otra, pero cada Revelación es la realización de sus predecesoras. No están separadas ni son incongruentes, sino diferentes etapas en la historia de la vida de la religión única, la que, a su vez, ha sido revelada como semilla, como capullo y como flor, y entra ahora en el período del fruto.


Infalibilidad de los Profetas

Bahá'u'lláh nos enseña que todo verdadero Profeta está dotado de suficientes pruebas de Su misión, tiene el derecho de exigir obediencia de todos los hombres y la autoridad de abrogar, alterar o añadir a las enseñanzas de Sus predecesores. En el Libro de Íqán leemos:

¡Cuán lejos está de la gracia del Todomunífico, de Su amorosa providencia y tierna misericordia, elegir a un alma de entre todos los hombres para que guíe a Sus criaturas y luego, por una parte, privarla de la medida plena de Su testimonio divino y, por otra, infligir severo castigo a Su pueblo por haberse apartado de Su Elegido! Es más, las múltiples generosidades del Señor de todos los seres han rodeado, en todo tiempo, mediante las Manifestaciones de Su divina Esencia, a la Tierra y a todos los que viven en ella... Y, sin embargo, ¿no es el objeto de toda Revelación efectuar una transformación del carácter total de la humanidad, transformación que ha de manifestarse tanto exterior como interiormente, afectando su vida interior y sus condiciones externas? Ya que si no fuese cambiado el carácter de la humanidad, sería evidente la futilidad de las Manifestaciones universales de Dios".122

Dios es la única Autoridad infalible, y los Profetas son infalibles porque Su Mensaje es el Mensaje que Dios envía al mundo a través de ellos. Este Mensaje es válido hasta que lo reemplace un Mensaje posterior dado por el mismo o por otro Profeta.
Dios es el Gran Médico, el único que puede diagnosticar correctamente los males del mundo y prescribir el remedio apropiado. La medicina prescrita en una época ya no es adecuada en una época posterior, cuando la condición del paciente es diferente. Seguir con el antiguo remedio cuando el médico ha ordenado un nuevo tratamiento es no sólo no demostrar fe en el médico, sino infidelidad. Puede que sea una ofensa para un judío el decirle que algunos de los remedios que recetó Moisés para los males del mundo, hace tres mil años, son hoy día anticuados e impropios; el cristiano podría ser igualmente ofendido al decírsele que Mu¥ammad tuvo valiosas y necesarias adiciones que hacer sobre lo que prescribió Jesús; y asimismo el musulmán, si se quisiera hacerle admitir que el Báb o Bahá'u'lláh tenían autoridad para alterar las ordenanzas de Mu¥ammad. Pero, de acuerdo con el punto de vista bahá'í, la verdadera devoción a Dios implica reverencia a todos Sus Profetas y la implícita obediencia a Sus más recientes mandatos, como nos son dados por el Profeta de nuestra propia época. Sólo por medio de tal devoción puede alcanzarse la verdadera unidad.


La Suprema Manifestación

Como todos los demás Profetas, Bahá'u'lláh anuncia Su propia misión en los términos más inequívocos.
En el Lawh-i-Aqdas, Tabla dirigida especialmente a los cristianos, dice:

De seguro el Padre ha venido y ha cumplido aquello que os había sido prometido en el Reino de Dios. Ésta es la Palabra que el Hijo veló cuando dijo a los que le rodeaban que aún no podían soportarla. Pero cuando el tiempo determinado se cumplió y llegó la hora, la Palabra brilló desde el horizonte de la Voluntad. ¡Guardaos, oh concurso del Hijo! (cristianos). No la desechéis, sino afirmaos en ella. ¡Os será más provechosa que todo lo que tenéis!... En verdad, el Espíritu de Verdad ha venido para guiaros a toda verdad. Es cierto, Él no habla por Sí Mismo, sino en el nombre del Omnisciente y Sabio. Él es Aquel que el Hijo ha glorificado... Abandonad aquello que tenéis, ¡oh pueblos de la tierra!, y acatad aquello que os ha ordenado Él, que es el Poderoso, el Fiel.

En una carta dirigida al Papa desde Adrianópolis, en 1867, dice:

¡Guardaos! No sea que la celebración os aparte del Celebrado y la adoración os aparte del Adorado. ¡Mirad al Señor, al Poderoso, al Omnisciente! Él ha venido a asistir a la vida del mundo y a unir a todos los que en él habitan. Venid, ¡oh pueblo!, al lugar del Amanecer de la Revelación. ¡No os demoréis ni aun por una hora! ¿Sois verdaderos en el Evangelio, y aun así sois incapaces de ver al Señor de la Gloria?
Esto no os parece propio, ¡oh concurso de eruditos! Decid, entonces, si negáis esta verdad, ¿qué prueba tenéis para creer en Dios? Producid vuestra prueba.

Así como en estas cartas a los cristianos anuncia que se han cumplido las promesas del Evangelio, también proclama a los musulmanes, judíos, zoroastrianos y creyentes de otras religiones que se han cumplido las promesas de sus Sagradas Escrituras. Se dirige a todos los hombres como ovejas de Dios, que hasta este momento se han dividido en diferentes rebaños y cobijado en distintos rediles. Su mensaje, dice Él, es la Voz de Dios, el Buen Pastor, que ha venido en la plenitud del tiempo a reunir a Sus dispersas ovejas en un solo rebaño, apartando las barreras que las separan, "para que haya un solo rebaño y un solo Pastor".


Una Nueva Situación

La posición de Bahá'u'lláh entre los Profetas es única y sin precedentes, porque la situación del mundo en el tiempo de Su venida era también única y sin precedentes. Mediante un largo y variado proceso de desarrollo en la religión, la ciencia, el arte y la civilización, el mundo maduró para recibir las enseñanzas de la unidad. Las barreras que en siglos anteriores habían hecho imposible la unidad del mundo estaban listas para derrumbarse cuando apareció Bahá'u'lláh, y desde Su nacimiento en 1817, y, más aun, desde la promulgación de Sus enseñanzas, estas barreras están cayendo de la forma más extraordinaria. Cualquiera que sea la explicación, no puede existir duda alguna acerca de los hechos.
En los días de Profetas anteriores las barreras geográficas eran por sí solas ampliamente suficientes para impedir la unidad mundial. Ahora ese obstáculo está vencido. Por primera vez en la historia de la humanidad los hombres en opuestas regiones del globo pueden comunicarse rápida y fácilmente. Lo que sucedió en Europa ayer se conoce en todos los continentes del mundo hoy, y un discurso pronunciado en América hoy puede ser leído mañana en Europa, Asia y África.
Otro gran obstáculo eran las dificultades idiomáticas. Gracias a la enseñanza y al estudio de idiomas extranjeros esta dificultad ha sido en gran parte vencida, y hay muchas razones para suponer que pronto un idioma auxiliar internacional será adoptado y enseñado en todas las escuelas del mundo. Entonces esta dificultad será también completamente eliminada.
El tercer gran obstáculo era el prejuicio religioso y la intolerancia. También esto está desapareciendo. La mentalidad de los hombres está ampliándose. La educación del pueblo está saliendo, cada vez más, del dominio de sacerdotes sectarios, y ya no puede evitarse que ideas nuevas y más liberales penetren aun en los círculos más exclusivistas y conservadores.
Bahá'u'lláh es, por lo tanto, el primero de los grandes Profetas cuyo Mensaje se ha hecho conocer en un período de comparativamente pocos años en todos los rincones del globo. Dentro de poco tiempo las enseñanzas esenciales de Bahá'u'lláh, traducidas de Sus propios y auténticos escritos, estarán en el mundo al alcance de todo hombre, mujer y niño que sepa leer.

Plenitud de la Revelación Bahá'í

La Revelación Bahá'í no tiene precedentes y es única entre las religiones del mundo, en razón de la plenitud y grandeza de sus documentos auténticos. Las palabras escritas que con seguridad pueden atribuirse a Cristo, Moisés, Zoroastro, Buda, Krishna, son muy pocas y dejan sin solución muchos problemas modernos de gran importancia práctica. Muchas de las enseñanzas atribuidas comúnmente a los fundadores de estas religiones son de dudosa autenticidad, y otras, evidentemente, son adiciones de épocas posteriores. Los mahometanos poseen en el Qur'án, y en una cantidad de tradiciones, una documentación más completa acerca de la vida y enseñanzas de su Profeta; pero Mu¥ammad, aunque inspirado, era analfabeto, como la mayoría de Sus primeros discípulos. Los métodos empleados para escribir y diseminar Sus enseñanzas no fueron satisfactorios en muchos aspectos, y la autenticidad de muchas de las tradiciones es dudosa. Como resultado, diferencias de interpretación y opiniones divergentes causaron disensiones en el Islám, como en todas las anteriores comunidades religiosas.
Por otra parte, tanto el Báb como Bahá'u'lláh escribieron copiosamente y con gran elocuencia y poder. Como ambos fueron privados de hablar en público y pasaron la mayor parte de Sus vidas en la prisión (después de la declaración de Su misión), dedicaron gran parte de Su tiempo a escribir, haciendo que, en riqueza de escrituras auténticas, la Revelación Bahá'í no haya sido igualada por ninguna de sus predecesoras. En ellas se dan exposiciones claras y plenas de verdades que apenas si fueron tocadas en previas Revelaciones, y los eternos principios de verdad que todos los Profetas enseñaron han sido aplicados a los problemas que confrontan al mundo actual; problemas muy complejos y difíciles, muchos de los cuales aún no habían aparecido en los días de Profetas anteriores. Es evidente que esta completa documentación de revelación auténtica ha de tener un poderoso efecto en la prevención de desavenencias en el futuro y en aclarar aquellas desavenencias del pasado que han mantenido divididas a las diferentes sectas.
El Convenio Bahá'í

Hay además otra razón por la que la Revelación Bahá'í es única y sin precedente. Antes de morir, Bahá'u'lláh estableció varias veces por escrito un Convenio nombrando a Su hijo mayor, 'Abdu'l-Bahá -a Quien a menudo se refiere como a "La Rama" o la "Más Grande Rama"-, como el intérprete autorizado de Sus enseñanzas, y declarando que cualquier explicación hecha por Él sea aceptada como de igual validez que las palabras de Bahá'u'lláh Mismo. En Su Voluntad y Testamento dice:

Reflexionad sobre aquello que está revelado en Mi Libro, el Aqdas: "Cuando el océano de Mi presencia haya menguado y el Libro de Mi Revelación haya sido terminado, volved vuestros rostros hacia Aquel a Quien Dios ha designado, Quien ha brotado de esta Antigua Raíz". Este bendito verso se refiere a la Más Grande Rama.

Y en la Tabla de la Rama, en la que explica la posición de 'Abdu'l-Bahá, dice:

Oh pueblo, agradeced a Dios por Su aparición, pues, en verdad, es el mayor favor y la más perfecta generosidad para vosotros, y por Su intermedio cada hueso en desintegración se vivifica. Todo aquel que se vuelva hacia Él, de seguro se ha vuelto hacia Dios, y todo aquel que se aparta de Él, se ha apartado de Mi belleza, ha negado Mi prueba y transgredido contra Mí.

Después de la muerte de Bahá'u'lláh, 'Abdu'l-Bahá tuvo muchas oportunidades en Su propia casa, y durante Sus extensos viajes, de conocer gente de todas partes del mundo y de las más variadas opiniones. Escuchó todas sus preguntas, dificultades y objeciones, y les dio explicaciones completas que fueron cuidadosamente registradas por escrito. Durante una larga serie de años 'Abdu'l-Bahá continuó el trabajo de aclarar las enseñanzas y mostrar su aplicación a los más variados problemas de la vida moderna. Las diferencias de opinión que aparecían entre los creyentes eran referidas a Él y resueltas autorizadamente, reduciendo así los riesgos de futuras desavenencias.
Bahá'u'lláh también dispuso que fuese elegida una Casa Universal de Justicia, representativa de todos los bahá'ís del mundo, para que se hiciese cargo de todos los asuntos de la Causa, controlase y coordinase todas sus actividades, evitase divisiones y cismas, dilucidase cuestiones oscuras y protegiera las enseñanzas de la corrupción y las falsas interpretaciones. El hecho de que este supremo cuerpo administrativo pueda no sólo iniciar legislación en todos los asuntos no definidos en las enseñanzas, sino también anular sus propias decisiones cuando condiciones nuevas requieran medidas diferentes, permite a la Fe expandirse y adaptarse, como un organismo viviente, a las necesidades y exigencias de una sociedad cambiante.
Más aún, Bahá'u'lláh prohibió expresamente la interpretación de las enseñanzas por nadie que no fuese el intérprete autorizado. En Su Voluntad y Testamento, 'Abdu'l-Bahá designó a Shoghi Effendi como Guardián de la Fe después de Él y con facultad de interpretación de los Escritos.
Dentro de mil o más años aparecerá otra Manifestación, bajo la sombra de Bahá'u'lláh, con pruebas claras de Su misión, pero hasta entonces las palabras de Bahá'u'lláh, 'Abdu'l-Bahá y el Guardián, y las decisiones de la Casa Universal de Justicia, constituyen las autoridades a las cuales deben acudir todos los creyentes para orientarse. Ningún bahá'í puede fundar una escuela o secta basada en ninguna interpretación particular de la doctrina o supuesta revelación divina. Quienquiera que contravenga estas prohibiciones es considerado un "Rompedor del Convenio".123
'Abdu'l-Bahá dice:

Uno de los enemigos de la Causa es aquel que se empeña en interpretar las palabras de Bahá'u'lláh y de este modo cambia su significado de acuerdo con su capacidad, y reúne a su alrededor un cortejo, formando una secta diferente, promoviendo su propia posición y provocando una división en la Causa.124

En otra Tabla escribe:

Estos hombres (promotores de división) son como la espuma que se forma en la superficie del mar; una ola surgirá del océano del Convenio, y mediante el poder del Reino de Abhá arrojará esa espuma a la playa... Esos pensamientos corruptos que emanan de intenciones perversas y personales desaparecerán, mientras que el Convenio de Dios permanecerá firme y seguro.125

Nada hay que pueda impedir a los hombres que abandonen la religión si ellos desean hacerlo. 'Abdu'l-Bahá dice: "Dios mismo no obliga al alma a volverse espiritual. La práctica de la libre voluntad humana es necesaria". Sin embargo, el Convenio espiritual hace completamente imposible el sectarismo dentro de la comunidad bahá'í.


No Hay Clero Profesional

Otra característica de la organización bahá'í debe ser mencionada, y ésta es la ausencia de un clero profesional. Se permiten las contribuciones voluntarias para sufragar los gastos de los maestros, y hay muchos que dedican todo su tiempo a trabajar por la Causa; pero se espera de todos los bahá'ís que contribuyan en el trabajo de enseñar, etc., de acuerdo con su oportunidad y habilidad, y no hay ninguna categoría especial que los distinga de sus correligionarios por el ejercicio exclusivo de funciones sacerdotales y prerrogativas.
En épocas pasadas era necesario el sacerdocio porque la gente era analfabeta y carecía de educación, y dependía de los sacerdotes para su instrucción religiosa, para el ejercicio de ritos y ceremonias, para la administración de la justicia, etc. Los tiempos han cambiado. La educación es casi universal y, si se cumplen los mandatos de Bahá'u'lláh, todos los niños del mundo recibirán una sólida educación. Cada individuo podrá entonces estudiar las Escrituras por sí mismo, para recoger el Agua de la Vida directamente de la Fuente Original. Ritos y ceremonias complicadas que requieren los servicios de una casta o profesión especial no tienen lugar en el orden bahá'í; y la administración de la justicia está encomendada a las autoridades constituidas para ese fin.
Un niño necesita quien le enseñe, pero el objetivo de un verdadero maestro es preparar al alumno para que después pueda vivir sin necesidad de un maestro, ver las cosas con sus propios ojos, oír con sus propios oídos y comprender con su propio entendimiento. Así, también en la infancia de la raza es necesario el sacerdote, pero su verdadero trabajo es preparar a los hombres para que no tengan necesidad de él: para ver las cosas divinas con sus propios ojos, oírlas con sus propios oídos y comprenderlas con su propio entendimiento. Actualmente el trabajo del sacerdote está casi cumplido, y el objeto de las enseñanzas bahá'ís es completar ese trabajo y hacer independientes a los hombres de todo menos de Dios, para que puedan acudir directamente a Él, es decir, hacia Su Manifestación. Cuando todos se dirigen a un Centro, no puede haber propósitos contrarios o confusión, y cuanto más se acerquen todos al Centro, más se acercarán los unos a los otros.




9


LA VERDADERA CIVILIZACIÓN


¡Oh pueblo de Dios! No os ocupéis de vosotros mismos. Dedicaos al mejoramiento del mundo y a la educación de las naciones.

Bahá'u'lláh


La Religión, Base de la Civilización

Desde el punto de vista bahá'í los problemas de la vida humana, individuales y sociales, son tan inconcebiblemente complejos que la inteligencia humana común es incapaz por sí misma de resolverlos acertadamente. Sólo el Omnisciente conoce plenamente el propósito de la creación y cómo puede ser alcanzado dicho propósito. Él muestra al mundo, por medio de los Profetas, la verdadera meta de la vida humana y el camino recto hacia el progreso, y la edificación de la verdadera civilización depende de la adhesión leal a la guía de la Revelación profética. Bahá'u'lláh dice:

La religión es el más grande instrumento para el orden del mundo y la tranquilidad de todos los seres existentes. El debilitamiento de los pilares de la religión ha alentado a los ignorantes y los ha vuelto audaces y arrogantes. En verdad os digo, que todo aquello que sirviere para rebajar la elevada posición de la religión aumentará la irresponsabilidad en los malvados y, finalmente, el resultado será la anarquía...
Considerad cómo la civilización de los pueblos del Occidente ha conmovido y agitado a los pueblos del mundo. Se han inventado instrumentos infernales y se ha desplegado tal atrocidad en la destrucción de vidas como jamás habían visto los ojos del mundo ni oído los oídos de las naciones. Es imposible reformar estos males violentos y abrumadores, excepto que los pueblos del mundo se unan para un fin determinado o bajo la sombra de una sola religión...
¡Oh pueblo de Bahá! Cada uno de los mandatos revelados es una poderosa fortaleza para la protección del mundo.126

El presente estado de Europa y del mundo en general confirma de manera elocuente la verdad de estas palabras escritas hace tantos años. La negligencia hacia los mandatos proféticos y el predominio de la irreligión han sido acompañados por el desorden y la destrucción en la más terrible proporción, y sin un cambio en el corazón y en la finalidad, que es la característica esencial de la verdadera religión, la reforma de la sociedad parece completamente imposible.


Justicia

En el libro Palabras Ocultas, en el que Bahá'u'lláh da brevemente la esencia de Sus enseñanzas proféticas, Su primer consejo se refiere a la vida del individuo: "Posee un corazón puro, bondadoso y radiante". Lo siguiente indica el principio fundamental de la verdadera vida social:

¡OH HIJO DEL ESPÍRITU!
Lo más amado de todo ante Mi vista es la Justicia; no te apartes de ella si Me deseas, y no la descuides para que Yo pueda confiar en ti. Con su ayuda verás con tus propios ojos y no por los ojos de otros, y conocerás con tu propio conocimiento y no mediante el conocimiento de tu prójimo. Pondera en tu corazón cómo te corresponde ser. En verdad la justicia es Mi ofrenda a ti y el signo de Mi amorosa bondad. Tenla, pues, ante tus ojos.

Lo más esencial en la vida social es que el individuo sea capaz de distinguir lo verdadero de lo falso y lo bueno de lo malo, y que pueda ver las cosas en su verdadera proporción. La causa principal de la ceguera social y espiritual, y el enemigo más grande del progreso social, es el egoísmo. Dice Bahá'u'lláh:

¡Oh vosotros hijos de la inteligencia! El delgado párpado impide al ojo ver el mundo y lo que contiene. ¡Pensad, pues, en el resultado cuando la cortina de la avaricia cubre la vista del corazón!
¡Oh pueblo! El velo de la codicia y la envidia oscurece la luz del alma, como la nube impide la penetración de los rayos del sol.127

Una larga experiencia está por fin convenciendo a los hombres de la verdad de las enseñanzas proféticas que dicen que miras y actos egoístas traen inevitablemente el desastre social, y que si queremos evitar que la humanidad perezca ignominiosamente, cada cual debe mirar las cosas de su vecino como de igual importancia que las propias y subordinar sus propios intereses a los de la humanidad como un todo. De este modo, los intereses de todos y de cada uno serán finalmente mejor servidos. Bahá'u'lláh dice: "¡Oh hijo del hombre! Si miras hacia la justicia, elige para los demás lo que elegirías para ti".128

Gobierno

Las enseñanzas de Bahá'u'lláh contienen dos tipos distintos de referencias al problema del verdadero orden social. Uno de ellos está ejemplificado en las tablas reveladas a los reyes, que tratan del problema del gobierno tal como existía en el mundo cuando Bahá'u'lláh vivía; el segundo se refiere al nuevo orden a desarrollarse dentro de la comunidad bahá'í.
De ahí que encontremos un agudo contraste entre pasajes tales como: "El Dios único y verdadero, ¡exaltada sea Su gloria!, siempre ha considerado y continuará considerando a los corazones de los hombres como Su posesión propia y exclusiva. Todo lo demás, ya pertenezca a la tierra o al mar, ya sea riqueza o gloria, Él lo ha legado a los reyes y gobernantes de la tierra"; y este otro: "Conviene a todos los hombres, en este Día, asirse firmemente del Más Gran Nombre y establecer la unidad de toda la humanidad. No hay lugar adonde huir, ni refugio que nadie pueda buscar sino Él".129
La incompatibilidad aparente de estos dos puntos de vista desaparece cuando se observa la distinción que Bahá'u'lláh hace entre la "Paz Menor" y la "Más Grande Paz". En sus Tablas a los reyes, Bahá'u'lláh los exhortó a que se reunieran con el fin de tomar medidas para el mantenimiento de la paz política, la reducción de armamentos y la eliminación de las cargas y la falta de seguridad de los pobres. Pero Sus palabras muestran claramente que el no responder a las necesidades de la época daría lugar a guerras y revoluciones que llevarían a la destrucción del orden establecido. Por lo tanto, dijo por una parte: "Lo que la humanidad necesita en este día es obediencia a aquellos que ejercen autoridad", y por otra: "Aquellos hombres que, habiendo acumulado las vanidades y adornos de la tierra, se han alejado de Dios con desdén, han perdido este mundo y el mundo venidero. Dentro de poco, Dios, con la Mano del Poder, les arrancará sus posesiones y les despojará del manto de Su bondad". "Tenemos un tiempo fijado para vosotros, oh pueblos. Si a la hora señalada no os volvéis hacia Dios, Él en verdad os asirá violentamente y hará que penosas aflicciones os acosen de todas direcciones." "Los signos de convulsiones y caos inminentes pueden discernirse ahora, por cuanto el orden prevaleciente resulta ser deplorablemente defectuoso." "Nos hemos comprometido a asegurar Tu triunfo sobre la tierra y exaltar Nuestra Causa por encima de todos los hombres, aunque no encontremos ningún rey que dirija su mirada hacia Ti."130

"El Gran Ser, deseando revelar los requisitos previos para la paz y tranquilidad del mundo y el adelanto de sus pueblos, ha escrito: Debe llegar el tiempo cuando la imperativa necesidad de tener una concentración vasta y omnímoda de los hombres será universalmente comprendida. Los gobernantes y reyes de la Tierra deben necesariamente concurrir a ella y, participando en sus deliberaciones, deben considerar los procedimientos y medios que establezcan entre los hombres los fundamentos de la Gran Paz mundial. Tal paz exige que las Grandes Potencias decidan, para la tranquilidad de los pueblos de la Tierra, estar completamente reconciliadas entre sí. Si algún rey tomare sus armas contra otro, todos deberán levantarse unidos e impedírselo."131

Con estos consejos Bahá'u'lláh reveló las condiciones bajo las cuales la responsabilidad pública será desempeñada en este Día de Dios. Al apelar a la solidaridad internacional, por un lado previno Él a los gobernantes, en forma no menos inequívoca, que la prolongación de contiendas destruiría su poder. Ahora la historia contemporánea confirma esta advertencia con el nacimiento de aquellos movimientos coercitivos que en todas las naciones civilizadas han alcanzado una energía tan destructiva, y con el desarrollo de la guerra al grado que la victoria no puede ser ya obtenida por ninguna de las partes. "Ya que habéis rehusado la Más Grande Paz, aferraos a ésta, la Paz Menor, que quizás podáis mejorar algo vuestra propia condición y la de vuestros subordinados." "Lo que el Señor ha ordenado como el supremo remedio y el más poderoso instrumento para la curación del mundo entero es la unión de todos sus pueblos en una Causa universal, en una Fe común. Esto no puede lograrse sino por el poder de un Médico inspirado, hábil y todopoderoso."132
Se entiende por la Paz Menor la unidad política de los Estados, mientras que la Más Grande Paz es la unidad que abarca factores espirituales, así como los factores políticos y económicos. "Pronto el orden actual será enrollado y uno nuevo será desplegado en su lugar."133
En tiempos pasados un Gobierno podía ocuparse de los asuntos externos y cuestiones materiales, pero hoy la función de gobernar exige cualidades de liderazgo, de consagración y de conocimientos espirituales que no son posibles sino para aquellos que se han vuelto hacia Dios.


Libertad Política

No obstante abogar por una forma representativa de Gobierno local, nacional e internacional como condición ideal, Bahá'u'lláh enseña que esto es posible sólo cuando los hombres han alcanzado un grado superior de desarrollo individual y social. Conceder repentinamente el derecho de gobernarse a sí mismos a pueblos sin educación, que están dominados por deseos egoístas y que no tienen experiencia en la dirección de asuntos públicos, sería desastroso. No hay nada más peligroso que la libertad para aquellos que no están preparados para usarla con sabiduría. Bahá'u'lláh escribe en el Libro de Aqdas:

Considerad la mezquindad de las mentes humanas. Piden lo que les hace daño y rechazan aquello que les aprovecha. Son, de veras, de los que se han extraviado lejos. Encontramos a algunos hombres que desean libertad y se jactan de ello. Tales hombres están en las profundidades de la ignorancia.
La libertad tiene que llevar, finalmente, a la sedición, cuyas llamas nadie puede apagar. Así os advierte Aquel Quien es el Calculador, el Que Sabe Todo. Sabed que la personificación de la libertad y su símbolo es el animal. Lo que le conviene al hombre es sumisión a las restricciones que le protegerán de su propia ignorancia y le resguardarán del daño de los hacedores de maldad. La libertad hace que el hombre sobrepase los límites de la decencia e infrinja la dignidad de su posición. Lo rebaja al nivel de extrema depravación y perversidad.
Estimad a los hombres como un rebaño de ovejas que necesitan de un pastor. Esto, ciertamente, es la verdad, la verdad cierta. Aprobamos la libertad en ciertas circunstancias, y en otras rehusamos sancionarla. Nosotros, ciertamente, somos el Omnisciente.
Di: La verdadera libertad consiste en la sumisión del hombre a Mis mandamientos, por poco que la conozcáis. Si los hombres observaran aquello que les hemos enviado desde el Cielo de la Revelación, ellos, ciertamente, alcanzarían la perfecta libertad. Feliz es el hombre que ha comprendido el Propósito de Dios en todo lo que Él ha revelado desde el Cielo de Su Voluntad, que penetra todas las cosas creadas. Di: La libertad que os aprovecha no se halla en ningún lugar salvo en la completa servidumbre hacia Dios, la Eterna Verdad. Quienquiera que haya gustado su dulzura rehusará trocarla por todo el dominio de la tierra y del cielo.134

Para mejorar la condición de razas y naciones atrasadas, las divinas enseñanzas son el remedio soberano. Cuando ambos, pueblos y gobernantes, aprendan y adopten estas enseñanzas, las naciones serán liberadas de todas sus cadenas.


Gobernantes y Súbditos

Bahá'u'lláh prohíbe la tiranía y la opresión en los términos más enfáticos. En Palabras Ocultas escribe:

¡OH OPRESORES DE LA TIERRA!
Apartad vuestras manos de la tiranía, pues Me he comprometido a no perdonar la injusticia de ningún hombre. Éste es Mi convenio que he decretado irrevocablemente en la tabla preservada y he sellado con Mi sello de gloria.

Aquellos encargados de la formación y administración de las leyes y reglamentos deben "sujetarse a la cuerda de la consulta; juzgar y ejecutar aquello que conduzca a la seguridad del pueblo, su prosperidad, bienestar y tranquilidad, pues si obrasen de diferente manera, esto conduciría a la discordia y el tumulto".135
Por otra parte, las gentes deben respetar la ley y ser leales a todo Gobierno justo. Deben confiar en métodos educativos y en la fuerza del buen ejemplo, no en la violencia, como medio de mejorar las condiciones del país. Bahá'u'lláh dice:

En cualquier país donde resida alguno de los de esta comunidad, su conducta hacia el Gobierno de ese país debe ser de obediencia, fidelidad y veracidad.136
¡Oh pueblo de Dios! Adornad vuestros templos con el manto de la fidelidad y la integridad; luego, asistid a vuestro Señor con las fuerzas de las buenas acciones y la buena moral. En verdad, os hemos prohibido la sedición y la contienda en Mis libros y epístolas, en Mis escritos y tablillas; y con esto hemos deseado solamente vuestra elevación y exaltación.137


Nombramientos y Ascensos

Al hacerse nombramientos, la única condición debe ser la aptitud para el puesto. Ante esta consideración superior, todas las demás, como edad, posición social o económica, conexiones de familia o amistades personales, deben ser desechadas. Bahá'u'lláh dice en la Tabla del Ishráqát:
El quinto Ishráq (Esplendor) es el conocimiento por los Gobiernos de la condición de los gobernados, y el concederles grados de acuerdo con sus conocimientos y méritos. Considerar este asunto es la obligación de todo jefe y gobernante, para que los traidores no usurpen las posiciones de los hombres honrados ni hombres corruptos ocupen el sitio de guardianes.

No es necesario profundizar demasiado en este asunto para demostrar que cuando este principio sea generalmente aceptado y aplicado, será sorprendente la transformación de nuestra vida social. Cuando cada individuo ocupe el puesto para el cual lo habiliten especialmente su talento y sus capacidades, podrá poner su corazón en su trabajo y ser un artista en su profesión, con incalculable beneficio para él y para el resto del mundo.


Problemas Económicos

Las enseñanzas bahá'ís insisten de la forma más enfática en la necesidad de reformar las relaciones económicas entre los ricos y los pobres. 'Abdu'l-Bahá dice:

Las medidas para regularizar las condiciones económicas de la gente deberían ser tales que la pobreza debería desaparecer, que todos, hasta donde fuese posible, de acuerdo con su rango y posición, debieran tener su parte de comodidad y bienestar.
Por un lado vemos entre nosotros a personas que están sobrecargadas de riqueza, y por otro lado otras que desfallecen por no tener ni qué comer; aquellos que tienen varios palacios, y los otros no tienen dónde descansar su cabeza. Encontramos a algunos con abundancia de alimentos delicados y costosos, mientras que otros apenas pueden conseguir un mendrugo para mantenerse con vida. Mientras unos se visten con terciopelos, pieles y lino, otros no tienen ni lo necesario para protegerse del crudo invierno. Esta situación es mala y debe ser remediada. Pero el remedio deberá emprenderse cuidadosamente. No puede hacerse de manera que haya absoluta igualdad entre los hombres.
¡La igualdad es una quimera! Es completamente impracticable. Aun cuando se llevara a cabo, la igualdad no podría continuarse, y si su existencia fuese posible, todo el orden del mundo sería destruido. La ley del orden debe existir siempre en el mundo de la humanidad. Éste es un decreto divino aplicado a la creación del hombre... La humanidad, como un gran ejército, necesita un general, capitanes, suboficiales de todos los grados, y también los soldados, cada uno con sus deberes señalados. Los grados son absolutamente necesarios para asegurar una organización ordenada. Un ejército no podría componerse solamente de generales o de capitanes, o tan sólo de soldados sin alguna autoridad...
Verdaderamente, habiendo algunos enormemente ricos y otros lamentablemente pobres, se hace necesaria una organización para mejorar y regularizar tal estado de cosas. Es importante limitar las riquezas, como es importante también limitar la pobreza. Ninguno de los dos extremos es bueno... Cuando vemos que la pobreza alcanza los límites del hambre, es un signo seguro de que en alguna parte existe tiranía. Los hombres deben darse exacta cuenta de este asunto y no demorar más tiempo la modificación de las condiciones que causan la miseria y la cruel pobreza a un gran número de gentes.
Los ricos deben dar una parte de su abundancia, deben tener el corazón menos duro y cultivar una compasiva inteligencia, pensando en aquellos infelices que carecen de lo más necesario para la vida.
Deberán establecerse leyes especiales que traten de las condiciones extremas de riqueza y pobreza... Los Gobiernos deberán sujetarse a la Ley Divina, que da igual justicia a todos... Hasta que esto no sea un hecho no se habrá obedecido la Ley de Dios.138


Rentas Públicas

'Abdu'l-Bahá sugiere que cada ciudad, pueblo o distrito se encargue, tanto como sea posible, de administrar los asuntos fiscales dentro de su propia área y contribuir en debida proporción a los gastos del Gobierno central. Una de las principales fuentes de ingreso debería ser un impuesto proporcional a la renta. Si la renta de un hombre no excede a lo que necesita para sus gastos, no se le exigirá el pago de impuestos; pero en todos los casos en que la renta exceda a los gastos necesarios debe imponerse un impuesto cuyo porcentaje se elevará de acuerdo con el exceso de renta sobre los gastos.
Por otra parte, si la persona, por razón de enfermedad, mala cosecha o cualquier otra causa de la cual no es responsable, se ve imposibilitada de ganar lo suficiente para cubrir sus gastos durante el año, entonces la cantidad que falta para su sostenimiento y el de su familia deberá ser provista de los fondos públicos.
Habrá también otras fuentes de renta pública, como, por ejemplo, las de bienes intestados, minas, tesoros encontrados y contribuciones voluntarias; mientras que en los gastos han de figurar concesiones para el sostenimiento de los inválidos, huérfanos, sordos y ciegos, escuelas, y para mantener la salud pública. De esta manera quedarán provistos el bienestar y la comodidad de todos.139


Partición Voluntaria

En una carta a la Organización Central pro Paz Duradera que 'Abdu'l-Bahá escribió en 1919, dice:

Entre las enseñanzas de Bahá'u'lláh está la de la partición voluntaria de los bienes propios con la humanidad. Esta partición voluntaria es más meritoria que una igualdad impuesta por leyes, y consiste en lo siguiente: que no se prefiera a sí mismo sobre los demás, antes bien deberá sacrificarse la propia vida y los bienes por los otros. Pero esto no debe ser introducido por coerción, mediante una ley que el hombre esté obligado a cumplir. No, porque el hombre debe sacrificar voluntariamente su prosperidad y su vida por sus semejantes y dar con gusto para ayudar a los pobres, tal como se hace en Persia entre los bahá'ís.


Trabajo para todos

Una de las más importantes instrucciones de Bahá'u'lláh en lo relativo a la cuestión económica es que todos deben dedicarse a algún trabajo útil. No deben existir zánganos en la colmena social, ni parásitos físicamente capaces en la sociedad. Él dice:

Se ha ordenado a cada uno de vosotros que os dediquéis a alguna ocupación, ya sea arte, oficio u otra cosa. Hemos hecho esta vuestra ocupación idéntica a la adoración de Dios, el Verdadero. Reflexionad, ¡oh pueblo!, sobre la misericordia de Dios y sobre Sus favores y dadle gracias mañana y noche.
No perdáis vuestro tiempo en el ocio y la indolencia, y ocupaos en aquello que pueda beneficiaros a vosotros y a vuestros semejantes. Así se ha decretado en esta Tabla, desde el horizonte de donde el Sol de la Sabiduría y la Divina Prolación está brillando. Los hombres más despreciables ante Dios son aquellos que se sientan y piden. Asíos de la cuerda de los recursos, confiando en Dios, la Causa de las Causas.140

¡Cuánta energía empleada en el mundo de los negocios de hoy en día es gastada simplemente en anular y neutralizar los esfuerzos de los demás en inútil lucha y competencia!, y ¡cuánta en cosas que son aún más dañinas! Si todos trabajasen, si todo fuera trabajo, ya sea intelectual o manual, de naturaleza provechosa para la humanidad, como Bahá'u'lláh ordena, las provisiones de todo lo necesario para la salud, comodidad y noble vida serían ampliamente suficientes para todos. No tendrían por qué existir barrios de miseria, hambre, privaciones, esclavitud industrial, faenas destructoras de la salud.


La Ética en la Riqueza

De acuerdo con las enseñanzas de Bahá'u'lláh, la riqueza propiamente adquirida y rectamente gastada es honorable y digna de alabanza. Los servicios prestados deben ser adecuadamente recompensados. Bahá'u'lláh dice en la Tabla de Tarázát: "El pueblo de Bahá no debe rehusar dar la recompensa merecida y debe respetar a los que poseen talento... Debemos hablar con justicia y reconocer el valor de los beneficios".
Refiriéndose a los intereses sobre el dinero, Bahá'u'lláh dice en la Tabla de Ishráqát:

Encontramos que la mayoría de la gente tiene necesidad de este sistema, pues si no fuese permitido pagar intereses, los negocios serían trabados y obstruidos... Rara vez se encuentran personas que presten dinero bajo el principio de "Qard-i-hasan" (que literalmente significa "buen préstamo", o dinero prestado sin interés y pagado a la voluntad del deudor). En consecuencia, como un favor a los siervos hemos decretado que la "ganancia sobre dinero" sea corriente entre otras transacciones de negocios que existen entre la gente. Es decir... es permisible, legal y honrado el cobrar intereses sobre dinero... pero estos negocios deben conducirse con moderación y justicia. La Pluma de Gloria se ha negado a señalar límites, como muestra de la Sabiduría de Su presencia y para conveniencia de Sus siervos. Exhortamos a los amigos de Dios a obrar con equidad y justicia, de tal manera que la misericordia y compasión de Sus amados se manifiesten entre unos y otros...
La ejecución de estos asuntos ha sido encomendada a los hombres de la Casa de Justicia, para que puedan obrar con sabiduría y de acuerdo con las exigencias de la época.


La Esclavitud Industrial Prohibida

En el Libro de Aqdas, Bahá'u'lláh prohíbe la esclavitud, y 'Abdu'l-Bahá explica que no sólo la esclavitud, sino también el trabajo esclavo es contrario a la ley de Dios. En 1912, cuando se encontraba en los Estados Unidos, dijo al pueblo norteamericano:

Entre 1860 y 1865 hicisteis algo maravilloso: abolisteis la esclavitud; pero hoy día tenéis que hacer algo más maravilloso: abolir la esclavitud industrial...
La solución de los problemas económicos no será lograda por medio del enfrentamiento del capital y el trabajo, en disputa y conflicto, sino por la voluntaria actitud de buena voluntad por ambos lados. De esta forma se habrán obtenido condiciones justas y duraderas.
Entre los bahá'ís no existen las prácticas de extorsión, mercenarias e injustas, demandas de rebelión, ni sublevaciones revolucionarias contra los Gobiernos existentes...
En el futuro no les será posible a los hombres amasar grandes fortunas a costa de la labor de otros. Los ricos compartirán su riqueza por su propia voluntad. Llegarán a esto gradual y naturalmente por propio deseo. Jamás será conseguido por medio de guerras y derramamiento de sangre.141

Es por medio de la amistosa consulta y cooperación, por la asociación y participación justa en las ganancias, que los intereses del obrero y del capital serán mejor servidos. Las armas violentas de la huelga y cierres de fábricas son perjudiciales no sólo a las industrias afectadas, sino a toda la comunidad. Es, por lo tanto, obligación de los Gobiernos el idear los medios para impedir que se recurra a tan bárbaros métodos para arreglar disputas. 'Abdu'l-Bahá dijo en Dublín, Nueva Hampshire, en 1912:

Ahora deseo hablaros sobre la ley de Dios. De acuerdo con la ley divina, los empleados no deben ser pagados solamente por medio de salarios. Deben ser socios en todo trabajo. El asunto de la socialización es muy importante. No será resuelto por medio de huelgas por salarios. Todos los Gobiernos del mundo deben unirse y organizar una asamblea cuyos miembros sean elegidos de entre los Parlamentos y los ilustres de las naciones. Éstos deberán planear con la más grande soberanía y poder, de modo que ni el capitalista sufra enormes pérdidas ni los obreros caigan en la miseria. Deberán dictar la ley dentro de la mayor moderación y luego anunciar al público que los derechos de la gente trabajadora serán firmemente preservados; también deben ser protegidos los derechos de los capitalistas. Cuando un plan general como éste sea adoptado por la voluntad de ambas partes, y una huelga ocurriese, todos los Gobiernos del mundo habrán de resistirla colectivamente. De otra manera, el problema del obrero conducirá a una gran destrucción, especialmente en Europa. Cosas terribles acontecerán.
Esta cuestión será una entre las varias causas de una guerra europea de alcance mundial. Los dueños de propiedades, minas y fábricas deben compartir sus rentas con sus empleados, y dar un justo porcentaje de las ganancias a los que trabajan para ellos, de manera que los empleados puedan recibir, además de sus salarios, algo de la renta general de la fábrica, y así el empleado se dedicará con toda el alma a su trabajo.142


Legados y Herencias

Bahá'u'lláh declara que el individuo debe tener libertad de disponer de sus posesiones durante su vida en la forma que él prefiera, y se exige que toda persona escriba un testamento explicando la forma en que ha de ser dispuesta su propiedad después de su muerte. Cuando una persona muera sin testar, el valor de su propiedad deberá ser calculado y dividido en justas proporciones entre siete clases de herederos, como son: hijos, cónyuge, padre, madre, hermanos, hermanas y sus maestros, disminuyendo proporcionalmente la parte que corresponde a cada uno desde el primero al último. En ausencia de una o más de estas clases, la parte que corresponda a éstas deberá ir al Tesoro público para ser gastada entre los pobres, huérfanos y viudas, o en obras de utilidad pública. Si el muerto no tuviese herederos, entonces toda su propiedad pasará al Tesoro público.
No hay nada en la ley de Bahá'u'lláh que prohíba a un individuo dejar toda su propiedad a una sola persona si así lo desea, pero los bahá'ís serán, naturalmente, influidos al hacer sus testamentos por el modelo que Él trazó para casos de bienes intestados, que garantiza la distribución de la propiedad entre un considerable número de herederos.


Igualdad del Hombre y la Mujer

Uno de los principios sociales que Bahá'u'lláh considera de la mayor importancia es que las mujeres sean consideradas como iguales a los hombres, y que gocen de los mismos derechos y privilegios, e igual educación y oportunidades.
El gran medio en el cual confía para conseguir este objetivo es el de la educación universal. Las niñas deben recibir una educación tan buena como los varones. En realidad, la educación de las niñas es aún más importante que la de los varones, pues con el tiempo estas niñas se convertirán en madres y, como madres, serán las primeras maestras de la próxima generación. Los niños son como tiernas y verdes ramas; si reciben una buena educación cuando pequeños, crecerán rectos, y si no, crecerán desviados y defectuosos; hasta el final de sus vidas sentirán los efectos de la educación de los primeros años. ¡Cuán importante es, entonces, que las niñas sean sabiamente educadas!
Durante Sus viajes por Occidente, 'Abdu'l-Bahá explicó frecuentemente las enseñanzas bahá'ís sobre este punto. En una reunión de la Liga pro Libertad de las Mujeres en Londres, en enero de 1913, dijo:

La humanidad es como un pájaro con dos alas: una masculina, la otra femenina. A no ser que ambas alas sean robustas y estén impelidas por una fuerza común, el pájaro no podrá volar hacia el cielo. De acuerdo con el espíritu de esta época, las mujeres deben avanzar y llenar su misión en todas las ramas de la vida, convirtiéndose en iguales del hombre. Deben estar al mismo nivel de éste y gozar de iguales derechos. Ésta es mi fervorosa súplica y uno de los principios fundamentales de Bahá'u'lláh.
Algunos sabios han declarado que el cerebro de los hombres pesa más que el de las mujeres, mostrando esto como prueba de la superioridad del hombre. Pero vemos a nuestro alrededor gentes con cabezas pequeñas cuyos cerebros deben pesar poco y que, a pesar de éstos, muestran gran inteligencia y poder de comprensión; sin embargo, otras con cabezas grandes cuyos cerebros deben ser pesados, son tontas. Por lo tanto, el peso del cerebro no es medida de inteligencia ni superioridad. Cuando los hombres presentan como argumento de su superioridad el hecho de que las mujeres no han sobresalido como los hombres, están utilizando argumentos pobres, dejando a la historia fuera de toda consideración. Si estuviesen mejor versados en historia, encontrarían que grandes mujeres han llevado a cabo grandes empresas en el pasado, y que hay muchas que están realizando grandes cosas en el presente.

Sobre ello, 'Abdu'l-Bahá describió los éxitos de Zenobia y otras grandes mujeres del pasado, concluyendo con un elocuente tributo a la intrépida María Magdalena, cuya fe permaneció firme cuando la de los apóstoles flaqueaba. Continuó:

Entre las mujeres de nuestro tiempo contamos con Qurratu'l-'Ayn, hija de un sacerdote musulmán. En la época de la aparición del Báb mostró una valentía y un poder tan extraordinarios, que todos lo que la oyeron quedaron asombrados. Se despojó del velo a pesar de la costumbre inmemorial de las mujeres de Persia, y aunque era considerado incorrecto el que una mujer hablara a los hombres, esta mujer heroica sostenía debates con los más ilustrados y los derrotaba en cada reunión. El Gobierno de Persia la tomó prisionera, fue apedreada en las calles, anatematizada, desterrada de un pueblo a otro, amenazada con la muerte; pero nunca flaqueó en su determinación de luchar por la libertad de sus hermanas. Soportó la persecución y los sufrimientos con el más grande heroísmo, y aun en la prisión ganó creyentes. A uno de los ministros de Persia en cuya casa estaba prisionera, dijo: "¡Podéis matarme tan pronto como queráis, pero no podréis detener la emancipación de las mujeres!" Al fin llegó el término de su trágica vida; fue conducida a un jardín y estrangulada. Se vistió para esta ocasión con sus mejores galas, como si fuese a asistir a una boda. Dio su vida con tanta magnanimidad y coraje, que admiró y maravilló a todos los que la vieron. Fue verdaderamente una gran heroína. Hoy día, en Persia, entre los bahá'ís hay mujeres que muestran el mismo coraje y están dotadas de gran percepción poética. Son muy elocuentes y hablan ante grandes auditorios.
Las mujeres deben seguir avanzando; deben extender sus conocimientos a la ciencia, literatura, historia, para alcanzar la perfección de la humanidad. Antes de mucho habrán conseguido sus derechos. Los hombres verán a las mujeres activas comportándose con dignidad, mejorando la vida civil y política, oponiéndose a las guerras, reclamando el sufragio y oportunidades iguales. Espero veros avanzar en todos los terrenos de la vida; entonces vuestras frentes serán coronadas con la diadema de la gloria eterna.


Las Mujeres y la Nueva Era

Cuando el punto de vista de las mujeres reciba la debida consideración, y cuando les sea permitido expresar su voluntad en el arreglo de los problemas sociales, podremos esperar un gran adelanto en los asuntos que han sido muy a menudo tan lastimosamente olvidados bajo el antiguo régimen de la dominación del hombre, tales como los problemas de salud, templanza, paz y consideración por los valores de la vida individual. Las mejoras a este respecto serán de gran alcance y de benéficos resultados. 'Abdu'l-Bahá dice:

El mundo del pasado ha sido gobernado por la fuerza, y el hombre ha dominado a la mujer debido a sus cualidades más potentes y agresivas, tanto físicas como mentales. Pero el equilibrio está variando, la fuerza está perdiendo su dominio, y la viveza mental, la intuición y las cualidades espirituales de amor y servicio, en las que la mujer es fuerte, están ganando en poder. En adelante tendremos una época menos masculina y más influida con ideales femeninos, o, para explicarnos más exactamente, será una época en la que los elementos masculinos y los femeninos de la civilización estarán más equilibrados.143


Los Métodos de Violencia, Abolidos

En el logro de la emancipación de la mujer, así como en otros asuntos, Bahá'u'lláh aconseja a Sus creyentes que eviten toda violencia. Una excelente ilustración del método bahá'í de reformas sociales ha sido dada por las mujeres bahá'ís de Persia, Egipto y Siria. En esos países es costumbre de las mujeres islámicas usar un velo para cubrirse la cara cuando están fuera de su casa. El Báb indicó que en la nueva Dispensación las mujeres serían relevadas de esta incómoda costumbre, pero Bahá'u'lláh aconseja a Sus creyentes que mientras no se trate de una importante cuestión de moralidad, es mejor aceptar las costumbres establecidas hasta que el pueblo haya sido educado, antes que escandalizar a aquellos entre los que uno vive y levantar antagonismos innecesarios. Por lo tanto, a pesar de estar convencidas las mujeres bahá'ís de lo anticuado que es para gentes inteligentes el uso del velo, y su inutilidad e inconveniencia, aceptan esta incomodidad antes que provocar una tempestad de odios fanáticos y de rencorosa oposición descubriéndose el rostro en público. Esta conformidad con las costumbres no es fruto del miedo, sino que es una prueba de la confianza que tienen en el poder de la educación y en la fuerza transformadora y vivificante de la verdadera religión. Los bahá'ís, en estas regiones, están dedicando sus energías a la educación de sus hijos, y especialmente a la de las hijas, y a la difusión y promoción de los ideales bahá'ís, conociendo que, conforme vaya creciendo la nueva vida espiritual entre los pueblos, sus prejuicios y costumbres anticuadas irán desprendiéndose poco a poco, tan natural e inevitablemente como cuando las escamas de los pimpollos se desprenden en la primavera al desarrollarse las hojas y flores a la luz del sol.

Educación

La educación, es decir, la instrucción y guía de los hombres, y el desarrollo y entrenamiento de sus facultades innatas, ha sido el supremo objetivo de todos los Santos Profetas desde el comienzo del mundo. En las enseñanzas bahá'ís la importancia fundamental y las posibilidades ilimitadas de la educación son proclamadas en los términos más claros. El maestro es el factor más potente de la civilización, y su trabajo es el más elevado al que puede aspirar el hombre. La educación comienza en el vientre de la madre y es sin fin, tanto como la vida del individuo. Es la perenne condición de una vida recta y la base del bienestar individual y social. Cuando la educación hacia fines legítimos esté generalizada, la humanidad se transformará y el mundo se convertirá en un paraíso.
Actualmente, un hombre verdaderamente bien educado es un fenómeno raro, pues casi todos tienen falsos prejuicios, ideales erróneos, conceptos equivocados y malos hábitos inculcados desde su niñez. A cuán pocos se les enseña desde su tierna infancia a amar a Dios de todo corazón y dedicar sus vidas a Él; a considerar que servir a la humanidad es el más noble objetivo de la vida, y a desarrollar sus potencialidades para el bien general de todos. Éstos son, sin embargo, los mejores elementos de una buena educación. Llenar meramente la memoria con reglas de aritmética, gramática, geografía, idiomas, etc., tiene comparativamente muy poco efecto en producir vidas útiles y nobles.
Bahá'u'lláh dice que la educación debe ser universal:

Está decretado que cada padre tiene la obligación de educar a sus hijos e hijas en ciencias y en escritura, y también en aquello que ha sido ordenado en la Tabla. Aquel que descuide este mandato (sobre este asunto), si tuviese dinero, tendrá que aceptar que los administradores de la Casa de Justicia requieran de él la suma de dinero necesaria para la educación de sus hijos; por otra parte, si el padre no tuviese los medios, esto recaerá sobre la Casa de Justicia. En verdad que hemos hecho de la Casa de Justicia un asilo para los pobres y necesitados.
El que educare a su hijo o alguna otra criatura, es como si hubiese educado a uno de Mis hijos.144
Todo hombre y toda mujer deberán colocar una parte de lo que ganen en el comercio, agricultura o cualquier otro oficio, a cargo de una persona de confianza, para ser gastada en la educación e instrucción de sus hijos. Este depósito será invertido en la educación de los mismos, bajo el consejo de los administradores (o miembros) de la Casa de Justicia.145


Diferencias Innatas de la Naturaleza Humana

Desde el punto de vista bahá'í, la naturaleza del niño no es como la blanda cera, que puede ser moldeada indiferentemente según la forma que quiera darle su maestro. No. Cada uno, desde el principio, tiene su propio carácter, recibido de Dios, y una individualidad que puede ser desarrollada con gran resultado sólo de una manera particular, y esa manera es única en cada caso. No existen dos personas que tengan exactamente la misma capacidad y talento, y el verdadero educador jamás tratará de forzar dentro del mismo molde dos naturalezas distintas. En realidad, jamás tratará de forzar ninguna naturaleza dentro de ningún molde. Más bien cuidará reverentemente de desarrollar los poderes de la tierna naturaleza, los alentará y protegerá y les proporcionará el alimento y la ayuda que necesiten. Su trabajo es como el del jardinero que cultiva plantas diferentes. Una planta necesita la brillante luz del sol, otra la fresca sombra; una ama la orilla del agua y otra la seca loma; una florece mejor en suelo arenoso y otra en fértil limo. Cada una ha de ser provista propiamente en sus necesidades; de otro modo, sus perfecciones jamás serán plenamente reveladas. 'Abdu'l-Bahá dice:

Los Profetas reconocen que la educación tiene un gran efecto sobre la raza humana, pero declaran que la inteligencia y la comprensión son originalmente diferentes en cada individuo. Vemos ciertos niños de la misma edad, nacionalidad y raza, y aun de la misma familia, bajo la dirección del mismo maestro, que difieren en mentalidad y poder de comprensión. No importa cuán cultivada o pulida sea la concha, ésta jamás se convertirá en la radiante perla. La piedra negra no puede convertirse en piedra preciosa. El espinoso cactus, mediante cultivo y desarrollo, jamás se convertirá en árbol bienhechor. Es decir, que la educación no cambia la naturaleza esencial de la joya humana, pero puede producir en ella un maravilloso efecto. Mediante este poder efectivo, todo lo que está latente en virtudes y capacidades en la humana realidad será revelado.146


Educación del Carácter

Lo más importante en la educación es la formación del carácter. En este sentido, el ejemplo es más efectivo que el precepto. La vida y carácter de los padres del niño, de sus maestros y compañeros habituales son factores de suma importancia.
Los Profetas de Dios son los grandes educadores de la humanidad, y sus consejos y el relato de sus vidas deben grabarse en la mentalidad del niño tan pronto como puede comprenderlos. Son de especial importancia las palabras del supremo Maestro, Bahá'u'lláh, que reveló los principios básicos sobre los que debe construirse la civilización del futuro. Él dice:

Enseñad a vuestros hijos lo que ha sido revelado por medio de la Pluma de Gloria. Instruidlos en lo que ha descendido del cielo de grandeza y poder. Haced que memoricen las Tablas del Misericordioso y las entonen con las más melodiosas voces en las galerías del Mashriqu'l-Adhkár.147

Artes, Ciencias y Oficios

La enseñanza de las artes, ciencias, oficios y profesiones útiles es considerada muy importante y necesaria. Bahá'u'lláh dice:

Los conocimientos son como alas para el hombre y como una escalera para su ascenso. El adquirir conocimientos es obligatorio para todos, pero de aquellas ciencias que pueden ser de provecho a los habitantes de la tierra, y no de aquellas que comienzan y terminan en meras palabras. Los poseedores de las ciencias y las artes gozan de grandes privilegios ante los pueblos del mundo. Ciertamente, el verdadero tesoro del hombre es su sabiduría. La sabiduría trae honor, prosperidad, gozo, alegría, felicidad y regocijo.148


Trato a los Criminales

En una charla sobre el método verdadero para tratar a los criminales, 'Abdu'l-Bahá dijo lo siguiente:

Lo más esencial es que los individuos sean educados en tal forma que eviten y se aparten de cometer crímenes, para que el crimen por sí mismo sea considerado como su más grande castigo, como su más cruel condena y tormento. De esa manera no se cometerán crímenes que requieran castigo.
Si alguno oprimiese, injuriase e hiciese daño a otro y el injuriado acudiese a la venganza, esto sería también digno de censura. Si 'Amru ofende a Zaid, éste no tiene derecho a ofender a 'Amru; si lo hace, esto es venganza, y es muy reprensible. Antes, por el contrario, debe devolver bien por mal, y no sólo perdonar, sino, si es posible, hacer algún favor a su ofensor. Esta conducta es digna de un hombre, porque ¿qué es lo que gana con la venganza? Las dos acciones son equivalentes; si una de ellas es reprensible, ambas son reprensibles. La única diferencia es que una fue cometida primero y la otra después.
Pero la comunidad tiene derecho a defenderse y protegerse; además, la comunidad no siente odio ni animosidad contra el criminal; lo aprisiona y castiga simplemente para la protección y seguridad de los demás.
Así, cuando Cristo dijo: "A aquel que te golpease una mejilla preséntale la otra", era para enseñar a los hombres que no tomaran venganza personal. Él no quiso decir que si un lobo se lanzara sobre un rebaño de ovejas para destruirlo, el lobo debería ser alentado a hacer eso. No; si Cristo hubiese sabido que el lobo estaba dentro del redil disponiéndose a destruir las ovejas, de seguro que habría hecho todo lo posible para evitarlo...
La constitución de las comunidades depende de la justicia... Entonces, cuando Cristo habla de clemencia y perdón, no quiere decir que cuando las naciones os ataquen, quemen vuestras casas, roben vuestros bienes, asalten a vuestras esposas, hijos y parientes y violen vuestro honor, debáis someteros a esos tiranos y enemigos y permitirles llevar a cabo sus crueldades y opresiones. No; las palabras de Cristo se refieren a la conducta de dos individuos, del uno hacia el otro. Si una persona ataca a otra, el injuriado debe perdonarlo. Pero las comunidades deben proteger los derechos del hombre. Todavía queda algo por decir, y es que las comunidades están ocupadas día y noche en hacer leyes penales y en preparar y organizar instrumentos y medios de castigo. Edifican prisiones, hacen cadenas y grillos, preparan lugares de destierro y cautiverio y diferentes clases de opresión y tortura, y piensan que de este modo disciplinan criminales, mientras que, en realidad, lo único que consiguen es la destrucción de la conducta y la perversión del carácter. Toda comunidad debería, por el contrario, esforzarse y procurar lograr, con el mayor celo y esfuerzo, la educación de los hombres, hacer que progresen día a día y ganen en ciencia y conocimiento, adquieran virtudes y buenas costumbres y eviten los vicios, para que no se cometan crímenes.149

Influencia de la Prensa

La importancia de la prensa como un medio de difundir conocimientos y de educar al pueblo, y su poder como fuerza civilizadora cuando es bien dirigida, está plenamente reconocida por Bahá'u'lláh. Él escribe:

Hoy en día los misterios de la Tierra se desvelan y se hacen visibles ante nuestros ojos, y las páginas de veloz aparición de los diarios son, en realidad, el espejo del mundo; ellas muestran las obras y acciones de las diferentes naciones, ilustran las mismas y hacen que se las oiga. Los periódicos son como un espejo dotado de oído, vista y palabra; son un fenómeno admirable y de enorme importancia.
Toca a los escritores y editores, por lo tanto, estar libres de los prejuicios del egoísmo y la ambición, y estar adornados con la vestimenta de la equidad y la justicia. Deben investigar los hechos en forma integral, para informarse de la verdad y escribir de acuerdo con ella. En lo que se refiere a este Ser agraviado, lo que los periódicos han publicado ha estado en su mayor parte exento de verdad. Buen lenguaje y veracidad son, en elevación de posición y rango, como el sol que se ha levantado del horizonte del cielo de sabiduría.150




10


EL SENDERO DE LA PAZ


Hoy, este siervo ha venido de seguro a vivificar el mundo y conducir a la unidad a todos los que habitan sobre la faz de la tierra. Aquello que Dios quiera se cumplirá y veréis la tierra como el Paraíso de Abhá (el Más Glorioso).

Bahá'u'lláh151


Conflicto Versus Concordia

Durante el siglo pasado los hombres de ciencia han dedicado mucho tiempo al estudio de la lucha por la existencia en el reino animal y el vegetal, y, en medio de las perplejidades de la vida social, muchos han buscado orientación en los principios que han resultado buenos entre las especies inferiores de la naturaleza. De esta manera han llegado a la conclusión de que la rivalidad y el conflicto son necesidades de la vida, y el exterminio de los miembros débiles de la sociedad algo legítimo y aun necesario para el mejoramiento de la raza. Por otra parte, Bahá'u'lláh nos dice que si deseamos ascender la escala del progreso debemos, en vez de mirar hacia atrás al mundo animal, dirigir nuestra vista hacia adelante y hacia arriba, y tomar, no a las bestias, sino a los Profetas, como nuestros guías. Los principios de unidad, concordia y compasión enseñados por los Profetas son la antítesis completa de aquellos que dominan el esfuerzo animal para su propia conservación, y tenemos que escoger entre los dos, pues no puede haber reconciliación entre ellos. 'Abdu'l-Bahá dice:

En el mundo de la naturaleza la nota dominante es la lucha por la existencia, cuyo resultado es la supervivencia del más fuerte. La ley de la supervivencia del más fuerte es el origen de todas las dificultades. Es la causa de luchas y guerras, de odio y rencor entre los seres humanos. En el mundo de la naturaleza hay tiranía, agresión, egoísmo, sojuzgamiento, usurpación de los derechos ajenos, y otros censurables atributos que constituyen los defectos del mundo animal. Por lo tanto, mientras los requisitos del mundo animal desempeñen una parte importante entre los hijos de los hombres, el éxito y la prosperidad serán imposibles. La naturaleza es guerrera, la naturaleza está sedienta de sangre, la naturaleza es tirana, pues la naturaleza está ignorante de la existencia de Dios Todopoderoso. Es por esto que esas crueles cualidades son naturales del mundo animal.
Por lo tanto, el Señor de la humanidad, sintiendo gran amor y misericordia, ha motivado la aparición de los Profetas y la revelación de los Libros Sagrados, para que por medio de la divina educación la humanidad pueda librarse de la corrupción de la naturaleza y de la oscuridad de la ignorancia, y adquirir virtudes, ideales y atributos espirituales, y se convierta en la fuente de emociones misericordiosas...
Ocurre cien mil veces, ¡ay!, que los ignorantes prejuicios, las diferencias no naturales y los principios antagónicos son aún desplegados por las naciones del mundo, unas en contra de otras, causando así el atraso del progreso general. Este retroceso ocurre porque los principios de la civilización divina están completamente abandonados y las enseñanzas de los Profetas olvidadas.152

La Más Grande Paz

En todas las épocas los Profetas de Dios han anunciado la llegada de una era de "paz en la tierra, y buena voluntad entre los hombres". Como ya hemos visto, Bahá'u'lláh, en los más brillantes y confidentes términos, confirma estas profecías y declara que su realización está cercana. 'Abdu'l-Bahá dice:

En este ciclo maravilloso la tierra será transformada y el mundo de la humanidad será engalanado con tranquilidad y belleza. Las disputas, las riñas y los asesinatos serán sustituidos por la paz, la honradez y la concordia; entre las naciones, pueblos, razas y países se manifestarán el amor y la amistad. La cooperación y la unión serán establecidas, y la guerra, por fin, será completamente suprimida... La paz universal levantará su tienda en medio de la tierra, y el Bendito Árbol de la Vida crecerá y se desarrollará a tal punto que dará su sombra tanto en Oriente como en Occidente. Fuertes y débiles, ricos y pobres, sectas antagónicas y naciones enemigas -todos ellos como el lobo y el cordero, el leopardo y el cabrito, el león y el becerro- se comportarán unos hacia otros con amor, amistad, justicia y equidad perfectos. El mundo se llenará de ciencia, de los conocimientos de la realidad de los seres y sus misterios, y del conocimiento de Dios.153


Prejuicios Religiosos

Para que podamos ver claramente cómo puede establecerse la Más Grande Paz, examinaremos primero las principales causas que en el pasado han provocado guerras, y veamos cómo Bahá'u'lláh propone tratar cada una de ellas.
Una de las más prolíficas causas de guerra han sido los prejuicios religiosos. Con respecto a este punto, las enseñanzas bahá'ís muestran claramente que la enemistad y conflicto entre los adeptos de las diferentes religiones y sectas han sido siempre causados, no por la verdadera religión, sino por la falta de ella, y por su sustitución por falsos prejuicios, imitaciones y falsedades.
En uno de Sus discursos en París, 'Abdu'l-Bahá dijo:

La religión debe unir todos los corazones para borrar de la faz de la tierra las guerras y las disputas, dar nacimiento a la espiritualidad, confiriendo vida y luz a cada corazón. Si la religión se convierte en causa de aversión, odio y división, sería mejor no tener ninguna, y separarse de tal religión sería un verdadero acto religioso. Pues es claro que el propósito de una medicina es curar, pero si la medicina sólo sirve para agravar la enfermedad, mejor es no usarla. Cualquier religión que no sea causa de amor y unidad no puede ser religión.154

De nuevo repite:

Desde el comienzo de la historia de la humanidad hasta nuestros días, varias religiones del mundo se han anatematizado entre sí y se han acusado unas a otras de falsedad. Se han despreciado entre ellas severamente, ejerciendo mutua aversión y rencor. Consideremos la historia de las guerras religiosas. Una de las mayores de ellas, la de las Cruzadas, se extendió durante un período de doscientos años. Algunas veces los cruzados eran los victoriosos, matando, saqueando y haciendo cautivos a los musulmanes; otras veces los musulmanes eran los victoriosos, infligiendo, en su turno, matanzas y ruina sobre los invasores.
Así continuaron durante dos siglos, alternativamente luchando con furia o cediendo en su debilidad hasta que los religiosos europeos se retiraron del Oriente, dejando tras de ellos las cenizas de la desolación y encontrando sus propios países en una condición de turbulencia y rebelión. Y ésta fue solamente una de las "Guerras Santas".
Las guerras religiosas han sido muchas. Novecientos mil mártires de la causa protestante fue el precio del conflicto entre esta secta del cristianismo y los católicos. ¡Cuántos se consumieron en las prisiones! ¡Qué despiadado el tratamiento a los cautivos! ¡Y todo en nombre de la religión!
Los cristianos y los musulmanes consideraban a los judíos como satánicos y como enemigos de Dios. Por lo tanto, los maldijeron y persiguieron. Gran número de judíos fueron muertos, sus casas incendiadas y saqueadas, sus hijos llevados al cautiverio. Los judíos por su parte consideraban a los cristianos como infieles y a los musulmanes como enemigos y destructores de las leyes de Moisés; por lo tanto, clamaban venganza contra ellos y los maldicen aún hoy día.
Cuando la luz de Bahá'u'lláh apareció en el Oriente, Él proclamó la promesa de la unidad de la humanidad. Se dirigió a todo el género humano diciendo: "Vosotros todos sois frutos de un solo árbol. No hay dos árboles, uno de la divina misericordia y otro de Satanás". Debemos, pues, tener el más grande amor los unos por los otros. No debemos considerar a ningún grupo como la gente de Satanás, sino considerar a todos como siervos de un solo Dios. A lo sumo es esto: algunos no saben y deben ser guiados y enseñados. Otros son ignorantes y deben ser informados. Algunos son como niños y deben ser ayudados para que alcancen madurez. Otros están dolientes, su condición moral es mala, y éstos deben ser tratados hasta que su moral sea purificada. Pero el hombre enfermo no debe ser odiado a causa de su enfermedad; el niño no debe ser apartado porque es un niño; el ignorante no debe ser despreciado por su falta de conocimiento. Todos deben ser curados, educados y ayudados con amor. Debe hacerse todo con el objeto de que la humanidad entera viva bajo la sombra de Dios, en la más grande seguridad, en la más elevada felicidad.155


Prejuicios Raciales y Patrióticos

La doctrina bahá'í de unidad del género humano ataca directamente la raíz de otra de las causas de guerra: el prejuicio racial. Ciertas razas presumen de ser superiores a otras y han presupuesto, en base al principio de "supervivencia del más apto", que esa superioridad les da el derecho de explotar y aun de exterminar a las razas más débiles. Gran número de las más negras páginas de la historia son ejemplo de la cruel aplicación de este principio. De acuerdo con el punto de vista bahá'í, las gentes de todas las razas son iguales ante Dios. Todos tienen maravillosas capacidades innatas que sólo requieren una buena educación para su desarrollo, y cada uno puede desempeñar un papel que, en vez de empobrecer, enriquecería y completaría la vida de los demás miembros del cuerpo de la humanidad. 'Abdu'l-Bahá dice:

Tocante al prejuicio de raza: ¡es una ilusión, una pura y simple superstición! Porque Dios nos creó a todos de una sola raza... En el principio tampoco hubo límites ni fronteras entre las diferentes tierras; ninguna parte de la Tierra perteneció más a unos pueblos que a otros. A los ojos de Dios no hay diferencia entre las razas. ¿Por qué ha de inventar el hombre tal prejuicio? ¿Cómo podemos sostener una guerra basada en una ilusión?
Dios no creó a los hombres para que se destruyeran entre sí. Todas las razas, tribus, sectas y clases disfrutan por igual de las bondades de su Padre celestial.
La única diferencia real radica en los grados de fidelidad y de obediencia a las leyes de Dios. Hay algunos que son como antorchas encendidas, otros que brillan como estrellas en el cielo de la humanidad. Los amantes del género humano, éstos son los hombres superiores, cualquiera que sea la nacionalidad, credo o color que tengan.156

Tan dañino como el prejuicio racial es el prejuicio político o patriótico. Ha llegado el tiempo en que los estrechos patriotismos nacionales deben sumergirse en un amplio patriotismo cuya patria es el mundo. Bahá'u'lláh dice:

Anteriormente se decía: "Amar a la patria es un elemento de la Fe de Dios..." La Lengua de Grandeza ha dicho en el día de Su Manifestación: "Gloria no es de aquel que ama a su patria, sino de aquel que ama a sus semejantes". Por medio de estas palabras Él dio un nuevo impulso y estableció una nueva dirección a las aves de los corazones de los hombres y borró del Libro Sagrado de Dios toda restricción y limitación.157


Ambiciones Territoriales

Son muchas las guerras en que se ha combatido por un pedazo de territorio cuya posición era deseada por dos o más naciones rivales. La codicia de posesión ha sido una causa de lucha tan fértil entre naciones como entre individuos. De acuerdo con el punto de vista bahá'í, las tierras pertenecen, en justicia, no a personas o naciones individuales, sino a toda la humanidad. Es más, ellas pertenecen a Dios solamente, y los hombres no son sino inquilinos.
En ocasión de la batalla de Benghasi158, 'Abdu'l-Bahá dijo:

Las novedades sobre la batalla de Benghasi atormentan mi corazón. Me asombro del salvajismo humano que aún existe en el mundo. ¿Cómo es posible que los hombres combatan de la mañana a la noche, matándose los unos a los otros, derramando la sangre de sus hermanos? ¿Con qué objeto? ¡Para ganar la posesión de un pedazo de tierra! Hasta los animales, cuando se pelean, tienen una razón más inmediata para sus ataques. ¡Cuán terrible es para los hombres, pertenecientes al reino más elevado, el descender tan bajo, matando a sus semejantes por la posesión de un pedazo de tierra! ¡El ser más elevado de la creación peleando para obtener la materia más baja, la tierra!
La tierra no pertenece a un pueblo, sino a todos los pueblos. Esta tierra no es el hogar del hombre, es su tumba. ¡Y es por sus tumbas por lo que los hombres pelean!
Por grande que sea el conquistador, por muchas que sean las naciones reducidas a su esclavitud, él no puede conservar más que una parte insignificante de tierra, ¡su tumba! Si es necesario adquirir mayor extensión de terreno para el mejoramiento de sus habitantes, para el crecimiento de la civilización... seguramente podría conseguirse pacíficamente la necesaria extensión de territorio. Pero ¡la guerra se hace para satisfacer la ambición de los hombres, por un motivo de ganancia material para unos pocos, causando la miseria a innumerables hogares, destrozando los corazones de centenares de hombres y mujeres!...
Os encarezco a todos los que me escucháis que concentréis vuestros pensamientos y sentimientos en el amor y la unidad. Cuando se os presente un pensamiento de guerra, oponedle uno mucho más fuerte en favor de la paz. Un pensamiento de odio debe ser destruido por uno más grande de amor. ¡Cuando los soldados del mundo saquen sus espadas para matar, que los soldados de Dios unan sus manos! Para que la barbarie de los hombres desaparezca, por la misericordia de Dios, debéis trabajar con pureza de corazón y sinceridad de alma. ¡Y no penséis que la paz del mundo es un ideal imposible de alcanzar! Nada es imposible por la divina benevolencia de Dios. Si realmente deseáis amistad con todas las razas de la Tierra, vuestro pensamiento espiritual y positivo se esparcirá; se convertirá en el deseo de otro, creciendo en fuerza todos los días hasta alcanzar la mente de todos los hombres.159


Idioma Universal

Habiendo pasado revista a las principales causas de las guerras y la forma en que pueden ser evitadas, procedamos a examinar ciertas propuestas constructivas, expresadas por Bahá'u'lláh, para la realización de la Más Grande Paz.
La primera trata del establecimiento de un idioma auxiliar universal. Bahá'u'lláh se refiere a este tema en el Libro de Aqdas y en muchas de sus Tablas. Así, en la Tabla de Ishráqát dice:

El Sexto Ishráq (Esplendor) es concordia y unión entre los hombres. Por medio del esplendor de la unión se han iluminado en todos los tiempos las regiones del mundo, y el medio más eficaz de conseguir este objetivo es que todos puedan comprender la escritura y el lenguaje de los demás. Antes de ahora, en Nuestras Epístolas, hemos ordenado a los Administradores de la Casa de Justicia que elijan uno de los idiomas existentes o que inventen uno nuevo; y, de la misma manera, que adopten una escritura común que se enseñe a los niños en todas las escuelas del mundo, para que éste se convierta en una sola nación y un solo hogar.

En la época en que fue lanzada al mundo esta proposición de Bahá'u'lláh nació en Polonia un niño llamado Ludovico Zamenhof, quien estaba destinado a desempeñar un papel importante en el desarrollo de esta idea. Casi desde su infancia el ideal de un idioma universal fue el motivo dominante en la vida de Zamenhof, y el resultado de sus fervientes trabajos fue la invención y la adopción extensa de un nuevo idioma conocido con el nombre de Esperanto, que ha sobrevivido la prueba de muchos años y ha demostrado ser un medio muy satisfactorio para el intercambio universal. Tiene la gran ventaja de que se puede aprender en una vigésima parte del tiempo que se requiere para aprender idiomas como el inglés, francés o alemán. En un banquete de esperantistas que tuvo lugar en París en febrero de 1913, 'Abdu'l-Bahá dijo:

Una de las principales causas de las diferencias en Europa es la diversidad de idiomas. Decimos: este hombre es un alemán, este otro un italiano; luego, nos encontramos con un inglés, y después con un francés. A pesar de que todos pertenecen a la misma raza, el idioma es la mayor barrera entre ellos. Si estuviese en uso un idioma auxiliar universal, todos se considerarían como uno.
Su Santidad Bahá'u'lláh escribió acerca de este idioma universal hace más de cuarenta años. Dijo que mientras no se adopte un idioma universal, la completa unión entre las diferentes secciones del mundo será irrealizable, pues observamos que las desavenencias evitan la asociación mutua entre las gentes, y estas desavenencias no serán eliminadas sino por medio de un idioma auxiliar universal.
Hablando en general, los habitantes del Oriente no están bien informados de los sucesos del Occidente, así como tampoco los occidentales pueden ponerse en amistoso contacto con los orientales; sus pensamientos están encerrados en un estuche: el idioma internacional sería la llave maestra que lo abra. Si poseyéramos un lenguaje universal, todos los libros occidentales podrían ser traducidos a ese idioma y los pueblos del Oriente se enterarían de su contenido. Del mismo modo, los libros del Este podrían traducirse a ese idioma, para beneficio de los pueblos del Oeste. El mejor de los medios hacia el progreso de la unión del Oriente con el Occidente sería el idioma común. Convertirá al mundo en un hogar y será el más fuerte impulso hacia el progreso humano. Levantará el estandarte de la unidad de la humanidad. Convertirá al mundo en una nación universal. Será la causa del amor entre los hijos de los hombres. Será la causa de confraternidad entre las razas.
Ahora, alabado sea Dios que el Dr. Zamenhof160 ha inventado el idioma esperanto. Tiene todas las cualidades potenciales para llegar a ser el medio internacional de comunicación. Todos nosotros debemos estarle agradecidos por este noble esfuerzo, pues en esta forma ha servido bien a sus semejantes. Con el incansable esfuerzo y sacrificio de parte de sus propagandistas, el esperanto se hará universal. Por lo tanto, cada uno de nosotros debe estudiar este idioma y difundirlo en cuanto nos sea posible, para que vaya ganando campo día a día y sea aceptado por todas las naciones y Gobiernos del mundo e introducido en los programas de todas las escuelas públicas. Deseo que el esperanto sea adoptado como el idioma oficial de las futuras conferencias y congresos internacionales, para que los hombres sólo tengan necesidad de aprender dos idiomas: el propio y el universal. Entonces se establecerá la perfecta unión entre todos los pueblos del mundo. Considerar cuán difícil es hoy día comunicarse con los diferentes países. Si uno estudiase cincuenta idiomas, todavía le sería posible el viajar por una nación y no conocer su idioma. Ésa es la razón por la que espero que haréis el más grande esfuerzo para que el esperanto se difunda ampliamente.

Aunque estas referencias al esperanto son específicas y alentadoras, la verdad es que mientras la Casa de Justicia no haya actuado en este asunto de acuerdo con las instrucciones de Bahá'u'lláh, la Fe Bahá'í no está encomendada al esperanto ni a ninguna otra lengua viva o artificial. 'Abdu'l-Bahá mismo dijo: "El amor y el esfuerzo puestos en el esperanto no se perderán, pero ninguna persona puede por sí sola construir un idioma universal."161
Qué idioma adoptar, y si ha de ser uno natural o construido, constituye una decisión que tendrán que tomar las naciones del mundo.


Liga Universal de Naciones

Otra propuesta frecuente y poderosamente recomendada por Bahá'u'lláh es la de una Liga Universal de Naciones. En una carta a la reina Victoria, escrita cuando aún se hallaba preso en los cuarteles de 'Akká,162 Él decía:

¡Oh gobernantes de la tierra! Estad reconciliados entre vosotros, para que no necesitéis más de armamentos, salvo en la medida que exija el resguardo de vuestros territorios y dominios. Cuidado, no sea que desestiméis el consejo del Omnisciente, el Fiel.
Sed unidos, oh reyes de la tierra, pues con ello la tempestad de la discordia será acallada entre vosotros y vuestro pueblo encontrará descanso... si sois de aquellos que comprenden. Si uno de entre vosotros tomare armas contra otro, levantaos todos contra él, pues esto no es sino justicia manifiesta.

En 1875, 'Abdu'l-Bahá predijo el establecimiento de una Liga Universal de Naciones, lo cual es especialmente interesante en el presente,163 en vista de los grandes esfuerzos que se llevan a cabo para establecerla. Él escribió:

La verdadera civilización desplegará su estandarte en el mismo centro del corazón del mundo cuando cierto número de sus distinguidos soberanos de elevada mentalidad -los brillantes ejemplos de devoción y determinación-, por el bien y la felicidad de toda la humanidad, se levantarán, con firme resolución y clara visión, para establecer la causa de la Paz Universal. Deben hacer de la Causa de la Paz el objeto de consultas generales, y buscar por todos los medios en su poder la manera de establecer una unión de las naciones del mundo. Deben acordar un tratado terminante y establecer un convenio, las cláusulas del cual serán firmes, inviolables y definitivas. Deben proclamarlo a todo el mundo y obtener para él la sanción de toda la raza humana. Esta noble y suprema tarea -la verdadera fuente de la paz y del bienestar de todo el mundo- debería ser considerada como sagrada por todos los que habitan la Tierra. Todas las fuerzas de la humanidad deben ser movilizadas para asegurar la estabilidad y permanencia de este máximo Convenio. En este Pacto, que todo lo abraza, los límites y fronteras de cada nación deberán ser claramente fijados, los principios fundamentales de las relaciones entre los Gobiernos deben ser definitivamente establecidos, y los acuerdos y obligaciones internacionales confirmados. En forma similar, la proporción de armamentos de cada Gobierno debería ser estrictamente limitada, porque si se permitiera aumentar las preparaciones para la guerra y las fuerzas militares de cualquier nación provocarían la sospecha de los otros. El principio fundamental básico de este Pacto solemne debería ser así fijado, para que si cualquier Gobierno violara más tarde algunas de sus cláusulas, todos los Gobiernos de la Tierra deberían levantarse para reducirlo a completa sumisión; más aún, la humanidad como un solo cuerpo debería resolver, con todo el poder a su disposición, la destrucción de ese Gobierno. En el caso de que éste, el más grande de todos los remedios, fuera aplicado al cuerpo enfermo del mundo, seguramente se recuperaría de sus enfermedades y permanecería eternamente salvo y seguro.164

Los bahá'ís ven graves deficiencias en la estructura de la Liga de las Naciones,165 que no llenan los requisitos del tipo de institución que Bahá'u'lláh describió como esencial para el establecimiento de la paz mundial. El 17 de diciembre de 1919, 'Abdu'l-Bahá declaró:

En la actualidad, la paz universal es un asunto de gran importancia, pero la unidad de conciencia es esencial para que las bases de este asunto sean seguras, su establecimiento firme y su edificio fuerte... A pesar de que existe la Liga de las Naciones, ésta es incapaz de establecer la paz universal. Pero el Supremo Tribunal que Su Santidad Bahá'u'lláh ha descrito, cumplirá esta sagrada misión con la más grande fuerza y poder.


Arbitraje Internacional

Bahá'u'lláh también abogó por el establecimiento de una corte internacional de arbitraje, para que las diferencias que se presentaran entre las naciones fuesen arregladas de acuerdo con la justicia y la razón, en vez de recurrir a la fuerza.
En una carta al secretario de la Conferencia de Mohonk sobre Arbitraje Internacional, en agosto de 1911, 'Abdu'l-Bahá dijo:

Hace cerca de cincuenta años que en el Libro de Aqdas Bahá'u'lláh ordenó a los pueblos establecer la paz universal, e invitó a todas las naciones al divino banquete del arbitraje internacional, para que las cuestiones de fronteras, de honor nacional y de propiedad, y los asuntos de vital interés entre las naciones, fueran arreglados por una corte arbitral de justicia y ninguna nación se atreviera a rehusar decisiones así resueltas. Si surgiera alguna disputa entre dos naciones, deberá ser dilucidada por esta corte internacional, y arbitrada y decidida como en un juicio deliberado por un juez entre dos individuos. Si en cualquier tiempo una nación se atreviera a quebrantar tal decisión, todas las demás naciones deberán levantarse para sofocar esta rebelión.

Repite, en un discurso en París en 1911:

Un supremo tribunal será establecido por los pueblos y Gobiernos de todas las naciones, compuesto de miembros elegidos por cada país y Gobierno. Los miembros de este gran consejo se reunirán en unidad. Todas las disputas de carácter internacional serán sometidas a esta corte, cuyo trabajo será arreglar, por medio de arbitraje, todos los asuntos que de otro modo serían causa de guerra. La misión de este tribunal sería evitar la guerra.166

Durante el cuarto de siglo que precedió al establecimiento de la Liga de las Naciones se creó en La Haya la Corte Permanente de Arbitraje (1900), y fueron firmados muchos tratados de arbitraje, pero la mayoría de éstos quedaban lejos de las comprensivas proposiciones de Bahá'u'lláh. No se efectuó ningún tratado de arbitraje entre dos grandes potencias en el que estuviesen incluidos todos los motivos de disputa. Las diferencias que afectaran "intereses vitales", "honor" e "independencia" fueron específicamente exceptuadas. No sólo esto, sino que faltaban las garantías efectivas de que las naciones se atendrían a los términos de los tratados en que entraban. Por otra parte, en las proposiciones bahá'ís los asuntos de fronteras, de honor nacional y de intereses vitales están expresamente incluidos, y los convenios tendrán la suprema garantía de la Liga mundial de Naciones que los respaldará. Sólo cuando estas propuestas se hayan llevado a cabo en forma tal, el arbitraje internacional alcanzará todas sus benéficas posibilidades y, finalmente, será eliminada del mundo la maldición de la guerra.


Limitación de Armamentos

'Abdu'l-Bahá dice:

Por medio de un convenio general todas las naciones del mundo deben desarmarse simultáneamente. No tendrá objeto que algunas dejen las armas y otras se nieguen a hacerlo. Las naciones del mundo deben convenir unas con otras en este asunto tan supremamente importante, para que todas abandonen, juntas, las armas mortíferas de matanza humana. En tanto que una nación aumente su presupuesto militar y naval, las otras naciones se verán forzadas a entrar en esta loca competencia invocando sus intereses naturales y supuestos.167


No Ofrecer Resistencia

Como grupo religioso, y obedeciendo al expreso mandato de Bahá'u'lláh, los bahá'ís han abandonado por completo el uso de la fuerza armada, en defensa de sus propios intereses y aun para fines puramente defensivos. En Persia han sido miles y miles los bábís y bahá'ís que han sufrido una muerte cruel a causa de su fe. En varias ocasiones, en los primeros días de la Causa los bábís se defendieron a sí mismos y a sus familias por medio de la espada con gran valentía y coraje. Sin embargo, Bahá'u'lláh lo prohibió terminantemente. 'Abdu'l-Bahá escribe:

Cuando apareció Bahá'u'lláh declaró que la promulgación de la verdad por estos medios no fuese permitida de manera alguna ni aun en defensa propia. Abrogó la ley de la espada y anuló la ordenanza de la "Guerra Santa". "Si eres muerto", dijo, "esto es mejor para ti que si tú mataras. Es por medio de la firmeza y la certeza de los creyentes que la Causa del Señor debe ser difundida. Cuando los fieles, arrojados e intrépidos, se levanten con absoluto desprendimiento para exaltar la Palabra de Dios y, con sus ojos alejados de las cosas del mundo, se ocupen en el servicio por el poder y amor del Señor, causarán por esta razón el triunfo de la Palabra de Verdad. Estas benditas almas atestiguan con su sangre y su vida la verdad de la Causa y la afirman con la sinceridad de su fe, devoción y constancia. El Señor tiene el poder de difundir Su Causa y de derrotar a los insolentes. No queremos más defensor que Él y, con la vida en nuestras manos, enfrentamos al enemigo y acogemos el martirio".168
Bahá'u'lláh escribió a uno de los perseguidores de Su Causa:

¡Gran Dios! Esta gente no necesita armas. Todos sus esfuerzos tienden hacia la paz del mundo. Sus buenas acciones son su ejército; sus buenas obras, su armamento; su comandante, el temor de Dios. Feliz aquel que es justo.
¡Por Dios! Estos hombres, por su paciencia, su tranquilidad, su resignación y su contentamiento, se han convertido en las manifestaciones de la justicia. Su sumisión ha llegado a tal punto que se dejan matar antes que matar; y esto, a pesar de que estos oprimidos de la Tierra han soportado aquello que no ha sido registrado por la historia del mundo y los ojos de las naciones jamás han visto.
¿Cómo pudieron soportar tan terribles infortunios sin levantar un brazo para protegerse? ¿Cuál fue la causa de su resignación y tranquilidad? Obedecieron los dictados de la Pluma de la Gloria, y en que hemos asumido las riendas de la autoridad, por la fuerza y el poder de Aquel Que es el Señor del Mundo.169

La sabiduría del plan de Bahá'u'lláh de no ofrecer resistencia ya fue probada con buenos resultados. Por cada creyente martirizado en Persia, la Fe Bahá'í ha recibido en su seno cien nuevos creyentes. La forma feliz e intrépida con que estos mártires han dejado caer la corona de sus vidas a los pies de su Señor, ha dado al mundo la prueba más clara de que han encontrado una nueva vida para la cual la muerte no tiene terrores; una vida de inefable plenitud y alegría, comparada con la cual los placeres de la Tierra son como polvo en la balanza, y las más perversas torturas físicas, pequeñeces tan livianas como el aire.


Guerra Justa

A pesar de que Bahá'u'lláh, como Cristo, aconseja a Sus creyentes, ya sea como individuos o como grupo religioso, adoptar una actitud pasiva y de perdón hacia sus enemigos, también enseña que es obligación de la comunidad impedir la injusticia y la opresión. Si los individuos son perseguidos e injuriados, está bien que perdonen y se abstengan de vengarse, pero sería un error que la comunidad permitiese que el pillaje y el crimen continuasen desenfrenados dentro de sus confines. Es la obligación de todo buen Gobierno impedir el crimen y castigar a los culpables.170 Lo mismo se aplica a las comunidades de naciones. Si una nación oprime o injuria a otra, es deber de las demás naciones unirse para evitar tal opresión.
Escribe 'Abdu'l-Bahá:

"Puede suceder que en un momento determinado tribus salvajes y guerreras ataquen a un cuerpo político con la intención de matar a sus miembros; en semejante circunstancia la defensa es necesaria."171

Hasta ahora ha sido práctica corriente en la humanidad que, cuando una nación ataca a otra, el resto de las naciones del mundo permanezca neutral, rechazando toda responsabilidad en el asunto si sus propios intereses no son directamente afectados o amenazados. Todo el peso de la defensa se deja a la nación atacada, por más débil e impotente que ésta sea. Las enseñanzas de Bahá'u'lláh cambian esta situación, imponiendo la necesidad de defensa no sólo sobre la nación atacada sino sobre todas las demás, tanto individual como colectivamente. Desde que la humanidad entera en sí es una sola comunidad, el ataque a cualquiera de las naciones es un ataque a la comunidad entera y debe ser contenido por toda la comunidad. Cuando esta doctrina sea generalmente reconocida y puesta en acción, cualquier nación con intenciones de atacar a otra sabrá con anticipación que habrá de entenderse con la oposición no sólo de la nación atacada sino de todas las demás del mundo entero. Esta sola convicción sería suficiente para disuadir a la más atrevida y belicosa de las naciones. Así, cuando se establezca una suficientemente fuerte liga de naciones amantes de la paz, la guerra pasará a ser una cosa del pasado. Durante el período de transición del antiguo estado de anarquía internacional al nuevo estado de solidaridad internacional las guerras de agresión serán aún posibles, y, en estas circunstancias, la acción militar u otra acción coercitiva en la causa de la justicia internacional, la unidad y la paz sería un deber positivo. 'Abdu'l-Bahá escribe que en este caso

Una conquista puede ser algo meritorio, y hay veces en que la guerra se convierte en fundamento poderoso de paz, y la ruina en verdadero instrumento de reconstrucción. Si, por ejemplo, un soberano de nobles intenciones reúne a sus tropas para enfrentar el ataque del insurgente y el agresor, o, también, si se lanza al campo de batalla y se distingue en una lucha para unificar un estado y pueblos divididos, está haciendo la guerra con un fin justificado; luego lo que parece ira es misericordia, y esta aparente tiranía, la sustancia misma de la justicia, y esta guerra, la piedra angular de la paz. Hoy, la tarea que corresponde a los grandes gobernantes es la de establecer la paz universal, puesto que en ello radica la libertad de todos los pueblos.172


Unidad del Este y el Oeste

Otro factor que ayudará a establecer la paz universal es la unión entre el Este y el Oeste. La Más Grande Paz no es la mera cesación de hostilidades, sino una fecunda unión y una cooperación cordial entre los hasta hoy alejados pueblos de la tierra, que producirá muchos preciosos frutos. En París, en unos de Sus discursos 'Abdu'l-Bahá dijo:

Tanto en el pasado como en el presente, el Sol Espiritual de la Verdad ha brillado siempre desde el horizonte del Este. Fue en el Este donde Moisés apareció para guiar y enseñar a su pueblo. También en el horizonte del Este apareció el Señor Jesucristo. Mu¥ammad fue enviado a una nación del Este. El Báb nació en Persia, nación del Este; Bahá'u'lláh vivió y enseñó en el Este. Todos los grandes maestros espirituales aparecieron en el mundo oriental.
A pesar de que el Sol de Cristo amaneció en el Este, Su esplendor irradió hasta el Oeste, donde el brillo de Su gloria pudo verse más claramente. La divina luz de Su enseñanza brilló con gran fuerza en el mundo occidental, donde se ha extendido más rápidamente que en la tierra de Su nacimiento.
En esta época el Este necesita progreso material y el Oeste necesita un ideal espiritual. Convendría que el Oeste buscase iluminación del Este y que allí diera, a cambio, sus conocimientos científicos. Debe efectuarse este intercambio de dones. El Este y el Oeste deben unirse para suplirse el uno al otro lo que les falta. Esta unión traerá la verdadera civilización, donde lo espiritual se expresa y se lleva a cabo en lo material. Colaborando el uno con el otro reinará gran armonía, todos los pueblos se unirán, y se alcanzará un estado de gran perfección; la unión será firme y este mundo se convertirá en un brillante espejo donde se reflejen los atributos de Dios.
Todos nosotros, tanto de las naciones del Oriente como de las del Occidente, debemos esforzarnos día y noche, con alma y corazón, para realizar este alto ideal y establecer la unidad entre las naciones de la Tierra. Cada corazón será entonces vivificado, los ojos serán abiertos, el más maravilloso poder será obtenido, la felicidad de la humanidad estará asegurada... Éste será el Paraíso que descenderá sobre la tierra cuando toda la humanidad se reúna bajo la Tienda de la Unidad en el Reino de la Gloria.173




11


VARIAS LEYES Y ENSEÑANZAS


Sabed que en cada época y dispensación todas las leyes divinas se cambian y se transforman de acuerdo con las necesidades del tiempo, excepto la ley del amor, que, como un manantial, siempre fluye y no está sujeta a cambio.

Bahá'u'lláh.


La Vida Monástica

Bahá'u'lláh, como Mu¥ammad, prohíbe a Sus creyentes llevar vidas de retiro monástico.
Leemos en la Tabla a Napoleón III:

¡Oh concurso de monjes! No os recluyáis en iglesias y claustros. Salid con Mi permiso, y ocupaos en aquello que beneficie a vuestras almas y a las almas de los hombres. ... Contraed matrimonio, para que después de vosotros alguno ocupe vuestro lugar. Os hemos prohibido cometer actos de deslealtad, y no aquello que ha de expresar fidelidad. ¿Os habéis aferrado a las normas fijadas por vosotros mismos, y dejáis de lado las normas de Dios? Temed a Dios y no seáis de los necios. Si no fuese por el hombre, ¿quién haría mención de Mí en Mi tierra, y cómo podrían haber sido revelados Mis atributos y Mi nombre? Ponderad, y no seáis de aquellos que están velados y profundamente dormidos. Aquel que no se desposó (Jesús) no encontró lugar donde morar o reclinar Su cabeza, por causa de lo que las manos de los traidores habían hecho. Su santidad no consiste en aquello que creéis o imagináis, sino más bien en lo que Nosotros poseemos. Inquirid, para que podáis comprender Su posición, que ha sido exaltada por encima de las imaginaciones de todos los que moran sobre la Tierra. Bienaventurados son quienes lo perciben.

¿No es extraño que sectas cristianas hayan instituido la vida monástica y el celibato para el clero, en vista de que Cristo eligió como Sus discípulos a hombres casados, y vivieron Él mismo y Sus apóstoles una vida de activa beneficencia, en estrecha asociación e intercambio familiar con el pueblo?
En el Qur'án leemos:

A Jesús, Hijo de María, entregamos el Evangelio, y pusimos en los corazones de aquellos que le siguieron bondad y compasión; pero la vida monástica la inventaron ellos mismos. El deseo sólo de agradar a Dios es lo que les prescribimos, y esto no lo observaron como debía haber sido observado.174

Cualquier justificación que haya habido para la vida monástica en tiempos antiguos y circunstancias pasadas, Bahá'u'lláh declara que esta justificación ya no existe; y, ciertamente, es evidente que el privar a una población de un gran número de miembros piadosos y temerosos de Dios de su asociación con sus semejantes y de los deberes y responsabilidades de la paternidad, tiene que resultar en el empobrecimiento espiritual de la raza.


El Matrimonio

Las enseñanzas bahá'ís prescriben la monogamia, y Bahá'u'lláh hace que el matrimonio esté condicionado al consentimiento de ambos contrayentes y al de sus padres. Escribe en el Libro de Aqdas:

Es verdad que en el Libro de Bayán (la Revelación del Báb) el asunto se limita al consentimiento de ambos contrayentes. Como Nosotros deseamos fomentar el amor, la amistad y la unidad del pueblo, ponemos por condición que se busque también el consentimiento de los padres, para evitar toda enemistad y mala voluntad.

Sobre este punto 'Abdu'l-Bahá escribió a alguien que pidió información:

"En cuanto a la cuestión del matrimonio, y de acuerdo con las leyes de Dios: Primero debéis elegir, y luego depende del consentimiento de los padres. Antes de vuestra elección ellos no tienen derecho a intervenir".175

Dice 'Abdu'l-Bahá que, gracias a esta precaución de Bahá'u'lláh, las relaciones de discordia entre los parientes políticos, que son proverbiales en los países cristianos e islámicos, son casi desconocidas entre los bahá'ís, y que muy rara vez hay divorcios. Escribe, refiriéndose al matrimonio:

El matrimonio bahá'í es unión y afecto cordial entre ambas partes. Deben ser muy cuidadosos e informarse mutuamente del carácter de cada uno. Este lazo eterno debe asegurarse mediante un firme convenio, y la intención debe ser promover la armonía, el compañerismo y la unidad, y lograr vida eterna...
En un verdadero matrimonio bahá'í las dos partes deben unirse plenamente, espiritual y físicamente, para que puedan tener eterna unidad a través de todos los mundos divinos, y mejorar mutuamente su vida espiritual. Éste es el matrimonio bahá'í.176

La ceremonia bahá'í del matrimonio es muy sencilla, requiriéndose solamente que el novio y la novia digan cada uno, en presencia de por lo menos dos testigos: "En verdad todos acataremos la Voluntad de Dios".


El Divorcio

Sobre el asunto del divorcio, lo mismo que sobre el del matrimonio, las instrucciones de los Profetas han variado según las circunstancias de los tiempos en que han vivido. 'Abdu'l-Bahá define las enseñanzas bahá'ís sobre el divorcio en esta forma:

Los amigos (bahá'ís) deben evitar estrictamente el divorcio, a no ser que algo surja entre ellos que los obligue a separarse por la aversión del uno hacia el otro; en este caso, con el conocimiento de la Asamblea Espiritual, ellos pueden optar por la separación. Entonces deben ser pacientes y esperar un año completo. Si durante ese tiempo no se ha restablecido la armonía entre ellos, pueden divorciarse. Las bases del Reino de Dios descansan sobre la armonía y el amor, relaciones amistosas y unión; no sobre diferencias, especialmente entre marido y mujer. Cualquiera de éstos que sea responsable del divorcio caerá, indudablemente, en grandes dificultades, será víctima de terribles calamidades y experimentará profundo remordimiento.177

En el asunto del divorcio, así como en todos los demás, los bahá'ís, por supuesto, se regirán no sólo por las enseñanzas bahá'ís, sino también por las leyes del país en donde vivan.


El Calendario Bahá'í

Entre los diferentes pueblos y en las diferentes épocas son muy diversos los métodos que se han adoptado para medir el tiempo y señalar las fechas. Son varios los diferentes calendarios que aún se encuentran en uso diario; por ejemplo: el gregoriano en el Oeste de Europa, el juliano en muchos países del Este de Europa, el hebreo entre los judíos y el islámico en las comunidades musulmanas.
El Báb señaló la importancia de la Dispensación que Él vino a anunciar, inaugurando un nuevo calendario. En este calendario, como en el gregoriano, se abandona el mes lunar y se adopta el año solar.
Los meses del calendario bahá'í son los siguientes:


NOMBRE ÁRABE
TRADUCCIÓN
PRIMER DÍA




1. Bahá Esplendor 21 de marzo
2. Jalál Gloria 9 de abril
3. Jamál Belleza 28 de abril
4. 'Azamat Grandeza 17 de mayo
5. Núr Luz 5 de junio
6. Rahmat Misericordia 24 de junio
7. Kalimát Palabras 13 de julio
8. Kamál Perfección 1º de agosto
9. Asmá' Nombres 20 de agosto
10. 'Izzat Fuerza 8 de septiembre
11. Mashíyyat Voluntad 27 de septiembre
12. 'Ilm Conocimiento 16 de octubre
13. Qudrat Poder 4 de noviembre
14. Qawl Expresión 23 de noviembre
15. Masá'il Preguntas 12 de diciembre
16. Sharaf Honor 31 de diciembre
17. Sultán Soberanía 19 de enero
18. Mulk Dominio 7 de febrero
Días intercalares del 26 de febrero al 1º de marzo inclusive
19. 'Alá' Sublimidad 2 de marzo

El año bahá'í consiste de 19 meses de 19 días cada uno (un total de 361 días), con la adición de "Días intercalares" (cuatro ordinariamente y cinco en los años bisiestos), entre el décimooctavo y décimonoveno mes, para ajustar el calendario al año solar. El Báb usó los nombres de los atributos de Dios para nombrar los meses. El Año Nuevo Bahá'í, como el antiguo Año Nuevo de Persia, está fijado astronómicamente, comenzando en el equinoccio de marzo (normalmente el 21 de marzo), y la era bahá'í comienza en el año de la declaración del Báb (1844 D.C., 1260 D.H.).
En un futuro no muy lejano todos los pueblos de la Tierra tendrán que ponerse de acuerdo para usar un solo calendario.
Nos parece, por lo tanto, apropiado que la nueva era de la unidad tenga su nuevo calendario libre de las objeciones y asociaciones que hacen a cada uno de los antiguos calendarios inaceptables para grandes sectores de la población del mundo. Es difícil ver cómo puede idearse un sistema más sencillo y conveniente que el propuesto por el Báb.


Asambleas Espirituales

Antes de que 'Abdu'l-Bahá completara Su misión terrenal había sentado las bases para el desarrollo del orden administrativo establecido en las Escrituras de Bahá'u'lláh. Para demostrar la gran importancia que se ha dado a la institución de las Asambleas Espirituales, 'Abdu'l-Bahá declaró en una tabla que una traducción debería ser aprobada, antes de su publicación, por la Asamblea Espiritual de El Cairo, a pesar de que Él mismo ya había revisado y corregido el texto.
Se entiende por Asamblea Espiritual un grupo administrativo de nueve personas elegidas anualmente por cada comunidad local bahá'í, que tiene el poder de determinar todos los asuntos de acción mutua de parte de la comunidad. Esta designación es provisional, pues en el futuro las Asambleas se llamarán Casas de Justicia.
Estos cuerpos de la organización bahá'í se diferencian de la organización de las iglesias en que son instituciones sociales más que eclesiásticas. Esto es, aplican la ley de la consulta en todos los problemas y dificultades que se presenten entre los bahá'ís, a quienes se les insta a no llevar sus quejas a las cortes civiles, y buscan la promoción de la unidad y la justicia entre toda la comunidad. La Asamblea Espiritual no es el equivalente del sacerdocio o del clero, pero tiene la responsabilidad de sostener las enseñanzas, estimular el servicio activo, dirigir las reuniones, mantener la unidad, administrar las propiedades bahá'ís para la comunidad y representar a ésta en sus relaciones con el público y con las otras comunidades.
La naturaleza de la Asamblea Espiritual, local y nacional, está descrita en forma más completa en la sección dedicada a la Voluntad y Testamento de 'Abdu'l-Bahá en el capítulo final, pero sus funciones generales han sido definidas por Shoghi Effendi como sigue:

Los asuntos de la enseñanza, su dirección, sus medios, su extensión, su consolidación, esenciales como son a los intereses de la Causa, no constituyen en manera alguna lo único que debe recibir toda la atención de estas Asambleas. Un minucioso estudio de las Tablas de Bahá'u'lláh y 'Abdu'l-Bahá revelará que otros deberes no menos vitales a los intereses de la Causa caen bajo la directa responsabilidad de los representantes elegidos por los amigos en cada localidad.
Ellos tienen la obligación de vigilar y ser prudentes, discretos y alertas, y proteger en todo momento el templo de la Causa contra los dardos y los ataques de los enemigos.
Deben procurar la amistad y concordia entre los amigos, borrar toda traza de desconfianza, enfriamiento y separación de todos los corazones, y conseguir en su lugar una cooperación activa y de corazón al servicio de la Causa.
Deben hacer lo posible en todo tiempo por extender su ayuda a los pobres, enfermos, inválidos, huérfanos y viudas, sin reparar en color, casta o credo.
Deben promover, por todos los medios que estén a su alcance, la iluminación material y espiritual de la juventud, los medios para la educación de los niños; crear, siempre que sea posible, instituciones educacionales bahá'ís; organizar y dirigir su trabajo y proveer los mejores medios para su progreso y desarrollo...
Deben encargarse de arreglar las reuniones de los amigos, las fiestas y aniversarios, lo mismo que las reuniones especiales destinadas a promover los intereses sociales, intelectuales y espirituales de sus semejantes.
En estos días en que la Causa está en su infancia deben vigilar todas las publicaciones bahá'ís y sus traducciones, y buscar los medios para que la literatura bahá'í tenga una digna y correcta presentación y distribución al público.

Las grandes posibilidades de las instituciones bahá'ís pueden ser estimadas solamente si uno se da cuenta de la rapidez con que se va desintegrando la civilización moderna por falta de ese poder espiritual, que es lo único que puede proporcionar el sentido de responsabilidad y humildad a los dirigentes, y la indispensable lealtad a los miembros individuales de la sociedad.


Fiestas Bahá'ís, Aniversarios y Días de Ayuno

Fiesta de Naw-Rúz (Año Nuevo Bahá'í)
21 de marzo.
Fiesta de Ri¤ván
(Declaración de Bahá'u'lláh )

21 de abril a 2 de mayo.
Declaración del Báb
23 de mayo.178
Ascensión de Bahá'u'lláh
29 de mayo.
Martirio del Báb
9 de julio.
Nacimiento del Báb
20 de octubre.
Nacimiento de Bahá'u'lláh
12 de noviembre.
Día del Convenio
26 de noviembre.
Ascensión de 'Abdu'l-Bahá
28 de noviembre.
Período de Ayuno, diecinueve días, comenzando el 2 de marzo.


Fiestas

El gozo vital de la religión Bahá'í encuentra su expresión en muchas fiestas y aniversarios durante el año.
En un discurso en la Fiesta de Naw-Rúz en Alejandría, Egipto, en 1912, 'Abdu'l-Bahá dijo:

En las sagradas leyes de Dios, en cada época y dispensación, hay fiestas santas, días festivos y días de guardar. En tales días toda clase de ocupaciones, comercio, industria, agricultura, etc., deben suspenderse.
Todos juntos deben regocijarse, celebrar reuniones generales, ser como una sola asamblea, para que la unidad nacional y la armonía sean mostradas a los ojos de todos.
Como es un día bendito no se debe descuidar y privarlo de resultados, transformándolo meramente en un día de placer.
En tales días deben fundarse instituciones que sean de beneficio y de valor permanente para el pueblo...
Actualmente no hay cosa de más valor o que dé más fruto que guiar al pueblo. Indudablemente, en tales días los amigos de Dios deben dejar pruebas tangibles de filantropía e ideales que deberán llegar a toda la humanidad y que no conciernan sólo a los bahá'ís. En esta maravillosa dispensación las acciones filantrópicas deben hacerse para toda la humanidad sin excepción, porque es la manifestación de la misericordia de Dios para todo el mundo. Por lo tanto, mi esperanza es que los amigos de Dios, cada uno de ellos, sean como la misericordia de Dios para toda la humanidad.

Las Fiestas de Naw-Rúz (Año Nuevo) y Ri¤ván, los aniversarios del nacimiento del Báb y Bahá'u'lláh, y de la Declaración del Báb (que es también día del nacimiento de 'Abdu'l-Bahá), son los más gozosos días del año para los bahá'ís. En Persia se celebran con excursiones o reuniones festivas en las que los que se hallan presentes contribuyen con música, cantos de versos y tablas, y cortos discursos adecuados a la ocasión. Los días intercalares, entre el 18 y el 19 mes (desde el 26 de febrero hasta el 1 de marzo inclusive) están especialmente dedicados a dar hospitalidad a los amigos, hacer regalos, visitar a los pobres y enfermos, etc.
Los aniversarios del martirio del Báb y de la Ascensión de Bahá'u'lláh y de 'Abdu'l-Bahá se celebran con toda solemnidad con reuniones apropiadas y discursos, con el cántico de oraciones y tablas.


Ayuno

El decimonoveno mes, siguiendo inmediatamente a la hospitalidad de los días intercalares, es el mes del ayuno. Durante diecinueve días se observa el ayuno absteniéndose de tomar alimentos líquidos o sólidos desde la salida hasta la puesta del sol. Como el mes del ayuno termina con el equinoccio de marzo, el ayuno tiene lugar siempre en la misma estación, o sea en la primavera en el hemisferio norte y en el otoño en el hemisferio sur; nunca en los grandes calores del verano o en lo más frío del invierno, cuando podría resultar muy penoso para los que lo observan. En el período señalado, el intervalo entre el amanecer y la puesta del sol tiene aproximadamente la misma duración en toda la porción habitable del globo, desde las seis de la mañana hasta las seis de la tarde. El ayuno no es obligatorio para los niños, los inválidos, los viajeros y aquellos que son muy ancianos o muy débiles (incluyendo mujeres encinta o que tienen niños de pecho).
Hay muchas pruebas que muestran que un ayuno periódico como el aconsejado por las enseñanzas bahá'ís es muy beneficioso para la salud; pero así como la realidad de las fiestas bahá'ís no consiste en el consumo de alimentos físicos, sino en la conmemoración de Dios, que es nuestro alimento espiritual, así la realidad del ayuno bahá'í no consiste en la abstención del alimento físico, no obstante ayudar esto a la purificación del cuerpo, sino en la abstención de la sensualidad y los deseos de la carne y en la separación de todo menos de Dios. 'Abdu'l-Bahá dice:

El ayuno es un símbolo. Ayuno significa abstenerse de toda sensualidad. El ayuno físico es un símbolo de esa abstinencia y un recordatorio; es decir, que así como una persona se abstiene de apetitos físicos, debe también abstenerse de apetitos y deseos personales. Es sólo un símbolo, un recordatorio. De otra forma no tiene importancia. Ayunar con este objeto no quiere decir privarse completamente de la comida. La regla de oro en cuanto al alimento es no comer demasiado ni comer muy poco. La moderación es necesaria. Hay una secta en la India que practica extrema abstinencia y va reduciendo su alimento poco a poco hasta llegar a subsistir casi sin alimento. Pero su inteligencia sufre. Un hombre no puede servir a Dios con el cerebro o el cuerpo si está debilitado por falta de alimento. No puede ver claramente.179


Reuniones

'Abdu'l-Bahá considera de gran importancia el que los creyentes celebren regularmente reuniones para la adoración juntos, para exponer y estudiar las enseñanzas y para consultar e informar sobre los progresos del movimiento. En una de Sus Tablas dice:

Está decidido, cumpliendo con el Deseo de Dios, que la unión y la armonía vayan diariamente en aumento entre los amigos de Dios y los siervos del Misericordioso. Hasta que esto se haya realizado no podrá avanzar este asunto en forma alguna. Y el mayor de los medios para la unión y armonía de todos es el de las reuniones espirituales. Este punto es de gran importancia, y es como un imán para atraer la confirmación divina.

En las reuniones espirituales bahá'ís deben evitarse disputas y discusiones sobre política y otros temas mundanos; el único fin de los creyentes debe ser el de enseñar y aprender la divina verdad, llenar sus corazones con el divino amor, obtener la más perfecta obediencia a la divina voluntad, y promover la venida del Reino de Dios. En un discurso dado en Nueva York en 1912, 'Abdu'l-Bahá dijo:

La reunión bahá'í debe ser la reunión del Concurso Celestial. Debe ser iluminada por las luces del Concurso Celestial. Los corazones deben ser como espejos donde se reflejen las luces del Sol de la Verdad. Cada pecho debe ser como una estación telegráfica: un extremo del hilo debe estar en lo profundo del alma, el otro en el Concurso Celestial, para que los mensajes puedan ser cambiados entre ellos. De este modo fluirá la inspiración desde el Reino de Abhá y en todas las discusiones prevalecerá la armonía... Cuanto más prevalezcan la armonía, la unidad y el amor entre vosotros, más os asistirán las confirmaciones de Dios y os sostendrán la ayuda y el favor de la Bendita Belleza, Bahá'u'lláh.

En una de Sus Tablas dijo:

En estas reuniones las conversaciones ajenas al acto deben evitarse completamente y los asistentes deben limitarse a cantar los versos y leer las Palabras Sagradas, y a asuntos que conciernan a la Causa de Dios, tales como la explicación de las pruebas, alegando evidencias claras y manifiestas e investigando las señales de la revelación del Amado de las criaturas. Aquellos que asistan a las reuniones deben engalanarse con la más perfecta limpieza y dirigirse al Reino de Abhá, y entonces entrar a la reunión con toda humildad y mansedumbre; y mientras se lean las Tablas debe haber quietud y silencio; y si uno deseare hablar, debe hacerlo con toda cortesía, con el asentimiento y permiso de los allí presentes, y con elocuencia y fluidez.


La Fiesta de Diecinueve Días

Con el desarrollo del orden administrativo bahá'í, desde la ascensión de 'Abdu'l-Bahá, la Fiesta de Diecinueve Días, observada en el primer día de cada uno de los meses bahá'ís, ha asumido una importancia muy especial, ya que no se la dedica únicamente a orar en congregación o a leer los Libros Sagrados, sino a una consulta general de todos los asuntos bahá'ís. Esta Fiesta es la ocasión en que la Asamblea Espiritual da sus informes a la comunidad e invita a la discusión de planes y a las sugerencias de nuevos y mejores métodos de servicio.


Mashriqu'l-Adhkár

Bahá'u'lláh dejó instrucciones para que Sus creyentes edificaran templos de adoración en cada país y ciudad. A estos templos les dio el nombre de "Mashriqu'l-Adhkár, que significa "Punto del Alba de las Alabanzas a Dios". El Mashriqu'l-Adhkár debe ser un edificio de nueve lados coronado por una cúpula, y lo más hermoso posible en cuanto a diseño y terminación. Debe estar en medio de un gran jardín adornado con fuentes, árboles y flores, rodeado de edificios auxiliares dedicados a fines educacionales, caritativos y sociales, de manera que la adoración de Dios en el templo esté siempre íntimamente asociada con un reverente placer en las bellezas de la naturaleza y del arte y el trabajo práctico por el mejoramiento de las condiciones sociales.180
En Persia, hasta el presente, a los bahá'ís se les ha prohibido edificar templos para veneración pública, de manera que el primer gran Mashriqu'l-Adhkár se edificó en 'Ishqábád,181 Rusia. 'Abdu'l-Bahá consagró el sitio de la segunda Casa de Adoración Bahá'í, a levantarse a orillas del lago Michigan, unas pocas millas al norte de Chicago, durante Su visita a los Estados Unidos en 1912.182
En las Tablas referentes al "Templo Madre" del Occidente escribe 'Abdu'l-Bahá:

Alabado sea Dios que, en este momento, de todos los países del mundo y de acuerdo con sus posibilidades, se están enviando continuamente contribuciones para edificar el Mashriqu'l-Adhkár en América... Desde el día de Adán hasta el presente, ningún hombre ha visto semejante hecho que del país más lejano del Asia se envíen contribuciones a América. Esto es el resultado del poder del Convenio de Dios. En verdad que es motivo de asombro para la gente de percepción. Se espera que los creyentes de Dios muestren su magnanimidad y reúnan una gran suma para el edificio... Deseo que se deje a cada uno hacer su voluntad. Si alguno desease gastar su dinero en otras obras, debéis dejarlo. No interfiráis con él de ningún modo; pero estad seguros de que lo más importante en este momento es la construcción del Mashriqu'l-Adhkár.
El misterio del edificio es grande y no puede ser revelado todavía, pero su construcción es la más importante empresa de este día. El Mashriqu'l-Adhkár tiene importantes dependencias que son consideradas como los fundamentos básicos. Éstas son: una escuela para niños huérfanos, hospital y dispensario para los pobres, hogar para los incapacitados, un hospicio y una universidad para la más alta educación científica. Igualmente, en cada ciudad, un gran Mashriqu'l-Adhkár debe ser construido con estas bases. Todas las mañanas se celebrarán servicios en el Templo. No habrá órgano en el Templo. En los edificios dependientes habrá festivales, servicios religiosos, convenciones, reuniones públicas y reuniones espirituales, pero en el Templo el canto y los coros serán sin acompañamiento de instrumento musical. ¡Abrid las puertas del Templo a toda la humanidad!
Cuando estas instituciones -colegio, hospital, hospicio y establecimiento para incurables, la universidad para el estudio de ciencias superiores que den cursos para graduados, y otros edificios filantrópicos- se hayan construido, las puertas serán abiertas a todas las naciones y religiones. No será demarcada ninguna línea divisoria. Se dispensarán sus caridades sin distinción de raza ni de color. Sus puertas serán abiertas de par en par a la humanidad; no habrá prejuicios contra ninguno, sólo amor para todos. El edificio central será dedicado para el propósito de oración y adoración. Así... la religión será armonizada con la ciencia, y la ciencia estará al servicio de la religión, esparciendo ambas sus dádivas materiales y espirituales sobre la humanidad.


Vida Después de la Muerte

Bahá'u'lláh dice que la vida de la carne es sólo el estado embrionario de nuestra existencia, y que el librarnos de nuestro cuerpo es como un nuevo nacimiento por medio del cual el espíritu humano entra en una vida más amplia y más libre. Escribe:

Sabe tú ciertamente que el alma, después de su separación del cuerpo, continuará progresando hasta que alcance la presencia de Dios, en un estado y condición que ni la revolución de las edades y siglos, ni los cambios o azares de este mundo pueden alterar. Ella perdurará tanto como el Reino de Dios, Su soberanía, Su dominio y fuerza perduren. Manifestará los signos de Dios y Sus atributos y revelará Su amorosa bondad y generosidad. El movimiento de Mi Pluma se detiene cuando intenta describir apropiadamente la grandeza y gloria de tan exaltada posición. El honor con el cual la Mano de Misericordia investirá al alma es tal, que ninguna lengua puede revelarlo adecuadamente ni ningún otro medio terrenal puede describir. Bendita es el alma que en la hora de su separación del cuerpo está purificada de las vanas imaginaciones de los pueblos del mundo. Tal alma vive y se mueve de acuerdo con la Voluntad de su Creador y entra al más elevado Paraíso. Las Doncellas del Cielo, habitantes de las más sublimes mansiones, la rodearán, y los Profetas de Dios y Sus escogidos buscarán su compañía. Esta alma conversará con ellos libremente y les contará lo que ha tenido que soportar en el sendero de Dios, el Señor de todos los mundos. Si se dijera a cualquier hombre lo que ha sido ordenado para tal alma en los mundos de Dios, el Señor del trono en lo alto y de aquí en la tierra, todo su ser se inflamaría instantáneamente en su gran anhelo por alcanzar aquella exaltada, santificada y resplandeciente posición... La naturaleza del alma después de la muerte nunca podrá ser descrita; no es conveniente ni permisible revelar todo su carácter a los ojos de los hombres. Los Profetas y Mensajeros de Dios han sido enviados con el único propósito de guiar a la humanidad en el recto Sendero de la verdad. El propósito fundamental de Su revelación ha sido educar a todos los hombres para que en la hora de su muerte asciendan con la mayor pureza y santidad y con absoluto desprendimiento hacia el trono del Altísimo. La luz que estas almas irradian es responsable del progreso del mundo y del adelanto de sus pueblos. Son como levadura, que hace levantar el mundo del ser y constituye la fuerza animadora por la cual las artes y maravillas del mundo se manifiestan. Por medio de ellas las nubes derraman su munificencia sobre los hombres y la tierra produce sus frutos. Todas las cosas tienen necesariamente una causa, una fuerza motora, un principio animador. Estas almas y símbolos de desprendimiento han provisto y continuarán proveyendo al mundo del ser con el supremo impulso movedor. El otro mundo es tan diferente de este mundo como lo es éste del mundo de la criatura mientras está en el vientre de la madre.183

Del mismo modo, escribe 'Abdu'l-Bahá:

Aquellos misterios de los que el hombre se descuida en este mundo serán los que él descubrirá en el mundo celestial, y allí será informado de los secretos de la verdad; con cuánta mayor razón podrá entonces reconocer y descubrir a las personas con quienes se ha asociado. Indudablemente, las almas benditas, que tienen los ojos puros y están favorecidas por el discernimiento, comprenderán en el reino de las luces todos los misterios y buscarán la gracia de presenciar la realidad de toda alma grande. Y hasta contemplarán manifiestamente la Belleza de Dios en ese mundo. Asimismo, encontrarán a todos los amigos de Dios, los de los tiempos pasados y recientes, en la asamblea celestial.
Las diferencias y distinciones entre los hombres serán, naturalmente, realizadas después de su partida del mundo mortal. Pero esta distinción no es con respecto al lugar, sino con respecto al alma y la conciencia. Pues el Reino de Dios está santificado (o libre) de tiempo y de espacio; es otro mundo y otro universo. Y sabedlo con seguridad, que en los mundos divinos los amados espirituales se reconocerán los unos a los otros, y buscarán unirse unos a otros, pero en una unión espiritual. De igual modo, el amor que uno ha sentido por otro no será olvidado en el mundo del Reino, ni tampoco os olvidaréis de vuestra vida en el mundo material.184


Cielo e Infierno

Bahá'u'lláh y 'Abdu'l-Bahá consideran las descripciones del cielo y del infierno dadas en algunas escrituras de las antiguas religiones, así como la historia bíblica de la Creación, como simbólicas y no como literalmente ciertas. Según ellas, el cielo es un estado de perfección y el infierno uno de imperfección; el cielo es la armonía con la voluntad de Dios y con nuestros semejantes y el infierno la falta de esa armonía; el cielo es la condición de vida espiritual y el infierno la muerte espiritual. Un hombre puede estar en el cielo o en el infierno mientras todavía vive en el cuerpo. Los goces del cielo son goces espirituales, y las penas del infierno consisten en la privación de esos goces.
'Abdu'l-Bahá dice:

Cuando [los hombres] sean liberados mediante la luz de la Fe de las tinieblas de estos vicios, y estén iluminados por el resplandor del sol de la realidad, y ennoblecidos con todas las virtudes, entonces estimarán que ésta es la máxima recompensa, y sabrán que constituye el verdadero paraíso. Del mismo modo, estiman que el castigo espiritual... es estar sometido al mundo de la naturaleza; estar separado de Dios como por un velo; ser brutal e ignorante; entregarse a la lujuria; caer en debilidades animales; caracterizarse por inclinaciones temibles... éstos son los máximos castigos y tormentos...
Las recompensas del otro mundo son la vida eterna -que ha sido claramente mencionada en todos los Libros Sagrados-, las perfecciones divinas, las gracias eternas y la felicidad perdurable. Las recompensas en el otro mundo son las perfecciones y la paz obtenidas en los mundos espirituales después de dejar este mundo... los beneficios espirituales, los varios dones espirituales en el Reino de Dios, el logro de los deseos del corazón y alma, y la reunión con Dios en el mundo de la eternidad. Del mismo modo, los castigos del otro mundo... consisten en estar privados de los especiales favores divinos y las mercedes incondicionales, y en caer en la condición más baja de la existencia. Quien esté privado de estos favores divinos, si bien tendrá vida después de la muerte, será considerado como muerto por el pueblo de la verdad.
La riqueza del otro mundo es el acercamiento a Dios. Por consiguiente, es cierto que aquellos que están cerca de la Corte Divina se les permite interceder, y esta intercesión está aprobada por Dios.
Hasta es posible que la condición de aquellos que han muerto en pecado y descreimiento pueda ser cambiada; es decir, pueden ser perdonados mediante la generosidad de Dios, no mediante Su justicia; pues generosidad significa dar sin merecimiento, y justicia significa dar lo que se merece. Así como aquí tenemos poder para rogar por esas almas, también poseeremos ese mismo poder en el otro mundo, que es el Reino de Dios... Por lo tanto, también en el otro mundo podrán hacer progreso. Así como aquí pueden recibir luz por sus propias súplicas, allí también podrán pedir perdón y recibir luz por medio de sus ruegos y súplicas.
Tanto antes como después de despojarnos de esta forma material progresamos en perfección, pero no en estado... No hay otro ser más elevado que el hombre perfecto. Cuando el hombre ha alcanzado ese estado, puede aún progresar en perfecciones pero no en estado, porque no hay otro estado superior al del hombre perfecto al cual él pueda ser transferido. Él sólo progresa en el estado de humanidad, pues las perfecciones humanas son infinitas. Así, no importa cuán sabio un hombre sea, aún podemos imaginarnos otro más sabio.
De aquí que, siendo las perfecciones de la humanidad infinitas, el hombre también puede hacer progresos en perfecciones después de dejar este mundo.185


Unidad de los Dos Mundos

La unidad de la humanidad tal como nos enseña Bahá'u'lláh se refiere no sólo a los hombres que están aún en el mundo mortal, sino a todos los seres humanos, ya sea en cuerpo físico o fuera de él. No sólo los hombres que ahora viven en la Tierra, sino también todos los del mundo espiritual, son partes de uno y el mismo organismo, y estas dos partes son íntimamente dependientes la una de la otra. La comunión espiritual entre una y otra, lejos de ser imposible o contraria a la naturaleza, es constante e inevitable. Aquellos cuyas facultades espirituales están aún sin desarrollar, son inconscientes de esta conexión vital, pero conforme nuestras facultades se desarrollan, las comunicaciones con aquellos que están detrás del velo van haciéndose gradualmente más conscientes y definidas. Para los Profetas y santos esta comunión espiritual es tan familiar y real como son la visión y conversación ordinaria para el resto de la humanidad.
'Abdu'l-Bahá dice:

Las visiones de los Profetas no son sueños; son descubrimientos espirituales y tienen realidad. Por ejemplo, ellos dicen: "He visto una persona en tal forma y le dije estas cosas y me dio tales respuestas". Esta visión tiene lugar en el mundo de vigilia y no en el del sueño; es un descubrimiento espiritual...
Entre las almas espirituales hay entendimientos espirituales, descubrimientos, una comunión libre de imaginación y fantasía, una asociación que es santificada de tiempo y de espacio. Y es así como está escrito en el Evangelio que Moisés y Elías vinieron a Cristo en el Monte Tabor, y es evidente que esta reunión no fue material. Fue una condición espiritual...
... [Comunicaciones como éstas] son reales y producen maravillosos efectos en las mentes y pensamientos de los hombres, y causan la atracción de sus corazones.186

'Abdu'l-Bahá, aunque admitiendo la realidad de facultades psíquicas "supernormales", desaprueba que se trate de forzar un desarrollo prematuro. Estas facultades se desarrollarán naturalmente a su debido tiempo, si sólo seguimos el sendero del progreso espiritual que los Profetas han trazado para nosotros. Dice Él:

Intervenir en las fuerzas psíquicas mientras se está en este mundo, perjudica la condición del alma en la otra vida. Estas fuerzas son reales, pero normalmente no son activas en este plano. El niño que todavía está en el vientre de su madre tiene ojos, oídos, manos, pies, etc., pero éstos no están en actividad. El único propósito de la vida en el mundo material es llegar al mundo de la realidad, donde esas fuerzas se volverán activas. Ellas pertenecen a ese mundo.187

No debe procurarse la comunicación con los espíritus de los que murieron por la comunicación misma ni para satisfacer una vana curiosidad. Sin embargo, es un privilegio y un deber para los que están a un lado del velo amar, ayudar y rogar por los que están al otro lado. Los bahá'ís tienen el encargo de suplicar por los muertos. 'Abdu'l-Bahá dijo a la Srta. E. J. Rosenberg en 1904: "La gracia de la intercesión efectiva es una de las perfecciones propias de los espíritus avanzados, así como las Manifestaciones de Dios. Jesucristo tuvo el poder de interceder por el perdón de Sus enemigos mientras estuvo en la tierra y, ciertamente, tiene ahora mismo ese poder. 'Abdu'l-Bahá nunca menciona el nombre de un difunto sin decir: 'Que Dios lo perdone', o palabras de este tipo. Los discípulos de los Profetas tienen también el poder de suplicar por el perdón de las almas. Por lo tanto, no debemos pensar que haya almas condenadas a una condición permanente de sufrimiento o pérdida, como resulta de su absoluta ignorancia de Dios. El poder de una efectiva intercesión por ellas existe siempre".
"Los ricos, en el otro mundo, pueden ayudar a los pobres, en la misma forma como pueden ayudarlos aquí. En todos los mundos son criaturas de Dios. Todos dependen siempre de Él. No son independientes ni nunca pueden serlo. Mientras que necesitan de Dios, cuanto más suplican más se enriquecen. ¿Cuál es su mercancía, su riqueza? ¿Qué es ayuda y asistencia en el otro mundo? Es la intercesión. Las almas que no están desarrolladas deben progresar primero por medio de las súplicas de los espiritualmente ricos; después pueden progresar por medio de sus propias súplicas."
Otra vez dice: "Aquellos que han ascendido tienen diferentes atributos que los que están todavía en la tierra; sin embargo, no existe una separación real. En la oración se mezclan los estados y las condiciones. Rogad por ellos, así como ellos ruegan por vosotros".188
Cuando se le preguntó si era posible, por medio de la fe y del amor, conseguir que sea conocida la nueva Revelación por aquellos que habían partido de este mundo sin oír de ella, 'Abdu'l-Bahá respondió: "¡Sí, con seguridad! La oración sincera siempre tiene su efecto y ejerce una gran influencia en el otro mundo. Nunca nos desligamos de los que están allá. La influencia real y genuina no está en este mundo, sino en el otro".189
Por otra parte, Bahá'u'lláh escribe:

Aquel que viva de acuerdo con lo que le fue ordenado -el Concurso Celestial, la gente del Paraíso Supremo-, y aquellos que moran en la Mansión de Grandeza, rogarán por él, obedeciendo el Mandato de Dios, el Amado, el Digno de Toda Alabanza.190

Cuando se preguntó a 'Abdu'l-Bahá por qué era que el corazón a menudo se volvía instintivamente en una súplica a algún amigo que pasó a la otra vida, respondió: "Es una ley de la creación de Dios que el débil se apoye en el fuerte. Aquellos a quienes os volvéis pueden ser los mediadores entre el poder de Dios y vosotros, como cuando estaban en la tierra; pero es un solo Espíritu Santo el que fortalece a todos los hombres".191


Inexistencia del Mal

De acuerdo con la filosofía bahá'í, llegamos a la conclusión, por medio de la doctrina de la unidad de Dios, de que no puede existir el mal en sí. Sólo puede haber un Infinito. Si existiese algún otro poder en el universo aparte u opuesto al Único Poder, entonces ese Único Poder no podría ser infinito. Así como la oscuridad es la ausencia o el menor grado de luz, así el mal no es otra cosa que la ausencia o el menor grado del bien -el estado no desarrollado-. Un hombre malo es un hombre con el lado más elevado de su naturaleza aún sin desarrollar. Si es egoísta, la falta no está en el amor de sí mismo -todo amor, aun el amor de sí mismo, es bueno, es divino-. El mal está en que tiene de sí mismo un amor pobre, poco adecuado y mal dirigido, y que además carece de amor para con sus semejantes y para con Dios. Se mira a sí mismo como a una clase de animal superior, y tontamente halaga su baja naturaleza como halagaría a un perro mimado, pero con resultados peores en su caso que en el del perro.
En una de Sus cartas dice 'Abdu'l-Bahá:

En cuanto a vuestro comentario de que 'Abdu'l-Bahá había dicho a alguno de los creyentes que el mal jamás existe o, mejor dicho, que es una cosa inexistente, esto es pura verdad, visto que el más grande mal consiste en que el hombre se extravía y está velado de la verdad. Error es falta de guía; oscuridad es ausencia de luz; ignorancia es falta de conocimiento; falsedad es falta de verdad; ceguera es falta de visión; sordera es falta de oído. Por lo tanto, error, ceguera, sordera e ignorancia son cosas inexistentes.

Él dice nuevamente:

En la creación no existe el mal; todo es bueno. Ciertas cualidades y naturalezas innatas en algunos individuos, y que, a juzgar por las apariencias, son censurables, en realidad no lo son. Por ejemplo: en un niño de pecho se ven desde el comienzo de su vida señales de deseo, de enojo y de irritación. Entonces podría decirse que la bondad y la maldad son innatas en la realidad del hombre; pero esto es contrario a la bondad absoluta de la naturaleza y de la creación. La respuesta a esto es que el deseo, que es anhelar algo más, es una cualidad loable, siempre que se ejerza convenientemente. De modo que si un hombre tiene el deseo de adquirir las ciencias y conocimientos, o de llegar a ser compasivo, generoso y justo, esto es digno de alabanza. Si dirige su enojo e ira contra los sanguinarios tiranos que se parecen a animales feroces, esto es muy loable; pero si no emplea estas cualidades de una manera conveniente, entonces son censurables...
Así es para todas las cualidades naturales del hombre que constituyen el capital de la vida; si se ejercen y se muestran de manera ilegítimas, son censurables. Por tanto, es evidente que la creación es absolutamente buena.192

El mal es siempre falta de vida. Si los bajos instintos de la naturaleza del hombre se desarrollan desproporcionadamente, el remedio no es menos vida en ese sentido, sino más vida para el lado elevado, para que se restablezca el equilibrio. "Yo he venido", dijo Cristo, "para que tengáis vida, y la podáis tener más abundantemente". Esto es lo que todos necesitamos: vida, más vida, ¡la vida que es verdaderamente vida! El mensaje de Bahá'u'lláh es el mismo de Cristo. "Hoy", Él dice, "este siervo ha venido ciertamente a vivificar el mundo",193 y a Sus discípulos dice: "Venid, para que podamos hacer de vosotros los vivificadores del mundo".194



12


LA RELIGIÓN Y LA CIENCIA


'Alí, el yerno de Mu¥ammad, dijo: "Aquello que está de acuerdo con la ciencia, está de acuerdo con la religión". Aquello que la inteligencia del hombre no puede comprender, no debe aceptarlo la religión. La religión y la ciencia marchan de acuerdo, y toda religión contraria a la ciencia no es la verdad".

'Abdu'l-Bahá195


Conflictos Debidos al Error

Una de las enseñanzas fundamentales de Bahá'u'lláh es que la verdadera ciencia y la verdadera religión deben estar siempre en armonía. La verdad es una, y cuando hay conflicto, esto no se debe a la verdad, sino al error. Entre la llamada ciencia y la llamada religión ha habido graves conflictos a través de las edades, pero, mirando restrospectivamente esos conflictos a la luz de una verdad más clara, podemos en todos los casos identificarlos como resultado de ignorancia, prejuicio, vanidad, codicia, mezquindad, intolerancia, obstinación o algo por el estilo; algo ajeno al verdadero espíritu de la ciencia o de la religión, pues el espíritu de ambas es uno. Como nos dice Huxley: "Los grandes hechos de los filósofos han sido menos el fruto de su intelecto que el de la discreción que ese intelecto ha recibido de un entendimiento eminentemente religioso. La verdad se ha rendido más a su paciencia, su amor, su sencillez de corazón y desprendimiento que a la lógica de su ingenio". Boole, el matemático, nos asegura que "la inducción geométrica es esencialmente un proceso de oración, una súplica del entendimiento finito al Infinito pidiendo luz en los asuntos finitos". Los grandes profetas de la religión y la ciencia jamás se denunciaron unos a otros. Son los indignos discípulos de esos grandes maestros del mundo -veneradores de la letra, pero no del espíritu de sus enseñanzas-, quienes fueron siempre los perseguidores de los nuevos profetas y los más encarnizados adversarios del progreso. Estudiaron la luz de la revelación particular que ellos consideraron sagrada, y definieron sus propiedades y peculiaridades de acuerdo con su limitada visión, con el más grande cuidado y precisión. Esto constituye para ellos la única verdadera luz. Si Dios, en Su infinita generosidad, envía una luz más abundante desde otro punto, y la antorcha de la inspiración arde más brillantemente que antes sobre un nuevo pebetero, en vez de dar la bienvenida a la nueva luz y venerar con renovada gratitud al Padre de todas las luces, se enfurecen y alarman. Esta nueva luz no corresponde a sus definiciones. No tiene el matiz ortodoxo y no brilla desde un sitio ortodoxo, por tanto debe ser extinguida a toda costa, ¡no sea que extravíe a los hombres por los senderos de la herejía! Muchos de los enemigos de los Profetas son de este tipo -ciegos dirigentes de los ciegos, que se oponen a la nueva y más plena verdad en los supuestos intereses de lo que ellos consideran que es la verdad. Otros son de más bajo calibre y son movidos por intereses egoístas a luchar contra la verdad u obstaculizar la marcha del progreso por razones de muerte espiritual e inercia.

Persecución de los Profetas

Los grandes Profetas de la religión, a su llegada, han sido siempre despreciados y rechazados por los hombres. Tanto ellos como Sus primeros discípulos presentaron sus espaldas a los verdugos y sacrificaron sus posesiones y su vida en el camino del Señor. Esto ha sido así aun en nuestros tiempos. Desde 1844 D.C., muchos miles de bábís y bahá'ís de Persia han sufrido una muerte cruel por su fe, y muchos más han sido encarcelados, desterrados y reducidos a la pobreza y la degradación. La más reciente de las grandes religiones ha sido "bautizada con sangre" aun más que sus predecesoras, y el martirio ha continuado hasta el presente. Sucedió lo mismo con los profetas de la ciencia. Giordano Bruno fue quemado como hereje, en 1600 D.C., por enseñar, entre otras muchas cosas, que la Tierra se movía alrededor del Sol. Unos años más tarde, el veterano filósofo Galileo tuvo que abjurar, de rodillas, la misma doctrina para escapar de una suerte igual. En los últimos tiempos, Darwin y los descubridores de la geología moderna fueron vehementemente denunciados por haberse atrevido a contradecir las Sagradas Escrituras que enseñan que el mundo fue hecho en seis días, hace menos de seis mil años. La oposición a las verdades científicas nuevas, sin embargo, no ha venido toda de la Iglesia. Los ortodoxos de la ciencia han sido tan hostiles al progreso como los ortodoxos de la religión. Colón sufrió las burlas de los llamados sabios de su época, que probaron a su propia satisfacción que si los buques conseguían llegar a las antípodas, al otro lado del globo, les sería absolutamente imposible subir de nuevo. Galvani, el pionero de la ciencia eléctrica, fue escarnecido por sus sabios colegas y calificado con el nombre de "el maestro de baile de las ranas". Harvey, quien descubrió la circulación de la sangre, fue ridiculizado y perseguido por sus colegas de profesión por su herejía y destituido de su cátedra. Cuando Stephenson inventó la locomotora, los matemáticos europeos de su tiempo, en vez de abrir los ojos y estudiar los hechos, continuaron varios años probando a su propia satisfacción que una locomotora sobre rieles pulidos nunca podría arrastrar un peso, pues las ruedas simplemente se revolverían sobre sí mismas y el tren no haría ningún progreso. A estos ejemplos podríamos agregar otros indefinidamente, tanto de la historia antigua como de la moderna, y aun de nuestros propios tiempos. El Dr. Zamenhof, inventor del esperanto, tuvo que luchar por su maravilloso idioma internacional, contra la misma clase de ridículo, menosprecio y oposición estúpida con que tropezaron Colón, Galvani y Stephenson. Hasta el esperanto, que fue dado al mundo tan recientemente como en 1887, ha tenido sus mártires.


La Aurora de la Reconciliación

Sin embargo, en el último medio siglo, más o menos, se ha operado un cambio en el espíritu de los tiempos, una nueva Luz de Verdad ha surgido, que ya ha mostrado lo anticuadas que son las controversias del siglo pasado. ¿Dónde están los jactanciosos materialistas y los ateos dogmáticos que, sólo unos cuantos años atrás, amenazaban con arrojar del mundo la religión? Y ¿dónde los predicadores que tan confiadamente relegaron a aquellos que no aceptaron sus dogmas al fuego del infierno y a las torturas de los condenados? Quizá podamos todavía oír los ecos de su clamor, pero su día está ya declinando rápidamente y sus doctrinas están siendo desacreditadas. Ahora podemos ver que las doctrinas alrededor de las cuales sus controversias se hacían más enconadas no eran ni verdadera ciencia ni verdadera religión. ¿Qué científico, a la luz de la moderna investigación psíquica, podría sostener que "el cerebro segrega pensamientos como el hígado segrega bilis"? ¿O que la descomposición del cuerpo sea necesariamente acompañada de la descomposición del alma? Ahora vemos que el pensamiento, para ser realmente libre, debe llevarse a los campos de los fenómenos psíquicos y espirituales, y no limitarse solamente a lo material. Ahora nos damos cuenta de que lo que conocemos de la naturaleza es tan sólo una gota en el océano, si lo comparamos con aquello que todavía queda por descubrir. Por lo tanto, admitimos libremente la posibilidad de los milagros, no ciertamente en el sentido de algo contrario a las leyes de la naturaleza, sino como manifestaciones de la operación de fuerzas sutiles que son todavía desconocidas para nosotros, del mismo modo que nuestros antepasados desconocían los rayos X, la electricidad, etc. Por otra parte, ¿quién sería aquel, entre nuestros principales maestros de religión, que todavía insistiese que es necesario para nuestra salvación creer que el mundo fue hecho en seis días, o que la descripción de las plagas de Egipto como la da el libro del Éxodo es literalmente cierta, o que el Sol se detuvo en los cielos (esto es, que la Tierra detuvo su rotación) para que José pudiese perseguir a sus enemigos, o que si un hombre no acepta el credo de san Atanasio, "sin duda alguna perecerá por toda la eternidad"? Tales creencias aún pueden repetirse en forma, pero ¿quién las acepta en un sentido literal y sin reservas? Su dominio sobre los corazones y las mentes de las gentes ha desaparecido o está rápidamente desapareciendo. El mundo religioso tiene una deuda de gratitud con los hombres de ciencia que ayudaron a destruir credos y dogmas ya gastados, y que permitieron que la verdad avanzara libremente. Pero el mundo científico tiene una deuda aún más grande con los verdaderos santos y místicos que, en medio de aceptación o de crítica, permanecieron adheridos a las verdades vitales de la experiencia espiritual y demostraron a un mundo incrédulo que la vida es algo más que carne y lo invisible aún más grande que lo visible. Estos sabios y santos fueron como las cumbres de las montañas, que recibieron los primeros rayos del sol naciente y los reflejaron sobre el mundo a sus pies, pero ahora el sol ha ascendido y sus rayos iluminan el mundo entero. En las enseñanzas de Bahá'u'lláh tenemos una gloriosa Revelación de la verdad que satisface tanto al corazón como al entendimiento, en la que la religión y la ciencia marchan de acuerdo.


La Búsqueda de la Verdad

La completa armonía con la ciencia se hace evidente en las enseñanzas bahá'ís con respecto a la forma en que debemos buscar la verdad. El hombre ha de desligarse de todo prejuicio para que pueda buscar la verdad sin impedimentos.
'Abdu'l-Bahá dice:

Para poder encontrar la verdad tenemos que abandonar nuestros prejuicios, nuestras propias triviales nociones; una mente amplia y receptiva es esencial. Si nuestro cáliz está lleno de nosotros mismos, no hay lugar en él para el Agua de la Vida. El hecho de pensar que tenemos la razón y que todos los demás están equivocados, es el más grande de todos los obstáculos en el camino hacia la unidad, y la unidad es esencial si queremos alcanzar la verdad, porque la verdad es una...
No hay verdad que pueda contradecir a otra verdad. ¡La luz es buena en cualquier lámpara en que brille! ¡La rosa es bella en cualquier jardín en que florezca! ¡La estrella tiene el mismo fulgor si brilla en el Este o en el Oeste! Estad libres de prejuicios y podréis amar al Sol de la Verdad en cualquier punto del horizonte en que se levante. Entonces podréis comprender que si la Divina Luz de la Verdad brilló en Jesucristo, también brilló en Moisés y en Buda. Esto es lo que significa la verdad.
También quiere decir que debemos estar prontos a aclarar todo lo que aprendimos anteriormente, todo lo que podría entorpecer nuestro paso en el camino hacia la Verdad; no debemos dudar, si fuese necesario, en comenzar de nuevo nuestra educación. No debemos permitir que nuestro amor por cualquier religión o por cualquier personalidad nos ciegue de tal forma que quedemos encadenados por la superstición. Cuando estemos libres de todos estos lazos y busquemos con mentes redimidas, entonces alcanzaremos nuestra meta.196


El Verdadero Agnosticismo

Las enseñanzas bahá'ís están de acuerdo con la ciencia y la filosofía cuando declaran que la naturaleza esencial de Dios está más allá de la comprensión humana. Así como enfáticamente enseñan Huxley y Spencer que la naturaleza de la Gran Causa Primordial es incognoscible, así enseña Bahá'u'lláh "que Dios lo comprende todo; Él no puede ser comprendido". Hacia el conocimiento de la Esencia Divina "el camino está cerrado y la vía es infranqueable", pues ¿cómo puede un ser finito comprender el Infinito; cómo puede una gota contener el océano o un átomo que baila en un rayo de sol contener el universo? Sin embargo, todo el universo habla de Dios elocuentemente. En cada gota de agua se oculta un mar de significados, y en cada átomo se encierra todo un universo de expresión que va más allá de todas las sabidurías del científico más ilustrado. El químico y el físico, investigando la naturaleza de la materia, han pasado de las masas a las moléculas, de las moléculas a los átomos, de los átomos al electrón y al éter; pero a cada paso las dificultades de la investigación aumentan, hasta que por fin el más profundo intelecto no puede penetrar más allá y se inclina con reverente silencio ante el Infinito desconocido, que queda siempre envuelto en el misterio inescrutable.

Flor en las grietas del muro,
Te saco de entre las grietas.
Te tomo entre mis manos, toda entera y con raíz,
Florecilla; si pudiera comprender
Lo que tú eres, raíz y todo, y todo en todo,
Sabría lo que Dios y el hombre son.
Tennyson.197

Si la flor en las grietas del muro, si sólo un átomo de la materia presentan misterios que el intelecto más profundo no puede resolver, ¿cómo es posible que el hombre comprenda el universo? ¿Cómo se atreve a querer definir o describir la Causa Infinita de todas las cosas? Todas las especulaciones teológicas sobre la naturaleza de la esencia de Dios quedan así desechadas como tontas y fútiles.


El Conocimiento de Dios

Pero si la esencia es incognoscible, las manifestaciones de su generosidad son evidentes en todas partes. Si la causa primaria no puede concebirse, sus efectos son perceptibles a todas nuestras facultades. Así como por el conocimiento de los cuadros de un pintor se llega al verdadero conocimiento del artista, así el conocimiento del universo en cualquiera de sus aspectos -ya sea conocimiento de la naturaleza o de la naturaleza humana, de las cosas visibles o de las invisibles- es el conocimiento de la obra maestra de Dios, y proporcionan al que busca la divina verdad un conocimiento real de Su gloria. "Los cielos declaran la gloria de Dios, y el firmamento muestra Su obra maestra. Día tras día habla y noche tras noche muestra sabiduría."198


Las Manifestaciones Divinas

Todas las cosas manifiestan la bondad de Dios con más o menos claridad, así como todos los objetos materiales expuestos al sol reflejan su luz en mayor o menor grado. Un montón de hollín refleja poco, una piedra refleja más, un pedazo de tiza aún más; pero en ninguno de esos reflejos podemos trazar la forma o el color del glorioso orbe. Un espejo perfecto, sin embargo, refleja la verdadera forma y color del Sol, de tal modo que mirar en él es como mirar al mismo Sol. Es así como las cosas nos hablan de Dios. La piedra puede decirnos algo sobre los atributos divinos; la flor puede decirnos algo más; el animal, con sus maravillosos sentidos, instintos y poder de movimiento, puede decirnos todavía más. En el más imperfecto de nuestros semejantes podemos descubrir maravillosas facultades que nos hablan de un maravilloso Creador. En el poeta, el santo, el genio, encontramos aún más elevadas revelaciones; pero los grandes Profetas y Fundadores de religiones son los espejos perfectos en los que el amor y la sabiduría de Dios se reflejan al resto de la humanidad. Los espejos de otros hombres están empañados con las manchas y el polvo del egoísmo y los prejuicios, pero los de los Profetas son puros y sin tacha, en completa devoción a la voluntad de Dios. Por esta razón se convierten en los grandes educadores de la humanidad. Las enseñanzas divinas y el poder del Espíritu Santo que emanan de ellos han sido y son la causa del progreso de la humanidad, pues Dios ayuda al hombre por medio de otros hombres. Cada hombre que está en la escala más elevada de la vida es el medio para ayudar a los que están más abajo, y aquellos que están por encima de todos son los que ayudan a toda la humanidad. Es como si todos los hombres estuvieran atados los unos a los otros por medio de cuerdas elásticas. Si un hombre se levanta un poco sobre el nivel general de sus semejantes, las cuerdas se ponen en tensión. Sus compañeros tienden a hacerlo retroceder, pero con igual esfuerzo él trata de hacerlos subir. Cuanto más alto suba, más sentirá el peso de todo el mundo que quiere hacerlo descender, y estará más pendiente de la ayuda divina, que le llega por medio de los pocos que están aún más elevados que él. Los más elevados son los grandes Profetas y Salvadores, las Divinas "Manifestaciones" -aquellos hombres perfectos que, cada uno en su día, sin igual ni compañero, soportaron solos, y únicamente con la ayuda de Dios, el peso de toda la humanidad. "El peso de nuestros pecados estaba sobre Él" es la verdad de cada uno de ellos. Cada uno fue para sus seguidores "el Camino, la Verdad y la Vida". Cada uno fue el canal de la generosidad de Dios para todos los corazones que quisieron recibirla. Cada uno obtuvo su parte en el grande y divino plan para el mejoramiento de la humanidad.


La Creación

Bahá'u'lláh nos enseña que el universo no tuvo principio en cuanto a tiempo. Es la perpetua emanación de la Gran Causa Primordial. El Creador siempre tuvo Su creación y siempre la tendrá. Mundos y sistemas pueden venir y desaparecer, pero el universo permanecerá. Todas las cosas que experimentan composición, con el tiempo tienen que sufrir descomposición; pero quedan los elementos componentes. La creación de un mundo, una margarita o un cuerpo humano no es "hacer algo de la nada", sino el proceso de reunir elementos que antes estaban dispersos, el hacer visible algo que antes estaba oculto. Poco a poco los elementos se dispersarán de nuevo; desaparecerá la forma, pero nada se habrá perdido o destruido: nuevas combinaciones surgirán otra vez de las ruinas de las viejas. Bahá'u'lláh confirma a los sabios que aseguran que la Tierra no fue creada hace seis mil años, sino millones y billones de años. La teoría de la evolución no niega el poder creativo. Sólo trata de describir el método de su manifestación; y la maravillosa historia del universo material que el astrónomo, el geólogo, el físico y el biólogo están gradualmente revelando ante nuestra admiración es, si se la aprecia justamente, capaz de despertar una más profunda reverencia y adoración que el crudo y simple relato de la creación que nos dan las Escrituras Hebreas. El antiguo relato en el libro de Génesis tuvo, sin embargo, la ventaja de indicar, por medio de unos cuantos toques audaces de simbolismo, el significado espiritual esencial del relato, así como un gran pintor podría, con unas pocas pinceladas, expresar aquello que otro menos hábil, con el más laborioso detalle, fracasaría en representar. Si los detalles materiales nos ocultan el significado espiritual, entonces es mejor evitarlos; pero si hemos podido comprender el significado espiritual de todo el designio, entonces el conocimiento de los detalles dará a nuestro concepto una maravillosa riqueza y esplendor y lo convertirá en un cuadro magnífico en vez de un simple bosquejo.
'Abdu'l-Bahá dice:

Has de saber que una de las verdades espirituales más abstrusas es ésta: que el mundo de la existencia -es decir, este universo infinito- no tiene principio...
Has de saber que... un creador sin criatura no puede existir; un proveedor sin nadie a quien proveer no puede concebirse, pues todos los nombres y atributos divinos suponen la existencia de seres. Si nos imaginamos que en alguna época no hubo seres, tal imaginación sería la negación de la Divinidad de Dios. Además, la no existencia absoluta no puede llegar a la existencia. Si los seres no existieran en absoluto, la existencia no habría llegado a ser. Por lo tanto, como la Esencia de Unidad -esto es, la existencia de Dios- es eterna e inmortal -es decir, no tiene principio ni fin-, es indudable que este mundo de la existencia... no tiene principio ni fin. Posiblemente alguna de las partes del universo, una de las esferas, por ejemplo, se forme o se desintegre, pero las otras interminables esferas aún existen... Como cada esfera tiene un comienzo, necesariamente tiene un fin, porque todo lo compuesto -ya sea en forma colectiva o individual- debe necesariamente descomponerse; la única diferencia radica en que algunos se descomponen rápidamente y otros más lentamente; pero es imposible que algo compuesto no se descomponga con el tiempo.199


La Evolución del Hombre

Bahá'u'lláh también confirma al biólogo que encuentra en el cuerpo del hombre una historia que data, a través del desarrollo de las especies, de millones de años. A partir de una forma sencilla y aparentemente insignificante, el cuerpo humano muestra un desarrollo etapa por etapa en el curso de incontables generaciones, haciéndose más y más complejo y cada vez mejor organizado, hasta que llega al hombre de nuestros días. Cada cuerpo humano, individualmente, se desarrolla a través de tal serie de etapas, de un insignificante átomo gelatinoso hasta llegar al hombre completamente desarrollado. Si esto es cierto en el caso del individuo, como nadie puede negar, ¿por qué hemos de considerar denigrante para la dignidad humana el admitir un desarrollo igual para la especie? Esto es muy distinto a declarar que el hombre desciende del mono. El embrión humano puede en cierta época parecerse a un pez con agallas y cola, pero no es un pez. Es un embrión humano. Así la especie humana,200 en las diferentes etapas de su largo desarrollo, puede haberse parecido, a primera vista, a las especies de animales inferiores, pero siempre fue la especie humana, poseyendo un misterioso poder latente de desarrollarse en hombre como lo conocemos ahora; aún más, de desarrollarse en el futuro, como lo esperamos, en algo más elevado.
'Abdu'l-Bahá dice:

Es evidente que este globo terrestre, en su estado actual, no se formó repentinamente, sino que... atravesó diversas fases hasta que, finalmente, quedó adornado con su perfección actual...
El hombre, al comienzo de su existencia y en la matriz de la tierra -igual que el embrión en la matriz de la madre-, gradualmente creció y se desarrolló, y pasó de una forma a otra... hasta que apareció con esta belleza y perfección, esta fuerza y este poder. Seguramente en el principio no tuvo esta belleza, hermosura y elegancia, y que no alcanzó esta forma, aspecto, belleza y hermosura sino gradualmente.
La existencia del hombre en esta tierra -desde el principio hasta que alcanza este estado, forma y condición- necesariamente es de larguísima duración... Pero desde el comienzo de su existencia el hombre ha sido un género aparte... Admitir que en realidad existen (en el cuerpo humano) vestigios de órganos que han desaparecido, no constituye prueba de que el género no tenga permanencia o que no sea original. A lo sumo, prueba que la forma y la figura y los órganos del hombre han progresado. El hombre fue siempre un género aparte: hombre, no animal.201

Sobre la historia de Adán y Eva, Él dice:

Si aceptamos esta historia en su sentido literal, según la interpretación del vulgo, es, por cierto, singularísima. La mente no la puede aceptar, afirmar ni imaginar, pues semejantes disposiciones, detalles, conversaciones y reproches distan mucho de ser los de un hombre inteligente, mucho menos de la Deidad -aquella Deidad que ha organizado este universo infinito de la manera más perfecta, así como sus innumerables habitantes, con sistema, poder y perfección absolutos.
Por lo tanto, esta historia de Adán y Eva, quienes comieron del árbol, y su expulsión del Paraíso, debe entenderse sólo como un símbolo. Éste contiene misterios divinos y significados universales y es susceptible de maravillosas interpretaciones.202


Cuerpo y Alma

Las enseñanzas bahá'ís en lo que se refieren al cuerpo y al alma, y a la vida después de la muerte, están en completa armonía con los resultados de la investigación psíquica. Nos enseñan, como ya hemos visto, que la muerte es tan sólo un nuevo nacimiento -la huida de la prisión del cuerpo hacia una vida más amplia, ya que el progreso en la otra no tiene límites.
Han venido gradualmente acumulándose una gran cantidad de evidencias científicas que, en opinión de investigadores imparciales, pero altamente críticos, son ampliamente suficientes para establecer, sin lugar a dudas, el hecho de una vida después de la muerte -de la continuidad de la vida y actividad del "alma" consciente después de la disolución del cuerpo material. Como F. W. H. Myers dice en su Personalidad Humana, un trabajo que resume muchas de las investigaciones de la Sociedad de Investigación Psíquica:

La observación, el experimento, la deducción, han llevado a muchos investigadores, de quienes yo soy uno, a creer en la intercomunicación directa o telepática, no solamente entre las mentes de los hombres que están todavía en la tierra, sino también entre estas mentes o espíritus y los que ya han partido. Semejante descubrimiento abre también la puerta hacia la revelación...
Hemos demostrado que en medio de mucho engaño y decepción propia, fraude e ilusión, manifestaciones reales nos llegan desde más allá del sepulcro...
Por medio del descubrimiento y de la revelación, se han establecido provisionalmente ciertas tesis con respecto a estas almas idas, con las que ya hemos podido encontrarnos. Especialmente yo, por lo menos, veo una base para creer que su estado es uno de continua evolución en sabiduría y en amor. Sus amores de la tierra persisten, sobre todo aquellos amores más elevados que encuentran su expresión en la adoración y la reverencia... El mal para ellos es una cosa más esclavizadora que terrible. No está personificado en ningún poderoso potentado; se convierte más bien en una locura de aislamiento, del cual los espíritus más elevados luchan para liberar al alma deformada. No se necesita el castigo del fuego; conocerse a sí mismo es el castigo o el premio del hombre; conocerse a sí mismo y el acercamiento o el distanciamiento de almas compañeras. Porque en ese mundo el amor es actualmente conservación propia; la comunión de los santos no sólo adorna sino que constituye la vida eterna. De las leyes de telepatía se deduce que esa comunión es válida para nosotros aquí y en este momento. Aun ahora mismo el amor de las almas que han partido responde a nuestras invocaciones. Aun ahora mismo nuestro amoroso recuerdo -el amor es en sí mismo una plegaria- sostiene y ayuda a aquellos espíritus liberados en su camino hacia la perfección.

Es extraordinario hasta qué grado han llegado a estar de acuerdo estos puntos de vista que se basan en una cuidadosa investigación científica, con las enseñanzas bahá'ís.


Unidad de la Humanidad

"Vosotros sois todos frutos de un solo árbol, hojas de una sola rama, flores de un solo jardín." Ésta es una de las frases más características de Bahá'u'lláh, y otra es como sigue: "Gloria no es de aquel que ama a su propia patria, sino de aquel que ama a sus semejantes". Unidad -la unidad de la humanidad y de todos los seres creados por Dios- es el tema principal de Sus enseñanzas. De nuevo aquí la armonía entre la verdadera religión y la ciencia es evidente. Con cada adelanto de la ciencia la unidad del universo e interdependencia de cada una de sus partes se afirma más claramente. El dominio del astrónomo está inseparablemente ligado con el del físico, el del físico con el del químico, el del químico con el del biólogo, el del biólogo con el del psicólogo, y así indefinidamente. Cada nuevo descubrimiento en un campo de investigación da nueva luz a otros campos. Así como la ciencia física ha demostrado que cada partícula de materia en el universo atrae e influye sobre toda otra partícula, no importa cuán pequeña o distante, así la ciencia psíquica está descubriendo que cada alma en el universo afecta e influye sobre las demás. El príncipe Kropotkin, en su libro Ayuda Mutua, muestra muy claramente que aun entre los animales inferiores la ayuda mutua es absolutamente necesaria para la continuación de la vida, mientras que en el caso del hombre el progreso de la civilización depende de la creciente sustitución de la hostilidad mutua por la ayuda mutua. "Uno para todos y todos para uno" es el único principio en base al cual puede prosperar una comunidad.


La Era de la Unidad

Todos los signos de este tiempo indican que estamos en la aurora de una nueva era en la historia de la humanidad. Hasta aquí el aguilucho de la humanidad no ha querido abandonar su viejo nido en la sólida roca del egoísmo y el materialismo. Sus tentativas de hacer uso de sus alas han sido tímidas e inseguras. Ha sentido inquietos anhelos por algo aún fuera de su alcance. Más y más ha ido irritándose en el aprisionamiento de los antiguos dogmas y ortodoxias. Pero ahora la era de su cautiverio toca a su fin y podrá alzarse en las alas de la fe y la razón hacia las más elevadas regiones del amor espiritual y de la verdad. No estará aprisionado en la tierra como cuando sus alas aún no estaban desarrolladas, sino que volará libre hacia regiones de amplio horizonte y gloriosa libertad. Algo es necesario, sin embargo, para que su vuelo sea seguro y firme. Sus alas no sólo han de ser fuertes, sino que deben actuar en perfecta armonía y coordinación. Como dice 'Abdu'l-Bahá:

No podrá volar sólo con un ala. Si trata de volar con el ala de la religión solamente, descenderá al lodazal de la superstición, y si sólo trata de usar el ala de la ciencia, irá a dar al triste pantano del materialismo.203

La perfecta armonía entre la religión y la ciencia es el sine qua non de la vida superior para la humanidad. Cuando esto se haya realizado y cada niño sea educado no sólo en el estudio de las ciencias y artes sino igualmente en el amor a la humanidad y en la radiante aceptación de la voluntad de Dios tal como ha sido revelado en el progreso de la evolución y las enseñanzas de los Profetas, entonces, y no antes, vendrá el reino de Dios y se hará Su voluntad así en la tierra como en el cielo; sólo entonces, y no antes, la Más Grande Paz derramará sus bendiciones sobre la tierra.

Cuando la religión -dice 'Abdu'l-Bahá- libre de supersticiones, tradiciones y dogmas ininteligibles, muestre su conformidad con la ciencia, sentiremos en el mundo una gran fuerza unificadora y purificadora que limpiará de la tierra las guerras, desacuerdos, discordias y luchas, y entonces la humanidad será unificada por el poder del amor de Dios.204



13


PROFECÍAS CUMPLIDAS POR EL
MOVIMIENTO BAHÁ'Í


En cuanto a la Manifestación del Más Grande Nombre (Bahá'u'lláh): Éste es Quien Dios prometió en todos Sus Libros y Escrituras, tales como la Biblia, los Evangelios y el Qur'án.

'Abdu'l-Bahá


Interpretación de Profecías

La interpretación de profecías es sumamente difícil, y sobre ningún asunto difieren más las opiniones de los sabios. No es de extrañarse, pues, de acuerdo con lo que se ha revelado en las mismas escrituras, que muchas de las profecías fueran reveladas de tal forma que no pudieron ser enteramente comprendidas hasta que se cumplieron, y aun entonces solamente por aquellos que eran puros de corazón y estaban libres de prejuicios. Es así cómo al final de las visiones de Daniel al vidente le dijeron:

Mas tú, ¡oh Daniel!, calla las palabras y cierra el libro hasta el final del tiempo; muchos correrán acá y allá, y la sabiduría aumentará... Y yo oí, pero no comprendí, entonces dije: "Oh mi Señor, ¿cuál será el final de estas cosas?" Y Él dijo: "Sigue tu camino, Daniel, pues las palabras están guardadas y selladas hasta el tiempo del fin".205

Si Dios selló las profecías hasta el tiempo indicado y no reveló completamente su interpretación ni aun a los profetas que las anunciaron, no podemos esperar que nadie sino el Mensajero señalado por Dios pueda romper los sellos y revelar el significado oculto en el estuche de las parábolas proféticas. Al reflexionar sobre la historia de las profecías y de sus erróneas interpretaciones en épocas y dispensaciones previas, combinadas con las solemnes amonestaciones de los mismos profetas, debemos ser cautelosos en aceptar las especulaciones de los teólogos en cuanto al verdadero significado de estos pronunciamientos y a la forma en que se realizaran. Por otra parte, cuando aparezca alguno que asegure que ha venido a cumplir las profecías, es muy importante que examinemos sus palabras con amplio criterio y sin prejuicios. Porque si fuese un impostor el fraude sería pronto descubierto y no resultaría daño alguno; pero, ¡ay de aquellos que cierren la puerta al Mensajero de Dios porque Éste se haya presentado en un tiempo y forma inesperados!
La vida y las declaraciones de Bahá'u'lláh son testimonios de que Él es el Prometido de todos los Libros Santos, Quien tiene el poder de romper los sellos de las profecías y ofrecer el "sellado vino escogido" de los misterios divinos. Acudamos, entonces, a oír Sus explicaciones y a examinar de nuevo, en su propia luz, las familiares pero siempre misteriosas palabras habladas por los antiguos Profetas.


La Venida del Señor

La "venida del Señor" en los "últimos días" es el "lejano acontecimiento divino" que esperaban todos los profetas y al que dedicaban Sus más gloriosos cantos. Veamos qué quiere decir "la venida del Señor". De seguro que Dios está siempre con Sus criaturas en todo, a través de todo y sobre todo. "Él está más cerca que el aliento, más cerca que las manos y los pies." Sí, pero los hombres no pueden ver ni oír a Dios, inmanente y trascendente; no pueden percibir Su presencia hasta que Él se revela a Sí mismo en forma visible y les habla en lenguaje humano. Para la revelación de Sus más altos atributos Dios siempre usó un instrumento humano. Cada uno de los Profetas fue un mediador por el que Dios visitó y habló a Su pueblo. Jesús fue uno de esos mediadores, y con toda razón los cristianos han considerado Su aparición como la venida de Dios. En Él vieron el rostro de Dios y por medio de Sus labios oyeron la voz de Dios. Bahá'u'lláh nos dice que la "venida" del Señor de las Huestes, el Padre Eterno, el Creador y Redentor del mundo, que, según todos los Profetas, tendrá lugar "en el tiempo del fin", significa tan sólo Su manifestación en un templo humano, como se manifestó en el templo de Jesús de Nazaret, sólo que esta vez con una Revelación más plena y gloriosa, para la cual Jesús y todos los Profetas anteriores vinieron a preparar los corazones y las mentes de los hombres.


Profecías sobre Cristo

Por no haber podido comprender el significado de las profecías acerca del dominio del Mesías, los judíos rechazaron a Cristo. 'Abdu'l-Bahá dice:

Los judíos todavía esperan la venida del Mesías y suplican a Dios noche y día que apresure Su llegada. Cuando llegó Jesús lo denunciaron y mataron, diciendo: "Éste no es Aquel que esperábamos. ¡He aquí!, cuando el Mesías llegue, ciertas señales y maravillas atestiguarán que Él es verdaderamente el Cristo. El Mesías saldrá de una ciudad desconocida. Se sentará sobre el trono de David y, ¡observad!, vendrá con una espada de acero y reinará con un cetro de hierro. Él cumplirá la Ley de los Profetas. Conquistará el Este y el Oeste y glorificará a Su pueblo escogido, los judíos. Traerá un reino de paz durante el cual aun los animales cesarán su enemistad con el hombre. Pues, ¡he aquí!, el lobo y el cordero beberán de la misma fuente y todas las criaturas de Dios tendrán descanso".
Así hablaban y pensaban los judíos, pues no comprendieron las Escrituras ni las gloriosas verdades que ellas contenían. Conocían la letra de memoria, pero del Espíritu de vida allí encerrado no comprendían ni una palabra.
Escuchad con atención y os mostraré aquí el significado: A pesar de que Cristo vino de Nazaret, que era un lugar conocido, también vino del cielo. Su cuerpo nació de María, pero su Espíritu vino del cielo. La espada que llevaba era la espada de Su lengua, con la que separó el bien del mal, lo verdadero de lo falso, los fieles de los infieles y la luz de la oscuridad. ¡Su palabra era en realidad una afilada espada! El trono sobre el que Se sentó es el Trono Eterno desde el cual Cristo reinará eternamente, un trono celestial no terrenal, porque las cosas de la tierra pasarán, pero las del cielo no pasarán jamás. Él interpretó y completó las leyes de Moisés y cumplió la ley de los Profetas. Su Palabra conquistó el Este y el Oeste. Su Reino es eterno. Exaltó a los judíos que le reconocieron. Éstos fueron hombres y mujeres de nacimiento humilde, pero su asociación con Él los hizo grandes y ganaron dignidad eterna. Los animales que habrían de vivir los unos con los otros representaban las diferentes sectas y razas que, después de haber estado en guerra, deberían vivir en adelante unidos por el amor y la caridad, bebiendo juntos el Agua de Vida que venía de Cristo, la Fuente eterna.206

La mayoría de los cristianos aceptan estas interpretaciones de las profecías mesiánicas tal como son aplicadas a Cristo; pero en cuanto a las profecías similares que se refieren al Mesías de los últimos tiempos, muchos de ellos toman la misma actitud de los judíos, esperando, como ellos, pruebas milagrosas en el plano material, que cumplan al pie de la letra lo que dicen las profecías.

Profecías Referentes al Báb y Bahá'u'lláh

De acuerdo con las interpretaciones bahá'ís, las profecías que hablan "del tiempo del fin", "los últimos días", de la llegada del "Señor de las Huestes", del "Padre Eterno", se refieren especialmente no a la llegada de Jesucristo, sino a la de Bahá'u'lláh. Consideremos, por ejemplo, la muy conocida profecía de Isaías:

El pueblo que andaba en tinieblas vio una gran luz; sobre aquellos que moraban en la tierra de sombras de muerte una luz resplandeció... Porque tú quebraste su pesado yugo, y la vara de su hombro, y el cetro de su opresor, como en el día de Madián. Porque cada batalla del guerrero es con estruendo y con vestiduras revolcadas en sangre; mas esto será consumido y pasto del fuego. Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos es dado: y el gobierno caerá sobre Su hombro; y Su nombre será Admirable, Consejero, Dios Poderoso, Padre Eterno, Príncipe de Paz. El progreso de Su gobierno y de la paz no tendrán término; sobre el trono de David y sobre Su reino lo ordenará y lo establecerá con juicio y con justicia desde ahora y para siempre. El celo del Señor de las Huestes hará esto.207

Ésta es una de las profecías que siempre ha sido considerada como referente a Cristo, y gran parte de ella puede ser así aplicada; pero si examinamos un poco nos convenceremos que puede ser más justamente aplicada a Bahá'u'lláh. Cristo ha sido ciertamente un portador de la luz y un Salvador, pero casi dos mil años después de Su venida la gran mayoría de la gente de la tierra ha continuado caminando en la oscuridad, y los hijos de Israel y otros muchos hijos de Dios han continuado quejándose bajo el cetro del opresor. Por otra parte, durante las primeras épocas de la era bahá'í la luz de la verdad ha iluminado el Este y el Oeste, el evangelio de la Paternidad de Dios y de la fraternidad de los hombres ha sido llevado a todos los países del mundo, las grandes autocracias militares han sido derrocadas, y se ha formado una nueva conciencia de unidad mundial que trae la esperanza y el alivio eventual a las oprimidas nacionalidades del mundo. La gran guerra que convulsionó al mundo de 1914 a 1918 con el uso sin precedentes de armas de fuego, fuego líquido, bombas incendiarias y combustibles para máquinas, ha sido ciertamente "para que sea quemado y pasto del fuego".208 Bahá'u'lláh, al tratar extensamente en Sus escritos de los problemas de gobierno y administración, y mostrando cómo pueden ser solucionados, ha "tomado el gobierno sobre Su hombro" en una forma que Cristo nunca lo hizo. En lo que se refiere a los títulos de "Padre Eterno", "Príncipe de Paz", Bahá'u'lláh se refiere a Sí mismo con frecuencia como la Manifestación del Padre, del cual hablaron Cristo e Isaías, mientras que Cristo siempre se refirió a Sí mismo como el Hijo; y Bahá'u'lláh declara que Su misión es establecer la paz en la tierra, mientras que Cristo dijo: "Yo no he venido trayendo la paz sino la espada", y, en realidad, durante toda la era cristiana han abundado las guerras y luchas sectarias.


La Gloria de Dios

El título "Bahá'u'lláh" significa "Gloria de Dios", en árabe, y este mismo título es frecuentemente usado por los profetas hebreos para referirse al Prometido que ha de aparecer en los últimos días. Así, en el capítulo cuarenta de Isaías leemos:

Consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén; decidle a voces que su guerra está ya cumplida, que su pecado está perdonado, puesto que ha recibido doble de la mano del Señor por todos sus pecados. La voz del que clama en el desierto: "Preparad el camino de Dios, abrid en el desierto camino elevado para nuestro Dios. Todo valle será elevado, y bajado todo monte y colina; y lo torcido será enderezado y lo áspero allanado... Y la gloria del Señor será revelada, y toda carne la verá reunida".209

Como la profecía anterior, ésta también se ha cumplido parcialmente con el advenimiento de Cristo y de Su precursor, Juan el Bautista; pero sólo parcialmente, pues en los días de Cristo la guerra de Jerusalén no fue consumada; muchos siglos de amarga prueba y humillación estaban todavía reservados para ella; sin embargo, con la llegada del Báb y Bahá'u'lláh su cumplimiento comienza a hacerse evidente, pues ya han amanecido días más luminosos para Jerusalén y las perspectivas de un futuro pacífico y glorioso parecen razonablemente seguras.
Otras profecías hablan del Redentor de Israel, la Gloria del Señor, viniendo a la Tierra Santa del Este, del nacimiento del sol. Bahá'u'lláh nació en Persia, que queda al este de Palestina, hacia el nacimiento del sol, y fue a la Tierra Santa, donde pasó los últimos veinticuatro años de Su vida. Si hubiese ido allá como un hombre libre, las gentes habrían dicho que fue la estratagema de un impostor que buscaba actuar de acuerdo con las profecías; mas Él llegó como un desterrado y un prisionero. Fue enviado allá por el Sháh de Persia y el Sultán de Turquía, de quienes jamás podría sospecharse ningún designio para proveer argumentos en favor del reclamo de Bahá'u'lláh de ser la "Gloria de Dios", cuya venida fue anunciada por los Profetas.


La Rama

En las profecías de Isaías, Jeremías, Ezequiel y Zacarías existen varias referencias a un hombre llamado la Rama.
Los cristianos las han tomado a menudo como referentes a Cristo, pero los bahá'ís las consideran como referentes en especial a Bahá'u'lláh.
La más extensa profecía de la Biblia que se refiere a la Rama se encuentra en el capítulo once de Isaías:
Y saldrá una vara del tronco de Isaías, y un vástago retoñará de sus raíces: Y reposará sobre él el espíritu del Señor; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y de temor del Señor... Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de sus riñones. Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará... No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar... Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que el Señor tornará a poner otra vez Su mano para recobrar el remanente de Su pueblo que fue abandonado, de Asiria, y de Egipto, y de Partia, y de Etiopía, y de Persia, y de Caldea, y de Shinar y de Amat, y de las islas de la mar. Y levantará un pendón para las gentes, y juntará a los desterrados de Israel, y reunirá a los esparcidos de Judá de los cuatro rincones de la tierra.210

'Abdu'l-Bahá comenta ésta y otras profecías de la Rama de la manera siguiente:

Uno de los grandes sucesos que han de ocurrir en el día de la manifestación de aquella Rama incomparable es la acción de enarbolar el Estandarte de Dios en medio de todas las naciones; quiere decir que todas las naciones y tribus se encontrarán bajo la sombra de este Estandarte Divino, que no es sino la Rama Señorial misma, y se convertirán en una sola nación. El antagonismo entre los credos y religiones, la hostilidad entre razas y pueblos, y las diferencias nacionales, serán erradicados de entre ellos. Todos serán de una sola religión, una sola fe, una sola raza y un solo pueblo, y habitarán una sola patria, que es el globo terráqueo. La paz universal y la concordia se realizarán entre todas las naciones, y aquella Rama incomparable reunirá a todo Israel, o sea que en este ciclo Israel será reunido en la Tierra Santa, y que el pueblo judío que se halla disperso en Oriente y Occidente, en el Sur y en el Norte, será reunido.
Ahora bien, observa: estos acontecimientos no sucedieron durante el ciclo cristiano, por cuanto las naciones jamás se reunieron bajo el único estandarte, es decir, la Rama Divina. Pero en este ciclo del Señor de las Huestes todas las naciones y pueblos pasarán bajo la sombra de esta bandera. De la misma manera, Israel, disperso por todo el mundo, no se reunía en la Tierra Santa durante el ciclo cristiano; pero al comienzo del ciclo de Bahá'u'lláh esta promesa divina, tal como se asevera claramente en los libros de los Profetas, ha comenzado a manifestarse. Puede verse cómo de todas partes del mundo tribus judías vienen a la Tierra Santa, viven en aldeas, y toman posesión de terrenos, y crecen día a día, al punto tal que toda Palestina será su morada.211


El Día de Dios

La palabra "Día" en frases como "Día de Dios" y "Último Día" es interpretada como "Dispensación". Cada Uno de los grandes Fundadores de religiones tiene Su "Día". Cada Uno es como un sol. Sus enseñanzas tienen su aurora, su verdad ilumina gradualmente más y más las mentes y los corazones del pueblo hasta que llegan al cenit de su influencia. Entonces, gradualmente, comienzan a oscurecerse, a ser desfiguradas y corrompidas, y la oscuridad cubre la tierra hasta que se levanta el sol de un nuevo día. El día de la suprema Manifestación de Dios es el Último Día, porque es un día que nunca acabará y no será alcanzado por la noche. Su sol no se pondrá nunca, sino que iluminará las almas de los hombres en este mundo y en el venidero. En realidad, ninguno de los soles espirituales jamás tiene ocaso. Los soles de Moisés, de Cristo, de Mu¥ammad y de todos los demás Profetas están aún brillando en el cielo con el mismo fulgor. Pero las nubes que se levantan de la tierra han ocultado sus fulgores a los pueblos del mundo. El supremo sol de Bahá'u'lláh finalmente dispersará estas negras nubes, de modo que las gentes de todas las religiones se regocijen en la luz de todos los Profetas y unánimemente adoren al Dios único, cuya Luz todos los Profetas han reflejado.
El Día del Juicio

Cristo habló mucho en parábolas acerca de un gran Día del Juicio, cuando "el Hijo del Hombre vendrá en la Gloria del Padre y premiará a cada hombre de acuerdo con sus obras".212
Él compara este Día con el tiempo de la cosecha, cuando la cizaña se quema y el trigo se guarda en los graneros:

... así será el fin de este mundo [consumación de la edad]. El Hijo del Hombre enviará sus ángeles, y sacarán de su reino todo aquello que ofenda y cause iniquidad, y lo arrojarán en un horno de fuego; y se oirán gemidos y crujir de dientes. Y brillarán los justos como el sol en el reino del Padre.213

La frase "fin del mundo" usada en la versión Autorizada de la Biblia en éste y en otros pasajes similares ha hecho suponer a muchos que cuando llegue el Día del Juicio la tierra será destruida de repente, pero esto evidentemente es un error. La verdadera traducción de la frase parece ser "la consumación o final de la edad". Cristo nos enseña que el Reino del Padre será establecido en la tierra como en el cielo. Nos enseña a rezar: "Venga a nos Tu Reino; hágase Tu Voluntad, así en la tierra como en el cielo". En la parábola de la viña, cuando el Padre, el Señor de la viña, viene a destruir a los malos labradores, Él no destruye la viña (el mundo), sino que la traspasa a otros labradores que le rendirán los frutos en su estación. La tierra no será destruida, sino renovada y regenerada. En otra ocasión, Cristo se refiere a ese día como "la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se sentará sobre el trono de su gloria". San Pedro habla de ese día como del "tiempo de renovación", "el tiempo de la restitución de todas las cosas, del que Dios ha hablado por boca de Sus santos Profetas desde que el mundo comenzó". El Día del Juicio del que Cristo habló es evidentemente idéntico a la venida del Señor de las Huestes, el Padre, que fue profetizado por Isaías y los demás profetas del Antiguo Testamento; el tiempo del terrible castigo para los malos, pero en el cual la justicia será establecida y reinará la rectitud en la tierra como en el cielo.
En la interpretación bahá'í la venida de cada una de las Manifestaciones de Dios es un Día del Juicio, pero la venida de la suprema Manifestación de Bahá'u'lláh es el gran Día del Juicio para el ciclo mundial en que vivimos. El toque de trompetas del cual Cristo y Mu¥ammad y otros muchos profetas hablaron es la llamada de la Manifestación, la cual resonará para todos los que están en la tierra y en el cielo -los que están en el cuerpo y los que están desligados de él. La reunión con Dios, por medio de Su Manifestación, es, para aquellos que desean encontrarlo, el portal que conduce al Paraíso de conocerle y amarle, y de vivir en amor con todas Sus criaturas. Por otra parte, aquellos que prefieren su propio camino al camino de Dios, según lo ha revelado la Manifestación, se condenan por ello al infierno del egoísmo, del error y de la hostilidad.


La Gran Resurrección

El Día del Juicio es también el Día de la Resurrección, del levantarse de los muertos. San Pablo, en su Primera Epístola a los Corintios, dice:

¡He aquí!, os muestro un misterio; no todos dormiremos, pero todos seremos transformados, en un momento, en un cerrar y abrir de ojos, a la última llamada; pues la trompeta sonará, y los muertos se levantarán incorruptibles, y seremos transformados. Pues esto corruptible se vestirá de incorrupción, y la mortalidad de inmortalidad.214

En cuanto al significado de estos pasajes sobre la resurrección de los muertos, Bahá'u'lláh escribe en el Libro del Iqán:

Los términos "vida" y "muerte" que se mencionan en las escrituras indican la vida de la fe y la muerte del descreimiento. La generalidad de los hombres, debido a que no entendieron el significado de estas palabras, rechazaron y despreciaron a la persona de la Manifestación, privándose de la luz de Su guía divina y rehusando seguir el ejemplo de esa Belleza inmortal...
Así dijo Jesús: "Debéis nacer de nuevo".215 Y en otro lugar dice: "Quien no naciere del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne, carne es; pero lo que nace del Espíritu, espíritu es".216 El significado de estas palabras es que en cada Dispensación, quienquiera que es nacido del Espíritu y revivido por el hálito de la Manifestación de Santidad, está ciertamente entre los que han llegado a la "vida" y la "resurrección" y han entrado en el "paraíso" del amor de Dios. Y quien no esté entre ellos está condenado a la "muerte" y "privación", al "fuego" del descreimiento y a la "ira" de Dios...
En toda edad y siglo el propósito de los Profetas de Dios y de sus escogidos no ha sido sino afirmar el significado espiritual de los términos "vida", "resurrección" y "juicio"... Si llegaras a lograr una gota de las cristalinas aguas del conocimiento divino, fácilmente te darías cuenta de que la verdadera vida no es la vida de la carne, sino la vida del espíritu. Pues la vida de la carne es común a hombres y animales, mientras que la vida del espíritu la poseen solamente los puros de corazón, quienes han bebido del océano de la fe y han probado el fruto de la certeza. Esta vida no conoce muerte; y esta existencia está coronada por la inmortalidad. Así se ha dicho: "Aquel que es un verdadero creyente vive en este mundo y en el venidero". Si con "vida" se quiere indicar esta vida terrenal, es evidente que la muerte necesariamente la alcanzará.217

De acuerdo con las enseñanzas bahá'ís, la Resurrección nada tiene que ver con el cuerpo físico. Ese cuerpo, una vez muerto, ha tocado a su fin. Se descompone y sus átomos nunca volverán a componerse en el mismo cuerpo.
La Resurrección es el nacimiento del individuo a la vida espiritual, mediante la gracia del Espíritu Santo conferida a través de la Manifestación de Dios. La fosa de la cual se levanta es la fosa de la ignorancia y abandono de Dios. El sueño del cual despierta es la condición espiritual dormida en la cual muchos están esperando la aurora del Día de Dios. Esta aurora ilumina a todos los que han vivido sobre la faz de la tierra, ya sea que estén en el cuerpo o fuera de él; pero aquellos que están espiritualmente ciegos no pueden percibirla. El Día de la Resurrección no es un día de veinticuatro horas, sino una era que acaba de comenzar y que durará mientras dure el presente ciclo mundial. Durará hasta que todos los vestigios de la presente civilización hayan desaparecido de la superficie del globo.


El Regreso de Cristo

En muchas de Sus conversaciones Cristo habla en tercera persona de la futura Manifestación de Dios, pero en otras usa la primera persona. Dice Él: "Yo voy a preparar un sitio para vosotros. Y si Yo voy y preparo un sitio para vosotros, Yo vendré otra vez y os recibiré en Mí mismo".218 En el primer capítulo de Hechos leemos que en la ascensión de Jesús se dijo a Sus discípulos: "Este mismo Jesús que ha ascendido al cielo vendrá de la misma manera que lo habéis visto subir". A causa de estos y otros dichos similares, muchos cristianos esperan que cuando el Hijo del Hombre venga "en las nubes del cielo y con gran gloria" verán en forma corpórea al mismo Jesús que anduvo por las calles de Jerusalén hace dos mil años, y sangró y sufrió sobre la cruz. Esperan que podrán introducir sus dedos en las marcas de los clavos de Sus pies y manos, y sus manos en la herida de Su costado. Pero seguramente un poco de reflexión sobre las propias palabras de Cristo podría disipar tal idea. Los judíos del tiempo de Cristo tuvieron estas mismas ideas acerca del regreso de Elías, pero Jesús les explicó su error, demostrándoles que la profecía de que "Elías vendrá primero" fue cumplida, no por el regreso de la persona y el cuerpo del que fue Elías, sino en la persona de Juan el Bautista, quien vino "en el espíritu y poder de Elías". "Y si vosotros lo recibís", dijo Cristo, "éste es Elías, el que tenía que venir. Aquel que tenga oídos para oír, que oiga." El "regreso" de Elías, por lo tanto, quería decir la aparición de otra persona, nacida de otros padres, pero inspirada por Dios con el mismo espíritu y poder. Estas palabras de Jesús ciertamente pueden ser tomadas como que significan que el regreso de Cristo estará, de igual manera, cumplido por la aparición de otra persona, nacida de otros padres, pero inspirada por Dios con el mismo espíritu y poder. Estas palabras de Jesús ciertamente pueden ser tomadas como que significan que el regreso de Cristo estará, de igual manera, cumplido por la aparición de otra persona, nacida de otra madre, pero mostrando el Espíritu y Poder de Dios como Cristo lo hizo. Bahá'u'lláh explica que la "venida de nuevo" de Cristo fue cumplida con el advenimiento del Báb y Su propia venida. Dice:

Toma el sol como ejemplo. Si dijera "Soy el sol de ayer", diría la verdad. Y si pretendiese ser otro sol, habida cuenta de la sucesión de las horas, diría también la verdad. Asimismo, si se dijera que todos los días no son sino uno y el mismo, ello sería correcto y verdadero. Y si respecto de nombres particulares y designaciones se dijera que difieren, ello también sería verdad. Pues si bien son los mismos, se reconoce en cada uno una designación distinta, un atributo específico, un carácter particular. Así pues, conforme a lo dicho, comprende las características de distinción, la variedad y unidad de las diversas Manifestaciones de santidad, para que llegues a entender las alusiones con que el creador de todos los nombres y atributos se ha referido a los misterios de la distinción y unidad, y puedas descubrir la respuesta a tu pregunta acerca de por qué la Eterna Belleza, en épocas distintas, Se ha dirigido a Sí misma con nombres y títulos diferentes.219

'Abdu'l-Bahá dice:

Sabed que el regreso de Cristo por segunda vez no significa lo que la gente cree, sino que significa el Prometido que vendrá después de Él. Vendrá con el Reino de Dios y Su Poder que ha circundado el mundo. Este dominio está en el mundo de los corazones y los espíritus y no en el de la materia; pues el mundo material no es comparable a la simple ala de una mosca, a la vista del Señor, ¡si fueseis de los que saben! En verdad, Cristo vino con Su Reino desde el principio que no tiene principio, y vendrá con Su Reino a la eternidad de eternidades, puesto que en este sentido "Cristo" es una expresión de la Realidad Divina, la simple Esencia y Entidad celestial, que no tiene principio ni fin. Tiene su aparición, su surgimiento, su manifestación y su ocaso en cada uno de los ciclos.220


El Tiempo del Fin

Cristo y Sus apóstoles hicieron mención de varias señales que distinguirían a los tiempos del "Regreso" del Hijo del Hombre en la gloria del Padre. Cristo dijo:

Y cuando veáis a Jerusalén sitiada por ejércitos, entonces sabréis que la desolación está cercana... Pues éstos serán los días de venganza en que todas las cosas que están escritas serán cumplidas... pues habrá abatimiento en esta tierra e ira sobre su pueblo. Caerán por el filo de la espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalén será hollada por los gentiles, hasta que el tiempo de los gentiles se haya cumplido.221

Otra vez dijo:

Cuidaos de que ningún hombre os engañe. Pues muchos vendrán en Mi nombre, diciendo: "Yo soy Cristo"; y engañarán a muchos. Y oiréis de guerras y rumores de guerras; no os perturbéis, pues todas estas cosas ocurrirán, pero el fin aún no ha llegado. Porque las naciones se levantarán contra las naciones, y los reinos contra los reinos; y habrá hambre y pestilencia, y temblores de tierra en diversos sitios. Todo esto es el principio de aflicciones. Entonces te entregarán para angustiarte, y te matarán; y serás odiado de las naciones por Mi causa. Y muchos serán ofendidos, y se traicionarán y odiarán los unos a los otros. Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos. Y porque la iniquidad abundará, el amor de muchos se enfriará. Pero aquellos que se mantengan firmes hasta el final, éstos serán salvados. Y este evangelio del reino será predicado por todo el mundo como testimonio a las naciones; y entonces vendrá el fin.222

En estos dos pasajes Cristo predijo en términos claros, sin velos ni encubrimientos, las cosas que habrán de pasar antes de la venida del Hijo del Hombre. Durante los siglos que han pasado desde que Cristo habló, cada una de estas señales ha sido cumplida. En la parte final de cada pasaje menciona un acontecimiento que marcará el tiempo de la venida -en uno de los casos el fin del destierro de los judíos y la restauración de Jerusalén, y en el otro la predicación del evangelio en todo el mundo. Es sorprendente encontrar que estos signos se están cumpliendo literalmente en estos tiempos. Si estas partes de la profecía son tan ciertas como el resto, entonces resulta que estamos viviendo ahora en el "tiempo del fin" del que Cristo habló.
Mu¥ammad también menciona ciertas señales que persistirán hasta el Día de la Resurrección. En el Qur'án leemos:

Cuando Alá dijo: "¡Oh Jesús! En verdad haré que tú mueras, y te exaltaré hasta Mí, y te libraré de las acusaciones de aquellos que no creen, y colocaré a aquellos que te sigan [cristianos] sobre aquellos que no creen [judíos y otros] hasta el Día de la Resurrección; entonces regresarás a Mí, para Yo decidir en lo concerniente a aquello en que te diferenciaste".223
"La mano de Dios está encadenada", dicen los judíos. ¡Encadenadas estén sus propias manos! Y fueron maldecidos por lo que dijeron. Antes, ¡extendidas están Sus dos manos! Con entera libertad Él derrama gracia. La que ha sido acordada a ti por el Señor, seguramente hará que crezca la rebelión y la incredulidad de muchos de ellos; y hemos puesto entre ellos odios que durarán hasta el Día de la Resurrección. El Todopoderoso extinguirá el fuego de la guerra tantas veces como ellos lo enciendan contra ti.224
Y de aquellos que dicen: "Somos cristianos", hemos aceptado el Convenio. Pero ellos también han olvidado una parte de lo que les fue enseñado, y por esto hemos sembrado entre ellos la discordia y el odio, que durará hasta el Día de la Resurrección; y al final Dios les hablará de lo que ellos han hecho.225

Estas palabras también se han cumplido literalmente en el sometimiento de los judíos a los cristianos (y musulmanes), y en el sectarismo y lucha que han dividido a judíos y cristianos durante los siglos desde que habló Mu¥ammad. Solamente desde el comienzo de la era bahá'í (Día de la Resurrección) las señales del fin cercano de esas condiciones han hecho su aparición.


Signos en el Cielo y en la Tierra

En las Escrituras hebreas, cristianas, musulmanas y otras existe una admirable semejanza en la descripción de las señales que acompañarán la llegada del Prometido.
En el libro de Joel leemos:

Y Yo mostraré maravillas en los cielos y en la tierra, sangre y fuego y columnas de humo. El sol se oscurecerá y la luna se convertirá en sangre antes de llegar el grande y terrible día del Señor. Pues, he aquí, que en esos días cuando traiga de nuevo el cautiverio de Judas y Jerusalén, reuniré a las naciones y las traeré al valle de Josafat [juicio de Jehová] y allí les instaré... Multitudes, multitudes en el valle de la decisión; porque el Día del Señor está cercano en el valle de la decisión. El sol y la luna se oscurecerán y las estrellas apagarán su brillo. Y el Señor rugirá desde Sión, y dejará oír Su voz desde Jerusalén, y los cielos y la tierra se estremecerán; pero el Señor será la esperanza de Su pueblo.226

Cristo dice:

Inmediatamente después de las tribulaciones de aquellos días el sol se oscurecerá, y la luna no dará su luz, y las estrellas se caerán del cielo; y los poderes del cielo se conmoverán; y entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre; y todas las tribus se vestirán de luto, y verán descender de las nubes al Hijo del Hombre revestido de gran poder y gloria.227

En el Qur'án leemos:

Cuando el sol sea cubierto de sombra,
Y las estrellas se desprendan del firmamento,
Y las montañas sean arrastradas por el aire...
Cuando el Libro sea abierto,
Y el velo de los cielos se rasgue,
Y los hornos del infierno se enciendan.228

En el Libro del Íqán, Bahá'u'lláh explica que estas profecías acerca del sol, la luna y las estrellas, los cielos y la tierra son simbólicas y no deben ser interpretadas simplemente en su sentido literal. Los Profetas estaban principalmente interesados en los asuntos espirituales, no en los materiales; en la luz espiritual, no en la física. Cuando mencionan al sol en conexión con el Día del Juicio se refieren al Sol de la Rectitud. El sol es la suprema fuente de luz, de manera que Moisés fue un sol para los hebreos, Cristo para los cristianos, y Mu¥ammad para los musulmanes. Cuando los Profetas hablan de que el sol se oscurecerá, significa que las enseñanzas puras de estos Soles espirituales se han oscurecido por la falsa interpretación y prejuicios, de modo que las gentes se hallan en oscuridad espiritual. La luna y las estrellas son las fuentes menores de iluminación, los líderes y educadores religiosos, que son los que debieran guiar e inspirar a las gentes. Cuando se dice que la luna no dará su luz o se convertirá en sangre, y las estrellas se caerán del cielo, se indica que los dirigentes de las iglesias se envilecerán, ocupándose en luchas y contiendas, y los clérigos se ocuparán de asuntos mundanos, preocupándose más de cosas terrenas que de las celestiales.
El significado de estas profecías, sin embargo, no queda agotado en una explicación, y estos símbolos pueden ser interpretados en otros sentidos más. Bahá'u'lláh dice que en otro sentido las palabras "sol", "luna" y "estrellas" son aplicadas a las ordenanzas e instrucciones decretadas en cada religión. Así como en cada subsiguiente Manifestación las ceremonias, formas, costumbres e instrucciones de las Manifestaciones precedentes son cambiadas de acuerdo con los requerimientos de los tiempos, así, en este sentido el sol y la luna son cambiados y las estrellas dispersadas.
En muchos casos el cumplimiento literal de estas profecías en el sentido externo sería absurdo o imposible; por ejemplo, volverse la luna sangre y las estrellas caer sobre la tierra. La más pequeña de las estrellas visibles es miles de veces más grande que la tierra, y si fuera una a caer sobre ella no quedaría tierra sobre la cual pudiera caer otra. En otros casos, sin embargo, hay una realización material así como espiritual. Por ejemplo, la Tierra Santa literalmente quedó desierta y desolada durante muchos siglos, como fue predicho por los Profetas; pero ya ahora, en el Día de la Resurrección, comienza a "regocijarse y retoñar como la rosa", como lo predijo Isaías. Prósperas colonias están siendo comenzadas, la tierra está siendo irrigada y cultivada, y viñas, olivares y jardines florecen ahora donde hace medio siglo sólo existían arenales. Indudablemente, cuando los hombres conviertan sus espadas en arados y sus lanzas en rastrillos, serán cultivados páramos y desiertos en todas las partes del mundo; los abrasadores vientos y las tormentas de arena que soplan de aquellos desiertos y hacen la vida del hombre en su vecindad intolerable, serán cosas del pasado; el clima de toda la tierra será más benigno y uniforme; el aire de las ciudades no se viciará más con humo y gases venenosos, y aun en el sentido externo y material habrá "nuevos cielos y nueva tierra".


Manera de Su llegada

En cuanto a la forma de Su llegada al final de la edad, Cristo dijo:

Y verán descender de las nubes al Hijo del Hombre revestido de gran poder y gloria. Y Él enviará a sus ángeles con un gran resonar de trompetas... y entonces Se sentará sobre Su trono de gloria y ante Él se juntarán las naciones: y Él las separará unas de otras como un pastor separa sus ovejas de las cabras.229

Con respecto a estos y similares pasajes, Bahá'u'lláh escribe en el Libro del Íqán:

El término "cielo" denota sublimidad y exaltación, por cuanto es la sede de la revelación de las Manifestaciones de la Santidad, las Auroras de antigua gloria. Estos antiguos Seres, a pesar de haber nacido de la matriz de su madre, en realidad han descendido del cielo de la voluntad de Dios. A pesar de habitar en esta tierra, su verdadera morada son los retiros de gloria en los reinos de lo alto. Aunque caminan entre mortales, vuelan por el cielo de la presencia divina. Sin pies hollan el sendero del espíritu y sin alas se elevan a las exaltadas alturas de la unidad divina. Con cada exhalación recorren la inmensidad del espacio, en cada momento atraviesan los reinos de lo visible e invisible...
Por "nubes" se entiende aquello que es contrario a las prácticas y deseos de los hombres. Así Él ha revelado en el versículo ya mencionado: "Siempre que viene a vosotros un Apóstol con lo que no desean vuestras almas, os ensoberbecéis, acusando a unos de impostores y matando a otros".230 Estas "nubes" significan, en cierto sentido, la anulación de las leyes, la abrogación de anteriores Dispensaciones, la supresión de ritos y costumbres usuales entre los hombres, la exaltación de los creyentes iletrados por encima de los doctos opositores de la Fe. En otro sentido, indican la aparición de aquella inmortal Belleza en la imagen de un hombre mortal, con limitaciones tales como el comer y beber, pobreza y riqueza, gloria y humillación, sueño y vigilia, y otras cosas que crean duda en la mente de los hombres y los hacen apartarse. Todos estos velos se denominan simbólicamente "nubes".
Éstas son las "nubes" que hacen que sean hendidos los cielos del conocimiento y comprensión de todos los que habitan en la tierra. Así Él ha revelado: "Aquel día será hendido el cielo por las nubes".231 Así como las nubes no dejan que los ojos de los hombres miren el sol, también estas cosas impiden que las almas de los hombres reconozcan la luz de la Lumbrera divina. De ello da testimonio lo que salió de la boca de los infieles, tal y como se ha revelado en el Libro sagrado: "Y han dicho: '¿Qué clase de Apóstol es éste que come comida y anda por las calles? A no ser que baje un ángel y participe en Sus amonestaciones, no creeremos'".232 Otros Profetas han estado igualmente sujetos a la pobreza, las aflicciones, el hambre, las dolencias y los azares de este mundo. Puesto que estas santas Personas han estado sometidas a semejantes necesidades y privaciones, en consecuencia la gente se ha perdido en los desiertos del recelo y la duda, siendo afligida por la confusión y perplejidad. ¿Cómo es posible -se han preguntado- que semejante persona sea enviada de parte de Dios, declare Su ascendiente sobre todos los pueblos y razas de la tierra, y pretenda ser la finalidad de toda la creación -tal como Él ha dicho: "Si no fuera por Ti, no hubiera creado todo lo que hay en el cielo y en la tierra"-, y sin embargo esté sujeta a cosas tan triviales? Sin duda has sido informado de las tribulaciones, la pobreza, los males y la degradación que han sobrevenido a cada Profeta de Dios y Sus compañeros. Debes de haber oído cómo las cabezas de Sus seguidores eran enviadas a diferentes ciudades en calidad de presentes, cuán terriblemente se pusieron trabas a cuanto era Su misión hacer. Cada uno de ellos cayó preso en las garras de los enemigos de Su Causa y debió sufrir todo cuanto éstos decretaron...
El Todoglorioso ha decretado que precisamente estas cosas, contrarias a los deseos de los perversos, sean la piedra de toque y el patrón mediante los cuales prueba a Sus siervos, para que el justo sea distinguido del perverso y el creyente del infiel...
Y ahora, referente a Sus palabras "Y Él enviará a Sus ángeles...", por "ángeles" se designa a quienes, fortalecidos por el poder del espíritu, han consumido con el fuego del amor de Dios todos los rasgos y limitaciones humanos, ataviándose con los atributos de los Seres más exaltados y de los Querubines...
Como los seguidores de Jesús nunca han comprendido el significado oculto de estas palabras, y como los signos esperados por ellos y los jefes de su Fe no han aparecido, por tanto han rehusado, hasta ahora, reconocer la verdad de aquellas Manifestaciones de Santidad que han aparecido desde los días de Jesús. De este modo se han privado a sí mismos de las efusiones de la santa gracia de Dios y de las maravillas de Su divina prolación. ¡Tan baja es su condición en este Día de la Resurrección! Ni siquiera han comprendido que si en cada época aparecieran en el reino visible los signos de la Manifestación de Dios, de acuerdo con el texto de las tradiciones establecidas, nadie podría negarlas ni apartarse, ni podría el bienaventurado ser distinguido del mísero, ni el transgresor del que teme a Dios. Juzga honestamente: si se cumplieran literalmente las profecías registradas en el Evangelio; si Jesús, Hijo de María, acompañado de ángeles, descendiera desde el cielo visible sobre nubes, ¿quién se atrevería a no creer?, ¿quién se atrevería a rechazar la verdad y a ensoberbecerse? Es más, de inmediato se apoderaría de todos los habitantes de la Tierra tal consternación que ningún alma se sentiría capaz de pronunciar una palabra, ni menos aún de rechazar o aceptar la verdad.233

De acuerdo con la explicación antes citada, la venida del Hijo del Hombre en humilde forma humana, nacido de mujer, pobre, ineducado, oprimido y considerado como nada por los grandes de la tierra -esta manera de venir es la prueba misma por la cual Él juzga a los pueblos de la tierra y los separa unos de otros, como un pastor separa sus ovejas de las cabras. Aquellos cuyos ojos espirituales están abiertos pueden ver a través de esas nubes y regocijarse en el "poder y gran gloria" -la gloria misma de Dios- que Él viene a revelar; los otros, cuyos ojos están todavía empañados por los prejuicios y el error, sólo pueden ver las oscuras nubes y continúan caminando a tientas, privados de la bendita luz del sol.

¡He aquí!, enviaré mi mensajero, quien me preparará el camino; y el Señor que buscáis vendrá de repente a Su templo, y el mensajero del convenio en quien os deleitáis... Mas, ¿quién perseverará el día de su venida? ¿Quién permanecerá fiel cuando Él aparezca? Porque Él es como el fuego purificador, como el jabón de lavadores... Pues ¡he aquí!, viene el día que arderá como un horno; y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán relegados... Mas, para vosotros que teméis mi nombre, nacerá el Sol de la rectitud, y en sus alas traerá la curación.234

NOTA: El tema del cumplimiento de las profecías es tan extenso que serían necesarios muchos volúmenes para hacer una exposición adecuada. Todo lo que puede hacerse dentro de los límites de un capítulo es indicar los principales rasgos de las interpretaciones bahá'ís. Los Apocalipsis detallados revelados por Daniel y San Juan no han sido tocados. Los lectores pueden consultar Contestación a unas Preguntas, en el que se comentan algunos capítulos. En el Libro del Íqán, por Bahá'u'lláh; Pruebas Bahá'ís, por Mírzá Abu'l-Fa¤l, y en muchas de las Tablas de Bahá'u'lláh y 'Abdu'l-Bahá, se podrán encontrar otras explicaciones de profecías.


Notas:

1 Signs of the Times.
2 Escrito poco después de la Primera Guerra Mundial.
3 Federico el Grande, libro I, cap. I.
4 Escrito por 'Abdu'l-Bahá para este capítulo.
5 Deut. XVIII, 22.
6 Mat. VII, 15-20.
7 Se dispone ahora de las incomparables traducciones de Shoghi Effendi, del persa y árabe, de los Escritos de Bahá'u'lláh y 'Abdu'l-Bahá. Ellas, juntamente con sus considerables escritos propios sobre la historia de la Fe, las declaraciones e implicaciones de sus verdades fundamentales y el desenvolvimiento de su Orden Administrativo, hacen que la tarea del investigador moderno sea infinitamente más fácil que en la época del doctor Esslemont.
8 Tablet to Ra'ís.
9 Una de las dos grandes sectas -shi'í y sunní- en las que se dividió el Islám poco después de la muerte de Mu¥ammad. Los shi'íes pretenden que Alí, el yerno de Mu¥ammad, fue el primer sucesor legítimo del Profeta, y que sólo sus descendientes son los legítimos califas.
10 Primer día de Mu¥arram, 1235 D.H., fue la fecha en que nació el Báb.
11 Sobre este punto un historiador anota: "La creencia de muchas personas en Oriente, especialmente los creyentes en el Báb (ahora llamados bahá'ís), era que el Báb no había recibido educación, pero que los Mullás, a fin de rebajarlo a los ojos del pueblo, declararon que el conocimiento y la sabiduría que poseía se explicaban por la educación que había recibido. Después de profundas investigaciones para descubrir la verdad al respecto, hemos encontrado evidencia que demuestra que por un corto tiempo durante Su infancia solía ir a la casa de Shaykh Mu¥ammad (también conocido como 'Abíd), donde aprendió a leer y escribir en persa. Es esto a lo que el Báb hace alusión cuando escribe en el Bayán: '¡Oh Mu¥ammad! ¡Oh mi maestro!...'"
"Lo que es notable es que este Shaykh, que había sido Su maestro, se convirtió en discípulo abnegado de su propio alumno, y que el tío del Báb, llamado Æájí Siyyid 'Alí, que fue como un padre para Él, se volvió también un piadoso creyente y fue martirizado como bábí."
"La comprensión de estos misterios es concedida a los que buscan la verdad, pero nosotros sabemos esto: que la educación recibida por el Báb fue sólo elemental y que todas las señales de grandeza y sabiduría que aparecieron en Él eran innatas y venían de Dios."
12 A Traveller's Narrative Written to Illustrate the Episode of the Báb, con una introducción de E. G. Browne, mencionado en adelante como A Traveller's Narrative.
13 A Traveller's Narrative, pág. 3.
14 23 de mayo de 1844 A.D.
15 Los shi'íes llamaban Imán al sucesor del derecho divino del Profeta, al que todos los creyentes debían obedecer. Doce personas ocuparon sucesivamente el lugar de Imán; la primera de ellas fue 'Alí, primo y yerno del Profeta. Al decimosegundo los shi'íes lo llamaron Imán Mihdí. Sostenían que no había muerto, sino que había desaparecido por un pasaje subterráneo, en 329 D.H., y que en la plenitud del tiempo había de regresar para exterminar a los infieles e inaugurar una era de bendición.
16 New History of the Báb, traducida por el prof. E. G. Browne, pág. 132.
17 Viernes 28 de Sha'bán de 1266 D.H.
18 A Traveller's Narrative, pág. 54.
19 A Traveller's Narrative, pág. 349.
20 Bábís of Persia, II, por el prof. E. G. Browne, J.R.A.S., vol. XXI, pág. 931.
21 Se pronuncia Bajá-ol-lá, con acento sobre la segunda y cuarta sílabas; la primera sílaba es casi muda; se pronuncian distintamente las dos "l".
22 Segundo día de Mu¥arram, 1233 D.H.
23 Epistle to the Son of the Wolf, págs. 20-21.
24 Esto era a comienzos del año 1853, o sea nueve años después de la Declaración del Báb, cumpliéndose con esto ciertas profecías del Báb relativas al "año nueve".
25 Libro de Íqán, Íqán, Kitáb-i-Íqán y Libro de la Certeza se refieren todos al mismo libro.
26 Kitáb-i-Íqán, págs. 168-170.
27 Autor de una temprana historia de la Fe, Los Rompedores del Alba, Nabíl participó en algunas de las escenas que describe y conoció personalmente a muchos de los primeros creyentes.
28 El Aqdas, Kitáb-i-Aqdas, El Libro de Aqdas y El Libro Más Sagrado se refieren todos al mismo libro.
29 A Traveller's Narrative, págs. 145-147.
30 Para poder enterrar a dos de los que murieron y pagar los gastos del entierro, Bahá'u'lláh vendió Su propia alfombra. Los soldados se apropiaron de este dinero, sepultando los cadáveres en un hoyo en el suelo.
31 Jamál-i-Mubárak (literalmente Bendita Belleza) era un título que frecuentemente daban a Bahá'u'lláh Sus discípulos y amigos.
32 Introducción, A Traveller's Narrative, pág. 39.
33 Qur'án, 2:136.
34 Qur'án, 2:253.
35 Kitáb-i-Íqán, págs. 121-125.
36 Lawh-i-Sultán (Tabla al rey de Persia), citada en La Proclamación de Bahá'u'lláh, págs. 67-68.
37 Tabla de Ishráqát.
38 Epistle to the Son of the Wolf, pág. 17.
39 Súratu'l-Haykal, pág. 30.
40 Mat. X, 34.
41 Cuando se le preguntó si Bahá'u'lláh había hecho un estudio especial de los escritos de Occidente y si, de acuerdo con ellos, había fundado Sus enseñanzas, 'Abdu'l-Bahá respondió que los libros de Su padre, escritos e impresos tan tempranamente como en la década de 1870, contenían los ideales ahora tan familiares en Occidente, aunque en aquel tiempo tales ideas no habían sido impresas ni pensadas en Occidente.
42 Isaías XXXV, 8
43 Kitáb-i-Aqdas.
44 Jueves, 5 de Jamádí Y, 1260 D.H.
45 Diario de Mírzá A¥mad Sohrab, enero 1914.
46 Esta tradición está citada en una Tabla de Bahá'u'lláh; véase capítulo V de este libro.
47 Es interesante comparar esta historia con la del nacimiento de san Juan Bautista; véase Evangelio de san Lucas, capítulo I.
48 Horace Holley, The Modern Social Religion, pág. 171.
49 M.J.M., Glimpses of 'Abdu'l-Bahá, pág 13.
50 In Galilee, pág. 51.
51 A Brief Account of My Visit to 'Akká, pág. 26.
52 In Galilee, pág. 24.
53 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. II, págs. 258, 263.
54 Star of the West, vol. V, nº 14, pág. 213.
55 The Passing of 'Abdu'l-Bahá, por Lady Blomfield y Shoghi Effendi.
56 En 1989, los bahá'ís vivían en más de 116.500 localidades, establecidas en 350 países y territorios (véase el Epílogo).
57 Palabras del Paraíso.
58 'Abdu'l-Bahá in London, pág. 109.
59 Palabras de Sabiduría.
60 Tabla de Tarázát.
61 Palabras de Sabiduría.
62 La Tabla del Mundo.
63 Palabras del Paraíso.
64 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. I, pág. 147.
65 Súratu'l-Haykal.
66 Palabras Ocultas.
67 San Juan, VII, 16-17.
68 Tabla de Tajallíyát.
69 Palabras del Paraíso.
70 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá.
71 Palabras de Sabiduría.
72 Tabla del Mundo.
73 Star of the West, vol. IV, pág. 191.
74 Star of the West, vol. IV, pág 192.
75 Diario de Mírzá A¥mad Sohrab, 1914.
76 Palabras de Sabiduría.
77 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. II, pág. 459.
78 Mensaje a los bahá'ís de Londres, octubre de 1911.
79 De una charla referida por la Srta. Ethel J. Rosenberg.
80 De una charla referida por la Srta. Ethel J. Rosenberg.
81 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, CXXV.
82 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá.
83 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, CXXXVI.
84 Filosofía Divina.
85 De una conversación con el Sr. Percy Woodcock en 'Akká, 1909.
86 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. III, págs. 591-592.
87 Kitáb-i-Aqdas.
88 Tablas de Bahá'u'lláh, vol. III, pág. 683.
89 De una tablilla a un creyente americano, traducida por 'Alí Kulí Khán, octubre de 1908.
90 De notas tomadas por la Srta. Ethel J. Rosenberg.
91 Artículo en Fortnightly Review, junio de 1911, por la Srta. E.S. Stevens.
92 Notas de la Srta. Alma Robertson y otros peregrinos, noviembre y diciembre de 1900.
93 Kitáb-i-Íqán, pág. 50.
94 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, pág. 55.
95 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. II, pág. 337.
96 En materia de la Oración Intercesora, véase capítulo 11.
97 Bahá'í Scriptures, pág. 453.
98 Ten Days in the Light of 'Akká, por Julia M. Grundy.
99 Divine Philosophy.
100 A Heavenly Vista, pág. 9.
101 Kitáb-i-Aqdas.
102 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. III, págs. 581-582.
103 Kitáb-i-Aqdas.
104 Tabla a un médico.
105 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. III, pág. 587.
106 Tabla a un médico.
107 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, pág. 120.
108 Contestación a unas Preguntas, LXXII.
109 Contestación a unas Preguntas, LXXII.
110 Daily Lessons Received at 'Akká, pág. 95.
111 Star of the West, vol. VIII, pág. 232.
112 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, pág. 21.
113 Bahá'u'lláh, Tabla a un médico.
114 Star of the West, vol. VIII, pág. 233.
115 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. III, págs. 628-629.
* N.E.: En un memorándum enviado por el Departamento de Investigación de la Casa Universal de Justicia a la Asamblea Espiritual de los Bahá'ís de España, con fecha 30 de mayo de 1990, sobre Prácticas de Curación Espiritual, dice: "El pasaje en cuestión, de hecho, se ha extractado de dos Tablas distintas dirigidas al mismo individuo. Cuando se examinaron los originales de las Tablas, resultó evidente que fueron reveladas para una mujer médico... Cuando se estudia el texto original, es obvio que las palabras del Maestro pueden muy bien entenderse queriendo decir sencillamente que 'Abdu'l-Bahá estaba asegurando a la destinataria de su Tabla que, dadas ciertas condiciones expuestas por Él en la misma Tabla, Dios, a ciencia cierta, mediante su ayuda y poder, le confirmaría en sus esfuerzos por curar al enfermo. De aquí que la inferencia respecto al papel inspirador de una especie de espíritu o guía resulta ser injustificada. Además de esto, si se consideran teniendo en cuenta la profesión de quien recibió las Tablas, es evidente que las Tablas están recalcando un principio importante en relación a la curación, a saber, que pueden obtenerse los mejores resultados cuando la curación espiritual se combina con la curación física.
116 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. II, pág. 309.
117 Bahá'u'lláh, Tabla del mundo.
118 De Sus palabras al profesor Browne.
119 Star of the West, vol. IX, nº 3, pág. 37.
120 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, CXX.
121 Filosofía Divina.
122 Kitáb-i-Íqán, págs. 16, 163.
123 Para mayor aclaración respecto a la Guardianía y la Casa Universal de Justicia véanse págs. 303-305 y 314-316.
124 Star of the West, vol. III, pág. 8.
125 Star of the West, vol. X, pág. 95.
126 Palabras del Paraíso.
127 Tabla a algunos bahá'ís persas de origen zoroastriano.
128 Palabras del Paraíso.
129 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, C, CII.
130 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, CII, CIII, CVIII, CX, CXVI.
131 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, CXVII.
132 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, CXIX, CXX.
133 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, IV.
134 Kitáb-i-Aqdas.
135 Tabla del Mundo.
136 Buenas Nuevas.
137 Tabla de Ishráqát.
138 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, págs. 169-170.
139 Para datos adicionales véanse los discursos publicados de 'Abdu'l-Bahá, especialmente aquellos pronunciados en los Estados Unidos de América.
140 Buenas Nuevas.
141 Star of the West, vol. VII, nº 15, pág. 147.
142 Star of the West, vol. VIII, nº 1, pág. 7.
143 Star of the West, vol. VIII, nº 3, pág. 4.
144 Tabla de Ishráqát.
145 Tabla del Mundo.
146 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. III, pág. 577.
147 Star of the West, vol. IX, nº 7, pág. 81.
148 Tabla de Tajallíyát.
149 Contestación a unas Preguntas, cap. LXXVII.
150 Tabla de Tarázát.
151 En Tabla a Ra'ís.
152 Star of the West, vol. VIII, pág. 15.
153 Contestación a unas Preguntas, cap. XII.
154 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá.
155 Star of the West, vol. VIII, pág. 76.
156 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, pág. 165.
157 Tabla del Mundo.
158 Batalla de la guerra italo-turca, que estalló el 29 de septiembre de 1911.
159 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, págs. 29-31.
160 Es interesante destacar que la hija de Zamenhof, Lydia, se convirtió en activa bahá'í.
161 'Abdu'l-Bahá in London, pág. 95.
162 1868 a 1870.
163 El autor escribió este pasaje en 1919-1920.
164 The Secret of Divine Civilization, págs. 64-65.
165 Las mismas consideraciones valen para la Organización de las Naciones Unidas.
166 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, pág. 173.
167 Diario de Mírzá A¥mad Sohrab, mayo 11-14, 1914.
168 Escrito por 'Abdu'l-Bahá para este libro.
169 Epistle to the Son of the Wolf, págs. 74-75.
170 Véase también la sección sobre "Trato a los Criminales".
171 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá.
172 The Secret of Divine Civilization, págs. 70-71.
173 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, págs. 23-24.
174 Qur'án 57:27.
175 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. III, pág. 563.
176 Tablets of 'Abdu'l-Bahá.
177 Tabla a los Bahá'ís de América.
178 Esta fecha coincide con el nacimiento de 'Abdu'l-Bahá.
179 Citado por la Srta. E.S. Stevens en la revista Fortnightly Review, junio 1911.
180 En conexión con el Mashriqu'l-Adhkár, es interesante recordar las siguientes líneas de Tennyson:
"Soñé
Que piedra por piedra levanté un sagrado templo,
Un templo que no era Pagoda ni Mezquita ni Iglesia,
Pero más sublime y simple, con la puerta siempre abierta
A cada aliento del cielo, y la Verdad y la Paz
Y el Amor y la Justicia vinieron allí a morar."
Sueño de Akbar, 1892.
(Traducción literal del inglés. Nota del traductor.)
181 Esta primera Casa de Adoración resultó seriamente dañada en un terremoto en 1948 y debió ser demolida unos años más tarde.
182 Este templo fue completado en 1953. Desde entonces han sido construidos otros templos Bahá'ís en Kampala, Uganda; Sydney, Australia; Frankfurt, Alemania; y uno está en construcción cerca de la ciudad de Panamá. En 1971 habían sido adquiridos los sitios para otros cincuenta y ocho. (Véase el Epílogo.)
183 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, LXXXI.
184 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. I, pág. 205.
185 Contestación a unas Preguntas, LX, LXII, LXIV.
186 Contestación a unas Preguntas, LXXI.
187 De las notas de la Srta. Buckton, revisadas por 'Abdu'l-Bahá.
188 'Abdu'l-Bahá in London, pág. 97.
189 Notas de Mary Hanford Ford: París, 1911.
190 Tabla traducida por 'Alí Kulí Khán.
191 'Abdu'l-Bahá in London, pág. 98.
192 Contestación a unas Preguntas, LVII.
193 Tabla a Rá'ís.
194 Tabla al Papa.
195 En Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá.
196 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, págs. 150-152.
197 Traducción literal del inglés. Nota del traductor.
198 Salmo XIX, 1-2.
199 Contestación a unas Preguntas, LXVII.
200 La palabra "especie" se utiliza aquí para explicar la distinción que siempre ha existido entre hombres y animales, a pesar de las apariencias exteriores. No debe adjudicársele su actual significado biológico especializado.
201 Contestación a unas Preguntas, XLVII.
202 Contestación a unas Preguntas, XXX.
203 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, pág. 159.
204 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, pág. 162.
205 Daniel, XII, 4-9.
206 Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, págs. 59-61.
207 Isaías, IX, 2-7.
208 La Segunda Guerra Mundial demostró aún más el cumplimiento de esta profecía, culminando con el uso de la bomba atómica.
209 Isaías, XL, 1-5.
210 Isaías, XI, 1-12.
211 Contestación a unas Preguntas, XII.
212 Mat. XVI, 27
213 Mat., XIII, 40-43.
214 I Cor., XV, 51-53.
215 Juan III, 7
216 Juan III, 5-6
217 Kitáb-i-Íqán, págs. 75, 77, 78.
218 Juan XIV, 2-3.
219 Kitáb-i-Íqán, pág. 20.
220 Tablets of 'Abdu'l-Bahá, vol. I, pág. 138.
221 Lucas XXI, 20-24.
222 Mat. XXIV, 4-14.
223 Sura III, 54.
224 Sura V, 69.
225 Sura V, 17.
226 Joel II, 30-31; III, 1-2, 14-16.
227 Mat. XXIV, 29-30.
228 Sura LXXXI.
229 Mat., XXIV, 30-31; XXV, 31-32.
230 Qur'án, 2:87.
231 Qur'án, 25:25
232 Qur'án, 25:7
233 Kitáb-i-Íqán, págs. 46, 49-50, 51, 53, 54.
234 Mal. III, 1-2; IV, 1-2.

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