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LA NATURALEZA Y
EL MEDIO AMBIENTE

Una Perspectiva Bahá'í

Septiembre 1986



Este trabajo posicional fue escrito por la Comunidad Internacional Bahá'í en respuesta a la creación de la Red de la Conservación y la Religión del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF).




Título original en inglés:
A Bahá'í Perspective on Nature and the Environment
The Bahá'í Statement on Nature

Bahá'í International Community, 1986
Office of Public Information
866 United Nations Plaza, Suite 120
New York, NY 10017, USA



Introducción

El mundo actual hace frente a muchas crisis sociales, políticas, económicas y ambientales, las cuales están interrelacionadas y son sintomáticas de los males espirituales subyacentes que afligen a la humanidad. Una de dichas crisis, que ha sido menos obvia, pero no por ello menos amenazadora para el futuro del hombre, es la crisis en la conservación de la naturaleza. Las áreas naturales que una vez vistieron el planeta están siendo erosionadas constantemente bajo las presiones de una población en crecimiento. Ricos y pobres, por igual, contribuyen al problema: los ricos a través de su temeraria carrera hacia el desarrollo económico y las masas de pobres a través de sus esfuerzos desesperados para conseguir subsistir con los menguantes recursos disponibles.

Por mucho que la humanidad quiera pasar por alto el hecho de que el hombre depende de los sistemas naturales de la biosfera para su supervivencia, éste es cada vez más evidente. También se ha hecho alarmantemente evidente que, al ritmo presente de destrucción, gran parte de la herencia natural de la tierra puede ser perdida irreparablemente en unas pocas décadas.

Los bosques están siendo talados, los suelos erosionados por el agua, los desiertos se están expandiendo, la pesca está declinando o colapsándose, la polución está extendiéndose. Como resultado, las especies salvajes que representan la mayor parte de los recursos genéticos de la tierra, acumulados durante millones de años, están siendo llevados a la extinción en números cada vez mayores. Mientras fragmentos significativos de las áreas naturales sigan albergando a dichas especies, existirá siempre la esperanza de que una sociedad más sabia y más estable pueda mantener e incluso restaurar la riqueza natural del planeta. Son estos sistemas de ecosistemas naturales los que están siendo ahora amenazados en muchos lugares. Cuando hayan desaparecido, muchas especies y recursos potenciales se perderán para siempre.

Estos son los síntomas de una civilización que está fuera de control y se dirige a la autodestrucción.

Las enseñanzas bahá'ís colocan a éste, y a otros graves problemas a que se enfrenta el mundo hoy, en una amplia perspectiva que tanto da razón a su origen, como sugiere soluciones prácticas. El progreso tecnológico ha confrontado a las gentes e instituciones de las naciones o estados con la realidad de un mundo físicamente unido, pero sus comportamientos y valores tienen todavía que adaptarse a este cambio fundamental. Para los bahá'ís, por lo tanto, el problema es básicamente espiritual: todo el mundo debe llegar a aceptar la unidad de la humanidad como "el primer requisito fundamental para la reorganización y administración del mundo como un único país"(1). Sin esta solución espiritual, otras medidas sólo pueden ser paliativos temporales; resuélvase el problema espiritual fundamental y las dificultades del mundo empezarán a ceder frente a soluciones prácticas.



La visión bahá'í del mundo

Una valoración científica del problema conservacional encaja fácilmente con la visión del mundo expresada en los escritos de Bahá'u'lláh, el Profeta-Fundador de la Fe Bahá'í (1817-1892), y de su Hijo, 'Abdu'l-Bahá (1844-1921), que reflejan la armonía fundamental de la ciencia y la religión.

Los orígenes del universo son descritos en términos que se corresponden bien con las teorías científicas actuales, a pesar de haber sido escritas antes de que las terminologías física y química fueran desarrolladas. "Este mundo de existencia, este universo sin fin, no tiene ni principio ni final"(2). "Lo que ha estado existiendo ha existido antes, pero no en la forma que ves hoy. El mundo de la existencia llegó a crearse mediante el calor generado por la interacción entre fuerza activa y aquello que es su receptor"(3). "Pudiera ser que una de las partes del universo, una de las esferas, por ejemplo, viniera a existir o fuera desintegrada, mientras las otras esferas infinitas existirían todavía; el universo no sería ni desordenado, ni destruido; por el contrario la existencia es eterna y perpetua"(4). "En el principio, la materia era una y esta única materia aparecía en diferentes aspectos en cada elemento; de esta manera, varias formas fueron producidas y estos varios aspectos al ser producidos se convirtieron en permanentes, y cada elemento se especializó... Entonces estos elementos se compusieron, organizaron y combinaron en infinitas formas... De la composición y combinación de elementos, de su descomposición, de su medida y del efecto de otros seres sobre ellos, resultaron formas, realidades sin fin e innumerables seres"(5). "Esta esfera terrestre, una vez encontrada la existencia, creció y se desarrolló en la matriz del universo, y evolucionó en diferentes formas y condiciones, hasta que gradualmente obtuvo su presente perfección, adornada con innumerables seres, y apareció como una organización terminada"(6).

Se considera que la naturaleza sigue leyes científicas que son ellas mismas la expresión de una realidad divina. "La naturaleza es obra de la voluntad de Dios y es su expresión en y a través del accidentado mundo"(7). "Esta naturaleza está sometida a una organización absoluta y a leyes determinadas, a un orden completo y a un diseño determinado, de los que nunca se desviará. Esto es cierto hasta tal grado que, si miras cuidadosamente y con vista aguda, desde el más pequeño invisible átomo hasta tan grandes cuerpos del mundo de la existencia como la esfera del Sol o de las otras grandes estrellas y esferas luminosas, si consideras su disposición, su composición, su forma o su movimiento, observarás que todos se encuentran en el más alto grado de organización y están bajo una ley de la cual nunca se desviarán"(8).

"Por naturaleza se entienden aquellas propiedades inherentes y relaciones necesarias derivadas de las realidades de las cosas. Y estas realidades de las cosas, aunque de una extrema diversidad, están íntimamente conectadas unas con otras"(9). "Si miramos con ojo atento el mundo de la creación, encontramos que todas las cosas existentes pueden ser clasificadas como sigue: 1/ Minerales; es decir, materia o sustancia que aparece en varias formas de composición. 2/ Vegetales; que poseen las virtudes del mineral más el poder de aumento o crecimiento, indicando una mayor categoría y una mayor especialización que el mineral. 3/ Animal; que poseen los atributos del mineral y el vegetal más el poder de la percepción sensitiva. 4/ Humanos; poseedores del organismo más especializado de la creación visible, que incorporan las cualidades del mineral, vegetal y animal más un don ideal absolutamente ausente en los reinos inferiores, el poder de la investigación intelectual en los misterios de los fenómenos externos. El resultado de este don intelectual es la ciencia, que es específicamente característica del hombre. Este poder científico investiga y comprende los objetos creados y las leyes que los rodean. Es el descubridor de los secretos misteriosos y escondidos del universo material y es peculiar tan sólo del hombre. El logro más noble y loable del hombre, por tanto, es el conocimiento y el logro científicos"(10).

Las escrituras bahá'ís aceptan la evidencia científica de la evolución. Sin embargo, distinguen entre el potencial de todo tipo de seres, que es inherente a la sustancia y leyes de la creación y de este modo ha existido siempre, y el proceso por el cual este potencial es revelado. "Como el hombre en el seno materno pasa de una forma a otra, de una figura a otra, cambia y se desarrolla, y es todavía especie humana desde el principio del periodo embrionario; del mismo modo, el hombre es también una especie determinada desde el principio de su existencia en la matriz del mundo -es decir, hombre- y ha evolucionado gradualmente de una forma a otra"(11). "Del mismo modo, el crecimiento y desarrollo de todos los seres es gradual; esta es la organización divina universal y el sistema natural"(12). "Todos los seres, grandes o pequeños, fueron creados perfectos y completos desde el principio, pero sus perfecciones aparecen en ellos poco a poco. La organización de Dios es una"(13). "Todos estos infinitos seres que habitan el mundo -ya sean hombres, animales, vegetales o minerales- están, ciertamente, cada uno de ellos, compuestos de elementos. No hay duda de que esta perfección que está en todos los seres fue causada por la creación de Dios desde los elementos componentes, por su mezcla apropiada y cantidades proporcionadas, el modo de su composición y la influencia de otros seres. Todos los seres están conectados como una cadena y la ayuda recíproca, el auxilio y la influencia perteneciente a las propiedades de las cosas son la causa de la existencia, el desarrollo y crecimiento de los seres creados"(14).

Los conceptos de procesos ecológicos esenciales y sistemas de sostén de la vida también aparecen en las escrituras sagradas bahá'ís. "Considérese por ejemplo cómo un grupo de cosas creadas constituyen el reino vegetal y otro el reino animal. Cada uno de estos dos hacen uso de ciertos elementos del aire del que su propia vida depende, mientras cada uno incrementa la cantidad de dichos elementos que son esenciales para la vida del otro. En otras palabras, el crecimiento y desarrollo del mundo vegetal es imposible sin la existencia del reino animal y el mantenimiento de la vida animal es inconcebible sin la cooperación del reino vegetal. Del mismo tipo son las relaciones que existen entre las cosas creadas. De aquí que se estableciera que la cooperación y reciprocidad son propiedades esenciales inherentes al sistema unificado del mundo de la existencia, sin las cuales la creación entera sería reducida a la nada"(15). "En el dominio físico de la creación, todas las cosas son comedores y comidos: la planta bebe del mineral, el animal coge y engulle la planta, el hombre se alimenta del animal y el mineral devora el cuerpo del hombre. Los cuerpos físicos son transferidos a través de barrera tras barrera, de una vida a otra, y todas las cosas están sujetas a transformación y cambio, exceptuando únicamente la esencia misma de la existencia, ya que es constante e inmutable. Sobre ella está fundada la vida de cada especie y género, de toda realidad contingente a través de la totalidad de la creación"(16).

Se entiende que el hombre ocupa un lugar especial en el mundo natural. "El cuerpo humano está, como los animales, sujeto a las leyes naturales. Pero el hombre está dotado de una segunda realidad, la realidad racional o intelectual; y la realidad intelectual del hombre predomina sobre la naturaleza"(17). "...Dios ha dado al hombre tan maravilloso poder, que puede guiar, controlar y conquistar la naturaleza"(18). "Con todo hay una tercera realidad en el hombre, la realidad espiritual... Esta realidad celestial... libera al hombre del mundo material. Sus poderes hacen escapar al hombre del mundo de la naturaleza. Escapando, encontrará una realidad iluminadora que trasciende la limitada realidad del hombre y es causa de que pueda conseguir la infinidad de Dios, abstrayéndola en el mar de los rayos del sol de la realidad"(19). El hombre debería estar liberado y emancipado de la cautividad del mundo de la naturaleza pues, mientras el hombre sea cautivo de
la naturaleza, será un animal feroz, ya que la lucha por la existencia es una de las exigencias del mundo natural"(20).

Las anteriores selecciones de las escrituras bahá'ís, ninguna escrita posteriormente a los primeros años de este siglo, ilustran la visión bahá'í de los orígenes del mundo natural y del lugar que el hombre ocupa en él. El tema subyacente, las interrelaciones de todas las cosas, proporciona un fundamento natural para el interés y la acción ecologistas. El hecho de que el hombre pueda interferir en y controlar la naturaleza le otorga también la responsabilidad de manejar sabiamente a la naturaleza. Sin embargo, los problemas de conservación no están enraizados en una falta de comprensión científica, resultan principalmente de problemas sociales y estructurales de la sociedad de hoy en día. La Fe Bahá'í proporciona perspectivas sociales que son igualmente importantes para el problema de la conservación de la naturaleza.


Una civilización en continuo progreso

La Fe Bahá'í declara: "Todos los hombres han sido creados para llevar adelante una civilización en continuo progreso"(21). Sin embargo, la forma que adopta el progreso es cuestionable. En esta era, en la que la tecnología ha unido físicamente a todas las gentes del mundo y en que se reconoce la unidad de la biosfera, deben tomarse medidas para conseguir la unidad social y política correspondiente.

Las injusticias, que mantienen los extremos de riqueza y pobreza y llevan a los pobres a destruir sus recursos, deben ser resueltas a través de "la aplicación combinada de tratamientos espirituales, morales y prácticos"(22). La educación universal permitiría a las masas de gente comprender y modificar su comportamiento. Al mismo tiempo, el excesivo consumo de los recursos por parte de los ricos debe ser controlado.

Bahá'u'lláh advertía hace cien años sobre los peligros del planeta debido a la excesiva civilización material. "La civilización, tan a menudo alabada por los doctos exponentes de las artes y las ciencias, traerá, si se le permite traspasar los límites de la moderación, desgracia al hombre... Si es llevada a exceso, la civilización se probará como una prolífica fuente de desgracias, del mismo modo que había sido fuente de virtud mientras fue mantenida dentro de los límites de la moderación... Se acerca el día en que su llama devorará las ciudades..."(23). En una referencia que bien podría aplicarse a la energía nuclear, pero escrita mucho antes de su descubrimientos, ßl escribió: "Cosas extrañas y sorprendentes existen en el mundo, pero están escondidas de las mentes y comprensión de los hombres. Estas cosas son capaces de cambiar toda la atmósfera de la tierra y su contaminación demostraría ser letal"(24). Los problemas actuales de la polución corroboran estos avisos. Obviamente la civilización del futuro debe buscar un equilibrio más moderado entre el desarrollo material y los requerimientos del mundo natural.

Los cambios necesarios requieren alteraciones fundamentales en la estructura de la sociedad humana. "La unidad de la raza humana", tal como fue contemplada por Bahá'u'lláh, "implica el establecimiento de una comunidad mundial en la que todas las naciones, razas, credos y clases estén íntima y permanentemente unidas, y en la que la autonomía de sus estados miembros y la libertad y la iniciativa personal de los individuos que los componen estén definitiva y completamente salvaguardados. Esta comunidad debe, hasta lo que podemos visualizar de ella, consistir en una legislatura mundial, cuyos miembros, como guardianes de toda la humanidad, controlarán la totalidad de los recursos de todas las naciones compenentes y decretarán las leyes que se requieran para regular la vida, satisfacer las necesidades y ajustar las relaciones de todas las razas y gentes. Los recursos económicos del mundo se organizarán, sus fuentes de materia prima serán explotadas y completamente utilizadas, sus mercados serán coordinados
y desarrollados, y la distribución de sus productos será regulada equitativamente..."

"Un sistema federal mundial que rija toda la tierra y que ejerza una autoridad incuestionable sobre sus recursos inimaginablemente vastos, mezclando e incorporando los ideales del Este y el Oeste, liberado de la maldición de la guerra y sus miserias, y resuelto a explotar todas las fuentes de energía disponibles en la superficie del planeta; un sistema en el que la fuerza se haga sierva de la justicia, cuya vida sea mantenida por su reconocimiento universal de un Dios y por su lealtad a una revelación común; tal es el fin hacia el que la humanidad, impulsada por las fuerzas unificantes de la vida, se está moviendo"(25).

Nótese que, un sistema tal, registraría los recursos de todas las naciones, explotaría y utilizaría completamente las fuentes de materias primas, regularía la distribución de productos y explotaría los recursos insospechados y no usados de todas las fuentes de energía disponibles en la superficie del planeta. Sólo un sistema tal sería capaz de utilizar eficazmente una estrategia conservacionista mundial.

Un desarrollo sostenible sería fundamental para dicha civilización. Al contrario de la casi exclusiva confianza en planes a corto plazo que prevalece hoy, la visión de Bahá'u'lláh incluye el establecimiento de los fundamentos que deben durar durante mil o miles de años. La economía de dicha sociedad tendría que trabajar sobre una base completamente sostenible, utilizando recursos renovables o reciclables y mediante una utilización altamente eficiente de los recursos naturales.


La actitud bahá'í hacia la naturaleza

Para los bahá'ís, mientras la naturaleza no es un fin en sí mismo para ser venerado y adorado(26), la creación refleja las cualidades y atributos de Dios. "...Cuando... contemples la más íntima esencia de todas las cosas y la individualidad de cada una, contemplarás los signos de la misericordia de tu Señor en cada cosa creada y verás los rayos de sus nombres y atributos extendiéndose a través de todo el dominio del ser. Entonces observarás que el universo es un pergamino que revela sus escondidos secretos, que están preservados en la bien guardada Tabla. Y ni un solo átomo de todos los átomos existentes, ni una criatura de entre todas las criaturas dejará de repetir sus alabanzas y contar sus atributos y nombres, revelar la gloria de su poder y guiar a su unidad y su misericordia...".

"Y cuando quiera que mires sobre la creación entera, y observes sus mismos átomos, notarás que los rayos del sol de la verdad arrojados sobre todas las cosas brillan dentro de ellas y hablan de los esplendores de la Estrella de Aquel Día, sus misterios, y la difusión de sus luces. Mira los árboles, las flores y frutos, incluso las piedras. Aquí también observarás los rayos del sol arrojados sobre ellos, claramente visibles en su interior y manifestados por ellos"(27).

La contemplación de la naturaleza, desde este punto de vista, tiene una significación espiritual para los bahá'ís. Ciertamente los entornos espiritual, social y físico del hombre están interrelacionados. "No podemos separar el corazón humano del ámbito exterior y debemos pensar que, una vez que uno de ellos recibe una reforma, los otros también serán mejorados. El hombre es orgánico con el mundo. Su vida interior moldea el entorno y él mismo es profundamente afectado por éste. El uno actúa sobre el otro y todo cambio permanente en la vida del hombre es el resultado de estas reacciones mutuas"(28).

La diversidad genética que subyace bajo la riqueza de las cosas vivientes es, de este modo, un reflejo de las cualidades de Dios. Los bahá'ís son animados a apreciar dicha diversidad tanto en el hombre como en el mundo natural. "Considérese el mundo de los seres creados, cuán variados y diversos son en especies y, sin embargo, poseen un solo origen. Todas las diferencias que aparecen son aquellas exteriores de forma y color".

"Esta diversidad de tipos es aparente en toda la naturaleza... Vamos a mirar... la belleza en la diversidad, la belleza de la armonía, y a aprender una lección de la creación vegetal. Si observaran un jardín en el que todas las plantas fueran iguales en cuanto a forma, color y perfume, no te parecería ni mucho menos bonito, sino más bien monótono y aburrido. El jardín que es agradable a la vista y que alegra el corazón, es el jardín en el que crecen juntas flores de todos los colores, formas y perfumes, y el gozoso contraste de color es lo que consigue el encanto y la belleza. Así es con los árboles. Un huerto lleno de árboles frutales es una delicia; también lo es una plantación de muchas especies de arbustos. Es la diversidad y variedad lo que constituye su encanto; cada flor, cada árbol, cada fruto, además de ser bello por sí mismo, resalta, por contraste, las cualidades de los otros y se muestra para favorecer la especial hermosura de cada uno y de todos"(29).

El respeto por el mundo natural y la moderación en el uso de sus recursos están también reflejados en la prohibición bahá'í de la crueldad hacia los animales y en las advertencias sobre la caza exagerada. "Brevemente, no son sólo sus hermanos los seres humanos a los que los amados de Dios deben tratar con misericordia y compasión; también deben mostrar sumo cariño a todas las criaturas vivientes... Los sentimientos son uno y el mismo dolor el que se inflige a hombre o a bestia".

"Educa a tus hijos desde sus más tempranos días para ser infinitamente tiernos y cariñosos con los animales. Si un animal está enfermo, deja a los niños que intenten cuidarlo; si está hambriento, déjales alimentarlo; si está sediento, déjales apagar su sed; si está fatigado, déjales que se ocupen de que descanse"(30).

'Abdu'l-Bahá dijo de su padre durante su encarcelamiento: "Bahá'u'lláh amaba la belleza y el verdor del campo. Un día ßl pronunció el siguiente comentario: 'No he contemplado el verdor durante nueve años. El campo es el mundo del alma, la ciudad el mundo de los cuerpos'"(31). Cuando Bahá'u'lláh obtuvo la libertad de abandonar la prisión, solía plantar su tienda entre los árboles en las laderas del Monte Carmelo.

En muchas religiones, incluyendo la Fe Bahá'í, los fundadores o líderes se han retirado a la naturaleza para ejercer la meditación y la contemplación, antes de enfrentarse a las cargas de su mensaje, o para la renovación espiritual. Bahá'u'lláh pasó dos años en las montañas, donde "los pájaros del aire eran mis compañeros y las bestias del campo mis asociados"(32), y Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe Bahá'í, encontró por sí mismo una curación parcial del peso de sus responsabilidades en lo alto de los Alpes Suizos(33).

Los bahá'ís, por tanto, se acercan a la naturaleza sabedores de la interrelación entre ellos y el mundo natural, con plena conciencia de la importancia de los recursos mundiales para la civilización que están construyendo y con el ejemplo de sus líderes mostrando los valores espirituales y estéticos de la naturaleza, el campo y la diversidad de la vida natural.


Estrategia para la conservación mundial

Los fines de la estrategia para la conservación mundial -mantener procesos ecológicos esenciales y sistemas de soporte de la vida, para preservar la diversidad energética, y asegurar la utilización sostenible de especies y ecosistemas como base para un desarrollo sostenible- están completamente de acuerdo con las enseñanzas de la Fe Bahá'í. Pero como ocurre con muchas empresas globales, en el fragmentado mundo actual, la estrategia sufre la carencia de instituciones a nivel mundial capaces de instrumentarla. La acción a nivel nacional nunca será más que una solución parcial a los problemas del mundo. El establecimiento de la comunidad mundial, anticipado en las escrituras bahá'ís, hará posible finalmente el manejo y la conservación de los recursos de la biosfera.

Mientras tanto, muchos bahá'ís han demostrado individualmente durante mucho tiempo su compromiso personal e incluso profesional con fines de conservación y protección ambiental; las comunidades bahá'ís son activas plantando árboles y en otras actividades de protección del medio ambiente, y la Comunidad Internacional Bahá'í participa en varias actividades para la protección del medio ambiente mundiales tales como los patrocinados por las agencias de las Naciones Unidas.

Ya que comunidades bahá'ís locales de todo el mundo se comprometen cada vez más con su propio desarrollo económico y social, los principios de desarrollo rural basados en la conservación esbozados en la estrategia para la conservación mundial serán altamente relevantes para sus esfuerzos. Una vez la gente local sea educada en la necesidad de un sabio manejo de sus recursos serán capaces, a través de consulta, de planear e instrumentalizar sus propias actividades de conservación.

Como ha indicado este trabajo, los bahá'ís entienden que el problema de la conservación de la naturaleza incluye dimensiones tanto espirituales como materiales. "Hay principios espirituales, o lo que algunos llaman valores humanos, por los que se pueden encontrar soluciones para cada problema social. Cualquier grupo bienintencionado puede en general idear soluciones prácticas a sus problemas, pero buenas intenciones y conocimientos prácticos no suelen ser suficientes. El mérito esencial del principio espiritual es que, no sólo presenta una perspectiva que armoniza con lo que es inherente a la naturaleza humana, sino que también induce a una actitud, una dinámica, una voluntad y una aspiración, que facilitan el descubrimiento e instrumentalización de medidas prácticas. Los líderes de los gobiernos y todos los que poseen autoridad, aprovecharían bien sus esfuerzos para resolver problemas, si primero buscaran la identificación de los principios implicados y fueran entonces guiados por ellos(34). Algunos de los principios espirituales que subyacen en la conservación de la naturaleza han sido esbozados anteriormente. La religión puede ser una poderosa fuerza motivadora para poner estos principios en acción.


APÉNDICE

LA DECLARACIóN BAHÁ'Í SOBRE LA NATURALEZA



Comunidad Internacional Bahá'í
Oficina de Información Pública


Introducción

En septiembre de 1986, el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wide Fund for Nature - WWF) inició su Red de la Conservación y la Religión, reuniendo a líderes religiosos representantes de budistas, cristianos, hindúes, judíos y musulmanes del movimiento para la conservación del medio ambiente en Asís, Italia.

Los representantes de cada una de las cinco religiones allí presentes emitieron una declaración sobre la naturaleza. En octubre de 1987, los bahá'ís fueron la sexta religión en importancia que se adherió a esta nueva alianza, exponiendo esta declaración en apoyo de los objetivos de la Red.


"La naturaleza en su esencia es la personificación de mi Nombre, el Hacedor, el Creador. Sus manifestaciones son diversificadas por causas variables, y en esta diversidad hay señales para los hombres de criterio. La naturaleza es obra de la voluntad de Dios y es su expresión en y a través del accidentado mundo. Es una revelación de la providencia ordenada por el Ordenador, el Sabio Supremo"*.

Con estas palabras, Bahá'u'lláh, Profeta-Fundador de la Fe Bahá'í, esboza la relación esencial entre el hombre y su entorno: que la grandeza y la diversidad del mundo natural son reflejos intencionados de la majestad y generosidad de Dios. Para los bahá'ís, se desprende la comprensión de que la naturaleza debe ser respetada y protegida, como una confianza divina de la que somos responsables.

Dicho tema, por supuesto, no es exclusivo de la Fe Bahá'í. Las principales religiones del mundo establecen esta conexión fundamental entre el Creador y su creación. ¿Cómo podría ser de otro modo? Las principales religiones independientes están basadas en las revelaciones de un Dios -un Dios que ha enviado sucesivamente a sus Mensajeros a la tierra para que la humanidad pudiera ser educada acerca de sus caminos y voluntad. Esta es la esencia de la creencia bahá'í.

Como la más reciente de las revelaciones de Dios, sin embargo, las enseñanzas bahá'ís tienen una relevancia especial en las circunstancias actuales, cuando la totalidad de la naturaleza está amenazada por los peligros creados por el hombre; peligros que van desde la destrucción en masa de los bosques hasta la pesadilla final de la aniquilación nuclear.

Hace un siglo, Bahá'u'lláh proclamó que la humanidad había entrado en una nueva era. Prometida por todos los Mensajeros religiosos del pasado, esta nueva época traerá finalmente paz e ilustración para la humanidad. Para alcanzar este punto, no obstante, la humanidad debe primero reconocer su unidad fundamental, así como la unidad entre Dios y la religión. Hasta que no haya un reconocimiento general de esta globalidad e interdependencia, los problemas de la humanidad sólo pueden empeorar.

"El bienestar del hombre, su paz y seguridad serán inalcanzables a menos que su unidad sea firmamente establecida", escribía Bahá'u'lláh. "La tierra es un sólo país y la humanidad sus ciudadanos".

Las principales cuestiones a las que se enfrenta hoy el movimiento del medio ambiente giran en torno a este punto. Los problemas de la contaminación del océano, la extinción de las especies, la lluvia ácida y la desforestación -por no mencionar el azote final de la guerra nuclear- no respetan fronteras. Todos requieren un tratamiento internacional.

Así como todas las tradiciones religiosas apuntan hacia el tipo de cooperación y armonía que serán en verdad necesarias para frenar estas amenazas; los escritos religiosos de la Fe Bahá'í también contienen una prescripción explícita para el tipo de orden político del nuevo mundo, prescripción que ofrece la única solución a largo plazo para dichos problemas.


"Aquello que el Señor ha ordenado como el remedio soberano y el más poderoso instrumento para la curación del mundo es la unión de todas sus gentes en una causa universal...", escribió Bahá'u'lláh.

Construido alrededor de la idea de una comunidad mundial de naciones, con un parlamento y ejecutiva internacionales para llevar a cabo su voluntad, este nuevo orden político debe también -de acuerdo con las enseñanzas bahá'ís- estar basado en principios de justicia económica, igualdad entre las razas, igualdad de derechos para hombres y mujeres y una educación universal.

Todos estos puntos cuadran con cualquier intento de proteger el medio ambiente del mundo. La cuestión de la justicia económica es un ejemplo. En muchas regiones del mundo, el ataque a los bosques y especies en vías de extinción surge cuando los pobres, buscando legítimamente una parte justa de la riqueza mundial, talan árboles para crear campos de cultivo. Ignoran que, a largo plazo y como miembros de una comunidad mundial de la que poco saben, pueden estar dañando irreparablemente, más que mejorando, las oportunidades de sus hijos de obtener una vida mejor. Cualquier intento para proteger la naturaleza debe, por tanto, encaminarse también a superar las desigualdades entre los ricos y los pobres del mundo.

De igual forma, el levantamiento de las mujeres hasta la igualdad total con los hombres puede ayudar a la causa de la protección del medio ambiente trayendo un nuevo espíritu de valores femeninos a la toma de decisiones sobre el uso de los recursos naturales. Las escrituras de la Fe Bahá'í observan que: "...El hombre ha dominado sobre la mujer debido a las cualidades más fuertes y agresivas, tanto de su cuerpo como de su alma. Pero la balanza está ya cambiando; la fuerza está perdiendo su dominio, y la viveza mental, la intuición y las cualidades espirituales de amor y servicio, en las que las mujeres son fuertes, están ganando poder.
Por lo tanto, la nueva era será una era menos masculina y más impregnada de ideales femeninos...".

La educación, especialmente una educación que enfatice los principios bahá'ís de la interdependencia humana, es otro prerrequisito para la construcción de una conciencia global de conservación. La teología de la unidad e interdependencia de la Fe tienen relación específica con temas referentes al medio ambiente. Otra vez, citando los escritos sagrados bahá'ís:

"Por naturaleza se entienden aquellas propiedades inherentes y relaciones necesarias derivadas de las realidades de las cosas. Y estas realidades de las cosas, aunque de una extrema diversidad, están íntimamente conectadas una con la otra... Aseméjese el mundo de la existencia con el templo del hombre. Todos los órganos del cuerpo humano se asisten mutuamente y por ello la vida continúa... Del mismo modo, entre las partes de la existencia hay una conexión maravillosa y un intercambio de fuerzas que es la causa de la vida del mundo y la continuación de estos innumerables fenómenos".

El mismo hecho de que tales principios deberían venir de la autoridad de la religión, y no únicamente de fuentes humanas, es aún otra pieza de la solución general a los problemas de nuestro entorno. El impulso posterior a las declaraciones sobre la naturaleza de Asís es un testimonio de esta idea.

Quizás no quede un impulso más poderoso para el cambio social que la religión. Bahá'u'lláh dijo: "La religión es el más grande de todos los medios para el establecimiento del orden en el mundo y para el pacífico bienestar de todos los que moran en él". En el intento de construir una nueva ética ecológica, las enseñanzas de las tradiciones religiosas pueden desempeñar un papel ayudando a inspirar a sus seguidores.


Bahá'u'lláh, por ejemplo, encara claramente la necesidad de proteger a los animales. "No mires a las criaturas de Dios, sino con el ojo de la amabilidad y la misericordia, ya que nuestra amante providencia ha penetrado todas las cosas creadas y nuestra gracia circundó la tierra y los cielos".

ßl mismo expresó un vivo amor y apreciación de la naturaleza, extendiendo la conexión entre el medio ambiente y el mundo espiritual en la teología bahá'í. "El campo es el mundo del alma, la ciudad el mundo de los cuerpos", dijo Bahá'u'lláh.

Esta dicotomía entre espiritualidad y materialismo es clave para la comprensión de los problemas de la humanidad hoy. Desde el punto de vista bahá'í, las principales amenazas al entorno de nuestro mundo, tales como la amenaza de la aniquilación nuclear, son manifestaciones de un mundo circundado por la enfermedad del espíritu humano, una enfermedad que está marcada por un exagerado énfasis en las cosas materiales y un egocentrismo que inhibe nuestra capacidad para trabajar juntos como una comunidad global. La Fe Bahá'í busca sobre todo revitalizar el espíritu humano y derribar las barreras que limitan una cooperación fructífera y armoniosa entre los hombres y las mujeres, cualquiera que sea su nacionalidad, raza o religión.

Para los bahá'ís la meta de la existencia es llevar adelante una civilización en continuo progreso. Tal civilización sólo puede ser construida en una tierra que pueda sostenerse a sí misma. El compromiso bahá'í para con el entorno es fundamental para nuestra Fe.






Referencias

1.- Casa Universal de Justicia, La Promesa de la Paz Mundial.
2.- 'Abdu'l-Bahá, Respuestas a algunas preguntas, Cap. XLVII, EBILA, Argentina.
3.- Bahá'u'lláh, Tablas de Bahá'u'lláh, EBILA, Argentina.
4.- 'Abdu'l-Bahá, Respuestas a algunas preguntas, Cap. XLVII.
5.- Ibíd.
6.- Ibíd.
7.- Bahá'u'lláh, Tablas de Bahá'u'lláh.
8.- 'Abdu'l-Bahá, Respuestas a algunas preguntas, Cap. I.
9.- 'Abdu'l-Bahá, "Tablet to Dr. Forel", en The Bahá'í Revelation, Bahá'í Publishing Trust, EEUU.
10.- 'Abdu'l-Bahá, Bahá'í World Faith, Bahá'í Publishint Trust, EEUU.
11.- 'Abdu'l-Bahá, Respuestas a algunas preguntas, Cap. XLIX.
12.- Ibíd., Cap. LI.
13.- Ibíd.
14.- Ibíd., Cap. XLVI.
15.- 'Abdu'l-Bahá, Huququ'lláh y los Fondos Bahá'ís, Editorial Bahá'í, España.
16.- 'Abdu'l-Bahá, Selección de los Escritos de 'Abdu'l-Bahá, EBILA, Argentina.
17.- 'Abdu'l-Bahá, Fundamentos de Unidad Mundial, Editorial Bahá'í de España.
18.- 'Abdu'l-Bahá, Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, EBILA, Argentina.
19.- 'Abdu'l-Bahá, Fundamentos de Unidad Mundial.
20.- 'Abdu'l-Bahá, Selección de los Escritos de 'Abdu'l-Bahá.
21.- Bahá'u'lláh, Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, EBILA, Argentina.
22.- Casa Universal de Justicia, La Promesa de la Paz Mundial.
23.- Bahá'u'lláh, Bahá'í World Faith.
24.- Bahá'u'lláh, Tablas de Bahá'u'lláh.
25.- Shoghi Effendi, The World Order of Bahá'u'lláh, Bahá'í Publishing Trust, EEUU.
26.- 'Abdu'l-Bahá, Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá.
27.- 'Abdu'l-Bahá, Selección de los Escritos de 'Abdu'l-Bahá.
28.- Carta escrita en nombre de Shoghi Effendi, 17 de febrero de 1933, Compilation on Social and Economic Development.
29.- 'Abdu'l-Bahá, Selección de los Escritos de 'Abdu'l-Bahá.
30.- 'Abdu'l-Bahá, Selección de los Escritos de 'Abdu'l-Bahá.
31.- J.E. Esslemont, Bahá'u'lláh y la Nueva Era, Editorial Bahá'í, España.
32.- Bahá'u'lláh, Dios Pasa, Shoghi Effendi, EBILA, Argentina.
33.- Ruhiyyih Rabbani, La Perla Inapreciable, EBILA, Argentina.
34.- Casa Universal de Justicia, La Promesa de la Paz Mundial.

* Escritos Bahá'ís.











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