Read: La Paz seleccion de los escritos








PAZ

Selección de los Escritos Bahá'ís





por

El Departamento de Investigación de la Casa Universal de Justicia





Título original en inglés:
Compilation on Peace



ÍNDICE


Selección de los Escritos de Bahá'u'lláh

Selección de los Escritos de 'Abdu'l-Bahá

Selección de las charlas de 'Abdu'l-Bahá

Selección de los Escritos de Shoghi Effendi

Selección de Cartas Escritas de parte de Shoghi Effendi

Selección de Cartas de la Casa Universal de Justicia

Selección de Cartas Escritas de parte de la Casa Universal de Justicia

Bibliografía

Notas




SELECCIÓN DE LOS ESCRITOS DE BAHÁ'U'LLÁH


Éste es el día en que los más excelentes favores de Dios han sido derramados sobre los hombres, Día en que su poderosísima gracia ha sido infundida en todas las cosas creadas. Incumbe a todos los pueblos del mundo reconciliar sus diferencias y, con perfecta unidad y paz, morar bajo la sombra del Árbol de su cuidado y amorosa bondad. Les incumbe aferrarse a todo aquello que, en este Día, conduzca a la exaltación de su posición y la promoción de sus mejores intereses.1

Dios, al enviar sus Profetas a los hombres, tiene dos propósitos. El primero es liberar a los hijos de los hombres de la oscuridad de la ignorancia y guiarlos a la luz del verdadero entendimiento. El segundo es asegurar la paz y tranquilidad del género humano y proveer todos los medios por los cuales puedan éstas ser establecidas.2

¡Oh vosotros que moráis en la tierra! El rasgo distintivo que marca el carácter preeminente de esta Suprema Revelación consiste en que hemos sentado los requisitos esenciales de la conducta, entendimiento y de completa y permanente unidad. Venturosos quienes guardan mis mandamientos.3

El Gran Ser, deseando revelar los requisitos previos para la paz y tranquilidad del mundo y el adelanto de sus pueblos, ha escrito: Debe llegar el tiempo en que la imperativa necesidad de tener una concentración amplia y abierta a todos los hombres será universalmente comprendida. Los gobernantes y reyes de la tierra deben necesariamente concurrir a ella y, participando en sus deliberaciones, deben considerar los procedimientos y medios que establezcan entre los hombres los fundamentos de la Gran Paz mundial. Tal paz exige que las Grandes Potencias decidan, para la tranquilidad de los pueblos de la tierra, estar completamente reconciliadas entre sí. Si algún rey tomare sus armas contra otro, todos deberán levantarse unidos e impedírselo; si esto se hace, las naciones del mundo ya no necesitarán armamento, salvo con el fin de preservar la seguridad de sus reinos y mantener el orden interno dentro de sus territorios. Esto asegurará la paz y la calma de todos los pueblos, Gobiernos y naciones. Esperamos que los reyes y gobernantes de la tierra, los espejos del dadivoso y omnipotente nombre de Dios, puedan alcanzar esta posición y escudar a la humanidad de la embestida de la tiranía... Se aproxima el día en que todos los pueblos de la tierra habrán adoptado un idioma universal y una escritura común. Cuando se haya logrado esto, a cualquier ciudad que uno viaje será como llegar a la tierra nativa. Estas cosas son obligatorias y absolutamente esenciales. Incumbe a todo hombre dotado de discernimiento y comprensión esforzarse por llevar lo que ha sido escrito a la realidad y acción... Es de hecho un hombre quien hoy se dedica al servicio de toda la raza humana. El Gran Ser dice nuevamente: Bienaventurado y feliz es aquel que se levanta para promover los mejores intereses de los pueblos y razas de la tierra. En otro pasaje Él ha proclamado: No debe enaltecerse quien ama a su patria, sino quien ama al mundo entero. La tierra es un solo país y la humanidad sus ciudadanos.4

¡Oh gobernantes de la tierra! ¿Por qué habéis ofuscado el resplandor del Sol y hecho que deje de brillar? Escuchad el consejo que os da la Pluma del Altísimo, que quizá tanto vosotros como los pobres podáis lograr tranquilidad y paz. Imploramos a Dios que ayude a los reyes de la tierra a establecer la paz en el mundo. Él verdaderamente hace lo que es su Voluntad.
¡Oh reyes de la tierra! Vemos que aumentáis vuestros gastos cada año, y colocáis su carga sobre vuestros súbditos. Esto, verdaderamente, es total y gravemente injusto. Temed los suspiros y lágrimas de este Agraviado, y no coloquéis cargas excesivas sobre vuestros pueblos. No les saqueéis para levantar palacios para vosotros mismos; no, más bien escoged para ellos aquello que escogéis para vosotros mismos. Así desplegamos ante vuestros ojos lo que os beneficia, si sólo percibierais. Vuestros pueblos son vuestro tesoro. Tened cuidado, no sea que vuestro imperio viole los mandamientos de Dios y entreguéis a los que están bajo vuestra tutela en manos del saqueador. Por ellos gobernáis, por medio de ellos subsistís, con su ayuda conquistáis. Sin embargo, ¡con cuánto desdén los miráis! ¡Cuán extraño es, cuán sumamente extraño!
Ahora que habéis rechazado la Más Grande Paz, aferraos a esta la Paz Menor, para que quizás podáis mejorar en cierto grado vuestra propia condición y la de quienes dependen de vosotros.
¡Oh gobernantes de la tierra! Reconciliaos entre vosotros, para que no necesitéis más de armamentos salvo en la medida en que lo exija la protección de vuestros territorios y dominios. Cuidado, no sea que desestiméis el consejo del Omnisciente, el Fiel.
Manteneos unidos, oh reyes de la tierra, pues con ello la tempestad de la discordia será acallada entre vosotros y vuestros pueblos encontrarán descanso, si sois de aquellos que comprenden. Si uno de entre vosotros tomare armas contra otro, levantaos todos contra él, pues esto no es sino justicia manifiesta.5

El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad son inalcanzables a menos que su unidad sea firmemente establecida. Esta unidad no podrá jamás lograrse mientras se permita que los consejos que ha revelado la Pluma del Altísimo pasen desatendidos.6

Imploramos a Dios -exaltada sea su gloria- y abrigamos la esperanza de que Él asista benignamente a las manifestaciones de afluencia y poder y a las auroras de soberanía y gloria, los reyes de la tierra -que Dios les ayude con su gracia fortalecedora-, a establecer la Paz Menor. En verdad, éste es el mayor medio de asegurar la tranquilidad de las naciones. Incumbe a los soberanos del mundo -que Dios les asista- que unánimemente se aferren a esta Paz, pues es el principal instrumento para la protección de toda la humanidad. Es nuestra esperanza que se levantarán para lograr lo que conduzca al bienestar del hombre. Es su deber convocar una asamblea universal a la cual asistan ellos mismos o sus ministros, y poner en vigor todas las medidas necesarias para establecer la unidad y concordia entre los hombres. Ellos deben abandonar las armas y los equipos bélicos, porque no serán necesarios más allá de los requerimientos para garantizar la seguridad interna de sus respectivos países. Si ellos logran esta excelentísima bendición, el pueblo de cada nación se dedicará con tranquilidad y satisfacción a sus propias ocupaciones, y los quejidos y lamentos de la mayoría de los hombres serán silenciados. Pedimos a Dios que les ayude a hacer su voluntad y placer. Verdaderamente, Él es el Señor del trono en lo alto y abajo en la tierra, y el Señor de este mundo y del venidero. Sería preferible y más adecuado que los honorables reyes asistiesen personalmente a tal asamblea y proclamasen sus edictos. En verdad, cualquier rey que se levante y lleve a cabo esta tarea se convertirá, ante los ojos de Dios, en el adalid de todos los reyes. ¡Feliz es él y grande su bienaventuranza!7

La sexta Buena Nueva es el establecimiento de la Paz Menor, cuyos detalles han sido anteriormente revelados por nuestra Exaltadísima Pluma. Grande es la bendición de aquel que la sostenga y observe todo cuanto ha sido ordenado por Dios, el Omnisciente, el Omnisapiente.8

Es deseable la moderación en todos los asuntos. Si una cosa es llevada al exceso, será fuente de perjuicio. Considerad cómo la civilización de Occidente ha agitado y alarmado a los pueblos del mundo. Una máquina infernal ha sido inventada y ha resultado ser un arma de destrucción como nadie ha visto ni oído cosa igual. La depuración de tan profundamente arraigadas y abrumadoras corrupciones no puede llevarse a cabo, a menos que los pueblos del mundo se unan en la consecución de una meta común y abracen una fe universal. Inclinad vuestros oídos al Llamamiento de este Agraviado y adheríos firmemente a la Paz Menor.9

Primero: es de incumbencia de los ministros de la Casa de Justicia la promoción de la Paz Menor, para que el pueblo de la tierra pueda ser liberado de la carga de gastos exorbitantes. Este asunto es imperativo y absolutamente esencial, por cuanto las hostilidades y el conflicto son causa de aflicción y calamidad.10

En la abundancia de nuestro favor y amorosa bondad, hemos revelado, especialmente para los gobernantes y ministros del mundo, aquello que conduce a la seguridad y protección, a la tranquilidad y paz; quizá los hijos de los hombres puedan ser resguardados de los males de la opresión. Él, verdaderamente, es el Protector, el Auxiliador, el Otorgador de victoria. Es de la incumbencia de los hombres de la Casa de Justicia de Dios fijar su mirada día y noche sobre aquello que ha emanado de la Pluma de Gloria para la instrucción de los pueblos, la edificación de las naciones, la protección del hombre y la salvaguarda de su honor.11

Aquellos que poseen riqueza y están investidos con autoridad y poder deben mostrar el más profundo respeto por la religión. En verdad, la religión es una luz radiante y una fortaleza inexpugnable para la protección y el bienestar de los pueblos del mundo, porque el temor de Dios impulsa al hombre a sujetarse a lo que es bueno y a evitar todo mal. Si se oscureciera la lámpara de la religión, sobrevendría el caos y la confusión, y las luces de la imparcialidad y la justicia, de la tranquilidad y la paz cesarían de brillar. De ello será testigo todo hombre de verdadero entendimiento.12

Hemos ordenado a toda la humanidad establecer la Paz Menor, el más seguro de todos los medios para la protección de la humanidad. Los soberanos del mundo, de común acuerdo, deberían aferrarse a ella, pues éste es el supremo instrumento que puede garantizar la seguridad y bienestar de todos los pueblos y naciones. Verdaderamente, ellos son las manifestaciones del poder de Dios y las auroras de su autoridad. Imploramos al Todopoderoso que muníficamente les asista en aquello que conduzca al bienestar de sus súbditos. Una explicación completa referente a este tema ha sido anteriormente escrita por la Pluma de Gloria; bienaventurados los que actúan conforme a ella.13

El propósito de la religión, como ha sido revelado desde el cielo de la Santa Voluntad de Dios, es el de establecer la unidad y concordia entre los pueblos del mundo; no hagáis de ella causa de lucha y discordia. La religión de Dios y su divina ley son los más potentes instrumentos, y el más seguro de todos los medios, para el amanecer de la luz de la unidad entre los hombres. El progreso del mundo, el desarrollo de las naciones, la tranquilidad de los pueblos y la paz de todos los que moran en la tierra se hallan entre los principios y ordenanzas de Dios. La religión otorga al hombre el más preciado de los dones, ofrece la copa de la prosperidad, imparte vida eterna y derrama beneficios imperecederos a la humanidad. Corresponde a los jefes y gobernantes del mundo, y en particular a los Fideicomisarios de la Casa de Justicia de Dios, esforzarse al máximo de su poder para salvaguardar su posición, promover sus intereses y exaltar su Estado ante los ojos del mundo. De igual modo, es de su incumbencia informarse de las condiciones de los súbditos y familiarizarlos con los asuntos y actividades de las diversas comunidades en sus dominios. Exhortamos a las manifestaciones del poder de Dios -los soberanos y gobernantes de la tierra- a levantarse y hacer todo lo que esté en su poder para que quizá puedan erradicar la discordia en este mundo e iluminarlo con la luz de la concordia.14

Nuestra esperanza es que los jefes religiosos del mundo y sus gobernantes se levanten unidos para reformar esta edad y rehabilitar su destino. Que tomen consejo juntos después de haber meditado sobre sus necesidades y, a través de deliberación ferviente y plena, administren, a un mundo enfermo y penosamente afligido, el remedio que requiere.
El Gran Ser dice: El cielo de la sabiduría divina está iluminado con las dos luminarias de la consulta y la compasión. En todos los asuntos tomad consejo juntos, por cuanto la consulta es la lámpara de guía que alumbra el camino y es la que confiere entendimiento.15

Tomad consejo juntos y ocupaos sólo de lo que beneficie a la humanidad y mejore su condición... Considerad al mundo como al cuerpo humano que, aunque creado sano y perfecto, ha sufrido, por diversas causas, graves trastornos y enfermedades. Ni un solo día logró alivio; más aún, su dolencia se hizo más severa, puesto que cayó en manos de médicos ignorantes que dieron rienda suelta a sus deseos personales y erraron gravemente. Y si alguna vez, por el cuidado de un médico hábil, un miembro de aquel cuerpo sanaba, el resto quedaba enfermo como antes. Así lo informaba el Omnisciente, el Sapientísimo... Lo que el Señor ha ordenado como el supremo remedio y el más poderoso instrumento para la curación del mundo entero es la unión de todos sus pueblos en una Causa universal, en una Fe común. Esto no puede lograrse sino por el poder de un Médico inspirado, hábil y todopoderoso. Esto, ciertamente, es la verdad y todo lo demás no es sino error...
Considerad estos días en que la Antigua Belleza, Aquel que es el Nombre Más Grande, ha sido enviado a regenerar y unificar a la humanidad. Contemplad cómo, desenvainadas sus espadas, ellos se alzaron contra Él y cometieron aquello que hizo estremecer al Espíritu Fiel. Y cuando les dijimos: "He aquí, el Reformador del Mundo ha venido", ellos respondieron: "Él ciertamente es uno de los promotores del desorden".16
¡Alabado sea Dios por haber llegado hasta Mí!... Has venido a ver a un prisionero y un desterrado... Nosotros sólo deseamos el bien del mundo y la felicidad de las naciones; sin embargo, nos consideran causantes de sedición y de rivalidades, merecedoras de la prisión y del destierro... Que todas las naciones tengan una fe común y todos los hombres sean hermanos; que se fortalezcan los lazos de afecto y unidad entre los hijos de los hombres; que desaparezca la diversidad de religiones y se anulen las diferencias de raza. ¿Qué mal hay en esto?... Pero esto se cumplirá, esas luchas sin objeto, esas guerras desastrosas desaparecerán y la "Paz Más Grande" reinará... Ustedes, en Europa, ¿no necesitan también de esto? ¿No fue esto mismo lo que anunció Cristo?... Sin embargo, vemos a vuestros reyes y gobernantes disipando sus tesoros más en medios de destrucción de la raza humana que en aquello que proporcionaría felicidad a la humanidad... Estas luchas, este derramamiento de sangre y esta discordia cesarán y todos los hombres serán como miembros de una sola familia... Que ningún hombre se gloríe de que ama a su patria; que más bien se gloríe de que ama a sus semejantes..."17 (a)




SELECCIÓN DE LOS ESCRITOS DE 'ABDU'L-BAHÁ


Has de saber que todos los poderes combinados de la tierra no tienen el poder de establecer la paz universal, ni de oponerse al dominio superior de estas guerras sin fin, en todo tiempo y época. Sin embargo, dentro de poco, el poder del cielo, el dominio del Espíritu Santo, enarbolará las banderas del amor y la paz sobre las altas cumbres, y allí, por encima de los castillos de majestad y potencia, ondearán esas banderas con los fuertes vientos que soplan desde la tierna misericordia de Dios.18

Ten la seguridad de que en esta era del espíritu el Reino de la Paz levantará su tabernáculo sobre las cumbres del mundo y los mandamientos del Príncipe de la Paz dominarán de tal manera las arterias y los nervios de todos los pueblos como para atraer bajo su protección a todas las naciones de la tierra. El verdadero Pastor dará de beber a sus ovejas de las fuentes de la verdad, de la unidad y del amor.
Oh sierva de Dios, la paz se tiene que establecer primero entre los individuos, hasta que conduzca finalmente a la paz entre las naciones. Por ello, oh bahá'ís, esforzaos con todo vuestro empeño para crear, mediante el poder de la Palabra de Dios, auténtico amor, comunión espiritual y lazos duraderos entre los individuos. Ésta es vuestra tarea.19

Mientras duren estos prejuicios (religiosos, raciales, nacionales, políticos), habrá guerras continuas y espantosas.
Para remediar esta condición debe haber paz universal. Para conseguir esto se tiene que establecer un Tribunal Supremo, representativo de todos los Gobiernos y pueblos; a él se le deben referir los asuntos nacionales e internacionales, y todos deben cumplir los decretos de este Tribunal. Si algún Gobierno o pueblo desobedeciera, que todo el mundo se levante contra ese Gobierno o pueblo.20

Actualmente la paz universal es un asunto de gran importancia, pero la unidad de conciencia es esencial para que la base de este asunto esté segura, su establecimiento sea firme y su edificio sea fuerte.
Por ello Bahá'u'lláh, hace cincuenta años, expuso este tema de la paz universal en una época en la que estaba confinado en la fortaleza de 'Akká, agraviado y encarcelado...
Entre sus enseñanzas estaba la declaración de la paz universal... las enseñanzas de Bahá'u'lláh no se limitaban al establecimiento de la paz universal. Abarcaban muchas enseñanzas que complementaban y apoyaban la de la paz universal...
En conclusión, tales enseñanzas son numerosas. Estos múltiples principios, que constituyen la mayor base de la felicidad de la humanidad y son los dones del Misericordioso, deben añadirse a la cuestión de la paz universal y combinarse con él para que produzcan resultados. De lo contrario la realización de la paz universal por sí sola en el mundo de la humanidad es difícil. Como las enseñanzas de Bahá'u'lláh están combinadas con la paz universal, son como una mesa provista de todo tipo de comida fresca y deliciosa. Cada alma puede encontrar lo que desea en esa mesa de dones infinitos. Si se limita el tema solamente a la paz universal, no se alcanzarán los resultados extraordinarios que se esperan. El alcance de dicha paz universal debe ser tal que todas las comunidades y religiones encuentre realizados en ella sus más elevados deseos. Las enseñanzas de Bahá'u'lláh son tales que todas las comunidades del mundo, sean religiosas, políticas o éticas, antiguas o modernas, encuentran en ellas sus más elevados deseos...
Por ejemplo, el tema de la paz universal, sobre el cual dice Bahá'u'lláh que se tiene que establecer el Tribunal Supremo: Aunque se ha creado la Liga de las Naciones, es incapaz de establecer la paz universal. Pero el Tribunal Supremo que Bahá'u'lláh ha descrito cumplirá esta sagrada tarea con la mayor fuerza y poder. Y su plan es éste: que las asambleas nacionales de cada país y nación (es decir, los Parlamentos) deben elegir dos o tres personas que sean las más selectas de esa nación y estén bien informadas de las leyes internacionales y las relaciones entre los Gobiernos y sean conscientes de las necesidades esenciales del mundo de la humanidad en este día. El número de estos representantes debe ser proporcional al número de habitantes de este país. La elección de esas almas escogidas por la asamblea nacional, es decir, el Parlamento, debe ser confirmada por la cámara alta, el congreso y el gabinete, y también por el presidente o monarca, de modo que estas personas sean las elegidas de toda la nación y el Gobierno. El Tribunal Supremo estará compuesto por estas personas, y toda la humanidad estará representada en ella, pues cada uno de esos delegados es plenamente representativo de su nación. Cuando el Tribunal Supremo pronuncie su fallo sobre cualquier tema internacional, ya sea por unanimidad o por mayoría, ya no habrá pretexto alguno para el demandante ni base de objeción para el defensor. En caso de que alguno de los Gobiernos y naciones sea negligente o ande con dilatorias en la ejecución de la decisión irrefutablemente del Tribunal Supremo, las demás naciones se levantarán contra él, porque los defensores de este Tribunal Supremo son todos los Gobiernos y naciones del mundo. ¡Considerad lo firme que es esta base! Pero mediante una Liga limitada y restringida no se cumplirá el propósito como debiera. Ésta es la verdad de la situación que ha sido enunciada...21

La verdadera civilización desplegará su bandera en el mismísimo corazón del mundo cuando cierto número de sus distinguidos soberanos de mentalidad elevada (los brillantes ejemplos de la devoción y la determinación) se levanten para establecer la Causa de la Paz Universal con firme resolución y clara visión. Deben hacer de la Causa de la Paz el objeto de consulta general y buscar, por todos los medios a su alcance, establecer una Unión de las naciones del mundo. Deben concertar un tratado de obligado cumplimiento y establecer un convenio cuyas provisiones sean sólidas, inviolables y definitivas. Deben proclamarlo a todo el mundo y obtener para él la sanción de toda la raza humana. Esta suprema y noble empresa (la verdadera fuente de paz y bienestar de todo el mundo) se ha de considerar como sagrada por todos los moradores de la tierra. Todas las fuerzas de la humanidad deben ser movilizadas para asegurar la estabilidad y permanencia de este Convenio. En este Pacto Supremo universal se deben fijar claramente los límites y fronteras de cada una de las naciones, establecer definitivamente los principios subyacentes en las relaciones entre los Gobiernos y determinar todos los acuerdos y obligaciones internacionales. De la misma manera, se debe limitar estrictamente la cantidad de armamentos de cada Gobierno, pues si se permitiera incrementar los preparativos para la guerra y las fuerzas militares de cualquier nación, se provocaría la desconfianza de las otras. El principio fundamental subyacente en este Pacto solemne se debe fijar de tal manera que si algún Gobierno más adelante violara alguna de sus disposiciones, todos los Gobiernos de la tierra deberán levantarse para reducirlo a completa sumisión; incluso la raza humana entera debería tomar resolución de destruir ese Gobierno con todos los poderes a su alcance. Si se aplica este el mayor de los remedios al cuerpo enfermo del mundo, con seguridad se recobrará de sus enfermedades y permanecerá eternamente a salvo y seguro.
Observad que si se alcanza tan feliz situación, ningún Gobierno necesita acumular continuamente armas de guerra, ni sentirse obligado a producir armas militares cada vez más actuales con las que conquistar a la raza humana. Se requerirá solamente una pequeña fuerza para propósitos de seguridad interna, la corrección de elementos criminales y alborotadores y la prevención de los disturbios locales, nada más. De esta manera, en primer lugar, toda la población se aliviará de la agobiante carga del gasto que actualmente se impone para propósitos militares, y, en segundo lugar, grandes cantidades de personas dejarían de dedicar su tiempo a inventar continuamente nuevas armas de destrucción (esos testimonios de codicia sanguinaria, tan inconsistentes con el don de la vida) y en su lugar dirigirían sus esfuerzos hacia la producción de todo lo que fomentara la existencia humana, la paz y el bienestar, y se convertirían en la causa de la prosperidad y el desarrollo universal. Entonces todas las naciones de la tierra reinarán con honor y todo pueblo se mecerá en tranquilidad y satisfacción.
Algunos, inconscientes del poder latente en el esfuerzo humano, consideran este asunto casi impracticable, incluso por encima del alcance de los mayores esfuerzos del hombre. Sin embargo, éste no es el caso. Por el contrario, gracias a la indefectible gracia de Dios, la amorosa bondad de sus favorecidos, los esfuerzos incomparables de almas sabias y capaces y los pensamientos e ideas de líderes sin par de esta edad, nada en absoluto se puede considerar inalcanzable. Se requiere esfuerzo, esfuerzo sin pausas. Nada que no sea una determinación indomable puede lograrlo jamás. Muchas causas que edades pasadas han considerado puramente visionarias, se han convertido en fáciles y practicables en este día. ¿Por qué esta Causa, la más grande y exaltada (la estrella del firmamento de la verdadera civilización y la causa de la gloria, el avance, el bienestar y el éxito de toda la humanidad) se ha de considerar imposible de alcanzar? Sin duda llegará el día en que su bella luz iluminará a la asamblea de los hombres.
A medida que los preparativos sigan por su curso actual, los aparatos de conflicto alcanzarán un punto en que la guerra se convertirá en algo intolerable para la humanidad.
Por lo que se ha dicho, está claro que la gloria y grandeza del hombre no consiste en el hecho de que esté ansioso de sangre ni tenga las uñas afiladas, no consiste en derrumbar ciudades y extender la destrucción, en liquidar fuerzas armadas y civiles. Lo que sería un brillante futuro para él sería su reputación de justicia, su amabilidad hacia la población entera, sea de alta o baja condición, su dedicación a construir países y ciudades, pueblos y distritos, a hacer la vida más fácil, pacífica y feliz para sus congéneres, a establecer los principios fundamentales para el progreso, a elevar los niveles y aumentar la riqueza de toda la población...
Ningún poder en la tierra puede imponerse a los ejércitos de la justicia y toda ciudadela debe sucumbir ante ellos; pues los hombres se someten gustosamente a los golpes triunfales de esta espada decisiva, y los lugares desolados florecen bajo la marcha de este ejército. Hay dos potentes estandartes que, al proyectar su sombra sobre la corona de cualquier rey, harán que la influencia de su gobierno se extienda rápida y fácilmente por toda la tierra, igual que si fuera la luz del sol: el primero de estos dos estandartes es la sabiduría; el segundo es la justicia. Contra estas dos potentísimas fuerzas no pueden prevalecer ni siquiera las colinas de hierro, y la muralla de Alejandro se rompería ante ellos. Está claro que la vida en este mundo que se desvanece rápidamente es tan efímera e inconstante como el viento de la mañana, y siendo esto así, qué afortunados son los grandes que dejan tras de sí un buen nombre y la memoria de una vida dedicada al camino del beneplácito de Dios...
Una conquista puede ser algo digno de alabanza, y hay ocasiones en que la guerra resulta ser la base poderosa de la paz y la ruina el mismísimo medio de la construcción. Por ejemplo, si un soberano de mentalidad elevada ordena a sus ejércitos bloquear el ataque del insurgente y el agresor, o también si sale a la palestra y se distingue en una lucha para unificar un Estado o pueblo dividido, en pocas palabras, si libra una batalla por un propósito recto, entonces esta aparente ira es la misericordia misma y esta aparente tiranía es la mismísima esencia de la justicia y esta guerra la piedra angular de la paz. Hoy día, la tarea digna de los grandes dirigentes es la de establecer la paz universal, pues en ello se encuentra la libertad de todos los pueblos.22

En siglos pasados, aunque se había establecido la armonía, sin embargo, debido a la falta de medios, no podría haberse logrado la unidad de toda la humanidad. Los continentes permanecían ampliamente separados y, es más, entre los pueblos de un mismo continente era poco menos que imposible la asociación y el intercambio de ideas. Por consiguiente, las relaciones, el entendimiento y la unidad entre las naciones, pueblos y tribus de la tierra eran inalcanzables. En este día, sin embargo, los medios de comunicación se han multiplicado y los cinco continentes de la tierra se han convertido prácticamente en uno... De igual manera, todos los miembros de la familia humana, ya sean pueblos o Gobiernos, ciudades o aldeas, han llegado a ser cada vez más dependientes unos de otros. Ninguno puede ya bastarse por sí mismo, por cuanto los lazos políticos unen a todas las naciones y pueblos y cada día se fortalecen más los vínculos del comercio y la industria, de la agricultura y la educación. Por tanto, la unidad de toda la humanidad puede lograrse en este día. En verdad, ésta no es más que una de las maravillas de esta maravillosa época, este glorioso siglo. De esto han sido privadas las épocas pasadas, pues este siglo -el siglo de la luz- ha sido dotado de gloria, poder e iluminación únicos y sin precedentes. De ahí el milagroso desarrollo de una nueva maravilla cada día. Con el tiempo se verá cuán luminosas brillarán sus luces en el conjunto de los hombres.
Contemplad cómo amanece su luz en el oscuro horizonte del mundo. La primera luz es la unidad en el dominio político, cuyos destellos iniciales pueden ya percibirse. La segunda luz es la unidad de pensamiento en las tareas mundiales, cuya consumación será presenciada pronto. La tercera luz es la unidad en libertad, la cual sin duda ha de venir. La cuarta luz es la unidad de religión, la cual es la piedra angular de la base misma y, mediante el poder de Dios, será revelada en todo su esplendor. La quinta luz es la unidad de las naciones, unidad que será seguramente establecida en este siglo, haciendo que todos los pueblos del mundo se consideren como ciudadanos de una sola patria común. La sexta luz es la unidad de las razas, que hará que todos los que habitan la tierra sean pueblos y tribus de una sola raza. La séptima luz es la unidad de lenguaje, es decir, la elección de una lengua universal en que serán instruidos y conversarán todos los pueblos. Todas y cada una de ellas han de venir inevitablemente, por cuanto el poder del Reino de Dios ayudará y contribuirá a su realización.23

... Toda gran Causa en este mundo de existencia alcanza expresión visible por tres medios: primero, la intención; segundo, la confirmación; tercero, la acción. Hoy día en esta tierra hay muchas almas que son promotoras de la paz y la reconciliación y anhelan la unidad y la unión del mundo de la humanidad; pero esta intención necesita un poder dinámico para que se pueda manifestar en el mundo del ser. En este día las instrucciones divinas y exhortaciones del Señor promulgan este máximo propósito, y las confirmaciones del Reino también ayudan y apoyan la realización de esta intención. En consecuencia, a pesar de que las fuerzas combinadas y los pensamientos de las naciones del mundo no pueden conseguir por sí solos este propósito, los poderes del mundo de Dios penetran todas las cosas y la asistencia del Reino divino es continua. Así pues, dentro de poco se hará evidente y claro que la insignia de la Paz Mayor consiste en las enseñanzas de Bahá'u'lláh, y que la tienda de la unión y la armonía entre las naciones es el tabernáculo del Reino divino, pues en ella confluyen a la vez las intenciones, el poder y la acción. La realización de todo en el mundo del ser depende de estos tres elementos.24

En la medida de lo posible, no descanses ni un momento, viaja al norte y al sur del país y convoca a todos los hombres a la unidad del mundo de la humanidad y a la paz universal, diciendo: ¡Oh pueblo! Bahá'u'lláh colocó la base de la paz universal hace cincuenta años. Incluso dirigió epístolas a los reyes en las que declaraba que la guerra destruiría los cimientos del mundo de la humanidad, que la paz conduce a la vida eterna y que a la humanidad le espera un horrendo peligro. También, tres años antes del estallido de la guerra mundial, 'Abdu'l-Bahá viajó a América y a gran parte de Europa, donde elevó su voz ante todas las reuniones, sociedades e iglesias, apelando así: ¡Oh asamblea de los hombres! El continente de Europa se ha convertido prácticamente en un arsenal lleno de explosivos. Hay vastos depósitos de material destructivo escondido bajo tierra, que pueden estallar con la más mínima chispa, haciendo temblar a toda la tierra. ¡Oh hombres de entendimiento! Moveos, para que quizás no explote esta acumulación de material volátil. Pero el llamado fue desatendido y en consecuencia estalló esa guerra asesina.
Ahora la mayor parte de la humanidad se da cuenta de la gran calamidad que supone la guerra y de cómo la guerra transforma al hombre en un animal feroz, convirtiendo los pueblos y ciudades prósperas en ruinas y desmoronando los cimientos del edificio humano. Ahora que se han despertado todos los hombres y sus oídos están atentos, es la hora de la promulgación de la paz universal, una paz basada en la rectitud y la justicia, para que la humanidad no se exponga a mayores peligros en el futuro. Éste es el amanecer de la paz universal, los primeros destellos de cuya luz están comenzando a aparecer. Sinceramente esperamos que su esfera refulgente brille y se extienda sobre el oriente y el occidente con su irradiación. El establecimiento de la paz universal no es posible por otro medio que el poder de la Palabra de Dios...25

El caos y la confusión aumentan día a día en el mundo. Alcanzarán tal intensidad que la estructura de la humanidad será incapaz de soportarlos. Entonces se despertarán los hombres y tomarán consciencia de que la religión es la fortaleza inexpugnable y la luz manifiesta del mundo, y que sus leyes, exhortaciones y enseñanzas son la fuente de la vida en la tierra.26




SELECCIÓN DE LAS CHARLAS DE 'ABDU'L-BAHÁ


Hoy día el mundo de la humanidad se encuentra necesitado de unidad y reconciliación internacionales. Para establecer estos grandes principios fundamentales se necesita una fuerza propulsora. Es evidente que la unidad del mundo humano y la Paz Mayor no se pueden conseguir a través de medios materiales. No se pueden establecer mediante el poder político, pues los intereses políticos de las naciones son múltiples y las políticas de los pueblos son divergentes y están en conflicto. No se pueden conseguir mediante el poder racial o patriótico, pues éstos son poderes humanos, egoístas y débiles. La naturaleza misma de las diferencias raciales y los prejuicios patrióticos impide la realización de esta unidad y acuerdo. En consecuencia, es evidente que la promoción de la unidad del reino de la humanidad, que es la esencia de las enseñanzas de todas las Manifestaciones de Dios, es imposible excepto a través del poder divino y el aliento del Espíritu Santo. Los otros poderes son demasiado débiles y no pueden conseguirlo.27

Rezaremos para que se pueda izar la bandera de la paz internacional y se consiga y realice la unidad del mundo de la humanidad. Todo esto se hace posible y practicable mediante vuestros esfuerzos. Que esta democracia americana sea la primera nación en establecer la base del acuerdo internacional. Que sea la primera nación en proclamar la universalidad de la humanidad. Que sea la primera en elevar el estandarte de la Paz Mayor y, mediante esta nación de democracia, que estas instituciones e intenciones filantrópicas se extiendan por todo el mundo. En verdad, ésta es una gran nación respetada. Aquí la libertad ha alcanzado su más alto grado. Las intenciones de sus pueblos son dignas de la máxima alabanza. Efectivamente, son dignos de ser los primeros en construir el Tabernáculo de la Paz Mayor y proclamar la unidad de la humanidad. Suplicaré a Dios pidiendo asistencia y confirmación para vosotros.28

Hoy la mayor necesidad del mundo de la humanidad es el cese de los malentendidos existentes entre las naciones. Esto se puede conseguir mediante la unidad de lenguaje. A menos que se consiga la unidad de lenguas, no se puede establecer y organizar eficazmente la Paz Mayor y la unidad del mundo humano, porque la función de la lengua es comunicar los misterios y secretos de los corazones humanos. El corazón es como una caja y la lengua es la llave. Solamente usando la llave podemos abrir la caja y observar las gemas que contiene. Por ello, el tema de un idioma internacional auxiliar es de máxima importancia... Es mi esperanza que se pueda perfeccionar mediante los dones de Dios y que se seleccionen hombres inteligentes de los diversos países del mundo para organizar un congreso internacional cuyo propósito principal sea la promoción de este medio de comunicación universal.29

... Debido a que encuentro a la nación americana tan capacitada y a este Gobierno el más justo de los Gobiernos occidentales, a sus instituciones superiores a las demás, mi deseo y esperanza es que se ice en este continente primero la bandera de la reconciliación internacional y se despliegue aquí el estandarte de la Paz Mayor. Que el pueblo americano y su Gobierno se unan en sus esfuerzos con el fin de que amanezca esta luz desde este punto y se extienda a todas las regiones, pues ésta es una de las mayores dádivas de Dios. Con el fin de que América aproveche esta oportunidad, ruego que os esforcéis y recéis con alma y corazón, dedicando todas vuestras energías a este objetivo: que la bandera de la paz internacional se eleve aquí y que esta democracia sea la causa del cese de la guerra en todos los demás países.30
En edades pasadas de la humanidad ha sido defectuosa e ineficaz porque ha estado incompleta. La guerra y sus estragos han arruinado al mundo; la educación de la mujer será un potente paso hacia su abolición y cese, pues ella empleará toda su influencia contra la guerra. La mujer cría al niño y educa al joven hasta la madurez. Ella rehusará entregar sus hijos para ser sacrificados en el campo de batalla. En verdad, ella será el mayor factor en el establecimiento de la paz universal y el arbitraje internacional. Sin duda, la mujer abolirá la guerra de la humanidad.31

Todos sabemos que la paz internacional es buena, que conduce al bienestar de la humanidad y a la gloria del hombre, pero son necesarias la voluntad y la acción antes de poder establecerla. La acción es esencial. Debido a que este siglo es un siglo de luz, le ha sido conferida la capacidad de acción a la humanidad. Necesariamente se esparcirán los principios divinos entre los hombres hasta que llegue la hora de la acción. Sin duda esto ha sido así, y verdaderamente la hora y las condiciones están maduras para la acción ahora.32

Esto ha ocurrido. Los poderes de la tierra no pueden resistir los privilegios y dádivas que Dios ha ordenado para este siglo grande y glorioso. Es una necesidad y una exigencia de la época... Que este siglo sea el sol de los siglos anteriores y su resplandor dure para siempre, para que en los tiempos venideros glorifiquen el siglo veinte diciendo que el siglo veinte fue el siglo de las luces, el siglo veinte fue el siglo de la vida, el siglo veinte fue el siglo de la paz internacional, el siglo veinte fue el siglo de las dádivas divinas, y el siglo veinte ha dejado huellas que durarán para siempre.33

El tema más importante de este día es la paz y el arbitraje internacionales, y la paz universal es imposible sin el sufragio universal. Los niños son educados por las mujeres. La madre soporta las preocupaciones y problemas de criar al niño, sufre la dificultad de su nacimiento y formación. En consecuencia, es muy difícil que las madres envíen a los campos de batalla a aquellos sobre los que han derrochado tanto amor y cuidado. Considerad un hijo criado y formado durante veinte años por una madre devota. ¡Cuántas noches en vela y días de angustia sin descanso ha pasado! Habiéndole llevado con éxito a través de peligros y dificultades a la edad de la madurez, ¡qué angustioso entonces sacrificarlo en el campo de batalla! En consecuencia, las madres no darán su aprobación a la guerra ni estarán satisfechas con ella. Así ocurrirá que cuando las mujeres participen plena e igualmente en los asuntos del mundo, cuando entren con confianza y capacidad en el gran campo de las leyes y la política, cesará la guerra; pues la mujer será su obstáculo e impedimento. Esto es indudablemente verdad.34

Acaba de amanecer el siglo veinte, brillante y glorioso, y la dádiva divina se irradia universalmente...
... En verdad, éste se puede llamar el milagro de los siglos, pues está repleto de manifestaciones de lo milagroso. Ha llegado la hora en que toda la humanidad será unificada, en que todas las razas serán leales a una misma patria, todas las religiones se convertirán en una religión y desaparecerá el prejuicio racial y religioso. Éste es el día en que la unidad de la humanidad elevará su estandarte y la paz universal, como una verdadera mañana, inundará al mundo con su luz.35

Él promulgó la adopción del mismo programa educativo para el hombre y la mujer. Las hijas y los hijos deben seguir el mismo programa de estudios, promoviéndose así la unidad de los sexos. Cuando toda la humanidad reciba la misma oportunidad de educación y se alcance la igualdad de hombres y mujeres, las bases de la guerra quedarán completamente destruidas. Sin igualdad esto será imposible, porque toda distinción y diferencia conduce a la discordia y la lucha. La igualdad entre los hombres y mujeres conduce a la abolición de la guerra debido a que las mujeres nunca estarán dispuestas a autorizarla. Las madres no sacrificarán a sus hijos en el campo de batalla después de veinte años de angustia y cariñosa devoción dedicados a formarlos desde la infancia, no importa qué causa se les llame a defender. No hay duda de que cuando las mujeres obtengan la igualdad de derechos, cesará por completo la guerra entre la humanidad.36

El mundo se encuentra desesperadamente necesitado de paz internacional. Hasta que se establezca, la humanidad no alcanzará la calma y la tranquilidad. Es necesario que las naciones y los Gobiernos organicen un tribunal internacional al que referir todas sus disputas y diferencias. La decisión de este tribunal será final. La controversia individual será juzgada por un tribunal local. Las cuestiones internacionales se llevarán ante el tribunal internacional y así desaparecerá la causa de la guerra.37

Encuentro a estas dos grandes naciones americanas (los Estados Unidos y Canadá) muy capaces y avanzadas... es mi deseo que estas naciones respetadas se conviertan en factores decisivos del establecimiento de la paz internacional y la unidad del género humano...38

El mundo de la humanidad posee dos alas: el varón y la mujer. Mientras estas dos alas no sean equivalentes en fuerza, no volará el pájaro. No se conseguirán logros extraordinarios para la humanidad hasta que el mundo de la mujer alcance el mismo grado que el hombre, hasta que tenga el mismo campo de actividad; la humanidad no puede remontar su vuelo hacia las alturas de verdaderos logros. Cuando las dos alas o partes tengan fuerza equivalente y disfruten de las mismas prerrogativas, el vuelo del hombre será sumamente elevado y extraordinario. De esta manera, imbuidas de las mismas virtudes que el hombre, elevándose por todos los grados de los hombres, las mujeres llegarán al mismo nivel que los hombres; mientras no se establezca esta igualdad, no se facilitará el verdadero progreso y logro de la raza humana.
Las razones evidentes que subyacen en esto son las siguientes: la mujer se opone a la guerra por naturaleza; es una defensora de la paz. Las que crían y educan a sus hijos son las madres, quienes les dan los primeros principios de educación y trabajan asiduamente por ellos. Considerad, por ejemplo, una madre que ha formado a su hijo durante veinte años hasta la edad de la madurez. Sin duda ella no dará su consentimiento para que lo despedacen y lo maten en el campo de batalla. En consecuencia, a medida que la mujer avance hacia el grado del hombre en poder y privilegio, con derecho al voto y control en el Gobierno humano, sin duda cesará la guerra; pues la mujer es naturalmente la más devota y firme defensora de la paz internacional.39

Un Tribunal Supremo deberá ser elegido por los pueblos y los Gobiernos de cada nación, donde los miembros de cada país y Gobierno se reunirán en perfecta unidad. Todos los conflictos deberán ser presentados ante este Tribunal, cuya misión será evitar la guerra.40

Deberá establecerse un Tribunal Supremo por los pueblos y Gobiernos de todas las naciones, compuesto por miembros de cada país y de cada Gobierno. Los miembros de este Gran Consejo deberán congregarse en unidad. Todas las disputas de carácter internacional deberán ser presentadas ante esta Corte, siendo su trabajo el de resolver por arbitraje todo lo que pudiera ocasionar la guerra. La misión de este Tribunal sería la de evitar la guerra.41

"En cuanto a la cuestión del desarme, todas las naciones deben desarmarse al mismo tiempo. No servirá en absoluto (y no es lo que se propone) que algunas naciones abandonen sus armas, mientras que otras, sus vecinas, permanezcan armadas. La paz del mundo se tiene que establecer mediante el acuerdo internacional. Todas las naciones deben ponerse de acuerdo para desarmarse simultáneamente... Ninguna nación puede seguir una política de paz mientras que su país vecino siga siendo guerrero... No hay ninguna justicia en eso. Nadie soñaría con sugerir que se pudiera conseguir la paz del mundo mediante una línea de acción semejante. Se tiene que conseguir mediante un acuerdo global e internacional y de ninguna otra manera"...
"Es necesario", continuó, "que haya una acción continua en cualquier proyecto de desarme. Todos los Gobiernos del mundo deben transformar sus buques de guerra y maquinaria bélica en barcos mercantes. Pero ninguna nación puede comenzar por sí sola una política semejante, y sería una locura si una potencia intentara hacerlo... simplemente atraería la destrucción"...
"¿Existen signos de que se establecerá la paz permanente del mundo en un período de tiempo más o menos razonable?", le preguntaron a 'Abdu'l-Bahá.
"Se establecerá en este siglo", contestó. "Será universal en el siglo veinte. Todas las naciones serán forzadas hacia ello".
"¿Provocado por presiones económicas?"
"Sí; las naciones serán forzadas a firmar la paz y a ponerse de acuerdo sobre la abolición de la guerra. Las terribles cargas de impuestos para la guerra llegarán a superar lo que el hombre puede soportar"...
"No", dijo 'Abdu'l-Bahá en conclusión; "repito, ninguna nación puede desarmarse en estas circunstancias". El desarme llegará sin duda, pero tiene que venir, y vendrá, por el consentimiento universal de las naciones de la tierra. Mediante el acuerdo internacional abandonarán sus armas y se inaugurará la gran era de la paz".
"De ésta y de ninguna otra manera puede establecerse la paz en la tierra".42

Una vez que se establezca el Parlamento del Hombre y se organicen sus partes constituyentes, los Gobiernos del mundo, habiendo firmado un convenio de amistad eterna, no tendrán ninguna necesidad de mantener en activo grandes ejércitos y marina de guerra. Todo lo necesario serán algunos batallones para preservar el orden interno, y una Policía Internacional para mantener libres las vías marinas. Entonces estas grandes sumas de dinero se desviarán a otros canales más útiles, desaparecerá la pobreza, aumentará el conocimiento, los poetas y compositores cantarán las victorias de la Paz, el conocimiento mejorará las condiciones y la humanidad se mecerá en la cuna de la felicidad y bendición. Entonces, sea el Gobierno constitucional o republicano, monarquía hereditaria o democracia, los líderes dedicarán su tiempo a la prosperidad de sus naciones, a la legislación de leyes justas y sensatas y a fomentar relaciones más estrechas y amistosas con sus vecinos de esta manera el mundo de la humanidad se convertirá en un espejo que reflejará las virtudes y atributos del Reino de Dios.
... Mediante un acuerdo general, todos los Gobiernos del mundo deben desarmarse simultáneamente... No servirá si uno abandona las armas y otro se niega a hacerlo. Las naciones del mundo deben ponerse de acuerdo sobre este tema de suprema importancia, de manera que puedan abandonar juntos las armas mortales de matanza humana. Mientras una nación siga aumentando su presupuesto militar y naval, otra nación se verá forzada hacia esta loca competición debido a sus supuestos intereses naturales...
Ahora bien, el tema del desarme tiene que ser puesto en práctica por todas las naciones, no sólo por una o dos. En consecuencia, los defensores de la paz deben esforzarse día y noche para que la opinión pública alcance una posición firme y permanente y aumente cada día el ejército de la Paz Internacional, se consiga el desarme completo y ondee la Bandera de la Reconciliación Universal en la cima de las montañas de la tierra.
... Los ideales de la paz se tienen que nutrir y extender por los habitantes del mundo; debe instruirse en la escuela sobre la Paz y los males de la guerra. Primero: Las financieras y los bancos deben desistir de prestar dinero a cualquier Gobierno que proyecte librar una guerra injusta contra una nación inocente. Segundo: Los presidentes y directivos de los ferrocarriles y compañías navales deben negarse a transportar municiones de guerra, máquinas infernales, rifles, cañones y pólvora de un país a otro. Tercero: Los soldados, mediante sus representantes, deben solicitar a los ministros de Guerra, los políticos, los congresistas y los generales que expongan en lenguaje claro e inteligible las razones y las causas que les han llevado al borde de semejante calamidad nacional. Los soldados deben exigir esto como una de sus prerrogativas. "Demuéstrennos", deben decir, "que ésta es una guerra justa y entonces acudiremos al campo de batalla, de lo contrario no daremos ni un solo paso... Salgan de sus escondrijos, entren en el campo de batalla si les gusta atacarse el uno al otro, y despedácense si desean alarde de sus supuestas contiendas. La discordia y el odio es entre ustedes; ¿por qué nos hacen a nosotros, que somos inocentes, partícipes de ella? Si la lucha y el derramamiento de sangre son cosas buenas, entonces ¡condúzcannos al combate con su presencia!"
En resumen, hay que bloquear todo camino que produzca guerra y hacer avanzar las causas que la impiden para que el conflicto físico se convierta en una imposibilidad. Por otra parte, hay que delimitar cada país adecuadamente, marcar sus fronteras exactas, asegurar su integridad nacional, proteger su independencia permanente, y sus intereses vitales deben ser respetados por la familia de naciones. Estos servicios deberían ser realizados por una Comisión internacional imparcial. De esta manera desaparecerán todas las causas de fricción y diferencias. Y, en caso de que surjan algunas disputas entre ellos, podrían someterlas al arbitraje del Parlamento del Hombre, cuyos representantes deben ser elegidos de entre los hombres más prudentes y sensatos de todas las naciones de la tierra.43

Cada siglo tiene la solución de un problema predominante. A pesar de que haya muchos problemas, uno de los innumerables problemas será preponderante y se convertirá en el más importante de todos. (...) en este luminoso siglo la mayor dádiva del mundo de la humanidad es la Paz Universal, que se debe inaugurar, para que el reino de la creación alcance la calma, para que el Oriente y el Occidente (que abarcan los cinco continentes del globo) se puedan abrazar, para que la humanidad pueda descansar bajo la tienda de la unidad del mundo de la humanidad y ondee la bandera de la paz universal sobre todas las regiones...
Hoy día el verdadero deber de un rey poderoso es establecer una paz universal; pues verdaderamente significa la libertad de todos los pueblos del mundo. Algunas personas que son ignorantes del mundo de la verdadera humanidad y sus elevadas ambiciones para el bien general, consideran que tal gloriosa condición de vida es muy difícil, más bien imposible de conseguir. Pero no es así, en absoluto.44

¡Oh individuos de la humanidad!, encontrad medios para detener este derramamiento de sangre y matanza general. ¡Ésta es la hora designada! ¡Ahora es el momento oportuno! Levantaos, mostrad un esfuerzo, poned fuerza extraordinaria para enarbolar la Bandera de la Paz Universal y poner fin a la furia irresistible de este torrente violento que está provocando estragos y ruina por todas partes.45

"¿Mediante qué proceso", continuó el interlocutor, "se establecerá esta paz en la tierra? ¿Vendrá en seguida después de una declaración universal de la Verdad?"
"No, se establecerá gradualmente", dijo 'Abdu'l-Bahá. "Una planta que crece demasiado rápidamente sólo dura poco tiempo. ¡Vosotros sois mi familia", y miró a su alrededor con una sonrisa, "mis nuevos hijos! Si una familia vive en armonía, se obtienen grandes resultados. Ampliad el círculo; cuando una ciudad vive en íntimo acuerdo, seguirán mayores resultados, y un continente que está plenamente unido unirá de la misma manera a otros continentes. Entonces será el tiempo de los mayores resultados, pues todos los habitantes del mundo son nativos de una misma tierra".46




SELECCIÓN DE LOS ESCRITOS DE SHOGHI EFFENDI


¡Muy amados amigos! La humanidad, ya sea considerada a la luz de la conducta individual del hombre o de las relaciones existentes entre comunidades organizadas y naciones, lamentablemente se ha desviado muchísimo y ha sufrido una declinación demasiado grande como para ser redimida mediante los esfuerzos aislados de sus mejores gobernantes y estadistas, por muy desinteresados que sean sus motivos, por muy coordinada que sea su acción, por muy fervorosos que sean en su celo y devoción a su causa. Ningún esquema que todavía puedan diseñar los cálculos de los mayores estadistas; ninguna doctrina que se propongan desarrollar los más distinguidos exponentes de la teoría económica; ningún principio que puedan esforzarse por inculcar los más fervientes moralistas suministrarán, en última instancia, los cimientos adecuados sobre los que ha de erigirse el futuro de un mundo aturdido.
Ninguna apelación a la tolerancia mutua que puedan hacer los que entienden las condiciones del mundo, no importa lo apremiante e insistente que sea, podrá calmar las pasiones o contribuir a restaurar el vigor. Ni tampoco ningún esquema general de mera cooperación internacional organizada, en cualquier sector de la actividad humana y por muy ingeniosa que sea su concepción o muy amplio su alcance, logrará erradicar la causa primera del mal que ha perturbado tan bruscamente el equilibrio de la sociedad actual. Ni siquiera, me atrevo a afirmar, la acción misma de inventar el mecanismo requerido para la unificación política y económica del mundo -principio sostenido cada vez más en los últimos tiempos- podrá por sí sola proveer el antídoto contra el veneno que progresivamente va minando el vigor de pueblos y naciones organizados.
¿Qué otra cosa podemos afirmar confiadamente que no sea la abierta aceptación del Programa Divino enunciado por Bahá'u'lláh con tanta simpleza y fuerza hace sesenta años, el cual encarna en sus principios esenciales el esquema ordenado por Dios para la unificación de la humanidad en esta era, al que se agrega una férrea convicción de la infalible eficacia de todas y cada una de sus disposiciones; aceptación y convicción, las cuales serán finalmente capaces de resistir las fuerzas de desintegración internas; fuerzas que, de no ser frenadas, seguirán necesariamente carcomiendo las partes vitales de una sociedad desesperada? Es hacia esta meta -la meta de un nuevo Orden Mundial, Divino en su origen, universal en sus alcances, equitativo en sus principios y desafiante en sus rasgos- por la que ha de bregar una humanidad hostigada.
Sería presuntuoso, aun por parte de los que se declaran adeptos de su Fe, sostener que se han captado todas las inferencias del prodigioso esquema de Bahá'u'lláh para la solidaridad humana mundial, o que se ha comprendido su significación. Sería prematuro, aun en una etapa tan avanzada de la evolución de la humanidad, pretender vislumbrarlo en todas sus posibilidades, estimar sus beneficios futuros e imaginar su gloria.
Todo lo que razonablemente podemos intentar es esforzarnos por lograr una vislumbre de los primeros rayos del Alba prometida que, en la plenitud del tiempo, habrá de ahuyentar las tinieblas que han rodeado a la humanidad. Todo lo que podemos hacer es señalar los que, en sus más amplios contornos, parecen ser los principios rectores que subyacen en el Orden Mundial de Bahá'u'lláh, desarrollados y enunciados por 'Abdu'l-Bahá, el Centro de su Convenio con toda la humanidad, y quien fuera designado Intérprete y Expositor de su Palabra.
Que el desasosiego y sufrimiento que afectan a toda la humanidad son, en gran medida, consecuencias directas de la Guerra Mundial y atribuibles a la falta de discernimiento y a la miopía de los responsables de los Tratados de Paz, es un hecho que sólo una mente predispuesta rehusaría admitir...
Sin embargo, sería inútil sostener que la guerra, con todas las pérdidas que involucró, con las pasiones que despertó y con las injusticias que dejó tras de sí, ha sido la única responsable de la confusión sin precedentes en que se hallan inmersos en la actualidad casi todos los sectores del mundo civilizado. ¿No es un hecho -y ésta es la idea central que deseo destacar- que la causa fundamental de esta inquietud mundial es atribuible no tanto a las consecuencias de lo que tarde o temprano habrá de ser considerado el disloque transitorio de un mundo en continuo cambio, sino antes bien al fracaso de aquellos en cuyas manos se ha depositado el destino inmediato de pueblos y naciones, al no adaptar su sistema de instituciones económicas y políticas a las imperiosas necesidades de una era en rápida evolución? Estas crisis intermitentes que convulsionan a la sociedad actual ¿acaso no se deben principalmente a la lamentable incapacidad de los líderes reconocidos del mundo para comprender correctamente los signos de la época, para librarse de una vez por todas de sus ideas preconcebidas y credos encadenadores, para remodelar la maquinaria de sus respectivos Gobiernos de acuerdo con las pautas implícitas en la suprema declaración de Bahá'u'lláh de la Unidad de la Humanidad, rasgo principal y distintivo de la Fe por Él proclamada?...
Muy patéticos son, por cierto, los esfuerzos de esos líderes de las instituciones humanas quienes, con total desprecio por el espíritu de la época, bregan por adaptar los procesos nacionales, apropiados a los antiguos días de naciones aisladas, a una época que debe lograr la unidad del mundo, tal como la esbozara Bahá'u'lláh, o perecer. En una hora tan crítica para la historia de la civilización corresponde a los líderes de todas las naciones del mundo, grandes o pequeñas, de Oriente o de Occidente, vencedoras o vencidas, prestar atención al toque de clarín de Bahá'u'lláh, e imbuidos por completo de un sentimiento de solidaridad mundial, condición sine qua non de lealtad a su Causa, alzarse valientemente para lograr en su totalidad el único esquema reparador que Él, el Médico Divino, ha recetado para la humanidad doliente. Que descarten de una vez para siempre toda idea preconcebida, todo prejuicio nacional, y que presten atención al sublime consejo de 'Abdu'l-Bahá, autorizado Expositor de sus enseñanzas. "Podrá usted servir mejor a su país", fue la respuesta de 'Abdu'l-Bahá a un alto funcionario en ejercicio del Gobierno federal de los Estados Unidos, quien le había interrogado acerca de la mejor manera de estimular los intereses de su Gobierno y de su pueblo, "si, en condición de ciudadano del mundo, trata de colaborar en la definitiva aplicación del principio de federalismo que subyace en el Gobierno de su propio país a las relaciones existentes ahora entre los pueblos y naciones del mundo".
Es necesario desarrollar cierta forma de superestado mundial, a favor del cual todas las naciones del mundo habrán de ceder voluntariamente todo derecho de hacer la guerra, ciertos derechos de gravar impuestos y todos los derechos de poseer armamentos, salvo con el propósito de mantener el orden interno dentro de sus respectivos dominios. Dicho Estado habrá de incluir en su órbita un Poder Ejecutivo Internacional con capacidad para hacer valer su autoridad suprema e indiscutible sobre todo miembro recalcitrante de la Mancomunidad; un Parlamento Mundial cuyos miembros serán elegidos por los habitantes de sus respectivos países y cuya elección será confirmada por sus respectivos Gobiernos; y un Tribunal Supremo cuyos dictámenes tendrán carácter obligatorio aun en los casos en que las partes interesadas no hayan acordado voluntariamente someter el litigio a su consideración.
"Una comunidad mundial en la que todas las barreras económicas habrán quedado totalmente derribadas y en la que se reconocerá definitivamente la interdependencia del capital y el trabajo; en la que el clamor del fanatismo y del conflicto religioso habrá sido acallado para siempre; en la que estará definitivamente extinguida la llama de la animosidad racial; en la que un código único de derecho internacional -producto de un juicioso análisis de los representantes federados del mundo- será sancionado por la intervención instantánea y coercitiva de las fuerzas combinadas de las unidades federadas; y, finalmente, una comunidad mundial en la que el furor de un nacionalismo caprichoso y militante será trocado por una perdurable conciencia de ciudadanía mundial; así es como se presenta, a grandes rasgos, el Orden anunciado por Bahá'u'lláh, un Orden que habrá de ser considerado el más hermoso fruto de una época que madura lentamente...
Que no quede ningún recelo en cuanto al propósito que anima a la Ley mundial de Bahá'u'lláh. Lejos de tender a la subversión de los fundamentos actuales de la sociedad, trata de ampliar su base, de amoldar sus instituciones en consonancia con las necesidades de un mundo en constante cambio. No está en conflicto con compromisos legítimos ni socava lealtades esenciales. Su propósito no es ni sofocar la llama de un sano e inteligente patriotismo en el corazón del hombre, ni abolir el sistema de autonomía nacional, tan esencial cuando se busca evitar los males de un excesivo centralismo. No ignora ni intenta suprimir la diversidad de orígenes étnicos, de climas, de historia, de idioma y de tradición, de pensamiento y de costumbres que distinguen a los pueblos y naciones del mundo. Insta a una lealtad más amplia, a un anhelo mayor que cualquiera de los que la raza humana haya sentido. Insiste en la subordinación de móviles e intereses nacionales a las imperativas exigencias de un mundo unificado. Repudia el centralismo excesivo por una parte y rechaza todo intento de uniformidad por otra. Su consigna es la unidad en diversidad, como el mismo 'Abdu'l-Bahá ha aclarado...
Sus implicaciones del principio de la Unidad de la Humanidad son más profundas, sus aspiraciones son mayores que las que pudieron adelantar los Profetas del pasado. Su mensaje es aplicable no sólo al individuo, sino que atañe principalmente a la naturaleza de aquellas relaciones esenciales que han de ligar a todos los Estados y naciones como a miembros de una familia humana. No constituye simplemente el enunciado de un ideal, sino que está inseparablemente vinculado a una institución apropiada para encarnar su verdad, para demostrar su validez y para perpetuar su influencia. Implica un cambio orgánico en la estructura de la sociedad actual, un cambio que todavía el mundo no ha experimentado. Constituye un desafío, audaz y universal a la vez, a las gastadas consignas de los credos nacionales, credos que han tenido su día y que, en el transcurso normal de los sucesos, modelado y controlado por la providencia, deberán abrir paso a un nuevo evangelio, fundamentalmente diferente e infinitamente superior a lo que el mundo ha concebido hasta ahora. Requiere nada menos que la reconstrucción y la desmilitarización de todo el mundo civilizado, un mundo orgánicamente unificado en todos los aspectos esenciales de su vida, de su maquinaria política, de su anhelo espiritual, de su comercio y de sus finanzas, de su escritura y de su idioma, y aun así, infinito en la diversidad de las características nacionales de sus unidades federadas.
Representa la consumación de la evolución humana, evolución que ha tenido sus orígenes en el nacimiento de la vida familiar, su subsiguiente desarrollo en el logro de la solidaridad tribal, que llevó a su vez a la constitución de la ciudad-estado y que posteriormente se expandió en la institución de la nación independiente y soberana...
Pongamos un ejemplo. ¡Qué confiadas eran las afirmaciones emitidas antes de la unificación de los Estados del continente norteamericano cuando se referían a las barreras infranqueables que cerraban el paso hacia su federación final! ¿No se declaraba amplia y enfáticamente que los intereses en conflicto, la desconfianza mutua y las diferencias de Gobiernos y costumbres que dividían a los Estados eran tales que ninguna fuerza, ya fuere espiritual o temporal, podía jamás lograr su armonía y su control? Y, aun así, ¡cuán diferentes eran las condiciones reinantes hace ciento cincuenta años de las que caracterizan a la sociedad actual! En realidad, no sería exagerado decir que la ausencia de esas facilidades que el progreso científico moderno ha puesto al servicio de la humanidad de nuestro tiempo ha convertido al problema de la fusión de los Estados norteamericanos en una federación única, por similares que fueran algunas de sus tradiciones, en una tarea muchísimo más compleja que la que afronta una humanidad dividida en sus esfuerzos para lograr su unificación.
¿Quién sabe si, para que una concepción tan elevada tome cuerpo, no haya que infligir a la humanidad un sufrimiento más intenso que cualquiera de los que ya ha padecido? ¿Acaso algo menor que el fuego de una guerra civil con toda su violencia y sus vicisitudes -una guerra que casi desgarró a la gran república norteamericana- podría haber fusionado a los Estados, no en una unión de partes independientes, sino en una nación, a pesar de todas las diferencias étnicas que caracterizaban a los componentes? Parece muy poco probable que una revolución tan fundamental, que implica cambios de tan grande alcance en la estructura de la sociedad, pueda lograrse mediante el proceso ordinario de la diplomacia y de la educación. Sólo tenemos que volver nuestra mirada hacia la sangrienta historia de la humanidad para advertir que tan sólo una intensa agonía mental y física ha sido capaz de precipitar esos cambios trascendentales que constituyen los más grandes hitos en la historia de la civilización humana.
Aunque esos cambios del pasado fueron grandiosos y de mucho alcance, no parecen ser, al contemplarlos en la perspectiva apropiada, sino ajustes subsidiarios que anticipan esa transformación de incomparable majestuosidad y trascendencia que ha de sufrir la humanidad en esta época. Lamentablemente, se evidencia cada vez más que sólo las fuerzas de una catástrofe mundial pueden precipitar esa nueva fase del pensamiento humano. Los hechos futuros demostrarán cada día más la verdad de que tan sólo el fuego de una severa aflicción, de intensidad inigualada, puede fusionar y unir las entidades discordantes que constituyen los elementos de la civilización actual en los componentes de la comunidad mundial del futuro.
La profética voz de Bahá'u'lláh advirtiendo, en los pasajes finales de Las Palabras Ocultas, "a los pueblos del mundo" que "una calamidad imprevista los sigue y que un penoso castigo les espera", arroja una lóbrega luz sobre los destinos inmediatos de la humanidad afligida. Sólo una agobiante prueba, de la cual la humanidad surgirá purificada y preparada, logrará implantar ese sentido de responsabilidad que los líderes de una era naciente deberán asumir.
Dirijo nuevamente vuestra atención a las ominosas palabras que ya he citado: "Y cuando llegue la hora señalada, aparecerá súbitamente aquello que hará temblar a los miembros del cuerpo de la humanidad".
¿Acaso el mismo 'Abdu'l-Bahá no afirmó en lenguaje inequívoco que "otra guerra, más cruenta que la anterior, indudablemente estallará"?
De la consumación de esta empresa colosal e inefablemente gloriosa -empresa que frustró los recursos de los estadistas romanos y que los desesperados esfuerzos de Napoleón no pudieron lograr- dependerá la realización final de ese milenio al que los poetas de todos los tiempos han cantado y con el cual los profetas han soñado tanto. De ella dependerá el cumplimiento de las profecías anunciadas por los antiguos Profetas en el sentido de que las espadas se convertirán en rejas de arado y el león y el cordero yacerán juntos. Sólo ella puede introducir el Reino del Padre Celestial presagiado por la Fe de Jesucristo. Sólo ella puede echar los cimientos del Nuevo Orden Mundial vislumbrado por Bahá'u'lláh. Orden Mundial que habrá de reflejar, aunque débilmente, el inefable esplendor del Reino de Abhá sobre la tierra.
Una palabra más como conclusión. La proclamación de la Unidad de la Humanidad -piedra fundamental del dominio de Bahá'u'lláh- no debe ser comparada bajo ninguna circunstancia con algunas expresiones de piadosa esperanza pronunciadas en el pasado. El suyo no es un nuevo llamamiento proferido por Él, solo y sin ayuda, frente a la oposición implacable y combinada de dos de los más poderosos potentados orientales de su época, siendo Él un exiliado y prisionero en sus manos. Significa a la vez una advertencia y una promesa de que en ello reside el único medio de salvación de un mundo en gran sufrimiento; una promesa de que su concreción está cercana.
Pronunciado en una época en que sus posibilidades todavía no habían sido seriamente contempladas en ningún lugar del mundo, mediante esa potencia celestial que le ha insuflado el Espíritu de Bahá'u'lláh, ha pasado a ser considerado finalmente, por un creciente número de hombres reflexivos, no sólo como una posibilidad cercana sino como resultado necesario de las fuerzas que hoy actúan en el mundo.
Este mundo, reducido y transformado en un único organismo altamente complejo por el maravilloso progreso alcanzado en el ámbito de las ciencias físicas, por la expansión mundial del comercio y la industria, y luchando bajo la presión de fuerzas económicas mundiales, entre los peligros de una civilización materialista, se encuentra sin duda en la urgente necesidad de un replanteo de la Verdad que subyace en todas las Revelaciones del pasado en un idioma acorde con sus requisitos esenciales. ¿Y qué otra voz que la de Bahá'u'lláh -el Portavoz de Dios en esta era- es capaz de efectuar una transformación tan radical de la sociedad como la que Él ya ha logrado en los corazones de esos hombres y mujeres, tan diversos y aparentemente irreconciliables, que constituyen el conjunto de sus seguidores declarados en todo el mundo?
Pocos pueden poner en duda que una concepción tan majestuosa brota con rapidez en la mente del hombre, que se alzan voces en su apoyo, y que sus rasgos más sobresalientes han de cristalizar pronto en la conciencia de quienes tienen autoridad. Que sus modestos comienzos ya han tomado cuerpo en la Administración mundial, en la que están reunidos los adherentes a la Fe de Bahá'u'lláh, es un hecho que sólo quienes tengan el corazón corrompido por el prejuicio dejarán de advertir.47

Ningún mecanismo que se aparte de las normas establecidas por la Revelación Bahá'í, que esté en desacuerdo con el sublime modelo ordenado en sus escritos, y que los esfuerzos colectivos de la humanidad podrían todavía idear, puede esperar alcanzar nada más allá de esa "Paz Menor" a la cual el Autor de nuestra Fe ha aludido en sus escritos. "Ya que habéis rechazado la Paz Más Grande", ha escrito amonestando a los reyes y gobernantes de la tierra, "aferraos a esta la Paz Menor, que quizá podáis en cierto grado mejorar vuestra propia condición y la de quienes dependen de vosotros". Explayándose sobre esta Paz Menor, Él se dirige así en esa misma Tabla a los gobernantes de la tierra: "Estad reconciliados entre vosotros, para que no necesitéis más armamentos, salvo en la medida de salvaguardar vuestros territorios y dominios... Estad unidos, ¡oh reyes de la tierra!, pues con ello la tempestad de la discordia será acallada entre vosotros, y vuestro pueblo encontrará descanso, si sois de aquellos que comprenden. Si alguno de entre vosotros tomase armas contra otro, levantaos todos contra él, pues esto no es sino justicia manifiesta".
Por otra parte, la Paz Más Grande, tal como la concibe Bahá'u'lláh -paz que deberá ocurrir inevitablemente como consecuencia práctica de la espiritualización del mundo y la fusión de todas sus razas, credos, clases y naciones- no puede residir en otras bases y no puede ser preservada a través de otra cosa que no sean los preceptos divinos que están inscritos en el Orden Mundial vinculado a su Santo Nombre...
La Revelación de Bahá'u'lláh, cuya misión suprema no es otra que el logro de esta unidad orgánica y espiritual del conjunto de naciones, debe ser considerada, si somos fieles a sus implicaciones, como la señal del advenimiento de la madurez de toda la raza humana. No debe tomársela como si fuera sólo otro renacimiento espiritual dentro de la siempre cambiante suerte de la humanidad, ni como una etapa más en una serie de Revelaciones progresivas; no como la culminación de una serie de repetidos ciclos proféticos, sino como la señal de la última y más elevada etapa en la estupenda evolución de la vida colectiva del hombre en este planeta. El surgimiento de una comunidad mundial, la conciencia de una ciudadanía mundial, el establecimiento de una civilización y una cultura mundiales -todo esto sincronizado con las etapas iniciales del desenvolvimiento de la Edad de Oro de la Era Bahá'í- deben ser considerados, por su propia naturaleza y en lo que a esta vida planetaria se refiere, como los límites finales en la organización de la sociedad humana, aunque el hombre como individuo continuará indefinidamente su progreso y desarrollo; y es más, deberá hacerlo como resultado de tal consumación...
La humanidad toda está gimiendo, ansiosa de ser conducida a la unidad y de terminar con su largo martirio. Y, sin embargo, se resiste tercamente a abrazar la luz y a reconocer la soberana autoridad del único Poder que puede arrancarla de sus complicaciones y conjurar la funesta calamidad que amenaza devorarla.
Ominosa es, por cierto, la voz de Bahá'u'lláh que resuena en estas proféticas palabras: "¡Oh vosotros pueblos del mundo! Sabed en verdad que una calamidad imprevista os persigue y un doloroso castigo os aguarda. No penséis que las acciones que habéis cometido han sido ocultadas a mi vista". Y nuevamente: "Tenemos un tiempo fijado para vosotros, oh pueblos. Si a la hora señalada no os volvéis hacia Dios, Él en verdad os asirá violentamente y hará que penosas aflicciones os acosen de todas direcciones. ¡Cuán severo es, en verdad, el castigo con que vuestro Señor os castigará entonces!
¿Debe la humanidad, atormentada como lo está ahora, ser castigada por penurias más severas aún hasta que su influencia purificadora pueda prepararla para entrar en el Reino celestial que ha de establecerse sobre la tierra? La inauguración de tan vasta, tan única, tan luminosa era en la historia humana, ¿debe ser anunciada por una catástrofe tan grande en los asuntos humanos que recuerde, o incluso sobrepase, al espantoso colapso de la civilización romana en las primeras centurias de la Era Cristiana? ¿Una serie de profundas convulsiones debe agitar y estremecer a la raza humana hasta que Bahá'u'lláh pueda ser entronizado en los corazones y las conciencias de las masas, hasta que su indiscutida ascendencia sea reconocida universalmente y el noble edificio de su Orden Mundial sea erigido y establecido?
Han quedado atrás los largos períodos de infancia y niñez por los que la raza humana ha pasado. La humanidad está ahora experimentando las conmociones invariablemente asociadas con la más turbulenta etapa de su evolución, la etapa de la adolescencia, cuando la impetuosidad de la juventud y su vehemencia alcanzan su punto culminante y deben ser gradualmente seguidas por la calma, la sabiduría y la madurez que caracterizan a la edad adulta. Entonces la raza humana alcanzará ese nivel de madurez que le permitirá adquirir todos los poderes y capacidades de los cuales ha de depender su desarrollo final.
La unificación de toda la humanidad es el distintivo de la etapa a la cual la sociedad se está ahora aproximando. La unidad de la familia, de la tribu, de la ciudad-estado y de la nación ha sido intentada sucesivamente y establecida por completo. La unidad mundial es la meta hacia la cual se está esforzando una humanidad hostigada. La formación de naciones ha llegado a su fin. La anarquía inherente a la soberanía del Estado está moviéndose hacia su clímax. Un mundo en camino hacia la madurez debe abandonar este fetiche, reconocer la unidad y la integridad de las relaciones humanas, y establecer de una vez por todas el mecanismo que mejor pueda encarnar este principio fundamental de su vida...
La Unidad de la raza humana, vista por Bahá'u'lláh, implica el establecimiento de una mancomunidad mundial en la que todas las razas, credos y clases estén estrecha y permanentemente unidas, en que la autonomía de sus Estados miembros, la libertad personal y la iniciativa de los individuos que la componen estén definitiva y completamente resguardadas. Esta mancomunidad debe, tal como podemos visualizarla, consistir en una legislatura mundial, cuyos miembros, en calidad de albaceas de toda la humanidad, controlarán definitiva y enteramente los recursos de todas las naciones que la compongan y formularán aquellas leyes que sean requeridas para reglamentar la vida, satisfacer las necesidades y ajustar las relaciones de todas las razas y pueblos. Un ejecutivo mundial, respaldado por una fuerza internacional, llevará a cabo las decisiones a que se haya llegado y aplicará las leyes aprobadas por esta legislación mundial y resguardará la unidad orgánica de toda la mancomunidad. Un tribunal mundial adjudicará y dictaminará su veredicto obligatorio y final en todas y cualesquiera disputas que surjan entre los varios elementos constituyentes de este sistema universal. Un mecanismo de intercomunicación mundial será ideado, el cual abarcará a todo el planeta, liberado de las trabas y restricciones nacionales, funcionando con maravillosa rapidez y perfecta regularidad. Una metrópolis mundial actuará como el centro nervioso de una civilización mundial, el foco hacia el que las fuerzas unificadoras de la vida han de convergir y de donde se irradiarán sus influencias de energía. Un idioma mundial será inventado o elegido de entre los idiomas existentes y enseñado en las escuelas de todas las naciones federadas como un auxiliar del idioma materno. Una escritura mundial, una literatura mundial, un sistema monetario, de pesas y medidas uniforme y universal, simplificará y facilitará el intercambio y entendimiento entre las naciones y razas de la humanidad. En semejante sociedad mundial la ciencia y la religión, las dos fuerzas más potentes de la vida humana, se reconciliarán, cooperarán y se desarrollarán armoniosamente. La prensa, bajo tal sistema, a la vez que dará plena libertad a la expresión de los diversos puntos de vista y convicciones de la humanidad, cesará de ser perversamente manipulada por intereses creados, sean éstos privados o públicos, y será liberada de la influencia de Gobiernos y pueblos contendientes. Los recursos económicos del mundo serán organizados, sus fuentes de materias primas serán explotadas y totalmente utilizadas, sus mercados serán coordinados y desarrollados, y la distribución de sus productos será equitativamente regulada.
Las rivalidades, odios e intrigas nacionales cesarán, y la animosidad y perjuicio raciales serán reemplazados por amistad, entendimiento y cooperación racial. Las causas de lucha religiosa serán definitivamente eliminadas, las barreras y restricciones económicas serán completamente abolidas y la excesiva distinción entre clases será suprimida. Pobreza extrema por una parte y exagerada acumulación de bienes por otra desaparecerán. La enorme energía disipada y derrochada en la guerra, ya sea económica o política, será consagrada a aquellos fines que extiendan el alcance de las invenciones humanas y del desarrollo tecnológico al aumento de la productividad de la humanidad, al exterminio de las enfermedades, a la extensión de la investigación científica, a la elevación del nivel de salud física, a la agudización y refinamiento del cerebro humano, a la explotación de los inusitados e insospechados recursos del planeta, a la prolongación de la vida humana y al fomento de cualquier otro agente que pueda estimular la vida intelectual, moral y espiritual de toda la raza humana.
Un sistema federado mundial, gobernando toda la tierra y ejerciendo irrefutable autoridad sobre sus vastos e inimaginables recursos, que armonice y encarne los ideales del Este y Oeste, liberado de la maldición de la guerra y sus miserias y dedicado a la explotación de todos los recursos disponibles de energía sobre la superficie del planeta; un sistema en el cual la Fuerza es transformada en siervo de la Justicia, cuya vida es sostenida por el reconocimiento universal de un solo Dios y por su lealtad a una Revelación común, tal es la meta hacia la cual la humanidad, impelida por las fuerzas unificadoras de la vida, está avanzando.48

La aflicción que sacudirá al mundo y que Bahá'u'lláh ha profetizado en forma tan vívida como se ha citado en páginas anteriores, puede encontrar que esta nación (Estados Unidos) sea arrastrada a su vórtice, hasta un grado sin precedentes. De esto probablemente surgirá, a diferencia de sus reacciones al último conflicto mundial pasado, conscientemente decidida a aprovechar su oportunidad para hacer que todo el peso de su influencia recaiga sobre los gigantescos problemas que tales acontecimientos suscitarán subsiguientemente, y para ahuyentar de modo permanente, en unión con sus naciones hermanas tanto del Oriente como del Occidente, a la mayor maldición que de tiempo inmemorial ha afligido y degradado a la raza humana.
Entonces, y sólo entonces, la nación americana, moldeada y purificada en el crisol de una guerra común, endurecida por sus rigores y disciplinada por sus escarmientos, se encontrará en posición para elevar su voz en los consejos de las naciones, para colocar ella misma la fundación de la paz universal y duradera, proclamar la solidaridad, unidad y madurez de la humanidad y asistir al establecimiento en la tierra del reino de la rectitud prometida. Entonces, y sólo entonces, la nación americana, mientras que la comunidad de creyentes americanos dentro de su corazón esté consumando su misión divinamente asignada, podrá realizar el destino inefablemente glorioso decretado para ella por el Todopoderoso e inmortalmente grabado en los escritos de 'Abdu'l-Bahá. Entonces, y solo entonces, la nación americana logrará "aquello que adornará las páginas de la historia", "se convertirá en la envidia del mundo y será bendita tanto en el Oriente como en el Occidente".49

El mundo se mueve, realmente, hacia su destino. La interdependencia de los pueblos y naciones de la tierra es ya un hecho consumado, a pesar de lo que digan o hagan los jefes de las fuerzas que dividen al mundo. Su unidad en la esfera económica es ahora entendida y reconocida. El bienestar de una parte significa el bienestar del todo y la miseria de una parte trae la miseria al todo. La Revelación de Bahá'u'lláh, en sus propias palabras, ha "dado un nuevo impulso y fijado una nueva dirección" a este vasto proceso que opera ahora en el mundo. Las llamas encendidas por esta gran prueba aflictiva son consecuencia de que los hombres no la hayan reconocido. Por otra parte, están apresurando su plena realización. Una adversidad prolongada, mundial, desconsoladora, unida al caos y la destrucción universal, debe necesariamente convulsionar a las naciones, remover la conciencia del mundo, desilusionar a las masas, producir un cambio radical en la concepción misma de la sociedad y refundir, por último, los desarticulados y sangrantes miembros de la humanidad en un solo cuerpo, único, orgánicamente unido e indivisible.
Al carácter general, las implicaciones y rasgos distintivos de esa mancomunidad mundial, destinada a surgir, tarde o temprano, de la carnicería, angustia y devastación de esta gran convulsión mundial, ya me he referido en mis comunicaciones previas. Baste decir que esta consumación será por su misma naturaleza un proceso gradual y debe, como Bahá'u'lláh mismo lo ha previsto, conducir primero al establecimiento de la Paz Menor que han de instaurar por sí mismas las naciones de la tierra, las cuales se hallan aún inconscientes de su Revelación y, sin saberlo, están poniendo en vigor los principios generales que Él ha enunciado. Este trascendental e histórico paso, que implica la reconstrucción de la humanidad como resultado del reconocimiento universal de su unicidad e integridad, traerá consigo la espiritualización de las masas como consecuencia de la confesión del carácter y el reconocimiento de las pretensiones de la Fe de Bahá'u'lláh: condición esencial para esa fusión final de todas las razas, credos, clases y naciones, que debe señalar la aparición de su Nuevo Orden Mundial.
Entonces será proclamada y celebrada la llegada a la madurez de toda la raza humana por todos los pueblos y naciones de la tierra. Entonces será enarbolado el estandarte de la Paz Más Grande. Entonces será reconocida, aclamada y establecida firmemente la soberanía mundial de Bahá'u'lláh, el Establecedor del Reino del Padre, anunciado por el Hijo y predicho por los Profetas de Dios antes y después de Él. Entonces nacerá, florecerá y se perpetuará una civilización mundial; civilización con una plenitud de vida tal como el mundo jamás ha visto ni puede todavía concebir. Entonces se cumplirá plenamente el Convenio Sempiterno. Entonces se verificará la promesa encerrada en todos los libros de Dios, y acontecerán todas las profecías pronunciadas por los Profetas de antaño, y se realizarán los sueños de los videntes y poetas. Entonces el planeta, vivificado por la Fe universal de sus habitantes en un solo Dios y su lealtad a una Revelación común, reflejará, dentro de las limitaciones que le han sido impuestas, la resplandeciente gloria de la soberanía de Bahá'u'lláh, brillando en la plenitud de su esplendor en el Paraíso de Abhá, y será hecho el escabel de su Trono en las alturas, y aclamado como el cielo terrenal, capaz de cumplir el inefable destino que, desde tiempo inmemorial, le ha sido fijado por el amor y sabiduría de su Creador.50

Él (Bahá'u'lláh) sostiene sin reservas el principio de seguridad colectiva; recomienda la reducción de los armamentos nacionales y proclama la necesaria e inevitable convocatoria de una reunión mundial, en la que los reyes y gobernantes del mundo deliberarán para el establecimiento de la paz entre las naciones.51

Durante esta Edad Formativa de la Fe, y en el curso de la época actual y las sucesivas, se habrá completado la etapa final y culminante de la erección de la estructura del Orden Administrativo de la Fe de Bahá'u'lláh (la elección de la Casa Universal de Justicia); el Kitáb-i-Aqdas, el Libro Madre de su Revelación, habrá sido codificado y sus leyes promulgadas; se habrá establecido la Paz Menor, se habrá logrado la unidad de la humanidad y alcanzado su madurez, el Plan concebido por 'Abdu'l-Bahá se habrá ejecutado, la emancipación de la Fe de las garras de la ortodoxia religiosa y su carácter religioso independiente habrá sido universalmente reconocido...
... No podemos evitar percibir el funcionamiento de dos procesos simultáneos que datan de los años finales de la Edad Media de nuestra Fe, cada uno de ellos nítidamente definido, cada uno claramente separado, sin embargo estrechamente relacionados y destinados a culminar, en la plenitud del tiempo, en una misma consumación gloriosa.
Uno de estos procesos está asociado con la misión de la Comunidad Bahá'í americana, el otro con el destino de la nación americana. El uno sirve directamente a los intereses del Orden Administrativo de la Fe de Bahá'u'lláh...
El otro proceso data del estallido de la Primera Guerra Mundial que arrojó a las grandes repúblicas del Occidente al vórtice de la primera etapa de una convulsión mundial. Recibió su impulso inicial a través de la formulación de los Catorce Puntos del Presidente Wilson, asociando estrechamente por primera vez a aquella república con las fortunas del Viejo Mundo. Sufrió su primer contratiempo con la disociación de esa república de la recién nacida Liga de las Naciones que ese presidente se había esforzado en crear. Adquirió más ímpetu con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, infligiendo un sufrimiento sin precedentes sobre aquella república y comprometiéndola aún más en los asuntos de todos los continentes del globo. Se reforzó aún más con la declaración incorporada en la Carta Atlántica, tal como fue expresado por uno de sus principales progenitores, Franklin D. Roosevelt. Asumió un perfil definido con el nacimiento de las Naciones Unidas en la Conferencia de San Francisco. Adquirió mayor significado con la elección de la Ciudad del Convenio misma como la sede de la organización recién nacida, con la declaración reciente del presidente americano relativa a los compromisos de su país en Grecia y Turquía, así como con la sumisión a la Asamblea General de las Naciones Unidas del espinoso y desafiante problema de Tierra Santa (el centro espiritual y administrativo de la Fe Mundial de Bahá'u'lláh). Por muy largo y tortuoso que sea el camino, debe conducir, a través de una serie de victorias y reveses, a la unificación política de los hemisferios oriental y occidental, al nacimiento de un Gobierno mundial y al establecimiento de la Paz Menor en la Edad de Oro de la Dispensación de Bahá'u'lláh, tal como fue predicho por Bahá'u'lláh y anunciado por el Profeta Isaías. Debe, por último, culminar en el despliegue de la bandera de la Paz Más Grande, en la Edad de Oro de la Dispensación de Bahá'u'lláh.52

La construcción de este Edificio (el Archivo Internacional Bahá'í) marcará a su vez el comienzo de la construcción, en el curso de sucesivas épocas de la Edad Formativa de la Fe, de otras estructuras que servirán de sedes administrativas de instituciones divinamente designadas como la Guardianía, las Manos de la Causa y la Casa Universal de Justicia. Siguiendo un estilo armónico de arquitectura y en la forma de un arco alargado, estos Edificios rodearán los lugares de reposo de la Hoja Más Sagrada, que ocupa el máximo rango entre los miembros de su sexo en la Dispensación Bahá'í, de su Hermano, ofrecido por Bahá'u'lláh como rescate para avisar y unificar el mundo, y de su Madre, proclamada por Él como "su consorte escogida en todos los mundos de Dios". La terminación final de esta enorme tarea marcará la culminación del desarrollo de un Orden Administrativo divinamente designado, cuyos comienzos se remontan hasta los años finales de la Edad Heroica de la Fe.
Este vasto e irresistible proceso, sin parangón en la historia espiritual de la humanidad y que sincronizará con dos desarrollos no menos significativos -el establecimiento de la Paz Menor y la evolución de las instituciones bahá'ís nacionales y locales: uno externo y el otro interno al mundo bahá'í-, alcanzará su consumación final, en la Edad de Oro de la Fe, al izarse el estandarte de la Paz Más Grande y al surgir, en la plenitud de su poder y gloria, el Centro focal de los organismos que constituyen el Orden Mundial de Bahá'u'lláh. El establecimiento final de esta sede de la Mancomunidad Mundial Bahá'í señalará al mismo tiempo la proclamación de la soberanía del Fundador de nuestra Fe y el advenimiento del Reino del Padre repetidamente elogiado y prometido por Jesucristo.
Este Orden Mundial, a su vez, en el curso de Dispensaciones sucesivas del Ciclo Bahá'í, dará su fruto más selecto con el nacimiento y florecimiento de una civilización, divinamente inspirada, singular en sus aspectos, de alcance mundial y de carácter fundamentalmente espiritual -una civilización destinada, a medida que se vaya desenvolviendo, a derivar su impulso inicial del espíritu que anima a las mismísimas instituciones que, en su estado embrionario, están removiéndose ahora en la matriz de la Edad Formativa actual de la Fe.53




SELECCIÓN DE CARTAS ESCRITAS DE PARTE DE SHOGHI EFFENDI


El mundo se halla envuelto en una gran confusión y lo más patético es que ha aprendido a mantenerse apartado de Dios, el único que lo puede salvar y aliviar de sus sufrimientos. Nosotros, a quienes se nos ha confiado la tarea de aplicar el remedio divino dado por Bahá'u'lláh, tenemos el deber de concentrar nuestra atención sobre la consumación de esta tarea y no descansar hasta que la paz predicha por los Profetas de Dios esté permanentemente establecida.54

Shoghi Effendi escribió su reciente carta general (La Meta de un Nuevo Orden Mundial) a los amigos de Occidente porque creía que se debe hacer comprender al público la actitud que la Fe Bahá'í mantiene hacia los problemas económicos y políticos actuales. Debemos dar a conocer al mundo lo que fue el propósito de Bahá'u'lláh. Hasta ahora la Unidad de la Humanidad tenía sólo importancia académica. Ahora se está convirtiendo cada vez más en tema a ser planteado por estadistas internacionales. Está llegando al campo de la política práctica. En consecuencia, es una oportunidad maravillosa para que salgamos y expongamos la enseñanza al frente que es la meta y propósito de los preceptos sociales de Bahá'u'lláh. Shoghi Effendi espera que los amigos harán resonar esta llamada a una unidad orgánica de la humanidad hasta que forme parte de la fe consciente de cada hombre vivo en el mundo. Sin embargo, es necesario tener gran prudencia, no sea que seamos malentendidos y clasifiquen a nuestra Fe entre los movimientos radicales.55

Shoghi Effendi desea que le acuse recibo de su carta con fecha del 26 de enero de 1932 que acompañaba a una copia impresa de su última carta general (La Meta de un Nuevo Orden Mundial)... Está profundamente agradecido al enterarse de que los amigos lo encuentran bastante interesante y digno de consideración como para hacer de su contenido el tema de su campaña de enseñanza. Sinceramente espera que esto también descubra a algunos amigos la importancia de esta enseñanza de la Causa y les estimule a hacer un estudio concienzudo y profundo de ella. Pues indudablemente forma la meta de los preceptos sociales de la Fe. No hay ninguna razón por la que los bahá'ís no deban tomar la delantera en abogar por tal Federación del mundo, hacia la cual el mundo está siendo conducido por fuerzas que no puede controlar.56

Las diferentes naciones del mundo nunca alcanzarán la paz excepto tras reconocer el significado de las enseñanzas y defenderlas con entusiasmo, pues a través de esos preceptos todos los problemas internacionales se resolverán y todo hombre conseguirá el ambiente espiritual en el que pueda evolucionar su alma y producir sus mejores frutos.57

El Guardián también leyó con profundo interés todos los papeles adjuntos. Está firmemente convencido de que mediante la perseverancia y la acción concertada, la causa de la Paz acabará triunfando sobre todas las oscuras fuerzas que amenazan el bienestar y el progreso del mundo actual. Pero tales intentos puramente humanos son sin duda ineficaces a menos que estén inspirados y guiados por el poder de la fe. Sin la asistencia de Dios, tal como mediante el mensaje de Bahá'u'lláh, la paz nunca se puede establecer adecuadamente y con seguridad. Pasar por alto la solución bahá'í para la paz mundial equivale a construir sobre cimientos de arena. Aceptarla y aplicarla es hacer que la paz sea no un mero sueño, ni un ideal, sino una realidad viva. Éste es el punto que el Guardián desea que usted desarrolle, que vuelva a subrayar una y otra vez y que apoye con argumentos convincentes. El programa bahá'í de paz es, de hecho, no sólo una manera de alcanzar esa meta. Ni siquiera es relativamente la mejor. Es, en última instancia, el único instrumento eficaz para el establecimiento del reino de paz en este mundo. Esta actitud no implica repudiar totalmente ninguna de las otras soluciones ofrecidas por diversos filántropos. Simplemente muestra que no son adecuados al compararlos con el Plan Divino para la unificación del mundo. No podemos evadir la verdad de que nada mundano puede, en última instancia, ser duradero, a menos que esté apoyado y sostenido por el poder de Dios.58

Cualesquiera que sean nuestros contratiempos y por formidables que sean las fuerzas de la oscuridad que hoy nos asedien, la unificación de la humanidad delineada y asegurada por el Orden Mundial de Bahá'u'lláh será establecida firme y permanentemente en la plenitud de los tiempos. Ésta es la promesa de Bahá'u'lláh y ningún poder de la tierra puede, a la larga, impedir su realización adecuada ni siquiera retrasarla. En consecuencia, los amigos no deben perder la esperanza, sino que, plenamente conscientes de su poder y su papel, deben perseverar en sus potentes esfuerzos por la extensión y la consolidación del dominio universal de Bahá'u'lláh en la tierra.59

En cuanto al Ejecutivo Internacional al que el Guardián hace referencia en su Meta de un Nuevo Orden Mundial, se debe observar que esto no se refiere de ninguna manera a la Mancomunidad Bahá'í del futuro, sino simplemente a ese Gobierno mundial que precederá al advenimiento y conducirá al establecimiento final del Orden Mundial de Bahá'u'lláh. La formación de este Ejecutivo Mundial, que corresponde a la cabeza o cuerpo ejecutivo en los Gobiernos nacionales actuales, no es más que un paso que conduce al Gobierno mundial bahá'í del futuro y por ello no debe ser identificado con la institución de la Guardianía ni con la de la Casa Internacional de Justicia.60

Con relación a su trabajo de enseñanza: lo que el Guardián desea que usted subraye con énfasis en todas sus charlas es la suprema necesidad de que todos los individuos y naciones adopten hoy día en su integridad el programa social dado por Bahá'u'lláh para la reconstrucción de la vida religiosa, económica y política de la humanidad. Él desea que usted explique y analice los elementos que ayudan a levantar este Divino Orden Mundial a la luz de las condiciones y acontecimientos actuales del mundo. Él cree que se le debe dar especial énfasis a la inminente necesidad de establecer un Estado mundial supernacional y soberano, como el que describió Bahá'u'lláh. Al ser progresivamente sometido el mundo a tumultos y convulsiones jamás experimentados anteriormente, la comprensión de tal necesidad está penetrando las conciencias no sólo de los sabios y los eruditos, sino también de la gente común. En consecuencia, los creyentes deben aprovechar esta oportunidad y hacer un esfuerzo supremo para presentar, en lenguaje convincente y elocuente, aquellas enseñanzas sociales y humanitarias de la Fe que nosotros creemos que constituyen la única panacea para los innumerables males que afligen a nuestro mundo actual.61

Con referencia a su pregunta sobre la referencia de 'Abdu'l-Bahá a la "unidad en el reino político": esta unidad se debe distinguir claramente de la "unidad de las naciones". La primera es una unidad que Estados soberanos y políticamente independientes alcanzan entre ellos, mientras que la segunda es una que se realiza entre naciones, siendo la diferencia entre un Estado y una nación que el primero, como usted sabe, es una entidad política sin ser necesariamente de raza homogénea, mientras que la segunda implica una homogeneidad nacional además de política.62

En cuanto a su trabajo de enseñanza: el Guardián ya le ha aconsejado que subraye en sus charlas la idea de superestado mundial y el concepto de la Unidad de la Humanidad que constituye su base subyacente. Además él desea que usted también enfatice el hecho de que la humanidad, tomada como un todo, ha entrado en la etapa más crítica y trascendental de su evolución, la etapa de la madurez. La idea de la llegada a la edad de madurez de la humanidad constituye el núcleo central de las Enseñanzas Bahá'ís y es el aspecto más distintivo de la Revelación de Bahá'u'lláh. Una comprensión correcta de este concepto proporciona la clave para una apreciación adecuada de la tremenda declaración hecha por el Autor de la Fe, tanto con respecto a su propio rango como a la incomparable grandeza de su Dispensación.63

Con respecto a la pregunta que usted ha hecho sobre la fecha y la forma en que se establecerán la Paz Menor y la Mayor, referidas por Bahá'u'lláh, después de la próxima guerra mundial: opina que la Paz Menor se producirá mediante los esfuerzos políticos de los Estados y las naciones del mundo, independientemente de cualquier plan o esfuerzo directo bahá'í, y que la Paz Mayor se establecerá a través de los creyentes y mediante la operación directa de las leyes y principios revelados por Bahá'u'lláh y el funcionamiento de la Casa Universal de Justicia como el órgano supremo del superestado Bahá'í; su punto de vista sobre este tema es muy correcto y está plenamente de acuerdo con los pronunciamientos del Guardián expresados en el Desenvolvimiento de la Civilización Mundial.64

Aunque es prematuro intentar y esforzarse en prever sobre qué base estarían representadas diversas naciones en cualquier Consejo internacional, o en cualquier forma internacional de Gobierno, está claro que desde el punto de vista bahá'í sólo se podría realizar sobre una base de verdadera justicia; y la justicia no implica que una raza tenga un voto preponderante sobre los representantes de otra raza, estando así en posición de dominarles.65

A lo que se refería 'Abdu'l-Bahá sobre el levantamiento de las mujeres para la paz, es que éste es un asunto que afecta vitalmente a las mujeres, y que cuando formen un conjunto abrumador y consciente de opinión pública contra la guerra, no puede haber guerra. Las mujeres bahá'ís ya están organizadas al ser miembros de la Fe y del Orden Administrativo. No es necesario que se organicen más. Pero, a través de la enseñanza y el apoyo moral activo que den a todo movimiento dirigido hacia la paz, deberían intentar ejercer una fuerte influencia sobre las conciencias de otras mujeres con respecto a este asunto esencial.66

Las Siete Luces de Unidad no aparecerán necesariamente en el orden dado. Un producto de la segunda puede bien ser la cultura universal.67

Las enseñanzas de Bahá'u'lláh establecerán una nueva forma de vida para la humanidad. Aquellos que son bahá'ís han de esforzarse por establecer esta forma de vida lo más rápido posible. Ahora que ha llegado la hora en que está ganando importancia la Fe Bahá'í y está siendo analizada y examinada por tantas personas, es necesario que los adherentes de la Fe vivan en conformidad con los elevados ideales de la Fe en todas las maneras. De esta forma pueden demostrar que la Fe Bahá'í sí crea una la Voluntad de Dios y en consecuencia el establecimiento de una sociedad pacífica y universal. Las ataduras que causan divisiones son de los hombres, mientras que el servicio universal es de Dios.
El Guardián está ahora ansioso de que todos los amigos obtengan una conciencia universal y una forma de vida universal.68

El Gobierno mundial llegará, pero no sabemos la fecha.69




SELECCIÓN DE CARTAS DE LA CASA UNIVERSAL DE JUSTICIA


Cuando Bahá'u'lláh proclamó su Mensaje al mundo en el siglo diecinueve, dejó muy claro que el primer paso esencial para la paz y el progreso de la humanidad era su unificación. Así, dice: "El bienestar de la humanidad, su paz y seguridad son inalcanzables, a menos que su unidad sea firmemente establecida." (b) Sin embargo, hasta hoy usted observará que la mayoría de la gente toma el punto de vista contrario: consideran la unidad como una meta última casi inalcanzable y se concentran primero en remediar todos los otros males de la humanidad. Si sólo lo supieran, estas otras enfermedades no son más que diversos síntomas y efectos secundarios de la enfermedad básica: la falta de unidad.
Además, Bahá'u'lláh ha afirmado que la revivificación de la humanidad y la curación de todos sus males sólo se pueden conseguir a través de su Fe...
Shoghi Effendi nos dice que dos grandes procesos están en funcionamiento en el mundo: El gran Plan de Dios, de progreso tumultuoso, operando a través de la humanidad como un todo, derrumbando las barreras a la unidad mundial y fraguando a la humanidad en un cuerpo unificado en los fuegos del sufrimiento y la experiencia. Este proceso producirá, cuando Dios lo disponga, la Paz Menor, la unificación política del mundo. Entonces la humanidad se asemejará a un cuerpo que está unificado pero sin vida. El segundo proceso, la tarea de infundir vida en este cuerpo unificado -de crear verdadera unidad y espiritualidad culminando en la Paz Mayor-, es el de los bahá'ís, que están trabajando conscientemente, con instrucciones detalladas y guía divina continua, para erigir el tejido del Reino de Dios sobre la tierra, al que llaman a sus congéneres, confiriéndoles así vida eterna.70

Es cierto que 'Abdu'l-Bahá hizo pronunciamientos que relacionaban el establecimiento de la unidad de las naciones con el siglo veinte. Por ejemplo: "... La quinta luz es la unidad de las naciones, una unidad que será seguramente establecida en este siglo, haciendo que todos los pueblos del mundo se consideren ciudadanos de una sola patria común..." Y en El Día Prometido ha Llegado, después de una afirmación similar citada de Contestación a unas Preguntas, Shoghi Effendi hace este comentario: "Ésta es la etapa a la que el mundo se está aproximando ahora, la etapa de la unidad mundial, que, según nos asegura 'Abdu'l-Bahá, se establecerá con toda seguridad en este siglo".
También está la siguiente cita, tomada de una carta escrita en 1946 a un creyente individual, de parte del amado Guardián, por su secretaria:
"... Lo único que sabemos es que la Paz Menor y la Mayor sí vendrán -sus fechas exactas no las conocemos. Lo mismo se aplica a la posibilidad de una guerra futura; no podemos afirmar dogmáticamente que ocurrirá o no ocurrirá- lo único que sabemos es que la humanidad debe sufrir y ser castigada bastante para hacer que se vuelva a Dios".71




SELECCIÓN DE CARTAS ESCRITAS DE PARTE DE LA CASA UNIVERSAL DE JUSTICIA


... La Fe Bahá'í aspira a eliminar toda guerra, incluida la nuclear. El propósito fundamental de nuestra Fe es la unidad y el establecimiento de la paz. Esta meta, que es el anhelo de personas de todo un mundo progresivamente inseguro, sólo se puede alcanzar mediante las Enseñanzas de Bahá'u'lláh. Como sólo los bahá'ís pueden dar estas Enseñanzas a la humanidad, los amigos deben sopesar con cuidado cómo emplean su tiempo y energía y evitar asociarse con actividades que les distraigan indebidamente de su responsabilidad primaria de compartir el Mensaje de Bahá'u'lláh.72

Actualmente el tema del desarme nuclear se ha convertido en un tema muy político, dando lugar a manifestaciones no sólo en los Estados Unidos sino también en Inglaterra y algunos países europeos. Destacar sólo el desarme nuclear dista mucho de la postura bahá'í e implicaría a la Fe en las disputas actuales entre naciones. Está muy claro que los bahá'ís creen que el desarme es esencial, no sólo de armas nucleares sino también de las biológicas, las químicas y todas las otras formas.73

Con respecto a la transición del sistema actual de soberanía nacional a un sistema de Gobierno mundial, la Casa de Justicia está plenamente de acuerdo con su punto de vista de que los bahá'ís deben hacer ahora diversas actividades relacionadas, todas ellas metas del Plan de Siete Años actual. En primer lugar, el establecimiento lo más rápidamente posible de Asambleas Espirituales Locales con base firme y funcionamiento eficaz en todas las partes del mundo, para que los buscadores de todas partes tengan un punto de referencia al que poder volverse para recibir guía y las Enseñanzas de la Fe. En segundo lugar está la profundización de los creyentes, de todas las edades, en su comprensión y obediencia de las Enseñanzas. En tercer lugar está la proclamación de la Fe a todos los estratos de la sociedad, y sobre todo a los que están en puestos de autoridad y a los líderes del pensamiento, para que aquellos que tienen en sus manos el liderazgo de los pueblos aprendan con exactitud sobre la naturaleza y los principios de la Fe y lleguen a respetarla y a poner en práctica sus principios. En cuarto lugar está la promoción de la erudición bahá'í, para que un número creciente de creyentes pueda analizar los problemas de la humanidad en cada campo y mostrar cómo los resuelven las Enseñanzas. En quinto lugar está el desarrollo de relaciones entre la Comunidad Internacional Bahá'í y las Naciones Unidad, tanto por vía directa con las más altas instituciones de la ONU como al nivel de las raíces en áreas de educación, desarrollo rural, etc.
Como usted sin duda sabe, el Guardián indicó que el desarrollo de la humanidad, desde su condición actual caótica hasta la etapa de la Mancomunidad Mundial Bahá'í, sería largo y gradual. La creación de una Autoridad Mundial y la inauguración de la Paz Menor es una transformación principal en este proceso y vendrá seguida por otras etapas del desarrollo de la Fe tal como lo delinea Shoghi Effendi en sus escritos. Sin duda, a medida que vayan teniendo lugar estos desarrollos, tendrá gran influencia en el curso del progreso el consejo que las instituciones de la Fe puedan dar a los Gobiernos, el modelo de administración mundial ofrecido por la comunidad bahá'í y los grandes proyectos humanitarios que se lanzarán bajo el patrocinio de la Casa Universal de Justicia.74

... Es cierto que los bahá'ís no somos pacifistas, pues apoyamos el uso de la fuerza al servicio de la justicia y la defensa de la ley. Pero no creemos que la guerra sea necesaria jamás y su abolición es uno de los propósitos esenciales y promesas más brillantes de la revelación de Bahá'u'lláh. Su mandato específico a los reyes de la tierra es: "Si uno de entre vosotros tomare armas contra otro, levantaos todos contra él, pues esto no es sino justicia manifiesta".(c) El amado Guardián ha explicado que la unidad de la humanidad implica el establecimiento de una mancomunidad mundial, un sistema federado mundial, "... liberado de la maldición de la guerra y de sus miserias... en el que la Fuerza se convierta en sierva de la Justicia...", cuyo ejecutivo mundial, "respaldado por una Fuerza internacional..., salvaguardará la unidad orgánica de toda la mancomunidad". Esto, obviamente, no es guerra, sino el mantenimiento de la ley y el orden a escala mundial. La guerra es la tragedia final de la falta de unidad entre las naciones donde no existe una autoridad internacional suficientemente poderosa para impedir que persigan sus propios intereses limitados. En consecuencia, los bahá'ís sirven en sus países en formas no combatientes durante tales guerras; sin duda servirán en una Fuerza Internacional como la que prevé Bahá'u'lláh, una vez que empiece a existir.75

La misión principal de Bahá'u'lláh al aparecer en este punto de la historia humana es la realización de la unidad de la humanidad y el establecimiento de la paz entre las naciones; en consecuencia, todas las fuerzas que están enfocadas hacia el cumplimiento de estos fines están bajo la influencia de su Revelación. Sin embargo, sabemos que la paz se establecerá en etapas. Primero vendrá la Paz Menor, cuando se consiga la unidad de las naciones; luego, gradualmente, la Paz Mayor; la unidad espiritual, además de política de la humanidad, cuando la Mancomunidad Mundial Bahá'í, operando en estricta conformidad con las leyes y ordenanzas del Libro Más Sagrado de la Revelación Bahá'í, se habrá establecido mediante el esfuerzo de los bahá'ís.
En cuanto a la Paz Menor, Shoghi Effendi ha explicado que esto será inicialmente una unidad política alcanzada por decisión de los Gobiernos de diversas naciones; no se establecerá por acción directa de la comunidad bahá'í. Sin embargo, esto no significa que los bahá'ís se queden quietos esperando la venida de la Paz Menor antes de hacer nada por la paz de la humanidad. De hecho, al promover los principios de la Fe, que son indispensables para el mantenimiento de la paz, y al modelar los instrumentos del Orden Administrativo Bahá'í, que Shoghi Effendi nos dice que es el modelo para la sociedad futura, los bahá'ís están constantemente ocupados en cimentar las bases para una paz permanente, siendo su meta final la Paz Mayor.
La Paz Menor misma pasará por varias etapas; en la etapa inicial los Gobiernos actuarán por su cuenta sin la implicación consciente de la Fe; más adelante, cuando Dios lo quiera, la Fe tendrá influencia directa en ella en las formas que Shoghi Effendi indica en su escrito La Meta de un Nuevo Orden Mundial. Con relación a los pasos que conducirán a esta etapa posterior, la Casa Universal de Justicia sin duda determinará lo que hay que hacer, de acuerdo con la guía de las Escrituras, tales como el texto que usted citó de Tablas de Bahá'u'lláh, pág. 103. Mientras tanto, los bahá'ís sin duda continuarán haciendo todo lo que esté a su alcance para promover el establecimiento de la paz.76




BIBLIOGRAFÍA

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- Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh. Buenos Aires: EBILA, 1972.
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- La Promulgación de la Paz Universal. Buenos Aires: EBILA, 1991.
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- Tablets of 'Abdu'l-Bahá Abbas, vol. III. Nueva York: Bahá'í Publishing Committee, 1930-1940.

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- El Advenimiento de la Justicia Divina. Buenos Aires: EBILA, 1972.
- Citadel of Faith. Wilmette: Bahá'í Publishing Trust, 1965.
- Dios Pasa. Buenos Aires: EBILA, 1977.
- Messages to the Bahá'í World, 1950-1957. Wilmette: Bahá'í Publishing Trust, 1971.
- El Día Prometido ha Llegado. Buenos Aires: EBILA, 1973.
- El Desenvolvimiento de la Civilización Mundial. Buenos Aires: EBILA, 1972.
- La Meta de un Nuevo Orden Mundial. Buenos Aires: EBILA, 1973.

CASA UNIVERSAL DE JUSTICIA:
- Wellspring of Guidance. Wilmette: Bahá'í Publishing Trust, 1969.

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- Stars of the West, vol. I, nº 1 - vol. XXV, nº 12; 21 de marzo de 1910 - marzo de 1935. Chicago: Bahá'í News Service.

Notas:

1 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, pág. 3.
2 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, pág. 55.
3 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, pág. 67.
4 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, pág. 176.
5 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, págs. 178-179.
6 Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, pág. 202.
7 Epístola al Hijo del Lobo, págs. 27-28.
8 Tablas de Bahá'u'lláh reveladas después del Kitáb-i-Aqdas, págs. 25-26.
9 Tablas de Bahá'u'lláh reveladas después del Kitáb-i-Aqdas, pág. 78.
10 Tablas de Bahá'u'lláh reveladas después del Kitáb-i-Aqdas, pág. 103.
11 Tablas de Bahá'u'lláh reveladas después del Kitáb-i-Aqdas, pág. 143.
12 Tablas de Bahá'u'lláh reveladas después del Kitáb-i-Aqdas, pág. 144.
13 Tablas de Bahá'u'lláh reveladas después del Kitáb-i-Aqdas, págs. 144-145.
14 Tablas de Bahá'u'lláh reveladas después del Kitáb-i-Aqdas, págs. 149-150.
15 Tablas de Bahá'u'lláh reveladas después del Kitáb-i-Aqdas, pág. 196.
16 Extractos de la Tabla a la reina Victoria, La Meta de un Nuevo Orden Mundial, pág. 20; El Desenvolvimiento de la Civilización Mundial, pág. 4.
17 Bahá'u'lláh y la Nueva Era, pág. 57.
18 Selección de los Escritos de 'Abdu'l-Bahá, pág. 174.
19 Selección de los Escritos de 'Abdu'l-Bahá, pág. 246.
20 Selección de los Escritos de 'Abdu'l-Bahá, pág. 249.
21 Selección de los Escritos de 'Abdu'l-Bahá, págs. 297-298, 304, 306-307. NOTA: La traducción de esta frase ha sido revisada después de la publicación de Selección de los Escritos de 'Abdu'l-Bahá.
22 El Secreto de la Civilización Divina, págs. 64-67, 70-71.
23 El Día Prometido ha Llegado, págs. 183-185.
24 Tablets of 'Abdu'l-Bahá Abbas, pág. 691. NOTA: La traducción de esta frase ha sido revisada después de la publicación de Tablets of 'Abdu'l-Bahá Abbas.
25 Extracto de una Tabla de 'Abdu'l-Bahá recién traducida.
26 Palabras de 'Abdu'l-Bahá citadas en una carta de la Casa Universal de Justicia del 10 de febrero de 1980.
27 La Promulgación de la Paz Universal, págs. 11-12.
28 La Promulgación de la Paz Universal, págs. 36-37.
29 La Promulgación de la Paz Universal, págs. 60-61.
30 La Promulgación de la Paz Universal, págs. 83-84.
31 La Promulgación de la Paz Universal, pág. 108.
32 La Promulgación de la Paz Universal, pág. 121.
33 La Promulgación de la Paz Universal, págs. 125-126.
34 La Promulgación de la Paz Universal, págs. 134-135.
35 La Promulgación de la Paz Universal, pág. 153.
36 La Promulgación de la Paz Universal, pág. 175.
37 La Promulgación de la Paz Universal, pág. 301.
38 La Promulgación de la Paz Universal, pág. 318.
39 La Promulgación de la Paz Universal, pág. 375.
40 La Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, pág. 139.
41 La Sabiduría de 'Abdu'l-Bahá, pág. 165.
42 Extractos de una entrevista con un reportero periodístico citada en 'Abdu'l-Bahá in Canada, págs. 50-51.
43 Star of the West, vol. V, págs. 115-117.
44 Star of the West, vol. VII, pág. 136.
45 Star of the West, vol. XVIII, pág. 345.
46 'Abdu'l-Bahá in London, pág. 106.
47 La Meta de un Nuevo Orden Mundial, 28 de noviembre de 1931, págs. 11-31.
48 El Desenvolvimiento de la Civilización Mundial, págs. 3, 4, 66-71.
49 El Advenimiento de la Justicia Divina, págs. 132-133.
50 El Día Prometido ha Llegado, págs. 187-189.
51 Dios Pasa, pág. 204.
52 Citadel of Faith, 5 de junio de 1947, pág. 6, págs. 32-33.
53 Messages to the Bahá'í World, 1950-1957, 27 de noviembre de 1954, págs. 74-75.
54 9 de diciembre de 1931.
55 28 de enero de 1932.
56 16 de febrero de 1932.
57 15 de enero de 1933.
58 25 de septiembre de 1933.
59 6 de noviembre de 1933.
60 17 de marzo de 1934.
61 15 de noviembre de 1935.
62 26 de julio de 1936.
63 12 de octubre de 1936.
64 14 de marzo de 1939.
65 12 de abril de 1942.
66 25 de marzo de 1945.
67 19 de noviembre de 1945.
68 20 de noviembre de 1955.
69 15 de agosto de 1957.
70 Wellspring of Guidance, 8 de diciembre de 1967, págs. 131-134.
71 29 de julio de 1974.
72 4 de julio de 1982.
73 12 de enero de 1983.
74 19 de enero de 1983.
75 11 de septiembre de 1984.
76 13 de enero de 1985.

(a) Extractos de las palabras orales de Bahá'u'lláh.
(b) Pasajes de los Escritos de Bahá'u'lláh, pág. 202.
(c) Llamamiento a los reyes y gobernantes del mundo, La Proclamación de Bahá'u'lláh, pág. 24

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